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Elementos de teoría política


Versión española de
ivl.' Luz ivlorán El término democracia aparece por primera .v:z en.
Ftoj.o* v ,igniilro,
Pero
ii'ád.,'
ciendo literalmente del griego, poder (kratos) del pueblo-(d.ernos;.. iies.{¡¡uei
sislo ul a. de J.C. hasta el siglo XtX la <democracla> ha sutfldo un lalgo ecllpsq::ta
eiperiencia de las democracias antiguas.fue rela:ivamente breve v '-uvo, urr,iecorrlcto
clegenerativo. Aristóteles clasificó a la democracia e.ntre las forrnas malas a¡ g$5r-
nol y la palabra democracia se cor¡virtió durante dos mil años en una palabra'.nc-
eatiía. dérogatoria. Durante milenios el régimen político óptimo se dettorninÓ'<re-
iúbli.o,, (rei publica. cosa de todos) y no democracia. Kant
r.epite una opiniQrt
común cuandó escribía, en 1,795, que la democracia oes nedesariamente un q"lgn-
tismorr; y los padres constituyentes de los Estados Unidos eran de [a t¡isma.opinión'
En el Federal¿s¡ se habla siempre de .república representativ¿r>i I nur¡ca iic li:To:
cracia (salvo para condenarla). Incluso [a Revoiución Francesa se refierc fl iOqat
republicano, y sólo Robespierre. en 1'794, utiiizó .democracia> cn senittic eloglolio'
BrBLrorEcA u¡¡rvensroaó ¡ru¡Rrnx¡+Lc c¡¡-r
il;;;ñ;'"1r-1" ;16 refutación de la palabra durante otro medio srglo. palabra ¿Córho
de un plum¿rzo, a partir de la mitad del siglo XIX en, adelante, ia
", [u"
ilililrililtilililtiltffi tffi tiltffi |ililililrüilillllillillillil oaqli"t" uo nueto áuge y i""o u poco adquiere un significado elogioso. La respues-
4 0000 00009092 0 ta l-veremos- qué lá áemocrácia de los modernos', la democracia que prirctica-
mos hoy, ya no "res la de los antiguos.
"'"""'i"r'iu'áir"i^.r^" ;;;;;';?;;;iacion que significa tiberat-dentocracia.\ mien-.
tras sue el discurso sobre la democracia de ios antiguos es relativamente sintple, el
di;;; toUt" lu democracia de los moder-fros es complejo' Distingamos tres aspec-
tor. gn primer lugar, la democracia es un principio de legitimidad. En segundo
lugar. la democracia es un sistema político llamado a resolver problemas ce eJerclclo
(nó únicamente de titularidad) del poder' En tercer lugar, la democracia €s un ldeaL'
1. La democracia como principio de legitimidad es también el elemento cle:
.oniinuñ?o*q";üúr el nonbre et"ee .oñ lo realidad del siglo,xx-_Li]:Et,ti.i:
dad democráiica postula que el poder deriva del demos- del pueblo' es dectr' que

Aiianza
Editorial
( Nnocracia '.'t,
. t¿

28 Elementos de teoría Pollt¡ca

cgnvierte en: ¿cómo es que los ideales se vinculan con la realidad, cómo es que un
se basa sobre el consenso <verificado) (no presunto) de los ciudadanos. La demo- deber ser se conviene en ser? Gran parte del debate sobre la democracia se vuelca,
cracia no acepta auto-investiduras, ni tampoco acePta que el poder derive de la más o menos conscientemente, sobre esta demanda. Si se realizara, un ideal ya no
fuerza. El¡ las democracias el Poder está legitimado (además de condicionado y sería tal. Y cuanto más se democratiza una democracia' tanto más se eleva la apues-
revocado) por etecciones libres y recurrentes. Hasta aquí, por otro lado, hemos ta. LPero hasta qué punto puede elevarse ésta? La experiencia histórica enseña que
estableciúo únicamente que el pueblo es el titular del poder- .Y el problema del a idáales desmesúrados correspondcn siempre catástrofes prácticas. Seu como fuere,
noder no es únicamente úe titularidad; es sobre todo de ejercicio' en nins,ún caso la democracia tal y como es (definida de modo descriptivo) coincide,
'- l.' en iu medi<Ja en que una experiencia democrática se aplica a una colectivi-
ni coiñcidirá jamás con la democracia tal y como quisiésenros que fuera (definida
datl concreta de presentes, de personas que interactúan cara ?-cara. hasta este mo- de modo prescriptivo).
mento titularidad' y ejercicio de poder pueden Permanecer unidos. En dicho caso la La disiinción mencionada hasta el monrento entre democracis en sentido descrip-
jcmocracia es verda¡eramente autogobierno. ¿Pero, hasta qué número nos pode'
tivo y democrucia en senlido prescriptivo es importante no sólo porque centra el
mos autogobernar verdaderamente'l Los atenienses que deliberaban en la plaza pú-
debaie sobre la democracia, sino también porque nos ayuda a plantearlo correcta-
blica gira6an, se estima, en torno a los mil y dos mil. Pero si y cuando el pueblo mente. Hasta el fin de la Il Guerra Mundial todos aceptaban sin discusión que la
,. .o,ip,rn" de decenas e incluso de centenas de millones de personas, ¿cuál es el democracia moderna era una sola. Pcro después sc ha mantenido quc hay dos de-
eobierno que puede resultar de ellos? mocracias, que al tipo occidental se contraponía una democracia
((poPulait más
'--gt proUt"rno replanteado, en los años sesenta, por el resurgimiento. de la del Este
El autoestallido, entre 1989-90, de los sistemas comutlistas
fórmula"t<Jó Ia democracia nparticipativa). El ciudadano participante es el ciudadano
auténtica.
europeo y del propio régimen soviético ha resuelto la cuestión: la denominnda denlocra-
que ejerce en nombre propio. por la cuota que le corresponde, el poder del que_es
tirular. La exigencia de estimular la participación del ciudadano es sacrosanta' La
.ü ,,lurtán.¡ui, ("oru-n¡rta) no era tal. Pero sigue siendo importantc comPrender
cómo se ha demostrado y creído la tesis de las ndos democraciaso. Un planteamiento
¡r¿il",|;fó."ti."¿"' ¿.rmo es de eian¿e; o de pequeña,_ larcuota
'pu.i"r
de e.iercicio. de
cuarentamillonésima correcirihabiía nlquerido una compi¡ración entre los,dos, casos :aceptando.la dis-
que espeta al ciudadano que se autogobierna? ¿Una
tinción entre prescripción y descripción- en dos veces: primcro entre los irleales,
p¿rrte'l ;.Una centimillonésima parte? John Stuart Mill ' observaba corectamente
v después entre los hechos. Pero los defensores de la democracia comunista. por el
que el iutogobierno en cuest¡ón no es, en concreto, "el gobierno de cada uno Sobre
contrarig, han invertido los términos, comparando ¡95 irteales (no realizados) del
;i;irr", ;il .i goUl.tno sobre cada uno por parie de*todos los demás,, y afirma comunismo con los hechos (y aspectos negativos) de las democracias liberál9s.'D9
que el probletu y;u no era --en la democracia extendida a los grandes números-
este modo, se gana siCmpre; pero sólo sobre el papel. La democracia alternativa del
t;;;;"i"bi.;;, rino ¿. limitación y control sobre el gobierno. Es inútil enganarse: il;t;;;ilid:;"i; üi¡¿ui. I-u única democracia que existe y que rmerece'este
la demolracia (en grande> ya no puede ser m¿ís que una democracia representativa
nombre es la democracia liberal.
que separa la tituÉridad del ejeicicio para después vincularla por _medio de los
mecanismos representativos de la transmisión del poder. El que se añadan algunas
instituciones dé democracia directa -{omo el referéndum y la iniciativa legislativa
Democracia política, social, económica
popular- no obsta para que las nuestras sean democracias indirectas gobernadas
DOr reDresentantes.
Desde siempre la palabra democracia ha indicado una entidad política' una for-
3. Se puede responder a esta constatación que la democracia como es (en la
ma de Estado y gobieino; y ésta sigue siendo la acepción primaria del término. Pero
reatidad) nb es la democracia como debería ser, y que la-democracia'es; ante todo
y por encima de todo, un ideal. En gran medida esto es la democracia como auto-
p*ttr q". t oy ñuUturo, íurUi¿n?" áemo.r"cia sócial y'de democracia económica
ls convenienti establecer rápidamente qué es lo que se entiende en cada momento.
gobierno, como gobierno del pueblo en primera Persona sobre sí mismo. Así es la
La noción de democraciá social se piantea con Tocqueville en su Democracia en
áemocracia igualitaria, es decir, reducida a un ideal generalizado de progresiva ma-
América. Al visitar los Estados Unidos en 1831, Tocqueville fue sorprendido sobre
vor isualdad] Un elemento ideal o normativo es ciertamente constitutivo de la de-
todo por un <estado de la sociedad' que Europa no Conocía. Recuérdese que er el
mocñcia, sin tensión ideal una democracia no nace, y, unavez nacida, rápidamente
nivel hel sistema potítico los Estados Únidos si declaraban entonces una república,
se distiende. Más que cualquier otro régimen político, la democracia va contraco-
v todavía no una democracia. Y por lo tanto Tocqueville percibió la democracia
niente, contra las leyes de la inercia que gobiernan a los agregados humanos. Las
ámericana en clave sociológica, coro un" sociedad caracterizada por la igualdad de
monocracias, las autocracias, las dictaduras son fáciles, se derrumban por sí solas;
condiciones guiada predom'ínantemente por un nespíritu igualitarior'. En parte aquel
las democracias son dificiles, deben ser promovidas y .creídas,.
espíritu iguaitario ieflejaba la- ause_ncia de un pasado feudal; pero expresaba tam-
Puesto que sin demoiracia ideal no existiría democracia real, el problema se
*''.ii;una característica profunda del espíritu americano.
bién
¡ Mill. J. 5., On Liberry (1S59), N. York, 1975, p. 5, cd. española. Sobre la libertad, M¡drid. Alianza h d"-;;;;; ;,-;;ioiintá, b contrario de régimen opresivo' sino
de .aiistocraciarr: una estructuia social horizontal en lugar cle una estructura social
Editorial. 1991.
3O'. Elemenire de teorid Potít¡ca
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-

vertical. Después de Tocqueville es, en concreto, Bryce quien Ttl:'.t"p1Tlti]i la titularidad y el ejercicio del poder. En su forma acabada la democracia industrial'
como una se configura, por lo tanto, como el autogobierno del trabajador en el propio lugar
democracia ó'no un ethos, \n modo de vivir y convivir, y, por lo tanto'
;;il; ¿" lu socicdad. Para Bryce (14!!) t1 democraciá es, prioritaria- del trabajo, del obrero en la propia fábrica; un autogobierno olocalo que debería
F;rat estar integrado a nivel nacional por una .democracia funcionalo, es decir, por un
mente, un concepro político. Pero también para él la-democracia.americana
estaba
que se resumía sistema basado sobre criterios de representación funcional, de representación por
iorurterirodu poi tr .,iguuldad de estima>, por un ethos igualitario
;;;i ;"i;, igual que ,é ,..ono."n las personas entre sí. En.la acepción originaria oficios y competencias-
*democracia socialo denora una (democratización funda- En la práctica, la dc¡¡rocracia industrial ha encontrado su encarnación más avan-
á"rl!rn',*, *" ü-io"io, vean y se zada en la <autogestión" yugoslava, una experiencia que hay que considerar ya
mental>, una'sociedad cuyo ethos requiere a los prOpios miembros que se
fallirla en clave económica y falaz en clave política; y que encuentra hoy su proyec-
- como socialmente iguales.
traten
ción mírs audaz en Suecia, en el plan Meidner (que por otra parte.sigue siendo
óe to acepción originar-ia se recaba fácilmente un segundo significado de.'demo-
el conjinto de las democracias primarias comunidades y todaVía un próyeCto). Por lo general y con mayor exito, lá democraci¿r industrial se
.ro.io -.iul'j: -peqüeñas
voluntaiias concretas- que- estructuran y alimentan la democracia en ha construido sobre fórmulas dc participación obrera en la gestión cconómica
;;;l;"i;;6 Mitbestimmung alemana- y sobie prácticas institucionalizad¿s cle consultas entre
-la
el nivel de base, en el nivel de la soiiedad civil. En este sentido un término fértil
las direcciones de la hacienda y los sindicatos. Una vía alternativa cs la del accio-
es el cle .sociedad multi-grupor, estructurada el grlpg:: voluntarios
que se autogo-
de mi- nariado ohrero, que puecle concebine y diseñarse como una forma de democracia
biernan. Aquí. por lo tañto, la democracia social significa la infraestructura
de conjunto, a la super- indus-lrial. pero que comporta por.sí misma la copropicdad y la purticipación en el '
.roJ"nru.ru.ias que sirve de soporte a la macrodemocracia
bcneficio más que la democratización.
estructura política.
Se ha ahrmado, también recientemente, un uso genérico de
ndemocracia social" La dcmocracia económica se prcsta también a ser cntendida. de un modo muy
que-se empqleja.gon las nociones igualmgnte genéricas de Est,a!.o,so.c¡al y de
justicia general, como la visión marxista de la democracia, en función rle la prcmisa de que
nsócialo, es necesario que también la democracia. lo la polítiCa !'sus estiucturas son úiiicáménte .,superestrucfufas> quc rcflCján un sub-
Jo.i,,l. Si io,lo'"t, o debería ser
mira la emancipación yuó"nt" Uítrcrbau económico. Que una gran parte ctel discuno tlc lrr democracia
,.". i" orüUras ie Georges Burdeau. nla democracia social a
económica tenga una vaga inspiración marxista, es decir, que descicnda dc la inter-
de los individuos rle todas las cadenas que los oprimen, '. Pero se puecle deqr to
de la pretflción materialista de Ia historia.,está fuera de duda. Sin embargo; las.teorías
;-¡t.á á.i eJu,l" rocial, del Estarlo dé justiciC, del Estado del bienestar, bconómicas de la democracia), propiamente dichas y formuladas con prccisión (que
r*iol¡to" y también, obviamente, de la igualdad. Y por lo tanto la
"á.rá.i*¡" se inician con Anthony Downs
r) y que dcspués han sido desarrolladas¡.en general,
aceoción genérica añade poco o nada al discurso'
La "dimocracia econénrica) es. a prinrera vista, un término que se explica por en clave úe social choice. de teoría de las elecciones socialcs; provienen de los
sí solo. Pero únicamente a primera vista. Desde el momento en que Ia democracia
economistts, y no tienen ninguna referencia marxista: hacen uso dc conccptos y
a.
política gira sobre fu iluutOáO jurídico-política. que la democracia social desemboca analogías rJe lá ciencia econóriica para interpretar los procesos políticos
-al menos de Marx a Lenin-
secuencia la democracia económica El hecho es que el marxismo juegir bien contra
irincipaimente en Ia ilualdad de slclas, en. esta la dcmocracia que cleclara capitalista y burgués; pero juega mal en su propia casa,
sienifila igualdad ..oñóri.o, por la aproximación de los extremos de la pobreza y
¿J la rluicza, Y, por lo tanto. por mctlio de redistribuciones que persiguen un es decir, cuando se tr¿¡ta de explicar cuál es la denrocracia que reivindica para sí
Ui"n.rtoi e.n.tálirudo. Esta es la interpretación que podremos llamar intuitiva dcl misma, la dcnrocracia del comunismo realizado. Lenin, en EI Estado y lu Revolu-
término. Fero la ndemocracia económicao adquiere un significado preciso y carac- ción, dice y se contradice; pero finalmentc su conclusión es gue el comunismo, al
terístico de suá specie de .democracia industrial>. abolir la potítica, abole al mismo tiempo la democracia. Fn el texto que nos sirve
El concepto se remonta a Sidney y Beatrice Webb, que.en 189? escribían Indus' de máxima referencia, por consiguiente, el marxismo no despliega una democracia
trial Demociacy. una enorme obra qúe fue después coronada en el nivel del sistema económica. Y el punto a rebatir es que la democracia económica y la teoría econó-
político po, uno más pequeña Consiitutio.n for-the.Socialist.Comntonwealth of Great mica de la democracia son, a despecho <Je la proximidad de los términos, cosas
'Britain es la demo- totalmente ajenas entre sí.
0920). Rquí ál árgumento es nítido' La democracia.económica
cracia en el:puestó de tra6ajo y en la organización-gestión del trabajo' En la socie- Una vez planteadas las distinciones, ¿cuál es la relación entre democracia y po-
<lad inclustrial el trabajo se óonientra en ias fábricas y, por lo tanto, es en la fábrica lítica, democracia social y democracia económica? La relaci<in es que la primera es
en la que hay que intipducir la democracia. De este modo al miembro de la ciudad
política. al iolites,le sucede el miembro de una,co.ncreta comunidad económica, el I Dtr*ns, A., Att Et'ononüc Theory of Democract', N. York. 1957, tr:td. csPañol¡r La Tcoríu aconó'
irabajador;-y, de este modo, se vuelve a constituir la microdemocracia, o, mejor mico de lo Demo<'racia, Madrid, ed. Aguilar, t973.
dicho. se insiaura una multitud de microdemocracias en las que se da conjuntamente
{ Buchanan, J., y Tullock. G., The calculus of consent, Ann A¡bor, l9ó2, y Riker, w. H., Libero-
lism against populism. A Conlrontation between the theory ol democracy nnd the tlrcory of social choice'
: Burdcau. G., .Democraziu, en Enciclopedia ilel 9A0. Bari, l94l San Francisco, 1982.
32 Elementos de teoria polít¡ca Demoqac¡a ga

la condición necesaria de las otras. La democracia en sentido social yio económico <gobierno de los pobres en su propio beneficio, nos sorprende como una
extraor.
cxtienden y completan la democracia en sentido político; son también, cuando exis- dinaria anticipación de Ia modernidad, como una visión iocio-económica de la de-
ten, democracias más auténticas, puesto que son microdemocracias, democracias de mocracia. Pero no es así. Al tiempo, podría parecer que Arist<it.l;, ll.g^ ; i;,
grupos pequeños. Por otro lado, si no se da la democracia a nivel del sistema político pobres porque los más, la mayoría, son'pobres. pero Rlistótei., oJui"rt"
!u" unu
democracia es así incluso si los pobres fueran los menos. El hechcl es que él argu_
las pequeñas democracias sociales y de fábrica corren en todo momento el riesgo
de scr dcstruidas o amordazadas. Por ello ndemocracia>' sin calificativos significa mcnto es.lógico. Arisrótetes .onrt.uy, su tipoiogiu-lñJ'soi;;'¿ls i,r¡terlosi.t
dcmr¡cracia política. Entre ésta y las demás democracias la diferencia no residi sírlo número de gobernantcs más cl interés al que sirven (general o propio). De este
en una accpción estricta y una acepción laxa del concepto de denr<¡cracia; reside modo, el gobicrno de uno se desdobla en inonarquía
fbuena) y iir,,níu (mata); el
sobre todo en quc la democracia política es determinante y condicionante; las otras gobierno de pocos en aristocracia (buena) y oligarquía (,noto poíqu..s.igóuiál*
son subordinadas y condicionadas. Si falta la democracia mayor fácilmente faltan oc ros ncos en su propro beneficro), y el gobierno de muchos en
¡>oliteía (buena) y
las democracias ménores. Lo que explica por qué la democracia ha sido siempre un democracia (mala). La de Aristóteles, pues. nr) cs una definición económica de la
conccpto principalmente desarrollado y teorizado a nivel del sistema político. democracia,.sino uno de los tres casos posib:..; de malgobierno, de;r;;;;;;;l
Inleres proPto.
AI margen del mecanismo lógico, Aristóteles extraía la parábola dcgenerativa de
.la experiencia griega. Al comienzo la democraciaera isoiomí¿ 6 (decjaraba á me,
La democracia de los griegos
diados dcl siglo v á. ¿e ¡.C. .el nombre más beuo ¿. to¿o"1, ie;;; i;;; ;.;í;,
iguales para todos: lo llevaba implícito un gobierno de tas lóyes 1asi. Aristíte_
¿Existe una continuidad entre la democracia de los antiguos y la democracia de '.que
los modernos? Quien hoy reivindica el <idcal cl.ásico" de la democracia supone que les'decía. :. "es preferible_que gobierne el nomos, más quc cualquicr ciu<.ladano,).
sÍ. Concrctemos entonces sus difereniia.s y su ,iistaniiá. ti democracia griegá tal y Pero un siglo después'de:Herodoto el de¡nos había ya distorsioni¿o el ¡¡otitos, ha:
como era practicada en Atenas a lo largo del siglo tv a. de J.C. encarna la máxima ciendo y deshaciendo leyes a su antojo; cle modo que al final encontramos única-
aproximac'ión posible al significado liteial del tlrmino: el demos ateniense tuvo en- mente una ciudad polarizada y rota por conflictos éntre- pobres. y ricos. La demo-
tonces,más,ftr¿to.r, miís poder; que el que jamrís haya tenido cualquier otro pueblo. cracia ateniense acaba, diríamos nosotros, en la lucha de'clases, y es un resultado
En cl ugoru, en la plaza, los ciudadanos escuchaban y después decidían por aclama- que no sorprende, El ciudadano lo era a tiempo completo. be ello resúlta: uni'
ción. ¿Eso es todo?, No. La polis ert.efectivamente una entidad relativamente sim- hipertrofia de la política que se corresponde con una itrofia de l¿r economía. El
ple; pero no tan simpte como para resolverse totalmente en uria asamblea ciudadana "ciudadano total> creaba un hombre desequilibrado.
(ekkle.sia). De todo lo anterior se desprende que ia democracia ináirecta, es decir, repre-
El componente asambleario, y por medio de éste el autogobierno directo de los sentativa, no es únicamente una atenuación de la tlemocracia directa; es también un
ciudadanos, constituía la parte aparente más que la parte eficiente de la gestión de correctivo. Una primera ventaja del gobierno representat¡vo es que un proceso po-
la ciudad. Al tiempo existía también un boulé, un consejo de 500 miembros; y su lítico todo entretejido por mediaciones permite escapar de tas rádicaliziciones ile-
sustancia residía Aristóteles- en el hecho de que <todos mandaban a cada mentales de los procesos directos. Y la segunda ventaja es que la participación ya
uno, y cada uno-según
mandaba a su vez a todos>', es decir, en un ejercicio del poder no es un sine quanon; incluso sin
"participación total> la dcmocracia representativa
efcctivo y ampliamente distribuido mediante una ráfda rotación en los cargos pú- sigue subsistiendo como un sistema de control y limitación del po<Jer. Lo qu" p.r-
blicos. Incluso así.todos" no eran realmente todos: puesto que había un total de mite a la sociedad civil entendida como sociedad prepolítica, com<¡ esfcra ouiónóro
rpenas 30.ü)0 ciudadanos sobre una población global, en su momento máximo, de y autosuficiente,
.¿esplcgarse
como tal. En r"t*, .l'grUi;;;;-;;;r;;;;il;il;;;
Jm.000. Sin embargo, se daba la aproximación; y se daba porque la mayor parte con fines extrapolíticos, de actividad económica o deótro tipo, ei enorme conjunto
de los cargos públicos se sorteaba. Todos se autogobernaban por turno, por lo tanto, de energías que la polis absorbía. en la porítica. euien vueíve a exaltar hoy la de-
en la acepción probabilista del término, en clave de iguales probabilidades. En el mocracia participativa no recuerda que en la ciudatl antigua eran los esclávos los
plano de la difusión generalizada del ejercicio del poder ciertamente no se sabría que se dedicaban a trabajar y que la polis se hundió en un torbellino de exceso rJe
verdaderamente cómo hacer más y mejor. política.
Una vez planteado lo anterior, es útil encuadrar la démocracia de los antiguos
en la clásica tripartición aristotélica de las formas de gobierno: gobierno de uno, de
pocos, de muchos. Pára Aristóteles lu democracia es la forma corrompida del go-
bierno de muchos: y ello porque en la democracia los pobres gobiernan in tu propio
interés (en lugar de gobernar en el interés general). La democracia definida como
ñ Erotlolo. Histo¡ia,
7 Aristóreles.
lll,ü).
' Aristtltcfes. Po!itica. l3lil.¡. Politico, l2}7a.
" u Elementos de teoría política f Democftcia g

Entre los antiguos Y los modernos conferido. ¿Conferido en qué modo, a título de qué? Para unos ü. .r¡ros
que los creadores del absolutismo-i entre el pueblo y el príncipe-nosotros
había tenido lugar
unatranslatio imperii, es decir, una transferencia no revocable del poder del pueblo
o) Soberanía popular
af príncipe. Para otros (por el contrario, una minoría), no había tánslatio, sino sólo
concessi.o imperii: Ia transmiiión.era sólo de ejercicio, no de titulariclac.l; y el titular,
La ctiferencia entre la democracia directa de los griegos y la democracia repre- el pueblo, <concedía> tal ejercicio manteniendo el derecho a revocarlt¡. Lo esencial
scntativa de los modernos es también. e incluso en mayor medida, una difercncia siguc siendo gue tanto para unos como para otros la titularidad del poder no nacía
de distancia histórica. Para captar esta diferencia debe mirarse a lo que en el siglo tv
en el príncipe y con él: le venía por una transferencia o concesión del pueblo.
a. dc J.C. no era todavía. con respecto a lo que se añade después, a las adquisiciones Poco importa que durante siglos y siglos hayan operado, en la rcalidad, regíme-
succsivas. Cornenzando por la teoría- de la.soberanía populirr, qtle cs de elaboración
nes de trqnsla¡io. lncluso así, en la teoría ya se habían'planteado,las premisas que
mcdieval y que sc remonta al derecho público iomano. :
permitían Ia legitimación democrática en la que el titular del podér, el pueblo, se
lÉt p,iiüle quc la ;;il de soberanía popular.fuera dcsco.nocida para.los grie- limita a nconcedero el ejercicio. En el Defercor Pacis de Marsilio de Padua, en la
gosi Después dó tocl<l observarse-, su democracia directa era cl equiva-
-podría primera mital del siglo xlv, el diseño ya ha sido precisado: el poder de hacer las
iente exacto de un sistemi totalmcnte diluido en la soberanía popular. En concreto:
leyes, quc es el poder principal, concierne:' 'mente al pueblo o a su valentior
puesto que su soberanía popular lo. era todo y reabsorbía todo. precisamente por
pars, que concede a los demás, a la pars part&,tt.uts, únicamente el poder (revoca-
esto la ioción no se incorpora. Por otro lado, el populus de ltrs romanos no era el
ble) que nosotros_diríamos,ejecutivo, el poder de gobernar en el ámbito de la ley.
dctlos de los griegos. Entrc otras cosas. en la medida en que el demo's de Aristóteles
y lambién el áe platón sc idenrificaba con tos qobre¡, en- la misma medida en ql9
el tlentos no era el todo (el conjunto de todos los ciudadanos), sino una parte del b) Et principio tle la mayoría
todo: mientras que el Dopulus de los romanos lo formuban todos, y además era- un
todo cxtensible fuera de'los muros cle la ciuclad. a medida que el populus se con-
Que el principio de mayoría fuese desconocido por los griegos pue<Je asombrar
vcrtía en un concepto jrrrídico, extra moenia. De este modo mientras que el r/emos
no men()s que la tesis de que ignorasen el principio de li so6eranía popular. Se
se acababa cuando terminaba l.a pequeña 9ig9od. el popuhs se podía ampliar tanto
comprende que en la eklesia vencía. de hecho, el voto o la aclamación de la mayoría;
como se extendiera el espacio be la res pública. pero este hecho era un experliente práctico que se dejaba pasar sin rcconocimiento
Sea como' fuere. el hecho es que la doctrina de la soberanía popular plantea la oficial, sin una doctrina que lo mantuviese. Hasta I-ocke el principio mantenido por
distinci(ln -desconocida para los'griegos- cntre titularidad y ejercicio del podcr' la doctrina fue la unanimidad, no cl derecho de la mayoría clc prcvalccer sobre la
rj"ncucnt.o su caracterización y sü roáón d" ser en el contexto rJe esta tlistinción. minoiía o las:minorías. ,, i '

irara los gricgos la titulari{ad y el ejcrcicio eran la misma cosa: para ellos la distin- Permaneciendo en la polis, es necesario comprender bien quc la únidacl política
ciíln era i-nneiesatia' Era igualmcnte inncccsaria para los 'bárbar.s'' El mundo que de los gricgos no era una ciudad-Estatlo (y todavía menos un Esta<Jo cn la acepcién
circundaba a los griegos. y que acabó por dcstruirlos, podía ser solamente, a su moderna del término), sino una ciudad-co¡nunidad, una koinonia, una auténlica
cntcndcr, un mundo férrcalnente someticlo al dcspotismo. Y la distinción entre ti- Gemeinschaft en Ia que los ciudadanos vivían en simbiosis con su ciudad, a la que
rularidad y ejercicio del podcr es tan irrelcvante en el contexto de los regímenes estaban ligados no sólo por un dcslino común de vida y muerte (los vencidos eran
clcspóticoj ---<:{)n1() cl lrnpcrio Pcrsa-- como lo es en el contexto dc una democracil pasados por el filo de la espada o vendidos como esclavos), sino también por un
dirccta.
sistenra de valores que era indiferenciadamente ético-político. La ciudad griega se
Pero la perspectiva de los juristas medievales era distinta. Es cierto que también
Platón, Aristóteles y Demóstenes- sobre la homoía, sobre un
ta rcpública de los romanos había acabado en despotismo, en la sumisión del popn-
fundaba
-lo repiten
espíritu común, una concordia cívica que se basaba a su vez en la philís, enla
lus al princeps, a los empcradorcs. Pero durante largo tiempo los romanos habían
amistad. Reconocer el principio de mayoría sería, en este contexto, como validar
si¿o lilrres, i su motlo. Éor lo tanto, los glosistas medievales rur pcldían.aceptar. la un principio de desunión, la división que lleva a la ciudad al desastrc. Si es cierto
inevitabilidad del clespotismo como lo habían entendido los griegos. Y la doctrina (siempre según Aristóteles) que la poTrs no se traduce en homoplnnía, debe sin
de la soheranía popuür emerge en el contexto de un dominio despótico que ya no embargo scguir consistiendo en symphonía, debe seguir siendo, para existir, un todo
poclía ser visto iomo nnaturalo. Por un lado, debía ser legitimado; por otro lado
armonioso. Y la armonía, a la par que la homonía, no pueden dar cabida a un
podía ser fimitado. En el D.igesto, Ulpiano había establecido que qttod principio oderecht¡ de mayoría".
plncuit, legis habet vigorem 8, que lo que le place al príncipe se convierte en ley; Las técnicas electorales que después fueron puestas en práctica cn las comunas
perc decíi tamhién que el prínóipe tiene dicha potestad porque el pueblo se la ha medievalcs r¡o nos llegan, poi consiguiente, de loi gricgos (los cuales, por lo general,
sorteaban), sino de las órdenes religiosas, de los monjes encerrados en sus conven-
ñ Uf piano, Digesn, l, 4, l. tos-forlalezas que en el Alto Medioevo se encontraban ,. que tenían que elegir a
, i' gG Elenentos de teoría Politica

sus propios superiores. Al no poder recurrir ni.al principio he¡editario, ni al de la cia residía, podemos decir, en su carencia de polis. En suma, para los griegos él
fuerza, no les quedaba sino elegir por medio del voto. Pero _los monjes elegían a hombre era, por completo, el ciudadano, y la ciudad pre. r al ciudadano: era el
un jefe absolutó. Era una elección grave e importante. Por lo tanto, debemos al polites ef que debía servir a la polis, nola polis al polites.
ingónio de los monjes el voto secreto y la elaboración de las reglas de voto mayo- Para nosotros no es así. Nosotros no mantenemos que los ciudadanos están al
ritário. Pero, para ellos y después para todo el medioevo y el renacimiento,la ma¡or servicio dcl Estado, sino que el Estado (democrático) está al servicio de los ciuda-
pars debíir seguir unida óon la melior pars, con la parte Teig.. Y, al final, la elección danos. Tampoco mantenemos que el hombre se resuelve en la politicidad, que el
'debía
terminit pot t., unánime (los rechazados eran abucheados, e.incluso apalea' ciudadano sea (todo el hombre>. Mantenemos, por el contrario, que la persona
dos). Reglas miyoritarias sí, pero derecho de mayoría no. El principio sancionador, humana, el individuo, es un valor en sí mismo, independientemente'de la sociedad.
husta Locke, era y seguía siendo la unanimidad. y del Estado. Por consiguiente, entre nosotros y los antiguos, todo se vuelve del
El cambio tiene ligar con Locke Porque con él el clerecho-de la.mayo.ría.se revés. Se vuelve del revés porque mientras tanto ha existido el cristianismo, el
inserta en un sistema cónstitucional que lo disciplina y controla. Pero el-catalizador renacimiento, el iusnaturalismo y, finalmente, toda la larga meditacirin filosófica y
fue la emergencia de una concepción <pluralista> del orden político. Al final del moral que termina en Kant. Dicho de modo breve, el mundo antiguo no conocía al
siglo XVtt a partir de los desastres y horrores de Ias guerras de religión se originó indivirluo-persona, no consideraba lo
"privado" Qtrivanc en latín es privación, cor-
ei¡deat ¿e li tolerancia, mientras que la fe católica se fragmertaba en'las sectas tar) como esfera moral v jurídica "liberadora" y promotora de autonomía, de auto-
protcstantes. Sobre ésta y otras premisas se va afirm.ando lentamente la creencia de rrealización.
lue la diversidad y también el disenso son compatibles con el mantenimiento del Existe hoy quien dcsprecia el descubrimiento del índividuo y dc su valor usando
c,ln¡unto, la idea de qu. la concordia puede también ser discordia, la idea de la "individualismoo
en sentido derogatorio. Quizá un exccso cle individualismo es ne-
cottt'ordia discors. Si es así, y cuando es así, la cosa pública puede articularse e gativo, y ciertamente el intlividualisnro se manifiesta en formas decadentes. Pero al
incluso dcsarticularse en mayorías y minorías. Y Ia regla de la mayoría permitc al hacer balance no debe escapársenos gue el mundo que.no reconoce valor al indivi:
pueSlo salir del limbo de la ficción jurídica para convertirse en un sujeto concreta- duo es un mundo despiada'<lo, inhumano, en-el 'qué,matar es normal; tan normal
mente operante. Si se decide por mayoría, y la mayoría decide, entonces también como morir. Era así incluso para los antiguos, pero ya no lo es para nosotros. Para
il;;ñilffi;.;;;f p,,'Jl"'p,iüá''o¿oi' u.tuo, v de decidir' nosotros matar está mal, mal porque la vida de todo individuo cuenta, vale, es
sagrada. Y eslesta,'creéncia.de'valiii tu.qu"'nos hqce humqnos, tu qui ;or úu""
t"ihozar la cruetdad de-lós,antiguos y, rodávía hoy,.de las sociedades nó'indiüdua-
c) EI individtu¡-persorta listas.
Por lo tanto, ¿eran libres los atenienses o no? Sí, pero no en la misma línea que
Los regímenes democráticos son, al tiempo, regímcncs libres, regímenes de .li- nuestro concepto de libertad individual. Ciertámente, la.edad,dorada,de la demo-
bertad. ¡,P-ero libertatl de quién? Los atenienses y romanos eran libres -se.ñalaba cracia ateniense puede ser entend¡da como una explosión poliédrica del espíritu
Hobbesir-, es decir,.sus-ciudarJes eran libresr. Fustel de Coulanges es el autor individual. Ciertamente, los griegos gozaron de un espacio privarJo quc existía de
quc mantiene al respecto la tesis extren¡a: ,,Tener derechos políticos, votar, nombrar hecho. Pcro los gricgos no poseíán (para ellos era imposible'conocerlo) aquel con-
magistrados, poder ser arconte, he aquí lo que en las ciudades antiguas..se llamaba cepto de libertad del individuo que se resume en la fórmula del <respeto al indivi-
ro. A lo que
libe"rtad; p"io no por ello el hombre rn.nor sometido al Estado" duo-personao. Cuando se niega, entonces. que los griegos fueran individualmente
"itubo
se opone que, al menos en la época de Pericles, la libertad individual del ateniense libres se quiere decir que en su ciudad el individuo estaba indefenso y en poder de
era absoluta. la colectividad. El individuo no tenía <derechosr, y no gozaba en ningún sentido de
célebres máximas de *defensa jurídica". Su libertad se resolvía totalmente en su participación en el poder
¿Quién tiene razón? La controversia, que se remonta a las
18tó ¿e Benjarnin Constant sobrc La libertad de los antiguos comporada con la de y en el ejercicio colectivo del poder. En aquel momento esto era mucho. Pero
los modernoi, es estéril si no nos enfrentamos con la concepción del hombre de los tampoco en ese momento se (garantizaba> al individuo. Ni tampoc,, se mantenía,
antiguos. Al definir al hombre como animal político, Aristótcles declaraba su propia entonces, que el individuo tuviera que protegerse o que tuviese derechos individua-
antr"opologia: él entendía que el hombre erá totalmente hombre _en cuanto vive en fes que hacer valer.
la poiis y-lapolh vive en éi. En la virJa política los griegos no veían una parte o un Hay que añadir que en las condiciones modernas tampocü ,,/s antiguos serían
aspecto de la vida: veían su plenitud y su esencia.. EI hombre no-Político era.para libres en modo alguno. Volvamos a subrayar que la ciudad griega no se constituía
los griegos unitlio¡t, un ser incompleto y carente (nuestro cuya insuficien' en Estado. Ahora bien, sin Estado un ejercicio colectivo del poder puede todavía
"idiota")
hacer las veces de la libertad, puede ser todavía un sustituto de la libcrtad (política).
e Hobbes, T.. Leviatún. XXl. Pero cuando aparece el Estado, cuando la pequeña ciudad se extiende en exceso,
f'f Fustel dc Coulanges, N. D., La ci¡td antru, (tratl. italiana,2 vols.), Bari. 1925, vol. l. p. 325, trud. sin límites de medida, y cuando, por consiguiente, titularidad y ejercicio del poder
espanof;t. Lu cfudad antiguu.... Barcelona, cd. lbcria, 1979. se diferencian, entonces ya no es así. No es sólo que la democracia cle los modernos
I Democrac¡a 39

tutela y promueve una l¡bertad que no acepta resolverse en la sumisión del individuo
gonista surgido, precisamente, en las turbulencias de 1848). y la lih, !-democracia.
por otro.
al podli del conjunto. Es también que con la llegada del .Estado l.o.s términos del
prubl"ro se invierten. En la ciudad-comunidad de los antiguos la libertad política _ No e: que Tocqueville hubiera cambiado de idea en este momento. Es que
Tocqueville captaba. de modo profético, el realineamiento que habría cle prevalecer
no se afirmaba en oposición al Estado, porque no existía Estado. Pero cuando
en el siglo y medio siguiente. Con la intuición de los muy grandes, Tocqueville volvía
existe, entonces el problema de la libertad del Estado se plantea'
a concebir la democracia, la comprendía como una criatura totalmenie inédita que
La fórmula ntoáo en la polis" promueve, o puede promover, una democracia
surgía e.r novo del seno del liberaiismo. La democraciu .;h;r;J; fo," Rourr.uu üro
con una alta tasa de fusión comunitaria. La fórmula (todo en cl Estado", que des-
sólo una criátura de biblioteca. La .democracia realo, la que estaba rcalmcnte n¿¡-
pués se explica en todo para el Estado es, por el contrario, la fórmula del Estado
ciendo, cra una cosa totalmente distinta: era, concretamente, la democracia liberal.
iotalitario.-A la,manera cle los griegos, nosotros seríamos esclavos.
Durante todo el siglo xtx prevalece, en este conjunto, el componente libcral: el
liberalismo comó teoría y praxis de la protección juiídicá, medianie él Estado cons-
titucional, de la libertad individual. Póro a medíáa que el sufragio se extendía, se
La democracia liberal
planteaba al mismo tiempo unalliberal-democracia en la que la,io.r,r, oel Estado
recibía cada vez más <contenidos" de vbluntad popular. Finalmente. como se ha
Entrc la democracia tle los antiguos y la de los modernos se interpone. se ha
clicho. el Estado liberal-dcmocrático se transforma en el Estacto ¿er,rcr¿ti¿o-tiUeiai
visto, la disyunción entre titularidad y ejercicio del poder' el principio de la mayoría
y la concepción del indivitluo-persona. Por otro lado, para pasar de la primera a la en el cual ---en la óptica tocquevilliana- la balanza cntre libcrtad c igualclad se
dcsequilibra a favor de esta última.
segunda falta todavía el anillo de conjunción esencial: el-constitucionalismo y, den-
Por el momento basta con dejar se ntado
t.J,l" étt.. la representación política. El término "liberalismo" y su_derivado nlibe- -ya profundizaremos
que el Estado (justo>, el Estaclo social, el Estado
ln¡is adelantc-
del bienestar, sigucn sienrJo, en
ral> son de cuño relativamente reciente (en torno a 1810): pero Locke' Montes-
quieu. Madison y Hamilton (para el Federalista). y Benjamin Constant, pueden sus premisas, el Estado constitucional construido por el libéralismo. Donde y cuando
este último ha caído, como en los países comunistas, ha caído todo: en nombre de
dcclararse, con tódo derecho, <liberales>, es decir, los autores que han concebido
la igualdad se_ha instaurado el <<socialismo en la servidumbre>. L¿i lección que hoy
il;;;;;'i.i;;J;;;' ;;p;;ente jurídico incruve otros nombres. como nos llega del Fste y de la parábola de,la experiencia comunista confir¡na kl que la
boL" r Blacksione) el Estado limitado, el Estado controlado y, así, el Estado libe-
doctrina liberal ha mantenido desde siempre, esdecir; que la relación cntre. libertad
ral-constitucional. bespués de Constant se puede añadir a Tocqueville y después a
e igualdad no es' reversible, que- el. iter procedimentál, que vingula, los ,dos términos
John Stuart Mill; pero espccialmente con este último llegamos ya al Estado liberal-
va'dcsde la libertad a la,igualdad,y,no también; en sentido inverso, desdé:la igualdad
denrocr¿itico. al cuil siguci, hoy, el Estado democrático-liberal. Por lo.tanto, hay.tres
et¿¡Das: el Estado liberal que es únicamente el Estado constitucional que aprisiona
a la libertad. La o5upe¡aqión" de la democracia liberal no ha existiclo. Ftira del
Estado democrático-liberal no existe va libertad. ni democracia.
- -- -- -
el po¿er absolutg; t.gundo, el Estado liberal-democrático que es primero liberal
(constitucional) y deslués democrático; tetceto, el Estado democrático-liberal, en
et que el peso'eipecífico de los dos componentes se invierte: el poder popular pre-
valece sobre el poder limitado.
El Estado de los partidos
La genealogia histórica completa es ésta: la democracia pula y simple (la de los
La democracia de los modernos es representativa y presupone, c()rno condición
antiguos) pt""Jdr al liberalismo, y el liberalismo precede a. la d.emocracia moderna.
pari los constituyen¡es de Filadelfia, como p¿ra Constant, la <democracia" indicaba necesaria, el Estado liberal-constitucional, el cont¡ol del poder. Hasta ahora no se
ha dicho nada sobre otro instrumento de actuación: los partidos. Ya e n 1929 Kelsen
todavía un mal gbbi.tno, la,experiencia fracasada de los antiguos, y si el Tocqueville
afirmaba sin ambages: nsólo la ilusión o la hipocresía puede creer que la democracia
de 1835-40 adm-iraba la odemócracia social, de los americanos, sin embargo seguía
sea posible sin partidos políticos"rr. De cuando en cuando (comenzando por Os-
temiendo, en Lu Democracia en América, la tiranía de la mayoría y repudiaba el
trogorski. 1902) se vuelve a mantener que la democracia puede no s<'llo opcrar sin
despotismo tlemocrático, es decir. la democracia en sentido político.,El giro decisivo
partidos, sino que sin partidos funcionar mejori e incluso si esta tcsis se ha mante-
tiene lugar, con Tocqueville, en 1848. Hasta la revolución de aquel año éste había
nido poco o mal en el terreno de la d<lctrina, en la práctica el problcma puede ser
separadó nítidamente la dcmocracia del liberalismo. Pero en la Asamblea Constitu-
replanteado, hoy en día, a la luz dc la denominada <Jisolución de los partidos ame-
y"nt. To.queville declaró un¿l nueva y clistinta separación: .La democracia y el
ricanos. Ciertamentc, en los Estados Unidos los partidos no han tenído nunca un
socialismo Lstán unidos sólo por una palabra. la igualdad; pero hay que notar la
peso como en Europa, y nunca htn logrado la consistencia organizativa de los par-
cliferencia: [a tlemocracia quiere la igualdad en la libcrtad, y el socialismo quiere la
igualdtrl... en la serviduntbreo. Con este memorable paso nace, en las concie.ncias,
li liberal-democracia. La nueva antítesis, la nueva polarizición, ya no se plantea " Kefscn.H..lfondanrcntideludemot'roziu,Bo[rnia. 196ó.p.25.ediciónespañolitEsenciayvolores
tlc kt l)cnrx'ruci¿, Barcelt¡na, cd. Gr¡adarranra, t977.
entre democracia y liberalismo, sino entre socialismo, por un lado (el nuevo prota-
" 4o Elementos de teoría Polít¡@ f Demcícncia 41

tidos de masa europeos, especialmente de los partidos comunistas, o. en general de dad. En la misma medida no se ha dicho que los gobiernos monocolores que consl
aparato. La burocratización de la social-democracia alemana que Michels ya regs- tituyen la norma en los sislemas bipartidistas (y también en los sistemas de partido
tiaba y denunciaba como causa inevitable de la oligarquía en torno a 1910, esta predominante que operaron, durante largos períodos, en Suecia, Noruega, la lñdia
burociatización no se ha dado nunca en los Estados Unidos. e incluso hoy en Japón) sean preferibles. a todos los efectos, a los gobiernos de
por otro lado, para los lines de la pregunta de si los partidos son indispensables coalición.
no es necesario que el partido Sea <(fuerte)) y que, por consiguiente, el sistema El elcmento discriminante es si las coaliciones de gobierno están separadas. entre
partidista esté fuertemenie estructurado. La tipología histórica de los partidos dis- partidos <distantes>, como en ltalia, o bien, como en los sistemas de baja polariza-
iinque entre partido de notables, partido Oe opiniOn y partido de masa; o incluso, ción, si las coaliciones.se forman entre partidos (iproximos>, amalgamables. Con:ls
;;i;;^; ;;til.lu, .ntr. partidos d'e orientación electorai y, dentro de estos últimos, gue se vuelve a decir que el factor decisivo es la polarización: el espacio competiüvo
enrre parii<tos de mera órganización electoral o bien partidos capaces de moviliza- en el que se (mueve> el sistema partidista. Si el espacio competitivo es extenso,
ción permanente. entre unos polos extr,emos muy lejanos entre sí, entonces la competencia entre par-
Ahora bien, basta con que el partido (necesario)) sea el partido de opinión; y tidos está expuesta a tentaciones centrífugas, el desacuerdo prevalece sobre el acuer-
tilmpoco la disolución de los partidos americanos lo disuelve, a decir verdad, por do, el sistema se convierte en <bloqueadoo, Y por lo tanto funciona con dificultad.
dcbijo del umbral en el que .canalizan la opinión>. Y cuando se afirma que la Si, por el contrario. el espacio competitivo es exiguo, entonces la competencia tiende
dcmócracia no puede realizarse sin la intermediación de los partidos.se hace refe- a ser centrípeta, la belicosidad bloqueante (no compensaD, y el sistcma permite la
rencia al sistema partidista con¡o sistema de agregación y canalización del voto' gobernabilidad.
' r-i.¡ptr,,it ilt diuid. las democraci¡rs en <jos tipos
Nada más, pero támpoco nada menos. Los electores se expresarían,en el vacío y -mayoritaria
y consociativa- y
creerían en el vacío ---el caos de una multitud de fragmentos- si faltase el marco mantiene que en las sociedadcs conflictivas es necesaria una .dcmocracia consocia-
de referencia y de alternativas propuesto por los partidos. De hecho, cada vez que tiva>, cs decir, una gestión de la cosa pública basada'en <minorías cornpetitivasrr(la
una dictadura cae y se vuelve a votar, vuelven a crecer los grupúsculos que se fórmula de Calhoun) que repudian el principio mayoritario. La teoría de Lijphart
or'*.rn*n Dara Ser votacloS. LOS Supervivientes, los votadOS, se cOnvierten en parti- convence en parte, y en parte no. El consociativismo es recomendilble, y funciona,
á"tl et un p.o."ro totalmente espbntáneo que Por sí mismo atestigua la inevitabi- para las sociedades segmeniadas como Holanda (dividida durantc mucho tiempo,
lidad de los partidos. uunqu" ya no, entre átólicos'y protestantes), Austria (dividida entre catól¡coc y
Si los paiidos son necesarios, su necésidad no los.redime de, sus pecados. Es socialistas);'Bélgica{donde el:conflicto es étnico-lingüístico) y Suiza (el cjemplo..más
verdad qub ta intermediación de los partidos se transforma, con frecuencia, en un ilustre). Pero las sociedades en cuestión están segmentadas, no están polarizadas:
diafragma, o,incluso en.¡¡na imposición partitocrática. Pero com_batir'las degenera- sus.isfas, solamente piden ser respetadas en su identidad (el.cleuvage es aislante,
ciones"y .ritiéor a los partidos es unu cosa, y refutarlos es-.otra. 91",u".t planteado no agresivo y prevaleciente). Por lo tanto no se ha afirmado que el consociativismo
lo anterior, un problema posterior y distinto atañe a la- diversidad de los sistemas sea tanrbién adecuado para las sociedades altamente polariza<ias, y ciertamente no
dc parficlo, y por lo tanto a la cuestión de qué sistema de partido funcionamcjtlry parece aplicable a las religiones militantes (como cl fundamentalisn'¡o islámico), Vol-
es,'en este sentido, nfuncionalt para los fines del gobicrno democ¡ático. Después veremos sobre el punto de la distinción entre democracia mayoritaria y consociativa.
de la de la República-_de _Weimar Aquí nos importa señalar únicamente que el consociativismo se remite a nociones
clc las malas experiencias
-en concreto
(1919-1933F en período de entreguerras, en ]9t u19: cincuenta se afirmó la tesis como la sociedad conflictiva, o (sociedad dividida", bastante menos precisas y pre-
de que las democracias que funcionaban eran bipartidistas,.o por lo.general demo- cisables que la noción de
"societlad
polarizadar, y que los sistemas de partidos sc
.ro.io, con retativamentCpocos partidos, mientras que los sistemas demasiado frag- miden y se comparan mejor parece- en clave de polarizaciórr.
-nos
mentados generaban gobiernos inestables, efímeros, y ampliamente incapaces de Con toda probabilidad el Estado de los partidos no es subrogablc. Pero varía, y
gobernar. Esta tesis ha sido posteriormente refinada y modificada. Demasiados par- puede ser cambiado. El problema del sistema partidista óptimo sigue estando abierto
iidur ron ciertamente excesivos; pero el número de partidos no es la variable deci- y sigue teniendo que volver a abrirse. Hay que añadir que los partidos degeneran
siva; lo es, por el contrario, la polarización del sistema, y por lo tanto
12.
la distancia fácilmente en centros de exceso de poder, de ocolonización", de acomodo parasita-
i¿eolOe¡ca o de todo tipo que sépa.u a los partitlos y a sus electores rio y de corrupción. Lo que no obsta para que la teoría de la democracia deba incluir
Si él problema fuesé sobre todo de fragmentación, se remediaría por la adopción a los partidos.
de sistemas electorales poco o nada propórcionales, es tlecir', sistemas que reduccn
el número de los partidos. Pero si se reduce a los partidos y Permanece la polari'
zación, entonces no hay ganancia, y de este modo se puede agudizar la conflictivi-

12
Sartori. G., Parties únd Party S.vsterns, N. York, 1976, trad. española, Partidos v Sistemas de
Parti&¡s, Mudrid. Alianza Ed., l.' reimpr., 1987. 'r Li¡phart. A., Democracy in plural societies: a comparative exploration, Ncw Havcn, t977.
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f: '^ 4 Elenentg de teoría

Libertad e igualdad
política ( { Demócracia'4E

Entonces sería mejor llamar a la libertad política <protectora> (en lugar de nel
gativa), puesto que es la libertad de los poderes menores, de los poderes de los
a) Libertad nde, y autononúa ciudadanos particulares, necesitados de protección porque son fáciles de oprimir.
Bie n entendido, no es que la libertad política sea únicamente libertad para (negativa
Se ha visto cómo Tocqueville (y después de él Guido de Ruggiero, 1941, y o protectora). Cuando se despliega la libeitad política se convierte también en li-
muchos otros) equiparan la liberal democracia a la conjunción entre libertad e igual- bertad de (de votar, de participar, etc.); pero hay que caracterizarla como libertad
dad- ¿Qué libertad? ¿Y qué se entiende por igualdad? pura, como no-impedimento, porque este es su aspecto primero.
La libertad que interesa en este nivel es la libertad política: la libertad del ciu- Se podrá observar que el discurso sobre la libertad política precede a Hobbes y
dadano en el ámbito del Estado. Es, por consiguiente, una libertad específica y a Lockc. Cicrto; pero hasta Locke y hasta la construcción del Estado constitucional
erninentemente práctica. No es la libertad moral, no es el libre arbitrio (la libertad la salvación, la safvacitln de la libcrtad, residía solo en la ley. Cicerón lo,decía con
de Querer), no es uná libértad omnicompiensiva, ni iampoco es uná libeitad supre- admirable concisión para todo el mundo antiguo: legum servi suntus ul liberi esse
ma. la .verdadera libertaó (tal y como ha sido concebida de distintas formas, por possirnusto, somos,libres en cuanto que estamos sometidr¡s a las leyes. Esta era
ejemplo. por Spinoza, Leibniz, Éeget o croce). En el Ensayo sobre la Interigencia todavía la fórmula de Rousseau: el hombre es libre cuando no obcdece a los demás
Humana Locke definía la libertad como autodeterminación del yo acting under the hombres sino únicamente a la ley. Sí, pero Rousseau constataba al mismo tiempo
determinatio-n of the self,, mientras que en el segundo de los Doi iitoáot sobre el que el hombre, nacido libre, se cncuentl:! ?rrcadenado en tr-¡das partes. Cuando se
GobiernoIt la define como el no estar <sometido al inconstante, incierto, descono- afirnla el Estado, y en particular el Estatlo de la era del absolutismo monárquico,
cido y arbitrario deseo de otro hombre'. Locke comprendía bie;,;";.";r¡g;i";;;, la ley por sí sola ya no salva. Por consiguiente, no es cierto que el discurso sobre
que en el nivel político no se busca la (esencia de la libertad> y no interesa la la libertad política vuelva a comenzar en el siglo XVtt. La libertad política definida
investigación metafísica sobre la naturaleza última de ta libertad. Para Locke la como libertad del Estado se define así cuando existe Estado (no anfcs) Pero desde
libcrtád política es, sustancialmenté, la libertad de arbitrio de los poderosos..lgual- entonces esta es la definición casi constante
mente concreto había sido, antes que é1, Hobbes: libertad sisnifica (ausencia de A csto se opone, en ocasioncs, que la libertad para es una libertad menor su-
impedimentos externos)) rs. En verdad ttoUUes asignaba csta lib?rtad d;;;i;;i; ¡; pera<Ja por unu libeitad mayor: la áutonomía. Se ha afirmado, con anterioridad,
la nlibertad natural) antes que al de la que, en materia de libertad, Rousséau no se desvía un milímctro de Cicerón. En
"libertad civil>; por otro lado. los impedi- todos sus escritos repite constant€mente,,que la certeza de la que cstá más seguro
'mentos en cuestión, se denominaban of motio.n, oimpedimentos de movimieñtoo. ¡tt encon-
Pero esta calificación venía dictada poi la naturaleza'mecanicista de su filosofía y es que la libertad es el gobierno tlc las.leyes, Pero en el Contrato Social
se cae si cae el mecanicismo. Queáa así la,fórmulu:.uur"n"ia-de-impedimentoi tramos este paso: ol-a obedicncia a la ley a Ia que estunps presuita es libertad> (el
externos) que desde entonces ha sintctizado eficazmente la naturaleza y el ámbito énfasis es mío), Es-este paso del que se dcduce que Rousscau concibe'la libertad
de la libertad política. como autonomía. Pero est¿lnlos extrayendo conclusiones excesivas de este te¡na. El
Posteriormente se ha dicho que la libertad política es una libertad para (del hecho es que Rousseau elogiaba a los espartanos y a los romanos, no a los atcnien-
Estado), no una libertad de. Exacto. Y hoy se ha cxtendido el uso de üeclararla ses. La isonomía (leyes iguales) de losatenienses se estropeó tornándose en licencia,
una libertad <negativar>, no una libertad npositivar. De nuevo, exacto. pero la li- en leyes inciertas deshechas y rehcchas por la volubilidad del demos. Por consiguien-
bertad (negativa> se interpreta después como una negatividad. como una libertad te, Rousseau invocaba a un Moisés, un Licurgo, un legislatlor.funclador' que es-
de poco, o casi de nada. El argunlento, pues, se convierte en que la libertad que tableciese de una vez por todas unas pocas Leyes supremas, fundamentales y casi
cuenta es la libertad de, <positiva>. Lo que ya no es exacto. Que la libertad política inalterables. Nadie ha aprisit>nado tanto la libertad en la fijeza de las Leyes (con
s_ea una libertad incompleta es cierlo (pero lo es en la misma medida que todas las
mayúscula) como Rousseau. La autononría de Rousscau sería, por lo tanto, la au-
libertades específicas, que todas las libertades declinadas en plural, cada una de las tonomía de hacer nada o casi nada.
cuales puede ser declarada, sí sola, incompleta). sigue estando el hecho de que La verdad es que parece que la (autonomía > es una superposición arbitraria y
_p9r
la libertad para es la condición necesaria de todas las libertades de. Si estamos amalgamada de Kant y sobre Rousseau. La autono¡nía, el otorgarse a sí mismos las
impedidos --+n prisión o amenazados de prisión- las libertades en positivo se con- propias leyes, es un concepto kantiano, que, sjn embargo, Kant reficrc a la libertad
vierten en letra muerta. moral, a la libertad interior (de querer). La libertad política es, por el contrario,
una libertad exterior (de hacer). Lo contrario de la primera es la heteronomía; lo
contrario de la segunda es la coerción. Mi voluntad permanece libre incluso si me
It
Locke. !.' Due t¡ouati sul governo, trad. itariana, Torino, t94g, p.25r, trad. españora, segundo
Tratado sobre el Gobierno Civil, Madrid, Alianza Ed. fe Cicerón, Oratio pro Cluentio,43.
'" Hobbes, T., Leviatún, 2l . 20 Rousseau. l.1., EI Contrato Soci¿l, I.8
46 'Hem9ntos de teoña pollt¡ca
.i' (l Democrccia 47

encuentro en Ia cárcel (sometido a coerción): pero el ser interiormente libre no me igualdades: l) la oportunidad como igual acceso, 2) la oportunitlad como igual pun-
hace en modo alguno libre extemamente (de la cárcel). Por lo tanto, la tesis de que to de partida. Igual acceso quiere rJecir nigual reconocimiento e iguales capacida,lus'
la *menoro libertad para (alificada como libertad tiberal) puede ser superada por y por lo tanto promueve una meritocracia: igual carrera (promoción) a igual t¡lrnto.
una (mayor> libertad democrática, la autonomía, es difícil de aceptar. Que la au- Igual punto de partida es algo distinto, y bastante más. A este respecto se rLquiere
tonomía, así como la autorrealización, sean libertad e ideales de superior libertad, la igualdad de las posiciones y condiciones iniciales de la competición: igual educa-
eso sí. Pero no superan la libertad para: la presuponen. ción para todos para comenzar; pero después también un biencstar relativamente
igual c¡ue hag:r desaparecer la ventaja de los ricos sobre,los pobres. Y en este punto
la igual oportunidad de posiciones de partida desemboca en la igual<Jad cconómica.
h) Iguales tratamie¡ttos e iguales resultatkts lvlientras que esta última es relatíva :mientras gue es cuestión de proporcio-
nes- eslamos todavía en la igualdad que podríamos llamar de .oprlrtunidades ma-
Si la libertad política puede reconducirse a la idea-base de "no-impedimento', teriales". La igualdad económica verdadera y propia es, por. sí.sola, y, por el con-
trario, aritmética: iguales haberes o
el discurso sobrc la igualdad es y sigue siendo muy complejo. Aristóteles ya distin-
guía en la Etica a Nicontaco (Libro V) entre dos tipos muy distintos de.igualdad,
-€n el comunismo- igual ausencia de pose-
siones para todos. Babeuf era igualitario al pic de la letra. Marx era más difumina-
una naritnlética> yotra (proporcional'. Fl critcrio.de la.primera es nlo mismo para tlo. En la Crítica al programa del Gotha de 1875 Marx enuncia trcs criterios: i) a
todos>: el criterio de la segunda es <lo mismo para los mismosr', y por lo tanto cosas cada uno según sus necesidades, ii) a cada uno según su trab¿ljo (cl principio del
iguales para los iguales pero desiguales para los desiguales. En la igualdad aritmética valor-trabajo), y iii) a cada uno scgún su habilidacl. No es fácil vinculirr los criterios
lo quc es igual es idéntico: y.basla. En la igualdad proporcional (que lo es, explicabu ni tampocó áeiir.irlos. Pcro dadó que en todo cuso el comunisnro presupt>ne la
Aristóteles, porque nlos desiguales son tratados en forma proporcional a su respcc- abolición de la propiedad privada, a cste rcspecto cstír claro quc tl¡nrbii'n la igualda<.I
tiva diversidad,,) lo es, por el contrario, la igualdad en la diversidad, o entre diver- econórnica dc Marx era aritmética: de igual forma n¡r,la para nadic.
sos, que a.signa a cada uno lo suyo: aquí está vigente la regla del suunt cuique tribuere. El colapso de los regímenes comunistas deja sin cabeza cn grirn nredicla reb¡Lr
Está claro que a veces adoptamos la primera y a veces la segunda igualdad. Las ip.lrs la versi<in aritmético-ncgaliva de la igualdad econr'lmica. Pcro qucda la instaocia
leyes son iguales en.cuanto que son idénticas para todos, mientras que los impuestos dc la libcrtad de la necesidad a totlos un mínimo igual dc subsistcncia
decorosa- que avanza progresivamente-ascguraren la reivindicac'ión de ,,iguales haberes"
directos son proporcionales, en proporción a la riqueza, y por lo tanto iguales para
iguales pero desiguales para desiguales. Hasta aquí todo está claro. Pero la igualdad que igualen de forma et'ectiva las posiciones de partida. ¿Cómo'l iVlientras que se
proporcional plantea, a medida que va profundizándose, dos problemas: primero, persiga una relativa igualación de los haberes por mcdio de rcdistribuciones, y
cuánta,proporción'y scgundo, y más difícil, a quién atañe la proporción. Aquí, especiahncntc redistribuciones de rcnta, seguiremos dentro del íunbito de una pro-
recuérdesc, la,,regla no es ya <a todos lo mismor, sino nlo mismo (iguales cuotas, blemática fundamentalmente económica. Pero. entre tanto. las redistribuciones en
privaciones o beneficios) a quien es igual, igual para cada uno,r. Por lo tanto, la cuestit'¡n deben ser incesantes; además ya no bastan: de modo que, finalmcnte, tJe
prcgunta Sc convierte en: ¿cué nsemejanza" es relevante? Y, paralelamente, ¿cn las redistribucioncs sc pasa a las cxpropiaciones. Y en este punto cl problema se
función dc qué diferencias han de agregarse los iguales? ¿Cuáles son las difercncias hace eminentemcnte político en el sentido de que libertad e igualdad entran en
rclcvantes? Son preguntas qu.e dcstapan la caja de Pandora. colisión. lguales condiciones materiales (aunque entendidas de modo elástico) re-
Simplificando al máximo los criterios de la igualdad proporcional pucrJen redu- quiercn un Estado <fuerte>, lo bastante fucrte corno para imponer expropiaciones
cirsc a d<¡s: l) a cacla uflo,€n ¡laón a süs méritoi. capacidacles o talcnios,2) a ca<Ja y tan fuerte como para <Jccidira favorde quien, co¡r resp€cto aqué y en qué mgdida.
uno en r¿¡zón a sus necesidades (de lo que le falta). Es supcrfluo subrayar, en Si es así, el Estado que tiende a ta igualdad se transforma en el Estado coercitivo
concrcl.o, que cada criterio es susciptible,'de innumeiables inierpretaciones. ¿Qué y barler quiere tener éxito-- la "libcrtad de resistencia,,
méritos? ¿Qué capacidades? ¿Y qué necesidadcs, en qué medida? Tanrpoco acaban ::ijJ:ir[::::::"-' -si
aquí las complicaciones. El núcleo del problema es que iguales trate rmientos (leyes igualcs) no producen
Para descnredar la madeja conviene referirse a una perspectiva histórica. Histó- resultados iguales (igualdades en resultados); de lo que se deriva que para conver-
ricamente la primera igualdad es la isonomía, nosotros la llamaremos igualdad jurí- tirse en iguales se necesitan tratamientos desiguales (leyes sectoriales y discrimina-
dico-política: iguales leyes, iguales libertadcs e iguales dcrechos. Estas son igualda- ciones compensatorias). Si los corredores lentos y los veloces deben llegar juntos a
dcs fi¡ciles (aritméticas): igual se traduce por (idéntico para todosr'. Existe. después, la meta,.los veloces deben ser penalizados y los lentos favorecidos. No existen,
la igualdad social (véase: Democracia social) quc no plantea pnrblemas desde el entonces, oportunidadcs iguales. Por el contrario, o mejor dicho dando la vuelta al
momento en quc se despliega corno un cthos. La tercera igualdad, por el contrario, argumento, con el fin de ser igualados a la llegada se necesitan cn el punto de
está llena de problemas, la igualdad de oportuniclad, o en las oportunidades, que purtida <loportunidades desigualeu (tratamientos preferenciales). Bien, se puede
cs la típica reivindicación igualitaria de nuestro tiempo. mantener que así debe ser. Sí, pero leyes sectoriales, tratamientos privilegiados,
Aquí, a partir de un término común sc ramifican y derivan, en realidad, dos <discriminaciones>, no sólo ü¿ttzan y multiplican la conflictividad social (los no pre-
¡$ Elententos de taría política (' Dpmocíacia 49

feridos se rebelan y reivindican a su vez privilegios), no sólo facilitan la arbitrarie' favor de su nueva opinión> 21. A ello hay que añadir que si las demcrcracias no son '
dad, sino quc lesionan la protección proPorcionada por leyes igualesy, en principio, tuteladas la misma posibilidad de encontrar una mayoría a favor de la nueva opinión
por el principio nlo:mismo para todos). ¿Por qué es importante la generalidad de se hace problemática, puesto que quien pasa de la opinión de la mayoría a la de la
;.ür,'H minoría se encuentra entre guienes no tienen derecho a hacer valer su propia opi-
ias leyés? Es importante porque somete a quien las fabrica al miimo daño que
pueden infligir a quien las sufre. Si la norma (a quien mienta se le cortará la lengua> nión. En el límite el hecho es que la primera elección será la única clección verda-
i
se aplica tañlb¡¿n'al legislador que la promulga, esta norma no se bará efectiva: si dera, la que separa dc una vez por todas a quien ha sido libre (en el momento
se le exonera. puede s€rlo. inicial) de quien no ha sido libre (es decir, sometido a su propia voluntad) ni en-
BiCn enten<iido, entre libertad e igualdad se dan muchás po:iblT soluciones de tonces ni lo será nunca,
.quilibrio, muchas posibles compensaciones; pero sigue existiendo, sin embargo, un Respetar a las minorías y a sus derechos es, por lo tanto, una parte integrante
púnto de ruptura más allá del cual (para citar a Tocqueville) nos espera únicamente de los mecanismos democráticos. Y no sólo es una cuestión dc mecanismos. La
nla igualdad en la servidumbre>. EL problema de la igualdad sigue'estando, pues, .minoría,, veremos, se aplica a múltiples referentes. Entre éstos encontramos las
muy-abierto. Enlre la libertad y la igualdad puede existir una feliz conjunción, pero minorías religiosas, lingüísticas, étnicas y de otro !ip,o, es decir, colectividades sus-
también una peligrosa disyunción' En las democracias liberales la libertad promue- tantivas que mantienen su propia identidad y que se constituyen en torno a la propia
ve, o al menos permite, políticas y resultados igualitarios. En los regímenes comu- lengua, rcligión o raza. Estas minorías son tanto más reales y compactas cuanto más
nistas la iguatda-d no ha producido la libertad y ha nivelado solamente a lo bajo, en
.iníensaso lon, cuanto más fuertemente sienten el vínculo que iat caracteriza. Y
el malestar. aquí el principio mayoritario se detiene o es detenido, podemos decirlo así, por
fuerza mayor. Porque si no se les reconoce a las minorías intensas el derecho a su
propia identidad éstas buscarán la secesión y rechazarán, en el interior, el propio
principio mayoritario.
Nlayoría y minoría

a) Mayoría limitatla b) Oligarquía, estratarqttía y poliarqtúa

(mayoríar en sentido sustantivo y comenzar des-


Mayoríasignifica.regla de la mayoría>, o bien',<el conjuntodelos más>. En el Pasemos a la entendida
-para
primeicaso lfnoción de mayoría es procedime¡rtal-, igtfica gn¡étgdo de resolución de el inicio- al pueblo entenclido operativamente como el conjunto de los más,
be los conflictos.y, correlativamente, un criterio deciSional.. En el segundo caso la como.el mayor número. En tal caso laexpresión maiority rule significa <manda la
nnción de mayoria es suslanliva: indica la Parte mayor' la más_numerosa de un mayoría del pueblo", y en tal caso la tesis se convierte s¡:que en demoqracia quien
agregado concreto, cle una población. Y si esta distinción no se afirma claramente, decide es la parte mayor de una entidad denominada nel pueblo st¡bcranoo' ¿Vera-
tó¿Jel discurso se embrolla sin remedio. dero? ¿Falso? Para muchos falso, sin más, aunque por motivos oPuestos. ?ara un
Solemos decir, brevemente, que la democracia es maiority-nrle, regla-mandato grupo la tesis es falsa porque las nuestras son pseudodemocracias que arrebatan al
de Ia mayoría. Decirlo así es plantearlo demasiado brevemente. Porotro lado, ¿cuál pueblo el pocler que les compete; para otro grupo la tesis es falsu porque la demo-
es la mayoría en cuestión? ¿Procedimental o sustantiva? Por sí mismo no cstá claro. cracia entendida como poder popular es imposible. Los nombres que se encuadian
Hay quien entiende la expresión en un sentido, quien en otro y quien -la mayoría- en este segundo grupo son loi <jc Gaetano'Mosca y Roberto Michcls, y sus argu-
de un'modo indifercnciado. Precisemos rápidamente, entonces, que tn este apartado mentos no pueden ser ignorados.
nos ocuparemos de la <mayoría> como regla, criterio o principio, y no de las ma- Para la teoría de la clase política de Mosca, "en todas las societlades... existen
yorías süstantivas. En tal caso afirmar que la democracia es maiority rale significa dos clases de personas: la de lils gobernantes y la de los gobernados). y (la primera,
que en la democracia se decide por mayoría. que es siempre la menos numerosa... monopoliza el poder" ". Lo esencial de la
resulta <ab- tesis de Mosca es que en el gobierno existe siempre una minoría norganizadar' (en
¿Verdadero? No del todo. Explicado así el principio de la.mayoría
solulorr, sin límites ni frenos, mientras que la democracia requiere -para funcionar el sentido genérico de ser relativamente homogénea y compacta). La tesis no era
y durar- un principio de mayoría ulimitadoo. La regla en las democr¿cias liberales inédita en 1884; pero erigida al rango de "ley¡¡, impacta; impacta Porque destruye
Ls que la mayoría.gobierna (prevalece, decide)-en-el resPeto a los derechos de la la clásica tripartición aristotélica de las formas de gobierno. Para la ley de Mosca
minoría. Quien. dice maiority n¿le olvidánd9T d-" los .migority.rigñr no promueve todos los gobiernos son, siempre y en todas partes, oligarquías (entendidas éstas
la democracia. la sepulta. El argumento teórico ha sido formulado con insuperable
claridad por Kelsen: ,.Incluso aquel que vota con la mayoría ya no está sometido
2t Kelsen. H., I
únicamente a su voluntad. Lo advierte cuando cambia de opinión'; de hecho, con lonünenti dello democrazia, Bolonia, l9lt6, p. 12.
2: Mtxca, G., Elemmti tli Scienza Politica (18961, Bari, Laterza, 1936, vol. l, p.83
el fin de Que rél fuera nuevamente libre sería necesario encontrar una mayoría a
50 Elemento6 de leoria polít¡ca
( (- Democracia 51

tanlbién de un modo ampliamente indiferenciado. al menos hasta la segunda edición conclusión de que *la democracia no es democrática> de Ia premisa
"los partidos
<le los Elenrcnti en 1923). no son democráticos". La prueba no es sólo demasiado pequena, sino también im-
Es fácit poner objccíones a la tesis de Mosca. y se ha objetado con frecuencia propia (no pertinente) para los fines de esta conclusión. ttii.hds parte de una de-
que stt mocracia en pequeño y la proyecta en la democracia en granrJe, en la macro-demo-
"lcy' es demasiad<.¡ genérica: tan genérica como para esc¿rpar a toda verifi-
cación (o falsación). Mosca podría ser desmentido sólo por la e.ristencia dc sistemas cracia dc conjunto. Pero esta última no es en modo alguno una ampliación de la
uniirquicos carentes dc todo gobierno y de toda verticalidad. Pero si en el mundo primera. Admitamos, pues. que ninguna organización política, o de rclevaniia po-
real cualquier sistema político rcquierc vcrticalidad (cl Estado y las estructuras de lítica, sca democrática en su estructura interna. Incluso así, en el nivel del sistema
gobicrno), entonces tendrcmos siempre r¡na estratarquía que tenclrá siempre una político la dcmocracia definida por Schumpeter subsiste: subsiste porque está plan-
forma piramidal. Mosca descubrc la pirámide y la declara teada por fa din¿imica competitiva entre organizaciones. La democracia de conjunto
"oligárquica". Así vence
sicnrpre : pero una estratarquía no es una oligurquía. Para pasar de la primera a la !o e! ula supa estátigq -dg organizqclones inlernamglte democráticas; por el con-
scgundfcs nécesari<-r una.ley, que postule y pioduzca una minoría que tenga in- trario, está producida por las interacciones entre una pluralidad de organizacioncs
variablenrente características oligárquicas. Este paso no existe en Mosca. No obs- en' lucha para lograr el voto popular. Para vencer a Michels se neccsita a Schum-
tulrtc. el último Mosca admite que su teoría no le convence. porque en 1.923 clistin- peter; y quien vence a Schumpeter corre el ricsgo r¡ue hacer ganur a Michels.
guc entrc clases polític¿¡s hereditarias (aristocracias) y. por el contrario, otras for- Pasen¡os ahora a ver cu¿il es el juego de las mayorías.-los m¿is:- en el ámbito
l¡latlits clcsde abajo, y parirlelamcnlc distingue entrc' cl poder que dcsciende dcsrle dc las estructuras verticales destinadas a producir un parlamento y un gobicrno, y
arriba (autocracia) y e| poclcr quc provicnc desde abajo. Justo. Pero dc este modo por lo tanto destinatias a reducir agregarJos de millones de votantes en organismos
es cl propio Mosca quien dividc en tlos a su clase política y quien invalida, de rebotc, miles dc veces más pequeños. Entonces, dada una nccesaria estructura piramidnl y
el significado nrinoritario-oligárc¡uico (quc niega la posibilidad de democracia) de unos proccsos recluctivos igualmcnte necesarios, ¿qué les sucedc ir¡ itinere a las
su lcv.
"'Éi'u.gunr.nto mayq{-as? $gcede qlte eI tgdo_s lo9 nlyele-s lcl pqoqeso en cu,eqli"on c-llc-(lnlr¿rlnos Vna
tlc Michcls cs disrinto. Su nlcy de hicrro tJe la oligarquía,. fs¡¡¡¡u- mayoría que, por un lado, climina a una minoría y que, por el otnr, se vuelve a
lada hacia 1910. manticne quc la orgunización es inevitable, a medida que crece la plantear (en menos)>, como un menor número. En el nivel electoral cs mayoría
organización se desnaturaliza la democracia y la transforma en oligarquía, y por quien vence (elige), y minoría (eliminada), quien malgasta el voto. En el nivel de
consiguiente -{onlo conclusión-. que ula existcncia de líderes es un fenómeno
.'
los elegidos es mayoría quien ha votado al partido más votado. y minoría, quien ha
congénito a cualquier fornta de vida social" y que <todo Cistema que prevea líctercs votado a los partidos'menos votados. Por otro lado, incluso los elegidos:votadós'por
es incompatible con los postulados esenciales de la democracia,, 23. la mayoría son un número pcqueriísimo, una exigua minoría respecto a la mayoría
Obscrvemos, en priáer lugar, que .n Mi.h.l, rt cle organización es electoral de la que derivan. Subiendo todavía un escalón más. en el nivel parlamento
central y también bastante miis preciso de lo que lo era "on..pio
en Mosca. Por otro lado, el partido m¿is votado se pue<Ie encor¡trar en minoría si otros prrtidos (de minoría)
tanlpoco Michels, cn la nrisma línca que Mosca, es preciso sobre la se coaligan cntre sí contra el partiilo de mayoría (rclativa).
"oligarquía,:
clefirlirla como un *sistema cle líderes" no es una definición adecuada y suficiente. Volvamos de un salto al elector de partida. ¿Cuántas veces puctlc ser derrotado,
La segunrla observación cs que Michels recatra su ley del estudio de la social-demo- y encontrarse, así, en minoría? Demasiadas. Al conlienzo puede votar sin éxito, y
cracia alcnlana (el gran partido de masas de su tiempo). A este respecto el terreno por lo tanto ser rápidamente eliminado. Pero incluso si su v<lto eligc a alguien, su
de prucba de Michels es incomparablcrnente m¿is sólido que el de Mosca. M<¡sca se elegido puede pertenecer a un partido en minoría que quizá no tiene ningún peso
basaba genéricamente en la historia; Michels, en un bien documentado estudio de (en el parlamento); o bien ser un elegido que se encuentra en minoría dentro de su
un caso. La historia se puede leer de diversas maneras; el caso estr¡diado por lvtichels propio partido. No es necesario continuar con el ejemplo. El hecho que ya está
constituye un punto de referencia fundamental, y su análisis de la degeneración claro es el siguicnte: que el <gobierno de. la minoríaD no demue.stra para nada que
organizativa dc las asociaciones voluntarias (puesto que esto es lo que són los par- las democracias no son tales, que el pueblo que se manifiesta en mavor número, el
tidds y los sindicatos) ha sido repetida a diestro y.siniestro, y ha sido casi siempre pueblo dc los mis, es un soberano engañado o privado dcl poder. En la democracia
confirmada desdc hace tres cuartos de siglo. Por lo tanto, la crítica Michels no es el pueblo da lugar al proceso de formaci(rn de los gobiernos, y en todos los niveles
' rnisrna quc se hace a Mosca.
la encontramos una mayoría que cuenla más que la minoría quc sc lc' opone.
A"
'i¡,üt"
iit*"", r¡'r"y tl-e lvlichcts se encucntra rebatida en la teoría compe- El problcma del "mandato dc la mintiría> sc traslada, por consiguiente; al terrc-
titiva de la democracia cle Schumpeter. lncluSo si fuese siempre verclad qu" ios no de su formación, naturaleza e incluso (no hay quc olvidarlo, a pcsar de que'aquí
partidos (y los sindicatos) tienden siempre hacia la oligarquía, no es lícito extraer la no lo tratamos) de los lírnites inrpuestos a su podcr. Si formulamos cl problema en
términos mosquianos, la pregunta cs: ¿cs una clase política (tendcncialmente cohe-
sionada y homogénca), y por lo tanto cs una *clascD en Ii¡ acc¡rcitin sustantiva del
¿r.Michcls, R.,_Lu sotiologit tlcl partito
politito (1912), Boloni¡¡. l9óó, p.5?2, trild. española. ¿r).r término; o bien es mtiltiple (una poliarquía antagonista). y por lo tanto es una
purtiilos políticos, Buenos Aircs, etl. An¡orrortu. lr)EJ, 2 vols. .clasc, cn la ácepción clasificiória del término? Eñ suma, ¿iingutar o plural? Esta
il
LI
s2 Elemenlos de teoría política ("' a\
es la verdadera línea de división. Y aquí se necesita la vcrificación. la constatación lingúísticas si y cuando se ven afectadas en la identidad que constituye su núcleb
propuesta por Dahl
la. central, a las que hay que afladir posteriormente las minorías intensas en cuestiones
Si existe verdaderamente, argumenta Dahl, una ruling elite (verdaderamente partictlares: por ejemplo, el aborto, el divorcio, la contaminación, la homosexuali-
.unar), en tal caso debe resultar empíricamente identilicable. Y si existe, ¿quién dad. En todos estos casos se concluye que las minorías indiferentes (no intensas) no
es? ¿Quiénes son los donrinantesl Para.determinarlo se operacionaliza la noción de dominan, o bien ceden, o incluso piertJen. Y las pequeñas democracias directas, el
podir. ¿Cómo hucer para establecer si una persona, o un gruPo' posee poder y, asamblearismo de la contestación, son el terreno de acción ideal para los
"grupos
intensos> dirigidos a vencer a toda costa a despecho tanto del priniipio mayo-ritario
l.bien ententlido, un poder decisivo y de control? Dahl sugiere que el poder se revela
sólo cuando una decisión es controvertida. Por lo tanto, la oprueba" propuesta por como de las mayorías sustantivas.
Dahl se formula así: para demostrar la existencia de lu¡¿ clase en el gobierno (el No nos poclemos adentrar en cl grado en que la intensidacl incicle y transforma,
.sistema de los líderes> de Michels) es necesario establecer,que, para todo un con- tanto corno efecto de la teoría o de la praxis. de las democracias 17. Bastará con
junto de decisiones controvertidas; prevalece siempre uri mismo grupo identificable señalar cómo la intensida<J se refleja en el reférendum, es decir, en el modo en el
como tal. Por elcontrario, si este grupo no es elmismo,lo g9rdug'1no pr9y.1fec; que un elcmento de democracia directa puede insertarse en la democracia represen:
regularmente, entonces tvlosca, Michels y, en los Estados Unidos, C. Wright Mills ' tatrva.
están equivocados: la democracia no ha sido derrotarla por_la oligarquía, sino que Ptanteemos primero que las tócnicas decisionales pueden producir (en la termi-
>r) 26' nología que proviene dc la teoría de juegos) resultados de suma positiva, de suma
existe y funciona, en términos de Dahl, como npoliarquía'
nula y dc suma negativa. Suma positiva quiere decir que todos ganan algo; suma
nula, quc quien vence gana exactamente lo que pierde la.contraparte, y suma ne-
c') El problenru de lu inrctsitlad gativa, que todos pierden. La distinción fundamentul se establecc entre la suma
positiva y la suma nula. Tanto las elecciones popularcs como el referéndum son
. Volvarnos ahora,a la (mayoría> en sentido procedimental, como regla de mayo- técnicas tte suma nula: o se gana o se pierde. Por otro lado, las elccciones no son
ría. como principio mavoritario. Ya se ha recordado que este princip.io sc rentonta
.finales'
"''-* .iá en cl oue lo es un rcferéndum.
en el mismo sentido
a Locke (los .rnuchos" de Aristóteles eran una cantidad, no una regla de decisión).
'
^
.'...,J;liñ'; ;s;""i;;'';il
;;r;;' te ; pero así se
origina un proceso quc prosigue en el parlamento y "n"i.p*,.",a,r
aun después en el gobierno.
¿Por qué tan tarde'? Para nosotros, hoy, el principio mayoritario nos parece obvio.
Sin enrbargo. fue aceptado con mucha resistencia, y tampoco es aceptado hoy por que ya no es, por lo general; de suma nula, Las elecciones deciden quién,:tendrá
todos. La resistencia se vierte, en el plano teórico, en el derecho, en el mayor que decidir; y ios elecios, cuando se encuentran cara a cara, debaten, negocian y
derecho quc se le atribuye a la mayoría. En la célebre frase de Taine "diez millones con frecuencia llegan a soluciones (decisiones) de compromiso, lo quc signitica de
Jr igit"rJ"¡i"i nol¡o."í, un ruu"Á. Es difícil negarlo. Pero el argumento'prueba suma positive nadie.lo pierde,todo, y.todos, aunque en muy distinta medida, ob-
únicamente que no todo (aquí incluso el saber) funciona de acuerdo con la mayoría, tienen algo. Por consiguiente, las elecciones ponen en rnarcha un proceso represen-
<¡uc el principio mayoritario ba de utilizarse sólo cuando es necesario. No obstante, tativo <continuo> que tiende a producir resultados de suma positiva. Lo que implica
es necesario elevarlo al rango de .derechoo o incluso de un valor. Basta con consi- que aquel proceso permite acomodar, o por el contrario congelar y arrinconar, las
derarlo como una técnica, el modo mejor de los posibles de resolver las controver- demandas de las minorías intensas.
sias pacíficamente. Pero la resistencia perdura en el nivel de la práctica. Como ya No sucerle así en el referéndum. Aquí et voto no tlecide quién tleciclirá, sino que
se h¿ afirmado de pasada, la complicación esla intensidsd. decide ipso facto. El voto refrendaricl es concluyente; y es necesarianrente de suma
Cada uno de nosotros siente las cuestiones con distinta intensidad. Algunas de nula: la mayoría (refrendaria) lo gana todo, y quien queda en minoría, incluyendo
nuestras preferencias son débiles, otras fuertes, sentidas apasionada e intensamente. aquí a las minorías intensas, lo pierde todo. De lo que se desprende que en las
La regla mayoritaria ignora la diversa intensidad de las preferencias individuales. Al sociedades segmentadas (divididas por, y entre, intensas minorías religiosas, étnicas
ignorarla, las iguala en la práctica: presupone que las preferencias son de igual o de otro tipo), así como sobre cuestiones ncalientes> (como, por ejemplo, la inte-
intensidad. Pero no lo son. Y ello explica por qué el principio mayoritario ya no es gración racial), el referéndum es contraproducente: no acaba con los conflictos, sino
aceptado tanto, y sobre todo porque es rechazado pot las minorías intensas: los que, por el contrario, los agrava. Quien recomienda una indiscriminada y cada vez
grupúsculos de li contestación dei 69 y después las minorías religiosas, étnicas, mayor decisión directa del demos, y por consiguiente la democracia refrendaria,
ignora (para empezar) el problema de la intensidad.
21
Dahl, R.. .A critique of the ruling clite model", e¡ American Political Science Reyiew, junio 1958.
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17
Sariori, G., The rheory of democracy revisited, op. cit., pp. 22í*. y cap. 8 passirn.
4 Etemehtos de teoría Ntítica
( Democracia #
d) Democracia consocialiva y neocorporativismo
cipio de compromiso, de acomodación de los antagonismos políticos" 12. Democra-
cia mayoritaria sí, pero no tanto.
¿Existen distintos tipos de democracia representativa? Puesto que la realidad es Y el caráctcr forzado se hace todavía más marcado cuando, en el último Lijphart,
diversa, siempre es conveniente. concretar esta variedad en clasifiiaciones y tipolo-
gías. De este modo, en relación al poder ejecutivo se distingue entre sistemas ore_
lo opuesto a la democracia mayoritaria se convierte en <democracia consensual'.
La modificación es mis terminológica que sustancial. Pero el término se basta a sí
sidenciales y sistemas parlamentarios; en relación al sistema=partidista, entre siste-
mismo para sugerir que la democracia mayoritaria no es consensual, lo que no es
mas pluripartidistas y bipartidistas, polarizados o no 28; y resp".to al principio
"on Bien entená¡¿o, las correcto. En el mismo sentido el último Lijphart modifica y extiendc la aplicabilidad
mayoritari<-r, entre democracias mayoritarias.y consociativas.
de su fórmula. Si al inicio la demoór¿rcia consclciativa es necesaria oara las sociedacles
dicotomías antes mencionadas admiten formas mixtas o intermedias. Así, entre el
prcsitlencialismo y el no presi<tencialismo se interponen rirt"ror r.ripresidenciales scgmentarias, ahora se convierte en óptirna para las nsociedades plurnles'. Incluso
(la.v República francesa) y de gobierno de gabinete (lngtarerra); entie el pluripar- a este respecto la modificación es más terminológica que sustancial. pucsto que las
plural societies se definen como
iidismo.éxtremo (fragmentación partidista) y-el bipartidiimo se ínterponen'sistemas "sociedades que están claramente divididas... en
sub-societlades virtualmente separadas> 3't. Pero una vez que se ha heclrr¡ desapare-
de pluripartidismo limitado y moderado. Aquí nos detendremos únícamente sobre
la ya recordada democracia consociativa teo;izada por Liiphart. cer la palabra (segmentadas, el discurso de Lijphart se tlesarrolla en la onda de lu
palabra.rpluralcs>; y poco a p()co crecen las inclusioncs: después cle todo, algo dc
La teoría de Lijphart fue tipotógica_ al comienzo 2'; se'desarrolló después empí-
.
ricamente en la contraposicir'ln entre democracia mayoritaria y democrácia conio- "plural,' cxiste en todas partes. Y así la tesis del último Lijphart yu no es que el
cialiva '": transformándose y exten(liendose, finalmente, en la preferencia generali- consociativismu es necesario en los relativamcnte pocos casos en los que el ciiterio
zada por Ia <clemocracia consensualu ll, un término que sustiiuye, diluyéídolo, al
mayoritario es seguramcntc contraprocluccnte, sinó qu" sc convicrtc.,r qu. cl c0lr-
soci¿¡tivisrno-consensualisrno es Dreferible incluso cu¡rndo no es neccs¿¡rio.
dc democracia consociativa. En el primer y segundo ii¡ptturt la democracia conso-
ciativa se aplicaba a las ¿Cuál es. pues, el Lijphart qu" .onucnce más? Una vez plantcudo l modo de
"sociedades segmentariaso; en el último Lijphart este tér- premisa que todas las liberal-dcmocracias son mayoriturias ca¿ líntitas, es cicrto r{ue
nrino es'sustituido y diluido en el de nJociedades plurales,. Los paibs en cuestión
son gradualcs; pero es importante concretarlos, puesto que el últímo Lijphart con-
lo son en muy distinta medida. La noción de democracia consociativa capta, y capta
vence bastante menos que el primer<¡, e incluso menos que el segundo.
dc un lnodo muy ventajoso, el caso del rccurso mÍnimo a decisioncs nrayoritarias,
Comcncemos por la antítesis entre la democracia mayoritariá, el denomina¡lo
el caso en el que la mayoría es producida por "minorías concurrenteso a cada una
(modelo westminster,', y la democracia constrciativa (que puede defininc, de las cuales se le reconoce un derccho de veto. De ello se desprcndc, según Lijp-
en esta hart, que el consociativismo está caracterizado por maxicoaliciones, por glond cla-
contraposicitin, conro.no-mavoritariil.!" plantea en seguida la prcgunla dc si los
litíons, y por un pnlporcionalismo gcneralizado (clectoral y tarnbién tlistiibutivo: la
dos nloclclos en cuesli<'¡n son <tip<ls ideales" (polarcs o extremos) o bien son <tiDos
proporz austríaca). Pero nos parccc que la caracierística decisiva cs la que sc pone
cmpíricos, reconduciblcs casi totalmente a casos concretos. Si son tipos i¿eaics,
en cvidcncia en cl prirner Lijphart (y quc dcspués sc dcja olvidada crr la penunrbra),
e'ltl()nccs la antítcsis cs vcrdadcramcnte esclirrccedora. Pero si la contraposición cn-
es dccir, quc el consociativisnlo rcquierc funcir¡nar conrr> rcr¡uicrc cl modc-
trc dcmocrlcia mavorilaria y consociativit ya no se establece entre tipos ideales, sino -para
ctttrc.tipos cmpíricos, cntonccs aparccc forzada. Es cierto quc en los siste¡nas bi-
lo- "élitcs cooperativas>, élites solidarias cn l¡ ncutralización dc lts tcndcncias
disruptoras de las sociedatlcs segmcntatlas. Un¡r vcz planteatl<¡ totlo csto. la tcsis
partidistas de tipo inglés la distinción, en el parlamcnto, ent;e mayoría y oposición
más convinccnte cs que la dcrnocracia consociativa es un rcmcdio, pcro solarncntc
cs,¡ltlis níticlir t¡uc en cualt¡uicr otro sistclrra. y ello cs porque cn cl bipartidismo cl
goblcrno cs tnonoParlitlistir, y por kl tanto cl gobicrno gobierna y la oposición sc un rcnlc<lio. para las socicdadcs "difícilcs" con uni¡ cstructura scgrncntada.
op()ne-- Lo que no obsta para que el principio-mayoritaiio siga silndo oli¡¡¡to.lo",
Lir tesis quc convcnce hastantc rncnos cs. prlr cl contrario. r¡uc la tlcnrocracia
consensual (es decir, la versión ampliada y diluida dcl consoci¿rtivisnro) sca buena
en Ingluterra y en los paíscs similares, cs decir, entendido tomo derecho de la
en términos absolutos, y por lo tanto siempre mejor que la democracia mayoritaria.
mayoría en el respeto a las nlinorías. Hay que añadir que en la mayor parte de los
sistemas parlamentarios verdaderos y rcales Jos que lo son porque tienen en el
Al mismo tiempo, incluso el "modelo Westminster' es un motlo dc gestión del
parlamento su epicentro- el mismo principio mayoritario se afirma <como un prin- consenso (sería vcrdaderamente extraño que fuese un modo de avivar el conflicto);
y no cs cn modo alguno seguro que sea una gestión infcliz. De hecho, la objcción
quc se Ic puede hacer al modclo recomendatlo por Lijphart es quc la percnnc aco-
modacitin de las divisioncs y de los conflictos corre el riesgo dc consolidarlos e
s Sartori. (i.. I,urties antl Purty Sysrerrrs, op. cit. inctuso de multiplicarlos y agravarlos. La paz a torla costa eJ costosil y precedc ul
;ii liipl"tl'A.,,ifyPologics uíd"in,r"ruii"ltyr,..ru, en
(ontputatiye l,otiticat Sr¿r¿/ies, lr)ó8, I.
A.. l)cnocrncy itr plural soúeties:.n cotnparntivt,expktratiur, Ncw Haven, 1977, trad.
.-_..".-l-1jt'|,r,;
csp0nofa' Lu d.!nt0croc¡a conremponirr"a: un esndio <'omporutivo, Barceft.rna, ed. Aricl, lgg7.
rr Li.¡phrrrr, A.. t)en tcnci¿s, Nc* Haren. 1: Kefsen. H., I
r9n1 (truj. iratiani', b;,;;;;;";t;;. nc,i."il. rqnll. londanrcnti della dentocrazia, Bokrnia. 19ó6, p.66
" l-i¡phart, A., Detnocracies, op. cit., p. 22.
56 Elementos de teoría politica
r- Qem,oéracia ,tI

El constitucionalismo liberal surge a caballo entre los siglos xvtt y xvuly . 'r'
empantanamiento (véanse las tlcho directrices de la marcha de la democracia con-
3a. consiguicnte, de hecho, bastante antes que el evangelio librecambista. Y tampoco
scnsual resumidas en Lijphart) Sin contar con que un sistema confiado, a título
se ve, lógicamente, por qué el liberalismo tiene que vincularse con estados econó-
de condición necesaria. a unas élites cooperantes y solidarias es un sistema intrín-
micos. El liberalismo da lugar al Estado limitado, al control del poder. y a la libertad
secamente frágil: bastan. para hacerlo derrumbarse, élites que descubran o redes-
para ()el ciudadano); pero no distribuye bienes, no aticnde al bienestar. De hecho,
cubran el canibalismo competitivo.
el liberalismo nació en sociedades todávía pobres (paupérrimas puta nu"titos criie-
El Líbano, uno de los primeros casos dc Lijphart, ha explotado del peor de los
rios) y a¡rtes de la revolución industrial. No existían, por consiguiente. condiciones
modos posibles. La Bélgica (consociativa> logra sobrevivir haciendo de la necesidad
o r¡recondicir¡nes económicas, ni librecambistas, ni de riqueza, ni de otro tipo, para
virtutl; pero ello no clemuestra que la f<irmula actual sea superior a la preexistente.
el liberalismo como tal. Pero el prob¡ema cambia cuando el liberalismo se vincula
Suiza es el ejcmplo quc siempre gana; pcro Suiza no desplicga, como sociedad,
a la democracia y se plantea en iunción del componente democrático de la liberal-
ninguna de las tensiones que requieren soluciones consociativas: está tranquilamente
(scgrnentádá; y basia. Se ha discuüdo mucho si ltalia és consociativa o no. Lo es democracia. Es decir, cuando se plantea que la democracia inevitablemente, aunque
con velocidadcs históricamente muy distintas, se encamina a distribuciones y redis-
en parte, pero no suficientenlente (la sociedad itali¡tna no está, por ejemplo, seg-
tribuciones de riqueza.
mentada). Lo que no impide preguntarse si a: Italia le conviene hacerse más conso-
ciativa o, por ei contario, más mayoritaria. Para el último Lijphart, como sabemos,
Al término de la segunda guerra mundial se daba ampliamente por descontado
que, espccialmente en el tercer mundo, primero eran necesarias las reformas eco-
la vía a recorrer sigue siendo la primera. A lo que se puede oponer que el conso-
nómicas (una reforma agraria, una distribución más igualitaria de la riqueza, más
ci¿rtivismo consolida e incluso alienta la fragmentación allí donde un sistema nravo-
des¡rrrollo industrial), unas rcfor¡nas gue habrían de generar casi lutonláticamente
ritario bien gestionado logra reducirla.
tras de sí la democratización política. Se trataba de un simplisnto cconómico pro-
El dcbate sobre el clenominado neocoiporativismo es distinto, aunque puede pugnaclo por los economicistas. Pcro incluso el análisis más profundo y meditado de
vincularse en cierto modo con el debate sobre el consociacionalismo, pcro siendo
ias-condióiones de la democracia que se ha desarrollado posteriormeltte tras el im-
tot¿rtñrCnlé.:ióniCiélltes tle su respec{iva diversidad. La demociaiia'iieóCorpciraliva
pulso inicial de S. M. Lipset :"' sigue manteniendo la centralitlad dcl componente
no cs tanlo un tipo de dcmocracia como una translbrmación interna del modo de
económico lt. Qu. la economía sea la causa <Ie la democracia ya no es, con csta
opcrar de los sistemas democráticc sobre todo (pero no únicamente) frente a los
forma simplista, una tesis mantenida por nadie. Pcio la:tesis que sigtre subsistiéiido
conflictos del trabajo y de la denominada política de las rentas. El neocorporativis-
es que un <antes> económico debe precede¡ ¿l ,<.despuév, políticó. A b'q'ué se
mo tiene muchas variantes 35, pero la idea central es que los sindicatos, la patronal
opone. o se puede oponcr. que la democracia es ltl c¡ue aparece primero y quc es
y cl Estado gcstionan el sistema económico <agrupados> eo una densa red de inte.
la .causa, dcl desarrollo económico.
rescs comuñes gestionados por medio del <contrato> más a través de: la lucha (ha-
En verdad, si observamos de forma particulari2a<j_a.a los casos cle éxito econó-
cicndo huclgas). Una importante modificación introducida por esta interpretación
mico y/o --de forma separada o conjuntamente- del éxito clernocrático, se concluye
se refierc al rol dcl Estado, que deja de ser un árbitro sobre las partes para con-
vertirse él ¡nismo en parte. Y también aqüí el debate gira sobre si la transformación
{e torlo cllo que no se da ningún factor causal p¿¡rticul¿rr que deha ¿tctuar necesa-
rianrcnte en primcr lugar. Si .rio así, el discurst ¿"tr" trasiaclarsc a las contiiciones
ncocorporativa ha de aceptarse, si y cuando se da, como un mal menor o bien como
una solución óptima.
i;;;,;i;;;;t ttnái.i-.,"*t qu. nu ",,un ni n"..ro.i," tti suficicntes-- c incluye, po<lrg-
mos decir, optimizaciones convergentes. Por consiguie nte, es en clave dc las condi-
ciones ilnpuÉoras como pasaretnos dentro de poco a coniiderar el nexo cntrc la
democracia liberal y la econonría de mercarlo. Pero primcro vcámoslo en términos
Las condiciones de la de¡nocracia
rnás generales.
¿Cómo se llega a la democracia? De muchísimas mancras. que se reflejan en
18. Para desenrcdar la ma-
a) Factores imptilsores una multiplicidad de interpretaciones, teorías y modelos,
deja es útil diferenciar entre recorridos, pof un larJo, y factores y^-condicioncs, por
El liberalismo. un sistema político, no es el "librecambismo>, un sistema econó- otro, No podemos adentrarnos en modo alguno en los primertls "', y en cuanto a
mico. Del mismo modo, la liberal-democracia es un sistemá político y no un sisterna
económico. Por otro lado, la primera distinción es más clara que la segunda.
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t: ffi .Elementos de teoría polítlca

mio clemocracia-mercado es optimizador; no está todavía demostrado, en rigor, que pues, dos criterios que se definc; ,,talmente por exclusión.recíproca: aut aut, o es
sea obligado y obligatorio. así o no es así. Lo que permite establecer sin incertidumbres y en cada ocasión
dónde existe democracia y dónde no'
Cuando pasamos a la pregunta <¿cuánta democracia?,'o',ya no se intenta identifi-
car un objeio, sino mediilo,-bi"n .ñ valores numéricos bi"n, y con mucha fre-
Democracia y no
cuencia, en términos de más-menos. Fn tat caso no procedemos por opuestos, sino
po, grados. El tratamiento lógico ya no es binario o dicotómico (sí-no) como en el
El sustantivo democracia designa y circunscribe una cosa, una cleterminada rea-
lidad. nDemocrático, es, por el contrario, un predicado que connota una propiedad pto.édiri.nto clasificatorio. sino, por el contrario, (continuo)' (mayor-menor)' como
o un atributo de algo. El sustantivo induce a preguntar qué es, y qué no e.s, demo- - toda medición.
en
cracia. El adjetivo. por el contrario, induce a graduar: democrático en qué medida, Reof,nente. ¿ncuánra democracia> significa cuánta d.enncralicidad'?: predicamos
ci,it to,. Ei désárroiió cuantitátivo de'lás cienciás sociales ha difundido laidea de que algo de algo. LJque conp()rta que el referente se amplía. Las preguntas pueden ser
y
do"s: primóro, .n qué medida una rJemocracia cs democrática; segunclo, alternati-
la pregunta "¿qué es democracia? está obsoleta y está superada por la pregunta
y ambas
<¿cuánta democracia?r. Pero las dos preguntas no pueden-fundirse en una, ,o*.nt., en qué mcdida cualquier ciudad política es democrática. E¡t el primer caso
son correctas en la medida en que se traten lógicamente de modo correcto. i;;;;;;;'que'idenrificar antei qué es la democracia. Fn el segundo caso ¡¡o: la
presunción es (equivocada o acértada) que en cualquier medida o grado existe, o
¿Qué es la dentocracia? La objeción usual es que esta pregunta lleva a dicoto-
nrizar entre democracia y no demócracia. Pero; en realidad, no es necesariamente Luede existir. iemocraticidatl en todas partes. Pero, en todo caso quien prcgunta
<Jebe preguntarse primero: ¿democracia con rcspecto a qué
así. Ciertamcnte, la determinación de los Conceptos viene dada siempre, al menos "¡.cuírnta tlemocracia?,,
ciracterísticas? En la meditJa cn que la democracia desaparcce con¡o erttidad' es
cn un momento preliminar. por definiciones a contrar¡o. Lo bello es lo contrario de
necesario establecer cuírles son las propiedades o atributos de la dcnrocraticidad. Si
lo fco, el bicn lo contrariq del mal, el calor'lo contrario del frío. ¿Quizá estos
contrarios excluyen casos o éstados'intermedio.s? Obviamente no, admitéñ el sémi-
pi.ái.oror algo, ¿qué es lo quc piedicamos? La característica prefcrida pucdc ser
belto y el semi-feo, el bien.mal, y lo temp!4do: ¿Quién haestablecido,.er¡-el terreno [¡..participacién","ó bien pueile ser el nprincipio mayoritati,r.",: bien puetle ser la t
dc a lógica. por lo general, que para los contrarios tertium non datur? Es evidente *isualdad,, e incluso tombién el consenso, la competencia, el pluralismo, el consti- I
tuiionalismo. etc. Está claro que nada impide reducir Ia "dc¡nocraticidadr' a más de
f

que este tercero se tla. El principio aristotélico del "medio. excluido" se aplica úni- \\
camente a los <negativosr, sólo a la subclase concreta de los contrarios que se una característica, o incluso a todas. Pero toda característica de más añade compli-
clefinen por exclusión-negación recíproca (azul o bien no azul, casado o no casado, caciones de más (si cleseamos cnc()ntrar un índice que las agrcgue y rcsuma)'
vivo o muerto). Por lo tanto, la pregunta (qué es la democracia" no impone duali- Por consiquiente, nqué es> y (cuántoD son preguntas distintas (tantbién en tér-
cladcs maniqueas, distinciones entre todo y nada. Y nada impide que también este minos dc traian¡icnto lógico). Quien no responde a la prirnera dcjir cl concepto dc
tratamiento cualitativ<¡ del concepto de democracia incluya a semidemocracias, cua- J.*o.tu.iu sin definicióri. dc nloclo que no sabemos si y cuándo sc lplica el término'
si-clictaduras y toda la miscel¿inea intermedia que queramos. Responder a la seguntla desarrolla y Loncrcta el análisis empírico tle las dcmocracias.
Una vez precisado esto, también es importante (además de más difícil) encontrar ÜnJ.u'npt.nsión"e,rhaustiva clc las democracias es pttsiblc, entonces. cn la medida
en la que Se hace frente a ambas preguntas. Pero en tal caso convictle que
prilnertt
un cr¡ntrario, un ncgativo, que verdaderamente cstablezca dónde acaba la democra- mcdida' Y la
se establczca qué es la <Jcmocracia y después sc tlctcrminc en c¡tré
cia, qué.es lo que sc incluye o excluye dentro de la.democracia". Porque si no
nrás convenicnte ei esta-blecer, a modo dc prenrisa' los opttesto.s;
ié."i"r ¿. anáiisis
salremos a qué se aplica la .dcmocracia', o bien a qué no se aplica, todo se convierte
en nebuloso y el discurso se empantana (también en la confusión). Por ejemplo, y Jespués concebirlos como los polos extremos dcl continuo, y miis aún de la di-
nr"nriOn, dcfinida por estos polos. Pongamos quc los opuestos escogidos sean de-
¿clc. d<inde recabamos empíricamente las propiedades o características
de los siste-
mocracia-dictadura o bicn dcmocracia-autoritarismo, incluso (con rcterencla a
la
mas tlemocráticos? Obviamente de las democracias que observamos, que existen. la cuestión
áLn,b.tu.iu¡ garantismo-populismo. En estos y otros ejemplos similures
Pero si no hemos dccidido qué sistemas son o no son democráticos entonces no
de qué sistemas son más o t.not democrátiios, cuáles están a mcdio carnino
(sc-
pqdemos decidir cuáles son ius propiedades características. Y así es como en los resuelvc situando
mi-iemocr¿ticos) y cuáles son m¿is o menos no-democráticos, se
bltir,rr cincuenia años se ha pod'ido hacer pasar por democracia todo o casi todo.
Lo que no ha beneficiado ni a la claridad de las ideas ni a la causa de la democracia. io, concretoí, los regímenes particulares, en puntos distintos dcl ctrntinuo' nl¿is
"oro, cercanos al polo al que se aproximan'
o menos
Éntre los posibles negativos cle la democracia qtrizá el más apropiado es la auto-
crucia. Aquí verd¡rderamentc rcrtium non tlatur, porquc los principios de investidura En todo caso, cuiilquier tcoría dc la democracia ha de establecer qué es lo quc
y de lcgitimidad usaltanr, y por lo tanto no varían por giados. La autocracia es
¡rutoinvcstidura. proclamarse jefe a sí mismo (o por un derccho hereditario), mien- .r por ejcmplo. Morli¡ro, L.. Come cutnbiato i rcgimi politici. op.. cit, y.Powcll , (i. 8,,. Cttntcntpontry
tras quc el principio democrático es que el poder puede ser conferido solamente por (lanrbridgc, Cambridgc Univ. Itrcss. l9lll'
cletru¡crut.iei, pánicipurion, stability unt! vitilence.
el pucblo o por aquella ¡roblacitin sobre la que se ejcrce el poder. Aquí tenemos,
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