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Bien temporal eclesial: los que pertenecen a las personas jurídicas privadas y se rigen por los

propios estatutos y no por el Derecho Canónico, a no ser que se diga otra cosa.

Bien: Todo aquello que es de apropiación, utilidad y de valor económico, sentimental o

espiritual, para alguien. Lo que es objeto de facultades y derechos, de relación y

reglamentación, el patrimonio. No puede reducirse sólo a bienes económicos.

Bienes temporales eclesiásticos: Bienes que pertenecen a las personas jurídicas públicas en la

Iglesia.

Bienes temporales: Bienes que por ser útiles y tener un valor, sirven para la vida en el tiempo.

Cosa: todo cuanto existe o tiene una entidad corporal o espiritual, natural o artificial, real o

abstracta. Una realidad reconocida en el mundo físico y que puede ser usada por los hombres.

Derecho independiente (c.1254): Su ejercicio se rige por un ordenamiento jurídico propio de

carácter primario, de tal modo que seguiría existiendo aún en la hipótesis de que el Estado u otra

autoridad política le negase su existencia.

Derecho nativo (c. 1254): Se trata de un derecho conforme a la naturaleza de la Iglesia, nacido

con ella por voluntad de su Fundador, y no encuentra su origen en la concesión por parte del

poder estatal.

Derecho positivo: por él, la Iglesia es reconocida por el ordenamiento canónico y por el

ordenamiento jurídico internacional como una persona jurídica y como tal goza de diferentes

atributos, entre los que se encuentra el patrimonio.

Dominio: Derecho de gozar y disponer de una cosa propia, sin más limitaciones que las

establecidas por las leyes.


Enajenar: vender, donar o ceder el derecho o el dominio que se tiene sobre un bien o una

propiedad eclesiástica.

Patrimonio: Atributo de la personalidad. Conjunto de bienes, derechos (reales y personales) y

obligaciones de una persona (natural o jurídica), apreciables en dinero y que constituyen una

universalidad. Tiene por objeto unos bienes que, por su naturaleza, pueden ser objeto de

operaciones jurídicas.

Persona moral: este derecho de la Iglesia se basa en argumentos de orden teológico. La Iglesia,

espiritual y visible, tiene derecho a los bienes dada su misma naturaleza, es decir, en el derecho

divino positivo, en la voluntad de su Fundador. En espíritu de pobreza y servicio.

Posesión: Tenencia pacífica de una cosa con ánimo de señor y dueño, sea que es el dueño, sea

que se dé por tal, tenga la cosa a nombre propio o la tenga otro a nombre de él.

Tenencia: Uso de una cosa, sabiendo y reconociendo que pertenece o está en posesión de otra

persona.

Bienes muebles: Aquellos que no pueden transportarse sin que se altere su propia consistencia.

Bienes inmuebles: éstos pueden ser transportados o se o pueden cambiar de lugar sin alterar su

propia consistencia.

Derechos reales y personales: en ellos, se distingue el titular de un bien y los derechos y

acciones sobre ese mismo bien.

Cosas sagradas: son las destinadas al culto divino, mediante la bendición. Estas pueden

pertenecer a personas privadas.

Cosas preciosas: aquellas cuyo valor puede ser intrínseco, artístico, histórico etc.

Cosas votivas: son los bienes donados a la Iglesia a causa de un voto (ofrenda).
Bienes culturales: son los bienes que de alguna manera dan fe y testimonian la cultura.

Taxas: el nombre de taxas se refiere a las oblaciones de los fieles, impuestas por la ley

eclesiástica con ocasión de una gracia concedida a ellos o de un ministerio sagrado dado en su

bien. Se distinguen las taxas funerales, las taxas judiciales y las taxas por varios actos de la

jurisdicción voluntaria, o por la ejecución de rescriptos de la Santa Sede o con ocasión de la

administración de sacramentos o sacramentales.

Ofrendas: son las que los fieles espontáneamente hacen y las que se refieren a la celebración de

los sacramentos y sacramentales y funerales.

Patrimonio estable: El patrimonio estable lo forman el conjunto de los bienes de una persona

jurídica pública eclesiástica que, por medio de la asignación legítima, constituyen la base

mínima necesaria para la subsistencia económica de dicha entidad y la realización efectiva de

sus fines, atendidas sus circunstancias particulares, y que por ello gozan de una especial

protección a la hora de su enajenación u operaciones asimiladas. La Iglesia quiere proteger su

patrimonio frente a posibles enajenaciones arbitrarias y evitar que una inadecuada

administración ponga en peligro la viabilidad económico-financiera de sus personas jurídicas

públicas, se trata de controlar las enajenaciones de bienes eclesiásticos. Los bienes pasan a

formar parte del patrimonio estable por la asignación legítima. Es un acto de la autoridad

competente que los protege especialmente.

Beneficio eclesiástico: Se entendía por “beneficio eclesiástico” el derecho perpetuo de oficiar

en la Iglesia, constituido por la autoridad del obispo, con el derecho, a su vez anejo e

inseparable, de percibir los frutos eclesiásticos. Debían el nombre a ser “gracias hechas y

conferidas por los pontífices y prelados”. Por consiguiente, el beneficio en sí era una “pieza

eclesiástica” que comprendía “el oficio” a realizar y la “prebenda” a recibir, bien que la
tradición ha eliminado la primera de las expresiones para dejar sólo y únicamente la segunda: la

prebenda. Cuando hablamos de beneficios nos referimos, pues, a ambos conceptos: el oficio y

las rentas.

Pignorar: pignorar es dejar en prenda uno o varios de nuestros bienes como una forma

adicional de garantía de pago, generalmente ante un prestamista.

Fundaciones Pías Autónomas: son conjuntos de cosas destinados a obras de piedad,

apostolado o caridad, tanto espiritualidad como temporal y erigidos como persona jurídica por

la autoridad eclesiástica competente (c. 114 § 1). La Fundación autónoma como “persona

jurídica es por naturaleza perpetua” (c. 120 § 1).

Fundaciones Pías no Autónomas: los bienes temporales, dados de cualquier modo a una

persona jurídica pública ya existente, con el encargo de celebrar Misas o funciones eclesiásticas

con las rentas anuales, durante un período largo de tiempo o para a obras de piedad, apostolado

o caridad, tanto espiritualidad como temporal. El derecho particular determinará el tiempo que

ha de durar esta fundación pía no autónoma.

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