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Ortiz (2002) realiza una aproximación al concepto de expresión corporal a partir de numerosas
aportaciones de diversos autores. A partir de estas afirma que en el ámbito de la educación física la
expresión corporal debe contribuir al desarrollo integral del individuo potenciando el conocimiento y
desarrollo del lenguaje corporal a través de diferentes técnicas que favorezcan: “revelar o
exteriorizar lo más interno y profundo de cada individuo a través del cuerpo y el movimiento, es
decir, expresar”, “reforzar la utilización del cuerpo y el movimiento como medios de comunicación,
es decir, comunicar” y “analizar el valor estético y artístico del cuerpo”.
Bloui Le Baron (1982) distingue cuatro modalidades dentro del mundo de la expresión corporal:
expresión escénica, corriente psicoanalítica, corriente metafísica y corriente pedagógica. Esta última
se inscribe en la búsqueda de una disposición corporal y en dotar al niño de una capacidad para
aprendizajes posteriores. Actividades como danza, mimo, bailes, gimnasia, jazz, escenificación.
Serían los más habituales en el marco escolar; en todas ellas podemos encontrar aspectos que son
comunes y que pueden servir de pauta para una propuesta de evaluación.
2. Sentido rítmico.
3. Capacidad expresivo-comunicativa.
4. Capacidad creativa.
Ortiz (2002) dice que en el tratamiento didáctico de la Expresión Corporal nos encontramos con
uno de los elementos que presentan más dificultad, entre otras razones por la idiosincrasia de la
materia y por su indefinición, nos referimos a la evaluación. En donde los profesionales de la
Educación Física encuentran seis problemas respecto a otros contenidos y donde se plantean
multitud de interrogantes tales como
Al igual que en otros contenidos de la Educación Física, la base o sustrato a través del que
ejercemos la acción educativa es el cuerpo, pero en el caso de la Expresión Corporal y respecto a la
evaluación, valoramos más cuestiones cualitativas, estéticas, artísticas o creativas, todas ellas
consideradas en otros contenidos del área.
Como en todo proceso de estimación de los aprendizajes que adquieren nuestros alumnos, de la
eficacia de un programa y de cómo el profesor lo plantea y transmite, necesitamos:
Establecer los objetivos con claridad, es decir, saber con antelación que es lo que
pretendemos alcanzar a través de nuestra propuesta didáctica.
Establecer las pautas para valorar a los alumnos en función de los objetivos y los
contenidos, así como, si su madurez se lo permite, hacerles partícipes en este proceso de
valoración.
Según Blázquez (1990) los procedimientos que se presentan como más adecuados para evaluar
en Expresión Corporal serian:
Pidiendo a los alumnos una presentación verbal de los trabajos que expongan en la
práctica (danza, dramatización) en la que expliquen los conceptos que han desarrollado.
El cuerpo
El espacio
El tiempo
Realización motriz
o A nivel cualitativo:
Fijar una producción: desde lo privado (sin público) hacia la exhibición de sus
producciones.
Esta misma autora cita una hipótesis sobre la creación de Serre (1982) en la que dice “la
creación está en función de la riqueza y la variedad de los datos informativos existentes”. En este
sentido, el individuo que crea no sería tan libre como suponemos. En la mayoría de los casos la
creación supone una combinación de elementos preexistentes. Es decir que las improvisaciones
dependerán de la cantidad y naturaleza de las informaciones recogidas por el sujeto. Podríamos
decir que el mundo de la “expresión” esta precedido del mundo de la “impresión”.
Respecto a las capacidades de creación nos encontramos ante lo más difícil de evaluar, lo más
subjetivo y cualitativo. No obstante, en todas las prácticas físico-deportivas de alto componente
expresivo y estético coexisten criterios de valoración objetivos/subjetivos y
cuantitativos/cualitativos. De forma explícita o implícita se recoge una valoración o impresión
artística donde queda reflejado el impacto causado sobre el que se juzga la actuación.
Tanto las capacidades de ejecución como las de creación las podremos valorar en la escuela a
través de plantillas concretas elaboradas para tal fin. En todo caso intentaremos conjugar en estas
plantillas criterios cualitativos y cuantitativos.
Registros sistemáticos de tipo más cualitativo elaborados por el profesor como por los
alumnos en los que se registren actitudes de respeto y tolerancia.
Sobre la evaluación de los contenidos de Expresión Corporal encontramos pocos trabajos de
investigación entre los que destacamos los de Chivite, Latorre y Romero Martín (1998), quienes
realizaron una experiencia sobre la participación del alumnado en la evaluación de una unidad
didáctica de calidades de movimiento. La desarrollaron en la Escuela de Magisterio de Zaragoza
dentro de la asignatura de Expresión y Comunicación Corporal perteneciente al vitae del maestro
especialista en Educación Física. En este estudio establecieron criterios de dificultades para
identificar/interpretar las categorías establecidas quedando como:
o Espacio: si ocupan de forma acertada el espacio como para ser vistos con claridad
los distintos momentos y papeles.
Por su parte Vernetta, López-Bedoya y Panadero (1996) proponen realizar la evaluación de dos
dimensiones: