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CAPÍTULO 12 B. F.

Skinner: teoría del reforzamiento 381

Programas de reforzamiento
Skinner señaló que en la vida diaria, fuera del laboratorio de psicología, rara vez se
refuerza la conducta siempre que se presenta. La madre no carga y arrulla al bebé
cada vez que llora. Los superestrellas del béisbol no conectan un jonrón en todos
sus turnos al bat. Los niños que guardan las compras en un supermercado no reciben
una propina por cada bolsa que empacan. Nuestro grupo preferido de rock tampoco
gana un Grammy por todos los álbumes que saca al mercado. El lector seguramente
podrá pensar en más ejemplos de conductas que persisten a pesar de que sólo sean
reforzadas de forma esporádica.
Así, tras observar que las ratas seguían presionando la palanca a una tasa bas-
tante uniforme a pesar de que no se reforzaba cada respuesta, Skinner decidió in-
programas de vestigar varios programas de reforzamiento a efecto de determinar su efectividad
reforzamiento para controlar la conducta. Estos son los programas de reforzamiento que probó en
Patrones o tasas con que el laboratorio.
se proporcionan o se
retienen los reforzadores. ■ Intervalo fijo
■ Razón fija
■ Intervalo variable
■ Razón variable
Un programa de reforzamiento de intervalo fijo proporciona el reforzador a conti-
nuación de la primera respuesta que se presenta después de transcurrido un intervalo
fijo. Éste puede ser de un minuto, tres minutos o de otro periodo fijo cualquiera. El
momento del reforzamiento no tiene nada que ver con la cantidad de respuestas. In-
dependientemente de que la rata las emita tres o 20 veces por minuto durante el
intervalo fijo, el reforzador sólo se proporcionará cuando haya transcurrido un plazo
determinado y se haya emitido la respuesta correcta.
Muchas situaciones de la vida real operan de acuerdo con este tipo de programa.
Lo utiliza el profesor que hace un examen semestral y otro final, y la empresa que
paga un sueldo semanal o quincenal. El sueldo no se percibe en razón de la cantidad
de productos ni del volumen de ventas (el número de respuestas), sino de la canti-
dad de horas, días o semanas que transcurran.
Las investigaciones de Skinner demostraron que cuanto más breve era el inter-
valo entre las entregas del reforzador, tanto mayor era la frecuencia de las respuestas.
La tasa de éstas disminuía a medida que se iba alargando el intervalo entre refor-
zamientos. La frecuencia con la que éstos se proporcionaban también influía en el
tiempo para que se extinguiera una respuesta. Ésta desaparecía antes si la rata había
recibido reforzamiento continuo y después se le suspendía, que cuando había reci-
bido un reforzamiento intermitente.
Con un programa de reforzamiento de razón fija los reforzadores sólo se pro-
porcionan después de que el organismo ha emitido una cantidad específica de res-
puestas. Por ejemplo, el experimentador podría proporcionarlos después de cada 10
o 20 respuestas. Con este programa, a diferencia del anterior, la entrega de los re-
forzadores depende de la frecuencia de las respuestas del sujeto. La rata no recibirá
una bolita de alimento mientras no emita la cantidad requerida de respuestas. Es un
esquema que produce una tasa de respuesta más veloz que el programa de interva-
lo fijo.
Lo anterior también se observa en las actividades de las personas. En un traba-
jo que se paga por la cantidad de productos, el ingreso dependerá del volumen que
382 PARTE SIETE La teoría conductista

Una sonrisa de
aprobación de los
padres puede reforzar
el comportamiento de
sus hijos.

© David Wells/The Image Works


genere la persona. Cuanto más produzca, más alto será su ingreso; la recompensa
se basa directamente en la tasa de respuestas. Lo mismo sucede con un vendedor
que trabaja a comisión. Su ingreso depende del número de productos que coloque;
cuantos más productos venda, tanto más ganará. Por el contrario, un vendedor que
tiene un sueldo semanal percibirá lo mismo cada semana, independientemente de la
cantidad de productos que venda.
La vida real no siempre permite aplicar un programa de intervalo o de razón
fija. En ocasiones, los reforzadores se proporcionan con un criterio variable. En un
programa de reforzamiento de intervalo variable el reforzador se podría entregar dos
horas después de que se ha emitido la primera respuesta, la siguiente vez una hora
y media después de la emisión y la tercera vez dos horas y 15 minutos después. Si
alguien pasa todo un día pescando, su recompensa se ajustaría a este tipo de progra-
ma, suponiendo que logra pescar algo. El programa depende de que un pez muerda
el anzuelo.
Un programa de reforzamiento de razón variable se basa en un número prome-
dio de respuestas entre los reforzadores, pero el promedio puede ser muy variable.
Skinner descubrió que con este patrón se consiguen tasas de respuestas muy altas
y estables, como bien saben las personas que operan casinos. También se aplica a
las máquinas tragamonedas, las ruletas, las carreras de caballos y las loterías que
pagan los premios con un programa de reforzamiento a razón variable, lo cual es
una manera sumamente efectiva de controlar la conducta. Estos esquemas producen
conductas muy duraderas que suelen ser resistentes a la extinción. La mayor parte
del aprendizaje común y corriente ocurre como resultado de programas de reforza-
miento de razón o intervalo variables.
CAPÍTULO 12 B. F. Skinner: teoría del reforzamiento 383

La investigación de los programas de reforzamiento efectuada por Skinner ofre-


ce una técnica efectiva para controlar, modificar y moldear la conducta. Si usted está
a cargo de ratas de laboratorio, de vendedores u obreros de una línea de montaje o si
quiere entrenar a su mascota o a su hijo, estas técnicas de condicionamiento operante
producirán las conductas que desea.

Aproximaciones sucesivas: cómo moldear la conducta


En el experimento original de Skinner, la conducta operante (oprimir la palanca) es
una conducta simple que cabe esperar que exhiba a la larga una rata de laboratorio
cuando explora el entorno. Luego entonces, es muy probable que se presente, siem-
pre y cuando el experimentador tenga suficiente paciencia. Sin embargo, es evidente
que los animales y el ser humano realizan conductas operantes mucho más comple-
jas y que es mucho menos probable que se presenten en el curso normal de las cosas.
¿Cómo se aprenden? ¿Un experimentador o un progenitor cómo pueden reforzar y
condicionar a una paloma o a un niño para que emitan conductas que difícilmente se
presentarían de manera espontánea?
aproximaciones sucesivas Skinner contestó las preguntas anteriores con el método de aproximaciones su-
Explicación de cómo se cesivas, o moldeamiento (Skinner, 1953). En muy poco tiempo entrenó a una palo-
adquiere una conducta ma para que picoteara en un lugar específico de la jaula. La probabilidad de que lo
compleja. Así, una hiciera de forma espontánea era mínima. Al principio, Skinner la reforzaba con ali-
conducta como aprender mento cuando volteaba hacia ese lugar. Después, demoró el reforzamiento hasta que
a hablar se reforzará sólo la paloma efectuaba un movimiento hacia ese sitio, por ligero que fuera. A continua-
cuando se aproxime a la
ción sólo reforzó los movimientos que acercaban a la paloma al lugar. Después sólo
conducta final deseada.
le proporcionó recompensa cuando dirigía la cabeza en esa dirección y, por último,
sólo cuando tocaba el lugar con el pico. Parece un proceso que toma mucho tiem-
po, pero Skinner condicionaba a las palomas en menos de tres minutos.
El procedimiento experimental explica por sí mismo la expresión aproximacio-
nes sucesivas. Se refuerza al organismo cuando su conducta se aproxima, en etapas
sucesivas o consecutivas, a la conducta final deseada. Skinner decía que los niños
aprenden la compleja conducta de hablar precisamente de esta manera. Los bebés
emiten espontáneamente sonidos que carecen de significado y que los padres refuer-
zan sonriéndoles, riéndose o hablando. Al cabo de un tiempo, refuerzan este balbuceo
de varias maneras, pero proporcionando siempre recompensas a los sonidos pare-
cidos a las palabras. A medida que prosigue este proceso, el reforzamiento se torna
más selectivo y sólo se proporciona cuando la pronunciación y el uso son correctos.
Así, la compleja conducta de adquirir las habilidades lingüísticas se moldea ofre-
ciendo reforzamiento diferencial por etapas.
En cierta ocasión, Skinner moldeó la conducta de Erick Fromm, un destacado
psicoanalista que en una conferencia había externado ciertos comentarios que le mo-
lestaron mucho.
Fromm siempre tenía algo que decir acerca de casi todo, pero con poco conocimiento.
Cuando empezó a decir que las personas no son palomas, decidí que debía hacer algo.
En un trozo de papel escribí [dirigido a un colega]: “Fíjate en la mano izquierda de
Fromm. Voy a moldear el movimiento de cortar con un cuchillo”... [Fromm] gesticulaba
mucho al hablar y cada vez que levantaba la mano izquierda yo le miraba a los ojos. Si
bajaba la mano, yo asentía y sonreía. En sólo cinco minutos estaba cortando el aire con
tanto vigor que su reloj de pulso no cesaba de deslizarse hasta la mano. (Skinner, 1983,
pp. 150-151.)
384 PARTE SIETE La teoría conductista

Los padres enseñan


a sus hijos conductas
aceptables cuando
refuerzan las actividades
que se aproximan a la
conducta final deseada.

© Brand X Pictures/Jupiterimages

Conducta supersticiosa
Sabemos que la vida no siempre sigue un orden ni está tan controlada como en un
laboratorio de psicología. A veces somos reforzados accidentalmente después de ha-
ber mostrado cierta conducta. Así, la repetiremos a pesar de que no sea la causa o el
motivo del reforzamiento.
Tomemos un ejemplo del futbol americano. Un delantero ofensivo de los Buca-
neros de Tampa Bay había tenido una pésima temporada al inicio de su carrera. Le
pidió a su compañero de cuarto que cambiaran de camas de modo que él durmiera
más cerca del baño. Justo después del cambio mejoró su rendimiento. A lo largo de
su carrera siempre pidió la cama más próxima a la puerta del baño en los hoteles
donde se hospedaba el equipo. ¿Qué decir del pateador que antes de los juegos abra-
zaba los postes de la meta? Lo había hecho antes de marcar un gol de campo y, como
conducta supersticiosa
Comportamiento entonces le había dado resultado, seguía haciéndolo. Le comentó a un reportero que
persistente que presenta lo hacía porque quería que los postes supieran que los amaba y les imploraba que no
una relación coincidente, se movieran cuando pateaba el ovoide.
y no funcional, con el Skinner llamó conducta supersticiosa a este fenómeno y lo demostró en el la-
reforzamiento recibido. boratorio. Metió a una paloma hambrienta en un aparato de condicionamiento ope-
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rante, reforzándola cada 15 segundos con un programa de intervalo fijo. Es proba-


ble que la paloma estuviera haciendo algo, exhibiendo alguna conducta o actividad
cuando le proporcionaban la bolita de alimento; tal vez estaba virando, levantando
la cabeza, pavoneándose, saltando o estaba quieta. Cualquiera de las conductas que
emitiera en el momento de la recompensa era reforzada.
Skinner descubrió que un solo refuerzo era lo bastante fuerte para provocar
que la paloma repitiera la conducta reforzada accidentalmente con más frecuencia
durante cierto tiempo, lo cual aumentaba la probabilidad de que la bolita de alimento
apareciera al mismo tiempo que exhibía la conducta. Así, con intervalos cortos entre
reforzadores, la conducta supersticiosa se aprende rápidamente. Tal como en el caso
de los jugadores de futbol americano antes mencionados, las conductas supersticio-
sas de la paloma carecían de relación funcional con los reforzadores. La conexión
no es intencional. En las personas, este tipo de conductas persiste a lo largo de toda
la vida porque sólo requieren un reforzamiento ocasional para sostenerlas.
En una investigación realizada con 77 beisbolistas de las grandes ligas de Esta-
dos Unidos y de Japón, 74% de ellos admitió que realizaban conductas supersticiosas.
Sin embargo, en general, los jugadores estadounidenses eran más supersticiosos que
los japoneses, o sea, que las diferencias culturales posiblemente influyan en estas ac-
ciones (Burger y Lynn, 2005).

El autocontrol de la conducta
Según Skinner, variables que están fuera del organismo controlan y modifican la con-
ducta. En nuestro interior no existe nada –procesos, impulsos u otra actividad– que
la determinen. No obstante, aun cuando los estímulos y reforzadores externos la mol-
autocontrol dean y regulan, somos capaces de emplear el autocontrol, como lo llamó Skinner, el
Capacidad para regular cual describió como actuar para modificar la influencia de los sucesos externos. No
las variables que se refería a actuar bajo el control de un misterioso “yo”, sino a que en cierta medida
determinan la conducta. podemos controlar las variables externas que determinan la conducta.
Propuso varias técnicas de autocontrol. Por ejemplo, con la técnica de evitar el
estímulo. Si la música del estéreo de un compañero de cuarto le molesta y le impide
estudiar, usted puede salir del cuarto y acudir a la biblioteca, eliminando así una
variable externa que incide en su actividad. Si evita el contacto con una situación o
persona que le molestan, disminuirá el control que ejercen sobre usted. Por lo mis-
mo, los alcohólicos no tienen nunca licor en casa para evitar el estímulo que domina
su conducta.
Asimismo, con la técnica de la saciedad autoadministrada exageramos alguna
conducta a efecto de controlarnos para liberarnos de malos hábitos. Si un fumador
quiere dejar el hábito, fuma como máquina durante algún tiempo, inhalando has-
ta que siente tal aversión, malestar o mareo, que deja de fumar. Esta técnica ha dado
buenos resultados en programas terapéuticos formales diseñados para eliminar el
tabaquismo. La técnica de la estimulación aversiva incluye las consecuencias desa-
gradables o repugnantes. Alguien obeso que desea adelgazar expresa su intención
a los amigos. Si no mantiene su decisión, sufrirá las molestas consecuencias del
fracaso personal. En el caso del autorreforzamiento, nos recompensamos por reali-
zar conductas buenas o aconsejables. Si un adolescente acepta esforzarse para ob-
tener una calificación promedio determinada o por cuidar a su hermano o hermana
386 PARTE SIETE La teoría conductista

menor, se podrá recompensar a sí mismo comprando ropa nueva o boletos para un


concierto.
Así pues, según Skinner, lo importante es reconocer que las variables externas
moldean y controlan la conducta, pero a veces nuestras acciones nos sirven para mo-
dificar el efecto de un factor externo.
Un estudio de gran escala efectuado con 606 universitarios estadounidenses
arrojó que aquellos que obtuvieron una puntuación alta en autocontrol tenían mejo-
res calificaciones, una puntuación más alta en ajuste psicológico, mayor aceptación
de sí mismos y elevada autoestima; además, exhibían habilidades interpersonales y
relaciones familiares más satisfactorias y niveles más bajos de ira que los que ob-
tuvieron una puntuación baja en autocontrol (Tangney, Baumeister y Boone, 2004).
Una investigación efectuada con 670 niños afroamericanos (de 11.2 años de edad
promedio) reveló que aquellos que tenían padres más afectuosos y que participaban
más en su crianza presentaban mayor autocontrol que aquellos cuyos padres eran me-
nos cariñosos y participaban menos en la crianza (Wills y otros, 2007).

Aplicaciones del condicionamiento operante


Los psicólogos han aplicado las técnicas del condicionamiento operante para modifi-
modificación de la car la conducta humana en la clínica, en las empresas y en el aula. La modificación
conducta de la conducta se aplica con éxito a niños y adultos, a sujetos mentalmente sanos y
Tipo de terapia que a personas que sufren algún trastorno psicológico, así como a conductas individuales
aplica los principios y de grupo.
del reforzamiento para
obtener los cambios de
conducta deseados. Programas de economía de fichas
economía de fichas La aplicación clásica es la economía de fichas. En el primer estudio se trató a más
Técnica de modificación de 40 pacientes psicóticas recluidas en la sala de un hospital psiquiátrico como si
de la conducta con la cual fuera una gigantesca caja de Skinner (Ayllon y Azrin, 1968). Los tratamientos or-
se entregan fichas por las dinarios habían fracasado en su caso. Llevaban muchos años en el hospital sin que
conductas deseables y pudieran valerse por sí mismas.
éstas se pueden canjear Con este escenario, se brindó a las pacientes la oportunidad de desempeñar al-
por objetos de valor o por gunos trabajos, por lo general efectuados por el personal del hospital. Las mujeres
privilegios. recibían fichas por su trabajo y éstas funcionaban como dinero; de ahí la expresión
economía de fichas. Tal como ocurre en el mundo exterior, las pacientes podían
comprar bienes y privilegios para mejorar su calidad de vida. Con cierta cantidad de
fichas compraban dulces, cigarros, lápiz labial, guantes y periódicos. Pagaban con
éstas para ver una película en la sala, pasear por los predios del hospital o para ser
reubicadas en un cuarto mejor. El privilegio más caro costaba 100 fichas y consistía
en ir a la ciudad con un acompañante, y en tener una reunión privada con una de
las trabajadoras sociales. Una reunión individual con un psicólogo tan sólo costaba
20 fichas.
¿Qué clase de conductas tenían que emitir las pacientes para ser reforzadas y
recibir fichas? Recibían una por cada una de las siguientes actividades: bañarse en el
horario asignado, cepillarse los dientes, tender la cama, peinarse el cabello y vestir
correctamente. Les pagaban 10 fichas por cada periodo de trabajo en la cocina o la
lavandería o por ayudar a limpiar la sala, hacer mandados o llevar a caminar a otros
pacientes. Las actividades nos parecen simples pero, antes de que se instituyera el
CAPÍTULO 12 B. F. Skinner: teoría del reforzamiento 387

programa de economía de fichas, se consideraba que estas pacientes no tenían rumbo


ni se podían valer por sí solas.
Los resultados del condicionamiento fueron impresionantes. Las pacientes no
sólo se aseaban y limpiaban la sala sin ayuda, sino que además se ocupaban en di-
versas actividades. Interactuaban socialmente entre sí y con el personal, asumiendo
parte de la responsabilidad de su cuidado. La autoestima mejoró sustancialmente y
se volvieron menos dependientes.
Una advertencia respecto de los resultados anteriores: se ha comprobado que la
economía de fichas sólo es efectiva en el entorno donde se instaura. Por lo regular,
la conducta modificada no se extiende a la vida fuera de la institución. Es preciso
seguir el reforzamiento a fin de mantener los cambios de conducta. Cuando se dejan
de repartir las fichas, el comportamiento reforzado suele regresar a su estado original
(Kazdin y Bootzin, 1972; Repucci y Saunders, 1974). Sin embargo, si los cuidadores
han sido capacitados para recompensar las conductas aceptables con reforzadores co-
mo sonrisas, elogios, palmaditas en la espalda y otros signos de afecto, es más proba-
ble que las conductas condicionadas mediante la economía de fichas en la institución
continúen en el hogar (Kazdin, 1989).
Esta técnica de modificación de la conducta también se aplica por Internet, co-
mo revela un experimento con fumadores empedernidos. Durante un periodo de
más de cuatro semanas, dos veces al día grababan un video de su persona. También
utilizaban una cámara Web para obtener una muestra de monóxido de carbono y la
enviaban por vía electrónica a una clínica de control del tabaquismo. Los sujetos
recibían vales si reducían el nivel de monóxido de carbono en un periodo de cuatro
días y si lo mantenían en un nivel similar al de los no fumadores. Podían cambiar
los vales por diversos artículos comprados por Internet.
La técnica dio buenos resultados. Los sujetos mostraron una disminución impor-
tante de los niveles de monóxido de carbono y no fumaron mientras duró el estudio.
Sin embargo, no sabemos si el cambio se sostuvo después de terminada la investiga-
ción y tampoco si se dejó de reforzar la abstinencia (Dallery, Glenn y Raiff, 2007).

CONÉCTESE
Classroom Interventions for Children with Attention Deficit Disorder
Descripción pormenorizada de una intervención con economía de fichas en el con-
texto de un aula de niños con trastorno por déficit de atención.
Para obtener un vínculo directo con el sitio anterior, conéctese al sitio destinado a los
lectores del libro en http://www.academic.cengage.com/psychology/Schultz, y selec-
cione Chapter 12.

Programas de modificación de la conducta


Las técnicas del condicionamiento operante se han aplicado a problemas de las em-
presas y de la industria. Los programas de modificación de la conducta que se han
instituido en las grandes fábricas, instituciones financieras y organismos públicos
disminuyen el absentismo, los retrasos y el abuso de los permisos por enfermedad.
Además, mejoran el desempeño y la seguridad en el trabajo. También sirven para la
capacitación en trabajos que requieren pocas habilidades. Estos son algunos refor-
388 PARTE SIETE La teoría conductista

zadores que utilizan las empresas: sueldo, seguridad en el empleo, reconocimiento


brindado por los supervisores, estímulos y estatus dentro de la compañía, y posibi-
lidad de desarrollo personal. No se ha intentado tratar la ansiedad, los traumas re-
primidos ni las fuerzas motivadoras inconscientes. Lo que se pretende es cambiar la
conducta manifiesta, definir los reforzadores adecuados y determinar la tasa óptima
para ofrecerlos con el objeto de conseguir el cambio.

Castigo y reforzamiento negativo


Casi todas las aplicaciones del condicionamiento operante se utilizan como refor-
castigo zamiento positivo en lugar del castigo. En el caso de las pacientes psiquiátricas, no
Aplicación de un estímulo se las castigaba cuando no volvían a exhibir el comportamiento correcto, sino que
aversivo después de una recibían reforzamiento cuando su conducta cambiaba en sentido positivo. En opi-
respuesta y que tiene nión de Skinner, el castigo no consigue que una conducta indeseable se transforme
por objeto disminuir la en una adecuada, ni una conducta anormal en una normal. El reforzamiento positivo
probabilidad de que se
aplicado a los comportamientos deseables es mucho más efectivo que el castigo.
repita.
Lo malo del castigo es que produce resultados inmediatos, pero no a largo plazo. La
respuesta al castigo implica el impulso a huir, a contraatacar o a una apatía obstinada.
Son los efectos indeseables que se observan en la cárcel, en la escuela o en una situación
cualquiera en la que se recurre al castigo. (Skinner, citado en Goleman, 1987.)

reforzamiento negativo El reforzamiento negativo no es sinónimo de castigo. Un reforzador negativo es


Fortalecimiento de una un estímulo aversivo o nocivo cuya supresión es recompensante. En el laboratorio
respuesta al eliminar un o en el aula se crea una situación de condicionamiento operante donde el estímulo
estímulo aversivo. desagradable (un ruido fuerte o una descarga eléctrica) persistirá hasta que el
sujeto emita la respuesta deseada. Tal como en el caso del reforzamiento positivo,
el entorno cambia en razón de la conducta y, en este caso, desaparecerá el estímulo
molesto.
En la vida diaria vemos ejemplos de reforzamiento negativo. Una persona deja-
rá de fumar para evitar el estímulo aversivo de los reproches de su cónyuge o de un
colega. El estímulo aversivo (el reproche) debe terminar cuando se realice la con-
ducta deseada (no encender un cigarro en casa o en la oficina). Skinner se oponía al
uso de estímulos aversivos para modificar la conducta, porque las consecuencias no
se pueden prever con la misma facilidad que en el caso del reforzamiento positivo.
Además, el reforzamiento negativo no siempre funciona, mientras que la efectividad
del reforzamiento positivo es mayor.

Cuestiones relativas a la naturaleza humana


La postura de Skinner referente a la cuestión de la herencia frente al entorno es muy
clara. Las personas son producto fundamentalmente del aprendizaje, y las variables
externas las moldean más que los factores genéticos. Lo anterior permite inferir que,
para Skinner, las experiencias de la niñez son más importantes que las posteriores,
porque las conductas básicas se forman en esa etapa. Esto no niega que la conducta
se pueda cambiar en la edad adulta. Lo que se aprende durante la niñez se puede
modificar; en cualquier edad es posible adquirir otros patrones conductuales. Las
ideas de Skinner se ven confirmadas con el éxito de los programas de modificación
de la conducta. La idea de que el aprendizaje la moldea lleva a la conclusión de que
todos los individuos son únicos. Dado que somos fruto de la experiencia (y tenemos
CAPÍTULO 12 B. F. Skinner: teoría del reforzamiento 389

experiencias diferentes, sobre todo en la infancia), no existen dos personas que se


comporten de forma idéntica.
Skinner no trató la cuestión de una meta suprema y necesaria. No habló nunca
de superar el complejo de inferioridad, de atenuar la ansiedad ni de buscar la auto-
rrealización. Esos motivos suponen estados internos, subjetivos, cuya existencia no
aceptaba. En la obra de Skinner todo indicio de una meta en la vida parece de orden
social, y no individual. En su novela Walden Two y en otros escritos expone su con-
cepto de una sociedad humana ideal: el comportamiento individual se debe dirigir
hacia el tipo de sociedad que tenga más probabilidad de sobrevivir.
Respecto de la cuestión del libre albedrío frente al determinismo, las personas
funcionan como máquinas de forma lícita, ordenada y predeterminada. Skinner re-
chazaba la idea de un yo interno o autónomo que dirige las acciones u opta por obrar
libre y espontáneamente.
En sus escritos y en su conocida novela sobre una sociedad utópica basada en el
condicionamiento operante, el mensaje es siempre el mismo: los reforzadores con-
trolan la conducta. Luego entonces, en cierto sentido, resulta absurdo culpar o cas-
tigar a los sujetos por sus actos. Un dictador que ordene un genocidio o un asesino
serial que mate una decena de personas será tan responsable de sus actos como un
automóvil sin conductor que choca contra una colina. Ambos operan de forma lícita,
predecible y controlada por variables externas.
¿Nos quedamos con una concepción pesimista del ser humano como un robot
inerte y pasivo, incapaz de decidir su conducta? Esta idea no refleja cabalmente lo
que pensaba Skinner, quien suponía que los estímulos y los reforzadores externos
rigen la conducta, pero sin que ello signifique que seamos víctimas. Somos contro-
lados por el entorno, pero tenemos la responsabilidad de diseñarlo. Los edificios, las
ciudades, los bienes de consumo, las fábricas y las instituciones públicas son obra
nuestra. También los sistemas sociales, los idiomas, las costumbres y las activida-
des recreativas. Cambiamos el entorno incesantemente, muchas veces para nuestro
propio beneficio. Cuando lo hacemos actuamos como controladores y controlados.
Creamos la cultura dominante y somos producto de ella. Skinner escribió: “Tal vez
no seamos agentes libres, pero podemos hacer algo con nuestra vida con sólo reorga-
nizar los controles que influyen en ella... No intento cambiar a las personas. Lo único
que quiero es cambiar el mundo donde viven” (citado en Bjork, 1993, pp. 16, 233).
El mundo impone límites a la libertad para realizar cambios. Cuando los hace-
mos, las situaciones que nos proporcionaron reforzamiento positivo en el pasado nos
guiarán, y a veces nos restringirán. Cuando tratemos de modificar el entorno busca-
remos mayores oportunidades para obtener reforzamiento positivo y, al obtenerlo,
modificaremos nuestra conducta. Skinner nos dejó una paradoja: la imagen del ser
humano como máquina capaz de alterar las condiciones ambientales que dirigen la
actividad de esa máquina.

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