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Juan XXIII, fue sin duda, el ser humano que más me ha enseñado sobre
la vida y sobre el alma
Por: José Luis Martín Descalzo | Fuente: Razones desde la otra orilla
Yo estuve allí. Y recuerdo que el Papa hizo la homilía más hermosa que
jamás le escuché y que, en ella, nos recitó de memoria una preciosa
oración a la Virgen que él solía ezar siempre de niño. Estuvo el Papa
feliz y no dejó de sonreír ni un solo segundo. Y yo me preguntaba:
«Pero, este hombre, ¿qué es?, ¿un frívolo? Con el follón que tiene
montado en el Concilio, ¿lo que le preocupa es darse un paseo porque
hace un sol precioso y hablar infantilmente de la Virgen María?»A la
mañana siguiente tuvo la respuesta: El Papa creaba una nueva comisión
mixta para elaborar un nuevo esquema, y en ella integraba a los
conservadores y a los más avanzados, sin humillar a nadie, pero
permitiendo al Concilio seguir su camino. Y aquella mañana mi pregunta
fue otra: ¿De dónde sacaba el papa Juan XXIII esa asombrosa serenidad
que le permitía no perder nunca la calma? Años más tarde, cuando se
publicó su Diario del alma, entendimos muchas de las claves de su vida.
Y ésta entre otras.
A esta luz había escrito, de muy joven, este decálogo que yo ofrezco
hoy a mis lectores:
3. Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la
felicidad, no sólo en el otro mundo, sino en éste también.
4. Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las
circunstancias se adapten todas a mis deseos..
5. Sólo por hoy dedicaré diez minutos a una buena lectura; recordando
que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena
lectura es necesaria para la vida del alma.
7. Sólo por hoy haré por lo menos una cosa que no deseo hacer; y si me
sintiera ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.
Desde luego, si sólo por hoy soy capaz de cumplir tres o cuatro
de estos mandamientos, y si mañana repito alguno de estos y
cumplo alguno más, y pasado mañana hago míos otros dos o
tres, terminaré teniendo no la serenidad de Juan XXIII ( porque
esa es una quiniela gorda que sólo toca dos o tres veces por
siglo ), pero sí la suficiente serenidad para ir cumpliendo mi
oficio y ser feliz.