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Evangelista Ávila, 1

A. Rastreo y evaluación de la información

José L. Evangelista Ávila

1. Tipos de bibliografía u obras consultadas según su


relevancia

Las fuentes bibliográficas u obras consultadas se dividen en tres grandes bloques


acorde a su relevancia para nuestra investigación y a nuestro punto focal a abordar. Las
fuentes primarias son aquellas que podríamos denominar fuentes originales y base de la
investigación, mientras que las segundarias son elaboraciones que abordan este material
inicial y, las terciarias, las referencias que dan cuenta de ambas a partir de pautas más
generales. Un buen manejo y equilibrio de fuentes nos permite realizar una investigación y
la comprensión de los contenidos que conforman nuestras lecturas para la misma.

Rasgo/Fuente Primarias Secundarias Terciarias


Material original y Análisis e Guías y recursos de
Origen creativo venido de la información venidos carácter general que
fuente (autor, hecho, de especialistas y permiten el acceso y
etc.) comentaristas sobre registro de las
la fuente primaria fuentes previas
Brindan una
Exponen el resultado Permite el acceso, aproximación
Finalidad de una reflexión, abordaje y crítica de referencial a los
análisis, etc. las fuentes primarias contenidos de las
fuentes previas
Comentarios y
análisis que Ofrece
Referido a la Base para la permiten ahondar en descripciones,
investigación elaboración de una rasgos no siempre fuentes y contextos
explícitos de una para su realización
fuente primaria
Fundamenta los Soporta y apoya a Auxilia en la
Alcance datos de la los datos de la comprensión e
investigación investigación interpretación de los
datos
Kierkegaard, Søren. Dip, Patricia. Teoría Ferrater Mora, José.
Ejemplo Las obras del y praxis en Las Diccionario de
amor… obras del amor… filosofía…
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Su denominación como “bibliografía”, “obras consultadas” o “fuentes” deviene del


uso dado en la investigación, se trata de las “fuentes” de que ha de surgir.
Tradicionalmente, en investigación documental, se trataba de documentos impresos por lo
que la referencia etimológica a “bibliografía” era acertada en todos sus aspectos. Esto
último, de forma extensiva, puede aplicarse por su uso a recursos que no sean impresos o
libros, como se ha hecho con independencia del origen etimológico de la palabra, no
obstante hay quienes para salvar tal desfase etimológico han propuesto el uso de “obras
consultadas” dada su mayor comprensión.

2. Rastreo de fuentes y discriminación de la información

Para cualquier investigación resulta esencial una apropiada sustentación


documental, este elemento refleja la capacidad del autor para manejar una herramienta
básica del investigador, su habilidad y profesionalidad para ubicarse en el desarrollo de su
área de estudios y formalidad en la investigación, en pocas palabras, la sustentación
documental de cualquier investigación puede representar por sí sola el rigor de la misma,
bien no por tal puede deducirse de tal sin lugar a dudas su calidad.
“Investigar” sin recurrir a otras fuentes se transforma en un mero divagar cuyos
resultados, en el caso de haberlos, raramente se conviertan en un aporte real en el área de
estudios o siquiera al autor y esto debido precisamente a carecer de una base documental
suficiente. Si recordamos uno de los diálogos entre Alicia y el Gato de Cheshire1 y lo
adaptamos a nuestros objetivos, enunciaríamos que a final de cuentas puede llegarse a
“algo” si se escribe lo suficiente, pero tal no implica que tal sea un punto al que alguien
desee llegar o siquiera tenga sentido llegar ahí, es decir, bien podría permanecerse perdido
o, como en el caso de Alicia, continuar en el País de las maravillas y, en los más de los
casos, expuestos a un mayor peligro.
De la falta de dominio en el manejo de fuentes documentales, podemos argüir y
puntualizar los siguientes aspectos:
– Carencia de dominio de las herramientas y habilidades básicas de un
investigador
– Falta de capacidad y formalidad en la investigación
– Resultados infundados
– Ausencia de conocimientos en torno al estado del arte de la cuestión a
trabajar
– Ignorancia general sobre el tema abordado
– Resultados irrelevantes

1
Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?
–Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar –dijo el Gato.
–No me importa mucho el sitio... –dijo Alicia.
–Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes –dijo el Gato.
–... siempre que llegue a alguna parte –añadió Alicia como explicación.
–¡Oh, siempre llegarás a alguna parte –aseguró el Gato–, si caminas lo suficiente!
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Lo anterior por mencionar algunos rasgos que resultan suficientes para descartar un
trabajo sin mucha dificultad. Podrá verse sin dificultad que esta pauta metodológica puede
salvarnos (y a nuestros resultados con nosotros) de aferrarnos, cual José Arcadio Buendía, a
postular el hielo como el invento de nuestra era2 o a crear “nuevos lenguajes y conceptos”
para elementos que han existido y han sido analizados hasta el cansancio.
Siendo así, tal como Alicia pregunta al Gato por caminos, un investigador ha de
preguntarse por sus recursos a consultar en el desarrollo de su investigación, incluso
resultan centrales para el inicio de cualquier avance y para la elección del tema.
Dividiremos en tres conjuntos (impresos, electrónicos y otros) los recursos para la
investigación documental, cada uno posee sus pros y contras, al tiempo que exige la
consideración de diversos elementos para la aproximación y obtención de los mismos en un
primer acercamiento, en tanto que la profundización en ellos solo podrá venir de una
lectura y recolección de notas apropiada e insustituible que conformará un segundo
acercamiento.

a. Recursos impresos

¿Cómo acercarse a un libro?


A primera vista parece algo sencillo, no obstante puede ser todo lo contrario. Se
trata, si así se quiere, de cierta ritualidad que quizá el lector consuetudinario pase ya por
alto, pero quien recién se aproxima a la lectura desconoce. Una idea expresada de varias
formas parece darnos la razón, es aquella que indica que no hay a quien no guste de la
lectura, sino que no se ha encontrado la lectura adecuada para despertar este gusto. Esta
situación se agrava cuando buscamos lecturas apropiadas para una investigación, pues no
buscamos ya una lectura cualquiera y sin una finalidad preestablecida más allá del gusto,
sino se trata de la recolección de documentación específica que nos auxilie a sustentar una
idea o postura definida en torno al tema a tratar.
Indicaremos diez puntos básicos a considerar para la elección de una obra, con
independencia del uso que hayamos de darle y que resultan elementales para la elección de
todo documento. Estos son:
1. Intención/utilidad. No hay lecturas plenamente inocentes, detrás de cada
lectura hay una intención y debemos considerar la utilidad que dicha
lectura pueda aportar a satisfacerla. Este punto es esencial tanto para la
lectura propia como para los grandes programas de promoción de la
lectura que, una y otra vez (aunque no siempre), han fallado en acercar a
las personas a la lectura. Para quien se acerca a la lectura es absurdo
plantear la lectura cabal de una obra de gran envergadura, así se trate del
“Quijote” o de Crimen y castigo; quien busque pasar el tiempo tampoco
deberá acercarse a documentos extensos o que remitan a una reflexión o

2
Cfr. García Márquez, Gabriel. Cien años de soledad
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interiorización profunda por parte del lector y, de este mismo modo, una
investigación deberá cuidar los documentos a que se aproxima y
considerar su carácter, por ejemplo, documentos demasiado introductorios
pueden ser de utilidad para consultar ciertos puntos pero, si es necesario
recurrir a cubrir los puntos más básicos habrá que preguntarnos si estamos
preparados para dicha investigación y, en el caso de una respuesta
afirmativa (pues nunca está de más aclarar dudas y la revisión
bibliográfica), considerar si es apropiado utilizarlos directamente a través
de citas o paráfrasis en el documento final. Así pues y no está de sobra,
podríamos indicar también que en este punto debemos considerar el tema
de la obra.
2. Autor. Una vez considerada la finalidad/utilidad de una obra hay que
cuidar el autor de la misma. Por equívocos del lenguaje un título puede
implicar dos o más cosas sobremanera distintas, lo cual sucede, por
ejemplo, con el concepto “metafísica” que dentro de la filosofía posee un
significado y abordaje muy diferente al que presentaría en el esoterismo,
por lo que resulta sobremanera distinto remitir a una obra con ese título
cuyo autor es Aristóteles a una firmada por “el iluminado Dr. X”.
Estas distinciones que podría parecer sencillas de ubicar adquieren
mayor relevancia conforme se profundice en los estudios propios, pues
lograr ubicar al autor de una obra nos indica ya una tendencia en su
escritura, así como un estilo, implicaciones de tiempo, espacio, etc. Esto
no significa que se haya de poseer la capacidad de ubicar a cuanto autor
ha publicado una obra, por lo que resulta importante señalar que no se
trata solo de que la obra presente el nombre del autor, sino que permita
señalamientos respecto al mismo. Esto resulta muy importante al
contrastar el autor con el tema de la obra, dado que las referencias a un
autor (grados académicos, experiencia profesional, etc.) pueden, más que
apoyarlo, desacreditarlo cuando escribe respecto a temáticas impropias de
su área profesional.
3. Datos bibliográficos completos. Es necesario que una obra posea los datos
completos que nos permitan ubicarla, especialmente si su finalidad es la
investigación, ahora bien, este punto acepta ciertas excepciones no
relacionadas con el año de publicación de la obra, por lo que podría
carecer de ISBN u otro elemento.
Pero, si no se trata de una investigación ¿por qué no utilizar obras
con datos bibliográficos incompletos? El motivo es sencillo, es posible
que se trate de una edición apócrifa o que no se encuentre apegada a la
ley, situación que no debe apoyarse mediante la compra de las obras.
4. Traductor. Derivado del punto previo, siempre es importante ubicar al
traductor de la obra, no solo por el peso que pueda guardar en relación a
la obra sino debido a que una de las problemáticas sufridas en el ámbito
editorial y referido su legalidad se encuentra en el “robo de traducciones”.
Ahora bien, en un marco académico, una traducción es un producto
cultural importante y para su realización es necesaria una gran
preparación no solo en el idioma, sino en el área de estudios y una
actualización constante en torno al autor traducido, razones que no se
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agotan en el mero “cambio de idioma” sino en las cuales se ve


involucrado un lenguaje especializado cuyos yerros pueden involucrar
profundas complicaciones en el estudio de un autor, así se trate de
“sinónimos”. Por esta razón es importante, cuando ubiquemos ciertos
autores de nuestro agrado e interés, realizar una breve investigación sobre
los traductores de su obra a nuestro idioma, sus pros y contras, ya que en
algunos casos más que leer a los autores, leemos a sus traductores. De ahí
la importancia de un buen traductor, lo que puede reflejarse en que
incluso hay estudiosos que “han hecho carrera” especializados en la
traducción de un autor.
5. Revisión y lectura rápida. Ubicado que todo (aparentemente) se encuentre
en orden con nuestra obra podemos proceder a considerar el índice para
confirmar que sus contenidos puedan sernos de utilidad. Sin embargo esta
revisión deberá acompañarse de un vistazo rápido a la introducción y
algún punto de referencia que consideremos importante en la lectura, esto
a través de una “lectura rápida” o “lectura en diagonal” de los contenidos
pues el mero índice no siempre es una buena referencia, situación cada
vez más común en autores posmodernos cuyos títulos deliberadamente
pueden resultar poco o nada ilustrativos, o para aquellos que solo
enumeran las partes de la obra.
En caso de tener un estudio introductorio o presentación de la obra
por un tercero, se recomienda la revisión de tal, pero teniendo cuidado en
el caso de obras narrativas en que tales estudios pueden indicar el
desenlace de la obra.
6. Formato/edición. La forma en que se nos presenta una obra puede ser
decisivo y no referimos a si se trata de un formato rústico o en pasta dura,
sino a la manera en que son presentados los contenidos. Además de la
revisión para considerar que la impresión sea correcta (sin faltantes, hojas
invertidas, etc.) hay que cuidar el respeto de los contenidos originales, sin
cortes, omisiones o partes eliminadas, así mismo, en el caso de antologías
o compilaciones que involucren autores de nuestra preferencia es
importante considerar la procedencia original de los documentos, pues se
da el caso en que los editores extraen fragmentos de una obra, se les
impone un título nuevo y son publicadas como parte de una antología. Es
importante entonces considerar el origen de los documentos incluso para
no repetirlos.
7. Obras consultadas. Tal como en la realización de nuestros trabajos, al
aproximarnos a una obra es menester realizar la revisión de trabajos en los
cuales se ha basado el autor. Esto puede realizarse a través del apartado
específico dedicado a tal, por medio del índice onomástico o tras una
breve revisión de las obras citadas a pie de página durante el documento.
8. Aparato crítico/Ediciones críticas. En especial para la investigación es
preferible el uso de aquellas que posean un “Aparato crítico” o se trate,
expresamente, de “Ediciones críticas”, es decir, aquellas realizadas a
través de varios elementos colegiados que las hacen específicas para su
uso en investigación (lo que no elimina su aprovechamiento para otros
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fines) y generalmente estructuradas bajo características internacionales


(paginación, traducción rigurosa, etc.).
9. Complementos. Derivado del punto previo y junto con él, es común a
estas ediciones (aunque no limitados a ellas) poseer complementos de
diversa índole que pueden ser de gran utilidad para la lectura y estudio de
diversas obras.
10. Estado. Finalmente, cuidar el estado de la obra, en especial si se trata de
obras usadas o antiguas, cerciorarse que no posean hongos que pueden
invadir no solo nuestra biblioteca personal sino incluso dañar nuestra
salud. Sin embargo eso no implica dejar ir algunas joyas que, por el
tiempo de su edición, podrían no conseguirse de otra forma. En estos
casos resta hacer uso de la tecnología, si bien es prácticamente imposible
aplicar un método para contrarrestar esta situación, podemos (mediante
las precauciones necesarias) fotocopiar o escanear la obra para luego darle
un destino que permita nuestra seguridad y la de la obra original (ya sea
resguardarla, realizar una donación a una biblioteca donde pueda ser
fumigada adecuadamente, etc.).

Artículo
Los materiales impresos no se agotan en los libros, especialmente en la
investigación es común encontrarnos con artículos, para los cuales también es menester
poseer parámetros para su discriminación rápida a partir de algunos elementos, así pues,
¿cómo acercarse a un artículo?
Hay dos parámetros a considerar cuando se presenta un artículo para su lectura,
estos son la revista en que aparece y el artículo en sí mismo. Iniciemos por lo relativo a la
revista, es importante considerar:
1. Área de estudio. Las revistas dedicadas a la difusión cultural o propiamente a la
publicación de artículos de investigación (sea de corte científico, filosófico u
otros) proceden a través de una apropiada delimitación de contenidos, por lo
cual es importante considerar el área a que se enfocan para evaluar la pertinencia
de los contenidos que en ella puedan aparecer. Partiendo de tal, es viable
recuperar artículos para estética de una revista sobre arte, o para filosofía de la
ciencia obtener apoyo de una científica, pero sería bastante extraño y casi
seguramente inapropiado remitir a pautas éticas desde una revista de mecánica
automotriz.
2. Consejo editorial. A diferencia de un periódico, donde en muchos casos basta
destinar o presentar nuestro escrito, una revista especializada debe contar con un
Consejo editorial que se cerciore de la pertinencia de las publicaciones que en
ella aparecen. El grado de especialidad y reconocimiento de una publicación
puede considerarse a través de su consideración como una revista indexada o
arbitrada, siendo tales aquellas que por sus filtros de publicación venidos de su
Consejo editorial son ubicadas como publicaciones de calidad, actualidad y
aporte constante en su área.
3. Periodicidad. En especial para aquellas publicaciones que aún no han sido
reconocidas es importante considerar no solo su periodicidad, sino el
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cumplimiento de la misma. Si nos encontramos ante una revista que se dice


semestral pero sin coincidencia entre el número de publicaciones y el tiempo
que se tiene en circulación es probable que esta revista adolezca de seriedad. No
obstante este parámetro admite varias pautas a considerar que bien podrían
resultar atenuantes o plenamente justificaciones válidas (revistas con subsidios a
las que se reduce el presupuesto, venidas de espacio donde la investigación en el
área es reducida, aquellas que por cuestiones políticas se ven amedrentadas,
etc.).
La revisión del artículo, como tal, también presenta otros puntos que deben ser
tomados en cuenta por el investigador:
4. Autor. Además de la facilidad para ubicar al autor del material, deben
presentarse las “credenciales” del mismo, es decir, los datos que nos remitan a
su quehacer y formación. Generalmente en las revistas especializadas, estos
datos remiten a su grado académico y espacio laboral, dos rasgos que nos
develan, aunque no de modo indubitable, su “autoridad” para escribir en torno a
cierto tema. De igual manera, cada vez son más las revistas que acompañan
estos datos con el email del investigador, situación de gran ayuda pues podría
permitir establecer un contacto con él.
5. Abstract/Resumen. Tras el título y el autor de un artículo es cada vez más
común encontrar el espacio destinado a una referencia breve del artículo
(generalmente alrededor de las 250 palabras) donde se exponen las
problemáticas a desarrollar en el trabajo, una especie de “planteamiento del
problema” reducido que servirá de guía al posible lector del trabajo cuyas
interrogantes en torno a la lectura del material, en su acercamiento a la obra a
través del mero título, no siempre quedan satisfechas. Así pues, la consideración
de estas líneas son de capital importancia al momento de decidir destinar un
tiempo a la lectura de la obra.
6. Palabras clave. Junto con el Abstract o Resumen, al cual generalmente
acompañan y siguen, su uso va en aumento. Si bien presentadas como punto
secundario puede recurrirse a ellas de modo previo al Abstract/Resumen pues en
ellas (generalmente de cinco a ocho) se sintetizan los conceptos indispensables
sin los cuales se haría imposible la investigación que se nos presenta. Además
de ser de gran utilidad especialmente a través de búsquedas por medios
electrónicos.
7. Obras consultadas. Ha de considerarse por lo puntos ya enunciados en lo
relativo a nuestra investigación y en la aproximación a los libros, este espacio es
una garantía, si bien no infalible, sí de bastante relevancia al momento de
considerar una lectura (para investigación), cualquiera que sea su tipo.
8. Lectura en diagonal. Como último punto, es preciso recordar que una revisión
rápida de los contenidos a través de una lectura en diagonal nunca se encuentra
de sobra. Tanto para la revisión del lenguaje utilizado en la obra3 como para una
mejor aproximación a los contenidos en general.
3
El lenguaje utilizado debe guardar un uso técnico equilibrado, su ausencia pude demostrar falta de
profesionalización y, su exceso, temor venido de la misma situación por lo que ha de permitir claridad y
comprensión.
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b. Recursos electrónicos

Negar la relevancia de los recursos electrónicos y su uso como una herramienta


imprescindible para la investigación, de cualesquier tipos, es un grave error en la
actualidad. Las causas de lo anterior pueden ser varias, sin embargo la más relevante es el
temor a la tecnología y la ruptura generacional de los ahora inmigrantes digitales, no
obstante de estos últimos hay una amplia variedad en lo referente a su relación con el
manejo de los recursos electrónicos. Si bien el poco manejo de estos recursos es una
situación comprensible por el factor generacional, tampoco ha de olvidarse el surgimiento
de tal debido a cuestiones de marginación social, especialmente en países como el nuestro y
la transmisión de diversos vicios en el rastreo y manejo de la información. Sin embargo,
¿son tales los únicos problemas ante con los recursos electrónicos?
Tal como en lo referido al analfabetismo el problema se ha modificado y atañe
especialmente la iletración, respecto al uso de los recursos digitales buena parte de su
problemática deriva del incorrecto o nulo uso con fines académicos. Son altos los
porcentajes de uso de la tecnología destinado ya sea al ocio y a brindar comodidades en
buena parte innecesarias y que acarrean un creciente número de individuos incapaces de
realizar tareas hasta hace algunos años consideradas ordinarias, o a la satisfacción de
diversas incomodidades surgidas en la carencia de las nuevas y artificiales necesidades,
esto en lo general, en lo particular, los recursos electrónicos refieren a un uso muy
rudimentario por parte de sus usuarios quienes los remiten igualmente al ocio,
esparcimiento y desarrollos mínimos que dejan mucho que desear.
Aunado a lo anterior, gran cantidad de los asesores en investigación carecen de las
habilidades más básicas en el rastreo de la información y su discriminación, habilidades que
o evita compartir con sus alumnos o lo hace con los yerros que ya posee. Esto sin
mencionar el mínimo manejo que realiza de otros elementos necesarios para el manejo y
elaboración de investigaciones. Para toda persona dedicada a la investigación deberá ser
ineludible el manejo de varios recursos digitales (obviando el uso del equipo de cómputo o
equivalente), a los que se recomienda se adentre gradualmente, estos son:
• Manejo de un procesador de textos
• Manejo de un navegador
• Dispositivos portátiles para el almacenaje de información
• Nube
• Elaboración de documentos en línea
• Programas para la recuperación de información
• Entre otros
El desarrollo de los enunciados, así como de otros, excede los objetivos del presente
manual, por lo que solo se abordará mínimamente lo referente a las principales pautas para
el rastreo y la discriminación de un documento en línea, considerando su posible utilidad
para una investigación.
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Iniciemos por algunos rasgos básicos que nunca se encuentran de más. Se denomina
como Tecnologías de la información y la comunicación (TIC) a todas aquellas herramientas
mediante las cuales es posible la transmisión de material visual, audiovisual y sonoro a
través de diversos materiales y soportes, lo cual implica desde materiales impresos a los
últimos avances en el almacenamiento digital. No obstante su uso ha aumentado
notoriamente a partir de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (a las
que generalmente refiere TIC) dadas con la proliferación del uso de las computadoras y el
surgimiento de otras tecnologías en las últimas generaciones.
Resulta ingenuo afirmar que la proliferación de las TIC por sí mismas indican una
mejora en su uso, en los beneficios u otros rasgos educativos y de investigación, como por
desgracia parecen suponer muchas de las estrategias educativas de los últimos años.

Rastreo
El rastreo de la información a través de la red hace necesario el uso de navegador y
algunas herramientas dentro del mismo. Como primer paso, el investigador ha de ubicar el
manejo básico de los denominados buscadores, es decir, de un motor de búsqueda que a
través de un sistema informático especializado detecta información en diversos
archivos/websites almacenados en la red. En nuestro país los buscadores más recurridos
para el uso de sus servicios son Google, Yahoo! y Bing, contando cada uno con diversas
características y servicios alternativos cuya utilidad no está de más revisar acorde a las
exigencias de cada usuario.
La obtención de información en línea adolece generalmente de dos aspectos, el
primero se encuentra en las herramientas de búsqueda, el segundo en la discriminación de
los resultados. Demos inicio por algunas herramientas básicas cuyo manejo facilitará el uso
y optimizarán la obtención de resultados en nuestras búsquedas.
Durante algunos años se utilizaron los operadores booleanos como herramienta
principal para la mejora de resultados en los buscadores, no obstante su uso se ha perdido
por el desconocimiento general de los mismos y por su integración automática a algunos
motores como Google. Sin embargo hay algunas recomendaciones que, pese a esto, es
necesario enunciar respecto al uso de otras herramientas existentes.
Sin embargo, antes que la aplicación de herramientas es necesario formalizar el
lenguaje en la búsqueda, un lenguaje con menos equívocos y ambigüedades no solo evitará
la mezcla de resultados en la búsqueda de algún concepto, sino que el lenguaje técnico
brindará resultados con mayor probabilidad de ser información apropiada. De igual manera,
la selección de conceptos y la reducción de los mismos resultan de suma importancia por lo
que pueden y en muchos casos deben evitarse los pronombres y las preposiciones, por
ejemplo.
Una alternativa más es utilizar los símbolos + o - antes de una palabra (y sin espacio
entre ellos y dicha palabra) para que sean mostrados solo los resultados que contienen o
carecen, respectivamente, de la palabra indicada después del signo.
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Aplicados los parámetros previos podemos ver los resultados al buscar las
siguientes palabras: la filosofía mexicana a principios del siglo xix.
Búsqueda normal:

Búsqueda con reducción de palabras:

Agregando a la búsqueda un autor que deseamos sea referido en el cuerpo del


documento, en este caso Zea (por el autor Leopoldo Zea):

Por el contrario, si deseamos que no aparezcan referencias a dicho autor:


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Las variaciones que se observan en los resultados se deben a que, además de los
parámetros referidos en las búsquedas, el motor de búsqueda involucra conceptos asociados
o relacionados que “considera” de utilidad para quien ha realizado la consulta.
Una de las herramientas más apropiadas para realizar búsquedas específicas es el
uso de las comillas. Cuando se realiza una búsqueda, las palabras indicadas son ubicadas en
un documento en cualquier orden y con independencia de si guardan o no relación entre sí.
Esto es claro cuando realizamos una búsqueda con una negación, por ejemplo, pues muchos
documentos que cuestionan o afirman la posición llevan negaciones en el resto del
documento y no realizan una negación del concepto, por lo que el motor de búsqueda
detectará lo anterior (existencia del concepto buscado y de la negación, del “no”) y, con
independencia de que busquemos lo contrario, nos arrojará esos resultados. Este es un
ejemplo de lo que sucede:
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Todo lo contrario que al utilizar una frase entrecomillada. En tal caso nos brinda los
resultaos que involucren las palabras escritas en el orden indicado. Esto tiene como efecto
la reducción de resultados y precisión en la búsqueda, lo que se traduce en una
optimización de los resultados. Para este ejemplo retornemos a nuestra frase inicial, lo que
nos permite mostrar resultados evidentes.
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Las comillas, además del uso para la búsqueda de frases precisas, es también de
bastante utilidad para el uso docente cuando existe la sospecha de que algún alumno ha
entregado un ensayo o trabajo “copypasteado”, es decir, plagiado, para ello solo es
necesario ubicar una frase y buscarla entrecomillada en cualquier buscador.
Junto con las comillas es permitida su combinación con los elementos ya
enunciados (+, -), así como con otros. El uso de un * (asterisco) en frases entrecomilladas
permitirá al motor de búsqueda sustituir dicho símbolo por una palabra o frase.
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Lo mismo sucederá si se utiliza un símbolo de asterisco en una palabra inconclusa


como “prof*”, con lo que se obtendrán resultados como profesor, profesora, profesional,
profesionista, professor, etc.
Existen otras herramientas que nos permiten especificar el sitio donde deseamos
realizar la búsqueda, para lo cual se deberá indicarse aquello que se desea buscar, seguido
de un espacio y “site:” junto al que señalaremos la dirección (sin el triple w) en que realizar
la búsqueda. En el siguiente ejemplo puede observarse como todos los resultados incluyen
en su dirección el dato “uach.mx” y se brinda solo el resultado a la frase indicada (“facultad
de filosofía”).

Tal como este caso existen varios más, sin embargo por su utilidad y practicidad
además del comando “site:” es de vital importancia conocer el comando “filetype:”. Esto se
debe a que con filetype: se indicarán resultados de archivos específicos, es decir, solo
presentará archivos con la extensión que sea señalada. ¿De dónde deriva su importancia? Es
de suma relevancia para la investigación documental debido a que gran parte de los
documentos que son recuperados a través de un proceso de digitalización aparecen como
archivos con extensión *.pdf por lo que, al indicar este comando en combinación con el uso
de comillas, por ejemplo, se facilitará sobremanera la ubicación de documentos con títulos
específicos. Por ejemplo:
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Como se ha indicado, un alto porcentaje de los documentos digitalizados


(“escaneados”) aparecen en formato *.pdf, lo que ayuda para detectar artículos, libros, tesis,
etc. publicadas en formato electrónico. De igual manera, existe lo que podríamos
denominar como hemerotecas virtuales o redes de publicaciones en línea de revistas
científicas que se encargan del registro y, en algunos casos, almacenamiento de artículos o,
por lo menos, de indicar su registro bibliográfico o hemerográfico. En estos casos también
mucho de su material se encuentra como archivos *.pdf por lo que se nos facilitará la
búsqueda de los mismos.
Pese a la existencia de sitios especializados en la documentación de materiales
académicos, es poco común encontrarlos en la red. Una de las razones, además de las que
se han enunciado ya, estriba en la forma en que los buscadores presentan la información.
En primera instancia aparecerán los links a espacios que han pagado por ello y, tras ellos,
los espacios que cuenten con un mayor número de accesos.
No obstante los mismos motores de búsqueda permiten la modificación en el rastreo
de resultados según diversas características que podemos seleccionar como discriminación
por noticias, fecha de publicación, etc. Sin embargo en pocas ocasiones se aplican estas
modificaciones, lo que implica que los resultados que aparecerán primero, tras los espacios
pagados, serán aquellos con un mayor número de entradas en nuestra región y por “cruce de
intereses”, es decir, aunado a nuestra búsqueda actual se sumarán sitios “de nuestro
interés”, obtenido éste tanto de los registros de navegación guardados en nuestro sistema
como por procedentes de nuestra participación en espacios diversos (páginas en que
habitualmente se navega, señalamientos en redes sociales, etc.), por lo que se nos
presentarán aquellos resultados en que es “más probable” se encuentre lo que nos interesa
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encontrar o, por el contrario, lo que más interesa que encontremos, lo que va de la mano de
la publicidad e invitaciones a otros espacios.
Es por lo anterior que espacios con gran cantidad de información a los que
recurrentemente ingresan múltiples usuarios aparecen primero en los listados. Por esta
razón es común encontrar primero, en algunas búsquedas, los sitios asociados a redes
sociales, espacios de consulta frecuente o noticias, pues son utilizados continuamente por
personas de nuestra área o intereses.
Para contrarrestar lo anterior y como una forma de establecer un orden en las
investigaciones además de interfaces amigables para el registro y rastreo de información de
manera confiable, han surgido varios portales y motores de búsqueda especializados.
Pueden encontrarse desde las herramientas de motores establecidos (como las opciones
scholar y books dentro de Google) o nuevas bases de datos con sus propios motores. Estos
últimos los hay de diversos tipos y categorías, desde las bases de datos de EBSCO a las que
algunas universidades se han afiliado para el uso de sus usuarios e igualmente pueden
hacerlo de forma individual diversas personas, pero también se encuentran diversos portales
gratuitos por parte de universidades u otras organizaciones.
En nuestra lengua cabe destacar el trabajo realizado por la Universidad Autónoma
de México, la Universidad Autónoma del Estado de México y la Universidad de La Rioja
con sus sitios Latindex, Redalyc y Dialnet respectivamente, que sin ser las únicas o reducir
el total de los materiales, poseen una notoria base de datos con actualizaciones regulares
que permiten un acceso a materiales de forma rápida y gratuita. De igual manera, para la
consulta gratuita en otros idiomas se encuentran Scielo y otros sumarios electrónicos que
igualmente cuentan con espacios en lengua española.
El manejo de estos sumarios electrónicos se torna esencial en un momento de la
historia donde la impresión de documentos y su distribución puede ser más lenta o
imposible, en tanto la generación del conocimiento avanza con una velocidad desmesurada.
La publicación de artículos por parte de investigadores en diversas universidades sin
suficientes recursos para distribuir físicamente sus publicaciones, por ejemplo, es un
peligro al que puede enfrentarse cualquier investigador documental. Esta situación es
subsanada por la distribución electrónica.
Las interfaces de uso son muy similares entre los sumarios y guardan cercanía con
las utilizadas por los motores de búsqueda tradicionales. Entre sus resultados pueden
encontrarse (generalmente) tres tipos de resultados:

• Registro bibliográfico
• Registro bibliográfico y resumen
• Registro bibliográfico, resumen y texto completo
Debido a que muchos de los sitios en red se apoyan mediante la venta de publicidad
o debido a convenios diversos (o su carencia) hay revistas que únicamente comparten el
registro o registro y resumen de los artículos. Esto no siempre implica que no exista el
artículo en la red, sino que es necesario acceder al mismo desde el website propio de la
revista, por lo cual es importante siempre dirigir también las búsquedas de manera directa.
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En caso de no lograr ubicarse el documento resta intentar su rastreo a través de la red


mediante un buscador y las herramientas ya indicadas. Esto respecto a los artículos.
En relación a los libros, acorde a las leyes vigentes en cada país, puede darse la
liberación de los derechos con lo que se convierten obras del dominio público y cuyas
copias pueden encontrarse en la red con las apropiadas herramientas. Además de esto,
muchos de los últimos títulos se encuentran disponibles para su adquisición en formatos
electrónicos, algunos incluso de forma gratuita.
Amén de lo anterior, hay importante espacios para compartir archivos y
documentos, algunos de ellos especializados en documentos, como en su momento los ha
habido respecto a música, cine, etc. Uno de estos espacios es Scribd o la Biblioteca Virtual
Miguel de Cervantes.
Discriminación
Sin embargo, ¿toda la información procede de espacios validados para la
investigación? En el caso de documentos provenientes de sumarios electrónicos
universitarios como los ya señalados, se trata de una recopilación de información de
revistas arbitradas cuyas publicaciones se rigen por consejos académicos y editoriales cuya
función es revisar los documentos antes de su publicación para dar fiabilidad a los mismos
como creados y sustentados por investigadores. Esto no los exime de yerros, mas brinda
una mayor confiabilidad a sus publicaciones. Lo mismo se supone ha de suceder con los
libros, siempre y cuando la editoriales gocen de cierto renombre o publicaciones similares
en el área. Al tratarse de documentos digitalizados/“escaneados” deberán aplicarse los
mismos criterios utilizados para la discriminación de la información impresa pues estos
suponen una copia fiel y digna de la misma, sin embargo ¿este es el único requisito?, ¿qué
sucede cuando las fuentes no son digitalizadas?
Al encontrar un documento digitalizado es necesario que este evidencie los datos
del original del cual es tomado, esto tanto si se trata de un artículo como si de un libro, en el
caso de que haya sido modificado en edición (paginación, fuentes, agregado/eliminado
comentarios y notas, etc.) o contenidos (cambios en la traducción, agregado/eliminación de
información, etc.) el documento puede servirnos como una referencia personal pero no
para sustentar una investigación formal dado que los contenidos pueden verse
comprometidos o, por lo menos, dificultará (si es que lo permite) una apropiada referencia
en el caso de establecer citas y para el listado de obras consultadas.
Por otra parte, no todos los documentos en la red han sido digitalizados del material
impreso, ¿qué hacer entonces? Es necesario aprender a hacer una evaluación rápida de la
información pues es imposible considerar una publicación como apropiada a priori, lo cual
es válido y recomendado para el común de nuestra vida y nuestras actividades, y lo es más
para la investigación, sobre todo, para los contenidos venidos de internet, en especial desde
muchos de los espacios para compartir la información.
De igual manera, eliminar documentos como fuentes fiables en una investigación,
no significa eliminarlos de nuestro bagaje sino ubicar el rol que ha de cumplir, limitarlos a
su espacio de uso y no más. Tal como el uso de diccionarios puede ser limitado en ciertas
investigaciones, también lo es el de muchos espacios en la red.
Evangelista Ávila, 18

Como se ha indicado ya, en nuestras búsquedas aparecerán primero los resultados


más consultados, no los más apropiados. El uso tan popularizado para la consulta,
Wikipedia, hace por esta razón que sea generalmente uno de los primeros en aparecer y, por
desgracia, es común caer en el yerro de considerarlo una fuente de peso. Su uso debe
limitarse a parámetros referenciales, acaso considerar puntos de la bibliografía que presenta
y permitirnos ciertos parámetros para la investigación, mismos que deberán ser
corroborados y profundizados con lecturas especializadas, por lo que es recomendado no
utilizarlo como una fuente para la investigación aunque no deja de ser un apoyo personal.
Los motivos de esto son varios y pueden encontrarse con un vistazo general (la que debe
aplicarse igualmente a otros espacios).
En primera instancia es menester poder ubicar sin problema al autor del documento
y referencias a su formación y actividad, en el caso de que lo segundo no sea posible, es
recomendable considerar una búsqueda en línea para ubicar su relevancia en el tema sobre
el cual escribe.
La fuente no debe permitir la libre modificación de los contenidos y deberá
encontrarse respaldada por un consejo editorial con capacidad para discernir sobre los
contenidos, además de poseer referencias a documentos externos que sean apropiados en
torno al contenido y el nivel del mismo.
La actualidad es indispensable en un documento que sea funcional a una
investigación, sin embargo hay que recordar que la actualidad no se identifica con la
novedad. En el primer caso se trata de parámetros que nos permitan establecer reflexiones
válidas para nuestras circunstancias, siendo tal es posible indicar que hay elementos
actuales en las propuestas de autores y obras con siglos o milenios de antigüedad, en tanto
lo novedoso remite a aquello surgido en fechas recientes y, en los más de los casos, a
cuestiones mediáticas que serán igualmente irrelevantes en unos días de lo que lo eran antes
de ser promovidas por los medios de comunicación.
De igual manera, la dirección del sitio es una referencia importante por lo que hay
que dar preferencia a sitios de universidades, espacios de investigación, etc. por sobre
espacios personales. En el caso de encontrar un documento importante en los segundos, es
recomendable dar una búsqueda en la red pues es posible encontrar la información en un
espacio más apropiado y con el respaldo de la publicación por alguna institución.
Además de lo enunciado deberán tenerse en cuenta consideraciones básicas como
estructura, ortografía, uso de un lenguaje especializados acordes al nivel que exigiría un
estudio formal. Para ello es menester ubicar los objetivos del material para encontrar el
carácter y profundidad del documento, pues puede tratarse tanto de un material
introductorio como uno demasiado especializado, por lo que será necesario reconocer a qué
nivel nos abocamos en nuestra investigación y la del documento que leemos, por lo que han
de evitarse aquellos basados en opiniones personales, que puedan reducirse a tales o
mantengan estructuras que lo permitan.
En resumen, debemos considerar:
• Claridad en el autor y referencias a su trabajo
Evangelista Ávila, 19

• Si es digitalizado de una obra impresa, claridad en las referencias a la


original
• Respaldo de la información por un consejo editorial
• No permitir la libre modificación del texto
• Referencia a documentos externos
• Actualidad
• Dirección del sitio
• Elementos básicos (estructura, ortografía, lenguaje técnico, etc.)
• Evitar opiniones personales
El caso del citado Wikipedia, como en tantos otros casos, no logra cumplir estos
requisitos básicos, al menos no en su mayoría. Resulta evidente que cualquiera que realice
una suscripción puede modificar los contenidos, esto con independencia de si se trata de un
especialista o un adolescente ocioso, sin embargo nunca conoceremos al realizador del
documento, menos aún sus referencias, ni si hay alguien que respalde esa información.
Además de poder quedar estancada en elementos novedosos irrelevantes, etc.
Una rápida comparación entre un documento en encontrado en Redalyc y un
artículo de Wikipedia muestra la diferencia notoria entre ambos. En estos casos solo
aparece un primer vistazo de los documentos, sin embargo una visión más completa de la
información demostrará otros elementos de forma más notoria.
Evangelista Ávila, 20

c. Otros recursos

Siempre hay cabida para el uso de otros recursos en la investigación filosófica, no


obstante estos deberán ser usados propiciamente y sin abuso en los mismos. Recursos
retóricos y el acompañamiento de información venida de la literatura y otros espacios del
arte, por ejemplo, puede ser un pretexto plenamente válido para iniciar o “aderezar” una
reflexión, siempre y cuando tal apoyo no sea confundido o tomado por un argumento sino
como un uso ilustrativo, incitador o simplemente referencial.

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