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Contrato de juego y de apuesta

El Código de Vélez ya regulaba este tipo de contratos, dentro de los contratos aleatorios, en 19 artículos.
El nuevo código reduce de manera eficaz la cantidad a cinco artículos, del art. 1609 al 1613 CCCN,
incluyendo a los juegos, la apuesta y los sorteos.
Es muy importante continuar con la regulación de este tipo de situaciones debido al crecimiento y la
complejidad que tienen este tipo de vínculos en la vida social y sus consecuencias jurídicas en los casos
de deudas contraídas por motivo del juego, teniendo en cuenta también, la posibilidad de aplicar el
régimen de defensa del consumidor a estos casos.

Concepto
El art. 1609 CCCN establece que Hay contrato de juego si dos o más partes compiten en una actividad de

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destreza física o intelectual, aunque sea sólo parcialmente, obligándose a pagar un bien mensurable en
dinero a la que gane.
El juego en sí es una actividad lúdica, recreativa y competitiva en la cual existen reglas, sometida al
riesgo que depende del azar y las partes se someten a un hecho incierto en el que la finalidad es la de
ganar o perder. Según Lorenzetti “para que exista juego se requiere que el resultado dependa de un
evento aleatorio, que puede ser de diversos grados: el sorteo, la habilidad física, la inteligencia”.
La regulación del contrato de juego se origina a partir la producción de consecuencias jurídicas, como lo

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es la creación de la obligación de pagar a quien resulte ser el ganador.
El fin es el compromiso de pago, que está totalmente vinculado a los resultados de la relación bilateral
establecida desde el punto de vista del juego en cuanto a su resultado aleatorio o azaroso.
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En ese sentido, se consideran tres aspectos fundamentales del juego según lo establecido
1. La competencia entre 2 o más partes;
2. que la competencia sea de destreza física o intelectual;
3. La obligación a pagar un bien mensurable en dinero a la parte ganadora.

Características generales
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a. Los contratantes deben participar de la actividad que constituye el juego, debiendo tener una
injerencia activa en su resultado, volcando en él su persona y habilidades, ya sean físicas o
intelectuales. Es decir, que las partes no pueden ser meros espectadores del hecho, sino deben
formar parte activamente de él;
b. Se constituye una obligación entre ganador - perdedor de dicho juego, la cual deberá ser
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satisfecha por medio de un bien mensurable en dinero a favor del ganador;


c. La actividad es realizada para la superación de un riesgo artificialmente creado. En el juego, el
hombre no se limita a supeditar una obligación a un riesgo determinado, sino que él mismo
provoca y queda inmerso en ese riesgo que es el que le permite entrar en competición;


d. Dicha superación puede depender de la habilidad o del azar, o bien, ambas.

Caracteres
 Consensual  Aleatorio  no requiere de
 Bilateral  tiene finalidad formalidad
 Típico y nominado recreativa
 Oneroso  intuito personae
Es oneroso porque el objeto de este contrato debe ser una transacción jurídica, si o si de contenido
patrimonial, aunque su finalidad sea recreativa. Se ha sostenido y se sostiene, atento a la definición de
la nueva norma, que no se admite que el contrato de juego pueda ser de carácter gratuito, ya que no se
consideraría un contrato típico.

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Facultades del juez
El art. 1610 CCCN establece que el juez puede reducir la deuda directamente originada en el juego si
resulta extraordinaria respecto a la fortuna del deudor.
Este artículo tiene una finalidad protectora. Se emplea el principio de equidad cuando permite a la
facultad de los jueces, ante un reclamo judicial, la posibilidad de reducir las deudas originadas en el
juego, cuando sean extraordinarias respecto a la fortuna del deudor.
El juez debe evaluar si la deuda es extraordinaria respecto de la fortuna del deudor y la naturaleza del
juego tutelado, debiendo aplicar el principio de equidad. Uno de los fundamentos de la aplicación del
principio de equidad por parte de los jueces en las deudas es la de resguardar a las partes de posibles
situaciones de aprovechamiento de alguna de ellas, de conductas abusivas o de un posible fraude. Se
entiende que el juego tiene una finalidad recreativa, aspiración a la destreza física o desarrollo
intelectual, y lo que se evita es que a través de estos contratos se incremente el patrimonio del ganador.

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Juego y apuesta de puro azar
El art. 1611 CCCN establece que No hay acción para exigir el cumplimiento de la prestación prometida
en un juego de puro azar, esté o no prohibido por la autoridad local.
Si no está prohibido, lo pagado es irrepetible. Sin embargo, es repetible el pago hecho por persona
incapaz, o con capacidad restringida, o inhabilitada.
Según lo que surge del artículo los juegos de puro azar, están privados de acción para exigir su

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cumplimiento. Es decir, que en la práctica, éstos se equiparan con la apuesta, independientemente de
que exista alguna prohibición dentro del marco administrativo.
El código de Vélez regulaba de manera separada el contrato de juego y el contrato de apuesta. Definía al
contrato de apuesta en su art. 2053 CC, en el que disponía que la apuesta sucedía cuando dos personas
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que son de una opinión contraria sobre cualquier materia, conviniesen que aquella cuya opinión resulte
fundada, recibiría de la otra una suma de dinero, o cualquier otro objeto determinado.
Se remarcaba entre ambos contratos es que, en el contrato de juego, ambas partes interactúan
activamente, con intención de influir en el resultado y, por el contrario en el contrato de apuesta las
partes asumen una actitud pasiva, solo manifiestan su voluntad a través de determinado
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acontecimiento y dejan el resultado en manos de la mera suerte.


El CCCN, por el contrario, no brinda una noción legal del contrato de apuesta como contrato autónomo
y omite una regulación expresa del mismo.
Por lo tanto, el artículo comentado no dispone a qué reglas debe someterse el contrato de apuesta pero
lo equipara con los juegos de puro azar, a los que hace referencia la norma comentada, a los cuales la
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norma priva de cualquier tipo de acción judicial para este tipo de juegos en los que dependen
completamente de la aleatoriedad, es decir, de la suerte o puro azar.
El pago efectuado por persona incapaz, o con capacidad restringida o inhabilitada es susceptible de ser
repetido. Aquí, los Fundamentos introducen el concepto de "norma protectoria", permitiendo que los
representantes legales de los interdictos y menores siempre tengan acción de repetición del pago


efectuado por su representado, basándose para ello en el criterio objetivo de la falta de aptitud de
hecho de aquéllos.

Tipos de juego
La doctrina ha diferenciado las clases de juego según el grado de protección que le provee el
ordenamiento jurídico.
a. Juegos tutelados: Se trata de aquellos en los que el Estado autoriza expresamente y generan
obligaciones, con la posibilidad de, como ya se dijo, reclamar judicialmente las deudas
contraídas a causa de estos juegos.
b. Juegos permitidos o tolerados: Son aquellos que el Estado no ha permitido expresamente pero
tampoco ha prohibido. Estos generan obligaciones naturales, las cuales no dan la posibilidad de
reclamo judicial, lo pagado es irrepetible, tal como lo prevé la norma comentada en su segunda
parte.

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c. Juegos prohibidos: Son aquellos que están expresamente prohibidos por el Estado. Por cierto,
no dan origen a ningún tipo de obligación ni civil ni natural. Y, tal como dice la norma
comentada, tampoco dan lugar a acción para exigir el cumplimiento de la prestación prometida
por motivo de un juego de puro azar, los cuales por decreto-ley 6618/1957 se encuentran
expresamente prohibidos.

Oferta pública
Responde a un nuevo paradigma del Estado en el que interviene publicitando el juego como mecanismo
de recaudación para la inversión en distintas políticas de Estado como las obras públicas o para movilizar
y dinamizar el consumo y la economía.
El art. 1612 CCCN establece que Las apuestas y sorteos ofrecidos al público confieren acción para su
cumplimiento.
El oferente es responsable frente al apostador o participante. La publicidad debe individualizar al

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oferente. Si no lo hace, quien la efectúa es responsable.
En el Código de Vélez no se encuentra contemplada, ya que no se pudo prever la expansión del juego,
cuando éste es organizado por el Estado, con el objetivo de incrementar sus arcas y así volcar estas
ganancias en fines de bien público.
En virtud del primer párrafo, entonces, podemos postular las siguientes conclusiones:
a) El supuesto establecido en el art. 1612 del CCCN contempla que las apuestas y los sorteos se

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hayan efectuado en un ámbito público, pudiendo estar dado por un aviso público y masivo, o
por realizarse en el marco de una agencia habilitada.
b) El caso normado en el art. 1611 del CCCN se refieren específicamente a apuestas realizadas en
la clandestinidad, esto es, en base a lo analizado, carentes de una amplia difusión pública, y
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realizadas fuera de las agencias y comercios destinados al efecto.
En consecuencia, estamos en condiciones de afirmar que el nuevo código establece una excepción,
denominándolo "apuesta permitida".
Entre las condiciones previstas por este artículo se prevé la responsabilidad del oferente frente al
apostador y la obligación de individualizarlo en la publicidad. Ante un incumplimiento se responsabiliza
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al que efectúa la publicidad en forma solidaria en función de las normativas de consumo. En las deudas
nacidas de los juegos de azar organizados por el Estado o concesionarios de una autorización estatal, las
partes tienen acción recíproca para el cobro de sus créditos, ya que sería escandaloso que el Estado se
negara a pagar el premio, beneficiándose de mala fe.
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Sujetos
En base al párrafo segundo del art. 1612 del CCC, podemos establecer dos clases de sujetos:
1. Oferente: en los términos del art. 1093 del CCC, podemos conceptualizarlo como "...una
persona humana o jurídica que actúe profesional u ocasionalmente o con una empresa
productora de bienes o prestadora de servicios, pública o privada, que tenga por objeto la


adquisición, uso o goce de los bienes o servicios por parte de los consumidores o usuarios, para
su uso privado, familiar o social". En este caso, su actividad sería ofrecer apuestas o sorteos
mediante la oferta pública, utilizando como medio para hacerlo la publicidad.
2. Apostador o participante: quien interviene en la apuesta, aceptando la oferta pública aludida.

Juegos y apuestas regulados por el Estado


El art. 1613 CCCN establece que Los juegos, apuestas y sorteos reglamentados por el Estado Nacional,
provincial, o municipios, están excluidos de este Capítulo y regidos por las normas que los autorizan.
La norma establece un régimen distinto para los juegos, apuestas y sorteos reglamentados por el
Estado, en cualquiera de sus formas, los que se rigen por normas específicas y no por las del CCCN. Lo
que no excluye la aplicación analógica de las disposiciones de este Código para la integración de la
regulación en todo lo que ella hubiera podido omitir.

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El art. 2069 CC ya disponía la remisión a las ordenanzas municipales en estos tipos de juegos. El
fundamento de la exclusión es dejar por fuera aquellos juegos en los que el Estado sea parte
organizador, ya que no sería apropiado que el CCCN regulara sobre su prohibición o sus límites, dado
que, al ser de carácter público, deben ser regidas y reguladas por el derecho administrativo, que
establece las pautas para la prueba y los requisitos para ser acreedor del premio. Además, la regulación
estatal es necesaria porque debe asegurarse el funcionamiento transparente y el desarrollo regular del
juego, en el marco de sus potestades como custodio de la seguridad pública, la moralidad, las buenas
costumbres y la protección de la minoridad.

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