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EL CENTRO DE TODO MAL

San marcos 7.20-23

Mar 7:21 Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos,
los adulterios, las fornicaciones, los homicidios,

Mar 7:22 los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la
maledicencia, la soberbia, la insensatez.

Mar 7:23 Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.

Una mala acción comienza con un simple pensamiento.

Nuestros pensamientos pueden contaminarnos, llevándonos al pecado. Si damos cabida a


pensamientos de lujuria, envidia, odio y revancha, nos guiarán a cometer malas acciones.

Dios permita que no nos vuelvan indignos ante El. Por eso Pablo aconseja en
filipenses_4:8 : "Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro,
todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de
alabanza, en esto pensad".

En realidad, Jesús estaba diciendo que las cosas no pueden ser limpias o inmundas en un
sentido religioso. Solamente lo pueden ser las personas; y lo que contamina a una persona
son sus propias acciones, que son el producto de su propio corazón. Esto era una nueva
doctrina, y de

La pureza moral no depende de lavarse o de no lavarse, de tocar ciertas cosas o de no


tocarlas, de comer algo o de no comerlo, como enseñaban los escribas y los fariseos. "No
hay nada fuera del hombre que entrando en el pueda contaminarlo, sino lo que sale del
hombre, eso es lo que mancha al hombre.

Hay en estas palabras una verdad profunda que con frecuencia pasa desapercibida. Rara
vez tomamos en cuenta como se debe nuestra pecabilidad original y nuestra inclinación
natural al mal.

Se atribuye, en general, la maldad del hombre a los malos ejemplos, a las malas
compañías a tentaciones especiales o a los lazos que tiende el diablo.
Parece olvidarse que cada hombre lleva consigo un manantial de maldades. No
necesitamos que las malas compañías nos enseñen, ni que el diablo nos tiente, para
sumirnos en el pecado. Llevamos en nuestro interior la simiente de todos los pecados.

Debemos recordar esto en la disciplina y educación de los niños; no olvidemos en nuestro


manejo de ellos, que en sus corazones existen las semillas de la maldad.

No es bastante tener a los muchachos en casa y alejarlos de toda tentación externa, pues
llevan en sus pechos un corazón dispuesto a pecar y mientras ese corazón no se muda,
no están seguros, hagamos lo que queramos. Cuando los niños cometen una falta,

Es práctica común atribuir toda la culpa a las malas compañías; pero hacerlo así es
ignorancia, ceguedad y tontería. No hay duda que las malas compañías es un gran mal
que debe evitarse lo más que sea posible.

Pero ningún mal compañero enseña a un muchacho ni la mitad de los pecados que le
sugiere su propio corazón, si no está renovado por el Espíritu.

Dentro llevamos el principio de toda maldad. Si los padres fueran tan diligentes en orar
por la conversión de sus hijos como lo son en guardarlos de malas compañías, sus hijos
saldrían mejores de lo que son.

Vemos, por último, en este pasaje, que catálogo tan negro de males encierra el corazón
humano. "

Del corazón del hombre" dice nuestro Señor, "proceden malos pensamientos, adulterios,
fornicaciones, asesinatos, robos, codicia, envidia, blasfemia, orgullo, necedad; todas estas
cosas malas salen de dentro".
Comprendamos bien, al leer estas

BERMUDIS CORTES QUIÑONES

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Pastor candelilla

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