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UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE

HONDURAS

CRIMINOLOGÍA

ABOGADO: NERY ORDOÑEZ

NOMBRE DE LA ASIGNACIÓN

Ensayo Criminología de las drogas y la prevención del delito. Los Trabajos son
Analíticos Investigativos

ESTUDIANTE
DULCE MARIA ZELAYA ALMENDAREZ

CUENTA 022002010 / COMAYAGUA

ELABORADO EN LA CIUDAD DE COMAYAGUA A LOS 18 DÍAS

DEL MES DE FEBRERO DEL AÑO 2022


CONTENIDO

INDICE………………………………………………………………………………………………1

INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………………………2

CONCLUSIONES ………………………………………………………………………………….14
INTRODUCCIÓN

Desde sus inicios la investigación del delito ha pasado por ineludibles cambios
determinados por el nivel de desarrollo cultural que han adquirido las sociedades y
el afianzamiento de los métodos de la investigación científica.
En el clásico imprescindible: El Siglo de la Investigación Criminal, se recoge la
información del surgimiento y evolución de las ciencias y especialidades de las
investigaciones de los delitos, lo que es corroborado por otros autores con solo
pequeños ajustes en relación con algunas fechas, pero sin ninguna contradicción
significativa.1
La Criminología es una ciencia jurídica de perfil social, con aplicación en todo lo
concerniente a la prevención o control social de la delincuencia y el delito; aplica los
métodos de las ciencias para el descubrimiento, investigación e interpretación de los
factores externos e internos que generan delito. En su estructura tiene cuatro
niveles importantes, uno de ellos es la Criminología clínica, también denominada
Criminología aplicada, o como la prefiere nombrar el profesor Ernesto Pérez
González: de pequeño formato, la cual tiene como objeto social la aplicación de los
objetivos criminológicos al proceso penal, o sea, individualiza la investigación.
Desde esa perspectiva ya la Criminología deja de ser una ciencia de escritorio,
doctrinas y conceptos pues interviene en los procesos investigativos de los delitos
de una manera proactiva, utiliza la interdisciplinariedad como sistema e impacta de
manera positiva en los procesos.2
La Criminología como ciencia está ligada a la historia científico-social de la
humanidad, por lo que su origen, avances y perspectivas están vinculadas,
dependen y reflejan el conocimiento y quehacer del hombre.
Una premisa fundamental en este tipo de investigación es que: en materia tan
cercana a algo socialmente tan conflictivo como el crimen, los criterios, sean
generales o específicos, no siempre serán mucho menos han sido unánimes y ello
en ocasiones demanda de cada investigador un análisis crítico y profundo. Para el
psicólogo o el psiquiatra ello no es un dilema nuevo, precisamente en las ciencias,
se encuentran disímiles escuelas y tendencias que tratan de elaborar o adaptar las
definiciones de la subjetividad humana, sus grandes categorías, explicaciones y
trastornos, a los más variados puntos de vista.3, 4
El enfrentamiento a la delincuencia no admite errores, y exige de todos los
investigadores y peritos un alto nivel profesional, especialmente de los médicos
legistas y peritos criminalistas, por lo cual se demanda calidad de la pericia, y esta
se define como una actividad procesal desarrollada, en virtud de encargo judicial,
por personas distintas de las partes en el proceso, especialmente calificadas por sus
conocimientos técnicos, artísticos o científicos, mediante las cuales se suministran
al Juez argumentos o razones para la formación de su convencimiento respecto a
los hechos.5, 6
La ciencia y la tecnología aportan nuevos conocimientos para enfrentar los delitos,
así transforman la investigación en un procedimiento exigente y riguroso. La
aplicación de métodos científicos posibilita investigaciones objetivas que permiten
esclarecer la transgresión, a través de la obtención de elementos válidos
procesalmente, más allá del testimonio de testigos, con todos los elementos
basados en evidencias científicas.7,8
Para la realización de este artículo los autores han realizado una revisión
documental de los artículos científicos de los últimos tres años del Journal Forensic
Science, también de la Revista de Criminología de Baja California. Por tal motivo,
este trabajo tiene como objetivo reseñar la importancia del abordaje de la
criminología clínica en la investigación forense.

DESARROLLO
El término criminología proviene del latín criminis y del griego logos, que en conjunto
significan «tratado o estudio del crimen».
Este término fue empleado por primera vez a finales del año 1883 por el antropólogo
francés Pablo Topinard. Aun cuando se toman por hito de su surgimiento como
ciencia los trabajos de Lombroso a fines del siglo XIX, no se puede negar la previa
existencia de importantes aportes a este campo, el que por necesidad siempre ha
atraído la atención de todos.9,10
Al analizar las variadas definiciones que se han conformado para la Criminología, su
alcance, la atribución de métodos y hasta su objeto de estudio, se observa una
variabilidad que expresa el momento histórico y el lugar en que se emitió el criterio;
así como la posición política, ideológica y hasta filosófica de quien lo emitió, entre
otros factores influyentes a tener en cuenta.11
Los estudios criminológicos se fundamentan en la generalidad de la situación
delictiva en una región determinada, se basan en estudios globales que expresan la
criminogénesis, está justifica que a muchos criminólogos les ha impactado la
tendencia actual a individualizar los estudios criminológicos; para los psicólogos y
psiquiatras es más familiar el estudio del sujeto individual. Al trabajar para el sistema
penal, es frecuente que se les solicite a los criminólogos, el estudio individual; en el
caso de la Criminología, este espacio lo ocupa en la actualidad la Criminología
clínica, que es el centro de este artículo.
La Criminología es una ciencia empírica e interdisciplinaria que se ocupa del estudio
del crimen, de los infractores, las víctimas y el control social del comportamiento
delictivo, trata de suministrar una información válida, contrastada, y dinámica sobre
los hechos y las posibles variables del crimen, contemplado como problema
individual y social, así como sobre los programas de prevención eficaz, las técnicas
de intervención positiva en el presunto delincuente y los diversos modelos o
sistemas de respuesta al delito.12, 13
Ante este nuevo concepto de ciencia, el estado liberal entra en crisis. A mitad del
siglo XIX, el acontecimiento de la revolución industrial y la aparición del proletariado
hacen que se requiera una política intervencionista. En el derecho penal aumenta la
tasa de criminalidad, por lo que se necesita una intervención del Estado; estas
circunstancias catalizan numerosas iniciativas en las investigaciones científicas que
abrieron paso a las forenses, lógicamente con las particularidades de las técnicas
que requiere este tipo de investigación; esa es la razón principal por lo que el siglo
XIX se considera el siglo de la investigación criminal, pero indudablemente
existieron otras circunstancias que propiciaron el perfeccionamiento de
metodologías, técnicas y tácticas para el enfrentamiento al delito, entre las que se
encuentran:
- Incremento significativo del delito
- Incremento de la criminalidad
- Impunidad de autoría excesiva
- Perfeccionamiento del modus operandi
- Altos niveles de corrupción policial y social
- Inicios del crimen organizado por concentraciones económicas individuales
- Período marcado por avances científico-técnicos y sociales
- Marcado descontento y desconfianza social hacia el Estado
- Se comienza a afectar el Estado por el elevado índice delictivo
La sociedad demanda pertinencia de los organismos responsables de las
investigaciones delictivas; precisamente, la profundidad y cientificidad con la que se
realicen las investigaciones criminales es un respaldo significativo al logro de la
calidad del proceso penal en la que se aplique una eficaz Criminología clínica; esto
ha conllevado a que los objetivos ortodoxos de la Criminología antigua han sido la
base principal de los nuevos retos de los estudios criminológicos. 14,15
Objetivos de estudio y niveles de aplicación
Se incluyen, en el campo de estudio de la Criminología, al delito, al modus, a la
pena, al delincuente, la criminalidad, la reacción social institucional, el costo del
delito, la víctima y los programas preventivos.16
En 1960, Manuel López Rey trataba de distinguir distintos niveles de lectura o
aplicación de la Criminología:
- Científico (conjunto de conocimientos y teoría sobre la criminalidad)
- Aplicado (aportaciones de la criminología a la ciencia y procesos penales)
- Académico
- Analítico (dirigido a analizar la política criminal)
Delito para la Criminología
Ninguno de estos conceptos de delito puede ser asumido, como absoluto, por la
Criminología; su autonomía científica lícita, la propia determinación de su objeto
puede estudiar críticamente por qué a determinada conducta se le considera delito o
por qué no.
El Derecho Penal se sirve de un concepto formal y normativo de delito, impuesto por
exigencias ineludibles de legalidad y seguridad jurídica: delito es toda conducta
prevista en la ley penal y sólo aquella que la ley sanciona; pero también solo lo es y
se puede ocupar de él cuando se ha producido la conducta que lo caracteriza en el
código penal.17
Para los psicólogos y psiquiatras es recurrente el estudio del sujeto individual. Si se
trabaja para el sistema penal, es frecuente que se solicite el estudio individual de
sujetos, dentro de un proceso penal previo.
No por existir problemas y resultados criminológicos de «alto impacto», vinculados a
los altos niveles de la sociedad y hasta a la comunidad de naciones, dejan de existir
problemas, también criminológicos, que se circunscriben a individuos o pequeños
grupos, cuya solución es necesaria e importante, por ejemplo, al tratar la
individualización de la pena.18
Hans von Hentig consideraba que la interpretación criminológica puede ser
indistintamente histórica, psicológica, antropológica o sociológica. En 1950, el
segundo congreso internacional de Criminología en París, la consideraba de manera
un tanto reduccionista, si se refería a la Criminología toda como una disciplina
científica, resultado de aplicar las ciencias del hombre al estudio del criminal, de su
acto y las circunstancias.
Definición de Criminología clínica: es esa vertiente de la Criminología, que aplica
sus conocimientos y teorías al sujeto individual para tratar de alcanzar una
explicación integral a cada caso; considera al ser humano como una entidad
biológica, psicológica, social y moral; se ocupa del estudio del delincuente, de la
persona del infractor.19
Benigno Di Tullio la definió de la siguiente manera: «Es la ciencia de las conductas
antisociales y criminales basada en la observancia y el análisis profundo de casos
individuales, normales, anormales o patológicos».
Se le apellida «clínica» como reflejo de su similitud en cuanto a individualidad con el
método médico clínico, aquel que tiene por proverbio «no hay enfermedades, sino
enfermos».
Resulta obvio que en la etapa de la Criminología Positivista, el estudio del individuo
era predominante, así como que con el progreso de las teorías sociologistas, el
interés se desplazó más hacia lo social, desde el individuo, pero el punto de partida
fue desde los médicos.
Pero sería erróneo establecer una dicotomía en la cual lo individual fuera
absolutamente independiente de lo social; tanto con métodos cuantitativos como
cualitativos de estudio del sujeto, podrán detectarse en él, en su individualidad, las
huellas de la impronta social, las de cualquier elemento presente en las teorías
explicativas que ya se han mencionado, incluidas las sociales generales.
En lo que Marchori califica de «nuevo enfoque clínico», se trata de relacionar la
conducta delictiva en función de la personalidad y del inseparable contexto social en
que el individuo interactúa.
Precisamente entre las críticas habituales a la Criminología clínica está la de no
contemplar suficientemente las variables sociales, pero también, en ocasiones,
existe la visión errónea de que ocuparse de psicología implica excluir o minimizar lo
social, cuando en realidad lo psicológico debe verse como resultado y reflejo
subjetivo de lo social. Hasta la valoración integracionista de los factores biológicos,
no ya los psicológicos, tampoco puede ignorar la impronta e influencia de lo social.
La propia Medicina, aparentemente ocupada en problemas eminentemente
biológicos, hace muchas décadas asumió una posición integracionista y es una
ciencia y práctica eminentemente social.19
Lo que no sería adecuado es el estudio individual desde posiciones reduccionistas,
que pretendan demostrar su conducta delictiva o su victimización sólo a partir de
enfoques unidireccionales exclusivamente biologicistas o psicologistas
unipersonales; hasta para su rehabilitación individual o prevención dirigida a ese
sujeto en concreto, su conformación biológica o psicológica puede responder
también, en última instancia, a su historia social, tal cual los factores sociales, y
porque en el contexto social que le es propio existirán elementos a tomar en cuenta
como favorecedores u opuestos a su rehabilitación.
Criminología clínica e investigación científica
No todo estudio, cuyos instrumentos de investigación se apliquen en personas
individuales, es propio de la Criminología clínica, ni tiene por qué ser «positivista».
En una investigación que aborde un problema con hipótesis de respuesta en rango
social, las unidades de estudio son personas que, adecuadamente exploradas,
lograrán dar información para negar o afirmar aquella hipótesis. Por ejemplo:
entrevistas y encuestas a hombres que maltratan a sus parejas pueden ser muy
buenas fuentes para caracterizar la formación de su constructo social sobre género
y violencia; contexto socio-económico; si han sido o no alcanzados, y en qué grado,
por medidas preventivas; si sus actos previos fueron parte de cifra oculta en esta
variante de criminalidad; pena recibida y rehabilitación penal específica -u otra-
recibidas como maltratadores; la respuesta policial a eventuales solicitudes de
ayuda o denuncias de sus víctimas; y similares objetivos de investigación que
pueden estar dirigidos a analizar la política criminal en estos casos.
Pudiera dudarse, si desde un conjunto de estudios individuales con objetivos
criminológicos clínicos, pueden obtenerse resultados de aplicación general. El
elemento a considerar es si el grupo estudiado lo fue homogéneamente, y en qué
grado, por aleatorio o poblacional, es representativo de un sector en que se
manifiesta determinada criminalidad.
Se ha planteado el problema del sesgo en las muestras o poblaciones estudiadas:
por ejemplo, si se pretende un estudio empírico cuantitativo desde los casos
estudiados en la población penitenciaria, debe considerarse que muchas formas de
delincuencia tienen una escasa presencia en ella, por lo que sería erróneo
caracterizar a la criminalidad general de un territorio a partir de la caracterización de
los que permanecen en sus prisiones.
Indudablemente que también el método de estudio que se seleccione entonces _
cuantitativo o cualitativo _ y el alcance que se pretenda dar al análisis, serán
importantes para lograr un conocimiento útil o no.
Ya se ha planteado con anterioridad la necesidad de estudios de alcance
criminológico general a partir de investigaciones en personas que son remitidas para
ser objetos de estudios forenses, de hecho seleccionadas por la autoridad por
determinados indicios o prejuicios. Ello pudiera también repetirse con relación al
estudio criminológico clínico, en tanto se solicite solo para determinados casos y no
aleatoriamente, lo que haría que el conjunto de resultados tampoco sea
generalizable.
Objetivos de la Criminología clínica
Lo que ubica a un estudio dentro de la Criminología clínica es su objetivo: «la
observancia y el análisis profundo de casos individuales, normales, anormales o
patológicos», la búsqueda multidisciplinaria de explicaciones al caso individual, a fin
de conocer la génesis de su conducta delictiva y aplicarle un tratamiento
personalizado, procurar su reinserción a la sociedad y poner los recursos sociales a
favor de ello. A diferencia del examen pericial psiquiátrico, el criminológico no tiene
por objetivo establecer la responsabilidad penal del sujeto al tener en cuenta los
posibles trastornos mentales, aunque este será tratado en detalle en un tema
posterior.
En algunos autores, de fuerte influencia positivista, puede encontrarse el criterio de
que el estudio criminológico clínico tiene por objetivo esencial o exclusivo,
establecer la peligrosidad del sujeto estudiado y que esta es su concepto clave, lo
que limita sus objetivos para determinar si va a seguir delinquiendo y en qué
medida, tratando de precisar su capacidad criminal (cantidad de delito que puede
cometer el criminal) y su adaptabilidad (capacidad de adaptación al medio en que
vive).
En cualquier caso, hay dos preguntas criminológicas esenciales, a responderse ante
el análisis de un criminal:
¿Quién es el individuo que comete el crimen?
¿Qué respuesta debe darse a su conducta?
Áreas de aplicación: el tema de los objetivos ubica también al estudio criminológico
clínico en distintos «momentos penales» o áreas de aplicación.
Otra de las críticas históricas a la Criminología es la de que tiende a clasificar al
delincuente y dedicarse más al criminal ya juzgado y condenado, es decir, ya en el
período penitenciario.
En realidad, el estudio criminológico clínico puede ser necesario:
- En un acusado/procesado, de modo que aporte información importante al sistema
procesal sobre su individualidad, útil tanto para interpretar su acto delictivo como
para la selección e individualización de la medida de control a imponer como pena.
- En un recluso u otra forma de sancionado: para diseñar su rehabilitación e
identificar los recursos de los sistemas familiar, comunitario y otros que pueden
desempeñar un papel positivo o ser contrarrestados por desfavorables; todo ello de
especial aplicación también en el aspecto de la reinserción.
En cualquiera de estas áreas, es evidente que no puede tratarse solo de un estudio
encaminado a detectar y explicar lo ya ocurrido y establecer la «peligrosidad» del
sujeto estudiado, mucho menos dimensionarla con adjetivos, a lo que pudiera
reducirse en un enfoque fundamentado en un positivismo ortodoxo (que también en
la actualidad todavía puede encontrarse y otorga predominio a lo biológico). Al
definir sus objetivos se afirmó que: «conocer la génesis de su conducta delictiva y
aplicarle un tratamiento personalizado, procurando su reinserción a la sociedad»;
por lo que habría también que pronosticar; y es necesario detectar, describir y
analizar los factores de potencial desarrollo positivo a emplear, introducir o sustituir
para la rehabilitación, o la reinserción -si se trata de un recluso-, lo que suma
todavía más variables a detectar, combinar, desarrollar o neutralizar.
Afortunadamente también ocurre a la inversa, en sentido positivo: los factores
protectores también pueden encadenarse y en su interacción se potencian y
neutralizan los de riesgo; puede «diseñarse» a veces su combinación.
Un análisis criminológico de un caso o problema delictivo también tendría que
contemplar la incidencia o posible participación de la reacción social formal, la de
órganos de control del delito, como policía, sistema judicial y legislación penal e
informal, la del resto de la estructura estatal y la de la sociedad civil, tanto por lo que
fracasaron o no hicieron, como por lo que pueden aportar, bueno o malo (recordar,
por ejemplo, la clasificación en rehabilitación o reinserción).
Las explicaciones, desde el estudio criminológico clínico, emplean los conocimientos
ya establecidos en Criminología, no el hecho inverso de que se tenga por unidad de
estudio a sujetos para resolver un problema general. Los conocimientos a emplear
no deben limitarse a los netamente «psicológicos» o «biológicos», y los métodos de
exploración pueden ser variados. Por ambas razones, la clínica es tan
interdisciplinaria como cualquier otra vertiente de la Criminología.
Obviamente, según la inclinación que el criminólogo tenga hacia tales o cuales
teorías explicativas, así pudiera inclinar su exploración y el análisis de los resultados
obtenidos en el caso individual, pero, de cualquier manera, tendría que
demostrarlas, describirlas y analizarlas en esa persona, por lo que planteamientos
explicativos que aún estén en el rango hipotético no serán útiles en esta tarea.
Posiblemente, lo mejor sería que cada profesional involucrado en este campo
hiciera una selección crítica de la información recopilada por sus antecesores sobre
factores potenciales y teorías explicativas y la aplicara al caso estudiado.
La conducta delictiva, al estudiarla en el caso individual, no puede verse, por
deformidad dada por el pensamiento diagnóstico propio de médicos y psicólogos
asistenciales, en similitud a una entidad nosológica o enfermedad que suele
responder a una etiología estándar identificable para un cuadro clínico
característico, sino que en cada caso particular debe considerarse la posible
incidencia directa o indirecta de todos y cada uno de estos elementos, en lo que ya
se ha conceptualizado como «teoría de las dosis», de suerte que no hay un solo
factor de riesgo absoluto, sino múltiples elementos a considerar que pueden
combinarse de distintas formas para resultar en el acto.
Los elementos considerables como «factores» no actúan aisladamente ni se trata de
que se sumen mecánicamente: ellos pueden encadenarse («cadenas de riesgo») o
activarse progresivamente entre sí en «efecto onda» o «dominó» y retroalimentarse.
Al hacer una reflexión final sobre las teorías explicativas y responder la interrogante
de ¿qué puede causar o favorecer la conducta delictiva? es y probablemente sea
siempre compleja, no unicausal, aun cuando en determinado caso, o momento,
algún elemento o combinación de ellos pueda tener una presencia especialmente
importante o estar potenciados circunstancialmente por factores disparadores, como
el alcohol o por crisis psicológica. Por otra parte, la diversidad de teorías que van
marcando posibilidades favorecedoras, no absolutas, a la conducta criminal,
explicaría por qué una persona delinque y otras no, pues ellas no solo tendrían que
tener iguales psicologías (temperamentos, carácter, capacidades), sino haber vivido
los mismos momentos sociales, iguales procesos de aprendizaje, iguales
experiencias, iguales contactos con los modelos delictivos del aprendizaje o
asociación diferencial, iguales necesidades vitales y similares.

Para Jean Pinatel, explicar el aspecto del llamado «paso al acto» es especialmente
importante en Criminología Clínica, pues es la forma y el punto en que «se pasa la
línea» y se comete el delito, a diferencia de otros sujetos que, en circunstancias
aparentemente iguales, controlan sus impulsos, lo que puede representar
importantes diferencias entre delincuentes y no delincuentes.
Durante el paso al acto, pudieran diferenciarse cuatro fases importantes:
1. Consentimiento mitigante: concibe la posibilidad del delito como conducta
eventual o posible y no la rechaza.
2. Consentimiento formulado: decide cometer el delito.
3. Estado de peligro: latente la ejecución ya decidida.
4. Paso al acto: la ejecución del delito.
Métodos de la Criminología clínica
Según el profesor Ernesto Pérez González, el método propio debe ser
interdisciplinario. Las variables a cuya obtención se dirigen esos métodos, aquellas
que los perfilan como herramientas, derivan precisamente de los factores cuya
presencia se desea pesquisar.
Pinatel convocaba al estudio multidisciplinario del caso individual, para lograr una
hipótesis sobre su conducta y elaborar un programa de medidas con fines de
prevención individual, pero debe hacerlo «respetando y cuidando la dignidad del
hombre».
Por ello, lo primero a plantearse en cuanto a método, es el respeto a los principios
bioéticos en la investigación con relación a las personas exploradas, lo que obliga
en la actividad criminológica al dominio, tanto de lo general de ellas como de reglas
específicas definidas por organismos internacionales sobre derechos humanos y
obligaciones para personal que trabaja con personas privadas de libertad; en primer
lugar, pues por la propia práctica de los autores y las relaciones con estas personas
no están exentas de limitaciones, cuando, como ya se ha visto, hasta los Estados
deben observarlas; y, en segundo, precisamente, porque violaciones de tal tipo
serían de pleno interés, en cualquier sentido y nivel, para los objetivos, análisis y
acciones criminológicas, de modo que no sería lógico aportarlas.
Tratar medianamente los contenidos que pudieran derivarse del tema bioético y de
la Criminología, obligaría a un curso solo para ello. Solo se mencionan tres
aspectos:
1. Cualquiera que sean los objetivos y métodos de una investigación, criminológica,
incluidas las considerables como «clínicas», se debe obtener el consentimiento
informado explícito, de los sujetos de estudio; ofrecer confidencialidad para la
información, y advertir qué tipo de información el investigador no podrá guardar en
secreto, desde el inicio mismo de la relación, antes de que pueda producirse el
dilema.
2. No emplear nunca en delincuentes privados de libertad, «ni con su
consentimiento», formas de exploración o ensayos de tratamientos, que puedan
representar riesgo para la integridad física y psicológica, o neutralicen o disminuyan
su voluntad de comunicación.
3. Mantener las acciones sólo en función de los objetivos y métodos científicos de
trabajo, sin incorporar otras ajenas a ello por interés punitivo o de inteligencia de las
autoridades.
4. Aunque existen formas establecidas, «historias» o «baterías» de exploración, en
realidad cada investigador debe hacer su selección y adaptaciones según sus
objetivos y enfoques criminógenos, que a su vez dependen de los factores cuya
presencia se desea pesquisar. Incluso, no necesariamente se busca lo mismo al
peritar un acusado de delito que cuando se va a diseñar la rehabilitación o la
reinserción de un recluso.
5. Por ello, es importante tener preestablecido lo que se busca y en qué áreas:
personalidad, inteligencia, medio social histórico y actual, salud, economía, medios
económicos, modo y proyecto de vida, aficiones, empleo del tiempo libre, motivación
delictiva, crítica de su situación, expectativas, momento vital en que delinquió,
antecedentes patológicos y problemas de salud, antecedentes psiquiátricos, hábitos
tóxicos y similares.

En la región disponemos de indicadores válidos y confiables que nos “indican”


cuatro tendencias que requieren atención rápida en materia de políticas públicas
preventivas de seguridad ciudadana: la v violencia homicida, la creciente
victimización delictiva, el aumento de la población carcelaria, y el persistente miedo
al crimen o sensación de inseguridad. • El crimen y la violencia tienen
manifestaciones diferenciadas entre hombres y mujeres. La mayoría d e las víctimas
de homicidio cometido en el seno familiar son mujeres, quienes al mismo tiempo son
más proclives a reportar miedo al crimen en el espacio público Los hombres tienden
a sufrir mayor victimización, pero la victimización de las mujeres crecen
rápidamente. Si bien las mujeres constituyen la minoría de la población carcelaria,
hay un incremento acelerado de mujeres sentenciadas por delitos de drogas. • Las
políticas públicas de prevención de la violencia y la delincuencia requieren
indicadores d e gestión (procesos, actividades y recursos) y estratégicos (impactos).
• Se debe distinguir entre indicadores factuales (hechos) e indicadores perceptuales
(opiniones), así como entre fuentes oficiales y no oficiales, y entre estadísticas
regulares y especi cervez
Las dos principales fuentes de información sobre violencia y delincuencia son los
registros administrativos y las encuestas. Entre los registros administrativos,
tenemos estadísticas policiales, judiciales, carcelarias y ciudadanas (p.ej., quejas y
denuncia por violaciones de los derechos humanos). Entre las encuestas, las más
frecuentes (pero no únicas) son las encuestas de victimización y eficacia
institucional. • Los registros administrativos son principalmente utilizados como
indicadores de gestión, mientras que las encuestas pueden ser adecuadas para
desarrollar indicadores de impacto. • Las ventajas de los registros administrativos
son la cobertura geográfica y temporal (diaria, semanal, mensual y anual), que
indican tendencias sobre la base y de definición legal y cuentan con una
infraestructura institucional para su recopilación y difusión. Las desventajas de los
registros administrativos son que su confiabilidad es cuestionable por la cifra negra y
que ofrece información muy limitada sobre las víctimas y los detalles de los actos
delictivos Las ventajas de las encuestas son que encontramos sobre las víctimas,
sobre los delincuentes, sobre las instituciones, y, en caso de ser estandarizadas,
permitan la comparación y cooperación internacional. Además indican tendencias,
siempre y cuando se mantengan los mismos indicadores y metodologías. Sus
desventajas son el subreporte o sobreestimación voluntaria o involuntaria de ciertos
delitos, la estimación de actos o delitos violentos de baja frecuencia, el error
muestral y el no - muestral • El Big Data son grandes sistemas de información
integrados por bases de datos provenientes de estadísticas policiales, judiciales,
carcelarias, llamadas de emergencia, redes sociales e internet, informaci ón de
circuito cerrado de televisión (CCTV), datos biométricos, y/u otros registros
administrativos (p.ej., registro vehicular, información tributario, seguro social, datos
censales, etc.) Lo que hace un sistema de información un sistema de Big Data es e l
volumen de información, su variedad y la velocidad de análisis Existen evidencias
de la efectividad y el impacto significativo de las políticas públicas de prevención de
delitos basada en la información estadística y herramientas de análisis. •
Actualmente hay sistemas de información estadística delictiva establecidos muy
valiosos en el mundo (p.ej., UNODC), pero todavía no pueden requerir Big Data. • El
BID cuenta desde 2007 con el Sistema Regional de Indicadores Estandarizados de
Seguridad Ciudadana (SIS), el cual ha logrado establecer un conjunto de
indicadores comunes comparables en Latinoamérica. Otros esfuerzos regionales en
sistematización de la información delictiva y de violencia son los realizados por la
OEA, el PNUD, el BID, y el Centro de Excelencia de INEGI - UNODC. • Una ruta
ideal de trabajo en la creacion y consolidacion de un sistema de información para
fundamentar políticas públicas de prevención de la violencia y la delincuencia en la
región sería la siguiente:

Desde hace algunas décadas, la investigación criminológica en España ha sido y


está siendo un ámbito de investigación especialmente prolífico, y cada día son más
los jóvenes que muestran su interés por iniciarse en la investigación académica en
Criminología, síntoma de la buena salud de esta rama de las ciencias sociales. En
este sentido, la Red Española de Jóvenes Investigadores en Criminología (en
adelante, REJIC) nació en 2015 en el marco de la Sociedad Española de
Investigación Criminológica (SEIC) precisamente con el fin de servir de plataforma y
punto de encuentro para aquellos jóvenes investigadores que se encuentran
empezando sus carreras académicas en Criminología. Desde entonces, REJIC ha
generado diversos espacios para el encuentro, la discusión y la colaboración entre
los jóvenes investigadores en Criminología, siendo el I Encuentro de Jóvenes
Investigadores en Criminología (I EJIC) el primer congreso académico organizado
por esta Red, así como el primer foro científico diseñado estrictamente para jóvenes
investigadores en Criminología tanto en España como en Europa continental. El I
EJIC no solo fue un éxito de participación, contando con jóvenes investigadores
procedentes de hasta 32 instituciones repartidas en ocho países (i.e. España, Italia,
Reino Unido, Brasil, Chile, Países Bajos, Alemania y Suiza), sino que recibió
contribuciones de muy alto nivel intelectual y metodológico. Fue precisamente ese
alto nivel académico lo que permitió plantear la posibilidad de seleccionar algunas
de las contribuciones para su publicación en un número especial de la Revista
International E-journal of Criminal Science 1,
considerada por la comunidad criminológica española como una revista de prestigio.
Sin embargo, por las propias limitaciones del formato del número especial y ante la
calidad de las aportaciones al I Encuentro, tomamos la decisión de compilar y
publicar el resto de publicaciones en el presente libro. Ambos resultados, tanto el del
número especial como la presente obra colectiva, muestran un futuro esperanzador
del ámbito de la Criminología española, que tiene unos jóvenes investigadores
prometedores y que realizan aportaciones necesarias a la misma. Por todo ello, en
esta nota editorial se detallan una serie de reflexiones sobre el estado actual del
joven investigador en Criminología en España, incluyendo algunas de las
necesidades y preocupaciones de los jóvenes investigadores. Asimismo, se subraya
la importancia de mantener y apoyar iniciativas como REJIC, y se presentan las
principales conclusiones del I EJIC. El joven investigador en Criminología en España
Si bien es cierto que la tradición criminológica española ha gozado de inestimables
contribuciones con impacto nacional e internacional durante siglos, ha sido la
aprobación de los títulos de licenciatura en Criminología en el año 2003 y del grado
en Criminología en 2009, y la implementación de innumerables posgrados en
materias criminológicas, lo que ha favorecido recientemente la investigación
criminológica española, y con ella la labor y el desempeño de los jóvenes
investigadores tanto en el plano cuantitativo como cualitativo. A nivel institucional, a
partir de los años 70 del siglo pasado se crearon múltiples centros y grupos de
investigación que realizaron innegables contribuciones al desarrollo de la
criminología académica de este país. El Instituto Vasco de Criminología, el Instituto
Andaluz Interuniversitario de Criminología, el Centro de Estudios Jurídicos y
Formación Especializada, el Grupo de Estudios Avanzados en Violencia de la
Universidad de Barcelona, el Centro CRÍMINA para el Estudio y Prevención de la
Delincuencia de la Universidad Miguel Hernández, el Centro de Investigación en
Criminología de la Universidad de Castilla-La Mancha o el Grupo de investigación
de 2 Podemos destacar, aunque sea brevemente, cómo desde el siglo XVI han
existido innumerable Criminología y Sistema penal de la Universidad Pompeu Fabra
son solo algunos ejemplos. No obstante, merece especial mención el hecho de que
la buena salud de la investigación académica criminológica en España sería
impensable sin la labor a lo largo de los años de la SEIC. Desde 2004, la SEIC ha
organizado hasta doce congresos y cuatro simposios de investigación criminológica,
y ha servido de punta de lanza de la investigación criminológica española. Todo ello
contribuyó a la aprobación y creación de los planes de estudio propios en
Criminología, los cuales debieron –y de algún modo aún deben– superar ciertos
retos. Medina (2016) plantea los cuatro principales retos del actual modelo
universitario de docencia criminológica: a) las limitaciones económicas de la
universidad española de principios del siglo XXI; b) la excesiva compartimentación
en áreas de conocimiento en el contexto universitario, la cual dificulta el
planteamiento y el diseño de proyectos interdisciplinarios necesarios en el campo de
la Criminología; c) el relativamente pequeño tamaño de la comunidad de
criminólogos en España, y el bajo número de investigadores criminólogos
impartiendo docencia en los estudios de Criminología de muchas universidades; y d)
la falta de interés de los poderes públicos por desarrollar políticas de control de la
delincuencia basados en estudios científicos.
Esta primera sección cuenta con diez contribuciones que, si bien se encuadran
dentro de la temática de “agresores y víctimas”, abarcan distintos ámbitos y
fenómenos criminológicos. Así, en materia de delincuencia juvenil Vilela Komatsu et
al. Analizan si adolescentes infractores poseen aspectos del funcionamiento
ejecutivo inferior al de adolescentes no infractores, y más específicamente, si
infractores violentos poseen desempeño diferente de infractores no violentos.
Montero-Montero y Martínez-Ferrer, analizaron cómo los indicadores de autoestima
y los factores de riesgo asociados a éstos varían en función del rol de los
adolescentes como agresores, víctimas, agresores-víctimas o no implicados, y
concluyeron que el grupo de jóvenes agresores tiene un nivel más alto de
autoestima, mientras que los adolescentes agresores-víctimas tienen menos
autoestima. Torrado presentó una propuesta de programa para la prevención
familiar de la delincuencia juvenil en menores con rasgos psicopáticos. Asimismo,
en materia de Criminología y género, Izco Rincón presentó una revisión de la
literatura sobre los principales factores asociados al desistimiento delictivo en la
mujer; mientras que Flores Zúñiga realizó una revisión bibliográfica sobre las rutas
de acceso al crimen en mujeres delincuentes. En este primer bloque, también se
encuentran contribuciones en materia de transparencia y delincuencia organizada y
corporativa, como la de Kemp. En esta, el autor revisó la literatura existente sobre
transparencia en el ámbito local para concluir que los esfuerzos de las
administraciones locales catalanas en materia de transparencia son insuficientes.
Por su parte, González Guzmán analizó cómo los delitos de los poderosos pueden y
suelen estar justificados por medios políticos. La investigación de Sanz Fuentes se
centró En este segundo bloque se encuentran incluidas todas las contribuciones en
materia de inteligencia y estrategias policiales, así como aquellas enmarcadas
dentro del clásico ámbito criminológico referido a las prisiones. Así, Chamorro
Chamorro evaluó la implementación del uso de Sistemas de Información Geográfica
para asistir en el patrullaje dirigido a puntos calientes por parte de la policía local de
un municipio catalán, concluyendo que tales prácticas pueden estar vinculadas con
un descenso importante de las llamadas a la policía por ruidos y desórdenes. Pintor
Latorre presentó una revisión de la literatura para debatir cómo la implementación
de la figura del analista delictivo en los cuerpos y fuerzas de seguridad españoles
puede ser un buen punto de partida para favorecer enfoques policiales preventivos y
basados en la evidencia en nuestro contexto. Serramià Balaguer ahondó, a partir de
un estudio de la literatura existente, sobre los beneficios de la justicia restaurativa
para los casos de violencia de género en España. Ruiz Cabello estudió la calidad de
vida en los centros de internamiento de menores infractores a partir de una revisión
de la literatura. Hernández Codina y Lovelle realizaron una revisión sistemática de
estudios sobre los efectos psicológicos del encarcelamiento, concluyendo que el
encarcelamiento está vinculado con numerosas alteraciones psicológicas que se
manifiestan durante y después de la privación de libertad. Fernández Abad
desarrolló un análisis socio histórico del origen y desarrollo de la pena de prisión,
concluyendo que la función de la prisión se habría resignificado en la actualidad
como una pieza central en la gestión de la exclusión social derivada de un modelo
basado en la imposición del trabajo desocializado. El trabajo de Montornés Mataoui
examinó la aplicación del informe criminológico en el ámbito penal, concluyendo la
necesaria aplicación de esta práctica en el sistema de justicia penal español.
Casado Patricio realizó observación directa y entrevistas semiestructuradas a
jóvenes que inician procesos migratorios tras alcanzar la mayoría de edad, y
destacó la posible existencia de una serie de factores de riesgo y de protección de
futuros actos delictivos. El tercer bloque de la presente obra está integrado por once
contribuciones que tratan cuestiones de Política Criminal, así como del análisis
jurídico de determinados fenómenos. López de Zubiría Díaz presentó un análisis
crítico del tratamiento de la violencia de género en el contexto europeo y argumentó
la necesidad de desarrollar mecanismos efectivos de prevención de este tipo de
conductas. Expósito Paulano describió cómo la Criminología puede ser de gran
utilidad durante las diferentes fases de un juicio ante el Tribunal del Jurado.
Vasilescu presentó una revisión de la literatura sobre la situación de las mujeres
penadas durante el proceso de ejecución penal, y argumentó que la situación de las
mujeres reclusas es discriminatoria y que es necesario un enfoque sensible al
género en el sistema de ejecución de penas. Por su parte, Juanola Aulet analizó una
muestra de 549 sentencias ejecutorias con el fin de evaluar la influencia de la Ley
Orgánica 1/2015 en la aplicación de penas alternativas a la prisión, concluyendo que
el legislador español es el principal responsable del uso excesivo de la pena de
prisión, el aplicador del derecho es el principal responsable de que la LO 1/2015
haya tenido poco efecto hoy en día, y el fiscal tiene un rol muy importante sobre la
pena que acaba imponiéndose. Morelle Hungría presentó una serie de reflexiones
sobre la eficacia de la protección jurídica de la especie marítima Pinna nobilis en el
Mediterráneo. Barbosa e Silva, presentó una interesante reflexión acerca del control
penal de las drogas en el Brasil, analizando la corriente prohibicionista desde el
punto de vista de la cuestión criminal y de la divergencia de clase y étnica en tal
país. Valenzuela García analizó el delito de maltrato animal del artículo 337 del
Código Penal y argumentó que el legislador ha atribuido un carácter simbólico al
delito de maltrato a animal doméstico. Asimismo, González León presentó su
investigación en el ámbito jurídico relacionado con el fenómeno terrorista y la
anticipación de las barreras punitivas. Díaz Galán cuenta en esta obra con dos
contribuciones sobre determinadas garantías. Así, por ejemplo, analizó los efectos
para el acusado en un procedimiento penal de la violación de las disposiciones del
artículo 6 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, sobre el procedimiento
equitativo y justo. Ávila Vázquez y Garrido Gaitán reflexionaron acerca del debate
sobre la consideración de la aporofobia (i.e. el rechazo o la repugnancia ante el
pobre) como delito de odio y discriminación. Bloque IV: Retos y prospectivas en
Crim Conformidad con ello, Saldaña Taboada presentó una revisión de la literatura
sobre los efectos del acceso a datos masivos para la predicción de la delincuencia
en el ámbito público. Barbosa y Silva analizaron en su investigación las cuestiones
críticas en la cuestión criminal. Concretamente, su interesante contribución se titula
“hacia el rescate de la imaginación sociológica en el campo de la cuestión criminal:
más allá de la crítica a la dogmática, la reinvención del control social”. del-Real
Castrillo y DíazFernández evaluaron las percepciones ciudadanas sobre el uso de
drones en tareas de salvamento marítimo por medio de una encuesta a 699
participantes, en la que encontraron que el beneficio percibido por los participantes
se relacionaba con la aceptación social del uso de drones y la percepción de riesgo
disminuye tal aceptación. Asimismo, Haarkötter realizó un análisis sobre el
Laboratorio de Criminalística y su implementación enfocando su presentación a las
posibilidades de su diseño e implementación en la Universidad de Granada. Ternero
Martín analizó la implementación del Libro blanco sobre el título de grado en
criminología en los estudios universitarios en Criminología en Andalucía,
concluyendo que el espacio concedido a la investigación académica y a la reflexión
sobre el control y reacción social ante el delito es todavía muy reducido. Asimismo,
presentó sus reflexiones en torno a la formación criminológica en la Universidad
andaluza. Por último, Martínez Ulloa presentó una serie de reflexiones sobre la
influencia de la Criminología europea en la Criminología latinoamericana desde el
Siglo XIX

CONCLUSIONES

La violencia y la delincuencia están teniendo una amplia variedad de impactos


políticos y sociales en Latinoamérica (Vilalta, 2015). Estos impactos no pueden ser
analizados sobre la base de una sola fuente de información (Lab, 2014) o desde una
visión espacial, temporal y/o unidimensional del problema. Se requiere información
en indicadores desde útiles perspectiva múltiple ivas (p. ej., violencia extrema,
victimización, cárceles, miedo al crimen, delito juvenil, etc.) y con detalle suficiente,
para contar así con la capacidad de ocurrido realidades, percepciones, prever
tendencias y anticiparse a los siguientes reto s. La información es parte fundamental
de la llamada Base del Conocimiento de las políticas públicas . El desarrollo de tal
base de conocimiento requiere acciones; la primera es la sistematización de
información que dé una base empírica a las políticas públicas icas en la materia. El
problema de la violencia y la delincuencia no puede entenderse sin información
válida y confiable. En esta sección se muestran cuatro miradas que dan visos del
problema y las tendencias al respecto en la región latinoamericana y que sirven para
contextualizar regionalmente el problema que enfrentamos y la discusión que
tendremos sobre sistemas de información para fundamentar futuras políticas
públicas de prevención. La forma más frecuente utilizada para conocer y evaluar
social y políticamente el nivel de violencia y delincuencia en un lugar o tiempo es a
través del informe anualizado de homicidios. La tasa anual de homicidios es la
medición más utilizada en el mundo, no solo para comparar entre países sino para
evaluar los avances (y, en ocasiones, asignar presupuestos) de políticas de
seguridad; a pesar de que es un delito poco frecuente en comparación con otros
que surge a más personas de manera más habitual (p.ej., los robos). Por todos es
conocido que la región latinoamericana es la región con más homicidios del mundo
(UNODC, 2014). No obstante, lo más preocupante es la tendencia de estos delitos.
Entre 2000 y 2013, los homicidios se redujeron en todas las regiones del mundo,
con la mi excepción del continente americano , en especial debido a las altas tasas
de América Latina y el Caribe (ver gráfico Casi el total de la población carcelaria
tendrá que ser liberada en algún momento, por lo que es crucial una política pública
efectiva de prevención terciaria. Es indispensable observar las tendencias en las
cifras de población carcelaria (el proceso de prevención no termina en la cárcel) y
recopilar información no comparable sobre las características y factores de riesgo
de la población carcelaria. Los instrumentos de recolección de esta información
puede ser registros administrativos y encuestas a poblaciones carcelarias El miedo
al crimen o la percepción individual de que es posible ser víctima de un delito reduce
significativamente la calidad de vida. El miedo al crimen modifica hábitos, restringe
la movilidad y modifica los espacios públicos y privados (Vilalta, 2015). Este es un
problema persistente en Latinoamérica (ver gráfico 5). La tasa de miedo al crimen
es superior a la del crimen per se: el miedo es un problema más generalizado que el
delito. 4 Alrededor de dos de cada cinco adultos en la región considera que puede
ser víctima de un robo o asalto en su barrio/colonia de residencia, siendo las
mujeres más proclives que los hombres a reportar miedo al crimen (LAPOP, 2014).
Esta percepción tiene efectos en otras áreas de la convivencia ciudadana: con
implícito acciones políticas en cuanto a reducir el nivel de apoyo a la democracia y
aumentar el deseo de implementar políticas de “mano dura” (Malone, 2013)
En políticas públicas hay dos tipos generales de indicadores: 5 de gestión y
estratégicas. Los primeros indican los avances en los procesos, las actividades
realizadas y el uso de los recursos, mientras que los segundos verifican las
soluciones y los efectos logrados, es decir, el impacto. La mayor parte de los
indicadores con que se cuenta en la actualidad en materia de prevención de la
violencia y la delincuencia, así como del sector de la seguridad pública en su
conjunto, son indicadores de gestión. Aquí se debe distinguir también entre
indicadores factuales (hechos) e indicadores perceptuales (opiniones), así como
entre aquellos fuentes de fuentes oficiales y no oficiales, de fuentes cotidianas o
habituales y no cotidianos, y aquellos que son oportunos Todo indicador requiere
ser válido (mide lo que quiere medir) y confiable (lo mide sin error). Ejemplos de
indicadores con validez cuestionable y poco ilustrativos para mostrar el nivel factual
de violencia o delincuencia y/o el impacto de una política pública de prevención
serían las tasas por cada 100.000 habitantes y averiguaciones previas de
detenciones, procesados y/o sentenciados, o sentencias condenatorias. Estos indios
cadores adolescentes de problemas de validez conceptual ya que miden la reacción
o actividad gubernamental, pero no la incidencia o prevalencia delictiva reales, o
bien, porque adolecen de la cifra negra (subregistro) y de errores de denominador,
por motivos d e que se calculan sobre la población residente en los lugares, pero no
con la población flotante. En cambio, otros ejemplos de indicadores válidos y mas
ilustrativos para medir el nivel factual y percibido de violencia o delincuencia y los
resultados o diablillo acto de una política pública, serían las tasas por cada 100.000
habitantes (reportadas en encuestas probabilísticas) del número de delitos, de
víctimas de delito, de delitos por víctima y de adultos que reportan sentirse seguros
en su barrio/colonia de res identid Hay una gran variedad de fuentes de información
sobre el fenómeno criminal dado que hay una gran variedad de agentes
involucrados en el sector de la seguridad pública. Las fuentes cotidianas o
habituales de información sobre el fenómeno delictivo son normalmente los registros
administrativos, cuya función principal es la medición de la gestión, aunque también
en ocasiones se utilizan para otros propósitos estratégicos. Estas fuentes cotidianas
de información, según s u agente productor, son las siguientes: • Estadísticas
policiales (p.ej., llamadas de emergencia, infracciones, accidentes, detenciones,
denuncias, averiguaciones, remisiones, estado de la fuerza, etc.) • Estadísticas
judiciales (p.ej., procesados, sentenciados, estado del sistema judicial, etc. Las
ventajas de la información oficial e n registros administrativos son variadas, pero
básicamente en la cobertura geográfica y temporal (diaria, semanal, mensual y
anual), que pueden indicarnos (y, por tanto, crear indicadores) sobre tendencias,
usando definición legal. Estos registros cuentan con una infraestructura institucional,
aunque variable entre países, para su recopilación, difusión y comparaciones
efectivas en el ámbito internacional. Por otro lado, las desventajas son que su
confiabilidad es cuestionable por la cifra negra (o subred puerta) , y que ofrecen
información muy limitada sobre las víctimas y los detalles de los actos delictivos. Es
importante advertir que un incremento en las denuncias o averiguaciones no se
traduce automáticamente en un incremento de la delincuencia o la violencia, sino
que refleja un incremento de la población a denunciar estos eventos y posiblemente
es reflejo de una mayor confianza de la ciudadanía en las instituciones de seguridad
y justicia
CONCLUSIONES

La aplicación de las investigaciones criminológicas en las actuales investigaciones


forenses no constituye un procedimiento más dentro del proceso penal, es una
necesidad para integrar los conocimientos criminológicos académicos y científicos
doctrinales a la aplicación de investigaciones complementarias que aporten calidad
al proceso penal, al establecer un grupo de requisitos que dentro de la variedad del
caso hagan lo más homogénea posible la investigación; de esta manera, se
otorgará oportunidades a los diferentes casos; quiere decir que no importa el equipo
de trabajo que lo investigue, sino que lo más importante es tener investigadores con
los conocimientos, aptitudes y habilidades en la investigación clínica.
La Criminología clínica persigue dos fines identificables: el primero sería la
aplicación de todos los conocimientos anteriores al sujeto particular, y el segundo
estaría relacionado con la investigación de nuevas teorías y métodos para el caso
concreto.
La interdisciplinariedad en las investigaciones forenses y criminales son las
herramientas más eficaces para lograr la calidad en el proceso penal, lo que
conlleva el paso principal para el logro del debido proceso que significa libertad y
presunción de la inocencia, hasta que no se demuestre la culpabilidad de la persona
acusada por un determinado delito; por esta razón, los órganos competentes deben
demostrar con la mayor claridad todas las evidencias científicas, tanto en el orden
pericial como investigativos, siempre con la aplicación del método científico.
No es posible garantizar una criminología analítica si los elementos y datos de las
investigaciones de los procesos penales, de manera individual, no son confiables ni
tengan la objetividad.

BIBLIOGRAFÍA

http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1029-30432018000100002

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