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Santa Teresa. Una Voluntaria Con Chaleco de Santidad
Santa Teresa. Una Voluntaria Con Chaleco de Santidad
“Dios ama todavía al mundo y nos envía a ti y a mí para que seamos su amor y su
compasión por los pobres”.
Lema:
“Hagamos nuestras obras ordinarias, con un amor extraordinario”
Iluminación bíblica
“Y ahora permanecen la fe, la esperanza y la caridad, éstas tres; pero la mayor de ellas es la
caridad.” 1 Corintios 13,13.
Introducción
Queridos hermanos: Que grande ha sido Dios en colocarnos como modelo de
servicio a los santos, son ellos los que inspiran con mucho más amor y anhelo nuestras
acciones en medio de lo cotidiano y guían este nuestro sendero hacia la santidad, un vivo
ejemplo de amor al servicio es nuestra maestra voluntaria Santa Teresa de Calcuta, digna
sierva de la caridad de Jesús y del amor extraordinario por los pobres.
Es por ello que te invitamos a ti hermano que te has dispuesto a la tarea de amar y
servir, a disponerte con todo tu corazón para festejar la conmemoración litúrgica de aquella
mujer de sencillez ordinaria, pero con calidad extraordinaria; Santa Teresa de Calcuta.
Hagámoslo de la mejor forma en que sabemos hacerlo: Sirviendo.
“Los cristianos nada pueden desear más ardientemente que servir cada vez más
generosa y eficazmente a los hombres del mundo actual. Y así, prestando fielmente su
adhesión al Evangelio y disponiendo de su fuerza, unidos a todos los que aman y practican
la justicia, han tomado sobre sí la realización de una tarea inmensa en esta tierra. El servicio
a la sociedad se manifiesta y se realiza de modos diversos: desde los libres e informales
hasta los institucionales, desde la ayuda ofrecida al individuo a la dirigida a grupos diversos
y comunidades de personas. Un papel específico está llamadas a desempeñar las personas
comprometidas en el voluntariado: ofrecen una aportación preciosa al servicio de la vida,
cuando saben conjugar la capacidad profesional con el amor generoso y gratuito.
Objetivo general
Sensibilizar al joven en el aprecio y cuidado de los enfermos, motivando a través del
testimonio de Santa Teresa de Calcuta una acción voluntaria en las instancias
Arqui/Diocesanas/Vicariales a nivel nacional, que permita promover el amor por el servicio
de protección y cuidado de los más indefensos y necesitados.
Durante casi veinte años se dedicó a ser profesora, pero cuando se dio cuenta de la
profunda pobreza de la India, decidió pedirle al Papa un permiso especial para abandonar la
congregación de Nuestra Señora de Loreto y dedicarse a cuidar a los pobres que habitaban
las calles, y en 1948 abrió su primer refugio.
En 1950, fundó las Misioneras de la Caridad. Ella y sus seguidoras cuidaban a los
pobres que estaban en las calles de la India, sin importar su edad, su físico ni su religión.
Durante los últimos años de su vida, a pesar de los cada vez más graves problemas de
salud, Madre Teresa continuó dirigiendo su instituto y respondiendo a las necesidades de
los pobres y de la Iglesia. Después de encontrarse por última vez con el Papa San Juan
Pablo II, volvió a Calcuta donde transcurrió las últimas semanas de su vida recibiendo a las
personas que acudían a visitarla e instruyendo a sus hermanas. El 5 de septiembre, la vida
terrena de Madre Teresa llegó a su fin.
Santa Madre Teresa nos ayuda a comprender que el único criterio de acción debe ser
el amor gratuito a todos, sin distinción de lengua, cultura, etnia o religión. Su ejemplo
sigue guiándonos para que abramos horizontes de alegría y de esperanza a la humanidad
necesitada de comprensión y de ternura, sobre todo a quienes sufren.
Sábado 03 de septiembre
Nombre: Fe, esperanza y caridad
Descripción: Jornada de acompañamiento y atención a los enfermos
PASO A PASO:
PASO 1: Ubicar, Convocar y hacer enlace con los distintos médicos y voluntarios que
estén dispuestos a servir y apoyar dicha actividad.
Domingo 04 de septiembre
Celebración Eucarística: Bajo la iluminación del Guion Litúrgico que acompaña este
subsidio.
La vida es un don de Dios —y como advierte san Pablo—: «¿Tienes algo que no
hayas recibido?» (1 Co 4,7). La gratuidad humana es la levadura de la acción de los
voluntarios, que son tan importantes en el sector socio-sanitario y que viven de manera
elocuente la espiritualidad del Buen Samaritano. El voluntario es un amigo desinteresado
con quien se puede compartir pensamientos y emociones; a través de la escucha, es capaz
de crear las condiciones para que el enfermo, de objeto pasivo de cuidados, se convierta en
un sujeto activo y protagonista de una relación de reciprocidad, que recupere la
esperanza, y mejor dispuesto para aceptar las terapias. El voluntariado comunica valores,
comportamientos y estilos de vida que tienen en su centro el fermento de la donación.