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EL ÁRBOL DE MANGO QUE ME VIO CRECER

Había una vez un árbol de mango en la iglesia de Minca que tenía ya varios años y a su vez
una niña llamaba Andrea que día a día lo visitaba. Era tan viejo, pero tan importante para
ella ya que siempre invitaba a un amigo a comer mango debajo de el y contar historias
memorables para ella.
Todas las vacaciones de mitad de año, Andrea esperaba que el árbol estuviese cargado de
sus frutos para llevarlos a sus vecinos y buscaba la manera de que nadie lo lastimara al
contrario siempre lo cuidaba y quería que siempre le diera de sus frutos porque eso le hacía
muy feliz.
Un día hubo una fuerte tormenta con rayos, el cual uno de ellos cayo en el árbol haciendo
que este se cayera, Andrea al enterarse al día siguiente no paraba de llorar y fue hasta la
iglesia para verlo y la imagen fue muy fea, pero en ella quedaban muchos recuerdos debajo
de ese árbol el cual compartió mucho tiempo con ella.
Es por eso que Andrea en honor a su amigo el árbol fue y sembró uno nuevo, día a día se
encargaba de cuidarlo y con los años se vio los frutos de su cuidado. El día de hoy este
árbol esta grande y da muchos mangos y hace muy feliz a los niños, personas y turistas que
lo visitan

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