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DETRÁS DE LO DIVINO

Sofía Alejandra López Montañez

Religión, Colegio Cristóbal Colón Institución Educativa Distrital

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Mtro. Hugo Ernesto Vaca López

15 de septiembre del 2022


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“Detrás de lo divino”
Sofía Alejandra López Montañez
“Trabajo de Ed. Religiosa. Ensayo” 

Del tronco de Isaí brotará un retoño; un vástago nacerá de sus


raíces. (Textos de La Biblia, 2022, Isaías 11:1)

El Dios benevolente del Nuevo Testamento alguna vez nos entregó al pueblo elegido por
él a su hijo con el objetivo de que absorbiera todo el pecado de la época e instruyera a la gente en
el verdadero camino hacia la vida eterna. Es una historia que la gran mayoría sabemos y
reconocemos la imagen de Jesús, pues por algo es uno de los rostros más reconocidos a nivel
mundial. Podemos tener total seguridad en que si le mostramos a alguien un cartel con su rostro,
muy probablemente lo reconocerá. Porque es así, la religión cristiana logró propagarse de una
manera increíble, siguiendo vigente después de muchos siglos hasta lograr convertirse en la
religión más profesada a nivel mundial. Pero empecemos bien, ¿Quién fue Jesucristo?

Nace como judío (circuncidado) y en una sociedad también judía dominada por el
creciente y avanzado Imperio Romano. Este tenía todo el control político, social y económico de
muchas regiones y, claro está, también del pueblo hebreo, debido a la victoria en las contiendas
que había tenido la sociedad judía y romana en años pasados. Nos podemos hacer a la idea de
que este control que se ejercía no era del todo “amable”, puesto que existían varios métodos de
castigo para aquellos que decidían revelarse ante El Imperio o que motivaban al derrocamiento
de este, tales como la famosa crucifixión que, como bien sabemos, fue aplicada a Jesús en años
posteriores.

Jesús es hijo de la joven virgen María y de José, su padre putativo. Pasa su niñez, donde
se pierden sus registros y luego lo vemos convertido en un adulto, realizando milagros e
impartiendo su mensaje a su comunidad. Su filosofía era simple, pero innovadora para su
momento: “Amar a tu prójimo”, velar por él y por su bienestar, ponerse en su lugar y tratar de
cerrar las brechas entre ambos si es que somos enemigos. Esta filosofía era extraña para una
sociedad que estaba manchada de sangre. No necesariamente con esto nos referimos a los
romanos, qué también tenía un gran historial de matanzas. Nos referimos también al pueblo
judío. Esa sociedad que salió de Egipto por Moisés ya que deseaban librarse del dominio abusivo
en el que se veían sometidos, y que terminó vagando por el desierto por 40 años hasta encontrar
la “Tierra Prometida” por Dios. Sí. Esa sociedad que estaba también manchada de sangre desde
antes, lo estuvo en su momento y hoy en día también, pues no debemos olvidar que los judíos
también era un pueblo en el que era común los ladrones, asesinos y violadores. Y que a día de
hoy terminaron convirtiéndose en los dueños de grandes empresas y creadores sistemas de
cobranza, en el caso de los bancos y los préstamos, tan desanimadores como lo es el famoso
“gota a gota”. Pero no nos alejemos de la idea principal, ¿Por qué, aparte de esas anteriores
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razones, los judíos tampoco son un “pan de Dios? Debemos de tener en cuenta que la sociedad
hebrea es una de las más machistas que existen hasta nuestros días, y de que eran ellos quienes
tenían la práctica común de apedrear mujeres en público por causas, muchas veces, abstractas.
También de que era una de las sociedades en las que más prosperó el oficio de la prostitución.
Siendo irónico el hecho de que fuera una comunidad extremadamente misógina, fuera a la vez
tan dependiente de esta labor. Además de que en actualidad son los encargados de seguir la
guerra a Afganistán.

Entonces podemos decir que sí, era raro para la época una filosofía en la que se dictaba
amar a todos. Esos pueblos estaban ya acostumbrados a la violencia Ya era parte de su
cotidianidad y no conocían algo que no fuera relacionado a esta.

Por eso Jesús era visto como un símbolo de libertad y cambio. Era esa nueva alternativa
que proponía lo que lo hacía diferente. Y esa misma innovación fue lo que lo catapultó hasta el
estatus con el que hoy lo conocemos, teniendo la capacidad de poder generar grandes juntas a
orillas de las montañas y formar banquetes por donde estuviera de paso. Era eso y su forma única
de enseñar las “parábolas”: relatos ficticios en los que se ponía en situación al oyente para que
este obtuviera al final una enseñanza moral y entendiera cómo es que funciona el Reino de los
Cielos.

Pero en la naturaleza de Jesús, o bueno, la naturaleza que nos narra La Biblia damos
cuenta de que posee características más humanas que divinas. Sé sabe que ese libro sagrado fue
escrito por varios autores, en diferentes épocas y en una sociedad que no tenía aún el
conocimiento suficiente para dar explicación a sucesos sin necesidad de recurrir a un dios, y que
muchas veces fue modificado a disposición por algunas personas que deseaban el poder. Es por
eso que proponer la idea de un Jesús sin un concepto divino no debe de descartarse.

Jesús nace en un momento y un lugar demasiado singulares, hechos que podríamos


catalogar como precisos, puesto que nace en el momento en el que el Imperio Romano estaba en
su completo auge y en una comunidad que estaba a esperas de un salvador que los liberase del
yugo romano. Los judíos no querían a alguien que los limpiará de su pecado, sino a alguien que
hiciera grande de nuevo al pueblo de Israel. Esperaban la llegada de otro rey guerreo como lo fue
David.

Él tenía otras características. Él era alguien que se llenó de todo el conocimiento que
tenía su pueblo a disposición y que había llegado a la conclusión de que el amor incondicional
hacia todos es lo que acabaría con el Imperio. Era todo un revolucionario y todo un ser lleno de
bondad. Sabía que para hacer el cambio, necesitaba antes ser él el cambio. Por eso empezaba por
lo más desamparado por el Estado: la gente pobre y las prostitutas, quienes más pasaban por
situaciones de enfermedad y abandonó desastrosas. Estas gentes fueron viendo en él ese ser que
tanto hablaba el Antiguo Testamento. Ellos fueron los primeros en unirse a la empresa de Jesús.
Eso era a lo que temía el Imperio, alguien con delirios de revolucionario a que el pueblo le
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estuviera comenzando a creer. Por eso deciden condenarlo, para dar el mensaje al pueblo de que,
por más grande que sea ese espíritu, siempre terminará de rodillas ante el Imperio; para que
nadie más se le ocurriera la idea de levantarse en contra de su sistema de gobierno abusivo.

Por eso se le condena a muerte y ante un público, para acabar con el problema de forma
definitiva y dar un mensaje más que claro para los judíos. Muere crucificado al revés y diciendo
como últimas palabras: “Padre, por qué me has abandonado”. Muchos interpretan esa frase como
el momento en el que el propio Jesús se convierte en ateo, reclamando a Dios porqué si él estaba
promoviendo una filosofía alusiva a la paz y buscaba la liberación del pueblo escogido por él,
tendría que morir asesinado de forma tan cruda. Sintiéndose abandonado y tal vez decepcionado
por haber desperdiciado su esfuerzo en algo que nunca valió la pena.

Después de esto es sepultado y se nos narra que revive y encarga a sus discípulos que
repartan su enseñanza por el mundo, para luego subir a los cielos y sentarse a la derecha de Dios
padre. Una metáfora bonita, pero tal vez creada por la iglesia para dar cuenta que su Dios no cae
algo tan humano como la muerte.

En esa repartición es que comienza a separarse la religión tradicional judía y la cristiana.


Los judíos ven a Jesús celosos y con rabia por no haber logrado lo ellos querían, por eso no lo
aceptan dentro de su fe y lo acusan de farsante.

En la creación de la religión cristiana, de la que partirían muchas otras más, es que se


adoptan creencias y malas costumbres de los judíos, como por ejemplo la estigmatización de la
sexualidad y los ya mencionados machismo y misoginia. Creencias que han perdurado con éxito
aún hasta nuestros días y que chocan seriamente con el desarrollo social. Es habitual escuchar
gente mayor hablar del tema de la sexualidad como algo que debe ser secreto porque es algo
sucio, como algo que solo debe tener la finalidad de procrear y como algo que se entrega la
primera vez que se práctica y que se debe guardar hasta el momento de presentarse como esposo
y esposa ante Dios. O también oír gente, a veces no tan mayor, hablar despectivamente de las
mujeres en general y de cómo estas son inferiores a la figura masculina.

La conclusión seria entonces primero, alejar a Jesús un poco de ese trasfondo de hijo de
Dios y ver que, detrás de lo divino, existe una figura muy humana, que llega a ser
sorprendentemente más humana que muchos personas que tal vez algunos de nosotros hemos
llegado a conocer. Y, sobre todo, apreciar su enseñanza, pues es muy acertado que una doctrina
que tiene como base el amor incondicional hacia todos, puede trasformar sociedades y gobiernos
enteros. Años de historia nos han demostrado que responder con odio terminará generando, para
sorpresa de muchos, más odio ¿Por qué no intentar algo nuevo? Aparte, también apreciar la
cuestión sexual y deshacernos de conceptos anticuados que se han venido transmitiendo de
generación en generación desde hace mucho. El consejo más grande está en disfrutar con
responsabilidad.

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