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Nombre: Isabela Jaramillo Valencia.

Desde la segunda mitad del siglo XIX la monopolización de la participación política, tras la creación
de los dos partidos políticos tradicionales: liberal y conservador, surge un periodo en donde las
diferencias políticas ocasionaron rivalidades y luchas en torno al control del poder, las cuales
desembocaron en diversas guerras civiles y en la desesperación de la violencia bipartidista.

El 9 de abril de 1948 ocurre en Colombia el magnicidio del líder político del partido liberal Jorge
Eliécer Gaitán, conocido como el ‘Bogotazo’, llevando a una oleada de protestas que se
expandieron más tarde a otras ciudades y regiones del territorio, desencadenando así el periodo
de violencia en nuestro país.

El conflicto armado en Colombia comienza a raíz del Frente Nacional (un pacto entre liberales y
conservadores con el fin de alternarse el poder cada 4 años y disminuir la violencia); que siendo un
factor de exclusión política por la monopolización del poder, ocasionó el rechazo de los diferentes
grupos políticos, llevando así a la formación de partidos políticos de izquierda y gracias a la
demagogia política y al deterioro de la democracia, el surgimiento de movimientos guerrilleros
comunistas en la década de los 60 (FARC, ELN, EPL y M-19), y más tarde grupos paramilitares, que
aparecen inicialmente como un mecanismo de defensa para hacerle frente y combatir a las
guerrillas y controlar grandes zonas del país.

Durante los años 80 y 90 la producción de sustancias ilícitas en nuestro país comenzó con el cultivo
de marihuana y coca, dando origen al narcotráfico; con este auge se conformaron los principales
carteles de la droga, desatando así una oleada más de violencia, haciendo posible y convirtiéndose
en la principal forma de financiación de los grupos al margen de la ley, y gracias a la inestabilidad
política de la época los narcotraficantes supieron sacar provecho de eso y del conflicto, para la
compra y venta de armas tanto a guerrilleros como a paramilitares, permitiendo también contar
con un brazo armado que cuidara sus cultivos y mantener el control territorial sobre las zonas más
descentralizadas del país, y haciendo que los guerrilleros perdieran todos sus ideales de lucha a
favor de los campesinos y pasar a infundir miedo, temor e incertidumbre.

A Colombia se le olvida que se llevan más de 50 años de guerra, y que a lo largo de ésta, se han
desarrollado diferentes diálogos y procesos de negociación que han buscado crear condiciones de
paz, la cual ninguna ha sido igual a la anterior, pero siempre buscará beneficiar a ambas partes,
una más que a otra; mal que bien, siempre es mejor una paz mal negociada, que una guerra
perfecta.

A un Estado como el nuestro, carente de justicia, con grandes niveles de ignorancia, la cual se
pueden manipular fácilmente, le conviene y es más rentable una guerra que una paz verdadera,
porque se verán las disidencias, crean ciertos sofismas de distracción, para ocultar los verdaderos
problemas políticos de nuestro país. El medianamente instruido no se dejará manejar tan fácil
como el ignorante, que la corrupción le quita su derecho a un estudio digno y a mejores
oportunidades.

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