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ah - LA FUNDAMENTACION DE LOS DERECHOS HUMANOS: TEORIA DE LAS NECESIDADES Y DE LOS VALORES EN LA "ESCUELA DE BUDAPEST" Tesis realizada por D. JOAQUIN HERRERA FLORES, para la obtencién del Titulo de Doctor en Derecho por la Universidad de Sevilla, bajo la direccién del Prof. Dr. D. Antonio Enrique Pérez Lufio. Sevilla, 1.986 R. GS. 06% Ces UISIASF UNIVER IDAD DE SEVILLA i x AL —_————— Doctoral del libro Sevilla, — Ti dofo del Negacigdo anon wr av" INDICE TOMOT PARTE I? LA NORMATIVIDAD SOCIAL COMO ESTRUCTURA SIGNIFICANTE: TEORIAS, CONTENIDOS, PROBLE MATICA DE LA FUNDAMENTACION CAPITULO 12.~- NORMATIVIDAD SOCIAL: ETICA, METAETICA Y ETICA JURIDICA 1. Presupuestos generales 1.1.1.- Historicidad .. 1.1.2.- Socialidad: mas aca del deber y de la justicia. Marxis mo y normatividad . 1.1.3.- Naturaleza formal: normatividad como estructura y como contenido L4.- Propuestas ontolégicas ... 1.2- Presupuestos teéricos 1.2.1.- Elementos generales ... 1.2.1.a) Unidad de le razén humana .. a 1.2.1.b) _Cientificidad de las objetivaciones teérico-prdcticas 1.2.1.c) Objetividad-intersubjetividad ... 1.2.2.- Problemas comunes .. 1.2.2.2) No normativided .. 1.2.2.b) __ Presupuestos filoséficos previos .. 1.2.2.c) - Naturaleza humana de la normatividad: més allé de Ja naturaleza 1.2.2.4) Interrelacién critica entre Derecho y Moral «......+ Pagina 10 29 45 54 55 59 63 70 73 76 78 83 CAPITULO 2°.- NORMATIVIDAD SOCIAL: CONTENIDOS Y PROPUESTA FUNDAMENTADORA 2.1- Contenidos formales objetivos Ser-deber ser: el deber juridico .. La justicia: tensién entre procedimiento y eticidad Progreso y principios basicos del ordenamiento ..... — El Derecho Natural como metaética 2.2.- Problemdtica de la fundamentacién 2.2.1.- Fundamentalismo "versus" fundamentaciOn «+0006 2.2.2.- Radicalidad y suficiencia en la fundamentacién de los valores .. 2.2.3.- Propuesta fundamentadora: delimitacién y clarifica ciones ... PARTE Ii*.- LA FUNDAMENTACION DE LOS VALORES COMO "ESTRUCTURAS DINAMICAS SIGNIFICATIVAS": LA ESCUELA DE BUDAPEST CAPITULO 12.- PROBLEMAS TEORICOS DE ACERCAMIENTO. LA IDEA DE "TOLERANCIA RADICAL" EN LA ESCUELA DE BUDAPEST .. CAPITULO 22.- ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE LA OBRA DEL FUNDADOR DE LA ESCUELA: GYORGY LUKACS . 2.1 Evolucién teérica: ejemplo de aplicacién de la dialec tica ala propia obra ... . 2.2.- El "desgarro del ser": "leit-motiv" del impulso teéri- co lukdcsiano. Visién global: de lo tragico a lo insti- tucional ... Pagina 90 92 104 115 124 150 160 167 183 189 189 195 2.2.1.- 2.2.1.a- 2.2.1.b.- 2.2.1.¢.- 2.2.2.- 2.2.2.8. 2.2.2.b.- bi: br: bi: 2.2.2.c.- 2.2.3.- 2.2.3.a.- 2.2.3.b.- bi bi: Renovacién del marxismo .. Idea de ortodoxia Marxismo y tradicién burgues: ralidad dinamismo y plu- Marxismo y siglo XX ... Bisqueda de mediaciones. Aspectos politicos .. Aspectos metodolégicos . Mediaciones y proceso ... Mediaciones y totalidad . Mediaciones y ontologia .. Aspectos categoriales .. Categorias y realidad Categorias y reflejo .. Ser social y valores juridicos; "la particularidad" como categoria central de la fundamentacién Conclusiones .. El humanismo critico de Lukécs: la relacién dia- Jéctica y mediada entre el individuo y la comuni- dad . Rechazo del humanismo absoluto: centro 1 hombre como Individuo-Comunidad ... Programa de desfetichizacién de lo real .., Relacién critico-dialéctica entre la subjetividad y la objetividad en el marco de una teorfa del hom Dre sess, a Conclusiones criticas El descubrimiento del hombre Del hombre genérico de los Manuscritos al "homo mensura" de Historia y consciencia de Clase ....... — 205 205 210 212 214 217 218 219 221 225 225 231 236 238 239 241 247 248 251 258 270 271 en Humanismo como constante; ética y humanismo .... CAPITULO 32,- LA ESCUELA DE BUDAPEST. Filogéneses y 3.1 3.1.1.- 3.1.1.1.- 3.1.1.2.- 3.1.2.- 3.1.2.1.- 3.1.2.2.- 3.2.- 3.2.1.- 3.2.2.- 3.2.2.1.- 3.2.2.2,- 3.2.2.2.) 3.2.2.2.b) ontogénesis de un movimiento intelectual ........ Contexto social, politico y cultural del surgimiento de la Escuela. La critica ética al socialismo real ... Hungria 1.956: ;Socialismo o libertad? ... Hechos desencadenadores .. Aspectos politicos, tedricos y formales .... i) Aspectos politicos ..... ii) Aspectos juridico-formales iii) Aspectos teéricos La ética radical como respuesta positiva desde el ideal socialista Problemas seménticos .. Burocracia y Dictadura: ;disfunciones o naturaleza de los regimenes europeo-orientales? ... Elementos de la critica ética a las burocracias euro peo-orientales. Las Dictaduras sobre las necesidades Gyorgy Lukécs y la Escuela de Budapest. Revisién ge nérica de la propuesta lukdcsiana .. aoe Conexiones y distanciamiento ..e.ssssse Revisién ontolégica y ética de la propuesta lukécsia na De la ontologia a la antropologia ..... Marco ontolégico-antropolégico Aspectos generales .. Aspectos parciales .... 280 298 301 302 306 307 311 317 319 320 324 349 351 358 362 368 b.l- b.L- b.L.2.- b.1.2. a) b.1.2. b) b.1.3.- b.13. a) b.1.3. b) b.1.3. ¢) b.IL- b.IL1. b.11.2.- Db.IL3.- Humanismo y mediacién .. one El trabajo como actividad humana especifica ... Las necesidades humanas Definiciones e interpretaci6n. .... Necesidades y trabajo ... Valores y Necesidades. El fundamento radical de los derechos huMANOS «sss.see00: Tipologias de necesidades. Las necesi cales Sistemas objetivacionales. Los valores sociales .. Actividad humana, necesidades radicales y valo— res juridicos. El fundamento de los derechos huma. nos .. 5 Democracia radical y valores jurfdicos. A modo de conclusién ... Democracia radical y Occidente Demoeracia radical y Humanidad .. Democracia radical y Dignidad Humana .. TOMO I Notas ala1* Parte .. Notas a la 24 Parte ... 369 370 299 401 416 424 424 441 452 93 INTRODUCCION 1 - En su famoso ensayo sobre Schopenhauer, Thomas Mann afirmaba que "ni siquiera la definicién més convencida y més convincente, la definicién més intimamente vivida, de aquello que esté en el fondo de los fenémenos es capaz de sacar a la luz la raiz de las cosas" (1). Cuando se habla de derechos humanos, esa raiz, esa esencia, no radica sino en el hombre; y hablar de hombre en el mundo contemporéneo es hacerlo teniendo en cuenta sus conflictos y contradicciones. Fundamentar un fenémeno, pues, es ir a su rafz, a su esencia més inmediata, es decir, penetrar en su estructura y buscar la incidencia de dicha conflictividad en el seno de la misma. Si partimos de la intuicién de Mann, fundamentar no es ni describir, ni definir un elemento de lo real. Ir a Ja rafz de las cosas, 0 lo que es lo mismo, enfrascarse en la tarea fundamentadora implica el esfuerzo por descubrir la estructura categorial del fenémeno, y a la vez, investigar sus reglas de transformacién, es decir, su dindmica interna y externa. Desde el principio de este trabajo esta hipétesis ha presidido todos los momentos de la argumentacién. Y nos ha venido dada desde diferentes puntos de vista doctrinales, coincidentes en dltimo extremo, en la defensa de la idea de democracia como proceso de vida. En principio habria que destacar la importancia que ha tenido para nuestros desarrollos la lectura de la obra de la 1# y la 2# Escuela de Frankfurt, de los ensayos clarificadores de un Alasdair Macintre, W.D. Hudson, Stephen E. Toulmin, de las propuestas metodolégicas y apreciaciones filoséficas de Lucien Goldmann, y, sobre todo, de los escritos de Gyérgy Lukées y seguidores: Agnes Heller, Ferenc Fehér, Gyorgy Markus, Mihaly Vajda, Andras Hegediis, Maria Mérkus, y otros, unidos por el autor de Historia y conciencia de clase bajo el rétulo de Escuela de Budapest; rétulo al que se sienten ligados atin en el exilio y la dispersién geogréfica. En nuestro dmbito doctrinal -y desde el plano de la teorfa étice- la problemdtica del fundamento de los valores y de los razonamientos que en ellos se apoyan, ha tenido especial resonancia en el esfuerzo de J.L.L. Aranguren por construir un puente entre la ética y la politica; y, entre otros pensadores acerca de la moral, por J. Muguerza al proponernos -rechazando cualquier dogmativismo y prejuicio- un cauce para el mismo viaje a través de su fundamentacién neonaturalista y neohistoricista. En el terreno de la filosoffa juridica, el tema ha tenido una © recogida especial y abundante. La creacién del Instituto de Derechos Humanos, ha sido el primer resultado institucional de la preocupacién de unos juristas atentos a una reordenacién de los temas de la Filosoffa del Derecho, en funcién de los pardémetros normativos que, encabezados por la Constitucién de 1.978, han facilitado el arduo transito de una dictadura hacia un Estado democrético, sustentado por el pilar bdsico de los derechos humanos en tanto que derechos fundamentales (2). Sin llegar a lo que el Prof. Benito de Castro denominaba "obsesién colectiva" (3), uno de los temas que més han preocupado en nuestra disciplina ha sido el problema de la fundamentacién de los valores jurfdicos. A pesar de los enfoques meramente negativos que de la misma tarea se han dado en el campo de la filosoffa juridica espafiola (4), quizé esa preocupacién originaria tenga una I coherencia légica con la juventud de nuestra norma constitucional y con las necesidades de clarificacién teérica que la parte dogmética del texto fundamental plantea. Finalmente hay que decir que esta problemética ha sido uno de los ejes de la obra del Prof. Pérez Lufio a lo largo de su produccién teérica sobre el campo de los derechos humanos. Este punto de partida, y el hecho de propiciar una fundamentacién de aquéllos que tenga en cuenta tanto los aspectos formales -situacién comunicativa ideal- como los materiales -necesidades y exigencias humanas con pretensién valorativa-, han provocado que dichos desarrollos estén en la base de nuestro trabajo sirviéndonos de esquema y de impulso erftico. 2 ~ Contrariamente a la posicién defendida por C.S. Nino, pensamos que la tarea funddmentadora, tal y como expusimos més arriba, es previa al concepto que de los Derechos Humanos tengamos (5). Clarificar el fundamento de tales valores normativos y sociales es un paso necesario para ofrecer una definicién aproximativa de los mismos. Saber cuél es la estructura categorial y las reglas de transformacién y dinamizacién del fenémeno de los Derechos Humanos, posibilita tal conceptuacién, afiadiendo, eso si, un plus de dificultad al extender su campo de actuacién a todos y cada uno de los niveles de reflexién acerca de los valores jurfdicos. Todo esto quiere conducir a la constatacién de que ya no es posible ningiin tipo de fundamentacién absoluta e inmutable. Las mismas posiciones neocontractualistas, son cuestionables cuando las enfrentamos con las mm mismas condiciones de revisabilidad y mutabilidad que son los elementos precisos que constituyen la esencia de la democracia. Asumir un conjunto u otro de principios como justificados de una vez por todas, no conduce mas que a polémicas estériles acerca del contenido concreto de las propuestas ofrecidas. La fundamentacién de los Derechos Humanos no puede ser sino aproximativa, flexible, histérica, social y, en defenitiva, democrdtica. El problema del fundamento no sélo sirve para ofrecer conceptos, 0, como se ha dicho, para saber cudles sean estos derechos (6). Los elementos que conforman la tarea fundamentadora no estén en el origen de la categoria de los derechos humanos; constituyen més bien el principio al que remitirse en todos y cada uno de los momentos de la investigacién sobre los mismos, corrigiendo y adaptdndolos a las nuevas y cambiantes circunstancias sociales y teéricas. Se ha hablado del "eterno retorno" de los derechos y libertades fundamentales (7); quizé ello sea la causa de esa "obsesién colectiva" por entenderlos estructural, sociolégica y filoséficamente. Si la filosoffa juridica pretende encontrar su status especifico, o sea, reconocerse como tal (8), la remisién a los derechos humanos y derechos fundamentales es una exigencia ineludible de la renovacién de su paradigma fuera ya de la discusién remota y estéril entre el iusnaturalismo y el positivismo. Tal y como defienden en nuestro dmbito doctrinal Eusebio Fernandez (9) y Gregorio Peces Barba (10), los derechos humanos constituyen una categoria intermedia entre el orden moral -de origen iusnaturalista-, y el orden Iv politico-formal -de matiz positivista. Atin cuando dichas perspectivas intenten diluir preguntas mal formuladas, pensamos que el terreno "dualista” que pisan ambos pensadores, puede conducir, sin una investigacién precisa de la estructura categorial y las reglas de transformacién de los derechos humanos, de nuevo al punto de partida, y hacer resurgir la cuestién de cudl sea en definitiva el fundamento de los mismos. Pensamos que tanto las "buenas razones" con pretensién de reconocimiento universal (E. Fernandez), como la interaccién entre la moral y la politica, la justicia y la fuerza (Peces Barba), constituyen elementos que hay que tener en cuenta en la investigacién sobre el fundamento de los derechos humanos. Sin embargo, seria pisar un terreno peligroso el permanecer en uno de esos niveles -polos lukdesianos- excluyendo otros. 0, lo que es mucho més insatisfactorio, utilizar ambos niveles sin conectarlos con las exigencias axiolégicas, como preferencias sociales generalizables, _individuales, estructuradas en sistemas de necesidades, y normativo-institucionales; deficiencias que hallamos en la obra reciente de C.S. Nino, Etica_y derechos humanos (11). Desde las premisas de la justificacién moral lo que se intenta es unificar los elementos discursivos con los morales -quedando fuera toda consideracién sobre el aspecto formal e institucional que tanta importancia tiene en el terreno de los derechos humanos-, predominando, en Wdtima instancia, el elemento metaético, tanto para justificar los principios morales bésicos, como para decidir acerca de la extensién de la titularidad de aquéllos. Dichas pretensiones caen por su propio peso con sélo observar la tendencia supranacional de reconocimiento de los derechos humanos. Benito de Castro afirma que en dicho proceso se esté asistiendo a la constatacién de un substrato ético comtin que puede servir de factor aglutinante a la hora de la fundamentacién. Este proceso viene dado, no por el mero discurso moral, sino por le afirmacién de la dignidad humana como valor bésico y, segtin el mismo autor, por el reconocimiento de exigencias radicales que la dignidad humana proyecta sobre el sistema de relaciones sociales (12). Pensamos que éste es un acercamiento operativo, aunque el argumento haya que entenderlo en sentido contrario: es decir, la dignidad humana como valor bsico ~y sin perjuicio de su posterior labor conformadora- viene dada por el reconocimiento de todas las necesidades y aspiraciones con tendencia valorativa. Y, por otro lado, hay que apuntar que el fundamento de los derechos humanos no esté en la dignidad humana: esto no seria sino fundamentar el todo por las partes, y nos conducirfa a discusiones inacabables por justificar la eleccién de tal valor, y no otros como p.e. la libertad o le igualdad. 3 - Nuestra tesis radica en que el fundamento no es més que una investigacién acerca de la estructura categorial y dindmica de los derechos humanos. Lo primero lo encontramos en la Estética lukécsiana; y lo segundo, en el esfuerzo teérico de la Escuela de Budapest. VI Pera Lukécs, el modo de entender el proceso de antropomorfizacién que se da en las ciencias sociales, y, sobre todo, en el arte, es descubrir el modo como interaccionan la singularidad-cotidianeidad, con la genericidad-universalidad; y ello lo halla el autor hiingaro en el concepto de "mediacién" como centro, es decir, no sélo como punto intermedio, sino como elemento configurador y omnipresente que asume las objetivaciones cotidianas y las conecta, mediadas por su mismo filtro, con la genericidad. Siguiendo este esquema categorial, la aplicacién al campo del fundamento de los derechos humanos, la encontramos en la imbricacién dialéctica entre el trabajo humano, las necesidades humanas y los valores: elementos que constituyen la mediacién central que es capaz de absorber el excedente cognitivo y cultural que surge de la cotidianeidad, y es capaz de reintegrarlo en los aspectos més genéricos y universalizables. Los derechos humanos en toda la extensién de su concepto vendrian dados a través de esa mediacién, otorgando su debida importancia al entramado institucional de reconocimiento. La Escuela de Budapest, en su esfuerzo por concretar y aplicar esa estructura categorial lukécsiana, y aprovechar la concepcién de las objetivaciones que rezuma en la Estética, ha centrado sus intereses tedricos en el estudio de dicha mediacién. El trabajo humano, entendido como actividad humana especffica; el estudio de las necesidades humanes radicelizadas e integradas en sistemas de necesidades coincidentes con formas de vida y movimientos sociales precisos; y el andlisis de los valores como preferencias sociales generalizables, siempre en aras de lo que ellos denominan "riqueza : vil humane", han sido los parémetros desde los que han ido construyendo su alternativa antropolégica, ética y sociolégica,perfectamente aplicable al mundo contempordneo. En este esfuerzo tedrico siempre ha predominado, hasta el momento, la preocupacién por dinamizar los objetos sobre los que se proyectaba Ja investigacién: las necesidades, los instintos, la vida cotidiana, los sentimientos, etc., han sido retomados teniendo en cuenta sus reglas de transformacién a través de los sistemas objetivacionales que son los que formalizan la continuidad histérica de la humanidad. Nosotros retomamos este esfuerzo y lo reconducimos a la tarea fundamentadore. Tenemos la estructura categorial: actividad humana especffica- necesidades-valores, que son los elementos que constituyen la mediacién central que es dénde reside el fundamento de los derechos humanos. Analizando las interrelaciones entre los mismos y su conexién con la cotidianeidad y le genericidad hallaremos las reglas de transformacién y mutacién del tema que nos ocupa. En nuestro trabajo no nos detendremos en las relaciones de esa mediacién central con la inmediatez de la vida cotidiana, sino para poner de relieve que el surgimiento de los derechos humanos no estd en ningiin tipo de principio moral, sino en el excedente cognitivo y cultural que se eleva de la misma cotidianeidad, intentando romper las barreras y obstdculos -en el sentido de Arnold Hauser- que las objetivaciones cotidianas plantean. El andlisis de este excedente puede ser objeto de un futuro trabajo que se empefie en clarificar tales VU relaciones. Nosotros, en este momento, ponemos més bien el acento en la relacién de los elementos de la mediacién central con los momentos més genéricos y universales que conforman la idea de humanidad. Teniendo en cuenta esto es factible pensar que el elemento basico para esa interrelacién reside en el valor de la dignidad humana. Valor basico -no més alto-, que aparece como el més adecuado para sostener el papel de la mediacién, y, al mismo tiempo es lo suficientemente abstracto como para poder ser proyectado sobre las diferentes culturas y formas de vida que componen la humanidad. Este valor bésico se concretarfa en una serie de principios y valores, mediante los cuales podremos enjuiciar cualquier norma de cualquier forma de vida. Ahora bien, estos principios no son morales. La moralidad no es algo previo desde donde surjen los valores juridicos y sociales. La moralidad no consiste sino en saber actuar en una forma de vida determinada de acuerdo con el sistema de normas-y-reglas imperantes, propiciando la interiorizacién de las mismas y su tendencia a la universalizacién. Los principios y valores que constituyen la categoria de los derechos humanos pueden ser entendidos de diferentes formas segiin su situacién conereta, su grado de universalizacién y de reconocimiento formal: p.e. "necesidades radicales", "valores sociales" 0 "derechos fundamentales", alcanzando una mayor o menor dimensién moral en funcién de los mismos elementos diferenciales. El cémo elegir un Parlamento, cudles sean las relaciones entre los Ix poderes, y cuéles las instituciones especfficas de un sistema social, son elementos normativos que tienen un grado de generalizacién bastante exiguo: cada cultura y forma de vida puede decidir sobre los mismos sin lugar a criticas ajenas. Sin embargo, vulnerar principios como el del reconocimiento de todas las necesidades y su posterior debate democrdtico acerca de la posibilidad de su satisfaccién, 0 posibilitar normas que impliquen dominacién, explotacién o violencia, si pueden ser cuestionadas en tanto que vulneran el mismo entendimiento de la dignidad humana reconocida como valor bésico tanto a nivel nacional como internacional. 4 - Esta concepcién de la fundamentacién, basada en el valor jurfdico de la dignidad humana, tiene una serie de ventajas a la hora de afrontar el papel de los derechos humanos en la sociedad contempordnea, y ofrecer puntos sélidos para favorecer una interpretacién evolutiva e institucional de los mismos. Entender el fundamento tal y como planteamos, excluye de antemano cualquier tipo de absolutizacién de sus términos, debido a que la misma estructura categorial es movible y dindmica; y, en un segundo plano, los mismos elementos que conforman la mediacién, constituyen momentos que van variando y mutando en funcién de las cambiantes circunstancias histéricas y sociales. Esto puede inducir a la teorfa sobre los derechos humanos a nuevas perspectivas de operatividad, cuales son la solidificacién de una vez por todas de la necesidad de que los valores juridicos desciendan a la regulacién de la vida privada de los ciudadanos y de sus grupos. La consideracién de la dignidad humana, y con ella, del conjunto de principios que la concretan y especifican, como bésicos, nunca como més altos, conlleva a que jerarquicemos dichos valores y principios en funcién de su mayor o menor grado de imprescindibilidad para el funcionamiento democratico de la sociedad civil. Pensamos que a mayor universalizacién y generalizacién, mayor grado de imprescindibilidad, por lo que lo més bésico es la dignidad del hombre concretada, especificada y puesta en Practica desde las premisas de la democracia como proceso vital, y no simplemente como forma de acceso al poder. Aparte de este apoyo a la justificacién de la "horizontalidad" de los valores, otro elemento viene facilitado por esta concepcién fundamentadora. Hasta el momento, la evolucién de las tablas de valores reconocidos juridicamente, ha sido entendida desde el proceso de positivacién-asimilacién formal por parte del ordenamiento juridico. Parece que con la plasmacién del Estado democratico y social de derecho, e&te proceso se detiene y a lo que hay que prestar atencién es a la eficacia y garantfa de sus premisas més abstractas. Pues bien, desde el campo de la ética jurfdica se han venido registrando inquietudes teéricas por "flexibilizar" el catélogo de derechos fundamentales, para ponerlos en contacto con las circunstancias del momento. La falta de un fundamento preciso que contemple todos y cada uno de los aspectos del problema, ha conducido a estas teorfas a proclamar la necesidad de "desconstitucionalizar" los derechos fundamentales. Los riesgos de tal medida son evidentes, pues la misma flexibilidad se diluirfa en el inestable juego de mayorfas y minorfes, entregando esos elementos que constituyen el XI resultado del esfuerzo humano a lo largo de la historia, de las necesidades radicales y de los valores més socializados, en manos de flujo partidista y meramente particular. En la sociedad contemporénea la necesidad de respeter el contenido esencial de los diferentes valores reconocidos juridicamente, es un pilar fundamental del Estado democrético y social de derecho. Pero también se necesita que, tanto el legislador como las instancias judiciales constitucionales, sean conscientes de que los derechos humanos no son. categorfas rigidas y estéticas, sino que, constituyendo el excedente que surge de la vida cotidiana, vienen mediados a través de la actividad humana, las necesidades y los valores. Si esto es asi, es preciso afrontarlos imbuidos de las caracteristicas democraticas de revisabilidad, correccién y "mutacién" constantes. Analizar conjuntamente el concepto de los derechos humanos su interpretacién, su adaptacién a las exigencias sociales, y su fundamentacién radical, puede sugerir vias de salida adecuadas a los problemas mencionados, vias que darén la medida de la efectividad precisa de la teoria. 5 ~ ,Cémo nos hemos planteado la realizacién de estos objetivos?. Muy bien Podrfamos haber optado por el método tradicional de comenzar por la evolucién histérica de los pensadores que estén en la base de nuestra perspectiva, para, @ continuacién concretar los problemas del objeto de estudio en funcién de las teorias previamente expuestas. A la hora de plantearnos el método de acercamiento a la tarea de x0 fundamentacién, observamos que realizar el mismo en el sentido tradicional implicarfa partir del conocimiento a priori de que los presupuestos de la Escuela de Budapest son los adecuados para la misma, y al lector sdlo le quedaria constatar dichas propuestas en la préctica. Ya Lukées, en los tiltimos dias de su agitada vida politica y teérica, se lamentaba de haber realizado su Ontologfa siguiendo este método que rechazamos. Mejor que ello, pensamos que serfa mucho més adecuado, y a la vez mucho més complejo, el partir de la exposicién de los temas més importantes, de Jas polémicas més hirientes y de las relaciones tedricas que siempre rondan alrédedor de cualquier fundamentacién de los derechos humanos. Y, en un segundo momento, concretar esos elementos parciales en una estructura més global del hombre como ser social que nos posibilite la aplicacién de la estructura categorial y facilite el descubrimiento de las reglas de transformacién del objeto. Para ello nada mejor que acojerse al método que Lucien Goldmann entresaca de las obras del "joven Lukécs". Este método ha sido denominado por el autor de El hombre y lo absoluto como el método de estructura significante. Segiin este método, no coincidente con el estructuralismo "tout court" de los afios sesenta, cualquier fenémeno de la realidad constituye una estructura significante, es decir, un conjunto de elementos interrelacionados de tal modo que las partes no pueden entenderse sin el todo, y éste encuentra su medida real en la consideracién conjunta de las partes: "todo" y "partes" ostentan una significacién, un sentido, un telos que viene inserto en la misma estructura bajo la forma de los valores que la dinamizan. xi Pues bien, siguiendo estos elementos metodolégicos abordamos en la primera parte del trabajo temas tan importantes para la fundamentacién como Ja historicidad, la socialidad, la omnipresencia de la normatividad, los problemas de la cientificidad de las objetivaciones, su objetividad-intersubjetividad, y elementos tan polémicos como los del deber ser jurfdico, el progreso normativo, la justicia formal y ética y el tema del derecho natural como metaética. Tanto unos como otros han sido contemplados, tal y como afirma Agnes Heller, "regarding values", es decir, analizando sus probleméticas no en un sentido definitivo, sino "aproximativo" y "critico". Después del acercamiento al bagaje tematico de la normatividad como estructura significante, que concluye en una concreta propuesta fundamentadora de los valores, nos introducimos en la segunda parte del trabajo a través de un capitulo inicial en el que nos planteamos exponer genéricamente el desarrollo posterior y apuntar los criterios bibliogréficos y doctrinales que sirvieron de pauta para la exposicién de la primera parte. Estos criterios se resumen en lo que la Escuela de Budapest denomina “tolerancia radical". Desde ésta es posible asumir en la argumentacién cualquier propuesta teérica que tenga relevancia para los fines de la misma, con el limite ético de que puedan ser reconducidas a una explicacién ad hominem y democratica de los fenémenos. Pues bien, si en el estudio de la normatividad como estructura significante, es decir, en el nivel de comprensién de los temas y polémicas més importantes e incidentes en la investigacién, utilizamos cierta amplitud de XIV componentes teéricos y doctrinales ello ha sido presidido por nuestra perspectiva "regarding values". Con todo, la filosoffa analitica, el marxismo, la filosoffa de la ciencia, la teorfa ética, y la filosoffa jurfdica han sido manejados teniendo en cuenta dicha perspectiva, y, asimismo, el criterio de "apertura" metodolégica que ha estado en la base de todas estas paginas. Sin embargo, para la segunda parte de este trabajo este criterio era demasiado amplio precisando una mayor concrecién y cierre doctrinal. En este momento del trabajo ya no intentamos "comprender", sino explicar el fenémeno desde una perspectiva més sélida y abarcable que posibilite un entendimiento global de los valores -los cuales, en la primera parte, han servido como punto de apoyo critico para diluir polémicas y preguntas mal planteadas. Aunque todo el trabajo se ha sustentado en los presupuestos de la Escuela, no es lo mismo utilizar sus premisas como apoyo teérico de una idea o argumento, que acudir a la teorfa como marco global para entender unitariamente dichos problemas y polémicas en funcién de una posible fundamentacién radical -humana- y democrética -cambiante y flexible-, de los derechos humanos como necesidades radicalizadas, reconocidas juridica o socialmente, como valores generalizables a toda la humanidad. Teniendo presente que éste es precisamente nuestro fin: la fundamentacién de los derechos humanos, no nos interesé en un principio sino el elemento tedrico de la Escuela; pero tras la lectura de su obra completa legado a la conclusién de que su paradigma es incomprensible si no se observa estrechamente imbricado con dos pardmetros: el pensamiento y la militancia XV pedagégica de Gyérgy Lukécs, y las circunstancias histéricas en las que dicho movimiento intelectual fué gestando todas y cada una de sus categorias fundamentales -circunstancias -en las que la Revolucién Hingara de Octubre-Noviembre de 1.956 tuvo una especial incidencia. Si Gyérgy Lukées fué capaz de proporcionar la estructura formal de andlisis y resolver el problema de la continuidad histérica desde el campo de las objetivaciones. La Escuela, a través de la ensefianza directa e indirecta del maestro, y de los acontecimientos histéricos de las "sociedades soviéticas", centré su anélisis en dicha estructura categorial y la ha venido desarrollando y especificando -atin lo estén haciendo en nuestros dfas- teniendo siempre en cuenta la inseparabilidad de los elementos tedricos y los sociales y politicos. El estudio de Lukécs alcanzé las dimensiones de un capitulo independiente, debido a la funcionalidad de sus propuestas metodolégicas y de su apuesta en favor de la consideracién del hombre como medida de todos los fenédmenos. El anélisis de los acontecimientos histéricos en los que surge la Escuela, més que un recuento de hechos, ha intentado entresacar los elementos precisos que indudablemente influyeron en los desarrollos actuales que la misma viene posi! El hecho del exilio y la divergencia en la valoracién de algunos temas de importancia, tal como la critica més o menos visceral de las "sociedades soviéticas", nos plantearon serias dudas acerca de la continuidad de la Escuela como kohiirente Gedankenwelt -tal y como los denominaba Lukécs-, en los afios ochenta. Tales cuestiones han sido disipadas por publicaciones XVI conjuntas y, sobre todo, por una carta manuscrita de la personalidad més fuerte de la Escuela, Agnes Heller, de 24 de Marzo de 1.986; carta en la que se utiliza el "nosotros" para caracterizar un pensamiento colectivo y unitario en su diferenciacién. Los resultados de esta investigacién pretenden acercar el problema de la fundamentacién a un plano més abarcable e inmanente. La conexién entre las propuestas comunicativas de Habermas y Apel, basadas en hipétesis conceptuales, y los desarrollos precisos acerca del consenso democrtico radical basado en las necesidades radicales y en los valores sociales, temas planteados una y otra vez por los hiingaros, pueden conducir a la teorfa de los derechos humanos a una plasmacién més acorde con las condiciones y circunstancias del diltimo tercio del siglo XX. " Los aspectos internacionales y nacionales, la rigidez o flexibilidad normative, la horizontelidad o verticalidad de los derechos humanos, podrén desde esta perspectiva fundamentadora hallar una concrecién y una justificacién més precisa y funcional. Por ello mismo es muy dificil colocar el punto final en un trabajo de estas caracteristicas, a lo mAs sélo una detencién provisoria que exige a gritos nuevos desarrollos. Que éstos sean 0 no acordes con las premisas aqui expuestas, junto a la necesidad de que dichas propuestas teéricas alcancen una efectividad fdctica, marcarfan la pauta de virtualidad de nuestro acercamiento a un problema tan acuciante como "obsesivo" para la consecucién de una democracia radical dentro de los cauces del Estado de derecho. No podrfa concluirse esta introduccién sin afirmar el valor inestimable del director de este trabajo, que tanto personal como XVI intelectualmente, lo ha apoyado criticamente de principio a fin. Del seguimiento de la obra del Prof. Pérez Lufio, son directamente deudoras todas estas paginas; sin élla nuestra propuesta dificilmente hubiera podido hallar una concrecién m{inimamente operativa. Por otro lado, hay que destacar la paciencia y el apoyo que desde el primer momento de esta Tesis ha mostrado el Prof. Soriano Dfaz, y con él el resto de miembros del Departamento de Filosofia del Derecho de la Universidad de Sevilla. Es necesario indicar que el uso de la primera persona del plural en todos los momentos de esta investigacién no responde ni a criterios estéticos, ni de impersonalidad; al contrario, el uso del "nosotros" quiere indicar que el problema de la fundamentacién de los derechos humanos es un tema y una inquietud compartida por todos y cada uno de los miembros de este colectivo de juristas, cuyas publicaciones e inclinaciones pedagégicas dan la medida de lo aqui expuesto. XVII I- LA NORMATIVA SOCIAL COMO ESTRUCTURA SIGNIFICANTE: TEORIAS, CONTENIDOS, PROBLEMATICA DE LA FUNDAMENTACION CAPITULO L- NORMATIVIDAD SOCIAL: ETICA, METAETICA Y_ETICA JURIDICA 1,1.- PRESUPUESTOS GENERALES LL. El epigrama de Santayana que afirma que todo aquel que se empefie en ignorar la historia del pensamiento esté condenado a repetirla (1), nos acerca, desde el campo del realismo critico, al nticleo de la argumentacién de este epigrafe dedicado al andlisis de la historicidad de las objetivaciones normativas en el estado en que se encuentra tal temAtica en la filosofia moral y jurfdica contemporéneas. Obviando el sesgo idealista y un tanto platonizante del gran filésofo espafiol, su afirmacién contiene en germen todo un bagaje conceptual intimamente relacionado con la problemtica de la filosoffa moral de nuestro tiempo: el sentido histérico de los problemas filos6ficos y su pretendida autonomizacién relativa respecto a los problemas de indole moral en sus aspectos materiales. Afirmar como hace Alfred Julius Ayer que el pensamiento filoséfico es neutral con respecto a la conducta efectiva (2) 0 que ese pensamiento no es més que el reflejo inmediato de los hechos relevantes para la dominacién de un grupo sobre otro, como se dice desde una perspectiva diferente (3), implican un desconocimiento de la misma historia del problema moral que, independizéndose para nuestra tarea del problema de la historia, nos conduce inevitablemente a un planteamiento critico con respecto a estas posiciones sin olvidar, por supuesto, 1o que de positivo ostenten y que a lo largo del desarrollo de este trabajo van a ir surgiendo como puntos centrales, unas veces en sentido critico, otras como niicleo argumentativo del que partir. Tanto la ética, como la ética jurfdica y la metaética de cualquiera de estos dos cuerpos teéricos, necesitan comprender esta vinculacién histérica de sus presupuestos para ser conscientes del verdadero problema de los conceptos morales y juridicos: su cambio a medida que se transforman las relaciones sociales, Una visién histérica de tales conceptos no puede obviar ya el trabajo de interpretacién para dedicarse exclusivamente a la transformacién de una realidad intimamente imbricada con las teorias y objetivaciones culturales que surgen y revierten de -y sobre la misma base sobre la que se apoyan. Una visién histérica del problema moral y juridico tampoco puede permanecer a un nivel de mera interpretacién desgajada de la conducta efectiva de los hombres, en cuanto que, como decimos, esos conceptos y problemas no cambian "porque" cambien las condiciones sociales -lo cual nos conducirfa a considerarlos como dos esferas separadas y dicotémicas en las que el desarrollo © retroceso de una influye indirectamente en el progreso y/o evolucién de la otra sino que tanto una esfera como la otra cambian_a_medida que cambian dichas condiciones sociales y las objetivaciones culturales, morales y jurfdicas, ya que éstas "estén encarnadas en (y son parcialmente constitutivas de) las formas de vida social" (4). . Acercarse, pués, al campo de la ética en su relacién con lo jurfdico nos obliga a comprender la estrecha unién entre esos conceptos morales (p.e. virtud, justicia) y las diferentes formas de vida social que a lo largo de la historia se han ido diversificando tanto en un plano sincrénico como diacrénico, conduciéndonos, en el nivel conceptual, a un anélisis que escape de. la circularidad argumental y, a modo de la espiral hermenéutica, ofrezca una salida al impasse que la divisién del trabajo en todos sus estratos, ha provocado en la filosofia moral y juridica Gel siglo XX (5). Si partimos de estas consideraciones histéricas y monistas (6) de los problemas de la ética en general y de la ética juridica en particular dos cosas deben influir en el planteamiento posterior: una vendria dada por la exigencia -lindante con el rechazo al referencialismo wittgensteiniano- de comprender explicativamente los problemas con los que nos acercaremos a la complejidad del cambio moral y jurfdico a lo largo de su evolucién histérico-conceptual; y, por otro lado, reconocer la estrecha vinculacién de este bagaje conceptual en el cambio y transformacién de la sociedad, por lo que cualquier acercamiento a este problema no puede ‘reclamarse aséptico y neutral, sino estrechamente comprometido con la praxis humana. Es por ello que no es en absoluto arriesgado afirmar que "la filosoffa deja todo como esté a excepcién de los conceptos... y -lo que es més importante para nuestra argumentacién- como poseer un concepto implica comportarse o ser capaz de comportarse de determinadas maneras en determinadas' citcunstancias, alterar conceptos, sea modificando los existentes, creando nuevos o destruyendo los viejos, es alterar la conducta... la comprensién del mundo moral y su transformacién estén lejos de ser tareas incompatibles (7); valga, pués, esta larga cita de Maclntre como frontispicio del resto de nuestros desarrollos. Sin embargo, en un trabajo como éste de fundamentacién de los valores juridicos, estas premisas deben dirigir desde fuera el desarrollo de la exposicién. No podemos enfrascarnos en una historia de los conceptos morales, pero ello no implica que su desarrollo no esté presente en todo momento; sobre todo cuando somos conscientes de que el comienzo de la reflexién teérica sobre nuestro preciso objeto de estudio -el derecho en cuanto normatividad social coincide con la primera crisis y posterior disolucién del orden inmutable, eterno y magico-mistico de la sociedad homérica, donde le virtud y la justicia por usar términos un tanto anacrénicos- reflejaban de un modo inmediato las acciones humanas debido a su estrecha conexién con los presupuestos generales de la sociedad. El cuestionamiento de este orden inmutable, que estaba por encima incluso de las divinidades, se debié a una multiplicidad de factores que incidieron poderosamente en el monolitismo de la polis sacando a relucir las diferentes formas de vida y la necesidad de una regulacién de las mismas para propiciar la convivencia. No podemos, pués, analizar la evolucién de més de dos milenios de reflexién sobre la normatividad juridica, pero sf mantener por un lado la conciencia de que ésta surge con fuerza a partir del reconocimiento de la naturaleza convencional de la organizacién de la sociedad y de la exigencia de conformarla en un sentido o en otro; y, por otro, del intento de contraponer criticamente lo establecido por convencién a lo justo por naturaleza, actividades que encuentran su interseccién en la implantacién del modo de produccién y de relaciones sociales capitalista en su tendencia a reconducir juridicamente el conjunto de las mismas. La conciencia histérica no es sélo un acontecer de fechas, sino también y principalmente un reconocimiento de lo episddico del momento de que se trate con todo lo que ésto conlleva de rechazo del absolutismo y del dogma. Afirmar, como hace Agnes Heller, que el tedrico en este mundo escindido no tiene otra funcién que la de ser medio de expresién de los que no pueden exteriorizar sus inquietudes, no implica impotencia frente a los hechos, sino una conciencia clara del papel del intelectual en el mundo actual y una segura tabla de salvacién contra las frustraciones, pero, del mismo modo, su trabajo no permanece a un nivel meramente argumentativo y sin sentido, sino que debe optar por una labor que anteponga el anélisis racional al irracional, con lo que se unen medios y fines, y por una apuesta en favor de los que mas sufren. (8) La moral y el derecho son histéricos, es decir proceden del trabajo y del esfuerzo humanos por dominar la naturaleza material y social en funcién de intereses y necesidades de todos aquéllos. A su vez, los diferentes métodos y técnicas que pretenden interpretar y justificar ambos conjuntos normativos comparten ese mismo cardcter aunque sea a otro nivel: el de la comprensién racional de los conceptos, es decir, no meramente formal, sino dispuesta constantemente a concebir y explorar nuevos conceptos, argumentos y técnicas de representacién, y, por otro, a criticar los mismos en funcién de las formas de vida y de las necesidades cambiantes de quienes en definitiva usan, disfrutan o desean compartir y controlar las objetivaciones teéricas y culturales. La racionalidad del método (como veremos més adelante cuando analicemos la problemética del derecho natural) no reside en la coherencia de sus desarrollos, en cuanto que, en palabras de Stephen E. Toulmin, las trabas a aquélla no proceden tinica y exclusivamente de la logicidad del método sino de la mistificacién del "conservadurismo institucional" y de la hipostatizacién de "los intereses de los individuos dominantes" (9) No es extrafio que el pensamiento "no reconciliado" de Lukdcs haya vuelto la mirada hacia el clasicismo ético de la Aufkldrung. Goethe, Lessing, Gottfried Keller y otros adelantados de la época fueron conscientes de lo inacabado del mundo burgués, de la falta de absolutizacién de sus premisas, por lo que, desde su reaccién méramente ética y filoséfica, prevefan una posibilidad de trascender este mundo reificado y mercantilista sin volver a épocas pastoriles y obsoletas. Como es sabido toda la obra de Lukdécs es recorrida por esta exigencia ética de rechazo en aras de la consecucién de una personalidad moral total liberada incluso de las ataduras del deber moral y jurfdico. Sin embargo, esas mismas premisas metodolégicas que avanzébamos més arriba nos obligan a cuestionarnos la posibilidad de una sociedad en la que el deber moral y la obligacién juridica desaparezcan. Esto no serfa més que una acentuacién del ahistoricismo que criticébamos en funcién de una utopfa en el sentido més negativo de la palabra, o usando la terminologia de Paul Ricoeur, como una "mentira social" encubridora de posibles y futuras dominaciones. La moral y el derecho son histéricas, es decir, proceden de la actividad humana y nos las encontramos dadas como frutos del esfuerzo humano que nos ha precedido, por lo que la obligacién y el deber tienen un sentido histérico que no cabe obviar, pero tampoco absolutizar debido a que esa misma historicidad implica su carécter episédico y constatemente sujeto a cuestionamientos y revisiones. Para Lukécs la ética no solamente forma parte de la vida, sino que es la forma de la vida. La ética conforma y normativiza la sociedad elevando la vida inauténtica de la cotidianeidad manipulada y particularizada a lo general, a lo esencial; ética que trasciende, al igual que en el clasicismo ilustrado, lo particular de la atomizacién burguesa en funcién de una utopfa: la personalidad moral, el hombre total que-supera la dicotomfa entre homo noumenon y homo fenomenon (10). La ética es la forma de la vide; configura la realidad en funcién de ese ideal de personalidad moral como categoria bésica y reguladora. Pero jes posible una ética asf después de las experiencias de Hiroshima y Auschwitz? -se pregunta Agnes Heller (11); gcabria una ética que renunciase al bagaje histérico que confluye en el presente momento?. Ni Heller ni Lukécs lo creen, aquélla manteniendo la tensién entre ese pasado y el momento presente; éste trascendiendo esta tensién en busca de ese acuerdo absoluto y sin fisuras que compone los elementos de esa personalidad moral no necesitada de constriccién alguna y que, a diferencia de la estética que resuelve el conflicto entre la interioridad y la exterioridad reconduciendo ésta a aquélla, lo ético intenta mantener el conflicto potenciando la salida a lo externo, marco preciso de la esencia humana. Como el mismo Lukdcs afirma en un trabajo de madurez "la aspiracién humana a una conducta ética en la cual el precepto ético exprese precisamente el ntcleo mas intimo de la personalidad y domine desde él toda la periferia de afectos y emociones, de deseos e ideas, y no de un modo dualista y tirénico, sino orgénicamente, como revelacién de la personalidad total, nace de la esencia de la eticidad misma" (12). Hasta aqui es dificil refutar el cardcter normativo de estos presupuestos expresados a nivel de postulado, pero siguiendo las premisas que nos impusimos al principio, no hay mas remedio que ser escépticos en relacién a esa emancipacién humana del deber moral y jurfdico en el sentido de que sea el hombre individual el que se eleve, por la misma esencia de la eticidad, al plano de lo general y no reificado. Si una de las deficiencias de la ética marxista cldsica radicaba en el "salto" moral de individualismo enajenado al hombre total, uno de los elementos débiles de esta argumentacién lukacsiana radica en reconducir la problematica de la regulacién material de la convivencia_tnicamente al plano de la eticidad basada en esa categoria basica cual es la personalidad moral, obviando con ello otros niveles que comparten tanto las deficiencias como las virtudes de cualquier intento de normativizacién de la sociedad en uno u otro sentido ideolégico. Con palabras de Heller podemos afirmar que "la personalidad moral es la categoria bdsica de la ética, pero no_es la tnica. Es susceptible de ser trascendido el deber ajeno a la personalidad, el deber sensible que degrada a homo _fenomenon, el deber_constitutivo de la oposicién entre moralidad_y legalidad; no es susceptible (sin embargo) de ser trascendido el deber mismo" (13) Es decir, no hay modo de concebir la realidad colocéndose, tal y como afirma Agnes Heller en una de sus dltimas obras, beyond justice (14), més alld de toda regulacién de las diferentes "formas de vida" en funcién de los valores democraticos. Afirmar la historicidad de las objetivaciones ético-juridicas implica plantarse de una vez por todas en la modernidad en Ja que cualquier jerarquia admitida de funciones y/o valores del tipo que sean, es una contradiccién en los términos. Para bien o para mal en esta sociedad no partimos de ningin periodo oscuro o micénico que permita al "adelantado construir una escala de valores "ex novo" que haga coincidir las acciones con las normas generales de la misma; no partimos de cero, sino que estamos insertos en un tiempo histérico que parte de unas circunstancies que le vienen dadas de antemano y que no cabe elegirlas. Los valores éticos y juridicos de la modernidad configuran estructuras de sentido a lo largo de un proceso histérico en el que el esfuerzo y la accién humanas ostentan el papel primordial, de este modo los hechos que se encuentran en la base de esos valores se retrotraen a otro momento histérico que no podemos obviar porque no nos guste. Desde el momento en que los valores se hacen depender del esfuerzo humano a lo largo de la historia vernos como se insertan en el proceso de divisién del trabajo que implica, entre otras muchas cosas, la conciencia de una multiplicidad de contenidos y cédigos morales, y a la vez una conciencia de la pluralidad de las verdades. No partir de este sentido histérico, evolutivo y critico implica parcelar la realidad desde un punto de vista particular y exclusivista. La ética, segtin el pensamiento moral lukacsiano, es forma de la vida, la conforma, la configura, y en ese mismo proceso la absolutiza en relacién a otro niveles normativos. Por ello nos parece adeucado para afrontar este tema desde una posicién més abierta distinguir entre "forma" y "estructura" para al final tomar partido, con todas las reservas que se quiera, por ésta tltima. Hablar exclusivamente de "forma" nos remite a los presupuestos del racionalismo ilustrado donde la desintegracién social pugnaba por una base sélida que sirviese para fundamentar otro orden universal, y nos acerca asimismo al intelectualismo neokantiano con su pretensién de sometimiento de lo real a las formas puras y a los conceptos a priori. Hablar de "estructura" tiene dos ventajas a primera vista y que constituyen las precondiciones para un entendimiento histérico y comprometido de la moral y el derecho: en primer lugar, la estructura libera a la razén de las categorias en que se habfa pretendido aprisionarla para conquistar toda la extensién y sutileza de lo real (15); y, por otro lado, obviando el corte transversal del tiempo histérico producido por la inmovilizacién del mismo a causa de la distincién epistemolégica entre sincronfa y diacronfa, hablar de estructura conlleva el designar el modo cémo las partes de un todo, no ya sélo y exclusivamente una de ellas, se relacionan entre sf, teniendo en cuenta -y ésto es lo més importante para nuestro planteamiento- que "el sentido del conjurto es inmanente en cada uno de sus elementos" (16). La historicidad de los elementos normativos de "lo que hay" en el mundo en que vivimos implica por un lado comprender a los mismos como "estructuras dindmicas significativas" (17) en las que el compromiso afecta tanto a la praxis social como teérica, con lo que los planteamientos dualistas de Ayer o del marxismo ortodoxo dejan paso a una concepcién abierta en la que prima un entendimiento de las normas como dependientes del esfuerzo humano general que nos viene dado y que nos toca asumir y, por supuesto, criticar y revisar, y de una estructuracién de sus contenidos en funcién de sentidos y fines nunca més alld del deber y de la justicia. Por otro lado, hablar de historicidad de las objetivaciones normativas, no implica remitirse constantemente a la génesis de las mismas. La legitimacién de las instituciones no viene dada por el hecho de su génesis histérica, y ello atin menos cuando nos referimos a las instituciones democréticas. Como afirma Agnes Heller, "la consciencia de la historia es, ante todo, la consciencia del cambio, ... de la alternativa" (18). El consenso democrético basado en argumentos racionales sobre necesidades y preferencias sociales valorativas, sélo puede ser el pasado como leccién y el futuro como idea_reguladora. Tanto las objetivaciones normativas, como todo tipo de categoria de orientacién axiolégica son "histéricas" en cuanto que se han producido a lo largo de la historia. Pero dicha "historicidad" no implica, como decimos, remitirse una y otra vez a su origen, sino, concretamente, al cambio de los objetos sobre los que se proyecta, y, en Ultima instancia, a la constatacién de las transformaciones conceptual e institucionales que conducen a tales modificaciones. La estructura de la historicidad nos remite, pués, a la idea del cambio y mutacién constante del terreno en que nos movemos. Dénde y de qué modo se realice ésto esta el mévil de nuestro desarrollo inmediato. 1.1.2.- Socialidad Las anteriores consideraciones criticas sobre el paradigma ético -10- lukacsiano, son imprescindibles en cuanto que las encontramos impresas a todo lo largo del pensamiento del fundador de la_Escuela de Budapest. Atin cuando Lukées parta de posiciones filoséficas diferentes en los diferentes periodos de su obra en relacién a los temas éticos: Kant, Fichte, Hegel, Marx (19), y su concepeién de la vida varfe hasta culminar en un anélisis de la existencia cotidiana del hombre contemporéneo en relacién con las objetivaciones genéricas que le rodean, podemos hallar esa consideracién radical de lo ético que se configura, no ya como reflejo de la realidad, sino como la misma realidad auténtica, representando con ello la realizacién préctica de la esencia humana en su interrelacién con los semejantes (20). Aspiracién ésta que viene dada por la "no reconciliacién" con lo real hasta en los ultimos afios de su vida. Su admiracién por el clasicismo alemén le impele a elevar la ética goethiana a frontispicio de su misma produccién, manteniendo incédlume la creencia en una esencia incorruptible de la persona humana incluso en el capitalismo, por lo que la ética vendria configurada como "el dominio de la pasién, su ennoblecimiento, su inclinacién a los fines més altos de la especie humana, ... su moral (la de Goethe) busca el camino en el que toda pasién puede desplegarse en beneficio de la especie" (21). Y esta concepcién influye poderosamente en su desprecio por todo lo que constituya imposicién de deberes o consideraciones de justicia procedimentales -atin cuando matizase sus opiniones en declaraciones del tiltimo periodo de su vida al tocar el tema de la virtualidad del Estado Social de Derecho (22). Es precisamente este punto el que hay que dejar claro a la hora de introducirnos en este apartado que quiere analizar -en el mismo sentido que se hizo con la historicidad- el origen social de la normatividad jurfdico y moral. “11 - Es necesario destacar que en Lukdcs esta busqueda de lo social puede rastrearse ya en sus obras juveniles, en las que el leit-motiv de su exposicién radicaba en ese rechazo del "individuo solitario" (23), y en obras posteriores en las que puede encontrarse la relacién establecida entre el surgimiento de sistemas juridicos unitarios impulsados por un incipiente nacionalismo, y cémo esto influye en la concepcién de una ética como exigencia de leyes generales unitarias de la accién humana, a la que se contrapone necesariamente "una sociedad que es el principio bésico motor de la contradiccién" (24). Este reconocimiento de la contradiccién del sistema social y econémico burgués condujo a Goethe a la consciencia del ineludible cardcter conflictivo y, en ditima instancia, trégico de sus aspiraciones éticas en el marco de su propia época; pero , al igual que ocurre en el pensamiento de Lukées, este reconocimiento no implica en absoluto el abandono de dichas aspiraciones. La historia es un fluir de episodios constantes en cuyo fondo aparece siempre esa contradiccién fundamental, junto al conflicto entre los principios morales abstractos y la ética humana concreta. Es este mismo conflicto el que aparece como propulsor del cambio moral y como, por decirlo con terminologia lukdesiana, "estrucutra profunda" de una sociedad estratificada en la que se dirimen constantemente cuestiones valorativas en funcién de los diferentes fines y objetivos que se plantean (25). Conflictividad que tiene su indicio de resolucién en esa constante tensién entre el conjunto de valores, fines y objetivos que constituye la conciencia de una formacién social determinada y su més adecuado_encauzamiento en el discurso juridico en democracia, pues es el lugar privilegiado desde donde pueden -12- dirimirse dichas cuestiones conflictivas y desde donde puede actuarse sobre el mismo conflicto. Como se veré mas adelante con mayor detenimiento, la ética y la ética juridica se unifican en la praxis humana en cuanto que se constituyen como reflexiones de segundo grado sobre la misma accién: puede decirse, pués, que son “filosofias de la accién" en el sentido de Ricoeur (26). Pero esta accién sobre el conflicto que mantenfamos més arriba no encuentra via de salida Gnica en la "catrsis" ética, como parece deducirse de esa radicalizacién antes apuntada en Lukécs, ni siquiera en cuanto que pueda decirse que sea el tinico campo no juridificado por los procesos reificadores y burocrdtizantes de los sistemas estatalistas (27). Esto lHevado a sus tltimos extremos conduce a un desconocimiento de ese otro "procedimiento" -como es el derecho en democracia- deficiencia que tiene su origen en el andlisis exclusivo de las relaciones de poder que el marxismo enfoca con exclusividad hacia la propiedad privada y que serfa necesario expandir hacia otras fuentes de poder (28). Un discipulo de Lukécs y miembro activo de la Escuela de Budapest, Mihaly Vajda, ha considerado criticamente este impasse analizando un ensayo temprano del filésofo hiingaro publicado en 1.919 en la Szocialis Termelés (29) y traducido al alemén con el titulo "Die Rolle der Moral in der kommunistieschen produktion" (30). Mihaly Vajda se enfrenta decididamente a la consideracién peyorativa que del derecho tienen Marx y Lukécs, intentando, como digo, superar esos obstéculos que sefialébamos (31) al considerar sin traumas la normatividad jurfdica en su origen social como dependiente de la burguesia en su proceso de reificacién de las relaciones sociales, pero entendiendo asimismo el papel de dicha normatividad para conseguir la -13- posibilidad de "ser-reconocido" (de todos) atin cuando a un nivel meramente abstracto y formal . (32). En el derecho ese reconocimiento implica limitaciones, no solamente externas y de dominacién de clase, sino también internas a la misma clase de donde surgen operando como "una regolamentazione contro tutti" (33). El planteamiento lukacsiano de considerar que en el proletariado no puede haber una duplicidad entre hombre egoista y hombre piblico que implicarfa la no necesidad de una norma juridica coactiva, procede de una generalizacién del proletariado inglés analizado por Marx en el que su falta total de posesiones conducfa a que el derecho sélo suprimiera sus instintos de rebelién y ocultase sus verdaderos intereses (34). Considerar esta armonfa entre intereses individuales y de clase . como una ilusién (35) al encontrarse con un proletariado inmerso en el proceso de reduccién de los intereses a “aviditd", leva a Vajda a establecer un paralelismo funcional entre esa "moral de clase" y el derecho, ya que esa moral aparece como una "regolamentazione estraniata dell'agire di un gruppo sociale ancora privo de potere, non codificata, quindi ufficialmente non giurfdica" (36), pero que comparte no sélo la funcién reguladora externa del derecho, sino sus mismos mecanismos normativos. El rechazo lukacsiano del papel del derecho como un elemento fundamentalmente distorsionador de los fines y objetivos del proletariado (37) gno cierra el camino a otro tipo de solucién?. Entender socialmente la normatividad no puede dirigirnos a un puro descriptivismo naturalista sino que, al igual que la historicidad, nos conduce a comprender dicho campo en todas sus dimensiones sin obviar en absoluto alguno de sus aspectos; y, por otro lado, a mantener la idea bésica de la omnipresencia de tal normatividad en la regulacién social de la convivencia. -14- Pero antes de entrar en esta iltima cuestién es preciso reflexionar un poco mds acerca de esa socialidad de la normatividad que nos viene ocupando en estos momentos. En sentido lato dicha normatividad, que se compone esencialmente de elementos normativos y facticos intimamente imbricados pero, por lo demés, no coincidentes en extremo, consiste en una tensién latente entre esos factores que se demuestra en la tendencia de lo normativo hacia la eficaz realizacién y la linea inversa a través de la cual lo factico sélo encuentra un sentido moral desde el momento en que existe un marco ético-valorativo que lo constituye como tal; tensién que se encuentra en la base tanto del derecho como de la moral y expresa la exigencia fundamental de un acercamiento a estos fenémenos desde un punto de vista globalizador de la experiencia concreta. Pero al margen de esto diltimo, se puede advertir en este conflicto esencial el carécter eminentemente social de la reglamentacién de la convivencia, lo cual viene siendo algo comunmente admitido y, hasta cierto punto, pacffico en nuestro Ambito filoséficojuridico. Si vemos como ha sido desde el paradigma marxista que este problema ha sido afrontado desde sus orfgenes; y como han sido sus desarrollos Jos que han influfdo en el entendimiento contemporéneo de la influencia de lo social en lo individual, seré desde esta perspectiva tedrica e ideolégica desde la que analizaremos las virtudes e insuficiencias del cardcter colectivo de la regulacién normativa de la convivencia teniendo presentes en todo momento esos pasos criticos que hemos considerado conveniente introducir previamente y que marcan el sendero critico de nuestro acercamiento a dicho paradigma ético marxista (38). "La moral tiene esencialmente una cualidad social. Ello quiere decir que sélo se da en la sociedad respondiendo a sus necesidades y cumpliendo eS una determinada funcién en ella" (39). Socialidad caracterizada por el sentido "prescriptivo" de las necesidades humanas con relevancia moral y por la intervencién de la normatividad en la base social de donde surge. Esto plantea una serie de problemas que han provocado multitud de estudios e hirientes polémicas dentro de la interpretacién ética del marxismo en el desarrollo del siglo XX y que, con referencia a los origenes del pensamiento de Lukécs y su Escuela, hemos visto de pasada en paginas anteriores. Entre estos estudios, y haciendo referencia a la frase lapidaria que preside estas pdginas y nos sirve de par4metro para no perdernos entre los meandros de la polémica, podemos resaltar por un lado, la exigencia de concretizar lo que se entiende por socialidad y su grado de desarrollo, y, por otro, el de la funcién de la ética sobre la misma base de la que forma parte -funcién por los demés, ya suficientemente aclarada en pdginas anteriores y que es necesario retomar aqui pues lo social no es algo monolitico sino que se compone de multiplicidad de formas y modos de vida- (40) en cuyos conflictos morales y de principios surgen una serie de normas bésicas que deben ser aceptadas por todos en sus contenidos esenciales, que no minimos. Lo social de la normatividad vendria a decirnos que no cabria un entendimiento de las normas morales y jurfdicas fuera de esos contextos particulares que remiten a formas de vida con pretensiones de universalizacién. Asi, no podemos pretender acuerdos en materias morales 0 jurfdicas en contextos en los cuales no haya la costumbre socialmente establecida de regular la convivencia y, del mismo modo, sélo podemos juzgar y valorar desde el momento en que compartimos los criterios dominantes en una determinada forma de vida social. -16- Cualquiera de las miltiples formas de vida nos plantean de antemano las pautas para su constante reproduccién tanto a nivel interno como externo o universalizante, con lo que sus premisas normativas reducen el sentimiento de aprobacién 0 desaprobacién a un criterio objetivo 0, cuando menos, objetivable en funcién de las necesidades y exigencias que, a lo largo de un proceso histérico, han conflufdo en tal situacién. La simple tarea de describir la sociedad en que vivimos y compartimos implica ya le posibilidad de valorarla en funcién de sf misma y de las otras formas de vida que se le contraponen desde fuera (41). Segin €ésto, tres son los aspectos fundamentales de aquella cualidad social de la normatividad que sefialébamos més arriba y que el mismo Prof. Sénchez Vézquez nos apunta certeramente: i) cada individuo, al comportarse moralmente, se sujeta a determinados principios, valores o normas morales ...principios y normas que valen de acuerdo con el tipo de relaciones sociales (formas de vida) dominantes ...sin posibilidad de crear nuevas normas a las que pudiera sujetar su conducta (entiéndase en el sentido individual) ...ni tampoco modificar las existentes. ii) el comportammiento moral es tanto comportamiento de individuos como de grupos sociales humanos cuya acciones tienen un cardcter colectivo, pero concertado, libre y consciente... los actos individuales que no tienen consecuencias algunas para los demds no pueden ser objeto de una calificacién moral... la moral tiene un carécter social en cuanto que regula la conducta individual cuyos resultados y consecuencias afectan a otros. ifi) las ideas, normas y relaciones morales surgen y se desarrollan respondiendo a una necesidad social...regular las relaciones entre los hombres (entre los individuos y los individuos y la comunidad) para contribuir asf a mantener y asegurar determinado orden social (42). age Tres aspectos o niveles que pueden concretarse en la tendencia que aparece en la moral, y de un modo muchos més intenso en la regulacién jurfdica de la convivencia, hacia la implantacién de limitaciones precisas sobre los propios miembros de la forma de vida dominante en funcién de la reproduccién social en su conjunto, consistente, en Ultima instancia, en la propia consonancia entre los intereses individuales y los intereses colectivos de determinados grupos o de la sociedad en su integridad. Las dificultades de armonizacién de estos intereses y la copresencia de la coaccién institucionalizada en la configuracién de sentidos sociales, nos conduce al segundo punto que sefialébamos més arriba y que aparece paradigmdticamente en los planteamientos de los pensadores insertos en le corriente marxista de cuflo més radical: Lukécs y Sartre. Para el primero, el conocimiento efectivo de las condiciones sociales del capitalismo conducentes a la necesidad de implantar un sistema coercitivo en aras de esa armonia buscada, le conduce por un lado a relativizar esta situacién social previa a mero presupuesto y no como criterio de un justo obrar en sentido socialista (43). El rechazo de la reificacién y explotacién capitalista conduce a Lukées a una consideracién de la ética, no ya como filosofia de la accién -como vefamos previamente en Ricoeur- sino como caciencia de clase y praxis, ya que permanecer en el mero plano de la socialidad de la normatividad implica el reconocimiento de la impotencia para transformar un mundo determinado por leyes ineluctables. La normatividad remite a lo social, pero elevéndose sobre la reificacién se convierte en "condicién inmediata de su autoafirmacién en la lucha" (44). Afirmaciones éstas coincidentes con las atin més extremas, si cabe, de Sartre en el momento del anélisis de lo que é1 denomina "serialidad" de nuestra existencia social; existencia que nos remite a la "imposibilidad" del hombre como "determinacién individual ce la vida" (45) y que necesita de la -18- praxis en tanto que “actividad que organiza un campo en funcién de determinados objetivos" (46). Etica, pués, como accién repentina, como salto kierkagaardiano que simplifica, en aras de la transformacién revolucionaria de la sociedad, la relacién entre lo normativo y lo féctico que, como vimos, configuraban la esencia de la regulacién social de la convivencia. El problema del origen social de lo normativo no radica en reconocer simplemente la necesidad de mantener un orden social, ya que con ello reducimos el problema de la moral en el seno de la sociedad al campo de las limitaciones y privilegios, y en iiltima instancia obviamos el sentido inverso que viene dado por el papel, por la funcién, que desempefia la moral en la sociedad y que encuentra un instrumento preciso en el derecho y en el Estado para intentar construir “desde él, una eticidad polftico-social... que procure la moralizacién -siempre problemética- por el esfuerzo conjunto de los ciudadanos y del Estado" (47). La superacién de estos reduccionismos que, por otra parte, hay que entenderlos en su contexto social y politico, es algo necesario para comprender desapasionadamente el cardécter social de los presupuestos normativos del mundo contemporéneo y, atin més, para acercarse a esta tarea desde el paradigma marxista que es, al margen de otras consideraciones, perfectamente aplicable al estudio de la sociedad civil en todos sus desarrollos e implicaciones. Y es desde este punto de partida como hay que entender la obra, ya cldsica, de William Ash Marxism and Moral Concepts (48). Inserténdose plenamente en la corriente de pensamiento que renuncia a un conocimiento exclusivo de la moralidad como algo sustraible al -19- cambio social e histérico (49), y al planteamiento critico que distingue entre conducta y accién gracias al cardcter no psicoldgico sino social de ésta tltima (50), el Prof. Ash mantiene una "idea fuerza" a lo largo de toda su obra consistente en investigar la posibilidad de deducir los conceptos éticos a partir de condiciones materiales de vida. Del mismo modo, Ash establece esa relacién de una manera dialéctica y desapasionada, confluyendo en la misma perspectiva que otro autor marxista -recientemente fallecido, Michel Foucault mantuviera poca semanas antes de su muerte (51). Foucault, argumentando desde sus premisas ético-epistemolégicas, afirmaba en este lugar que estamos demasiado inmersos en una preocupacién excesiva acerca de las relaciones entre la ética y le estructura social, econémica o polftica; que esas relaciones existen parece que no cabe dudarlo pero lo que si es problemético es que lo estén de un modo fijo y estable en perjuicio de su constante variabilidad. El permanecer en esa relacién establecida y univoca nos conduce invénitablemente al desprecio hacia la ética al considerarla sin remedio como un instrumento de la moral dominante. Pues bien, William Ash es consciente de tal problemética subyacente al marxismo contemporéneo y nos plantea la socialidad de las normas jurfdicas y morales sin perder de vista tal propuesta metodolégica negativa. Dos momentos son necesarios para este entendimiento: el momento epistemolégico © de teorfa del conocimiento y el momento socio-econémico en sus diferentes niveles. Veamos cada uno de estos puntos para finalizar este epigrafe con un bagaje suficiente que permita adentrarnos en la problematica unidad de presupuestos existente entre la ética y la ética jurfdica. "La ética es la rama més préctica de la filosofia. Se refiere de modo inmediato a las acciones de los hombres, y puesto que las acciones humanas Bre estén dirigidas, en gran parte, a ganarse la vida y a proveer para la conservacién de la vida humana, la ética aparece estrechamente ligada a la base econémica de Ja sociedad" (52). Del mismo modo, atn cuando desde presupuestos totalmente diferentes, N. Rescher argumenta en favor de una justificacién pragmética e instrumental (53) que al mantener que los conceptos filoséficos reflejan una serie de condiciones materiales de diferentes formas de sociedad, no se quedan en este momento pasivo del conocimiento, sino que son necesariamente impelidas a reconocer el flujo contrario que orienta y dinamiza esas relaciones materiales existentes (54). Establecer una epistemologfa unidireccional en el sentido estructurasuperstructura, harfa imposible que las objetivaciones culturales "una vez abstraidas de las condiciones materiales, pudiesen reaccionar sobre las circunstancias que les dén origen" (55). Este flujo dialéctico comienza a ser necesario si pretendemos ser conscientes de nuestros presupuestos: considerar al utilitarismo como una "filosofia de hartos" (56) que no comprendia en absoluto el cambio del tiempo sociohistérico, o retrotraerse hasta Platén para mostrar un ejemplo de uso ideolégico -en el sentido negativo de Ja palabra, es decir monopolizado por los grupos dominantes en aras de la reificacién- del mismo ideal, son puntos de partida, nunca de Megada (57), pero que colocan en su sitio los diferentes elementos que componen el mundo, lo que ha sido Hamado-por Ferrater para huit de dicotomias absurdas como "lo que hay". Esto, al mismo tiempo, contiene una ventaja afiadida al considerar el conflicto moral no como algo solidificado en estructuras normativas y/o ideales, sino dependiente de la resolucién de algin conflicto fundamental planteado socialmente y reflejado activamente en esas estructuras e ideas, propiciando soluciones no meramente emotivas o imper ativas. Por otro lado, afirmar la socialidad de lo normativo conduce a pasar por encima de cuestiones simplemente de teoria del conocimiento para comprender las objetivaciones ético-culturales en sus relaciones con los diferentes estratos del sistema socioeconémico dominante. Comenzando por el estrato més apegado a la base estructural de dicho sistema, podemos retomar la historia del pensamiento ético como proceso paralelo al de diversificacién y divisién del trabajo. En este proceso, la sustitucién del trueque por dinero, con la consiguiente separacién entre valor de cambio y valor de uso, subordina la satisfaccién de necesidades humanas a la creacién de valor cuantificable monetariamente. Asimismo la diversificacién de funciones entre individuos y grupos, influye directamente, no sélo en el comportamiento humano, "sino también sobre lo que piensan acerca de su conducta (es decir) las diversas creencias éticas que han sostenido con el transcurso del tiempo" (58): la dicotomfa deber-placer (Kant y Hobbes); la cuestién de los ejemplos fitiles empleados con profusién por la filosoffa ética de corte analitico y la acentuacién ética sobre el cumplimiento de las promesas y los contratos -sobre todo los laborales como ocurre en el caso de Ross (59) y en un sentido més naturalista y eritico en Hart (60). Esa divisién del trabajo provoca paulatinamente una divisién en clases basada en la propiedad de los medios de produccién acentuando esos dualismos al centrarlos en la dicotomfa produccién-consumo, que conduce a planteamientos éticos que se centran en el consumo como tnica faceta de la realidad; asentamiento que proviene de su separacién total del proceso de produccién -tal como veremos posteriormente en Baudrillard- que es obviado ~22- absolutamente para reafirmarse en la reivindicacién del mayor placer o bienestar del mayor niimero de... "consumidores". Divisién del trabajo y consecuente divisién en clases conforman la base del modo de produccién capitalista, donde el devenir histérico de la mercantilizacién de las relaciones humanas presenta una consideracién de definitividad. Platén, Aristételes, San Agustin, Santo Tomés, los juristas de la Escuela de Salamanca (61) y toda la ideologia y la ciencia posterior vienen fundidas, por el nuevo modo de pensar, en los presupuestos socioeconémicos de su modo de produccién correspondiente, con la caracteristica adicional de que en el capitalismo las ideas éticas han ido relativizindose al paso de la “naturalizacién” de las relaciones econémicas mercantilizadas, por decirlo, con otras palabras, al pasar de ser relaciones entre personas para convertirse en relaciones entre cosas: de ahf la supervaloracién del derecho por el-capitalismo y la minusvaloracién del pensamiento ético como algo externo al paradigma aceptado como “natural” y cosificado. El derecho permite juridificar una serie de relaciones a un nivel de universalidad nunca conseguido al aplicarse a sociedades fundamentadas en la red econémica favorecido todo ello por el fenémeno de la codificacién. La ética viene reducida a reflexionar en sus gabinetes acerca de los resquicios de ese sistema englobante y cuyos elementos parecen escapar a la mercantilizacién y juridificacién de la existencia, ejemplos de ello los muestra Ash en el "sexo" y la "familia" (62). Produccién-consumode mercancias, divisién del trabajo y en clases sociales y modos de produccién de ideas, parecen encontrarse en la base del ~23- conjunto de elementos éticos. Sin embargo un planteamiento de la socialidad de lo normativo que sea consciente de la interaccién entre estos elementos socioeconémicos y aquellos presupuestos epistemolégicos, nos acerca al punto final de nuestra argumentacién. Si como hemos apuntado en el modo de produccién capitalista se produce una dis-valoracién de la ética y de todo planteamiento externo al del desarrollo natural de dicho esquema productivo, estos elementos comienzan a problematizarse desde el momento en que esa pretendida absolutidez y naturalidad entra en crisis. Cuando vemos que tal esquema se resquebraja, comienza a resurgir la necesidad dé fundamentacién y justificacién externa al paradigma aceptado como inmutable. En primer lugar la ética, lo normativo, aparece otra vez en su més radical esencialidad: en su aplicacién a su origen social, colocéndose las reglas econémicas fuera de ese pedestal "natural" y en el marco teérico que les corresponde: la econom{a. "La aparicién de una crisis...produce la cristalizacién de la moralidad de su solucién, volviendo a ocupar las reglas econémicas su lugar como un reino del discurso distinto, aunque no incomunicado. El ordenamiento bdésico de la sociedad, no habiendo logrado alcanzar lo que podfa esperarse razonablemente de él, se convierte una vez més en objeto de especulacién normativa (63). Y, por otro lado, un entendimiento preciso de la socialidad de la moral y el derecho en periodo de crisis nos conduce a observar las contradicciones que aparecen en el seno del mismo sistema econémico dominante: el progreso evolutivo y constante de la técnica, la elevacién de la igualdad a valor bésico gracias a la igualacién del hombre en el trabajo etc. Disfuncionalidades que vienen, entendidas en planos meramente formales, es decir de reconocimiento, sin que, por ejemplo, esa tecnificacién se produzca tomando en consideracién las verdaderas necesidades humanas, por lo que la calidad de vida se desgaja del desarrollo de la personalidad moral del =24- individuo (64), y la igualdad aparece como méramente procedimental a la hora del acceso a una consideracién juridica igual, obviando situaciones previas de desigualded y carencias. Por consiguiente, tanto ese potencial productivo, como esas ideas morales comienzan a obrar como limitaciones profundasal sacar a la luz su imposibilidad cierta de realizacién dentro de los confines del sistema que ha facilitado su origen (65). Entender la normatividad tanto jurfdica como moral en sus aspectos sociales necesita una argumentacién de este tipo para no caer en reduccionismos 0 dogmatismos que, atin con ella presente, siguen planeando por encima del conjunto de la exposicién. Asi, por ejemplo, afirmar, como hace el mismo Ash que estos elementos contradictorios que imperan dentro del capitalismo y "que constituyen la fuerza motora de su victoria sobre el feudalismo, estén preparando el camino de su propia sustitucién’(66), nos remite a la polémica kaustkiana acerca de la cientificidad de las predicciones de Marx que no puede, ni debe interesar aqui, debido a su enmarafiada discusién rayana en una filosofia de la historia cerrada y cuya aceptacién conduce al propio autor de Marxismo y Moral a afirmar en Tepetidas ocasiones la existencia de un lenguaje moral comin (67) rastreable hasta las concomitancias de filosoffas como la de Confucio (68) o Ja de Kant (69) que, planteando el problema del deber como el més fundamental de la problematica ética, remiten a supuestos tan diferentes y contradictorios que exigen un entendimiento de la cuestién desde la pluralidad de lenguajes acerca de la normatividad y acomodados en diferentes formas y modos de vida social. Por otra parte, reducir toda la filosoffa ética que invoca el deber sancionado por consideraciones externas a la sociedad (70) como ejemplo de corrientes conservadoras que pugnan por la defensa de un orden social -25- amenazado, implica desconocer la importancia de la eticidad individual que, por ejemplo, un Kant plantea como reserva tiltima frente a la burocratizacién de la existencia y que nos sirve en la actualidad para fundamentar la normatividad en esa tensin entre ética y politica como tarea radical de nuestro tiempo. Dicha tarea viene radicalmente enmarcada en la necesaria integracién -que corre paralela a la exigencia anteriormente expresada- entre los presupuestos normativos y facticos de la democracia conformados alrededor de la categoria del Estado social y democrético de derecho, y el postulado del socialismo planteado desde las premisas de incompatibilidad con las burocracias estatales o partidarias (71). Entender el derecho en general y los derechos humanos en particular como categorfas normativas en tensién dialéctica entre sus presupuestos generales y los sociales del modo que hemos expuesto en péginas anteriores, nos acerca clarificadoramente al problema del conflicto entre posiciones divergentes en el marco de principios tiltimos, o si se quiere, bésicos. Si partimos congruentemente de lo expuesto, cualquier conflicto moral, o como suele decirse encubridoramente entre distintos modelos de sociedad, se entenderfa remiténdonos a un conflicto social fundamental que se encuentra en su base y desde el que pueden observarse que manan diferentes propuestas morales de solucién que son las que se dirimen ptiblicamente, erigiéndose en barreras infranqueables a la argumentacién. Estos conflictos, reconducibles a divergencias socioeconémicas precisas, se solidifican en periodos de crisis histéricas, ante las cuales ya no caben posiciones como por ejemplo la de un Burckhardt (72) 0 la de un Burke (73), negando arbitrariamente las discrepancias y contradicciones, sino que asistimos a un periodo en el que la disensién politica, como reflejo indirecto de la controversia desquiciada del pensamiento actual, lo que intenta es mistificar - 26 - apologéticamente dicha crisis como "condition humaine", nica digna del hombre y de la época (74) al serle imposible negar esa naturaleza conflictual y contradictoria a que conduce el desarrollo del sistema social, moral y econémico del capitalismo. Los conflictos morales se remiten pues a los fundamentos sociales de los que parten; pero ;no significarfa ésto una recafda en el relativismo?; si consideramos la normatividad como algo estrechamente unido al cambio sociohistérico ;no estamos relativizando en demasia ese esfuerzo humano que se plasma en objetivaciones con tendencia a la perdurabilidad?. Sin entrar en esta problemética con toda la atencién que requiere, hemos de adelantar nuestra respuesta negativa a estas preguntas. Si la relativizacién cultural es el precio que hay que pagar para no caer en ahistoricismos o dogmatismos normativistas, es preciso afrontarla de pleno manteniendo la idea de que la misma no es més que una condicién necesaria pero no suficiente del peligro de relativismo (75). La mayor parte de dichos conflictos provienen, tal y como afirma Agnes Heller, del hecho cierto segin el cual las apreciaciones morales y sentimentales hay que entenderlas en funcién de la comunidad en que estemos integrados. Cualquier clase de normas goza de los presupuestos de la socialidad en cuanto que expresarse desde ellas implica el estar implicado en algo. "Dado que somos seres sociales, nacemos en un mundo en el que las normas y valores son_externos a nosotros; ir adapténdose a tales normas es el mismo proceso que ir siendo ser humano" (76). Aquél_being involved nos induce a la constatacién de que dichas normas y valores son elementos culturales que provienen de la sociedad e inducen, a su vez, a la socializacién. Plantearse tedricamente, pués, la socialidad de las normas, conlleva el peligro de relativismo, y el no menos importante de -27- confundir lo social con lo colectivista absolutizando este wltimo polo de la cuestién. La exterioridad-socialidad y la interioridad-individualidad no pueden absolutizarse separadamente ya que ambos momentos se encuentran imbricados en una socidad cada vez més compleja que va erosionando las pautas de todo tipo de autoridad externa como fuente Ultima de nuestros deberes. Sin embargo, ésto no quiere decir que estemos entrando en algin periodo de decadencia moral o de valores, ya que esta disolucién de la autoridad externa absoluta viene compensada con la implantacién e internalizacién de otros elementos que por abstractos y formales no deben ser relegados de] andlisis. Para Heller los peligros de alienacién de la consciencia crecen en directa proporcién " la erosién de la fuerza moral de la autoridad externa" (77). Pero, si tal y como ocurre en las sociedades modernas, tal autoridad externa ideal va disolviéndose en los cauces de las instituciones de la democracia, tales peligros, anteriormente sefialados, encuentran su via de solucién desde el momento en que a partir de las mismas es posible la formulacién, creacién o modificacién de ciertos valores que trascienden los particulares sistemas normativos de conducta y exigen su universelizacién como fundamentales y basicos. La socializacién de normas y valores conlleva esa necesaria relativizacién en funcién de las diferentes formas de vide social de que se trate. Del mismo modo, dicha socialidad requiere la posibilitacién a los individuos del marco necesario para el acuerdo intersubjetivo. Sélo estaremos implicados en algo -y ello con especial incidencia en el terreno de los valores juridicos~, cuando lo asumamos como productos del trabajo humano previo a nosotros y vislumbremos los caminos, aunque sean formales, que nos permitan su -28- mantenimiento, su modificacién 0 su cambio radicales, 0 lo que es lo mismo, teniendo presentes los valores de la "humanidad” (78). Cémo sea posible entender tales cambios y mutaciones sin que despreciemos ese minimo indestructible de autoridad externa; qué es lo que cambia y qué lo que permanece son cuestiones ineludibles en todo trabajo de fundamentacién. A la clarificacién de tales temas irén dedicadas las paginas que siguen. 1.1.3.- Naturaleza formal: normatividad como estructura y como contenido = Sin compartir. en ~~ absoluto —el_~—ipplanteamiento trascendental-metaffsico de Xavier Zubiri, dos momentos de su obra nos pueden servir para centrar el tema en cuestién. Para Zubiri el hombre es esencialmente moral (79), lo ético comprende al hombre en su totalidad partiendo del preciso modo de vida en que se inserte, por ello, para Zubiri, en su divisién tridimensional de la filosoffa, mientras que la “ontologia"” se ocuparfa del ser (diferenciado heideggerianamente del hombre como Da-seia) y la "Iégica" tratarfa de precisar lo tedtico, la "ética" zubiriana se encargarfa de analizar en profundidad al mundo (80), el cual se compone de una multiplicidad de concepciones y modos de vida que es preciso trascender, segiin Zubiri, para observar la realidad de "lo que es" en funcién del ser, es decir, como paso previo para entender las categorfas como "algo completamente distinto del mundo como totalidad de las cosas o entes" (81). Concebir al hombre, pues, como esencialmente moral, y a la ética como pensamiento sobre el murdo, nos sirve desde el momento en que dejamos de entender la filosoffa como saber trascendental y entendemos la propuesta del autor de Naturaleza, Historia y Dios nunca en su sentido normativo-metafisico, sino estrictamente formal. Esto nos conduce a ser conscientes de que la esencia moral del hombre no nos dice nada acerca de lo que debemos 0 no debemos hacer -29- en un momento u otro, sino que, en nuestra opinién, lo que hace es proponernos criterios (formales) para valorar y criticar lo existente, des-reificarlo, y poner a la vista de todos la omnipresencia del conflicto entre fines, valores y normas que constituye la "estructura profunda" (en sentido lukacsiano) de una sociedad estratificada en la que se dirimen constantemente cuestiones valorativas en funcién de los diferentes fines y objetivos que repetidamente se plantean problematicamente (82). El problema no reside, pués, en que la conexién entre las normas y su proceso histérico y social nos conduzca al relativismo, ya que éste en su sentido no dogmatico -y valga la paradoja, no absolutista-, lo que hace es instalar el pensamiento normativo en las diferentes circunstancias sociales, culturales e histéricas de donde procede originariamente. El problema no es, pués, esta concepcién relativista, sino su reverso: la a-moralizacién o des-moralizacién, que reenvian a posiciones y criterios que se situan més alld del bien y del mal, més alld del deber y de la justicia que hemos rechazado de plano en péginas anteriores. El hombre es esencialmente moral no en un mundo opuesto al Da-sein, sino al contrario, en una realidad unitaria en la que "lo que hay" viene entendido irremediablemente desde posiciones y criterios que nos vienen dados. Del mismo modo, Bertrand Russell mantiene la tesis de la necesidad irrenunciable de la ética por la sociedad, en donde el conflicto entre lo racional y lo impulsivo exige la existencia de unas normas que eviten la destruccién mutua (83). Este planteamiento hobbesiano conduce a Russell a la tesis de que lo colectivo en la sociedad humana es algo autcimpuesto al igual que la reproduccién social de esa misma colectividad, por lo que la presencia de principios éticos y, sobre todo, jurfdicos desde el surgimiento del modo de -30- produccién capitalista~ se convierte en una necesidad estructural inexcusable que se nota en profundidad en periodos de crisis moral en los que se debilitan, cuando no desaparecen, "las bases racionales para justificar el cédigo ético tradicional" (89). Para Foucault, de un modo o de otro la moral viene considerada, asimismo, como omnipresente en la historia de la humanidad tanto en sus aspectos sociales como, incluso, vitales, con la caracteristica afiadida de que con el surgimiento trabajoso del capitalismo esos fenémenos sociales, morales y vitales entran-a formar parte "en el orden del saber y del poder (es decir) en el campo de las técnicas polfticas" (85). Quizés con estos elementos se aporten argumentos para considerar lo absurdo del "salto" sobre la moral y el derecho, que ni siquiera en Nietzche opera en el vacio y muchos menos en el formalismo kantiano empefiado en la defensa precisa de un orden de valores surgidos del periodo revolucionario y enmarcados dentro del techo de la Reforma (86). Serd, por consiguiente, con referencia critica al pensamiento de Zubiri en esta materia como ser posible concretar atin més este aspecto de la normatividad que vemos que se ha dado a lo largo de la historia del pensamiento siempre como algo encubierto y problemético. Para Zubiri esa moral omnipresente ha de entenderse histérico-geneticamente desde dos posiciones: la moral como estructura, y la moral como contenido (87). La primera aparece como algo que el hombre ha de hacer constantemente, es decir, como la disposicién a ajustar la realidad exterior e incluso interior a una serie de fines y valores que se plantean de antemano, por lo que todo acto humano para ser esencialmente tal ha de ser justo, es decir, ale

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