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Bailar hasta

rompernos

Miguel Ángel Martínez Barradas / El mundo iluminado

www.elmundoiluminado.com

Gira nuestro planeta, rota en sí mismo y circunda al mismo tiempo al sol. Gira nuestra luna, rota
en sí misma y circunda al mismo tiempo a nuestro planeta. Giran el resto de los cuerpos celestes,
lo hacen en sí mismos y alrededor del astro rey. El giro es ritmo, el rito es armonía y la armonía
es vida.

El filósofo Pitágoras desarrolló alrededor del siglo V a. C. la teoría de la música de las esferas.
Pitágoras, lo que postula con su ‘música de las esferas’ es que el movimiento de los cuerpos
celestes produce un sonido armónico, rítmico y tonal que, aunque es inaudible para el ser
humano, existe en la naturaleza y es por esta música insonora que la vida se perpetúa.

Cuando pensamos en baile, pensamos también en música la cual, se suele creer, puede ser
lograda únicamente con aquellos instrumentos dedicados a la producción de sonido, sin embargo,
la música puede ser hecha prácticamente de cualquier manera, como lo atestiguó el poeta místico
Rumi una vez que iba caminando por un barrio turco de orfebres allá por el siglo XIII y gracias
al golpeteo de los martillos bailó mientras tuvo una revelación. De la sagrada experiencia, Rumi
escribió su poema “El giro”, que dice: «Baila, cuando te rompan para abrirte. Baila, si te has
arrancado la venda. Baila en medio del combate. Baila en tu sangre. Baila, cuando seas
perfectamente libre.» El poema sobre el giro escrito por Rumi permitió entre los sufíes el
desarrollo de una forma de meditación que proponía al baile como su centro, es decir, los sufíes
seguidores de Rumi, que se llaman derviches, no meditan sentados e inmóviles, sino bailando.

La teoría de la música de las esferas de Pitágoras es el antecedente de la meditación


derviche desarrollada por Rumi. Para el filósofo griego y el místico turco el movimiento es la
manifestación de una voluntad sagrada imposible de comprender, pero, aún así, perceptible. Un
apunte más, la palabra ‘derviche’ significa ‘entrada’, ¿qué esperamos entonces nosotros para
levantarnos y, como nuestro planeta danzante, girar hacia la puerta de la revelación que nos
exigirá bailar hasta rompernos? (Lea el texto completo en el sitio web de El Heraldo de Puebla)

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