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CONTEXTO:
Hacia 1990, PCP-SL había extendido su presencia desde el interior del país hacia Lima,
realizando importantes acciones armadas.
Los líderes locales constituían una autoridad legítima que no podía coexistir con este
partido. Los dirigentes eran un obstáculo para el llamado "equilibrio estratégico", que
había proclamado Abimael Guzmán, el cual consistía en el aumento de campañas más
agresivas contra sus oponentes.
HECHOS:
Los dirigentes eran un impedimento para este objetivo, por ello el partido desarrollo otra
estrategia orientada a desprestigiar a las dirigentes más conocidas.
de prensa y propaganda del pueblo joven Juan Pablo II del distrito de San Juan de
Miraflores en Lima.
Otra táctica desarrollada por PCP-SL en Villa El Salvador y en otros distritos populares
de Lima fue levantar reivindicaciones populares concretos. Por ejemplo, aprovechando
la incapacidad del Estado para brindar seguridad básica a sus ciudadanos, castigó y en
algunos casos, asesinó a delincuentes y a personas que violaban las normas de la
sociedad, tales como adúlteros, drogadictos, etc. desarrollando “una suerte de justicia
vigilante en estas zonas en donde el Estado o siempre estuvo ausente o se había
replegado”. Otra forma de deslegitimar a autoridades locales y dirigentes populares fue
acusarlos de corruptos buscando primero difamarlos y después eliminarlos.
Hechos
Luego de más de doce años de la “Masacre de Barrios Altos”, en razón que el caso
sufrió durante el gobierno del ex Presidente Fujimori deliberadas obstrucciones para
investigarlo y sancionar a los responsables en 25 ex oficiales y suboficiales del Ejército
del Perú (EP), autodenominados, según algunos de sus ex integrantes, como el
“Destacamento Colina”.
“La Masacre de Barrios Altos” conmocionó al país. Fue el primer homicidio múltiple en
la capital contra ciudadanos civiles en el contexto de acentuación de la violencia política
en los centros urbanos. Ante ello, el 10 de noviembre de 1991, la Comisión de Derechos
Humanos del Senado de la República citó a los ex ministros del Interior y de Defensa,
Generales EP® Juan Briones Dávila y Víctor Malca Villanueva
sobre el desarrollo de las investigaciones y presentaron tres hipótesis sobre la autoría del
crimen. La primera en miembros del Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso,
otra en miembros del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru. Y, la tercera en
“organizaciones ajenas a estos grupos”. En todo caso, negaron de manera tajante que
miembros de las fuerzas del orden hayan participado en estos hechos.
Posteriores evidencias y más pruebas, así como la proba actuación del fiscal provincial
en la investigación del crimen de “La Cantuta” obligó al gobierno de Alberto Fujimori a
enjuiciar y condenar a los responsables46 en mayo de 1994, aunque de manera
deliberadamente inconstitucional porque el Gobierno recurrió al Congreso y al
avocamiento ilegal del caso por miembros del Fuero Militar.
La actuación del Fuero Militar y la absolución de los presuntos responsables
Sin embargo, en septiembre de 1994 de manera secreta 48 y para evitar una futura
contienda de competencia con el fuero común - como había ocurrido en febrero de ese
año con el caso “La Cantuta”, el Fuero Militar, a través de la Sala de Guerra del
Consejo Supremo de Justicia, se avocó irregularmente al caso “Barrios Altos”, abriendo
entonces instrucción contra personal militar.
A partir de enero de 1995, las denuncias periodísticas sobre la “La masacre de Barrios
Altos” y la sindicación del “Destacamento Colina”, como el responsable, se
documentaban de mayores fuentes como ocurrió en el caso “La Cantuta”. Ex agentes de
inteligencia, desde la clandestinidad o desde el extranjero, afirmaban que el crimen lo
había cometido “Colina”, un grupo especial, con conocimiento de mandos del Ejército
Peruano: “con la finalidad de eliminar focos subversivos detectados por el Servicio de
Inteligencia del Ejército y por el Servicio de Inteligencia Nacional”
En medio de una gran tensión institucional, los militares denunciados, así como otros
oficiales de alto rango que fueron citados para rendir sus declaraciones se negaron a
hacerlo, tanto en el Ministerio Publico como en el Poder Judicial. La defensa sostuvo,
reiteradamente, que los hechos debían ser investigados por la justicia militar y en el
caso de los generales Salazar Monroe y Hermoza Ríos la institución castrense invocó
los privilegios establecidos para los ministros de Estado y señaló que no podían
comparecer ante ninguna otra instancia jurisdiccional.
La contienda de competencia de “Barrios Altos” aún no había sido resuelta por la Corte
Suprema de Justicia, cuando el 14 de junio de 1995, el Congreso Constituyente
Democrático (CCD), con los votos de la mayoría oficialista del partido “Cambio 90”
aprobó una ley de amnistía amplia y general para militares y policías implicados en
violaciones a los derechos humanos que contravenía pactos internacionales de derechos
humanos suscritos por el Perú.
La Corte también declaró que con la auto amnistía se violaron el derecho a las garantías
judiciales y a la protección judicial, pues impidieron que los familiares de las víctimas y
las víctimas sobrevivientes de “Barrios Altos” fueran oídas por un juez e impidieron la
investigación, persecución, captura, enjuiciamiento y sanción de los responsables de
estos hechos.
El cumplimiento de la Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
y la reapertura del proceso penal en contra de los autores de la matanza de Barrios
Altos
Conclusiones y recomendaciones
Contexto
En su discurso del 28 de julio de 1985, el electo Dr. Presidente Alan García Pérez
señaló que su gobierno cambiaría la estrategia de lucha contra la subversión y que
tendría especial énfasis en el respeto a los derechos humanos de la población. En el mes
de septiembre de ese año, se formó la Comisión de Paz, cuyo objetivo era asesorar al
Presidente en cuanto al tratamiento de los detenidos por terrorismo, la investigación de
casos de los desaparecidos y el respeto de los derechos humanos en la lucha
antiterrorista
Esta situación era aprovechada por Sendero Luminoso, que consideraba las cárceles
como centros de acción política. Los detenidos se consideraban “prisioneros de guerra”
y se mantenían en permanente estado de lucha para lograr un reconocimiento de tal
status.
Esta situación de pérdida de autoridad del Estado en los establecimientos penales tenía
características alarmantes, como el hecho que en el penal San Juan Bautista no existiera
un control cierto y eficiente del número de internos del Pabellón Azul.
Contexto
Entre los meses de enero a julio de 1992, treinta y siete “coches bomba” estallaron en
Lima Metropolitana, dejando aproximadamente cincuenta muertos. Era la ofensiva más
intensa desatada por el PCP-SL contra la capital, que incluía el asesinato selectivo de
dirigentes como María Elena Moyano. Según Abimael Guzmán la guerra pasaba a una
etapa de “equilibrio estratégico” que precedía a la destrucción del Estado y la captura
definitiva del poder. Se había dado inicio al VI plan militar denominado “Construir la
conquista del poder”, que orientaba las acciones subversivas hacia Lima.