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Historias de terror

By : lylylyxy
1. Hellfire Club

Existen pocas construcciones en el mundo que hayan sido testigo de historias de


terror reales, pero esta es una de ellas. Entre las montañas de Dublín fue hallado
un antiquísimo sepulcro que data aproximadamente del periodo 4500 al 2000
antes de Cristo. Muchos siglos más tarde, el magnate Connolly adquirió este
terreno, sobre el cual levantó un ostentoso pabellón de caza. Tras su muerte, el
sitio pasó a ser el exclusivo lugar de reunión del Hellfire Club, una sociedad de
adinerados hedonistas. Todavía hoy se pueden observar en el lugar los escombros
de la lúgubre construcción donde se llevaban a cabo todo tipo de actos perversos.

Era una noche como cualquier otra en el Hellfire Club. Las apuestas, vicios, fiestas
y orgías no podían faltar, aun en medio de una fría noche tormentosa. A la puerta
del lugar se acercó un hombre enigmático que habría sido sorprendido por el
temporal. Aquel viajero envuelto con el manto de la noche podía costear una
partida de póquer mientras recuperaba fuerzas al calor de la lumbre.

Nada parecía perturbarle, pero esa misma calma misteriosa hacía que todos se
preguntasen su identidad. Aquel extraño visitante no revelaría mayores detalles,
salvo que le complacería jugar esa noche al póquer. Los más diestros jugadores
vieron en aquella insinuación la posibilidad de ganarle dinero suficiente.
Rápidamente las onerosas apuestas caerían sobre la mesa, incluyendo la del
viajero.
La tormenta continuaba copiosa, mientras la suerte rodeaba a aquel enigmático
hombre. El jugador a su derecha buscaba la forma de sacar ventaja del juego
intentando distraer al forastero, pero este apenas conversaba.

Para ver si podía realizar alguna artimaña a su favor, el socio del club hizo un
extraño tropiezo dejando caer al suelo una de sus cartas y, al agacharse debajo de
la mesa, solo emitió un grito aterrador. No podía creer lo que veía: las
extremidades inferiores del viajero eran pezuñas de cabra en lugar de pies.

Al advertir con el alarido, todo el club quedó a la expectativa, posando sus


miradas en el enigmático forastero. El Príncipe de las Tinieblas hizo la revelación
de su presencia en el Hellfire Club, el sitio en el que, durante años, se le había
rendido culto en medio de los más pecaminosos encuentros de sus socios.

Poco se supo de cómo terminó aquella noche. Lo que sí se sabe y aún se comenta
es que, a la mañana siguiente, solo quedaron los vestigios humeantes de la
edificación. Y trazando un camino de salida, quedaron plasmadas en la tierra las
huellas de herraduras de un par de patas de cabra.
2. Kuchisake-Onna

El profesor de matemáticas les había puesto un examen sorpresa a última hora y


la clase habían terminado más tarde de lo habitual. Las sombras ya cubrían las
calles de Tokio cuando las gemelas Sakura y Keiko emprendieron el regreso a
casa. Iban hablando animadamente y, apenas sin pensarlo, torcieron por una calle
angosta para acortar el trayecto. Ya habían avanzado algunos metros cuando
repararon en la escasa iluminación del lugar y en que eran las únicas transeúntes.

De improviso, una mujer salió de entre las sombras de un portal y empezó a andar
hacia ellas. La desconocida lucía una larga cabellera negra, un abrigo oscuro y la
mitad inferior de su rostro estaba cubierta por una mascarilla quirúrgica. Esto
último no inquietó a Sakura y Keiko, pues antes del coronavirus muchos japoneses
habitualmente optaban por usar mascarillas para evitar resfriados y otras
enfermedades.

La mujer se detuvo ante ellas y preguntó: «¿Soy hermosa?». Las chicas sonrieron
con alivio al considerar que la desconocida era inofensiva y Sakura se adelantó
para responder: «Sí».

Entonces se quitó la mascarilla, dejando a la vista las horribles heridas que partían
de la comisura de su boca y que la transformaban en una macabra sonrisa de
oreja a oreja. «¿Y ahora?», preguntó de nuevo. Sakura gritó horrorizada mientras
Keiko permanecía inmóvil, incapaz de reaccionar.

Con un rápido movimiento, la desconocida extrajo unas grandes y afiladas tijeras


de debajo de su abrigo y abrió la garganta de Sakura. La sangre, que brotó a
borbotones, salpicó a Keiko, que al fin reaccionó y empezó a correr en dirección
contraria.

Pero aquella mujer se materializó frente a ella. Y volvió a hacerlo cada vez que
Keiko intentaba evitarla y escapar. «¿Soy hermosa?», preguntaba el yokai
(espíritu demoníaco) cuando se le aparecía delante.

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