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LA VIOLENCIA DE EXISTIR

Evelin Lorena Molina Gómez

Institución Educativa Rural Bilingüe Domingo Savio

“Hay universalidad en todo proyecto en el sentido de que todo proyecto es comprensible para
todo hombre. Lo que no significa de ninguna manera que este proyecto defina al hombre para
siempre, sino que puede ser reencontrado.” (Sartre, 1945, p. 14)

Jean Paul Sartre (1945) en su libro El existencialismo es un humanismo deja ver la angustia
que recae sobre el ser humano por el hecho de ser hombre, al concebirse como una pequeña
cosa que ha sido abandonada en la crueldad y maldad de un mundo que es nada. Además, que
toda la responsabilidad de su existencia recae sobre sí mismo, se concibe y proyecta hacia a su
querencia.

Jean Paul Sartre (1905-1980) fue un filósofo, escritor, novelista, dramaturgo, activista político,
biógrafo y crítico literario francés, considerado el padre del existencialismo. Tenía un talento
inigualable el cual le permitió ganar el Premio Nobel de literatura, pero, lo rechazó porque
consideraba que era un “premio burgués”. A partir de este suceso podemos observar su
pensamiento y concepción del mundo.

El propósito de mi ensayo es tratar la filosofía de la noviolencia desde el punto del


existencialismo, ya que muchas personas lo usan desde un término coloquial o vulgar. En este
sentido, el objetivo de este ensayo es comprender el sentido filosófico del existencialismo y su
relación con una filosofía de la noviolencia. Pues esta corriente filosófica se debe entender no
sólo desde sus postulados teóricos sino desde un sentido realista, además debe traer paz para
su practicante; ya que según esta corriente de pensamiento el ser humano es totalmente
responsable de sí mismo, de sus actos, de cómo éstos afectan su entorno y a los demás. En
conclusión, la existencia es sólo responsabilidad de cada ser, por ende, su bienestar y su paz
también lo es.

Los seres humanos tendemos, dadas las disposiciones del mundo cruel y competitivo, a saber
cómo atacar para reafirmar nuestro valor, ya que te llegan a tratar de ignoto, suprimiendo tu voz
y pensamiento, tratando de silenciarte y quedando en nada por siempre. De acuerdo con Sartre
(1945): “El hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y que después se
define. El hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible, es porque empieza
por no ser nada. Sólo será después, y será tal como se haya hecho.” (p. 3-4).

La violencia se concibe y se desarrolla al ritmo nuestro; comenzamos a hacer parte de ésta


cuando se genera la vida humana. El universo es violento para crear, es un sistema caótico y
agresivo que al entrar en él nos volvemos parte de esta armonía que se vuelve caóticamente
violenta. La noviolencia es sólo un concepto cerrado que si se analiza críticamente jamás se
cumplirán sus exigencias porque con el propio concepto de existencia ya llevamos la contraria
de esta filosofía, no podemos ser pacíficos entre nosotros, no respetamos opiniones y todo se
suaviza con las últimas palabras. Así que… ¿Cómo podemos ser alguien no violento si vivimos
en un mundo que es agresivo y te obliga a serlo?

Los unos y los otros nos reprochaban que hemos faltado a la solidaridad humana, que
consideramos que el hombre está aislado, en gran parte, además, porque partimos dicen los
comunistas de la subjetividad pura, por lo tanto del yo pienso cartesiano, y por lo tanto del
momento en que el hombre se capta en su soledad, lo que nos haría incapaces, en
consecuencia, de volver a la solidaridad con los hombres que están fuera del yo, y que no puedo
captar en el cogito.

De acuerdo con Kierkegaard, desde el yo pienso cartesiano el ser humano se concibe en


soledad y aislado, esto hace que pierda su responsabilidad con el otro, que no sea solidario con
los demás. Sumado a ello, tampoco tenemos la capacidad de autodefinirnos de una manera
correcta y siempre buscamos explicaciones de una fuerza superior sobre los acontecimientos
que nos rodean o justificar nuestras acciones, por ejemplo, desde principios de la raza humana
explicaban que los rayos y los truenos los causaba Zeus (los mitos fueron la base fundamental
para explicar la existencia nuestra y el porqué de las cosas), esto lleva a muchas personas a
realmente cuestionarse y así encuentran las explicaciones científicas. Para muchos la
justificación de una deidad, dios, fuerza mayor, energía, como quieran llamarle llevan al
pensamiento de que eso es absurdo, como Sartre (1945) lo expresa:

El existencialismo ateo que yo represento es más coherente. Declara que si Dios no existe, hay
por lo menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de
poder ser definido por ningún concepto, y que este ser es el hombre, o como dice Heidegger, la
realidad humana. (p. 3)

Más adelante dice Sartre (1945):

De acuerdo con estas reflexiones se ve que nada es más injusto que las objeciones que nos
hacen. El existencialismo no es nada más que un esfuerzo por sacar todas las consecuencias de
una posición atea coherente. No busca de ninguna manera hundir al hombre en la
desesperación. Pero sí se llama, como los cristianos, desesperación a toda actitud de
incredulidad, parte de la desesperación original. El existencialismo no es de este modo un
ateísmo en el sentido de que se extenuaría en demostrar que Dios no existe. Más bien declara:
aunque Dios existiera, esto no cambiaría; he aquí nuestro punto de vista. No es que creamos que
Dios existe, sino que pensamos que el problema no es el de su existencia; es necesario que el
hombre se encuentre a sí mismo y se convenza de que nada pueda salvarlo de sí mismo, así sea
una prueba válida de la existencia de Dios. (p. 20)

Cuando el ser humano no tiene a un Dios o un ente externo para justificar su destino en el
mundo, todo el peso de la existencia recae sobre sí mismo, lo que haga con su existencia será
su propia responsabilidad, de igual manera, sus actos no sólo tendrán consecuencias en su
propia vida sino en la de los demás. En este sentido, cuidar nuestra existencia también será un
acto de cuidado del otro.

A partir de lo que percibimos en la sociedad actual, el ser humano parece no puede ser pacífico
en su totalidad, por el contrario, siempre está a la defensiva por el miedo constante que algunos
le tienen a los demás, vemos al otro como un enemigo, incluso los más fuertes tienen miedo de
sí mismos; somos tan crueles en el pensamiento que todo el mal del mundo recae en nuestra
conciencia por ser empáticos y sufrir por los que no son capaces de hacerlo o romantizan las
cosas siniestras del mundo. Personas que tienen una mente invadida de violencia, de maldad,
esas personas son aquellos indolentes de la humanidad que perciben catástrofes a su
alrededor, pero como no los afectan directamente son ignorantes a estos sucesos.

Para poder tener presente la noviolencia y tratar de practicarla primero se tiene que vivir en
primera persona la dura realidad de la violencia. Se entiende por violencia según la RAE: “Uso
de la fuerza para conseguir un fin, especialmente para dominar a alguien o imponer algo”. Tan
sólo con poner la palabra violencia en el buscador ya aparecen preguntas como: ¿Qué es la
violencia de género? ¿Qué es la violencia intrafamiliar? ¿Qué es la violencia psicológica? Y
muchos más tipos de ésta; la tenemos tan interiorizada que se buscan nuevas formas de
practicarla y hacer daño consciente o inconsciente, que muchas veces es irreparable.
Claramente no es una justificación, pero es un factor que se debe de tomar en cuenta. El
desamparo y la angustia son factores que impulsan a cometer estos actos.

El desamparo va junto con la angustia. En cuanto a la desesperación, esta expresión tiene un


sentido extremadamente simple. Quiere decir que nos limitaremos a contar con lo que depende
de nuestra voluntad, o con el conjunto de probabilidades que hacen posible nuestra acción.
Cuando se quiere alguna cosa, hay siempre elementos probables. (Sartre, 1945, p. 10)

Pero dejando todos los prejuicios que tengo hacia la humanidad hay una pequeña probabilidad
de que cambie la perspectiva del humano en cuanto a su compañero que coexiste en el mundo,
porque podemos ponernos en la perspectiva del otro y darnos de frágiles, pasivos y empáticos.
No nos podemos quedar de calculadores siempre, no tenemos el pleno control de nuestros
actos a un largo plazo.
A partir del momento en que las posibilidades que considero no están rigurosamente
comprometidas por mi acción, debo desinteresarme, porque ningún Dios, ningún designio puede
adaptar el mundo y sus posibles a mi voluntad. En el fondo, cuando Descartes decía: vencerse
más bien a sí mismo que al mundo, quería decir la misma cosa: obrar sin esperanza. (Sartre,
1945, p. 10)

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