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Fue un hombre duro, autoritario, sin experiencia política, católico practicante, nacionalista a
ultranza, convencido que el ejército estaba por encima de la política y creía que el sistema
democrático era la madre de todos los vicios. Tuvo el acompañamiento de amplios sectores
sociales. Encarnaba un conjunto de valores morales como la honestidad, el patriotismo, entre
otros. Con el golpe, se disolvió el congreso, se prohibió la actividad de los partidos políticos y se
desarticuló actividad sindical. El golpe tenía un espíritu ambicioso y refundacional. Onganía no
hablaba de plazos, sino de objetivos. Anunciaba tres etapas de su programa de gobierno: 1)
tiempo económico: destinado a lograr la estabilidad; 2) tiempo social: se distribuiría las riquezas
alcanzadas; y 3) tiempo político: se llevaría a cabo la transferencia de poder. El encargado del
tiempo económico fue Krieger Vasena (Ministro de economía). Era un economista liberal, cercano
a los organismos financieros internacionales. Asesor de empresas extranjeras. En 1967, Vasena
presenta el Plan de Desarrollo Industrial basado en las inversiones extranjera. Para poder llevar
adelante este plan, hubo una fuerte devaluación de la moneda. Se eliminaron los controles
cambiarios (liberalización de la economía), se congelaron los salarios. Se puede observar que
existieron algunas continuidades del llamado desarrollismo. Este proceso de modernización fue
cristalizándose en los sectores donde se concentraba el capital. Muchos autores han definido a
Ongania como una gestión que se movió en la contradicción: propuesta de un plan de
modernización en la economía, pero ultraconservador en el plano sociocultural y educativo.
CORDOBAZO
EDUCACION: Altísima rotación de Ministros en estos años. Propio de los cambios dentro del poder
ejecutivo. Carlos María Gelly y Obes fue el primer Secretario de Educación. El Ministerio pasó a ser
una Secretaría. Ocupó el cargo desde 1966 a 1967. Lo remplaza José Mariano Astigueta hasta el
69. Luego estuvo Dardo Pérez Guilhou por un par de meses. De 1970 a 1971, José Luis Cantini y,
finalmente, Gustavo Malek entre 1971 a 1973.
La educación era un asunto central en la agenda de esos años. Se proyectan reformas profundas
integrales orgánicas. Se quería modificar la estructura del sistema educativo abarcando diferentes
niveles de enseñanza, incluyendo el superior universitario. La censura fue la herramienta habitual
más a mano y más practicada por el régimen. Cierraron periódicos, eventos artísticos de corte
experimental, entre otros. Fue un momento de remoralización subjetiva colectiva, atada a valores
occidentales y cristianos, encarnados en la doctrina de la iglesia católica argentina. El enemigo
interno estaba en el comunismo. Se trataba de las expresiones filocomunistas presentes en la
militancia universitaria.
DESARROLISMO DURANTE EL ONGANITATO: Mendoça detalla sobre los diversos los organismos
nacionales e internaciones que intervinieron con una perspectiva desarrollista. Desarrollista que
por momentos adquirió rasgos tecnocráticos. El manejo de la cosa pública seguía al dictado de
expertos y especialistas con impacto en las diversas áreas del estado. Es decir, técnicos que
ocupan asesorías y producían informes y documentos que funcionan como base argumental para
diseñar políticas públicas. En otro sentido, tecnocrático por esta idea y posicionamiento que se
apela a un saber despolitizado y sin ideología. Con este clima de ideas, Mendoça reconoce la
presencia gravitante de varias agencias; el departamento de sociología de la UCA, estudios
realizados por el Instituto Di Tela, el Consejo Nacional de Desarrollo (CONADE), la bolsa de
comercio (operando como espacio de divulgación) y la Organización para la Cooperación y
Desarrollo Económico. En 1964, la CONADE comenzó a trabajar en la elaboración de diagnósticos
para el sistema educativo. Con la Revolución Argentina, el CONADE pasó a integrar el Sistema
Nacional de Planeamiento y Acción para el Desarrollo junto con el CONASE (Consejo Nacional de
Seguridad). Para 1968, el CONADE difundió algunos de sus de sus estudios como “Educación,
Recursos Humanos y Desarrollo Económico Social”. El CRUN (Consejo de Rectores de las
Universidades Nacionales) fue el espacio que advirtió las demandas de diversas prevenciones de
orden presupuestarias. Además, estas medidas debían estar ajustadas a las realidades territoriales
de cada universidad. El debate sobre la modernización se instaló. Se sugierió la reorganización de
la oferta académica. Es decir, incorporar mecanismos de titulación intermedia, crear carreras
cortas o carreras especializadas en el ámbito técnico que atiendan al desarrollo y las
características regionales. La participación de las empresas privadas en el financiamiento
universitario era necesario para mejorar la difusión de otras carreras y fomentar aquellas
consideradas estratégicas. Se intentaba intervenir en el arraigado imaginario sobre las profesiones
con prestigio social. Estaban de acuerdo en que no había que crear nuevas facultades y
Universidades. Había que redistribuir y descentralizar las existentes. Sin embargo, durante los 70
ocurrió lo contrario. Se dio la apertura de muchas unidades académicas, se nacionalizan otras o se
dieron desprendimientos que crean nuevas (UNR).
Ley Orgánica de Educación: Desde los primeros días del onganiato, se anunció un ambicioso plan
de reforma educativa. En principio, José Mariano Astigueta presentó un anteproyecto de ley
orgánica de educación. Era bastante complejo. Se redujeron sus artículos y capítulos. Se volvió a
presentar y fue aprobado en octubre de 1968. A nivel general, se criticaba una herencia del
sistema educativo. Es decir, el sistema educativo estaba sufriendo años y décadas de ineficacia, de
duplicación de gastos y de centralidad del mismo. Además, existía una falta de coordinación de los
niveles entre sí. Era un sistema disfuncional y había un despilfarro de gastos. Las propuestas de
reforma debían ir en el sentido contrario: de eficiencia, de racionalidad y de descentralización. La
ley Orgánica de educación fue un documento muy complejo, incluso para los actores del campo.
Tenía un discurso fuertemente economicista. Se creía que el sistema tenía superposiciones y había
falta de coherencia curricular. El nivel secundario, en particular, atravesaba una crisis tras otra. El
problema en la primaria era con los niveles de repitencia. Además, existía un escaso acceso de las
clases menos favorecidas a la Universidad. La ley orgánica de educación sostuvó la necesidad de
descentralizar. En principio, se pretendió que comience este proceso de descentralización desde el
nivel primario. Para eso había que transferir las escuelas nacionales a las provinciales. Esto
posibilitaría una mejor atención de las necesidades regionales y mayor eficiencia en la gestión
administrativa. Incluso se proyectaba que no solo las escuelas Láinez pasen a las provincias, luego
continuaría con el nivel secundario. No sucede. Sucederá durante la última dictadura.
Hay cambios en los institutos de formación docente. La ley orgánica de educación comienza con la
supresión de los magisterios. Se creía que habían sido ineficientes. Hay un pasaje de la formación
de maestros y maestras del nivel secundario en los normales al superior no universitario.