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Queda al folio.“ corresp Sevilla, ~ El dote det Negociado de Teelty COS nsiast R.6S.62, LA INTRO A NOTAS (2) (5) (6) Thomas Mann, "Schopenhauer" en Schopenhauer, Nietzche, Freud, (tra duc. de A, Sénchez Pascual), Plaza y Janés, Barcelona, 1984, p. 26. Para GySrgy Luk&cs, esa raiz de los fenémenos no se encuentra - sino en el antagonismo, lo cual fue defendido por el autor de His- toria y consciencia de clase a lo largo de toda su produccién teé- rica. Para Lukécs -palabras éstas que culminan nuestro trabajo-,/ "una cosa parece segura: el antagonismo no es inevitable, y en par ticular ninguno de los polos es el justo", en Gyérgy Lukdécs, Dia-- 1910-1911 (trad. del hiingaro de Pétes Jénos Brachfeld; ed: cién de J.F. Yvars), Peninsula, Barcelona, 1985, p. 87. Sesenta - afios ms tarde, el mismo autor nos dice que "muchos malentendidos/ acerca del ser social nacen por lo general porque uno de (sus) com ponentes -reales sélo en su interaccién (sic)-, viene considerado/ como el tinico existente y como aquel que tiene el predominio abso- luto", en Gyérgy Lukécs, “I principi ontologici fondamentali di - Marx" en Ontologia dell‘essere sociale (trad. di Alberto Scarponi), Edit. Riuniti, Roma, 1976, Volumen I, p. 326. En este sentido hay que consultar la obra del Prof. Peces Barba, - concretamente su libro titulado Derechos Fundamentales, Publicacio nes Facultad de Derecho Universidad Complutense, Madrid, 1983; y - Los Valores Superiores, Tecnos, Madrid, 1984. Benito de Castro Cid, "Consideraciones genéricas sobre los Dere - chos Humanos. 3 Fundamentacién teérica", en El Reconocimiento de los Derechos Humanos, con Prélogo de J. Delgado Pinto, Tecnos, Ma- drid, 1982, p. 26. Vid. Gregorio Robles Morchén, Epistemologia y derecho, Pirémide, - Madrid, 1982. €.S. Nino, Etica y derechos humanos, Paidés, Buenos Aires, 1982, - p. 13. Ibid., op. cit. p. 21. (9) (10) (aa) Pablo Lucas Verdi, "9 de Diciembre de 1931; 6 de Diciembre de 197& dos fechas clave para la lucha por los derechos y libertades funda mentales en Espafia", en Anuario de Derechos Humanos, 2, 1983, pp./ 241-273; esp. pp. 261 ss. Frase entresacada de la obra de Hein——— rich Rommen L°terno ritorno del diritto naturale (trad. e pref. di G. Ambrossetti), Edit. Studium, Romo, 1965. Cfr. José Delgado Pinto, "Los problemas de la filosofia del derecto en la actualidad" en AA.VV. "La Filosofia del Derecho en Espafia",/ publicado en los Anales de la Catedra Francisco Suérez, 15, 1975,/ p. 33. Eusebio Fernandez, Teoria de la Justicia y Derechos humanos, Edit. Debate, Madrid, 1984. Gregorio Peces Barba, "Reflexiones sobre la teorfa democrética de/ la justicia", en Anuario de Derechos Humanos, 2, 1983, p. 338. C.S. Nino, op. cit. El hecho de que en el Gltimo tercio del siglo XX se argumente en favor de la democracia y de los derechos huma—~ nos, no implica necesariamente que estemos ante una teoria fuerte/ para acercarnos al campo de los derechos humanos. Esto ocurre con/ la obra de Nino y sus pretensiones de justificacién moral de los - valores democraticos. No es el lugar para ofrecer una valoracién permenorizada de — una obra, pero creemos necesario apuntar tres elementos discuti - bles en la obra del autor argentino, que pueden servir de contra—- punto a nuestra propuesta: i) en primer lugar observamos en el in- tento fundamentador de Nino, no una circularidad argumental, ni si quiera un cierre categorial o hermenéutico, més bien notamos que - no hay intencién de moverse del lugar originario desde el que se — parte. Para Nino, la "hipotética" (p. 27) existencia de princi - pios morales basicos, generarfa la categorfa de los derechos huma- nos; ahora bien, para que dichos principios morales puedan ser - "formulados" se necesita la intervencién de una nocién que esté en parte elaborada y que sea en parte intuitiva de los mismos (p. 44). -II- Con lo que es posible plantearse cual de las dos instancias esté - en el origen de la obra. ii) asimismo es cuestionable que la fun- damentacién sirva para decirnos cudles sean los derechos humanos, / y que haya tantos tipos de fundamentos como objetos hay en lo real (p. 100). iii) y, en tercer, pero no en Gltimo lugar, pensamos - que entender los hipotéticos principios morales generadores de los derechos humanos en el campo estricto de la individualidad, rele— gando los pardémetros sociales a meros elementos discutibles (pp. - 109-110), puede conducir como de hecho ocurre, a un entendimiento/ parcial y limitado de la dignidad humana. (12) Benito de Castro, op. cit. p. 28. (2) (3) (4) "A este propésito afiadiremos un corolario: aquellos que ignoran el contexto en que se hallan las ideas, estén destinados a malenten—— derlas", Allan Janik y Stephen E. Toulmin, La Viena de Willgnes--- tein (trad. de I. Gémez de Liafio), Taurus, Madrid, 1974, p. 31. Alfred J. Ayer, "On the Analysis of Moral Argument" en Philosophi- cal Essays; existe trad. cast. a cargo de Francisco Bejar, Ariel,/ Barcelona, 1979. K. Marx Critica del Programa de Gotha en Marx-Engel Obras Escogi-~ gas, Edit. Progreso, Mosci, pp. 325 ss. esp. pp. 334 ss. En el pla no constitucional y con las matizaciones que procedan de la poste- rior evolucién del mismo autor Ferdinand Lasalle puede consultarse su conferencia titulada Qué es una Constitucién?, trad. del ale—— mén por W. Roces y estudio preliminar de Eliseo Aja, Ariel, Barce- lona, 1984, pp. 84 ss. Alasdair MacIntre Historia de la Etica, traduccién de Roberto Juan Walton, Paidés, Barcelona, 1982, p. 11. Para una interpretacién argumental de esta espiral hermenéutica - puede consultarse el trabajo de K.0. Apel Transformation der Philo sophie, Suhrkamp, Frankfurt a, M., Introduccién al volumen I. Exis te traduccién castellana con el titulo La transformacién de la fi- losofia, por parte de Adela Cortina, Joaquin Chamorro y Jess Co-~ nill, en Taurus, Madrid, 1985, vid. concretamente pp. 9-72 del To- mo I, El circulo hermenéutico tiene especial incidencia en el cam- po de la historicidad de las objetivaciones normativas. Esto ha si do puesto de relieve por uno de los pilares bésicos de la denomina da Escuela de Budapest, Agnes Heller, la cual lo describe con las/ siguientes palabras: "En primer lugar se establece la imagen del - futuro (en conformidad con determinados valores inherentes ala - concepcién); después, en consoriancia con esta imagen, se estable-- cen los indicadores del progreso y, finalmente, uno de éstos se de signa como variable independiente cuyo desarrollo es retroactivo - sobre el futuro establecido ya al principio", en Agnes Heller Teo- ria de la Historia, (trad. cast.de Javier Honorato), Fontamara, ~ Barcelona, 1985 (28 ed.), p. 206, Del mismo modo confréntese la ~ (6) (7) (8) (9) (10) (a1) critica a la hermenéutica de Gadamer por parte de Jiirgen Habermas/ desde una posicién favorable a la "critica de la ideologia" en su/ “Der Universalitétsanspruch der Hermeneutik" en el vol. Kultur_und Kritik, Suhrkamp, Frankfurt a. M., 1973, pp. 150 ss. El uso del término "monismo" no se opone en absoluto en estas pégi. nas al de "pluralismo": el hecho de considerar como existente una/ Gnica realidad no implica que no puedan existir miltiples y dife— rencias determinaciones de la misma que influyen en la multiplici dad de cédigos morales e interpretativos y en la concepcién plural y antidogmatica de la verdad, El término monismo se opone aqui de/ un modo radical al de "Dualismo" como concepto que abre una brecha ficticia en lo social. En el mismo sentido puede consultarse la - obra de José Ferrater Mora De la materia a la razén, Alianza Uni-- versidad, Madrid, 1983, p. 22. Alasdair MacIntre, Historia de la Etica, op. cit. pp. 12-13. A, Heller, "Ilustracién contra fundamentalismo: el caso Lessing" - en su vol, Critica de la Ilustracién. Las antinomias morales de la razén. Trad. de Gustau Mufioz y José Ignacio Lépez Soria, Peninsula Barcelona, 1984, p. 19. Stephen E, Toulmin, La Compresién humana I. El uso colectivo y la/ evolucién de los conceptos. Alianza, Madrid, 1977, p. 375. Problem&tica analizada en obras de juventud como El Alma y las For mas, Grijalbo, Barcelona, 1975, sobre todo cuando analiza la obra/ de Theodor Storm y R. Kassner; y en el mismo sentido "Von der Ar—— mut am Geiste. Ein Gesprach und ein Brief" (De la pobreza del Espi ritu. Una conversacién y una carta) en Neue Blatter II/5-6, Berlin 1912, p. 71; referencia de esta obra en A. Heller Critica de la I, Op. cit. pp. 244 ss. A. Heller, "Mas all4 del deber. El carécter paradigmético de le - ética del clasicismo alem4n en la obra de Georg Lukdcs" en Critica de_la Tlustracién, op. cit. p. 257. Vid. en el mismo sentido, Agnes Heller Teorla de la Historia, op. cit. p. 18. (12) (13) (14) (15) (16) (17) (ag) G. Luk4cs "Entre la ética y la estética" en su vol. Estética I. La peculiaridad de lo estético, Tomo 4 de la edicién castellana inti- tulado "Cuestiones liminares de lo estético",trad. cast. de Manuel Sacristén, Grijalbo, xico, 1967, p. 266. A. Heller, "M4s alla del deber..." en Critica de la Ilustracién, - op. cit.p. 243. Vid, también de la misma autora Por una filosofia/ radical (trad. J. F. Yvars), ed. El Viejo Topo, Barcelona, 1980, - pp. 130-131; Teorfa de la Historia, op.cit. p. 209; y Critica de - la Ilustracién, op. cit. p. 176. La misma autora hingare nos remite a esta obra a la hora de anali- zar los valores juridicos, en Carta manuscrita de 24 de Marzo de - 1986. Para Heller, la historicidad no s6lo en las objetivaciones - normativas, sino en el mismo ser humano. Véase asimismo Teorfa de/ la Historia, op. cit. p. 13. Cfr. G. Brelet, Esthetique et création musicale. P.U.F., Paris, - 1947, p. 99, citado por Enrico Fubini La estética musical del si-~ glo XVIII a nuestros dias, trad. cast. de Antonio Pigrau, Barral - edit. Barcelona, 1971. Maite Larrauri, "Introduccién" a Conocer Foucault y su obra, Dope- sa, Barcelona, 1980, p. 20. Lucien Goldmann, "Introduccién a los primeros escritos de Georg Lu kécs" en G. Lukdécs, Teoria de la Novela, Edhasa, Barcelona, 1971 - (trad. de Juan José Sabreli), p. 172; y Lucien Goldmann "Introduc- cién General" a Las nociones de estrutura y génesis, AAW, bajo la direccién de M. de Gandillac, L. Goldmann y Jean Piaget, Ed. Pro-— teo, Buenos Aires, 1969, p. 10. Para més informacién consiiltese el capitulo 1 de la II? parte de esta investigacién y la bibliografia alli citada. Agnes Heller, Teoria de la historia, op. cit. p. 17. Pueden verse/ asimismo las siguientes obras de la misma autora, Para cambiar la vida, Entrevista de Ferdinando Adornato, (trad. cast. Carlos Elor- di), Critica, Barcelona, 1981, p. 166, e Hipétesis para una teorfa (3) (ag) (20) (22) marxista de los valores (trad. de Manuel Sacristén), Grijalbo, Bar celona, 1977, p. 48. Del mismo modo puede consultarse, Gyérgy Lu-- kécs "Los problemas del reflejo en la vida cotidiana" en Estética/ I. La peculiaridad de lo estético, vol. 1 "Cuestiones preliminares y de principio" (trad. Manuel Sacristaén) Obras completas de G. Lu- Grijalbo, Barcelona, 1982, pp. 116 y 117. Lukécs expresa la relacién existenté entre el pensamiento de Kant/ y el Fichte con el socialismo en un ensayo de 1918 en el marco -de/ la discusién acerca del papel conservador o progresivo del idealis mo; el ensayo, que se publicé en Utam Marxhoz I, Budapest, 1971 pp. 177-186, ha sido traducido al castellano con el titulo "Idealismo/ conservader e Idealismo progresista" en M. Liwy Para una sociolo— gia de los intelectuales revolucionarios (vers. cast. al cuidado - de J. Tola), Siglo XXI, México, 1978, pp. 267 ss. Asimismo puede — encontrarse tal afirmacién en otro ensayo del mismo afio incluido - en Térténelem és oszt&lytudat, Budapest, 1971, pp. 11-17, traduci- do al castellano en M. Léwy, op. cit. pp. 275 ss. con el titulo ~ "El bolchevismo como problema moral". Sera a partir de la década ~ del 20 cuando estos presupuestos kantiano-fichteanos serén recondy cidos a las premisas hegelianas; para ello puede consultarse el en sayo dedicado a la "Vieja y nueva Kultur" recogido en el volumen - de escritos radicales de G. Lukécs Revolucién socialista y antipar lamentarismo, Cuadernos del Pasado y Presente n? 41, Siglo XxXI, — Buenos Aires, 1973, pp. 74 ss. G. Lukées, p. 268, Entre la ética y la estética", en Estética I, op. cit. G. Lukécs, /Estudios sobre el Fausto" en Realistas alemanes, Gri-— Jjalbo, Barcelona, 1970. p. 383; concepeién no muy lejana a la admi ‘ida por Bertrand Russell en su obra Sociedad humana: ética y poli ica (trad. de Beatriz Urquidi), CAtedra, Madrid, 1984, obra que - tendremos ocasién de referirnos a ella a lo largo de todo este ca~ pitulo. Hans Heinz Holz, Leo Kofler y Wolfgang Abendroth Conversaciones con Lukécs, Recopilacién y Prélogo de Theo Pinkus, (trad. cast. Jorge/ (4) (23) (24) (25) (26) (27) (28) (29) (30) Deike y Javier Ab4solo), Alianza, Madrid, 1971, p. 144, en la que/ se parte de la diferenciacién entre situaciones consolidadas y si- tuaciones revolucionarias para contemplar a la categoria de los de rechos humanos como virtualmente progresistas y retardadores del - cambio social. G. Lukécs, El Alma y las Formas, op. cit. En el mismo sentido, pue de verse Agnes Heller, Para cambiar la vida, op. cit. p. 162. G. Lukécs, "Los sufrimientos del joven Werther" en Goethe y su épo ea, Grijalbo, Barcelona, 1980, p. 78 Tesis que puede verse especificada en un ensayo de madurez "Minna/ von Barnhelm" en Goethe y su época, op. cit. 99. 32-33. Paul Ricoeur, El discurso de la accién, (trad. de Pilar Calvo), C& tedra, Madrid, 1981, p. 10. El conjunto de la obra novelfistica del disidente checoeslovaco Mi- lan Kundera se inserta plenamente en esta problem4tica hasta el - punto de que su obra ha sido "exiliada" de la novelistica oficial/ de su pais. Peter Kemp, "Entrevista con Paul Ricoeur: La historia como relato/ y como préctica" en Travesia n2 1, p. 21. G. Lukées, "Az erkélos szerepe a kommunista termelésben" (Zl papel de la moral en la produccién comunista) en Szocialis Termelés,1/11 1919 (trad. alemana en G. Lukécs, Werke, 2, Neuwied, Luchterhand,/ 1968; datos entresacados de M. Léwy Para una sociologia de los in- telectuales revolucionarios, op. cit. p. 291 La traduccién que se ha manejado es la italiana "Il ruolo della mo rale nella produzione comunista", en Scritti politici giovanili, - Introzucione de Paolo Manganaro, trad. ital. di P. Manganaro e N.- Merker, Laterza, Bari, 1972, pp. 65-72. (31) (32) (33) (34) (35) (36) (37) (38) (39) Mihaly Vajda, "Diritto, morale e interesse" en Aut-Aut, n? 157-158 Gennaio-aprile 1977, pp. 184 ss. Mihaly Vajda, op. cit. p. 186. Ibid. op. cit. p. 187. En este punto habia que adelantar en aras de la cleridad de la ex- posicién que en los presupuestos metodolégicos de todos los inte— grantes de la Escuela de Budapest hay una contraposicién entre el/ concepto de interés y el concepto de necesidades, sobretodo desde/ el momento en que aquél esté apegado a la mercantilizacién de las/ relaciones humanas y al instinto de “avidité"; mientras que el con cepto de necesidad puede reconducirse a un plano m4s abstracto y,/ si se quiere, moral que se sale, en tiltima instancia, de tales pre misas. Todo esto ser4 estudiado con detenimiento en un capitulo —- posterior de este trabajo. Mihaly Vajda, op. cit. p. 189. Thidem, p. 193. Gydrgy Lukécs, "Il ruolo della morale nelle produzione comunista"/ op. cit. p. 70. Estos presupuestos también han sido compartidos histdricamente por la moralidad cristiana, pero como ha sido puesto de relieve por el Prof. Aranguren, siempre ha ocurrido en constante didlogo con el - marxismo como impulsor de la socialidad en la normatividad; por lo dems, muchas de las propuestas éticas cristianas retomaron las de sigualdades como algo dado e inmutable y s6lo se dedicaron a prego nar las excelencias de’las obras de caridad para su posible, pero/ improbable, mitigacién. Para una ecrf{tica a estas posiciones puede/ consultarse a José Luis L. Aranguren en su ensayo Propuestas mora- les, Tecnos, Madrid, 1983, p. 96. Adolfo Sanchez VA4zquez, Etica, Critica-Grijalbo, Barcelona, 1981,/ -6- (40) (41) (42) (43) (44) (45) p. 65. Vid. una concrecién amplia de esta "funcién" en Agnes Heller Por una filosofia radical, op. cit. p. 108. Formas y modos de vida social que no estén ni mucho menos incomuni cados en compartimentos estancos cerrados por completo a lo exter- no, aun cuando, segiin Aranguren, "en la actualidad no(sea)posible/ todavia una sintesis de esta pluralidad moral (encarnada en dife—- rentes modelos y estilos de vida)", por lo que sélo nos queda des~ de el plano teérico trabajar para lograr la comunicacién entre los supuestos de las diferentes morales, y desde el punto de vista de la praxis, mantener la solidaridad, principio esencial de toda mo- ral" José Luis Lépez Aranguran, Propuestas Morales, op. cit. p.117. Cfr, en este sentido la argumentacién de Alasdair MacIntre, Histo— de la Etica, op. cit. p. 94, Adolfo Sénchez Vazquez, Etica, op. cit. pp. 67-68. En un sentido — muy cercano al expuesto en el texto, véase Agnes Heller, Para can- biar la vida, op. cit. p. 165; asimismo también de Agnes Heller, - Arist6teles y el mundo antigiio (trad. J. F. Yvars y A.P. Moya), Pe ninsula, Barcelona, 1983, p. 196. G. Lukécs, "Tattica e etica" en Scritti politici giovanili, 1919-~ 1928,op. cit.pp. 3-14, G. Lukécs, Historia y consciencia de clase, (trad. cast. de Manuel Sacristén), Grijalbo, Barcelona, 1975, p. 3; afirmacién que se con tiene mAs concretamente en el ensayo del afio 1919 "Qué es marxismo ortodoxo", que al igual que "Tattica e etica" -mancionado m&s arri ba-, se inserta en la reflexién de Lukdcs acerca de los aconteci-— mientos de la Comuna de Budapest; este art{culo fue profundamente/ revisado por el autor en el afio 1922 para su publicacién en Histo- ria y consciencia de clase que es de donde hemos tomado la referen cia puntual. Jean Paul Sartre, Critica de la razén dialéctica, (trad. esp. de - Manuel Lamana), Losada, Buenos Aires, 1963, Tomo I, p. 472. (48) (47) Jean Paul Sartre, op. cit. 470-471. José Luis Lépez Aranguren, Etica y Politica, Ed. Orbis. Barcelona 1985, pp. 176-177. En el mismo sentido, aunque desde otros puntos/ de vista politicos y sociales -concretamente teniendo presente el/ periodo de transicién del capitalismo al comunismo- se expresaba - F. Engels en una carta de 5 de Agosto de 1890 a Konrad Schimidt: - "La reaccién del poder del Estado sobre el desarrollo econémico - puede efectuarse de tres maneras: puede proyectarse en la misma di reccién, en cuyo caso éste discurre més deprisa; puede ir en con. tra de 61, y entonces, en nuestros dias, y si se trata de un pue-- blo grande, acaba siempre, a la larga, sucumbiendo; o puede, final mente, cerrar al desarrollo econémico ciertos derroteros y trazar- le imperativamente otros, caso éste que se reduce, en Gltima ins-- tancia, a uno de los dos anteriores. Pero es evidente que en el se gundo y en el tercer caso el poder politico puede causar grandes - dafios al desarrollo econémico y originar un derroche en masa de - fuerza y de materia"; texto que puede encontrarse en Marx-Engels,/ Obras escogidas, Editorial Progreso, Moscti, p. 722; y en relacién/ al derecho puede seguirse m4s adelante en esta misma carta lo si- guiente: "El reflejo de las condiciones econémicas en forma de - principios juridicos es también, forzosamente, un reflejo inverti- do: se opera sin que los sujetos agentes tengan conciencia de ello; el jurista cree manejar normas aprioristicas, sin darse cuenta de/ que estas normas no son sino simples reflejos econémicos; todo al/ revés. Para mf, es evidente que esta inversién, que mientras no - se la reconoce constituye lo que nosotros llamamos concepeién ideo légica, repercute a la vez sobre la base econémica y puede, dentro de ciertos limites modificarla. La base del derecho de herencia,- presuponiendo el mismo grado de evolucién de la familia, es una ba Se econémica. Apesar de eso, seré dificil demostrar que en Ingla~ terra, por ejemplo, la libertad absoluta de testar y en Francia - sus grandes restricciones, responden en todos sus detalles a causa puramente econémicas. Y ambos sistemas repercuten de modo muy con siderable sobre la economia, puesto que influyen en el reparto de/ los bienes", "Carta a Konrad Schmidt" en Harx-Engels, op. cit. p./ 723; textos que son convenientes traerlos a colacién desde el mo. mento en que afirman ese papel configurador -positiva o negativa—— 8 mente del Estado en la esfera social, y por otro lado, el papel nor mativizador del derecho desligado de una concepcién puramente econo micista que primé en el desarrollo del marxismo de las primeras dé- cadas del siglo XX. Asimismo puede consultarse el ensayo realizado en 1920 por Gyérgy Lukécs, "Legalidad e Ilegalidad", publicado sin/ modificaciones en 1922 en Historia y consciencia de clase, op. cit. pp. 283-306, véanse especialmente las péginas 291-294. La interpenetracién entre ética y politica es uno de los pilares/ del pensamiento de los miembros de la Escuela de Budapest; cfr. Ag- nes Heller, La revolucién de la vida cotidiana (trad. de G. Mufioz,/ E, Pérez Nadal e I. Tapia), Peninsula, Barcelona, 1982, pp. 24-25;/ de la misma autora, Sociologfa de la vida cotidiana (trad. J. Fe - Yvars y E. Pérez Nadal), Peninsula, Barcelona, 1977, pp. 179 y 180; » Socialismo y burocracia (trad. de J. F. Yvars), Peninsula, Barcelona, 1979, p. 280. y, finalmente, Andras Hegedi (48) William Ash Marxism and Moral Concepts, Monthly Review Press, New - (50) (52) (52) York, 1964; hay traduccién castellana de Francisco Gonzélez Arambu- ro con el titulo Marxismo y moral, ed. Era. México, 1969, que es de donde se toman las referencias. Cfr. Alasdair MacIntre, Historia de la Etica, op. cit. passim. Y W. H. Walsh, Hegelian Ethics, Londres-Nueva York, 1969, citado por Ja~ vier Muguerza en La razén sin esperanza, Taurus, Madrid, 1977, p. - 233 n; corriente ésta que ha sido denominada peyorativamente por ~ sus oponentes analiticos como de "neohegeliana". David Braybrooke ed. Philosophical Problems of the Social Sciences, Londres, 1965, p. 2 ss. chel Foucault, "Entrevista" en Le Nouvel Observateur, 1 de junio/ de 1984, William Ash, Marxismo y moral, op. cit. p. 16. En un sentido com— prehensivo C.S. Nino afirma que "...la moral y, por lo tanto, las - instituciones que de ella derivan ~como los derechos humanos- (se - muestra) como una creacién humana que no es de ningiin modo arbitra- ria sino que est4 condicionada por sus funciones sociales distinti- -9- (54) (55) (56) (57) (58) (59) vas y por los presupuestos conceptuales a través de los cuales le/ identificamos", C.S. Nino, Etica y Derechos Humanos. Un ensayo de/ fundamentacién, Paidés, Buenos Aires, 1984, p. 17. N. Rescher, La primacia de la préctica, Tecnos, Madrid, 1980; sus/ afirmaciones parten desde una perspectiva epistemolégica kantiana, por lo que quedan en un plano mucho més restringido y formal que - nuestros planteamientos. Flujo dialéctico que parte directamente de le epistemologia marxi- ana expuesta concretamente en El Capital de un modo metaférico; es to puede verse en la siguiente cita "...la construccién de los pa- nales de las abejas podria avergonzar, por su perfeccién, a més de un maestro de obras. Pero, hay algo en que el peor maestro de obras aventaja, desde luego, a la mejor abeja, y es el hecho de que, an— tes de ejecutar la construccién, la proyecta en su cerebro". Es de cir que los resultados de la actividad material humana parten de - un presupuesto previo que ostenta en términos de Marx una "existen cia ideal" Carlos Marx, El Capital (trad. de W. Roces), F.C.E., ¥é xico, 1978, pp. 130-131 Villiam Ash, op. cit. p. 60. e Ethik, (trad. cast. por Mariana Frenk), Introduccién a la E ca, Las experiencias éticas fundamentales, F.C.E., México, 1981, - p. 1. "El saber por qué pensamos como pensamos es un paso necesario para corregir o cambiar nuestas ideas", W. Ash, Marxismo y moral, op. - cit. p. 59. William Ash, op. cit. p. 54. W. D. Ross, The Foundations of Ethics, Oxford Univertity Press, Ox ford, 1939. H. L. A, Hart, El concepto de derecho, (trad. cast. de Genaro R. - -10- Carrié), Edit. Nacional, México, 1980, pp. 52 a 55, 93-94 y 277-279. (61) Esta idea puede verse desarrollada al tratar el tema puntual de la/ usura por Bartolomé Clavero, Usura, Del uso econémico de la reli-—~ gién en la historia, Tecnos, (coleccién Derecho, Cultura y Sociedad, dirigida por A.E. Pérez Lufio), Madrid, 1984, passim. (62) William Ash, Marxismo y moral, op. cit. p. 60; para un andlisis del uso ideolégico de la familia en las sociedades soviéticas, vid. Mi- haly Vajda y Agnes Heller, "Estructura familiar y comunismo" en La/ revolucién de la vida cotidiana, op. cit. pp. 29-52; también publ. cado en la revista Telos, 7, 1971; y en Andras Hegediis, Mihaly Vaj- da u.a., Die Neve Linke in Ungarn, Band 1, Merve-Verlag, Berlin, - 1974,pp. 194-213. (63) William Ash, op. cit. p. 81. (64) Concepeién eritica del proceso de complicacién tecnolégica que no - debe entenderse ni mucho menos como un‘rechazo frontal al mismo, si no en su relacién recfproca con el desarrollo social en su conjunto, teniendo presente en todo momento esa contradicién basica apuntada/ en el texto. En esta linea puede verse la oposicién respetuosa de/ Gyérgy Lukécs frente a las posiciones estéticas de Walter Benjamin/ expuestas en el ensayo de este tiltimo "La obra de arte en la época/ de su reproductibilidad técnica" que puede encontrarse en su volu— men Discursos interrumpidos I, Taurus, Madrid, 1973, ensayo en el - que la técnica viene entendida como un elemento demonfaco que roba/ el durea necesaria para toda produccién artistica; estas ideas fue- ron criticadas por Lukécs en su ensayo sobre "El film" publicado en Estética. Cuestiones liminares de lo estético, op. cit. p. 174; y - con referencia a las ideas de Bela Baldsz expuestas en su ensayo - “Filmkultura", en la misma obra de Lukécs, p. 177. (65) William Ash, op. cit. p. 86; idea ésta que es fundamental para el - desarrollo de este trabajo, sobretodo cuando se analicen las carac- teristicas de las necesidades radicales en la Escuela de Budapest,/ y que puede encontrarse también en la obra de Foucault al afirmarse -11- (66) (67) (68) que "El derecho, a la vida, al cuerpo, a la salud, a la felicidad,/ a la satisfaccién de las necesidades; el derecho, més all4 de todas las opresiones o alienaciones, a encontrar lo que uno es y todo lo/ que uno puede ser, este derecho tan incomprensible para el sistema/ juridico clasico, fue la réplica politica a todos los nuevos proce- dimientos de poder que, por su parte, tampoco dependen del derecho/ tradicional de la soberanfa", en Michel Foucault Historia de la se- xualidad.1, La volunted de saber (trad. cast. de Ulises Guifiazi), - Siglo XXI, Madrid, 1980, pp. 176-177; pérrafo que tendremos’ ocasién de comentar més extensamente en su momento. Ibidem. Ibid. pp. 11 y 67. En el mismo sentido pueden consultarse las obras Ge Noam Chomsky Aspects of the Theory of Syntax, M.I.T. Press, Cam- bridge-Mass., 1965, y Language and Mind, Harcourt Brace & World Inc. New York, 1968. En relacién a la concepcién del deber en este filésofo puede consul tarse a Jesis Mosterin, Historia de la filosoffa, tomo 2, "La filo- sofia oriental antigiia", Alianza, Madrid, 1983, p. 116. Problematica que es susceptible de ser rastreada en el pensamiento/ tanto de un Lévy-Strauss, como de su continuador en lingiiistica - Noam Chomsky, el cual a la hora de fundamentar su "gram&tica trans- formacional" como modelo explicativo del proceso existente entre las estructuras profundas, las estructuras innatas de la mente, o tam— bién llamadas por Chomsky preparaciones de la conciencia, y 1a evo- lucién de esas mismas “estructuras innatas" (véanse Aspects of the Theory of syntax, op, cit. passim, esp. pp. 180 y 201-202 nj y Syne tactic Structures, Mouton, The Hague, 1956) se vuelve la mirada al/ Kant de la Critica de la Raz6én Pura y "a las estructuras o catego-—— vias mentales a priori de espacio, tiempo e identidad, mediante las cuales el hombre obra rec{procamente con el mundo exterior y que ri gen tanto la libertad como los limites conceptuales de esa interac- cién” afirmaciones contenidas en George Steiner "Las Lenguas de los hombres. Con algunos comentarios de Noam Chomsky" en Extraterrito- -12- (70) (72) (72) (73) rial. Ensayos sobre la literatura y la revolucién (trad. del inglés por Francisco Rivera), Barral edit., Barcelona, 1973, p. 142. En la misma linea que Steiner, pensamos que esa idea de una estructura - profunda desde la que es posible trazar una serie de reglas basicas a partir de las cuales y con el uso de las llamadas "reglas de trans formacién", no supone una superacién del conductismo, tan criticado por el autor de Language and Mind, sino més bien, una coimplicacién con la misma teorfa de Skinner, con el afiadido de que no es posible, hasta el momento afirmar la existencia de una estructura universal/ del lenguaje tal y como era concebida desde los presupuestos de - Port-Royal. El intento de plantear la unidad de la naturaleza huma- na sin dicotomias mistificadoras e ideolégicas, el intento de hacer una derivacién social de los presupuestos de una posible "“esencia/ humana" encubierta por otro tipo de procesos ideolégicos, no debe,/ en nuestra opinién, hacer olvidar la multiplicidad y pluralidad de/ las diferentes y miltiples estructuras que componen el mundo que ha bitamos y que construimos. Y esto es, precisamente, el sentido de - nuestra reserva al pensamiento chomkyano, tan necesitado de preci—— siones neurofisiolégicas como lo estaba el psicoandlisis si es que/ no quiere quedarse en el mero plano de intuiciones geniales y trans posiciones de pensamientos dispares. William Ash, Marxismo y moral, op. cit. p. 76. Adolfo Sénchez Vazquez, "Narx y la democracia" en Sistema, Nov.1983 n® 57, pp. 19-31, esp. p. 30. Jacob Burckhardt Die Kultur der Renaissance in Italien, 1860; trad. esp. La cultura del Renacimiento en Italia, Losada, Buenos Aires, - 1944, obra en la que se niega la existencia del conflicto existente entre los presupuestos politicos del renacimiento y los de la inci- piente monarquia absoluta. En el mismo sentido que Burckhardt pero apoyandoClarisimamente a la Monarquia absoluta por encima de cualquier intento de ruptura con - la misma, es la obra de Burke, magnificamente criticada punto por/ punto por Thomas Paine en su conocida obra Derechos del Hombre, tra duccién, introduccién, cronologfa y notas de Fernando Santos Fontela Alianza, Madrid, 1984, véanse especialmente las pp. 116-150. a -13- (74) (75) (76) (77) (78) (79) (81) (82) Gyérgy Lukécs "La lucha liberadora del arte" en Estética I, op. cit. p. 405. John H. Barnslay, The Social Reality of Ethics, Londres-Boston, - 1972, citado por J. Muguerza La Razén sin esperanza, op. cit. pp. - 234-235. Afirmaciones expuestas por Agnes Heller en uno de sus Giltimos traba jos de antropologia filoséfica del ser social; vid. concretamente - “The Power of Shame" en Agnes Heller, The Power of Shame. A Ratio nal Perspective, Toutledge and Kegan Paul, London, Boston, Melbour- ne and Henley, 1985, p. 7. Ibid. op. cit. p. 29. La concrecién de esta idea la veremos en la Gltima parte de esta in vestigacién. Para la Escuela de Budapest la idea de la humanidad co mo valor ha ido tomando forma momento a momento de su produccién - teérica, hasta el punto de irse convirtiendo en la piedra de toque/ de toda su produccién teérica. Xavier Zubiri, Naturaleze, historia y Dios, Editora Nacional, Ma-— grid, 1955 (34 ed.), p. 259. Moralidad que no "amordaza" al hombre/ sino que, a la vez que le atribuye deberes, le permite interpretar- los en funcién de la "comunidad" en que se inserte; vid. para esta/ concrecién de la idea zubiriana, Agnes Heller, "Replica sulla teo— ria dei bisogni e della vita quotidiana", en_Aut-Aut, 159-160, 1977 p. 12. Xabier Zubiri, "Heidegger" en su vol. Alianza, Madrid, 1980, p. 265, Para Agnes Heller, 1a filosofia se/ preocupa en dar una norma al mundo, para que sea posible la trans-- formacién de éste; vid. Por una Filosofia Radical, op. cit. p. 108. Gyérgy Lukécs, “Minna von Barnhelm" en Goethe y su época, op, cit./ pp. 32-33. (83) (84) (85) (86) Bertrand Russell Sociedad humana: ética y politica, op. cit. p. 16. Como desarrollo de estas posiciones puede consultarse también todo/ el capitulo primero de la obra del mismo autor Principios de Recons truccién social, (trad. de E. Torralba), Espasa Calpe, Madrid. Bertrand Russell Sociedad humana: ética y politica, op, cit. p. 32. Para Agnes Heller "el mundo para nosotros no es eterno, antes bien/ mutable, lo que no excluye 1a existencia en su seno de elementos constantes, en Aristételes y el mundo antiguo, op. cit. p. 199 y - 214, Agnes Heller ha tocado este punto con alguna prolijidad; vid . Critica de la Tlustracién, op. cit. p. 333; Para cambiar la vida, - op. cit. p. 169, e Hipétesis para una teorfa marxista de los valo-- res, op. cit. p. 37 MN. Foucault, "Derecho de muerte y poder sobre la vida" en Historia/ de_la sexualidad. La voluntad de saber, op. cit. p. 171. "La cuestién quedaba reducida para 61 (Kant) a determinar cémo ha - de hacerse -forma- eso que todo el mundo sabe que ha de hacer -mate ria-: por respeto a la ley que uno se dicta, por deber", José L.L./ Aranguren, Etica, Alianza, Madrid, 1981, p. 180; vid. el ensayo de/ Agnes Heller sobre las dos éticas kantianas, apoyadas cada una en - el momento histérico correspondiente, haciéndose especial hincapié/ en la influencia de la Revolucién Francesa sobre el autor de la Cri tica de la Razén Pura, "La primera y la segunda ética de Kant" en - critica de la Ilustracién, op. cit. pp. 21-96. En otro momento de - su obra Agnes Heller afirma que "formalized conscience is morality/ without ethics", y ello no se encuentra de ningtin modo en Kant. E1/ imperativo categérico kantiano hay que enterlo en funcién de valo— res materiales que tienen como base a la humanidad. Asi para Heller “Kant"s universal maxim, according to which human being should not/ serve for each other as mere means, is a universalization and forma lization of the material values of humankind -personal freedom, dig nity and the like" (subrrayado nuestro) en Agnes Heller, "The Power of Shame" en The Power of Shame. A Rational Perspective, op. cit. - p. 35. (87) Cfr. José L. L. Aranguren, Etica, op. cit. Capitulo 72, que es de - -15- (88) (89) (90) (91) donde vamos a entresacar los elementos de esta distincién ya que el autor hace suyas las aportaciones de Zubiri, integrandolas de un mo do fecundo a sus planteamientos originales, pp. 47 y ss. de la obra citada. José L. L. Aranguren, op. cit. p. 49. Antipsicologismo que debe y puede ser matizado gracias a las aporta, ciones de Jean Piaget y su colega Bérbel Inhelder en su trabajo pre sentado al tan denostado por metafisico y especulativo Congreso ce lebrado en Alpbach, cuyas actas fueron publicadas en 1970 por Arthw Koestler y J. R. Smithies de la Universidad de Edimburgo, bajo el - titulo Beyond Reductionism. En el desarrollo de este Congreso, Piager e Inhelder intentaron de~ mostrar desde una psicologia cr{tica al conductismo que si hay algo innato no es la capacidad de adaptacién ni los medios especificos - de la misma, sind la capacidad de autorregulacién. Si hay una es - tructura inmanente, esta es la que impulsa al cambio, “lo que no - cambia es la capacidad de cambiar": "la accién del nifio transforma/ la realidad, al mismo tiempo que 61 es transformado y excitado por/ ella. £1 organismo impone un esquema al mundo que lo rodea. A medi, da que se va desarrollando, a medida que sus.relaciones con el an— biente se vuelven m&s complicadas y creadores, el esquema es modifi cado", op. cit. p. 224. John Rawls, Teoria de la justicia, (trad. cast. M®. Dolores Gonzé—— lez), F.C.E., México, 1978. En esta obra se afirma en relacién al - tama que nos ocupa en estos momentos que "tenemos (cada persona) um habilidad, un deseo, una capacidad moral", (p. 66), 10 que conlleva un sentido de la justicia compartido por todos y cada uno. Una - ‘teorfa de la Justicia, es una teorfa de los sentimientos morales que establece los principios que gobiernan nuestro poderes morales, o,/ m&s especificamente, nuestro sentido de la justicia" (p. 78). John Rawls, op. cit. p. 73, donde se advierte que esta concepcién - de la justicia como sentimiento y capacidad humana sirve como marco orientador disefiado para "enfocar nuestra sensibilidad moral y para ~16- (93) (94) (95) (96) (97) (98) (99) (100) (101) colocar delante de nuestras intuitivas cuestiones més limitadas y/ manejables para ser juzgadas". José L. L. Aranguren, Etica, op. cit. p. 50. Ibid. op. cit. p. 187. Aristételes; Gran Etica (trad. de Francisco P. Samaranch), Aguilar Madrid, 1981, pp. 30 y 33 respectivamente. Agnés Heller, Aristételes y el mundo antiguo, op. cit. p. 196. En/ una obra muy posterior, Heller afirma que hay que reafirmarse ro-— tundamente en que los "bearers" de los sistemas de objetivacién - culturales no son los sistemas de creen¢ias, sino las personas con cretas que actiian en una determinada sociedad, individual y colec- tivamente; es por ello que "conscience contributes to change in the normative system of objectivations by contriguting to change in the content (sic), interpretation or structure of the values of the - system", en "The Power of Shame" en Agnes Heller, The Power of Sha me. A Rational Perspective, op. cit. p. 52. Gyérgy Lukécs, Prolegémenos a una Estética marxista, Grijalbo, Mé- xico, 1965 passim, esp. p. 17. Jess Nosterin, Historia de la Filosofia IV. Aristételes, Alianza, Madrid, 1984, p. 281. L, Wittgenstein, Philosophical Investigations, ed. a cargo de G.E. M. Anscombe, Blackwell, Oxford, 1976, p. 242. R, W. Beardsmore, Moral Reasoning, Londres, 1969, citado por W.D./ Hudson La filosofia moral contemporénea, (vers. esp. José Hierro - S. Pescador), Alianza, Madrid, 1974, p. 282. Citado por W. D. Hudson, La filosofia moral contempor4nea, op. cit. Pp. 291, Del mismo modo, aun cuando partan de presupuestos filosé- ficos radicalmente opuestos, opinan los miembros de la Escuela - aye (102) (103) (104) (105) Constructivista de Erlangen, al afirmar que es una condicién nece- saria para la existencia de cualquier tipo de consenso, la disposi cién a crear un uso comin del lenguaje que esté al servicio de la/ comprensién colectiva, o mejor dicho, comin; cfr. Lorenzen - Schwe mner, Kons ul ve _logik und W: senschaftstheori , Mannheim, 1973, pp. 107 ss; citado por Friedrich Kambartel, "gCémo es posible la - filosofia préctica desde el punto de vista constructivista?.Acerca de algunos malos entendidos de una comprensién metédica del discur so préctico" en Filosofia praéctica y teorfa constructiva de la cim cia, Alfa, Buenos Aires, 1978, p. 26; asimismo véase el artfculo - en solitario de 0. Schwemmer, "Fundamentos de una ética normativa" en Kambartel, op. cit. pp. 77 ss., esp. p. 78. J.R. Searle "How to derive Ougt from is" en W.D. Hudson eds. The - Is-Ought Question. Controversies in Philosophy, General Editor An— tony Flew (A collection of papers on the central problem in Moral/ Philosophy), London, 1983, "...the institutions that I have been - talking about are systems of constitutive rules. The institutions/ of marriage, money, and promising are like the institutions of ba- seball or chess in that they are systems of such constitutive ru— les or conventions. What I have called institucional facts are facts which presuppose/ such institutions". P. 131; y desde un punto de vista mas cercano/ a la critica factual de la normatividad juridica procedente de mun dos suprasensibles puede consultarse el ensayo de G.E.é. Anscombe, "Modern moral philosophy" en W.D. Hudson eds. op. cit. pp. 175-195. R.M. Hare “Descriptivism" en The is-Ought Question, cit. pp. 240 y ss., con referencias a sus obras The Language of Morals, Clarendon Press, Oxford, 1952, vid, esp. el cap. 72; y Freedom and Reason, ~ Clarendon Press, Oxford, 1963, esp. 22-27, 51 y 56. W.D. Hudson La filosofia moral contemporénea, op. cit. p. 257. Véase la argumentacién de Hudson en su Filosoffa moral contemporé- nea, cit. pp. 258 ss., en las que se remite al ensayo de Philipa - Foot "Moral beliefs" en The Is-Ought Question, cit.pp. 196-213. -18- (106) (107) (108) (209) (110) (111) (112) (113) W.D. Hudson, op. cit. p. 259. Ibidem, op. cit. pp. 261 ss. Kurt Baier, The ral Point of View: A rational basis of Ethic: Cornell University Press, Ithaca, Nueva York, 1958. En Baier ese - punto de vista moral universal, se aplica para cuestionar pautas ge nerales de comportamiento en culturas diferentes consideradas en su totalidad; procedimiento legitimo, siempre y cuando no se trate de/ trasladar el "punto de vista" propio como el mejor absolutamente, - lo cual nos conducirfa a una imputacién del punto de vista desde - una posicién totalmente unilateral. Sin embargo, Baier, metodolégi- camente hablando, distingue acertadamente entre la "verificacién de los juicios de valor" actos individuales de aplicacién praéctica de tales juicios; y la "validacién" de las normas generales, con cuya/ guia se constituye el juicio y tiene lugar la accién; para esto véa se Agnes Heller y Ferenc Fehér, Anatomia de la izquierda occidental trad. de M.A. Galmarini), Peninsula, Barcelona, 1985, p. 103, y - ello implica ya un principio de diferenciacién que, concretamente - aplicado, puede conducir a modificaciones en la teoria expuesta. W.D. Hudson, op. cit. p. 265. Ibidem. op. cit. p. 264, Ibidem. op. cit. p. 265. Ibidem., op. cit. p. 289. Xavier Zubiri, Cinco lecciones de filosofia, op. cit., el filésofo/ espafiol refiriéndose a la comprensién entre filésofos y, su paradé— jica comprensién mitua, afirma que "Depende de a qué se llame enten derse. Si por entenderse se quiere significar estar de acuerdo, ~ evidentemente los filésofos no se entienden, porque no estén de acuerdo. Pero si por no entenderse se quiere significar no saber — m&s 0 menos de qué se trata, entonces hay que decir que, por el con trario los filésofos son hombres que no estén de acuerdo, pero que/ -19- (114) (115) (116) (117) (118) (119) (120) (121) (122) en el fondo se entienden entre si". p. 275. Para Heller, siempre/ que se habla de "comprensién", cabe la posibilidad del malentendi do, es decir, que el argumento puede ser entendido de diferentes/ formas, Vid. For una filosofia radical, op. cit. p. 112. En este/ sentido cabria decir que la verdadera comprensién es totalmente — opuesta a la comprensién absoluta y univoca, por lo que es preci- sqfistinguir entre ambos momentos. W.D. Hudson, op. cit. p. 297. Tbidem. op. cit. p. 291. Victoria Camps, La imaginacién ética, Seix Barral, Barcelona, - 1983, p. 22. Vid. asimismo Agnes Heller "The Dissatisfied Socie- ty" en The Power of Shame. A Rational Perspective, op. cit. pp. - 300-315. En este sentido puede verse la critica a la oposicién religiosa - contra el pensamiento ilustrado en Ramén Soriano "El pensamiento/ reaccionario contra la Ilustracién: Memoires de Trevoux", en Re-~ vista de Estudios Politicos (Nueva Epoca), n® 41, Septiembre-Octu bre, 1984, pp. 59-130; en las que el punto nodal de toda esta dis cusién se centra en el manejo constante de los datos de la revela cién por parte de dicha oposicién ideolégica. Agnes Heller, Por una Filosofia radical, op. cit. p. 23. Agnes Heller, op. cit. p. 14; y més concretamente pp. 93 ss. Gyérgy Lukécs, "Jardinerfa", en su vol Estética I. Cuestiones 1i minares de lo estético, op. cit. p. 170. Vladimir Jankélévitch, Lgparadoja de lo moral, trad. de Nuria Pé- rez de Lara, Tusquets edit., Barcelona, 1983, p. 13. Vladimir Jankélévitch, op. cit. p. 18. ~20- (123) (124) (125) (126) Alasdair Macinive, Historia de la Buica, op. cit. p. 82. En este/ punto es necesario insistiren el posculado esvrechamiento asocia- do con la obra de B. . Whorf sobre lenguaje, pensamiento y reali- dad, y de modo especial con el estudio de antvopologia linglifsti- ca aplicado a la tribu de los “hopi" en el sureste de los Estados Unidos; este posiulado se desarrolla como sigue: "Las formas del/ pensamiento de una persona estén controladas por patrones de le-- yes inexorables, de las que esta persona no es consciente. Esos - patrones son las imbricadas sistematizaciones imperceptibles de - su propia lengua -sistematizaciones que podemos ver fdcilmente - cuando comparamos y diferenciamos igénuamente una lengua dada con otras lenguas, especialmente con lenguas que pertenecen a una fa~ milia lingiifstica diferente. Cada persona piensa en su propia len gua- en inglés, en s4nscrito, en chino. Y cada lenguaje es un vas to sistema de patrones, diferentes de los dems, en el que estén/ ordenados culturalmente las formas y las categorias por medio de/ las cuales la persona no solamente se comunica con las demas, si- no que también analiza ia naturaleza, aprecia o deja de percibir/ ciertos tipos de relaciones y fenémenos, canaliza sus razonamien~ tos y construye la casa de su conciencia". Postulado que conlleva la idea segiin la cual "la visién que todo ser humano tiene del - mundo y la suma espec{fica de tales visiones en su sociedad son - funciones lingiifsticas", vid. el penetrante trabajo en estas mate rias, ya citado aqui anteriormente, de Georg Steiner, Extraterri-~ 1-Ensayos sobre la literatura y la vevolucién lingiiistica, - op. cit. pp. 103-104. Para un andlisis detallado de los desarro-- llos de Benjamin Whorf, puede consultarse P. Henle (ed.) Language Tought and culture, Ann Arbor: University of Michigan Press, 1958 capitulo 12. Alasdair Macintre, Historia de la Etica, op. cit. p. 99. Vladimir Jankélévitch, La paradoja de la moral, op. cit. p. 35. - Vid. ts. Agnes Heller y Ferenc Fehér en Anatomia de la de la iz quierda occidental, op. cit. p. 262. Para tener el valor de hacer la revolucién y de salir a la calle, -21- para pasar de la especulacién al muy distinto orden de la accién/ militante, para franquear ese umbral vertiginoso, es necesaria - una idea mot iz, y esta idea motriz no puede nacer més que de la/ indignacién moral”, afirmacién en la que Jankélévitch quiere mos ‘trar como el marxismo parte de unos presupuestos morales ineludi- bles aunque negativos, la pi doja_de la moral, op. cit. p. 40. (127) ibidem. op. cit. p. 22. (128) Agnes Hell “Les maximes morales d’une politique democratique" en Agnes Heller y Ferene Fehér, Marxisme & démocratie. Au-deld du “socialisme réel", traduir de langlais par Anna Libera, Introduce cién de Michael Lowy, Francois Maspero,Paris, 1981, p. 271. Este/ ensayo es una parte de un articulo més amplio publicado en dos mo mentos de la produccién teérica de A. Heller: en primer lugar - "The moral Maxims of democratic policies" en Praxis International, 1, 1981; y, en segundo lugar, "Rationality and Democracy" en Phi losophy and Social Criticism, 8 (3), 1981; recogidos ambos en "Ra tionality and Democracy", capitulo IV de la reciente obra de He-- ller, The Power of Shame. A Rational Perspective, op’ cit. pp. - 251-284. (128) Agnes Heller, “Les maximes morales d-une politique démocratique"/ en A. Heller y F, Fehér, op. cit. p. 282. (130) Agnes Heller, "The Power of Shame" en The Power of Shame. A Ratio nal Perspective, op. cit. p. S1 (131) Ibid, op. cit. pp. 55-56. Es muy interesante observar cémo Heller refuerza su argumentacién te ca en este sentido, trayendo a co~ laciér n el desarrollo del conflicto moral que recorre 1a conciencia del Raskolnikov de Crimen y Castigo. Después de’su crimen, Raikol nikov va superando todos y cada uno de los obstéculos con los que se enfrenta desde si mismo y en relacién con los que le rodean. - S6lo una cosa no puede contestar este “superhombre" del nihilismo: el "discurso” de Sonia, pues lo coloca frente al “sufrimiento" de la humanidad. Segin Heller, Raikolnikov no puede rebelarse contra -22- (133 (134) (135) (136) (137) eso, no puede relegarlo a un nuevo nombze, y sucumbe a la autori. dad incontestable del valor al mo. Max Weber, "Der Nationalstaat und die Volksw: Gesammelte politische Sc! ften, Miinchen, 1921, p. 20 Mavier Zubiri, Cinco lecciones de filosoffa, op. cit. p. 265. V. Frosini, La estructura del derecho, ed. casi. a cargo de A.E Pérez Lufio, Publicaciones del Real Colegio de Espafia, Bolonia, - 1974, pp. 45 ss. AE. Pérez Lufio, Lec ones de filosofia del derecho, Minerva, Se- villa, 1983, pp. 44-45. W.D. Hudson, La filosofia m cal _contemporénea, op. cit. vid. esp cap. 2°, Asf p.e. el intuicismo remite a una teorfa referencial/ del significado en sus aspectos marcadamente subjetivistas. El "verificacionismo", aparece como background del positivismo 16 gico; El "emotivismo" y el "prescriptivismo" fundados a su vez en una teorfa psicolégica del significado que, en iltima instancia,/ conduce a una confusién entre las causas psicolégicas del juicio/ moral y el conjunto de razones que lo justifican W.D. Hudson, op. cit. capftulo dedicado a las relaciones entre la ética y la antropologia, pp. 301-309. Habrfa que sefialar aqui que todo anélisis weltanschauungistico no puede entenderse como algo/ qugfundamente, absolutamente, las teoris éticas y/o cient{ficas. En este sentido puede verse la cr: ca extensa que Frederick Suppe realiza a las teorfas de S.E. Toulmin Foresinght and Understandin Harper and Row Torchbook, London: Hutchinson New York, 1963; Tho- mas S. Kuhn The Struct of c re of Scientific Revolutions, University - ago Press, Chicago, 1962 (hay trad. cast. de Agustin Con— de la Re tin, F.C.E., Madrid, 1981 con el titulo de La Estruct voluciones Cientificas); N.R.Hanson Patterns of Ciscovery, Cam - bridge University Press, Cambridge, 1958 (trad. cast. de Enrique/ Garcia Camart , en la que se unen los trabajos Observacién y ex- plicacién: guia de la filosoffa de la ciencia y Patvones de descu brimiento, Alianza, Madrid, 1977, pp. 71 ss-); Karl Popper, Logik _99_ der Forschung, L. Springer, Wien, 1935 (trad. cast. La légica de ca, Tecnos, Madrid, 1962); P. Feye Ra-— bend "Aga ‘ethod: Outline of an Anarchis ie Theory of Know-— ledge" (urad. cast. con el todo, Ariel, Bar celona, 1974). Teorfas éstas que parten de la consideracién posi, tiva que le weltenschauung introduce en la int spretacién de los hechos y en la construccién de teorias. Sin embargo, estas con-- cepeiones que toman en cuen‘an la concepcién que se tenga del - hombre y su entorno, deben tener cuidado de no confundir la teo- ria con la weltanschaun, ya que ésta puede servir para ofrecer - esos li es a la argumentacién y acrecentar "enormemente nues-~ tra comprensién del modo en que las teorfas son adecuades, de - los efectos de los cambios de interés en la comunidad cientffica y de la naturaleza del desarrollo cientifico", pero deben ser en tendidas separadamente de los cuerpos tedricos, no en un sentido dualista o dicotémico, sino eritico, es decir, contemplando sus/ interrelaciones que impidan cualquier tipo de andlisis encubri-- dor de presupuestos sociales e ideolégicos. Cfr. Frederick Su-- ppe La Estructura de la Teorfas Cientfficas, (trad. de Pilar Cas trillo y Eloy Rada), Editorial Nacional, Madrid, 1979, pp. 155 y esp. p. 255. (138) MacIntre, Hi de la Etica, op. cit. cap. 11 - (139) Wilhelm Dilthey, Teoria de las concepciones del mundo, F.C.3., - México, 1945, pp. 152 ss. en las que se clasifican las concepcio nes del mundo en tres momentos fundamentales: la "naturalista" - que en %érminos diltheyanos pueden ser materialista, fenomenista © posi sta, en cuanto que partiendo de un acentuado sensualis mo reduciria la concepcién del mundo a la experiencia sensible — e: verna; en segundo lugar estaria la dealista de la libertad''/ en la que aparece la normatividad moral en su conflicto y en la/ posibilidad de conocimiento de las actitudes de voluntad, o he-- chos de la conciencia; y en Gltimo lugar la “idealista objeviva" que apar ce cuando lo real se reconduce a la experiencia de valo res trascendentales, es decir, cuando el mundo viniera a ser con 24 (140) (141) (142) (143) (144) (145) (146) siderado como una manifestacién, una apariencia de ese campo tras cendental y en, Gltima instancia, divino. G. Simmel, Problemas fundamentales de filosofia, trad. esp. de F. Vela, Revista de Occidente, Madrid, 1946, pp. 124 ss Karl Popper, On the theory of the objetive Mind, Viena, 1968; hay trad. esp. en Tecnos, Madrid, 1970 por V. Sanchez de Zavala, pp./ 202-237, ref. en Gustavo Bueno, Ensayos materialistas, Taurus, Ma drid, 1972, R. 447 n.; asimismo "Epistemology Without a Knowing - Subjet" en Proceeding of the third International Congress for lo= gic, Methodology and Philosophi of Science, Nort-Holland Publis—- hing Company, Amsterdam, 1968, pp. 338 ss.; y, por tiltimo, puede/ consultarse del mismo autor Bisqueda sin término. Una autobiogra- fia intelectual, trad. cast. de C. Garcia Trevijano, Tecnos, Ma-— arid, 1977, pp. 155-156 y 263, en las que se defiende la teorfa - de los tres mundos del peligro de relativismo; y Conocimiento ob jetivo, Tecnos, Madrid, 1982. Para un andlisis puntual de la rela ciones entre el pensamiento de Simmel y su "teorfa de los tres - reinos" y los correspondientes desarrollos de Popper en esta mate ria, puede consultarse Gustavo Bueno, Ensayos Materialistas, op./ cit. pp. 443-444, Gustavo Bueno, Ensayos materialistas, op. cit. p. 447. A.E. Pérez Lufio. Derechos Humanos, Estado de Derecho y Constitu-- cién, Tecnos, Madrid, 1984, p. 147 n. Gustavo Bueno, Ensayos Materialistas, op. cit. p. 454 Tbidem, op. cit. p. 450. Karl Popper, Objektive Erkenntnis, pp. 88, 123, 145; citado por - H, Busshoff, Racionalidad critica y politica. Una introduccién a/ la filosofia de lo politico y a la teorfa de la politologia, vers. cast. de Ernesto Garzén Valdés, Alfa, Barcelona, 1980, p. 91. (Hay trad. inglesa de la obra de Popper bajo el titulo Objective Kno- wledge: An Evolutionary Approach, Clarendon Pres, Oxford, 1972, - -25- (147) (148) (149) (150) (151) (152) (153) (154) (155) (156) (157) cuya versién castellana ya hemos citado mds arriba). Heinrich Busshoff, Racionalidad critica y politica, op. cit. p.91 Tbidem, op. cit. p. 92. Gustavo Bueno, Ensayos Materialistas, op. cit. p. 449; también - puede consultarse en un sentido muy clarificador la obra del mis- mo autor La Metaffsica Presocrética, Pentalfa ediciones, Madrid-/ -Oviedo, 1974, pp. 25 ss. José Ferrater Nora, Fundamentos de filosofia, Alianza, Madrid, - 1985, p. 103. José Ferrater Mora, op, cit. p. 104, José Ferrater Mora, El ser y el sentido, Revista de Occidente, Na drid, 1967. Ibid., De la materia a la raz6n, Alianza, Madrid, 1983. Ibid., El ser y el sentido, op. cit. pp. 221 ss. Ibid., Fundamentos de filosofia, op. cit. p. 103. Ibid., De la materia a la raz6n, op. cit. p. 34. Para Ferrater la relacién entre los diferentes continuos que en - su totalidad -es decir en el mundo- forman el sistema de "lo que/ hay" no es una mera relacién de interaccién con algiin plano domi- nante -como parece ser el caso de Popper- sino que todos y cada - ‘uno de dichos niveles y continuos de niveles estén imbricados es— trechamente debido a su origen "emergente" y, a la vez, "resultan te" -en términos de Mario Bunge (Treatise on Basic Philosophy, D. Reidel Publishing Co., Dordrecht-Holland & Boston,- Nass., vol.3? 1977, cap. II, 1 y 2; cap. 62 1-6; vol 42, 1979, cap. 1° 1-3). Es to, por un lado, nos concreta -en un plano estrictamente metodolé gico- en primer lugar la historicidad de los mismos, es decir, su ~26- evolucién en funcién de las distintas configuraciones de los ele- mentos integrantes de tales niveles, y su continua remisién a los niveles inferiores de donde "emerge"; con todo esto la historici- dad de, por ejemplo, los productos culturales no puede ser nunca/ entendida como westra del car&cter auténomo y hasta irreductible de tales productos y de la llamada cultura", sino, al contrario,/ el caraécter histérico de dichas producciones y de 1a cultura en - general vendria dado en esa imbricacién integradora (o en otros - términos, dialéctica) de continuos en el sentido de que tal caréc ter histérico seria "expresién del hecho de que ciertas sociedades cambian culturalmente, y del hecho de que los cambios culturales/ son objeto posible de narracién", a lo que cabria afiadir -como - elemento més importante para nuestra argumentacién- que esa histo ricidad del continuo social-cultural nos remite a la "explicacién de modelos de cambio"; véase Ferrater, De la materia a la razén,/ op. cit. p. 36. Esto Gltimo nos parece realmente importante para/ diferenciar lo que son tradiciones comportamentales de_comunica—— eién -que pueden encontrarse en multitud de organizaciones anima- les (Cfr. Karl von Frisch Animal Architecture Harcourt. Brace Jo- vanovich, Nueva York-Londres, 1974, p. 244), y lo que son compor- tamientos culturales, en los que se exige una plenificacién -que/ como vimos era rechazada en Popper- que se manifiesta en forma de un "depésito de conocimientos, técnicas y normas de carécter ex-~ tragenético y sometido a cambios, més o menos lentos o acelerados" por lo que, esa diferenciacién a medida que nos muestra esa auto- nomfa de lo cultural con respecto al nivel social-relacional, nos remite, del mismo modo, a la complejidad de la relacién en el sen tido de que "no hey rupturas bruscas entro lo social y lo cultu- ral"; véase De la materia a la razén, op. cit. p. 69 (158) Ibid. op. cit. p. 79. (159) Ibid. op. cit. p. 78. (160) Mario Bunge "Ontology I. The Forniture of the World" en Treatise/ on Basic Philosophy, op. cit. vol. 3%, pp. 155-158 -27- (161) (162) (163) (164) J. Ferrater, De le materia a la razén, op. cit. p. 79. Esa integra cién dialéctica -interna y/o externa- entre niveles y continuos en funcién del cambio y desarrollo social queda ejemplarmente expues- ta en la misma obra citada cuando, refiriéndose a Hegel y Marx, - afirma que éstos anticiparon que "...1a lucha contra un sitema eco némico y, en general, contra una forma entera de sociedad s6lo pue de llevarse a cabo asumiendo, por asi decirlo, tal sistema o tal - forma de sociedad, con ¢l fin de tratar de absorberlo y superarlo. Las propias utopias estén formadas con elementos reales 0, si se - quiere, posiblemente reales; los ideales utépicos con un ingredien te real de una sociedad, de un grupo o de un individuo. Los productos culturales son pues, a la vez resultado de activida- des y puntos de partida para otras actividades. Con frecuencia los productos culturales sirven para mantener una sociedad, esto es, - para permitirle funcionar. Otras veces se convierten en obstéculos contra los cuales hay que luchar, ablandeciéndolos y hasta tritu— réndoles, pero no para hacer simplemente tabla rasa, sino para en- gendrar sobre sus restos, y no desde 1a nada, otros productos", p. 80. Ferrater coincide con las consideraciones de Gyérgy Lukécs y/ Arnold Hauser, acerca de 1o que ellos denominan "objetivaciones in determinadas"; para mayor concrecién, vid. Gyérgy Lukdes, Estética I, vol. 3, op. cit. pp. 404-427; Arnold Hauser, Origen de la lite- ratura y del arte modernos, 3 vols. (trad. Felipe Gonzdlez Vicen) Guadarrama, Madrid, 1974; y del mismo autor, Conversaciones con Lu kécs, (trad. G. Rack), Guadarrama, Barcelona, 1979. Juan Berraondo, "Sobre Jankélévitch" en Travesia. Revista de pensa miento, n? 2, 1984, p. 24. John Rawls, Teoria de la justicia, op. cit. p. 26. Esta claro que la diferenciacién s clara entre el nivel social y el cultural, que conforman ese continuo social-cultural, reside en que en este Gltimo nivel surgen una serie de objetivaciones que co bran una independencia y una reversibilidad no meramente pasiva: - se hace aqui referencia a todo el conjunto de "productos cultura— les", entre los que se integran patrones teéricos y praécticos de - -28- (165) (166) (167) (168) (169) (170) (a71) (172) indudable incidencia en el nivel social. Cfr. Agnes Heller, Por una filosoffa radical, op. cit. pp. 107 y ~ 108. Cfr. Agnes Heller, "Everyday Life, Rationality of Reason, Rationa- lity of Reason, Rationality of Intellect" en The Power of Shame. A Rational Perspective, op. cit.pp. 120-150. Martin Heidegger, El Ser y el Tiempo, trad. cast. de José Gaos, F. C.E., México-Madrid-Buenos Aires, 1982, p. 221. Ibid. op. cit. p. 418, Una interpretacién bastante precisa, objeti va y esclarecedora de la filosofia y talante heideggerianos, la po demos encontrar en la discusién mantenida en 1959 por Jean Beaufre, Henri Lefebvre, Francois Chatelet y Kostas Axelos, aparecida con - cortes en France Oservateur, el 28 de Mayo del mismo afio, y repro- ducida {ntegramente con el titulo "Karl Marx y Heidegger”, en Kos- tas Axelos, Argumentos para una investigacién, trad. cast. de Car- los Manzano, Edit, Fundamentos, Madrid, 1973, pp. 105-120. Posibi lidad que viene concretada asimismo por parte de Gyérgy Markus en/ La _teorfa della conoscenza nel _giovane Marx. Saggio sui Manoscri: tti_del 1844, Lampugnani Nigri, Milano, 1971, p. 52. F.M, Dowtoyevski, Memorias del subsuelo, en Obras Completas, Agui- lar, Madrid, 1982, tomo I, p. 1468. Agnes Heller, "Replica sulla teorfa dei bisogni e della vita quoti diana", en Aut-Aut, 159-160, 1977, passim. Inaccién expuesta precisamente por Rosa Chacel en su novela filosé fica La Sinrazén, Robert Musil en El hombre sin atributos, y por - Joseph Conrad en su obra Lord Jim. En un sentido m4s politico pue de verse, Agnes Heller, Critica de la Ilustracién, op. cit. p.144. Mito elevado a postulado por el escritor checo y represaliado por/ las autoridades de su pais, Milén Kundera, en su libro "La insopor -29- (173) (174) (175) (176) (177) (178) (179) (180) table levedad del ser" Cfr. Ernst Bloch, El Principio Esperanza, trad. cast. de Felipe - Gonzélez Vicen, Aguilar, Madrid, 1980, tomo III, pp. 492-493; y Ag nes Heller, "Everyday Life, Rationality of Reason, Rationality of/ Intellect", en The Power of Shame. A Rational Perspective, op.cit. pe 74, Agnes Heller, op. cit. p. 162; vid. también Ferenc Fehér-Agnes He- lier, Analisis de la Revolucién Hiingara (trad. Milagros Rivera), - Edit. Hacer, Barcelona, 1983, p. 156. Cfr. Jiirgen Habermas, La crisis della razionalité nel capitalismo/ maturo, Laterza, Bari, 1975. En relacién a la temética habernasiana vid. Gustavo Gozzi, "Ragio- nie bisogni in Habermas", en AutcAut, p. 44, Un ejemplo de "goal -rationality" se encuentra en Bertrand Russell, Sociedad humana: - ética y politica, trad. B. Urquidi, CAtedra, Madrid, 1984, p. 10. Para Kulakowski, la busqueda de la absoluta identidad es la base - del autoritarismo de las sociedades soviéticas, vid. El mito de la autoidentidad humana, Cuadernos Teorema, Universidad de Valencia,/ 1976, p. 28. Mario Bunge, Racionalidad y realismo, Alianza, Madrid, 1985, p.39. Agnes Heller, "Everyday Life, Rationality of Reason, Rationality - of Intellect", en The Power of Shame. A rational Perspective, op./ cit. pp. 150-153. Ibid. op. cit. p. 178. Félix E. Oppenheim, Etica y filosofia politica, trad. cast. de Al- fredo Ramirez Araiza y Juan José Utrilla, F.C.E., México, 1976; - puede también consultarse la introduccién realizada a esta obra - por Uberto Scarpelli, para su edicién italiana, aparecida en la - edit. Il Mulino, Bolonia, 1971. -30- (181) (182) (183) (184) (185) (186) (187) (188) (189) F.E. Oppenheim, op. cit. pp. 21 y ss. Heinrich Busshoff, Racionalidad critica y politica, op. cit. pp./ 25-42. Vid. el ensayo de Manuel Sacristén "Realidad e idealidad en el de recho", en AA.VV, Teoria y Sociedad. Homenaje al Prof. Aranguren. Es en este sentido como ha de entenderse nuestras advertencias pa ra el uso de andlisis weltanschauungisticos que exponiamos més - arriba. No es momento de confundir las producciones culturales - cientificas y éticas ni con una weltanschauung ni con un anélisis meramente politico, pero tanto esos niveles metodolégicos como so ciales deben estar presentes en todo momento de la investigacién, retomados filoséficamente en el sentido critico apuntado. Vid. pa ra la cita del texto, H. Busshoff, op. cit. p. 37. H. Busshoff, op. cit. p. 43. Vid. Agnes Heller, Teorfa de 1a Historia, op. cit. p. 245. Karl Otto Apel, La Transformacién de la filosofia, T.I., op. cit. p. 10, "La filosofia tiene que seguir siendo impotente, porque - -al menos hasta quedar superada mediante su realizacién- ha de - mantener en la forma de discurso teérico, la anticipacién contra- f&ctica del consenso ideal entre todos los hombre. Jiirgen Habermas, Conciencia moral y accién comunicativa, (trad. - de Ramén Garcia Cotarelo), Peninsula, Barcelona, 1985, pp. 25-28. Para las relaciones entre ciencia social y filosofia, en funcién/ del papel desfetichizador de la tiltima y de la necesaria remisién a valores, vid. el ensayo de Mihaly Vajda "Imagen objetiva de 1a/ naturaleza y praxis social", en Filoséfiai Szemle, 2, 1967; obra/ citada por Agnes Heller, Sociologfa de la vida cotidiana, op. cit Pp. 192. Un ejemplo de cémo la filosofia puede enjuiciar la cien- cia desde el punto de vista social de sus consecuencias, vid.como -31- (190) (192) (192) (193) (194) (195) Heller diferencia las teorfas de los fisicos Szilar, Teller y Oppen heimer en funcién del hecho de "que se comportan de un modo distin- to respecto al uso social de sus resultados en la fisica, 0 sea, - respecto a los conflictos sociales", en Sociologia de la vida coti- Giana, op. cit. pp. 196 y 197; en las pp. 207-208 se realiza una - concrecién de la filosofia con respecto a la cotidianeidad. Agnes Heller, La revolucién de la vida cotidiana, op. cit. p. 186;/ vid. también de la misma autora Por una filosofia radical, op. cit. p. 21. Ese proyecto viene concretado por Heller en Por una filosofia radi- gal, op. cit. pp. 107 y 108, y 118-119. A este respecto, puede consultarse el incisivo trabajo del Prof. A. E. Pérez Lufio en relacién a la influencia de los nuevos desarrollos tecnolégicos en el 4mbito del derecho, en sus ensayos: "La intimi— dad como derecho fundamental"; "La intimidad en la sociedad informa tizada" e Intimidad e informdtica en la constitucién", incluidos to dos en su vol. Derechos Humanos, Estado de Derecho y Constitucién,/ Tecnos, Madrid, 1984, pp. 284-375. En este sentido cabria apuntar la enorme virtualidad que conlleva todo este complejo de técnicas - de informacién para las actividades de control y participacién por/ parte de los ciudadanos en las tareas piiblicas, siempre y cuando di chos adelantos tengan en cuenta més las necesidades y expectativas/ sociales que los intereses estratégicos de los grupos dominantes; - para un anélisis de estas posibilidades puede consultarse el ensayo de Hans Magnus Enzesberger, Elementos para una teoria de los metios de _comunicacién, Anagrama, Barcelona, 1972. José Ferrater Mora, Cambio de marcha en filosofia, Alianza, Madrid, 1974, p. 200. Ibidem, op. cit. p. 13. Blaise Pascal, Pensamientos, 84; trad. castellana, introduccién y - notas de J. Llans6, Alianza, Madrid, 1981. -32- (196) (197) (198) (199) (200) (201) (202) (203) (204) Gyérgy Lukécs, "La lucha liberadora del arte. Cuestiones bdsicas y etapas principales", en Estética I, vol. 4%, op. cit. p. 408. F.E. Oppenheim, Etica yfilosofia politica, op. cit. pp. 81 y 89. José Ferrater Mora, Fundamentos de filosofia, op. cit. p. 25. - vid. en el mismo sentido Agnes Heller, Teorfa de la Historia. op./ cit. p. 61. "Ya que el liberalismo no podfa defenderse de manera légica contra la igualdad y la democracia, erigié la barrera ilégica de las ra. zas: seria la propia ciencia, baza del liberalismo, la que proba ria que los hombres no eran iguales" E. J. Hobsbawn, La era del ca pitalismo, trad. cast. de Carlos A. Caranci, Ed. Guadarrama, Barce lona, 1977, vol. II, p. 146. Afirmacién ésta en la que a més de - una concepcién excesivamente politizada de la ciencia burguesa(2?), aparece nitidamente ese uso ideolégico de los elementos cientifi-- cos y, por otro lado, la estrecha conexién existente entre los va- lores de libertad e igualdad en democracia y los planteamientos de la ciencia en general. Bertrand Russell, Sociedad Humana: ética y politica, op. cit. p. - 36; y también pp. 26-27, en las que se extiende tal concepcién de/ la intersubjetividad tanto a la ciencia como a la ética. Contra - esa "suma de opiniones " vid. Agnes Heller, Critica de la Ilustra-- cién, op. cit. p. 120. Hans Kelsen, Reine Rechtslehre, Deuticke, Wien, 2# ed., 1960, p.48 A. Fridolin Utz, Etica social, Herder, Barcelona, 1965, Vol. II, - pp. 39-40. Obra ésta que tendremos ocasién de comentar eriticamen te més adelante, John Rawls, Teorfa ce la Justicia, op. cit. pp. 571-574. Alasdair MaciIntre, Historfa de la Etica, op. cit. pp. 94-95. -33- (205) (206) (207) (208) (209) (210) (211) (212) J. Ferrater Mora, De la materia a la razén, op. cit. pp. 79 ss. Tema éste que volveremos a analizar cuando discutamos, en el marco de la teorfa de los valores, la pretendida objetividad absoluta de los mismos, y destaquemos nuestra idea de que subyace un determina do tipo de objetividad que, como se vera, esta radicalmente unida/ a estos presupuestos teéricos, en el marco de las relaciones entre el consenso filoséfico y el cientifico, interconectados en el pro- ceso de autocomprensién politica de los postulados relativamente - auténomos de la ciencia. Esta unidad entre los problemas gnoseolé gicos y politicos, puede verse en Gyérgy Markus La teoria della co noscenza nel_giovane Marx. Saggio sui Manoscritti del 1844, Lampug nani Nigri, Milano, 1971, p. 47. F.E. Oppenheim, Etica y filosofia politica, op. cit. pp. 20 ss. Ibidem. op. cit. p. 21. Ibidem. op. cit. p. 24, JGzguense ejemplos como por ejemplo el del uso de armas quimicas,/ © el apartheid con estos criterios apuntados, y abandonemos por un momento, los ejemplos banales tipicos del "andlisis", para darnos/ cuenta de adénde podriamos llegar teoricamente en la justificacién "factual" de tales hechos. F.E. Oppenheim, op. cit. p. 25. En este sentido puede consultarse la critica que Moore realiza a - Bentham y a Mill, desde el momento en que segin el autor de Ethics/ tanto uno como el otro basan sus teorias respectivas en una concep cién previa del significado de "bueno", desde la que pretenden de~ ducir "a posteriori" toda una teorfa sobre el bien; véase G.E. Moo re, Principia Ehica, trad. cast. de A. Garcia Diaz, UNAM, México,/ 1959. Desde dichos puntos de vista, cualquiera que niegue sus teo rias caeria en contradiccién, pues irfa.en del mismo significado - de bueno que en el utilitarismo se da como algo previo; pero tam— =34- (213) (214) (215) (216) (217) (218) (219) bién, cualquiera que se sume a tales postulados, tampoco podré - afirmar la bondad de nada, pues no haria sino recaer en una simple tautologia. Del mismo modo se podria extender tal critica a las - teorias que atin pretenden fundamentar la naturaleza de las proposi ciones éticas en el ambigiio concepto de naturaleza, pues todas y - cada una de ellas lo que en definitiva hacen es postular primero - un concepto de naturaleza y a continuacién, deducir los principios que se adectian a la misma. Heinrich Busshoff, Racionalidad critica y pol{tica, op. cit. p. 45 J. Ferrater Mora, Cambio de marcha en filosofia, op. cit. p. 15 n. Ejemplo de la persistencia de las ideas, atin cuando se trate de — marcos cientificos y/o sociales diferentes, podemos encontrario en las tesis que ha divulgado Thomas S. Kuhn en su Structure of Scien tific Revolutions, University of Chicago Press, Chicago, 1962(trad cast. ya citada con anterioridad). Un andlisis de mayor profundi- dad psicolégica y coherencia argumental puede encontrarse en La ré yolution astronomique, Hermann and Cie, Paris, 1961; Newtonian Stu dies, Harvard University Press, Cambridge (Chapman and Hall, Lon-- don) y Etudes d"histoire de la pensée scientifique, Press Universi. taires de Paris, Paris, 1966; Obra ésta de la que se encuentra una traduccién castellana bajo el titulo Estudios de 1a historia del - pensamiento cientifico, Siglo XXI, 1977. Agnes Heller “Everyday Life, Rationality of Reason, Rationality of Intellect" en The Power of Shar. p. 75. A Rational Perspective, op. cit. Ibid. op. cit. pp. 74 y 77. Agnes Heller "Replica sulla teoria dei bisogni" en Aut-Aut, 159- - 160, 1977, p. 12. Agnes Heller, Teoria de los sentimientos (trad. Feo. Cus6), Fonta~ mara, Barcelona, 1985, passim, donde se apuesta por una ética de - (220) (221) (222) (223) (224) (225) (226) (227) de este tipo, més all4 de las situaciones-limite y los intereses - particulares de los individuos y grupos. A.E. Pérez Lufio, "sobre el método de ensefianza de la filosofia del derecho" en RFDUCM, n° 5, p. 44. A.E. Pérez Lufio, op. cit. p. 25. : ALE. Pérez Lufio, Leceiones de filosofia del derecho, op. cit. p.11, También puede consultarse el ensayo del mismo autor "La filosofia/ del derecho y la formacién de los juristas" en SISTEMA, 1982, julio n® 49, pp. 89-108. Ibidem., op. cit. p. 31. Tbidem., p. 39. F.E. Oppenheim, Etica y filosoffa politica, pp. cit. pp. 26-27. Cfr. F, Battaglia, Corso di filosofia del diritto, Foro Italiano,/ Roma, 42 ed., 1962, Vol. II, p. 372. Desde nuestro punto de vista no hay que confundir ética juridica - con filosofia del derecho. Esta vendria considerada como base cri- tica desde la cual se autotematizarian tanto los aspectos teéricos y metodolégicos que se plantea la ciencia juridicao teorfa general desde los planos de la legitimidad democrética y de las consecuen- cias sociales de sus desarrollos. Mientras que la ética juridica - lo que haria, fundamentalmente, es acercerse con el mismo afén au- totematizador y critico, pero no a los diferentes aspectos teérica: y metodolégicos de 1a ciencia juridica general, sino al plano de - la normatividad misma, es decir, al derecho en su relacién intima/ con la normatividad moral. Este acercamiento cubre todos los su--- puestos que en esa normatividad social -reguladora de todo un con- junto de relaciones humanas en sentidos prefijados ideolégicae - historicamente- van desde la problemAtica de su "posibilidad de co nocimiento" y "fundamentacién" racional y social, hasta el an&li-- sis de los valores basicos o Giltimos de dichos ordenamientos en re lacién a si mismos, es decir, en su contexto -normalmente constitu cional-; asimismo se ocuparia del estudio de las normas que surgen y depende de estos valores, de su constante cambio y "mutacién" - (en sentido husserliano) y de la influencia que dicha normatividad superior alcanza cuando, reconocida juridicamente como bésica, im- pregna las relaciones, tanto de los poderes piiblicos entre si, de/ los ciudadanos y estos poderes piblicos y estos poderes piblicos,/ ¥, No por Gltimo menos importante, de los mismos ciudadanos entre/ si. Filosof{a del derecho, pues, como concepto englobante y criti co de la reflesién teérica y metodolégica acerce del derecho. Eti- ca juridica como una parte de ella, pero entendida como paso pre—— vio importante, en cuanto que cumple el papel de desbrozar critica mente los caracteres, virtudes, deficiencias y reticencias de la - categoria de los valores juridicos o normas sociales tendentes a - la juridificacién, que, como afirma el Prof. Pérez Lufio, orientan, dinamizan y ofrecen un sentido eritico a la construccién, desarro- llo y revisién del ordenamiento juridico. Véase en este sentido su volumen Derechos humanos, Estado de Derecho y Constitucién, Madrid Tecnos, 1984; concretamente su capitulo dedicado a "La interpreta— cién de los derechos fundamentales", pp. 284 ss. Desde luego, que desde estas posiciones, no cabe ningin tipo de teorfa general que/ obvie toda esta problematica: cualquier olvido de la ética juridi- ca en el campo englobante de la experiencia juridica, implica al-- gin tipo de encubrimiento totalmente rechazable en este momento - del siglo XX, en el que los hitos principales del pensamiento ted- rico se reconducen a la necesidad de reimplantacién del didlogo y/ de la clarificacién de posiciones. Cabe, por consiguiente, mante~ ner estos aspectos en tensién, pero nunca confundirlos absoluta y/ reificadoramente. Nuestro propésito en las paginas que siguen, ra dica en ir analizando los momentos generales que, a la vez que in- terrelacionan la ética general y la ética juridica, vayan mostran- do sus diferencias, gracias al objeto preciso de cada objetivacién teérica; todo ello en funcién de ese postulado con el que comenzé- bamos el epigrafe, afirmando 1a necesidad de controlar los presu-— puestos éticos de toda filosofia juridica; y, en un segundo momen— to, establecer los elementos que consideramos més importantes para -37- (228) (229) la construccién de una ética juridica especifica que no olvide, ni su imbricacién con el aspecto m4s general de la Filosofia del dere cho, ni con el resto de la normatividad social autotematizada bajo los presupuestos de una ética cognoscitivista. Elias Diaz, Sociologia y filosofia del derecho, Taurus, Madrid, - 1982, p. 296, y la bibliograffa all{f citada; destacando la referen cia a Erik Wolf y su obra Das problem der Naturrechtslehre. Ver--- such einer Orientierung, Verlag C.F. Miller, Karlsruhe, 2? ed., - 1959, en cuyas pAginas 21-93 se realiza una aproximacién a las di- ferentes acepciones del término "naturaleza" entresacando nueve de ellas como més influyentes en la teorfa iusnaturalista tradicional. Un acercamiento al tema puede encontrarse en la monografia de — Carlos Paris Hombre y naturaleza, Tecnos, Madrid, 1970. La propus ta neoconservadora de Daniel Bell, viene expuesta en sus obras las contradicciones culturales del capitalismo; y en El advenimiento - de _la sociedad postindustrial. Para una descripcién de esa revisién del concepto de naturaleza pueden consultarse las siguientes obras de Agnes Heller, El Hombre Gel Renacimiento (trad. de J.F. Yvars y A.P. Moya), peninsula, Bar celona, 1980, p. 441; y Teoria de la Historia, op. cit. pp. 218 y/ 219. Esta problematica constituird el objeto preciso de otro capitulo - de este trabajo en el que se iré desavrollando especificamente la/ fundamentacién que de los valores juridicos, ofrecemos. Su argumen tacién iré basada en ese bagaje ontolégico ofrecido por Lukécs en/ los presupuestos antropolégicos desarrollados por su Escuela. Para la idea de de-construccién de lo normativo y de las repre— sentaciones contempor4neas, véanse los ensayos de Craig Owens, - Jean Baudrillard, Jiirgen Habermas y otros en La Posmodernidad (Se~ leceién y Prélogo de Hal Foster) Kairés, Barcelona, 1985. La refe- rencia de Apel se encuentra en el Tomo II de su Transformacién de la filosofia, op.cit. p. 404 n. De la Escuela de Budapest, pueden consultarse las siguientes obras de Agnes Heller Hipétesis para - una teorfa marxista de los valores, op. cit. pp. 22 y 94; Por una/ filosofia radical, op. cit. pp. 15-16; y en colaboracién con Ferenc -38- (230) (231) (232) (233) (234) (235) (236) Fehér, Anatomia de la izquierda occidental, op. cit. p. 121; asimis mo vid. el ensayo de Agenes Heller "The Power of Shame" en The Po-~ wer of Shame.A Rational Perspective, op. cit. p. 54. José Luis L. Aranguren, Etica, op. cit. cap. II, passim. Gyérgy Lukécs, "Heinrich Heine como poeta nacional" en Realistas - alemanes del siglo XIX, op. cit. p. 152. Gyérgy Lukécs,"Gottfried Keller" Realistas alemanes del siglo XIX,- op. cit. p. 201. Ibid., op. cit. p. 214; y como ha puesto de relieve recientemente - el Prof. Pérez Lufio, refiriéndose al pensamiento de Mancini, esta - relacién halla en el derecho esa necesidad de integracién de la mis ma al unirse critica y dialécticamente en el mismo "el elemento mo- ral con el sensible", en A.E. Pérez Lufio "La filosofia juridica de/ P.S. Mancini y su teorfa de la nacionalidad", publicado como "pre— sentacién" a Pasquale Stanislao Mancini, Sobre la nacionalidad, edi cién cuidada por A.E. Pérez Lufio y trad. al cast. por Manuel Carre- ra Diaz, Tecnos, Madrid. 1985, p. XV. En el mismo sentido puede - consultarse un trabajo anterior del mismo autor bajo el titulo de - Iusnaturalismo y positivismo jurfdico en la Italia moderna., Publi- caciones del Real Colegio de Espafia, Bolonia, 1971, pp. 70 ss. Robert Musil, El hombre sin atributos, tomo I2, p. 48 de la edicién castellana. L, Garcia San Miguel, Notas para una critica de la razén_juridica,/ Tecnos, Madrid, 1969, p. 137 (de esta obra existe una segunda edi-. cién corregida y ampliada en las ediciones de la Facultad de dere— cho de la Universidad Complutense, Madrid, 1975). De H.L.A. Hart, vid. El Concepto de derecho, (trad. de Genaro R. Ca rrié), Editora Nacional, México, 1980, p. 254; asimismo la obra del mismo autor, Moral y Derecho. Contribuciones a su _andlisis, (trad./ de G.R. Carrié), Ed. Depalma, Buenos Aires, 1962, p. 9. En relacién -39- (237) (238) (239) (240) (241) (242) (243) (244) (245) a los textos de J. Habermas, consiiltese su ensayo sobre "La moderni dad, un proyecto incompleto" en Hal Foster, J. Habermas, J. Baudri- llard y otros... La Posmodernidad, op. cit. pp. 31 y 34, (subrayado nuestro). A.E. Pérez Lufio, "Jeremy Bentham y la educacién juridica en la Uni- versidad de Salamanca durante el primer tercio del siglo XIX", en - Leducazione giuridica, vol, II. Profi: taria, Perugia, 1979. i storici, Librerfa Universi Mario A, Cattaneo, "Il diritto naturale nel pensiero di H.L.A.Hart" en RIFD, XLII (1965) p. 691. Elfas Diaz,Sociologia y filosof{a del derecho, op. cit. pp. 28-29. La participacién democrética viene analizada en Habermas en fun——- cién de la plena efectividad de los principios constitucionales - que se hallan en la base de la culminacién de los presupuestos de/ las revoluciones burguesas, que tanto budapest como Frankfurt, pro pician desde sus respectivos marcos teéricos. Para este tema véase Jiirgen Habermas "Sul concetto di partecipazione politica", en C. - Pozzi (eds.) Germania: verso una societa autoritaria, Laterza, Ba- ri, 1968, p. 48. Del mismo puede consultarse el libro de Elfas - Diaz, De la maldad estatal y la soberanfa popular, Ed. Debate, » arid, 1984, Passim, Elfas Diaz, op. cit. pp. 36 y 38. Citado por Theodor Geiger, Moral y Derecho. Polémica con Uppsala, - (trad. de Ernesto Garzén Valdés), Alfa, Barcelona, 1982, p. 165. Ibid. op. cit. p. 165. Tbid., op. cit. p. 195. Vladimir Jankélévitch, La paradoja de la moral, op. cit. p. 222. -40- (246) (247) (248) (249) (250) (251) (252) (253) Ibid., op. cit. p. 223. A.E. Pérez Lufio, Lecciones de filosofia del derecho, op. cit.pp. 43 SS. esp. pp. 45 y 46, en las que se toma partido por una diferencia cién teleolégica entre derecho y moral que contiene implicitamente/ nuestra argumentacién; parece pacifico admitir, por consiguiente, - que la moral influye sobre el derecho, y éste a su véz influye(y de be influir) sobre la moral; como afirma V. Ferrari "nel senso che - attraverso il diritto si possono mutare i costumi morali di un popo lo, indirizzandolo per esempio su vie di progresso e facilitandogli lvabbatimento di pregiudizo e di tabi" en "Presentazione" a la edi- cién italiana de la obra de Morris Ginsberg La giustizia nella so— gieté, giuffré edit. Milano, 1981., p. XLI. JGrgen Habermas "Notizen zum begriff der Rollenkompetenz en Kultur/ und Kritik, Suhrkamp, Frankfurt a/M., 1973, pp. 195 ss. Ibid. op. cit. p. 212. Agnes Heller, Por una filosofia radical, op. cit. p. 142. Vid. Gustavo Gozzi, "Regioni e bisogni in Habermas", op. cit. p. 36 Jiirgen Habermas, La crissi della razionalita nel capitalisnomaturo, op. cit. p, 7. La racionalidad comunicativa viene integrada unite riamente por la triple tarea de transmitir una tradicién cultural,/ por la de integracién social y por la de socializacién. "Pero las - ocasiones de protesta y descontento se originan precisamente cuando las esferas dé la accién comunicativa, centradas en la reproduccién y transmisién de valores y normas, estén penetradas por una forma - de modernizacién guiada por normas de racionalidad econémica y admi nistrativa... en otras palabras, por normas de racionalizacién com pletamente distintas de las de la racionalidad comunicativa..." en/ J. Habermas "La modernidad, un proyecto incompleto" en Hal Foster,/ J. Habermas, J. Baudrillard y otros... La Posmodernidad, op. cit. - Pp. 26. Gydrgy Lukécs, Estética I, Vol 3, op. cit. pp. 220-224. -41- (254) (285) (256) (257) (258) (259) (260) (261) (262) (263) Morris Ginsberg, La giusti 278 ss. iet&, op. cit. pp. 263 ss. - ",..e1 formalismo kantiano, que expresaba una exigencia y una tarea Propuesta al hombre en cuanto que puro Vernunftwesen, pero de ningu na manera una realidad emp{rica, fue mucho més nominal que real. La razén es obvia: aunque el teismo, y, por tanto, el cristianismo ha- bian entrado en crisis, la moral cristiana continuaba vigente, Por/ ello, cuando Kant acepta ‘como punto de partida el factum de la mora lidad, lo que acepta, sin hacerse siquiera cuestién de ello, por su ahistoricismo filoséfico, es la moral cristiana protestante" José L Aranguren, Etica, io. cit. p. 191. I. Kant, Introduccién a la teoria del derecho, (trad. e Introd. de/ Felipe Gonz&lez Vicen) Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1978, pp. 42 ss. y 53 ss. F.E. Oppenheim, Etica y filosofia politica, op. cit. pp. 81 y 89. Hans Welzel, Introduccién a la filosofia del derecho. Derecho natu- ral_y justicia material, Aguilar, Madrid, 1977, "Introduccién",p.. sin olvidar esa diferenciacién critico-teleolégica que hemos consi derado como 1a més importante, tanto para ser conscientes de las di ferencias como de las intromisiones de un orden sobre otro. Ibid. op. cit. p. Xx. Richard B. Brandt, Teoria Etica, (vers. esp. de Esperanza Guisan) - en Alianza Univ., Madrid, 1982, p. 23. David Hume, Tratado de la naturaleza humana III (trad. introd. y no tas de Félix Duque), Orbis, Barcelona, 1984, en p&ginas 689-690 se/ encuentra el famoso "is-ough’ passage. G.E. Moore, Principio Ethica, op. cit. cap. primero passim. Cfr. Mary Warnock, Etica contemporénea (trad. de Conchita Lépez-No- guera de Muguerza; Presentacién Javier Muguerza), Labor, Barcelona, =42— (264) (265) (266) (267) (268) (269) 1968,pp. 31ss.; véanse asimismo los estudios de J.L.L. Aranguren so bre el "anélisis" en Lo que sabemos de moral, Gregorio del Toro, Ma drid. 1967, pp. 31 ss.; y en un plano més general su "Prélogo" a - Stephen E. Toulmin El puesto de la razén en la ética, (trad. de I.F. Ariza) Alianza, Madrid, 1979, pp. 8-11. Por ejemplo la interpretacién antinaturalista chocarfa con algunos/ otros pasaje de la obra, como son el famoso “Slave passage" inserto en el tomo II de la edicién que manejamos, p. 617, en donde Hume ha ce coincidir 1a tendencia hacia el mismo objeto de la "razén" y la/ "pasién", aun cuando se subordine aquélla a los presupuestos de és- ta Giltima; también puede verse el pérrafo dedicado a la obligatorie dad de las promesas en tomo III, edicién citada P. 751. Para una - interpretacién abierta de este pasaje humano puede verse el trabajo de A. Domenech "Teoria, critica y practica" en Sistema, 7 (1974), - Pp. 55, en donde se retoman las afirmaciones de Hume en su Treatise/ para argumentar contra el objetivismo de los valores y los presu-— puestos de la filosoffa analitica radical reductora de la ética a - simple metaética H.A. Prichard Moral Obligation: Essays and Lectures, Oxford Univer- sity Press, Oxford, 1949. R.M. Hare, The Language of Morals, Clarendon Press, Oxford, 1952; y Freedom and Reason, Clarendon Press, Oxford, 1963, 00. 108 y 186, - en donde se considera el "is-ought passage" como 1a "ley de Hum Alasdair MacIntre, "Hume on Is and Ought", Philosophical Review - LXVIII (1959), p. 461, e igualmente en W.D. Hudson ed. The Is-Ought Question en Controversies in Philosophy, Antony Flew Editor, Lon - dres, 1969 (48 reimp. 1983) p. 41. Charles Fried, An Anatomy of Values, Harvard University Press, Cam— bridge-Mass., 1970. Alasdair MacIntre, "Hume on Is and Ought" en W.D. Hudson (ed.) The Is Ought Question, op. cit. p. 46. -43—

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