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- Sustrato: Los suelos más idóneos para el cultivo de Lilium son suelos sueltos, con buen drenaje, ricos
en materia orgánica y con suficiente profundidad (40cm), en los que el lavado de sales se realice con
facilidad ya que éstos son sensibles a la salinidad.
- Riego: Durante las tres primeras semanas, la humedad del suelo debe ser constante. Hay que tener
especial cuidado de no empapar la maceta o el sustrato de agua, si no, regar y dejar que la tierra
permanezca húmeda cuando veamos dentro de 2 o 3 días que se empieza a secar la parte superior del
sustrato volver a regar. Si se excede en el riego muy frecuente y no se tiene un sustrato poroso el bulbo
puede enfermar. Para ello, se deben evitar encharcamientos, dando riegos poco caudalosos. De este
modo, la temperatura del suelo y la concentración de sales disminuyen y al mismo tiempo, se favorece
la emisión de raíces.
Una vez plantados los bulbos, debemos tener en cuenta una serie de consideraciones:
Recuerda que para florecer necesitan recibir, como mínimo, 6 horas de luz al día. Deben tener suficiente
iluminación natural, ubicados a la sombra o sombra parcial. Pueden estar a la sombra de los árboles
del jardín o huerto, o simplemente evitando de los rayos del sol del mediodía