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Centro de estudios e

investigación de las
bellas artes

Materia: Elementos básicos de la Dirección

Profesor: Jesús Raúl Batalla Quintana

Tema: Reporte de lectura “El Arte de la Dirección


Escénica”

Nombre de la alumna:
Hellen Saile Leyva Casango

Grado y grupo: 6°A


El Arte de la Dirección Escénica
Autor: Curtis Canfield
Fecha de publicación: 2002
Editorial: Asociación de directores de España

Capitulo VI: El medio del director

Determinación del movimiento


 
Es el conjunto de movimientos y desplazamientos que realizan los personajes en el curso de
una representación.
Estos desplazamientos pueden estar ya indicados en el texto, o ser introducidos por el director
durante el montaje; en todo caso, intentan mantener un cierto equilibrio o ritmo en la distribución
de los personajes en escena.

El movimiento escénico debe complementarse con un adecuado Juego Escénico.

Cuando debe determinarse el movimiento

De todo el contenido de ese Libro, lo más importante, desde el punto de vista del director, es la
determinación del movimiento escénico, las evo-
luciones de los personajes por el escenario, la acción teatral que, a menos que se conduzca
correctamente, puede echar a perder todo el efecto de la producción.

Fundamentalmente, esta determinación consiste en tomar decisiones, primeramente acerca de


los lugares en que se deben representar las escenas una por una y, después, acerca de
dónde, cómo y por qué habrán de moverse los personajes de un lado para otro en zonas
previamente escogidas.

Por supuesto, todas esas decisiones van inscritas en el Libro de dirección.

En qué etapa del proceso preparatorio habrá el director de determinar el movimiento es cosa de
predilección personal. Se emplean varios métodos diferentes, pero nadie puede decir cuál es el
mejor, a pesar de los argumentos clamorosos expresados en favor o en contra de uno u otro
métodos.

Sin embargo, es posible, y podría ser útil, estudiar y comparar dos medios
totalmente distintos de enfocar el problema.
El propósito de la escenificación
La escenificación tiene como objetivo hacer un juicio crítico más real,
representando una situación de la vida real o de la historia, asumiendo los roles o
papeles necesarios con el objeto de que pueda ser comprendida y tratada por el
grupo.
 

¿Cómo se realiza?
 
1. Se prepara con tiempo la situación que será presentada o en el caso
de una improvisación se deja a los actores que la representen
libremente pero se les fija el tema y el tiempo.
2. Se realiza una reunión previa con los actores para que asuman sus
papeles o improvisar su diálogo.
3. Se prepara con tiempo el escenario o se solicita a un o unos
participante que prepare el escenario lo más sencillo posible.
4. Se les dan unos minutos a los actores para aclarar los últimos detalles.
5. Se realiza una introducción, señalando la importancia del tema y lo que
se espera de los participantes que observan y de los actores.
6. Se hace la presentación de la escenificación. El desarrollo de la acción
no debe ser interferida. No se debe alargar la representación, porque
perdería eficacia.
7. Se guia un proceso para que los asistentes emitan sus críticas o se
genere una discusión.
8. Se obtiene la conclusión general por parte de todos los asistentes.

Cuando el actor marca sus movimientos


El actor dejado a su libre albedrío para decidir por cuenta propia, gravitará hacia la
zona más importante o la luz más fuerte. ¿Quién se lo va a reprochar? Es pedirle
demasiado que arregle sus movimientos teniendo en cuenta la utilización pasada y
futura de esa zona.
Además, si se concede a un actor semejante autoridad, no se justificará el no dar
a los demás miembros del elenco la misma facultad.
La confusión que causaría una aplicación tan equivocada de los principios
democráticos, dentro de una operación que debe estar tan bien controlada y
urdida como es la producción de una obra de teatro, resulta demasiado lamentable
para que la consideremos aquí.
Cuando un actor anda por el escenario, no se mueve dentro del vacío, salvo
cuando tiene que decir un monólogo o un soliloquio.
En circunstancias normales, hay otros actores presentes.
Un actor no puede mover un músculo sin efectuar cierto cambio visible en sus
relaciones materiales o psicológicas con sus colegas actores o con el conjunto.
Si adopta una postura o hace un movimiento porque le resulta cómodo, siempre
existe la posibilidad de que al hacerlo incomode a sus colegas actores y les haga
sentirse incómodos, pues ellos no pueden evitar sentirse afectados por todo lo que
él hace. Y él no está en condiciones de justipreciar el efecto que su postura o su
movimiento tendrá sobre el conjunto.

Las responsabilidades del actor


La responsabilidad requiere de un estadio previo anterior que podemos describir
como “darse cuenta”, es decir, tomar consciencia de lo que está pasando porque,
aunque nos cueste de creer, a menudo no conseguimos apercibir con nitidez lo
que nos ocurre a nivel interno y externo, tanto en lo que a pensamiento, emoción y
sensación se refiere, como a todo aquello que exteriorizamos.

Cuando estamos conscientes, en el aquí y el ahora, captamos la existencia interna


y externa tal y como se presenta y cuando conocemos esta realidad, podemos
responsabilizarnos de nuestros impulsos, emociones y acciones, lo que implica
identificarnos con ellas y aceptarlas como algo inherente a nosotros mismos.

El escenario es un campo de pruebas en el que podemos desarrollar el darnos


cuenta y la responsabilidad.
Nuestro personaje es como es, lo aceptamos y defendemos desde su verdad y su
vivencia –que es la nuestra propia en el momento en que lo interpretamos-, en
“tiempo real” y mediante la experiencia directa misma, lejos de nuestras
reacciones involuntarias condicionadas por toda una vida y de la racionalización
de todo lo que nos ocurre.

El escenario nos demanda, especialmente en los ejercicios de improvisación,


actuar según las circunstancias externas e internas que se dan en un determinado
momento entre los personajes y sus circunstancias.

El personaje nos pide que nos rindamos a él, que no luchemos contra lo que
siente o lo que quiere, sino que le demos voz y presencia a todo ello lo que
implica, responsabilizarnos de quién es y cómo actúa.
No podemos desechar aquello que “no nos interesa” del personaje igual que no
podemos abandonar quiénes somos.
Lo que ocurre en el escenario, es pues, responsabilidad de los personajes y, para
que la escena o la obra avance, tiene que hacerlo desde el “yo soy”.

En definitiva, se trata de vivir lo que nos toca vivir desde quienes somos.

Esto nos confiere presencia en el escenario: nuestro personaje está atento a lo


que ocurre y como ocurre, a nivel interno y externo y no reniega de ello, no se
esconde, lo vive con todas las consecuencias, dispuestos a vivir experiencias
maravillosas que nos acerquen a nuestros objetivos, pero también sabedores de
que la frustración y el fracaso son parte de la existencia.

El personaje se convierte en un traje orgánico en el que podemos experimentar la


toma conciencia y la responsabilidad mientras que el escenario nos exige ser en el
aquí y el ahora, es decir la presencia.

No tenemos otro remedio que aceptar aquello que se deriva de la situación,


aquello que surge de la relación interpersonal con los demás personajes y aquello
que mana en nosotros mismos, desde el personaje.

Nos responsabilizamos entonces, asumiendo aquello que nos ocurre, agradable y


desagradable, como reflejo de nosotros mismos.

Y cuando nos responsabilizamos, en el aquí y el ahora, simplemente estamos


presentes a nuestros propios ojos y a los de los demás, para servir a la escena y a
la vida.

Conclusión
En cada uno de los capítulos de los cuales se extrajo la información brinda
conocimiento enriquecedor ahora con lo que conllevaba el ser un director y como
se implementan cada uno de los tipos de teatro.

Opinión

El libro conserva siempre una metodología inteligente y coherente con los trabajos
propios del director tratados paso a paso con gran claridad y amenidad.

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