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Fragmento de
Fragmento de
Faltaba el exclamar de los cobres bruñidos en la pueril alegría de una obertura vienesa y
la risa de los niños, fresca y gozosa, coreando el ulular de las trompetas y la ronca
respuesta de los bajos ancianos.
Y acá, desde el banco impasible, un hombre de ojos cansados y gestos tristes, aspira la
brillante, bullente, despreocupada tibieza del parque.
Un hombre entre las risas, el sol, los niños, la glorieta. Uno que parece haber perdido la
costumbre de reír y regresa para aprender de nuevo.
Mas, solo la ceniza imperceptible del crepúsculo se reclina en los setos rechonchos.
El hombre está solo en el parque. Sin pensar: extraviado. Por dentro lleva suelta la
fantasía del atardecer.
Entonces, uno de esos perros despojados que parecen motas de lana sucia, pasó,
despectivo, frente a él, moviendo la robusta cola llena de fango. Era un perro de elevado
linaje caído en desgracia. Un noble arruinado. Sin embargo, no se resigna a despojarse
de sus reales atavíos. Sostenía aún el orgullo de su casta. Era un mendigo en frac. Como
él: «Álvaro Fernández, un mendigo en frac». Podía no serlo, acaso era él solamente un
mendigo sin frac, siempre agachaba la cabeza y no había tenido nunca un buen traje.
Pero sonaba bien esa frase: rotunda y redonda como le gustaba hacerlas; paladearlas,
moldearlas en todas las cavidades de la boca.
Tenía la pasión de las frases bonitas. Algunas las maduraba semanas enteras y luego se
complacía en decirlas en todos los matices de la voz, hasta cansarse. Ahí estaba una que
sonaba muy bien: Álvaro Fernández, un mendigo en frac.
Aunque este llevara más dinero en el bolsillo se vería bien con corbata. No pensaba que
él tampoco se vería muy bien en overall.
Salvador Garmendia
(Novela corta)
Año 1946
OFICIO DE POETA
El Chino” Valera Mora
ENRRIQUETA TERAN
La poetisa recoge hierba de entretiempo,
pan viejo, ceniza especial de cuchillo;
hierbas para el suceso y las iniciaciones.
Le gusta acaso la herencia que asumen los fuertes,
el grupo estudioso, libre de mano y cerrado de corazón.
Quién, él o ella, juramentados, destinados al futuro.
Hijos de perra clamando tan dulcemente por el verbo,
implorando cómo llegar a la santa a su lenguaje de neblina.
Anoche hubo piedras en la espalda de una nación,
carbón mucho frotado en mejillas de aldea lejana.
Pero después dieron las gracias, juntaron, desmintieron,
retiraron junio y julio para el hambre. Que hubiese hambre.
La niña buena cuenta hasta cien y se retira.
La niña mala cuenta hasta cien y se retira.
La poetisa cuenta hasta cien y se retira.