¿Es posible pensar un sujeto colectivo emancipador?
Roberto Daniel Maruenda
Universidad Nacional de Córdoba rdmaruenda@gmail.com Resumen En el presente ensayo nos ocuparemos, tal como lo sugerimos en el título, de generar algunas hipótesis alrededor de la problemática que nos convoca y que es la de pensar las posibilidades existenciales de un sujeto latinoamericano cuyas cualidades estuvieran encabezadas por su acción política y que la misma cumpliera con la función de ser emancipadora, y que obviamente su configuración subjetiva fuera la de un sujeto emancipado. Para esa configuración subjetiva, los perfiles que entendemos como básicos, estarían proyectados por lo menos en dos planos, el individual y el colectivo. En cuanto a las cualidades de “emancipador” o “emancipado”, deberían responder a un significado equivalente, dado que el emancipador debería previamente ser emancipado. En cuanto a la pregunta obvia ¿emancipado de qué?, trataremos de contestarla mediante las teorías y las prácticas que hoy están en el debate latinoamericano. Palabras clave: Capitalismo; Emancipación; Subjetividad Introducción En el presente ensayo nos ocuparemos, tal como lo sugerimos en el título, de generar algunas hipótesis alrededor de la problemática que nos convoca y que es la de pensar las posibilidades existenciales de un sujeto latinoamericano cuyas cualidades estuvieran encabezadas por su capacidad de acción política y que la misma, cumpliera con la función de ser emancipadora, Términos claves de la teoría poscolonial latinoamericana 234 cuestión que obviamente implicaría que su configuración subjetiva fuera la de un sujeto emancipado. Para esa configuración subjetiva, los perfiles que demanda como básicos se establecen mediante dos planos, el individual y el colectivo. En cuanto a la cualidad de “emancipador” o “emancipado”, deberían responder a un significado obviamente equivalente, dado que el emancipador debería previamente ser emancipado. En cuanto a la pregunta obvia ¿emancipado de qué?, será la cuestión que trataremos de contestarla con el auxilio de las teorías y las prácticas que hoy están en el debate latinoamericano y de algunas ideas que podamos aportar. Los planos necesariamente tomados para esta investigación, como ya lo dijimos, cubren tanto lo individual como lo colectivo, que aunque son categorías de origen sociológico o bien de psicología social, no pretendemos que quede allí. Nuestro objetivo es que no queden sólo en un proyecto organizativo de lo social o en un modelo sociológico sino que el interés fundamental es explorar también las posibilidades alrededor de la cuestión política, es decir, nuestro sujeto objetivo en el presente ensayo es el sujeto político, su entorno y sus interrelaciones mediante las que configura su condiciones de existencia y de las que se derivan los pormenores de esas cualidades relativas a la emancipación. Para tratar de cumplir con dicho fin, apelaremos a trabajos de investigación teórica y a aplicaciones de campo realizados en Venezuela y en Brasil, los cuales consideramos que no están cerrados a límites políticos zonales, sino que pueden ser aprovechados desde otros lugares de la región. Esto es así, porque muchos de ellos encuentran referentes en los pensamientos de Paulo Freyre y de Ignacio Martín-Baró, de manera no excluyente, pero si valorando su pensamiento comunitario. Asimismo, utilizaremos algunas categorías de análisis desarrolladas dentro de lo que son los estudios críticos contenidos por ese título abarcador que no es otro que el de los debates desde la poscolonialidad, con los que tenemos en común la problemática derivada del colonialismo y sus ulterioridades. Por último, y dado que estaremos trabajando con el sujeto individual y colectivo, apelaremos a las investigaciones que ha realizado Edgar Morin (2006), en su calidad de antropólogo y sociólogo, que mediante su exhaustiva publicación denominada “El Método” nos enriquece con los nuevos descubrimientos en las neurociencias para entender mejor la complejidad humana de la subjetividad. Términos claves de la teoría poscolonial latinoamericana 235 Contexto de desenvolvimiento del sujeto individual y del colectivo En la perspectiva de los debates generados desde posiciones como la pos-colonialidad, se inscriben los estudios culturales, las teorías de la identidad y las teorías críticas de la raza. En el centro de estos debates está precisamente el sujeto individual y el sujeto colectivo. Para Stuart Hall (2011) esta condición del sujeto sólo es posible mediante el encuentro o sutura, la que se produce por sobredeterminación y nunca por subsunción, algo que remite a un reconocimiento de una cierta autodeterminación casi obligatoria a la hora de hablar de subjetividad no clasificada. Cabe además acotar que Hall (2011) sostiene que de no existir esta sobredeterminación, el sujeto se mantiene como individuo. La sobredeterminación, implica sin duda identificación, y este es el momento en el cual se hace necesario atar a la palabra “identidad” con otra tan fuerte que es “diferencia” y que per se agrega la condicionalidad de exclusión y un “afuera constitutivo” que, tal lo anticipa Butler (1993), por lo general no sólo no beneficia a lo social, sino que lo perjudica. Esta contingencia Hall (2011) la salva a partir de considerar que la identidad tiene valor estratégico y de posicionalidad, convirtiendo a ambas condiciones en herramientas políticas que implican tomar la cuestión de la identidad como un medio que cumple funciones de agrupamiento pero que no implica fusión o subsunción de algún tipo que no sea otro que sumar voluntades en momentos de definiciones colectivas que pueden o no ser correctas. Desde Latinoamérica hay preocupaciones similares. Se está pensando la posibilidad de una subjetivación diferenciada en función de los espacios sociales, políticos, económicos y culturales en donde el sujeto realmente se subjetiviza. El objetivo se plantea en relación con la formulación de una unidad teórica que permita comprender a estos procesos de configuración de estas subjetividades de las personas de manera diferenciada, según sus propios espacios sociales. En este sentido González Rey afirma su preocupación en estas palabras: La incertidumbre, la dispersión, la falta de vínculos, la despersonalización de lo cotidiano, lo efímero de cualquier condición social, son elementos que facilitan sentidos subjetivos asociados a la soledad, el vacío, la desconfianza y el miedo que con frecuencia son dominantes en los vínculos con el otro, y que representan una condición patogénica de la organización actual del capitalismo global, donde la norma ha perdido su relación con los valores, pasando las relaciones a estar regidas por el dinero, lo que Términos claves de la teoría poscolonial latinoamericana 236 trae infinitas consecuencias que van desde la corrupción hasta la dispersión social que hace inviable cualquier consenso ( González Rey 119). Por lo expuesto, se puede presumir que las maneras en que se arriba a la construcción de identidad en los colectivos remite a discursos, prácticas, posiciones diversas, muchas veces antagónicas, como resultado de la intervención de antecedentes históricos, la lengua, la cultura y del devenir propio del cambio de situaciones que año a año, decenio tras decenio se producen tanto en lo local como en lo regional e incluso en lo internacional. La cuestión de la sobredeterminación actuante en la construcción de las identidades, pone en juego formas de interpretación de la realidad que hoy reciben un alto impacto debido al uso que se realiza de los medios de comunicación, en especial la televisión, y la forma en que ellos llegan con facilidad a los individuos y sus procesos de subjetivación. Por ello hacemos mención a la opinión de Hall (2011) que nos parece relevante, en tanto afirma que el punto de sutura o encuentro, se produce cuando el individuo encuentra coincidencia entre su sentido subjetivo y el de los discursos y las prácticas del emisor de los mensajes. Hasta aquí, podríamos presuponer que el juego político de la transmisión de mensajes planteado puede considerarse absolutamente lícito pero Hall (2011) pone reparos en tanto en estos mensajes se recurre a mecanismos de la mente. Pone, por ejemplo, la imagen especular lacaniana (Szyniak. 45-46) y la identificación alienante que, en 1914 en su libro El malestar en la cultura, Freud había denominado desamparo en alusión a las “debilidades” del inconsciente. Más específicamente Maritza Montero (2006) nos recuerda, en este sentido los trabajos del psicólogo panameño Escovar (1979 y 1980), uno de los pioneros en psicología comunitaria latinoamericana que, a partir de la década del setenta, planteaba su modelo psicológico-social del desarrollo, haciéndolo a partir de la necesidad de superar los efectos, quizás no deseados de procesos psicológicos no siempre espontáneos. En pie de página ampliamos las referencias de Montero (2006) mostrando los significados de cada uno de estos procesos psicológicos, tales como, la desesperanza aprendida (Seligman 1975)84, el locus de control externo (Rotter1966)85, el !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 84La expresión "learned helpessness" acuñada por Seligman ha sido traducida al español de diversas maneras: "desesperanza aprendida", "desamparo aprendido", "indefensión aprendida", la última refleja mejor (o menos mal) el fenómeno nombrado. 85 El constructo autoeficacia inicialmente se originó de la teoría del aprendizaje social de Rotter(1966) y de la teoría sociocognitiva de Bandura (1986). Las creencias de autoeficacia se refieren a los juicios que cada individuo hace Términos claves de la teoría poscolonial latinoamericana 237 bloqueo de la autoeficacia (Bandura 1959), la alienación en sus diferentes expresiones (Seeman 1959)86, revelan la preocupación sobre las formas en que el modo de producción y la forma de organización social resultante condiciona al sujeto individual y al colectivo en lo social y lo político. Estas referencias no persiguen ningún efecto de escándalo moral, pero si están destinadas a marcar las limitaciones y peligros, tanto para el sujeto individual como para el sujeto colectivo, como hacedores de sentidos subjetivos propios que le sean beneficiosos para sí y para su comunidad y que refuerzan la visión de Hall (2011), abriendo interrogantes en relación a las formas de sobredeterminación y la calidad comunitaria de sus contenidos. Vehículos metodológicos para la emancipación En otro de los aportes tomados por nosotros, están los análisis de Lawrence Grossberg (2011) en los que encontramos excelentes herramientas de análisis. Este investigador presta atención a la oposición entre una lógica de la modernidad, la de la cultura dominante, a la que contrasta con una lógica de antimodernidad que vendría a representar una cultura emancipadora. La lógica de la modernidad está simbolizada en su discurso mediante tres características que se podrían considerar como paradigmáticas: la diferencia; la individuación; la temporalidad. Estas tres características parecen sintetizar con toda precisión la concepción eurocéntrica de autoafirmación de un sujeto de la historia que se proyecta como modelo indiscutible para el resto de la humanidad. Esto que inicialmente fue así, luego sumó al tándem conflictivo configurado con los estadounidenses, que se mostraron y se muestran como lo superior, como los hacedores de un mundo que sin ellos no sería tal. Las tres características se corresponden con los modelos básicos acerca de sus capacidades para llevar a cabo una tarea. Bandura plantea que los individuos poseen un sistema interno que les permite ejercer control sobre sus propias acciones, conductas y pensamientos, siendo este sistema un componente fundamental de influencia en el logro de las metas que cada quien se propone. Al respecto, Bandura (1997) expresa: “Las creencias de autoeficacia constituyen un factor decisivo en el logro de metas y tareas de un individuo. Si las personas creen que no tienen poder para producir resultados, no harán el intento para hacer que esto suceda”. 86 Melvin Seeman y Robert Blauner, para focalizar los significados no siempre precisos, asignaron cinco dimensiones al concepto de alienación: carencia de poder, ausencia de normas, falta de significado, aislamiento y autoextrañamiento. Términos claves de la teoría poscolonial latinoamericana 238 de la modernidad. El Estado-nación como la forma de organización institucional, sin discusión. La democracia, como la única forma de gobierno racional y el capitalismo como la mejor forma de producción y administración de los bienes terrenales. En fin, la historia del hombre escrito por ellos como un continuum, cuya plenificación, curiosamente, encuentra su vértice en ellos mismos y derrama sus “virtudes” sobre los otros, los “subalternos”. A esta lógica, le opone una lógica que denomina de la antimodernidad. En principio, este tipo de definición por la negación, suele ser muy peligroso. No obstante ello, extrajimos lo que consideramos que sirve para pensar las posibilidades de un sujeto emancipador. En este caso, la caracterización opositora que pudimos inteligir, estaría compuesta por: la otredad, la subjetivación y la espacialidad. En este contexto conceptual de la antimodernidad, la otredad se manifiesta como lo contrario a la identidad. Esta identidad, en el sentido moderno, se define en función de la concepción de Estado-nación, capitalismo y democracia, i.e., todo lo que es igual a eso “es” y todo lo que no es igual “no es”, parafraseando a Aristóteles. Por ello, la otredad puede considerarse dentro de lo que genéricamente sería la aceptación o lo que sería lo mismo que decir, la existencia humana es diversa tanto en sus orígenes como en sus historias, razones más que suficientes para deducir que con fines no necesariamente coincidentes, aunque supuestamente “convivenciales”, pero no por ello necesariamente no conflictivos, existe la posibilidad de desarrollo de subjetividades. La siguiente característica, que es la subjetividad propiamente dicha, agrega la sustancial consideración de la complejidad. La modernidad recurrentemente ha apelado a la homogeneidad, de la que podemos tomar como el ejemplo más monstruoso, lo que se denomina genéricamente la globalización de la economía. Por el contrario la valoración de la subjetividad como proceso de construcción del sujeto remite, tal como ya lo anticipamos, a un proceso mediador a través del cual el sujeto deviene en sujeto singular y su “racionalidad” se va armando como configuración de sentidos subjetivos que son costumbres, valores, intereses, gustos, etc. a los que el sujeto les asigna prioridades para sí y en función “de”. Esta subjetivación es un proceso incesante que se registra en el transcurso en el que el sujeto madura en edad y experiencia, cuestión que le va requiriendo asignarle valor a su propia historicidad. Este sujeto individual, al cual nos estamos refiriendo, se conjuga con el sujeto colectivo. Este último en su interrelación o vida social, apelando a los conceptos de Stuart Hall (2011), el sujeto agrega a sus configuraciones de sentido Términos claves de la teoría poscolonial latinoamericana 239 subjetivo individual, los sentidos subjetivos mediante el encuentro o sutura que se producen por sobredeterminación o coincidencia con el colectivo, o dicho en conceptos de E. Laclau (2005), los puntos de confluencia universal compuestos por los vacíos de las necesidades o aspiraciones insatisfechas y que este último denomina “los significantes vacíos”, en donde el sujeto encuentra los sentidos subjetivos colectivos que hace propio lo compartido. La Psicología Comunitaria y la psicología social crítica en Latinoamérica Maritza Montero (2006), entre otros importantes pensadores que fueron directores del Instituto de Psicología de la Universidad Central de Venezuela, manifiesta con claridad el hecho de que el desarrollo y transformación de las comunidades, depende de la: Organización de sus miembros y en su desarrollo, insistiendo en la necesidad de la participación de las personas, en el apoyo a sus cualidades positivas y en el fomento de sus capacidades, es decir, en el fortalecimiento de esos individuos y grupos para que logren por sí mismos transformaciones positivas que mejoren en su calidad de vida y su acceso a bienes y servicios de la sociedad a la cual pertenecen ( Montero 2006, 59). Pero sin duda, lo más notable de esta disciplina es que se define como: “la psicología comunitaria es aquella que trata de la comunidad y que es realizada por la comunidad” (Montero 2007, 67). En una definición más amplia, se abarca la relación entre el individuo y el medio ambiente resultando de ello el doble plano de interés de lo microsocial y de lo macrosocial en el que son objeto de estudio todos los fenómenos psicosociales de carácter comunitario, contextuados cultural y ecológicamente, dado que el sujeto individual y social es considerado como un agente activo y constructor de la realidad que vive, incluyendo la relación con el medio ambiente. Por último, pone el acento sobre la condición política con sus colaterales necesarios de formación de ciudadanía y fortalecimiento de la sociedad civil. Relativo a esto último, en una obra anterior de la autora y en relación con la cita anterior, realiza un análisis profundo sobre la cuestión del poder de la comunidad en el que manifiesta que: Términos claves de la teoría poscolonial latinoamericana 240 El poder atraviesa todas las relaciones humanas. De uno u otro modo está siempre presente en ellas, bajo múltiples formas, a veces más sutiles, otras más explícitas. Como su uso abusivo suele tener efectos más dramáticos que su empleo con fines benéficos, es ése el rostro que con más frecuencia suele ser visto. Pero en el poder hay aspectos tanto positivos como negativos y ambos deben ser considerados cuando se trata de procesos comunitarios (Montero 2006, 31). A partir de ello es que, como refiere la autora, se despliegan las herramientas políticas: Lo que se plantea la psicología social comunitaria se manifiesta no sólo a través de acciones y verbalizaciones, sino que además entra en el campo de la conciencia. Entonces, un grupo o comunidad con conciencia crítica respecto de sus condiciones materiales de vida puede asumir la conducción de su destino y de las acciones concomitantes, logrando sus objetivos (…) (Montero 2007, 272). Son, en este sentido, valiosos los aportes que se pueden agregar a los trabajos de Castoriadis (1997) con su Imaginario Social Instituyente o de Moscovici (1988) con su Teoría de las representaciones sociales, tanto del instituyente social del primero como de las representaciones sociales del segundo, mencionados sólo a modo de antecedente. Este es un camino. Otro camino, entendemos, lo protagonizan Fernando González Rey (2008) y otros autores que, desde la psicología individual crítica, han tomado algunos conceptos básicos de MartínBaró, quien, como nos recuerda González Rey (2008, 32), “fue siempre consciente de que una psicología de la liberación tenía un serio compromiso en el orden del replanteamiento teórico, epistemológico y metodológico de la psicología”. González Rey (2009) conjuga en su teoría la categoría de sentido de Vygotski con el objeto de mostrar a la psique humana como generadora de nuevos fenómenos psicológicos y sociales. Este autor suscribe estos descubrimientos y de entre ellos extrae el de la categoría de sentido, para transformarla en la categoría de sentido subjetivo como expresión compleja de toda la subjetividad del sujeto y de los contextos en que actúa. Términos claves de la teoría poscolonial latinoamericana 241 Bajo esta nueva categoría de análisis se deja de lado lo que tradicionalmente se manejaba en la psicología, en relación a que las conductas estaban causadas por elementos o dinámicas comunes a los diferentes sujetos, haciendo que se crearan universales de comportamientos humanos. Por el contrario, hoy se está pensando en la posibilidad de que las subjetivaciones son diferenciadas en función de los espacios sociales, políticos, económicos y culturales en donde el sujeto realmente se subjetiviza. El objetivo se plantea en relación con la formulación de una unidad teórica que permita comprender a estos procesos de configuración de estas subjetividades de las personas de manera diferenciada, según sus propios espacios sociales. Cabe acotar además, como anticipamos en el inicio, que la subjetividad contempla los planos tanto individual como colectivo en permanente interacción y retroalimentación. Como podemos apreciar hasta aquí, existe una línea teórica conceptual casi unánime entre los distintos investigadores que hemos repasado, si bien cada uno de ellos mantiene la imagen desde su disciplina. En línea con estos trabajos, entendemos que se puede tomar como un aporte muy significativo los planteos teóricos de Morin (2006), en especial, lo que el aborda en su obra “El Método” y que, en el volumen tres, denomina “antropología del conocimiento”. Allí sobre el esquema conceptual de computación-cogitación, en tanto organización del conocimiento y pensamiento para comprender y resolver los problemas que impone la realidad, desenvuelve la complejidad del ser humano en su condición: Que va a permitirnos concebir en su naturaleza viviente y vital la noción de sujeto. ¿Qué es ser sujeto? Es correlativamente: 1) situarse en el centro del propio mundo para computar a este mundo y computarse a sí mismo; 2) realizar una distinción ontológica entre Sí y no- Sí; 3) realizar la auto-afirmación y auto-trascendentalización de Sí. De este modo se constituye e instituye el auto-ego-centrismo, es decir, el carácter primario y fundamental de la subjetividad (Morin 53-54). Para el autor este sujeto establece una dialéctica exterior/interior. Lo que ha hecho que el aparato neurocerebral a la vez sea tan íntimamente subjetivo y esté tan objetivamente abierto al mundo (Morin 2006). Agregamos una cita más de este autor, del que rescatamos un párrafo que nos parece fundamental para entender la problemática que estamos tratando: Términos claves de la teoría poscolonial latinoamericana 242 La cultura es indispensable para la emergencia del espíritu y para el pleno desarrollo del cerebro, los cuales son ellos mismos indispensables para la cultura y para la sociedad humana, las cuales no adquieren existencia y consistencia más que en y por las interacciones entre los espíritus/cerebros de los individuos ( Morin 84). Cabe acotar que cuando habla de ‘cerebro’ está refiriéndose a la actividad nerviosa encefálica y reserva el término ‘espíritu’ para la actividad psíquica, aunque acota que ambas actividades “son a la vez idénticas, equivalentes y diferentes y distintas” (Morin 99). Reflexiones finales Hemos tratado de movernos hacia una aproximación en la consideración, no sólo en función del sujeto individual sino también del sujeto colectivo y balbucear algunas hipótesis sobre la configuración de la capacidad política emancipadora y los caminos a recorrer para provocarla, desarrollarla. Entendemos que en este sentido, nos resulta de gran utilidad recurrir a una cita de Morin (2006), que tras hacer abundantes consideraciones sobre los descubrimientos de las neurociencias y describiendo las formas de funcionamiento del sistema nervioso central, nos aporta pistas de cómo funciona un proceso de cambio de sentido subjetivo, como lo intuyen otros desde la psicología o desde la sociología: (…) no se puede encerrar este problema dentro de un cráneo cerrado, hay que hacer que la determinación sociocultural intervenga en el interior del cerebro, ya que desde el nacimiento y durante los años de plasticidad del joven cerebro, la familia y la cultura imponen un papel masculino y un papel femenino bajo formas que varían precisamente según las familias y las culturas. . .la sobredeterminación cultural, al mismo tiempo que los papeles sociales de lo masculino y lo femenino, aporta un tipo de educación dominante para cada sexo. . .inscribiendo con esto su marca profunda en el funcionamiento íntimo de la inteligencia y del conocimiento (Morin 101). Creemos que sin duda esta es una de las claves para pensarnos hacia el futuro, ya que nuestras realidades sociales son sumamente complejas. En principio, nos atreveríamos a afirmar que las vías de pensamiento que hemos mencionado, podrían o deberían ser complementarias y Términos claves de la teoría poscolonial latinoamericana 243 concurrentes para arrojar alguna luz sobre los grandes interrogantes que nos interpelan. Como hemos visto, los investigadores que trabajan en la práctica de la psicología social comunitaria intentan no hacer básicamente teoría sino que, por el contrario, tratan de que ésta última se vuelque lo más directamente posible hacia la práctica. Por todo ello, nos atrevemos a decir que, si bien sólo hemos tratado de mostrar algunas piezas del rompecabezas, estamos cada vez más convencidos de que la complejidad terminológica en los debates latinoamericanos a los que se agrega la problemática de la subalternidad, puede arrojarnos en un terreno peligroso que no es otro que el de las universalizaciones, manía tan moderna como despreciable. Es esperable que la diversidad y la aceptación del otro como riqueza y no como diferencia, mejore las posibilidades de pensar en nuevas formas de organización social. A modo casi de colofón, diríamos que mucha terminología podría ponerse en cuestión. Quizás podríamos arriesgarnos a poner en duda algunos términos, como afirmar que el colonialismo no tiene diferencias con el capitalismo sino que, por el contrario, es una de sus formas más brutales, que aún hoy se ejercen. Que el capitalismo actual en uno de sus modos más avanzados se denomina colonialidad o dicho en otras palabras, el cómo se gerencia lo que, en algún momento, fue un lugar ocupado militarmente, es decir, la colonia y que hoy está ocupada económica y tecnológicamente. Otro, el capitalismo no es un modo de producción sino un modo de dominación. Por ello, creemos que será necesario pensar la emancipación de un modo distinto, tratando de eliminar lo que provoca ruido y confusión y dirigirnos hacia una remisión al sujeto individual y al sujeto colectivo respondiendo a la espacialidad física y cultural que lo contiene, promoviendo de esa manera procesos de subjetivización que respondan a las necesidades individuales y colectivas. La colonia y sus ulterioridades no pueden ser superadas desde concepciones que conciban un antes y un después de la colonia, porque el capitalismo está más presente que nunca y porque sólo mencionando la mega minería bastaría para ejemplificar que la cruz y la espada están tan presentes como en el siglo XV. Términos claves de la teoría poscolonial latinoamericana 244 Bibliografía Butler, Judith. El género en disputa. México: Paidós, 2003. Freire, Paulo. La educación como práctica de la libertad. Argentina: Siglo XXI, 2008. Freud, Sigmund. El malestar en la cultura. Buenos Aires: Alianza Editorial, 1992. González Rey, Fernando. “Subjetividad y psicología crítica”. Jiménez-Domínguez, Bernardo (comp.) Subjetividad, Participación e Intervención. Argentina: Paidós, 2008 ---.Psicoterapia, subjetividad y postmodernidad. Argentina: Noveduc, 2009. Grossberg Lawrence. “Identidad y estudios culturales: ¿no hay nada más que eso?” Hall, Stuart y Du Gay, Paul (comp.) Cuestiones de identidad cultural. Buenos Aires: Amorrortu, 2011. Hall, Stuart. “¿Quién necesita identidad?” Hall, Stuart y Du Gay, Paul (comp.) Cuestiones de identidad cultural. Buenos Aires: Amorrortu, 2011. Laclau, Ernesto. La razón populista. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2005. Martín-Baró, Ignacio. Hacia una psicología de la liberación” en Blanco, A. , Psicología de la Liberación. Madrid: Trotta, 1998. Montero, Maritza. Teoría y Práctica de la Psicología Comunitaria. Argentina: Paidós, 2006. ---.Introducción a la Psicología Comunitaria. Buenos Aires: Paidós, 2007. Morin, Edgar. El Método 3. Conocimiento del conocimiento. Madrid: Cátedra, 2006. Szniak, David. Discursos del cuerpo. Argentina: Lugar Editorial, 1999.