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VI.

CONCLUSIONES
A través del análisis de los estereotipos de género presentes en las concepciones,
vivencias y experiencias de los y las jóvenes y adolescentes sobre las relaciones
afectivas y sexuales, la persistencia de modelos tradicionales de masculinidad y
feminidad, se pueden deducir numerosas deducciones basándonos en resultados reales y
actualizados.
Los estereotipos se encuentran fuertemente enraizados en la sociedad, marcando y
controlando las pautas de comportamiento que se esperan de hombres y mujeres,
definiendo los modelos de feminidad y masculinidad, sancionando aquellas conductas
que se escapan de los patrones de género admitidos. Estos arquetipos sustentan las
relaciones entre los géneros. Éstas tienden a caracterizarse por ser excluyentes al
establecer espacios, funciones, responsabilidades opuestas y particulares para hombres y
mujeres, pero fundamentalmente por ser discriminatorias, porque lo masculino es
considerado siempre superior a lo femenino. Así pues, los estereotipos distorsionan la
realidad y se han utilizado para justificar y legitimar las situaciones de desigualdad y de
dependencia que las mujeres han vivido con respecto a los varones en todas las
sociedades.
En todas las sociedades nos encontramos a lo largo de la historia estereotipos para cada
uno de los sexos. En la actualidad, un análisis de dichos estereotipos muestra que, pese
al avance dado por las mujeres en todas las esferas de la vida pública, en nuestra
sociedad están presentes modelos tradicionales de masculinidad y de feminidad, que
favorecen y legitiman relaciones y situaciones de desigualdad entre hombres y mujeres
y, en ocasiones, propician conductas de abuso y violencia. Así por ejemplo, en
numerosas investigaciones se constata que, aunque muchas mujeres tengan acceso a
ámbitos que les estaban vetados y vayan conquistando cada vez más espacios en la
esfera de lo público, sin embargo no se observa un movimiento recíproco de los
hombres por compartir las responsabilidades domésticas y privadas.
Al mismo tiempo, diversos trabajos han puesto de manifiesto que los estereotipos en
torno a lo que es ser un hombre de verdad y una buena chica están en la base de
experiencias negativas de violencia y abuso en las relaciones afectivas de adolescentes y
jóvenes. En los grupos de discusión se dibujan unas relaciones afectivas y sexuales
marcadas por la desigualdad y el dominio de los chicos sobre las chicas. Se naturalizan
las diferencias de género al mismo tiempo que se desvaloriza todo lo referente al mundo
de las mujeres. Y en el horizonte del mundo del amor y de la sexualidad aparece el
abuso, la prepotencia, la manipulación, el chantaje del varón sobre la mujer, y,
consecuencia de todo lo anterior, la justificación, en ocasiones, de la propia violencia de
género. Chicos y chicas han interiorizado unas relaciones de género en la esfera afectiva
que explican no solo la agresividad violenta de muchos varones, sino también el amor
de muchas mujeres hacia estos varones terribles.
La baja autoestima es también la causa principal de la supervivencia, arraigo y
multiplicación de los casos de tragedias producidas por la violencia de toda índole
infligida a mujeres, pues alimenta el llamado complejo de cenicienta.
La prepotencia masculina es caldo de cultivo para abusos y agresividad y para una
identidad “superiorizada” que acarrea invasión y negación de lo ajeno. La construcción
masculina se hace a costa de lo que sea o de quien sea, pues se hace por contraposición
a lo femenino. Ser hombre es simplemente no ser mujer, de ahí el rechazo que sufren
aquellos varones que no se acoplan al modelo masculino dominante.
En los grupos de discusión se ha detectado que la baja autoestima de las mujeres y la
prepotencia de los varones son dos rasgos patriarcales complementarios fuertemente
insertos en la mentalidad de nuestras chicas y nuestros chicos que aseguran la
reproducción y la continuidad de la sociedad patriarcal, a pesar de los cambios
legislativos positivos que se han producido en los últimos años. Esto explica para
muchas autores el hecho de que las cosas, es decir la situaciones de desigualdad y de
violencia en la que viven las mujeres, no cambien muchas veces cuando ya han
cambiado las bases jurídicas.
Estos resultados nos llevan a cuestionar los modelos que se están generando y
transmitiendo en esta sociedad a los y las jóvenes y adolescentes de hoy día. Nos
tenemos que preguntar qué modelos masculinos y femeninos nuestra sociedad está
proponiéndoles como referentes en el cine, las series de televisión, los deportes, la
moda, la literatura, los video-juegos, etc.
Por otro lado, tenemos que volver los ojos a las familias. Los papeles y las
responsabilidades de hombres y mujeres en el terreno doméstico revelan en gran parte la
forma en que la sociedad considera su naturaleza y sus capacidades y, por lo tanto,
construye las diferencias y desigualdades de género. En nuestra sociedad, las mujeres
tienen todavía a su cargo las funciones de cuidado y mantenimiento, que incluyen desde
tener y cuidar a los hijos hasta el amplio rango de actividades necesarias para la
supervivencia y bienestar diarios de los miembros de la familia. Los hombres pueden
participar en algunas de estas tareas, pero en general están mucho menos involucrados
en este trabajo que las mujeres. Y cuando lo están, parafraseando a un educador sexual,
están más de “interinos”, que de amos de casa, es decir, haciendo tareas puntuales, pero
no gestionando la actividad general y cotidiana del hogar.
Respecto al comportamiento social la mitad de los adolescentes consideran que se
valoran comportamientos sociales distintos según el sexo. Creen que existen perfiles de
conducta diferenciados según el sexo. Dicha percepción es importante considerarla en la
explicación de conductas sociales de los adolescentes. Respecto a las competencias y
capacidades los resultados indican que los adolescentes aceptan en porcentajes elevados
una diferenciación de capacitación en función del género. Aceptando una mayor
capacitación de las chicas para las carreras de letras y el cuidado de las personas y de
los chicos hacia carreras técnicas y de ciencias. Estas creencias, pueden incidir en las
elecciones profesionales del alumnado, siendo un aspecto digna a considerar en la
orientación escolar y profesional de estos colectivos.
Nuestro estudio podría concebirse dentro de este objetivo concreto, ya que el análisis
que realizamos visibiliza los estereotipos de género que se mantienen en las creencias
del alumnado de secundaria, con objeto de crear una conciencia crítica que propicie y
oriente las políticas de intervención y seguimiento sobre cuestiones de género, así como
el diseño estrategias didácticas y materiales didácticos ajustados a disciplinas y
contextos específicos, que supongan una alternativa desde la perspectiva de género.
Dentro de la sociedad todos manejamos una imagen donde proyectamos lo mejor de
cada cual y por lo tanto, esperamos ser aceptados; durante la adolescencia es la etapa en
donde se refuerza los modelos y roles aprendidos durante la infancia, los estereotipos
aparecen como indicadores de comportamiento, pensamiento, actitudes que están
considerados como modelos a seguir, y existen reforzadores que prestan ganancias, en
muchos de los casos sucede a nivel inconsciente.
De igual manera, se recalca que se debe poner especial énfasis en los medios de
comunicación, ya que a través de éstos se transmiten normas injustas y estereotipos de
género a nuestros niños y niñas que repercuten en su educación y posterior desarrollo.
Una de las principales conclusiones es que es importante desafiar los estereotipos de
género cuando las niñas y los niños son pequeños. Según Mmari es una oportunidad
para abordar estas actitudes y creencias —construidas socialmente, y no producto de la
biología de las personas— antes de que se consoliden más adelante.
Además, se concluye que “uno de los problemas es que generalmente miramos las cosas
a nivel individual, por lo tanto sentimos que si simplemente empoderamos a las niñas,
las hacemos sentir bien, entonces cambiaremos”. El problema se radica en que estas
adolescentes vuelven a sus hogares y a la escuela, donde reciben mensajes
contradictorios.
Los estereotipos están presente en los adolescentes en todas las dimensiones, siendo las
más frecuentes los relacionados a la edad e imagen corporal; lo cual podría estar
generando una desvaloración en la persona, denigrándola y limitándola en su desarrollo
integral y social en contextos más amplios, lo que podría afectar su autoestima y su
salud mental.
Respecto a los estereotipos de género y sexualidad, la gran mayoría de los encuestados
no presentan dichos estereotipos; siendo positivo porque permite una convivencia más
horizontal; sin embargo una minoría significante sí los presentan, lo cual limitaría el
comportamiento de la persona así como la toma decisiones, además que los llevaría a
que se expongan a conductas sexuales de riesgo para su salud.
Los estereotipos que están presente en los adolescentes en la dimensión género están
relacionados a la mujer considerándola más sensible emocionalmente, lo cual afectaría
su autonomía a su vez que podría estar generando conductas pasivas y dependientes
limitando.
Es necesario aplicar el mismo tipo de estudio en diferentes colegios para comparar
influencias estereotipadas del entorno, en las clases sociales, como son las clases alta,
media y baja y de qué manera afecta en su valoración de la imagen corporal.
Además se recomienda hacer un seguimiento a las estudiantes encuestadas para conocer
de qué manera se desenvuelven y afecta en su vida futura los resultados conocidos y el
éxito que consigue en ella.
Es importante realizar charlas con los padres para que sean ellos quienes se involucren
de mejor manera en el desarrollo de las habilidades sociales y personales y brindar una
mejor identidad a sus hijos y evitar posibles trastornos en un futuro.
Los adolescentes, constantemente son expuestos y se enfrentan a situaciones que alteran
su bienestar social y afectivo, pues losestereotipos provocarían que la persona cambie su
manera de ser, con el fin de pertenecer y ser aceptado dentro de un círculo social, que
les parece interesante o popular. Es por ello que con el paso de tiempo es más frecuente
encontrar problemas en los adolescentes tales como: la drogadicción, el consumo de
alcohol a temprana edad o en exceso, desórdenes alimenticios, baja autoestima,
discriminación, bullying, suicidios.
Por supuesto, lo anteriormente señalado responde al lado negativo de los estereotipos,
sin embargo es importante mencionar el lado positivo, puesto que repercuten
favorablemente en las personas que cumplen y se asemejan a los parámetros
establecidos como óptimos.
Realizar campañas de sensibilización y prevención a nivel de la Ciudad con el fin de
promover la construcción de la salud mental y de identidades estables con el fin de crear
competencias sanas entre las personas y no discriminatorias a partir de las que se
desarrollan importantes trastornos a nivel social.
Otro aspecto importante que se evidencia a través de la presente investigación es la
importancia de la coeducación emocional, es decir, una educación sentimental y erótica
que permita desbancar los modelos tradicionales de masculinidad y feminidad, que,
necesariamente ha de hacer hincapié en aspectos diferentes para mujeres y para
hombres, porque, como estamos viendo tienen diferentes aprendizajes culturales.
Así la coeducación emocional ha de proporcionar a las mujeres las habilidades
necesarias para defenderse de las agresiones afectivas y sexuales, chantajes,
desvalorizaciones y malos tratos, haciendo conscientes modelos amorosos y actitudes
que llevan a aceptar tales situaciones. En cambio, a los varones ha de hacerles
conscientes de los modelos masculinos que conducen a la práctica de la violencia sobre
otros varones, sobre las mujeres y los/as niños/as, y a la ocultación de otros sentimientos
como la ternura, el miedo o el amor y educarles en una nueva paternidad responsable y
compartida con las mujeres. Y a ambos ha de dotarles de autonomía y poder de decisión
económica, emocional y mental.
En una palabra, los varones y las mujeres han de ser educados para compartir en
igualdad la vida, sin dominación ni sumisión. En este sentido, la coeducación abarca
mucho más que juntarlos en un aula, sino que está dirigida a la eliminación de los
estereotipos sexistas, racistas y, en general, discriminatorios de las personas y a la
construcción de una sociedad más igualitaria y libre. Para eso, es necesario crear, por un
lado, modelos positivos que posibiliten nuevas identidades integradoras y, por otro,
facilitar la participación social de todos y todas en el marco de un conjunto de valores
sociales que incluyan el respeto, la igualdad, la libertad, la oportunidad de vivir juntos
en paz, la igualdad real de oportunidades de acceso al conocimiento y a la toma de
decisiones, etc., en una palabra, aprendiendo y ejerciendo en la cotidianidad del día a
día los derechos humanos.
La adolescencia es la etapa de la vida, comprendida entre los 10 y los 19 años, en la cual
tiene lugar el desarrollo de las características sexuales secundarias, así como la
adquisición de nuevas habilidades sociales, cognitivas y emocionales. Este proceso se
caracteriza por rápidos y múltiples cambios en los aspectos físicos, psicológicos,
sociales y espirituales Cada uno está influenciado por las circunstancias del momento
histórico y el medio sociocultural en el cual vive, la raza y el género al que pertenece, la
carga genética con la que nació y por la nutrición afectiva y alimentaria que recibió.
Específicamente los/as jóvenes/ adolescentes, en este período de desarrollo vivirán
numerosos cambios en diferentes aspectos (psicológico, social, físico, espiritual).
Cambios que influirán y formarán parte del proceso de constitución de identidad de
cada uno, que enmarcará su proceso relacional con el otro género. Es un período de
incertidumbres, de reconocimiento de las normas del mundo adulto, como así también
de sanciones sociales.
Por otro lado, la resistencia y la búsqueda de nuevas identidades o normas también
forman parte de su construcción personal, como así también, la importancia de la
valoración de su capacidad intelectual, para brindar opiniones y aportes tanto de
problemáticas que los aquejan como aquellas que respectan a la sociedad en general.
Por ello, la importancia de valorar este período, ya que está marcado por profundos
cambios, aprendizajes, construcción y deconstrucción de lo aprendido hasta el
momento. Es decir, lo que estos fueron aprendiendo en su proceso de socialización
diferencial, a través de los diferentes agentes socializadores (familia, club, iglesia,
escuela, medios de comunicación, etc.) serán cuestionados y reconstruidos. Será un
período de desarrollo constante que a medida en que se vaya acercando a la adultez irá
definiendo su identidad, sus formas conductuales e ideológicas y su sistema relacional
con el otro género.

Otro aspecto que debemos tener presente es el valor significativo que se atribuye a los
estereotipos, los cuales están relacionados con la discriminación y el trato que reciben
los grupos minoritarios, que son excluidos por personas que presentan estereotipos
negativos, que les conduce a tener actitudes prejuiciosas promoviendo la aparición de
comportamientos racistas y xenofóbicos.
Los estereotipos negativos pueden hacer que para los adolescentes sea complicado
mantener el autocontrol así como tomar decisiones apropiadas, volviéndolos agresivos y
hostiles; o por el contrario, los vuelve temerosos, inseguros, afectando de esta manera su
autoestima.
El tener una autoestima baja así como situaciones de crisis, pueden llevar a que una
persona desee o tome la decisión de someterse a una cirugía estética, pues creen que de
esa manera darán solución a un problema afectivo mejorarán su autoestima, serán
aceptados por los demás y se sentirán mejor.
Es durante la etapa de la adolescencia, en que el contexto social puede tener una
influencia determinante en la persona. Es por ello que, algunos adolescentes tienden a
burlarse de los demás, rompen cosas, beben, fuman, se drogan; todo ello porque cada
vez se sienten más presionados para cometer estos tipos de actos; incluso llevándolos a
cambiar su comportamiento y /o apariencia como por ejemplo: la ropa, peinados, gestos,
manera de expresarse, y posturas
.
Estos posibles cambios, son los que en la actualidad se están presentando de manera
repetitiva y los jóvenes imitan para ser incorporados dentro del grupo, para resaltar,
pues tienen miedo al rechazo. Es así como estas conductas suelen presentarse ya que el
adolescente, muchas veces, no tiene el valor para diferenciarse de sus amigos y hacerles
frente. Es importante mencionar, que los adolescentes, empiezan a experimentar una
fuerte preocupación por su cuerpo, y una obsesión por la aceptación de sus compañeros,
creando así, un ideal de imagen corporal a alcanzar.
El ideal de belleza está ligado a la cosmovisión que tiene los diferentes grupos sociales
en jun contexto de lugar y tiempo a través de la historia, y cada vez ha sido más difícil
de alcanzar. Por ejemplo, hace algunas décadas, se consideraba a una mujer hermosa
cuando poseía una figura con curvilínea y de forma voluminosa, posteriormente, se
pone de moda la esbeltez; considerando bello una figura delgada, el cual ha
permanecido hasta la actualidad.
En la etapa de la pubertad, la persona es particularmente vulnerable a ser influenciado
por patrones predominantes de su entorno inmediato, la prensa y otros medios de
difusión masiva como la televisión, como los personajes de referencia (cantantes,
modelos, etc.) son la vía
fundamental de este “conocimiento” y, en buena parte, la causa del problema; además,
juegan un papel importante propagando estereotipos, los cuales muchas veces hasta
influyen en la forma de comportarse y en la autovaloración personal del adolescente.
Los estereotipos, generalmente, están asociados a creencias ilógicas, prejuicios y estilos
de conducta que se transmiten culturalmente a través de la crianza, la educación, los
medios de comunicación, la publicidad, entre otros. Entre los estereotipos que tiene
mayor impacto en los jóvenes está los de personas famosas, con dinero o atractivas; y
con el objetivo de ser como ellos, terminan haciendo cosas de las que más tarde
lamentan. Los mensajes que estos estereotipos transmiten influyen más en la juventud,
puesto que son los jóvenes quienes están la mayor parte de su tiempo en las redes
sociales
La Real Academia Española define estereotipo como “una imagen estructurada y
aceptada por la mayoría de las personas como representativa de un determinado
colectivo”, siendo inculcadas a las personas desde que son pequeños y constantemente
influenciados por el contexto sociocultural en el que vive; siendo los estereotipos de
tipo cultural, social, racial y de físico.
Otro aspecto que influye en la construcción de estereotipos, como en el caso de los
estereotipos de belleza, es el poder de los medios de comunicación que puede provocar
insatisfacción corporal en las personas cuando no se ajusta a los parámetros establecidos
por la sociedad, las mujeres jóvenes son significativamente más vulnerables debido a
que desde la antigüedad la exposición pública de la belleza fue exclusivamente
femenina; sin embargo desde hace algún tiempo el cuerpo del hombre también es
expuesto en estos medios siendo por ello también susceptibles a esta situación.
Actualmente, en la sociedad aún persisten muchos estereotipos que pueden deberse a
diferentes características de la persona tales como clase social, edad, religión, etnia,
sexo, y los medios de comunicación son uno de los principales responsables; ya que a
través de ellos, nos llega una variedad de ideas e imágenes que, si bien nos permite
enterarnos de la realidad en que vivimos, también nos da una visión limitada y
tendenciosa de cómo vivir y de cómo ser; lo cual generará que las personas, y sobre
todo el adolescente, deseen imitar.
La presencia de estereotipos en la adolescencia es frecuente, debido a que es una etapa
de transición; en donde ocurren cambios biológicos, psicológicos, sociales entre otros
que influyen en su conducta para finalmente dar como resultado a un adulto maduro, sin
embargo por las características propias de la etapa esta se torna de gran vulnerabilidad y
riesgo, considerando que el adolescente busca la aceptación y pertenencia a un grupo,
que junto al aspecto físico, son elementos que están muy relacionados a la autoestimas.
Para lograr una autoimagen completamente integrada, el adolescente revisa
minuciosamente los cambios que su cuerpo va presentando y evalúa los recursos que su
entorno le brinda para mejorar su apariencia, conducta y pensamiento.
La existencia de estos “patrones”, establecidos y compartidos en la sociedad, supone
una importante presión para las personas, y sobre todo para el adolescente, quien se
encuentra en la búsqueda de su identidad y de su auto aceptación.
Es así como, la aceptación de sí mismos va a depender de los criterios que maneje su
grupo de pares su grupo de pares, los cuales, están condicionados por patrones de moda
que la sociedad impone; es así que los jóvenes se hallan en un lugar en donde la
sociedad, los medios de comunicación, amistades, familiares, entre otros; lo llevan hacia
patrones que muchas veces están relacionados al género, a lo económico, a lo físico,
entre otros.
Las ideas y creencias sobre la adolescencia, recogidas en los estereotipos enunciados,
están bastante extendidas en nuestro contexto social. Como hemos visto, se da una
moderada tendencia a confirmarse los estereotipos, ya que en la mayoría de los casos las
puntuaciones medias, en una escala de uno a cinco, se situaron ligeramente por encima
del valor intermedio. Las opiniones que conciben la adolescencia como etapa difícil del
desarrollo, aunque son deudoras de creencias erróneas y prejuicios largamente
mantenidos, no son totalmente gratuitas, ya que sí es cierto que los adolescentes sufren
cambios importantes en los aspectos o dimensiones del desarrollo, que requieren de
ellos y de las personas que les rodean un esfuerzo y capacidad para lograr el ajuste y la
adaptación personal y social, lo que no siempre se consigue sin dificultades y
problemas.
Pero no por ello puede considerarse al adolescente como un problema. Unos
estereotipos reciben mayor aprobación que otros. Los más aceptados por los sujetos de
la muestra son los relativos a la preocupación de los adolescentes por los cambios
físicos y por tener un aspecto exterior atractivo, el que se refiere a la adolescencia como
etapa llena de problemas y el que plantea la aceptación o rechazo de las normas de
conducta social establecidas. En cambio, están menos arraigados los estereotipos que
reflejan la idea de que los adolescentes "son difíciles de tratar y comprender" o los que
los conciben como personas interesadas únicamente en divertirse. Tampoco recibe una
especial aprobación la idea de que las mujeres se preocupan más que los hombres por su
aspecto físico o la que supone que se sienten frecuentemente cansados.
Por otra parte, creemos que es necesario también que los educadores tomen en cuenta
las necesidades y dificultades que los adolescentes encuentran en su camino hacia la
adultez, diseñando pautas de intervención que les ayuden a conocer y asumir su propia
realidad, desde una perspectiva positiva y no tan estereotipada como actualmente lo
hace. No deja de sorprender que los propios adolescentes hayan interiorizado los
estereotipos igual que los adultos.
A través de la información obtenida por medio de entrevistas y encuestas, se pudieron
lograr los objetivos propuestos, esto permitió describir y analizar cómo se desarrolla la
cotidianeidad de los jóvenes, sus razonamientos y principalmente su perspectiva sobre
género y violencia de genero.
De esta manera, también se pudo evidenciar diferentes situaciones problemáticas que
surgen producto de las relaciones sociales en su cotideaneidad, que muchas veces son
naturalizadas, y que en sus relatos evidencian la creencia en mitos o estereotipos,
precisamente a lo que respecta a estereotipos de género y violencia de género.
Se indagó cual es el accionar de la institución escolar frente a este tipo de situaciones,
las respuestas más recurrentes tienen que ver con que invisibilizan, no se entrometen,
son indiferentes o que no se encuentran capacitados para intervenir en este tipo de
cuestiones. Fiel reflejo de lo ocurriría en la mayoría de las escuelas de la ciudad, donde
si bien se cuenta con la ley de educación sexual integral, la ejecución de la misma queda
a mera voluntad de los directivo o docentes de las instituciones escolares. Lo que es más
preocupante de esta situación, es que se vulneran los derechos de los jóvenes, que es el
principal interés que deben defender y promover, los integrantes de la comunidad
educativa que se encentra a cargo de la educación de los jóvenes estudiantes.
Finalmente, llegados a este punto, se hace necesario mirar hacia la escuela. A pesar de
que, probablemente es el escenario más igualitario en el que participan los chicos y las
chicas, sin embargo hay que poner una gran interrogación a la labor coeducadora que
está llevando adelante, sobre todo cuando al analizar los valores que se trabajan en
nuestras escuelas, descubrimos que los valores coeducativos.

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