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Alumna: Ivana Noni.

Turno: noche.
Sede: San Isidro.
Comisión: “Z”

Acerca del proceso de constitución subjetiva

Hacia fines de la década del 40, Jacques Lacan, con su estilo propio que resulta algo complejo, se afianzo en
su conocimiento de la obra de Freud como así también en su opción por el psicoanálisis, desde una clara
consigna: El retorno a Freud.
Lacan entra al psicoanálisis con el texto ¨El estadio del espejo como formador de la función de yo, tal como se
nos revela en la experiencia psicoanalítica¨ y es sobre este fenómeno que intentaré explayarme.
Cuando hablamos de constitución subjetiva nos referimos a tiempo lógicos, necesarios e instituyentes que
transcurren en el lapso de un tiempo cronológico. Instancias necesarias de las cuales podemos dar cuentas solo
a posteriori.
Es necesario entender estas operatorias esperables para la constitución de un sujeto para así poder entender
como intervenir en aquellos casos donde algo del orden subjetivo se constituye de manera fallida, es decir,
cuando como futuros profesionales nos encontremos frente a un caso donde exista una patología emocional,
cuando algo de la constitución subjetiva ha quedado trunco.
Para poder entender estas operatorias, es necesario poder distinguir que cuando hablamos de organismo, nos
referimos específicamente a un cuerpo biológico, pero bien, el cuerpo biológico, el organismo vivo, no es lo
mismo que un sujeto, un cuerpo. Que haya organismo no implica que haya cuerpo per se, ya que para que
exista un cuerpo necesitamos que este se constituya y esa constitución no es posible sin Otro.
Cuando hablamos otro nos referimos a ese Otro materno, materno en términos de funciones, el de los primeros
cuidados, un Otro que adjudique sentido a las acciones del bebé y las decodifique como demandas.
Entonces, cuando hablamos de demanda, esta siempre esta dirigida a alguien, a aquel que ocupa esa función
esencial y fundamental y para que haya otro a quien dirigir la demanda, tuvo que haber previamente alguien
que escuche al niño y le atribuya un sentido… Convirtiendo un llanto como un llamado de atención donde el
Otro se constituye como tal para ser el destinatario de la demanda, que siempre será demanda de amor. Otro
que inscriba en ese cuerpo experiencias de placer y displacer, que lo libidinice y lo humanice.
Lacan nos plantea que “somos todos hijos adoptados de un deseo que nos hizo vivir”, donde se constituye la
subjetividad, la transformación del infans en sujeto.
Entonces, el niño este alojado en un deseo desde antes de nacer; es necesario que sea hablado por otro, que
forme parte de la fantasmática de los padres. Tal como lo planteaba Freud, se arma un trono para ese niño por
venir, para su majestad el bebe, donde se imaginariza ese bebe inscribiéndolo en un deseo.

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Lacan nos enseña que un niño no es alojado en el deseo a partir de que nace, si no mucho antes de su
presencia real en la fantasmática de los padres, siendo hablado y fantaseado, ocupando un lugar de antemano.
Cuando el niño nace, ese cuerpo es un cuerpo fragmentado, en términos de Freud, sus pulsiones funcionan de
manera independiente unas de otras, están desorganizadas, son pulsiones parciales.
Entendemos esto como el momento donde el bebe se halla en un cuerpo fragmentado, en una instancia donde
predomina lo biológico, no existe conciencia de un borde que marque un adentro y un afuera, el displacer en
el cuerpo se vive como una agresión externa que no le pertenece y el pecho materno como propio. Este
registro del adentro y el afuera se constituye a partir del otro que libidinizara ese cuerpo, otorgándole así la
construcción de un borde, un limite de cuerpo que instale ese registro entre el adentro y el afuera.
Las pulsiones parciales tenderán a unificarse en organizaciones libidinales.
Para que esto ocurra, a este autoerotismo se le debe agregar un nuevo acto psíquico que Lacan entendió como
una identificación, para que se constituya el narcisismo como tal. Es decir, el niño comienza un proceso de
identificación con una imagen semejante. Para explicar esto, Lacan se sirve de la imagen del niño frente a un
espejo. El niño se identifica con ese otro semejante que ve en el espejo, se necesita en ese punto un soporte
imaginario, pero no alcanza con lo imaginario. Para ello será fundamental la matriz simbólica, Otro que
sostenga la imagen en el espejo y que indique que ese que esta allí, es él mismo, que ese otro semejante
enfrente es el. Otro que sostenga esa imagen con la voz y la mirada.
Ese gran Otro que le ratifique al niño que esa imagen le pertenece. El niño, al mirarse al espejo, girará a
cabeza para ver al adulto que mediante la función simbólica hará de sostén a esa imagen.
Este nuevo acto psíquico es lo que nos diferencia de otros animales. Este proceso es fundamental para la
construcción del yo, un cuerpo, una unidad corporal que no nos es dada de antemano. El niño se siente
fragmentado y la imagen le devuelve unidad.
Es a partir de este reconocimiento que entendemos que el yo se constituye en base a otro que está por fuera de
él, que no es algo dado, el yo nace de una alienación con la imagen del espejo. Ese otro semejante que le
devuelve una imagen unificada, una ilusión de completud que no es sin una matriz simbólica, que libidinice al
niño, solo si este es alijado en un deseo que se traduzca en una voz y mirada ideales. Que marque al sujeto
cómo verse en esa imagen en el espejo. No es sin este proceso que el niño se ira constituyendo psíquicamente
en una unidad corporal, un yo, un sujeto.

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