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® ~ « : Eee fy EL FuTuRe & \ Es rr ) | | if SZ Saat \\ asm Fe Pern Nat} LA NINA INVISIBLE Ilustracion de Naranjalidaa uando todavia no sabfa hablar bien, lo intentaba con pinturas. Llenaba hojas de papel con garabatos en los que la dibujaba con una falda hasta los pies y el pelo larguisimo. «Qué guapa, cielo, :quién es’», me preguntaban pap4 y mamd, mirando aquellas manchas de colores que solo yo sabia interpretar. Yo me sefialaba para que comprendieran que era un retrato, pero no me entendfan, «Es la princesa de algiin cuento?» Se preocupaban cuando me vefan tirar las pinturas al suelo con rabia, incapaz de explicarme. Se esforzaban por comprender- me y no lo consegufan. En esos primeros dibujos, nadie vefa a la nifia invisible. Ast que dejé de dibujar y empecé a intentarlo con palabras. Las primeras sflabas que salieron de mis labios no fueron «mamé» o «papé», ni «sf» ni «quiero» ni tampoco «agua». Esas son las palabras que dicen los nifios normales cuando empiezan a hablar, pero ella no era una nifia normal. Era una nifia invisible, asf que tuve que intentarlo con otras diferentes. «Nena, la nena», repetfa a todas horas, sefialando al espejo. «¢Qué nena? Aqué no hay ninguna nena. Solo estamos mamé, pap4 y el nene», decian, buscando a esa nifia que no eran capaces de ver, «Nena, la nena» Entonces se colocaban junto a m{ frente al espejo, repasaban las partes del cuerpo y, mientras me abrazaban, trataban de explicarme por qué yo no era una nena, y me da- ban besos y me repetian una y otra vez lo mucho que me querfan. Pero yo no querfa explicaciones, ni besos, ni abrazos. Yo solo querfa que alguien viera a la nifia invisible. Asf que dejé de hablar y empecé a llorar. Lloraba constantemente. Llevaba el pelo bastante largo porque en la peluquerfa chillaba y me revolvia con tanta fuerza que al final siempre se negaban a cortarmelo por miedo a hacerme dafio. Pero papd y mamé me obligaban a Ilevarlo recogido en una coleta en lugar de suelto, como a mf me habrfa gustado. Cada vez que fbamos a com- prar ropa, me tiraba en el suelo de la tienda y empezaba a llorar hasta que la cara se me hinchaba y la voz se me quedaba ronca, porque nunca me dejaban elegir la ropa que a mi me gustaba, la que yo necesitaba para que la nifia invisible dejara de serlo. Como llorar tampoco setvfa de nada, un dia dejé de hacerlo y empecé a gritar. Gritaba por todo. Gritaba cuando nos sentébamos a comer, porque todo me daba dolor de estémago. Gritaba en casa cuando me pedian recoger mis juguetes y también en los columpios del parque. Gritaba a la hora del bafio y cuando me contaban un cuento antes de dormir. Gritaba y me obligaban a ponerme esa camisa tan bonita que ellos me habfan regalado cuando fbamos de visita a casa del abuelo y la abuela, Grita- ba cuando intentaban abrazarme para que me tranquilizara y cuando me dejaban en paz porque ya no sabfan cémo calmarme. Gritaba en suefios y gritaba al despertarme. Pero cuando més gritaba era cuando tenfa que ir al colegio. Mis compafieros crefan en los Reyes Magos, en Papd Noel y en el Ratoncito Pérez sin haberlos visto nunca, pero no querian creer en la nifia invisible aunque la tuvieran enfrente. Cuando en el recreo ibaa jugar con las otras chicas, ellas casi siempre me mandaban de vuelta con los chicos, Solo dejaban que me quedara cuando trafan mufiecas para jugar a las mamés, porque asi podian ponerme a hacer de papi, «Pero yo también puedo hacer de mamév, me offecia a veces. «Ti no puedes hacer de mamé», me dijo un dfa la nifta que tenta la mufieca més bonita, «Til tienes pito, y las mamés no tienen pito» Y entonces yo grita- ba, gritaba, gritaba, porque me daba cuenta de que ellas tampoco crefan en la nifia invisible, Cuando me cansé de grtar, de llorar y de intentar explicarme con palabras y dibu- jos, empecé a creer que tal vez llevaran razén, Sila nifa invisible solo existfa en mi imaginacidn, entonces tendrla que fabricarla. Un dia aproveché que papa y mama estaban viendo la tele en el salén para escon- derme en el bafio con un vestido y un pintalabios de mi hermana. Me solté el pelo y me lo pein€ para que quedara como a mi me gustaba, Me quité la camisa que me ha- bian regalado el abuelo y la abuela por mi cumpleatios, me puse el vestido y me pinté los labios delante del espejo. Estaba muy guapa, parecia una chica mayor. Peto solo lo parecla. Nadie verfa a la niffa invisible hasta que dejara de tener eso que todo el mundo decia que me sobraba para ser una nifia de verdad, «Mi amor, ¢qué te pasa?

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