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Katherinne Jazmin Paraiso Newbery

20190-18

ENSAYO
Una Tragedia que Pudo Evitarse
La muerte de nueve personas al finalizar un concierto en Quetzaltenango, la noche del pasado
14 de septiembre, fue un hecho absurdo.
Algunas versiones señalan que las salidas no se dieron abasto para que los asistentes
abandonaran el lugar, mientras que otras indican que las puertas estaban cerradas y decenas
de personas quedaron atrapadas cuando la masa comenzó a presionar para salir. Lo peor es
que tanto los organizadores como las autoridades evaden la responsabilidad sobre este
lamentable suceso que enluta a muchas familias por algo que pudo prevenirse. Hasta el
procurador de los Derechos Humanos, José Alejandro Córdova, quien tiene la obligación de velar
por el respeto a la vida de los guatemaltecos, reaccionó hasta tres días después con un
comunicado sin sentido.
El procurador de Derechos Humanos reaccionó hasta tres días después con un comunicado sin
sentido. Esta tragedia recuerda la ocurrida hace 26 años en el entonces estadio Mateo
Flores, cuando murieron 83 personas y 200 más quedaron heridas antes de que se celebrara un
partido entre las selecciones de futbol de Costa Rica y Guatemala. En aquella oportunidad, la
venta excesiva de boletos llevó a que miles de aficionados intentaran ingresar cuando las
localidades ya estaban abarrotadas, lo que llevó a que decenas de personas murieran asfixiadas
contra la malla que separa los graderíos del campo. Al igual que en aquella ocasión, en
Quetzaltenango se sabe que la cantidad de personas que ingresaron al concierto superó con
creces el aforo permitido. La Dirección de Espectáculos, del Ministerio de Cultura y
Deportes, había permitido el ingreso de 15 mil personas, pero esa cantidad se duplicó sin que
los organizadores tomaran medidas para evitar la saturación.
Fue hasta que los medios de comunicación comenzaron a cuestionar la falta de responsabilidad
de los organizadores cuando esa empresa emitió un escueto comunicado en redes sociales, el
16 de septiembre, o sea dos días después de la tragedia. Otra muestra de indolencia la dio el
alcalde de Quetzaltenango, Juan Fernando López, quien llegó a decir que el concierto era
privado y que las personas asistieron por su cuenta y riesgo, por lo que, dijo, no tuvo ninguna
responsabilidad en el hecho. Tan poco le importó la muerte de sus conciudadanos que no declaró
luto en la ciudad altéense para no afectar el desfile del 15 de septiembre. Estas muestras de
indiferencia dejan mucho que desear tanto de algunas empresas como de las autoridades a
quienes parece que les tiene sin cuidado la pérdida de vidas humanas.
Sin embargo, el procurador Córdova parece muy conforme con su papel de adorno para no
afectar a las autoridades y a la iniciativa privada, aunque eso signifique darle la espalda a la
población, a la que se debe.

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