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Balazote - Antropología Económica
Balazote - Antropología Económica
Antropología Económica.
Alejandro Balazote.*
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Introducción.
- Era aplicable la teoría económica que había surgido para analizar y explicar
el funcionamiento del sistema capitalista?
A su vez Boas publica en 1897 “The social organization and the secret societies of
the kwuakiutl indians” describiendo la celebración del potlach en Fort Rupert. En
esta ceremonia se destruían y regalaban todo tipo de bienes poniendo así en
evidencia las limitaciones de ciertas categorías económicas para interpretar esta
clase de intercambios. La noción de escasez universal resultaba cuestionada por lo
que se definía como una economía de excedentes [1] al tiempo que la lógica de
acumulación pensada desde la imagen capitalista no daba cuenta de la circulación y
destrucción de bienes.
El debate.
Como señala Trinchero (1992), el “ajuste” del material etnográfico a las categorías
de la economía tenía por objetivo que el mismo pudiera ser pasible de un análisis
comparativo. Así, desde su obra fundacional, la antropología económica planteaba
un tipo de relacionamiento entre la antropología y la economía donde la segunda
aportaba conceptos y modelos al tiempo que la primera brindaba numerosos
estudios de campo. En este intercambio se ponía en discusión la universalidad
legitimadora vital para las aspiraciones de la economía (y también porque no, para
la antropología) y se vislumbraba la posibilidad de convertirse en ciencias regionales
especificando los límites de cada una de ellas.
El punto de partida es que el individuo tiene necesidades ilimitadas mientras que los
recursos para satisfacerlas son limitados. Robbins plantea que si los recursos para
alcanzar una meta no son escasos, no estamos en presencia de un problema
económico, dado que no nos coloca en una situación de opción. La
inadecuacuación por tanto, resulta ontológica y la escasez universal [2] . La
racionalidad no radica en los fines preferidos ni en los medios elegidos para
lograrlos, sino en que la relación entre unos y otros de lugar a la máxima
satisfacción en la obtención de las metas.
El modelo del empresario es tomado como paradigma; como hombre que procura
maximizar beneficios en su intercambio con otros hombres y para ello debe tomar
decisiones. Burling señala:
Con posterioridad, Pospisil (1963) en su trabajo sobre los kapauku interpretó que los
integrantes de este pueblo desarrollaban prácticas de maximización como cualquier
empresario. Por su parte Salisbury (1962) demostró que la utilización de hachas de
acero en reemplazo de las de piedra produjo un tiempo excedente que los Siane de
Nueva Guinea asignaron a la multiplicación de actividades extraeconómicas
(alejadas de la subsistencia) con criterios de maximización del prestigio personal.
Esptein [3] y Barth [4] han continuado esta línea de trabajo según la cual la
racionalidad maximizadora del empresario no es exclusiva del industrialismo de
mercado sino que se encuentra presente en diversos tipos de sistemas económicos.
La universalidad de la propuesta formalista se centra pues en la naturaleza
maximizadora del hombre, mas allá de las formas que adquieran las especificidades
económicas. La cuestión crucial es el comportamiento del individuo ante las
situaciones de opción.
Los sustantivistas.
Los términos reciprocidad, redistribución e intercambio, por los que nos referimos a
nuestras formas de integración, suelen utilizarse para denotar interrelaciones
personales. Superficialmente, pues, podría parecerse que las formas de integración
simplemente reflejan agregados de respectivas formas de comportamiento
individual: si fuera frecuente la reciprocidad entre los individuos , podría aparecer
una integración reciproca; donde es normal que los individuos compartan las cosas
(... ) si fuera así nuestras pautas de integración no serían mas que un simple
agregado de formas en correspondencia con el comportamiento individual (...)
hemos insistido estaba condicionado a la presencia de determinados dispositivos
institucionales (...). El hecho que los simples agregados de comportamientos
personales en cuestión no crean por si solos tales estructuras. (1976:162)
Por este camino se parte de un principio acertado que consiste en considerar que
las acciones económicas resultan socialmente determinadas para llegar a la
negación de la especificidad de la mismas y la disolución de toda institución
económica en la generalización de lo social.
En realidad Polanyi reconoce la desincrustación del mercado de lo social; la
reciprocidad y la redristribución serían los mecanismos de integración incrustados
en lo social. De aquí a la concepción del mercado como un espacio social neutro
hay un paso. Dicha concepción nos aleja de cualquier visualización del mismo como
un ámbito en el cual se expresan la violencia del capital y se manifiestan las
relaciones de apropiación del producto social.
Los aportes de Polanyi fueron adoptados y ampliados por Dalton, quien plantea que
las diferencias entre la economía primitiva y la industrial no son de grado sino
cualitativas, hecho que inhabilita la aplicación de los conocimientos de la teoría
económica en las primeras.
La critica neomarxista.
En este sentido el trabajo de Burling (1976) no hace mas que confirmar lo señalado
por Godelier. Los ejemplos tomados en su último acápite (acerca de la
maximización del placer, el poder y la minimización del esfuerzo) resultan por
demás ilustrativos. Si toda actividad orientada a un fin depende de la teoría
económica, en la práctica, ninguna de éstas depende de ella. La inexistencia de
técnicas u objetos específicos económicos reduce el campo de lo económico a la
relación entre medios y fines.
Por su parte el formalismo hacia suya cierta visión según la cual la racionalidad, la
única racionalidad, se encontraba en la economía de mercado, retomando de esta
manera planteos weberianos.
“Una relación de cambio racional solo se desarrolla atenida a los procesos del
mercado y en su forma más elevada si se trata de bienes utilizados o cambiados
con fines lucrativos” (Weber,1944:54).
Cuando los autores enrolados tanto en el formalismo como en el sustantivismo,
realizaron investigaciones de campo, abandonaron o relativizaron sus supuestos
teóricos ante las dificultades metodológicas para confirmarlos. Godelier señaló
acertadamente que tanto el formalismo como el sustantivismo, son variantes del
empirismo funcionalista predominante en la economía y en la antropología
anglosajona.
El actor escogerá aquella opción que ha clasificado como la mejor. Ortiz (1974)
señala que es tan importante tener en cuenta los beneficios que obtendrá como
aquellos a los que tendrá que renunciar al ejercer su elección. De esta manera cada
elección es una privación (o mejor dicho, múltiples privaciones). De acuerdo con
esto, la racionalidad es de los actores (no de los sistemas económicos) y el costo de
oportunidad, el sustento sus decisiones.
“A estas alturas, y una vez transcurridos varios años, los temas parecen haberse
definido más claramente. Hemos adoptado la verdad sustantivista que sostiene que
todas las economías estan “incrustadas”, es decir, que la economía es un aspecto
de la vida social mas que un segmento de la sociedad (Gudeman, 1986). La
escasez de recursos (de acuerdo a la amplia definición, que incluye factores como
el tiempo y la energía) es una verdad indiscutible y obvia, en tanto que los análisis
del comportamiento tribal han demostrado el acierto del punto de vista de la
elección racional” (1991:35).
Este planteo, que reduce las oposiciones entre la corriente formalista y sustantivista,
también es desarrollado por Orlove, quien somete a pruebas de validación, a partir
del análisis de un caso sobre el intercambio en el Lago Titicaca, a los distintos
“enfoque competidores” (Formalismo-sustantivismo-marxismo) y sus desarrollos
ulteriores (teóricos de la decisión-culturalistas-neomarxistas); señalando que cada
uno posee un grado de eficacia, de acuerdo al fenómeno que se desee investigar.
Así, la propuesta sustentada por los teóricos de la decisión se muestra mas eficaz
para analizar el fenómeno “precio” mientras que la desarrollada por los culturalistas
resulta pertinente para explicar las características del intercambio.
“El acto decisivo es el de una doble reducción simultánea, el del valor de cambio
(dinero) y del valor simbólico (el cuadro como obra), y de su transmutación en
valor/signo (el cuadro firmado, valor suntuario y objeto raro) por el gasto y la
competición agonística” (Baudrillard,1989:121-122)
El pasaje de una lógica del valor de cambio (equivalencia) y del valor simbólico
(ambivalencia) a una del valor de signo (diferenciación) no hace mas que evidenciar
la trayectoria del cuadro subastado que finaliza en el acto de consumo. Este
recorrido lo lleva de ser una mercancía (indiferenciada y pasible de ser
intercambiada por su equivalente) a su constitución como objeto singular y
diferenciado.
Sin dar respuestas a estos interrogantes y sin establecer diferencias entre los
distintos autores, Orlove (1986) señala que la corriente culturalista entiende a las
economías como sistemas, realizando esfuerzos por establecer las
correspondencias entre lo económico y el sistema social, recuperando de esta
manera los postulados clásicos de la Escuela Sociológica Francesa.
“La preferencia por sus propias técnicas inferiores, a pesar de la coincidencia de los
mejores métodos que utilizan del otro lado del río (los bushong), dependen de
determinadas instituciones y estas , a su vez, de su historia y de su medio ambiente.
Mediante el análisis económico podemos romper el efecto de las elecciones, cada
una de ellas adoptadas con bastante razón en su propio contacto restringido. Al
seguir la interacción de estas elecciones, una tras otra, podemos ver como el molde
muy idiosincrático de la cultura lele esta muy relacionado con un cierto bajo nivel de
producción. (186-187).
Gudeman (citado en Orlove 1991) señala que el valor del arroz en los pequeños
productores de Panamá no posee una relación directa con los precios de mercado
ni con sus propiedades nutricionales (explicaciones de tipo utilitarista) sino con la
construcción de determinado tipo de relaciones sociales en relación al uso de la
tierra y a la particular concepción cultural de dichos productores sobre este recurso.
Reflexiones finales.
Los aportes de Worsley (1974), Wallerstein (1990) y Wolf (1993) resultan sin dudas
significativos. Alejados de las limitaciones que circunscriben lo antropológico a una
perspectiva micro, que dificulta la investigación de procesos económicos complejos,
plantean una redefinición de la unidad de análisis en Antropología, comprendiendo
cabalmente que el capitalismo es el primer sistema económico con vocación
mundial. El abordaje de los procesos en los que el capital destruye y reconstruye,
subordinando a su lógica reproductiva una gran variedad de formas sociales, no
podía hacerse desde el “corset” teórico-metodológico planteado en los inicios de la
Antropología Económica, no dentro del esquema “discursivo” de las posiciones
formalistas y sustantivistas. Resultaba imposible, dentro de estos límites percibir
que el Estado y el mercado no son entidades abstractas e inconexas que sirven
para cortar aguas dentro de las subdisciplinas antropológicas (formalistas-
sustantivistas en la Antropología Económica, maximalistas-minimalistas en la
Antropología Política), que la instanciación de la totalidad social es solo resultado de
una práctica analítica y que la racionalidad de actores, instituciones y sistemas solo
puede ser concebida en términos históricos.
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* .- Docente investigador de la UBA y de la UNCPBA.
[1] .- Una interpretación opuesta a la de Boas es la de Piddocke quien señala que no es la
abundancia de alimentos la que da sentido al potlach sino justamente su escasez. El intercambio
acaecido en esta celebración minimizaría los efectos de las variaciones de las actividades
productivas garantizando un nivel de subsistencia para la población.
[2] .- Godelier señala que la teoría formal remite a postulados metafísicos tales como el planteado
por Henri Guitton: “El hombre lleva en sí una necesidad de infinito, por lo que constantemente
choca con el carácter finito de la creación. Esta antítesis se traduce primeramente en la idea de
escasez” (1974:153).
[3] .- Esta autora al estudiar la introducción de nuevos sistemas de riego en poblados de la india
y su incidencia en el proceso de diferenciación económica plantea que el conservadurismo de los
valores resulta un freno para el cambio social, que los empresarios al asumir el riesgo de las
innovaciones quiebran.
[4] .- Según Barth el empresario “no es una persona en un sentido sociológico estricto...” y el uso
estricto de esta figura debería aplicarse al papel de relacionar acciones y actividades. El
empresario se centra en la maximización de la utilidad aunque esta no sea específicamente
económica (1963:6 citado en Frankenberg,1979:l7).