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Guía básica para utilizar el lenguaje inclusivo y dejar de

ser absurdos
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October 26, 2016

Letras

Por: Andrea SL - 26 de octubre, 2016

“No hay tradición cultural que no justifique el monopolio masculino de las armas y de la
palabra…”.

Eduardo Galeano
Monopolio masculino de la palabra, afirma el escritor uruguayo. La radical sentencia de
Galeano pone en tela de juicio el uso gramatical que tiene el español a favor del género
masculino, considerándolo como neutral; mientras que incluye a hombres y mujeres,
excluye a los hombres.

Traer a la mesa de discusión problemáticas como la del lenguaje nos puede parecer una
simpleza, pero el trasfondo de la importancia del lenguaje es que las palabras crean
realidades, en este caso un mundo que expresa una concepción del hombre centrada en lo
masculino.

El lenguaje nos permite comunicar y representar, pero más allá de eso nos mueve ideas,
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pensamientos y sentimientos; de esta manera nos relacionamos y al mismo tiempo
definimos el mundo que nos rodea. Sin embargo, el lenguaje transciende mucho más, nos
permite ser e identificarnos.

Lo que comunicamos —de manera verbal y no verbal— y cómo lo hacemos, refleja nuestras
características y experiencias como sociedad y como individuos que forman parte de una
cultura. Así es como se manifiestan nuestros valores y nuestras distintas realidades, es por
ello que mediante esta expresión excluyente se hace patente el problema de la
desigualdad, incluso antes de mencionarlo.

La anterior frase de Galeano nos recuerda que en el lenguaje cotidiano y en la literatura


universal se usa un lenguaje a favor de lo masculino. Aquello se debe a dos razones
importantes: la primera es que en el desarrollo de la Historia las mujeres han sido
completamente invisibilizadas; la segunda, ridiculiza el intento de recuperar la mención de
las mujeres en el lenguaje calificándolo como absurdo e innecesario.

En cuanto al primer argumento, si buscamos libros o referencias del papel de las mujeres
en la Historia, es poco lo que sabemos; sus hazañas y destrezas no figuran. La nula
inclusión de las mujeres en el conocimiento y la reproducción de saberes tenía como
consecuencia que no fuese necesaria su mención; por eso era únicamente necesario pensar
y escribir en masculino.

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Para argumentar la segunda se dice que, de cierta manera, queda implícita la inclusión de
hombre y mujer en la actualidad; según la Real Academia Española, el uso genérico de
masculino es conocimiento general y por ende no es conflicto alguno. La RAE -conformada
en su mayoría por hombres blancos y con valores occidentales- dice: deben evitarse estas
repeticiones que generan dificultades sintácticas y de concordancia […] es incorrecto
emplear el femenino para aludir conjuntamente a ambos sexos, con independencia del
número de individuos de cada sexo que formen parte del conjunto.

Pero, ¿qué tan implícito queda en realidad? Continuar escribiendo con el uso gramatical
masculino es resultado de un pensamiento a favor del mismo. “Si no se menciona, no
existe”, argumentan las posturas a favor del lenguaje inclusivo, y es muy cierto. Para
ejemplificar con mayor claridad es útil el acertijo de Pérez:

Pérez tenía un hermano, el hermano de Pérez murió, el hombre que murió


nunca tuvo un hermano. ¿Quién es Pérez?.

¿Lo sabes?

¿Ya lo descifraste?

Bueno, la respuesta es: Pérez es una mujer. Generalmente, pensar en la solución del
acertijo es tardado, pues el candado en nuestro pensamiento y lenguaje nos impide, de
primera impresión, considerar que Pérez es una mujer; automáticamente asumimos que es
un hombre. Por esto la necesidad de no conformarnos con la idea de la RAE de que es bien
sabido que el genérico masculino es entendido de manera general y no excluye.

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En el ámbito de la representación lingüística y del pensamiento, la mujer es prácticamente
invisible. Además, no se trata únicamente de apostar por una lucha contra la gramática, lo
que se busca en verdad es una apuesta política. Es ingenuo pensar que por incluir
un los/las al momento de enunciar se está eliminando el pensamiento-lenguaje sexista. Se
trata de transformar los pensamientos para generar cambios en la realidad que ese
lenguaje desigual ha construido pues, aunque pareciera que el lenguaje tiende a ser algo
intangible (que no afecta directamente los hechos de nuestra realidad), nuestros actos y
nuestro mundo se construye en torno a éste; por ende, pasa a ser algo concreto. Es así
como un pensamiento que omite a las mujeres se convierte en una realidad que las olvida,
las minimiza y termina por suprimirlas.

“Para elogiar a un prócer se dice: Detrás de todo gran hombre hubo una
mujer, reduciendo a la mujer a la triste condición de respaldo de silla”.
Eduardo Galeano

Detrás de todos `los hombres´ que hacen referencia a la humanidad, ¿también está la
mujer? Desafortunadamente sí, igualmente disminuida a la condición de respaldo de silla.
La falta de comprensión profunda entre la relación lenguaje-realidad (en cómo el primero
construye a la segunda) no nos permite tomar acciones que erradiquen esa manera de
entender el mundo. Seguir utilizando la universalidad masculina, es seguir reproduciendo
un pensamiento arcaico excluyente que ya no se adapta al mundo actual.

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De igual forma, lo insensato no es el lenguaje inclusivo, sino los argumentos ridículos que
abogan se tendría que hacer cambio en todas las palabras haciendo uso de terminaciones
como: cuerpa en cuerpo; videa sustituyendo a video; el persono para la persona, etc. Existe
una delgada, pero marcada línea, entre pensar de manera no androcéntrica para enunciar
y en hacer que el lenguaje pierda sentido por completo.

En respuesta a la afirmación de la RAE, que dice que la repetición de: el/la, los/las,
todos/todas etcétera, complican de manera innecesaria la redacción y lectura de los textos,
se propone una solución alterna que empiece paulatinamente a concientizar ideas,
sentimientos o pensamientos.

Es por eso que existen diferentes propuestas novedosas y en concreto, guías breves para un
lenguaje inclusivo y no sexista que haga mención a la diversidad de personas. Aquí
dejamos algunas de las propuestas creativas:

Utilizar un lenguaje incluyente es uno de los muchos intentos por generar igualdad de
alguna manera, claramente no es la única opción ni resolvería el problema por completo o
de raíz.

Las conductas discriminatorias están latentes en de distinta maneras en nuestra realidad y


es necesario hacerle frente a pequeña y a gran escala. El léxico que manejamos tiene
muchas connotaciones negativas hacia lo femenino, y positivas hacia lo masculino, siendo
ésta otra razón contundente de por qué se debe hacer hincapié en el uso de un lenguaje no

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sexista e inclusivo que alerte la enunciación de ideas o pensamientos que transmiten
estereotipos. Debemos despojar de toda desigualdad aquellas palabras que insultan y
discriminan en general y, en especial, que violentan al género femenino.

Desde la construcción del lenguaje podemos nombrar lo invisible para crear


transformaciones sin perder el sentido de la comunicación asertiva y su eficiencia para
construir realidades.

**
Hay muchos temas en los que deberíamos detenernos a reflexionar, uno de ellos es cómo
La violencia normalizada y la desconfianza han roto el tejido social en México, artículo que
nos llama a pensar más y nos invita a llevar a cabo acciones para contrarrestar este tipo de
situaciones.

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