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El resarcimiento del daño por infracción a los deberes matrimoniales.

La obligación de reparar el daño causado.

Franco Bustamante

Introducción

En nuestro país no ha existido por parte de la jurisprudencia y la doctrina una postura


clara y uniforme respecto a si es posible que, ante los perjuicios que derivan del
incumplimiento de deberes conyugales, sea factible sr indemnizado por el daño
provocado mediante la acción de indemnización de perjuicios. El tema ha originado un
debate que presenta diferentes posturas, entre los que podemos destacar a aquellos que se
encuentran a favor, señalando que este tipo de incumplimiento se debe extender a la
responsabilidad civil como incumplimiento de los deberes matrimoniales en el Derecho
Chileno y la vía para hacerlos son las normas que regulan la responsabilidad
extracontractual; a contrario sensu, los argumentos de la postura en contra exponen que el
ámbito del Derecho de Familia tiene como característica su especialidad, por lo cual se
pueden hallar las soluciones de los conflictos de las relaciones familiares en ella,
aplicando su regulación y la normativa existente, en donde también estas señalan
específicamente las sanciones ante el incumplimiento de los deberes en el matrimonio.

Según lo expuesto anteriormente, este trabajo tendrá como propósito entregar el estado
actual de nuestra jurisprudencia y con qué argumentos a resuelto las problemáticas en
esta materia especifica del derecho de familia. De igual manera, se entregará un análisis
respecto a la perspectivas a futuro con el fin de establecer cuál es el mecanismo y criterio
que debe utilizarse en nuestro país por los tribunales, ponderando una multiplicidad de
factores y evaluando la aplicación que se ha llevado a cabo por el derecho comparado en
este tema en particular.

La Familia y los Deberes de los Cónyuges dentro del Matrimonio

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La familia es un componente esencial e inigualable como forma de asociación de las
personas que pretenden formar un hogar y una vida juntas. Es por esto que el matrimonio
viene a darle un sentido que plasma esa unión en nuestro derecho, formando a través de
esta un conjunto de derechos y deberes para cada cónyuge, con el fin de entregarle una
protección y promoción como núcleo fundamental de la sociedad, sin dejar de desconocer
a las familias que han preferido no contraer matrimonio y que no se encuentran en la
necesidad de darle un valor jurídico a su unión, por lo que se encuentran establecidas solo
como uniones de hecho.

El ámbito del Derecho de Familia con su estatuto jurídico y regulación establece una
serie de principios derivados de la Constitución Política de la República y de la Ley de
matrimonio Civil, como son el principio de fortalecimiento de la familia, el principio de
igualdad y el principio de solidaridad familiar o de equidad, principio del cónyuge más
débil y principio del interés superior del niño, por nombrar algunos.

En el matrimonio, los cónyuges se comprometen a acompañarse, cooperarse, socorrerse


el uno al otro en un estado de reciprocidad en los derechos y deberes de cada uno, los
cuales el derecho de familia reconoce en el párrafo 1, del título VI del libro primero del
Código Civil, bajo el nombre de “Obligaciones y derechos entre los cónyuges”, del que
proceden diferentes obligaciones y deberes que la ley le impone a los cónyuges como la
fidelidad, la ayuda mutua, el deber de socorro, cohabitación y el respeto y protección
recíproco, todos los cuales cumplen con el objetivo de darle estabilidad a la relación
matrimonial y garantizar que ambos estén fielmente comprometidos ante la sociedad,
mediante una unión que representa un valor como institución jurídica, de orden público y
moral.

La ley impone deberes en el matrimonio, y si llegase a producirse por parte de alguno de


los cónyuges un incumplimiento esta establece sanciones civiles como, por ejemplo, ser
causal de divorcio, solicitar la separación matrimonial por el cónyuge afectado o pedir la
separación de bienes, la revocación de ciertas donaciones o la disminución de los
alimentos. Las causales del incumplimiento son variadas, desde cometer adulterio en

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relación al deber de fidelidad, hasta la no ayuda mutua ante el deber de cooperación y
socorro recíprocos.

La problemática surge cuando uno de los cónyuges demanda el incumplimiento de las


obligaciones y deberes emanados del matrimonio, y por lo cual surge como interrogante
de si existe legitimación activa para ejercer la acción de indemnización de perjuicios por
responsabilidad civil extracontractual en relación a los daños generados. Al respecto
nuestra jurisprudencia y doctrina es variada, sin existir aún luces de que se encuentre
zanjada, por lo cual se expondrán los principales argumentos esgrimidos por la doctrina
nacional.

Argumentos Doctrinales

La doctrina nacional ha discutido respecto a si es procedente que utilizar la acción de


indemnización de perjuicios en sede de responsabilidad extracontractual cuando existe
incumplimiento por uno de los cónyuges en los deberes matrimoniales. Dentro de las
posturas a favor cabe hacer presente a la profesora María Sara Rodríguez, que sostiene lo
siguiente: “En el matrimonio los deberes de familia, incluidos los deberes emanados del
matrimonio, son obligaciones jurídicas, muchas de ellas exigibles coactivamente y todas
con sanciones legales por su infracción y que no pueden calificarse solo como deberes
ético-morales que sólo obligarían en conciencia. La infracción de estas obligaciones, por
el contrario, configuran un hecho ilícito que, si causa daño, es un delito civil, por el que
también debería poder exigirse la indemnización de perjuicios. “Por regla general, todo
daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona, debe ser reparado
por ésta”

De lo anterior se desprende que apoya la doctrina que afirma que las infracciones que
nacen a raíz de los deberes matrimoniales son merecedoras de indemnización de
perjuicios como hecho ilícito en sede de responsabilidad civil extracontractual, puesto
que en el Derecho Civil Chileno rige el principio alterum non laedere, es decir, no está
permitido dañar a otro. Otro punto que se sostiene es que los deberes matrimoniales no
son solo obligaciones morales, sino que también jurídicas y por ende su incumplimiento

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provoca daños patrimoniales y no patrimoniales de acuerdo al Titulo XXXV del libro IV
del Código Civil Chileno. Desde otra mirada, pero siguiendo la misma línea Alessandri
Rodríguez apoyaba esta tesis señalando en su momento que "el matrimonio, según el art.
102 del C.C., es un contrato, y como tal no crea para los cónyuges simples deberes
morales, sino verdaderas obligaciones civiles cuya infracción está sancionada por la
ley", en este sentido Alessandri reafirma en sus palabras en considerar que el matrimonio,
al ser un contrato, es propio entonces que de él deriven derechos y obligaciones, pero a la
vez no entenderlo como un contrato común o corriente sino como uno que envuelve una
esfera de obligaciones de diversa índole.

Desde el otro lado de la escena, son destacados los juristas que defienden la idea contraria,
uno de estos es el destacado profesor Abeliuk, quien argumenta que no es factible
pretender la reparación de este tipo de infracciones, en razón a que no es posible exigir el
cumplimiento de estos tipos de deberes matrimoniales compulsivamente como
cumplimiento forzado. Misma línea sigue Hernández Paulsen al referirse a que el
ordenamiento jurídico ya previene las consecuencias en caso de una falta grave por parte
de algunos de los cónyuges en el matrimonio y esa es la separación o el divorcio,
estableciendo una especialidad en que los efectos patrimoniales el legislador los previo
expresamente sobre determinadas materias como es el derecho de alimentos y no una
norma general de indemnización de perjuicios por infracción deberes propios del
matrimonio, no dando expresamente el carácter de obligación jurídicamente exigible.
Agrega como asimilación a las obligaciones naturales, las que no permiten exigir su
cumplimiento, pero que vienen siendo obligaciones más bien imperfectas que sólo
contemplan retener lo pagado en virtud de ellas.

Es sobre este punto que resulta importante hacer la precisión que efectúa el profesor
Vargas Aravena, el cual es partidario de la resarcibilidad de los daños entre cónyuges, al
decir que existen obligaciones en que también su cumplimento forzado no es posible
perseguirlo, pero que nadie debate su carácter como obligación o que no se pueda ejercer
la acción indemnización de perjuicios a causa de su incumplimiento. Pero el argumento
más fuerte que se señala es el ejemplo en las obligaciones de hacer intuito personae como
en el contrato de mandato, el contrato de arrendamiento para la confección de una obra

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material en lo concerniente a las obligaciones del artífice o en el contrato de sociedad de
personas, todas afirma tienen en común que desde el inicio de la obligación no se puede
exigir el cumplimiento forzado, pero de igual forma esto no obstruye el poder ejercer una
acción de indemnización de perjuicios, situación que ocurriría también en el contrato de
matrimonio.

Otra parte de la doctrina muy relevante es la de los profesores Leonor Etcheberry y


Hernán Corral. La primera asevera que si bien el Derecho de Familia no contempla
normas de responsabilidad en el ámbito de daños, con sola una excepción que es la
filiación de mala fe, y que lo que hace este sector del derecho es establecer sanciones que
tienen expectativas a posteriori como lo es el divorcio o la separación judicial pero no de
la de reparar un daño causado por infracción de los deberes conyugales, por lo que a
prima facie cabe entonces concluir que las normas especiales del Derecho de Familia
persiguen otro objetivo y ese no es la indemnización, pues las normas especiales
existentes dan como resultado generalmente el divorcio o la separación judicial, donde no
se solucionan los daños generados por un cónyuge en el matrimonio, los que pueden ser
de gran magnitud. Hernán Corral por su parte asegura que sería injusto afirmar que no
procedería la indemnización de perjuicios para uno de los cónyuges cuando en realidad
ha existido un hecho ilícito, el cual cumple los requisitos esenciales para generar
responsabilidad en materia extracontractual por el incumplimiento de los deberes que
provienen del matrimonio. Pero es precavido en mencionar que el incumplimiento debe
ser grave y no uno común o de menor relevancia para el Derecho, porque podría darse
una instrumentalización de los tribunales de justicia para fines que desvirtúan su función.
Desde mi pensamiento comparto con el profesor Corral, en que los deberes
matrimoniales por su incumplimiento deben repararse, pero también hay que tener en
consideración en que dentro del matrimonio las obligaciones que se generan son tan
diversas que incluso la misma ley no las dimensiona, por lo tanto el juez debe siempre
ponderar que la infracción que se haya cometido provenga de un deber esencial y que por
su naturaleza resulta primordial para la estabilidad o el buen funcionamiento del
matrimonio, responsabilidad civil que debe puede provocar un daño que por su

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proporción y magnitud debe ser reparado, y además este tenga un nexo de causalidad en
los hechos.

La Magnitud del Daño como elemento clave y la Relación de Causalidad


El daño, como es sabido, es un elemento fundamental y determinante de la
responsabilidad civil que no está definido en nuestro Código Civil expresamente y es la
doctrina y la jurisprudencia la que se ha encargado de dar luces de criterio común,
definiéndolo en base a la lesión a un interés del demandante, entendiendo que la hay
cuando una persona sufre “una pérdida, disminución, detrimento o menoscabo en su
persona o bienes o en las ventajas o beneficios patrimoniales o extrapatrimoniales de
que gozaba”, siendo por tanto daño “todo menoscabo que experimente un individuo en
su persona y bienes, la pérdida de un beneficio de índole material o moral, de orden
patrimonial o extrapatrimonial”.

Dentro del margen de la esferas de los tipos de daños, nos encontramos con el daño moral
el que define Alessandri de la siguiente forma “es el dolor, pesar o molestia que sufre
una persona en su sensibilidad física o en sus sentimientos, creencias o afectos”, y lo
citamos en razón a que este daño seria el motivo principal por parte del cónyuge afectado
para solicitar la indemnización de perjuicios, citando a Jimena Valenzuela que señala
“Los deberes y derechos emanados del matrimonio son derechos y obligaciones de pleno
valor jurídico, con sanciones jurídicas y no meramente morales. Las sanciones civiles
especiales asociadas al incumplimiento grave de obligaciones matrimoniales no excluyen
otras sanciones, especialmente la indemnización de daños no cubiertos por ellas,
especialmente la indemnización del daño moral”. Nuestros tribunales se han mostrado
reacios a dar lugar a la reparación por daño moral, principalmente porque el derecho de
familia está compuesto por normas de orden público y éste establece un régimen especial
para los casos y conflictos que puedan suscitarse en el matrimonio. Varios autores
igualmente sostienen que no se acogen a consecuencia de un motivo moral y la
privacidad de las personas en al ámbito familiar, lo que generaría una intervención por
parte del juez en temas que son de índole moral y con profundo sentido ético. Sin
embargo, no niegan que pueden producirse daños morales que puedan afectar los

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derechos fundamentales de uno de los cónyuges, en especial relación con los de violencia
intrafamiliar, lo que si se estiman de una magnitud grave merecen ser indemnizados.
Comparto esta postura, teniendo en consideración que no todo daño es relevante para el
ordenamiento jurídico; así, por ejemplo, ante infracciones conyugales que son propias de
la vida familiar en pareja y forman parte de la cotidianidad de la sociedad, por su
naturaleza no exigen el conocimiento de los tribunales de justicia. Por el contrario, ante
infracciones de los deberes matrimoniales en que el daño causado es de gran magnitud,
constitutivo de un hecho ilícito en la convivencia familiar y personal del cónyuge, a las
reglas del derecho de familia les corresponde dar solución, pero muchas veces la
normativa no alcanza a cubrir todo el espectro para lograr justicia, por lo que es necesario
acudir a la responsabilidad aquiliana.

La relación de causalidad es otro elemento clave como presupuesto para determinar la


responsabilidad civil, por cuanto si existe un hecho ilícito doloso o culposo este debe ser
causante directo de los daños generados. El juicio que se hace en nuestro derecho es de
acuerdo a las posibilidades y previsiones que se espera de un hombre medio, aspecto que
en los deberes conyugales pareciera aplicarse a la del buen padre de familia, pero no
parece aplicable la culpa sino sólo el actuar doloso, puesto que no parece lógico pensar
que, por ejemplo, el deber de infidelidad sea infringido por una falta de imprudencia,
negligencia, impericia o inobservancia de reglamentos o deberes.

La Jurisprudencia Nacional y el Derecho Francés


Nuestra jurisprudencia, como lo advertimos, no es uniforme en conceder la
indemnización de perjuicios por infracción de los deberes matrimoniales, siendo por tanto
trascendental exponer los argumentos por cuales se ha fallado.

Un fallo destacado es el de la Corte de Suprema en recurso de casación en la causa Rol


Nº 7.738-2007 (Corte de Apelaciones) y Nº 263-2010 (Corte Suprema), en que se
reclamaba indemnización de perjuicios a causa del adulterio del marido, rechazando el
recurso como lo mencionan en su considerando tercero. En este sentido, concluyen que
“teniendo presente el cúmulo de disposiciones que sancionaban y sancionan el adulterio,

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que éste, desde siempre, ha sido calificado por el legislador como infracción grave al
deber de fidelidad de los cónyuges y no como delito o cuasidelito civil, es decir, el
derecho de familia por su especialidad, contempla sus propias sanciones, no siendo
aplicable en consecuencia, las normas generales sobre responsabilidad civil y por
consiguiente, no corresponde solicitar ni conceder la reparación del daño moral.”
Agregaron que las relaciones de familia tienen una diversidad de contenido tanto ético y
moral que se encuentra en una esfera distinta a la jurídica por lo que no procede
indemnización, el derecho de familia contiene normas de orden público, en que existe
una limitación a la autonomía de la voluntad y en donde este tipo de relaciones son
intuito personae.

Otro fallo más reciente es el de la Corte de Apelaciones de Talca, Rol Nº 133-2012, en


que falló a favor de la doctrina que sostiene que los deberes del matrimonio no son sólo
morales sino que también jurídicos. La mujer demandaba indemnización de perjuicios
como responsabilidad extracontractual debido a que su marido había infringido de
manera reiterada el deber de fidelidad, lo que ha provocado que ella haya contraído el
virus del papiloma humano y logró demostrar que le causó daños hasta al punto de
someterse a una histerectomía total. En el Considerando noveno se demuestra su posición,
al decir que “no puede invocarse el argumento de la especificidad y carácter completo de
las normas del Derecho de familia, para sostener que la infracción de los deberes
conyugales hallan su propia y exclusiva sanción en las medidas típicas en ellas previstas,
como son la separación y el divorcio, ya que la naturaleza, función y límites de estas
medidas, hacen evidente que éstas no son incompatibles con la tutela de los derechos
constitucionalmente garantizados, no pudiéndose excluir que un solo hecho pueda dar
lugar a la separación o divorcio, y al mismo tiempo, pueda ser generador de
responsabilidad aquiliana, si concurren los requisitos para ello”.

A nuestro parecer la Corte se inclina por acoger la indemnización por la gravedad del
daño causado, el que es grave y sobrepasa el margen de los conflictos comunes de las
parejas. El daño atribuible es uno que afecta derechos fundamentales del cónyuge, como
es el de la salud y la integridad física y psicológica, además de cumplir todos los
requisitos para proceder a la responsabilidad civil extracontractual.

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Misma postura mantiene la Corte Suprema en ejemplificador fallo del 30 de diciembre de
2014 (Rol N° 10.622-14), que en su considerando sexto refiere que “no se aprecia razón
jurídica alguna que permita excluir la aplicación de los artículos 2314 y 2329 del
Código Civil, por cuanto la obligación de indemnizar que el fallo impone al demandado
no se basa en el mero incumplimiento de los deberes que el matrimonio impone a los
cónyuges, sino en la configuración de todos y cada uno de los elementos de la
responsabilidad extracontractual”, cuales son conducta antijurídica, cometida por un
sujeto capaz, culpa o dolo del autor, existencia de daño y nexo o relación de causalidad
entre el obrar y el daño provocado.

El tema en cuestión no sólo es debatido en nuestro país, en Francia se admiten estas


acciones desde hace un largo tiempo y en España y Argentina parecen estar encontrando
un lugar al aceptarse la indemnización de perjuicios por incumplimiento de los deberes
matrimoniales. En el Derecho Francés se encuentra regulado en relación al divorcio
culposo, el que se plasma en el artículo 226 luego de la reforma del año 2004“[...] se
podrá conceder indemnización e intereses a un cónyuge para reparar las consecuencias
de especial gravedad que sufra por el hecho de la disolución del matrimonio cuando
fuera la parte demandada en un divorcio pronunciado por ruptura irremediable del
vínculo matrimonial y sin que hubiese él mismo interpuesto ninguna demanda de
divorcio, o cuando el divorcio fuese pronunciado por culpa exclusiva de su cónyuge.
Esta petición sólo podrá hacerse con ocasión de la acción de divorcio”. Por lo tanto es
posible demandar la indemnización de perjuicios cuando el cónyuge ha sido responsable
del divorcio, lo que en la especie es un tipo de responsabilidad civil, ya que si uno de los
cónyuges fue el causante del divorcio es porque ha infringido los deberes matrimoniales,
los que merecen ser reparados.

Conclusión
En modo de síntesis, en Chile la discusión respecto a la procedencia de la indemnización
de perjuicios por infracción de los deberes matrimoniales es múltiple, con argumentos
válidos y fuertes para ambas posturas en términos de acogerse o rechazarse. Por su parte,
la jurisprudencia tiene un dinamismo que siempre la ha caracterizado, no aplicando un

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criterio uniforme, en donde la discrecionalidad de los jueces viene siendo siempre el
determinante para zanjar conflictos de esta índole, en donde convergen temas éticos,
morales y jurídicos. Desde mi punto de vista creo que la indemnización de perjuicios en
responsabilidad civil extracontractual podría ser posible sólo en casos en que el daño
causado por el cónyuge haya ocasionado una vulneración en derechos fundamentales
derivados de hechos ilícitos, en los que no queda margen para discutir que la reparación
debe acogerse. Creo que si bien el derecho de familia tiene una normativa especial y
consecuencias también especiales por infracciones en el matrimonio, estas no engloban
todo lo que significa las relaciones de un matrimonio en que los límites de lo moral, ético
y jurídico deben confluir, puesto que todo lo que nos regula conlleva detrás una gran
variedad de trasfondos. Una solución a futuro para esta problemática es que los jueces
ejecuten los principios integradores de nuestro sistema jurídico, ponderando y evaluando
el caso concreto de acuerdo a si es procedente según la normativa existente y los hechos,
dar lugar o no a una indemnización, ya que interpretar significa fijar el verdadero sentido
y alcance de una norma, donde la doctrina juega un rol importante en permitir esclarecer
aquello que parece ambiguo u oscuro. Finalmente, la responsabilidad trae aparejado
derechos y obligaciones no sólo en temas especiales, sino que en todas las acciones de
nuestra vida, y es por lo mismo que contraer matrimonio supone que asumimos todo su
contenido y que de él derivan consecuencias que impactan no sólo en la esfera moral o
ética, también en la jurídica y por consiguiente ser responsable cuando las infracción a
los deberes matrimoniales hayan causado daños graves, antijuridicos y con consecuencias
que afectan los principios fundamentales que se encuentran en todo nuestro ordenamiento,
por lo que la indemnización de perjuicios debe siempre cumplir los presupuestos básicos
y si se encuentra comprobado acogerse, en razón de que todo daño debe ser reparado,
pero evaluando bajo qué condiciones se aplica en el derecho de familia.

1
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