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SOMBRAS DE LA CALLE

Las calles húmedas de la ciudad tienen la particularidad de albergar lo más oscuros secretos y
penas de las almas urbanas. Estáticos, putrefactos. Esas son algunas cualidades que poseen los
cadáveres que habitan junto conmigo los pequeños y oscuros pasajes del centro de la gran ciudad.

Me avergüenza admitir, que soy un hombre fracasado que fue presa de sueños frustrado obligado
a convertirse en habitante de la calle. En este escombroso momento de mi vida, mis únicas
pertenencias eran, los tres pedazos de cartón, al cual he nombrado como mi humilde lecho.

Una fría noche se avecinaba y decidí cambiar el callejón. En busca de uno un poco más cálido, para
poder sobrellevar la noche. Opté por escoger uno un poco más lejano del centro de la ciudad.
Mientras me instalaba en mi nuevo hogar, noté a las diversas criaturas que me acompañaban en
mi desgracia, varias cucarachas; gusanos de la basura; moscas y sobre todo ratones. En este punto
ya no le tenía a ninguna de las criaturas habitantes de la noche, ya hasta las consideraba parte de
mi cotidianidad. Tres días habían pasado desde que me había instalado en mi nuevo hogar cuando
pasó. Era tarde en la noche cuando me despertaron los chillidos e las ratas, me levante de mi
lecho para ver que sucedía y ahí me encontré frente a frente con el cadáver de una chica de mas o
menos 23 años, desde la esquina oscura donde me escondía alcance a observar a dos hombres
caucásicos y fornidos los cuales se burlaban del inerte ser que lacia en el frio concreto, para luego
de esto tomar herramientas de un maletín que traían con ellos

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