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Un acercamiento al estudio de habitabilidad en la vivienda de interés social

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J. Gonzalo Luna Adolfo Gomez Amador


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Un acercamiento al estudio de habitabilidad
en la vivienda de interés social

Jorge Gonzalo Luna Montes1


Adolfo Gómez Amador2

Introducción

El presente ensayo propone las variables significativas para el estudio


de la percepción de habitabilidad. El trabajo se fundamenta, princi-
palmente, en las propuestas teóricas de diferentes disciplinas como la
psicología, la antropología, la sociología y la arquitectura. El resultado
es una propuesta incipiente sobre variables de habitabilidad aplicadas
a un caso específico. Entre las variables propuestas, intentando cubrir
tanto aspectos cuantitativos como cualitativos, se encuentran: Confort
fisiológico, Dimensión espacial, Vinculación espacial, Funcionalidad
espacial, Permanencia en el espacio, Seguridad de estancia, Placer
espacial, Representatividad, Imaginarios, entre otras.
Las actividades humanas, los modos de vida y la forma en que nos
relacionamos entre nosotros y con el medio ambiente natural, tienen
impregnada una esencia de desapego y olvido. La vorágine de cam-
bios sociales que abren las puertas a nuevas formas de organización
familiar comienzan a desmitificar la tradicional familia nuclear, sin
embargo, ésto no ha sido suficiente para verse reflejado en las solucio-
nes espaciales de la vivienda de interés social en México.
En los últimos años se ha realizado un esfuerzo importante por
investigar la relación, desempeño e impacto, que tiene la arquitectura
en su materialidad con el medio ambiente. Sin embargo, salvo las
importantes contribuciones relacionadas a las respuestas fisiológicas
en el espacio arquitectónico, puntualmente lo relacionado con el

1 Universidad de Colima, correo electrónico: jgonz.luna@gmail.com.


2 Universidad de Colima, correo electrónico: amad@ucol.mx.

[ 91 ]
92 Diversas visiones de la habitabilidad

Confort Higrotérmico, se ha dejado de lado la no menos importante


relación Arquitectura-Habitante.
Este trabajo dirige su atención al objeto arquitectónico, dejando de
lado los aspectos externos que lo rodean, ya que, es en éste, en donde
se desarrolla el 80% de nuestras vidas (Edward y Hyett, 2004: 53). Así,
busca dar pie a futuros trabajos que den seguimiento, confirmen o refu-
ten, lo que aquí se presenta, con la firme convicción de reconocer como
necesario que, los aspectos psicosociales del hombre, tomen una mayor
importancia en el proceso de conceptualización arquitectónica.

Acercamiento al concepto de habitabilidad

En Martin Heidegger se encuentra la definición fenomenológica


de habitar de la mano de la palabra “construir.” Así, <<bauen>>
(construir) deviene en la palabra <<bin>> (soy).3 Para Heidegger, la
antigua palabra alemana expresa la forma en que los seres humanos
“somos” en la tierra: “el hombre ‘es’ en la medida en que habita”
(Heidegger, 1997: 129).
La Real Academia Española (rae) define el concepto de habitabili-
dad en los siguiente términos: f. Cualidad de habitable, y en particular
la que, con arreglo a determinadas normas legales, tiene un local o
una vivienda. Esta definición dista de ofrecer la claridad necesaria
para la investigación. En este sentido se define una conceptualización
alterna basada en el estudio de algunos autores. Para Gómez Azpeitia
(2011: 75), la habitabilidad es: “La condición determinada por un
conjunto de atributos que deben reunir espacios habitables y conti-
nentes edificados para que su integración resulte útil, funcional, inte-
ligible y significativa.” Para Sarquis (2006: 17), un aspecto importante
en la habitabilidad es la noción de “hábito” y en su artículo Modos de
habitar plantea la siguiente cita.

Hábito: “Supuesto que el servicio a una función, material o simbólica, es


el propósito de toda arquitectura y que la casa, entendida como habitación
y como dominio, substancia esa función, nos importa conocer en qué
consiste habitar. La primera consecuencia del propósito de habitar no es la
habitación, sino, el hábito. El habitar crea hábitos y los hábitos constituyen
un principio de habitación: habitar es habituarse. Hábito y habitación jue-
gan así un juego dialéctico”. 4
3 El devenir de la palabra bauen es el siguiente: bauen, buan, bhu, beo, bin (Heideg-
ger, 1997).
4 Del diccionario “72 voces para un Diccionario de arquitectura teórica.”
Un acercamiento al estudio de habitabilidad en la vivienda de interés social 93

Al ser la integración de cualidades y atributos de los espacios y


continentes, aspectos fundamentales para la habitabilidad y, en con-
secuencia, para el habitar, definiremos habitabilidad como: El grado
en que las cualidades y atributos de los espacios y sus continentes se
ajusta a las expectativas, necesidades, patrones de vida y preferencias
de los habitantes.
Al mismo tiempo, la palabra <<bauen>>, para Heidegger se rela-
ciona con los conceptos: ‘abrigar’ y ‘cuidar’: “Los hombres habitan
en la medida como cuidan y respetan las esencias de las cosas”.
Actualmente, podemos referir esta idea al enfoque social-ambiental
propuesto por la comisión Brundtland (1897) para definir el desarrollo
sustentable:

(…) que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capa-
cidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades” y
define que el alcance del desarrollo sostenible tiene tres dimensiones: la
sostenibilidad ambiental, económica y social (Edwards y Hyett, 2004: 7).

En este sentido, Rueda (1996) apunta que no tiene nada de extraño


que el objetivo de la sustentabilidad se haya confundido con el de
la habitabilidad, ya que ambos buscan mantener la calidad de vida,
además refiere que: en reiteradas ocasiones, se ha observado que la
pérdida de las condiciones de habitabilidad corresponde a un nivel
mayor de pérdida de sustentabilidad.
En relación a la jerarquía de las variables asociadas a la percepción
del espacio y su continente, Mercado (1995) apunta que, caracterís-
ticas físicas como el clima y los sistemas constructivos, entre otros,
son clasificados como factores secundarios para la habitabilidad, ya
que los factores primarios son aquéllos mencionados como factores
psicológicos, entre los que se encuentran: la seguridad percibida al
interior, privacidad, territorialidad, significatividad y funcionalidad, en
relación a las actividades (Mercado Doménech, 1995: 18).
Por otra parte, un sinnúmero de estudios realizados dejan entrever
que, una persona habitando una vivienda que no le proteja adecua-
damente de las inclemencias del medio ambiente, puede disminuir
el nivel de habitabilidad hasta anularse (Mercado Doménech, 1995:
18). No obstante, es necesario asumir que no sólo se debe estudiar el
ambiente objetivo, sino, también, la representación interna realizada
por las personas y el significado que ellos le atribuyen (Mercado
Doménech, 1995: 28; Rapoport, 2003: 96).
94 Diversas visiones de la habitabilidad

Por lo tanto, el concepto apropiación del espacio es de utilidad,


ya que permite relacionar el sitio y la identificación que el individuo
logra. Dicho concepto es una herencia de la psicología soviética, y se
entiende como: un mecanismo básico del desarrollo humano, por el
que la persona se adueña de la vivencia general, lo que se concreta
en los significados de la realidad (Vidal y Pol, 2005). En tanto, Chom-
bart de Lauwe citado por Rueda (1996), da una definición clara del
concepto:

Apropiarse de un lugar, no es únicamente hacer de él una utilización reco-


nocida, es establecer con él una relación, integrarlo a las vivencias propias,
enraizarse, dejar en él la huella propia y convertirse en actor de su propia
transformación.

Bajo estos planteamientos, se identifica una relación muy cerrada


entre el espacio apropiado, como un factor de estabilidad de la identi-
dad, y la cohesión del grupo. Lo que facilita comportamientos ecoló-
gicamente responsables y la implicación y participación en el entorno
propio (Vidal y Pol, 2005). Rueda (1996), apunta que se ha podido
constatar cómo, los porcentajes de satisfacción más altos, aparecen
precisamente en los aspectos en donde los sujetos tienen un nivel de
apropiación más elevado.
De acuerdo a algunos estudios, la eficiencia en el proceso de
apropiación del espacio muestra un grado de cambio que va desde lo
individual (mayor nivel de apropiación) a lo colectivo, en donde el
fenómeno decrece. Siendo la recámara el sitio que mayor grado de
apropiación alcanza (Atasoy y Erkman, 1976).

El individuo y su imaginario en la percepción de habitabilidad

Individuo

El mundo de transformaciones aceleradas, en que vivimos, demanda


reflexionar los cambios de perspectivas y relaciones de las personas
con su entorno, y cómo ello afecta las relaciones sociales y la manera
de contextualizamos como especie. La conceptualización del tiempo
no escapa a ser objeto de cambio. En el mundo contemporáneo, la
noción que explica el ‘después’ en relación al ‘antes’ se ha perdido,
siendo que era la que otorgaba al tiempo su linealidad e inyectaba
sentido a los conceptos de progreso y degeneración. Ahora se sitúa el
valor de la novedad por encima de lo perdurable (Augé, 1995: 31).
Un acercamiento al estudio de habitabilidad en la vivienda de interés social 95

La cultura contemporánea ya no se concibe a sí misma como una


cultura de aprendizaje y acumulación, ahora parece una cultura de des-
vinculación, discontinuidad y olvido (Bauman, 2006: 85). De ahí, que
se tienda a reemplazar esos ideales por los valores de la gratificación
instantánea y la felicidad individual (Bauman, 2006: 65).
Otra de las alteraciones se refiere al espacio, se vive en continuo
cambio de escala; los actuales medios de transporte unen cualquier
lugar del mundo en cuestión de horas; imágenes de toda clase infor-
man del acontecer mundial en cuestión de segundos; la vida trans-
curre inmersa en los actuales medios de comunicación que ponen
a la mano acontecimientos, culturas y modos de vida que, en otros
tiempos, serían totalmente desconocidos (Augé, 1995: 37). Adicio-
nalmente, la acumulación de mercancías producidas en serie, rompe
todas las barreras regionales y legales que mantenían la cualidad de
la producción artesanal (Debord, 2008: 165). Esta realidad conduce a
modificaciones considerables como: concentraciones urbanas, traslado
de poblaciones, cambios sociales y aumento de lugares sin identidad
(Augé, 1995: 40).
El tercer y último cambio se refiere al individuo. Derivado del latín,
el término ‘individuo’ que apareció en occidente en el siglo xvii, en el
umbral de la era moderna, evoca, sobre todo, el atributo de indivisibi-
lidad, el humano es la unidad más pequeña a la que puede atribuirse
la cualidad de humanidad. Por sí mismo, el concepto no determina la
singularidad del portador. El rasgo de la singularidad o del ser diferen-
te a otros, se añadió como una idea posterior, pero al llegar, ocupó todo
el espacio semántico del término (Bauman, 2006: 31).
Actualmente, ser individuo significa ser diferente a todos los
demás. El problema es que la sociedad espera que esa individualidad
sea mostrada, para lo cual, se recurre a símbolos de distinción; sin
embargo, estos símbolos invalidan aquéllos que prometían conseguir
lo mismo hasta hace muy poco tiempo (Bauman, 2006: 37). Por ello,
en una sociedad de individuos como la nuestra, ser individuo cuesta
dinero convirtiéndose en un privilegio de algunos cuantos (Bauman,
2006: 40).
Así, cuando un individuo se hace presente ante otros, aquéllos
tratan de adquirir información acerca de éste. Les interesará su status
socioeconómico, su concepto de sí mismo, la actitud que tiene hacia
ellos, su integridad, entre otros aspectos. La información acerca del
individuo ayuda a definir la situación, permitiendo saber de antemano
lo que él espera de ellos y lo que ellos pueden esperar de él (Goffman,
2009: 15). Si no están familiarizados con el individuo, los observado-
96 Diversas visiones de la habitabilidad

res pueden recoger indicios de su conducta y aspecto, que les permi-


tirán aplicar su experiencia previa con individuos aproximadamente
similares al que tienen delante (Goffman, 2010: 63).
En este sentido, la sociedad está organizada sobre el principio de
que, cualquier persona que posee ciertas características sociales, tiene
derecho a esperar que otros lo valoren y lo traten de manera apropiada.
En conexión con este principio hay un segundo: cuando un individuo
implícita o explícitamente pretende tener ciertas características socia-
les deberá ser en la realidad lo que alega ser, e implícitamente renuncia
a toda demanda de ser lo que él no parece ser (Goffman, 2009: 27).
Entre las características sociales que posee una persona se encuen-
tra la que Goffman (2009) distingue con el nombre de fachada. Con
ello se refiere a la parte de la presentación del individuo que funciona
definiendo su apariencia con respecto a aquéllos que observan. La
fachada, entonces, “es la dotación expresiva de tipo corriente emplea-
da intencional o inconscientemente por el individuo (…)” (Goffman,
2009: 36). Es conveniente distinguir lo que forma parte de la fachada.
Como parte primordial se encuentra el medio, que incluye el mobilia-
rio, el decorado, los equipos y otros elementos propios del lugar, los
cuales proporcionan la ambientación para el flujo de acción humana
(Goffman, 2009: 36).
Además de la previsible compatibilidad entre apariencia y modales,
se espera cierta coherencia entre medio, apariencia y modales −facha-
da social− (Goffman, 2009: 39). Hay que señalar que, una fachada
social determinada, tiende a institucionalizarse convirtiéndose en
una representación colectiva y en una realidad empírica por derecho
propio (Goffman, 2009: 41). Por ésto, ser un tipo dado de persona no
significa simplemente poseer los atributos requeridos, sino, también,
mantener las normas de conducta y apariencia que atribuye el grupo
social al que se pertenece (Goffman, 2009: 90).

Imaginario

El concepto imaginario requiere ser abordado detenidamente, ya


que, con mucha facilidad, se confunde con un conjunto de nociones.
Comúnmente se relaciona con fantasma, recuerdo, ensueño, sueño,
creencia, mito y ficción. Lo cual desvirtúa su importancia: suscitar
resonancias interiores de placer o displacer (Wunenburger, 2008: 54).
Lo imaginario es posible intentar abordarlo en relación con su con-
trario: lo real. En este sentido, lo real parece oponerse a lo irreal; sin
embargo resulta difícil establecer si el contenido del imaginario tiene o
Un acercamiento al estudio de habitabilidad en la vivienda de interés social 97

no relación alguna con la realidad, además de resultar poco relevante,


ya que lo imaginario se define por sus estructuras internas, más que
por sus referentes materiales (Wunenburger, 2008: 13). Por otra parte,
su relación con lo simbólico es más estrecha, ya que el imaginario
se apoya y construye sobre las experiencias, deseos, aspiraciones e
intereses; los cuales terminan por volverse una razón de existencia y
acción de los individuos (Baczko, 1991: 15).
Lo imaginario se encuentra entre dos concepciones: la primera es
un conjunto de recuerdos estáticos, un tejido de imágenes pasivas y
neutras, que no está dotado de ninguna existencia verdadera; la segun-
da integra la actividad de la imaginación y designa los agrupamientos
sistemáticos de imágenes (Wunenburger, 2008: 16).
La Real Academia Española (rae) define lo imaginario en los
siguientes términos: adj. Que solo existe en la imaginación. Esta defi-
nición dista de ofrecer una perspectiva clara para el presente texto. Por
esta razón, con base en Wunenburger (2008: 15) y Rojas Mix (2006:
19), se define de la siguiente forma:

Imaginario. Encadenamiento de producciones mentales, a partir de imáge-


nes visuales (cuadro, dibujo, fotografía) y lingüísticas (metáfora, símbolo,
relato), que forman conjuntos coherentes, dinámicos, y conciernen a una
función simbólica.

Desde la Antigüedad, se ha valorado la capacidad de las imágenes,


y por lo tanto, de lo imaginario, para vivir por sí mismas y generar
efectos propios. Según Paracleso (Wunenburger, 2008: 17):

El alma es una fuente de fuerzas que ella misma dirige y propone, a través
de su imaginación, un objetivo a realizar. Las ideas que concebimos se con-
vierten en centros de fuerza que pueden actuar y ejercer una influencia.

Las últimas décadas del siglo xx demuestran una transición epis-


temológica que representa el paso de una forma de conocimiento a
otra, del texto leído al texto visto. El devenir en la conceptualización
del imaginario ha tomado relevancia. Por ello, actualmente el estudio
y análisis del imaginario constituye una opción esencial para entender
el mundo (Rojas Mix, 2006: 19 -21).
Lo imaginario tiene un contenido y cuenta con una estructura,
pero depende de una intención. Por esta razón, todo puede convertirse
en imaginario: lo que crea posibilidades, lo que está dotado de una
dinámica interna y de una carga simbólica (Wunenburger, 2008: 45).
98 Diversas visiones de la habitabilidad

Los imaginarios más poderosos y constantes son fáciles de señalar:


la sexualidad y la muerte para el individuo; lo religioso y lo político
para las sociedades, sin olvidar la geografía, la arquitectura, etcétera
(Wunenburger, 2008: 59).
Lo imaginario satisface las necesidades de la sensibilidad y del
pensamiento, así como también logra realizarse en acciones, dando
fundamentos, motivos, fines, y dotando a la gente de un dinamismo,
una fuerza, un entusiasmo para realizar su contenido. Por ello, los
individuos y los pueblos encuentran en los imaginarios, objetivos para
sus acciones presentes y futuras, ven en la imaginación el motor de las
construcciones colectivas e individuales (Wunenburger, 2008: 53).
El impacto de los imaginarios depende en mayor razón de su
difusión. La televisión se ha convertido en un fenómeno social tan
familiar que se impone como una referencia común de la sociedad, se
convierte en una fuente de modelos cuyos héroes y hechos destacados
llegan a ser una especie de fondo común del imaginario colectivo
(Wunenburger, 2008: 76). En este sentido, la investigadora Catherine
Ettinger (2010: 102), en sus indagaciones en el ámbito arquitectónico,
menciona que

En la actualidad, expuestos desde temprana edad a programas de televisión


y películas que revelan otras maneras de vivir, los jóvenes se plantean una
vida radicalmente distinta de la que tienen en los confines de su cultura.
El conjunto de vidas imaginables incluye, además de una indumentaria
`moderna’

el espacio en que se desarrolla la vida. Para esta investigadora, la aspi-


ración de vida moderna

tiene de trasfondo construcciones con vidrio y concreto; aun cuando estos


escenarios sean espacios imaginarios, en la medida en que se avanza hacia
la vida imaginada se buscará la materialización arquitectónica como telón
de fondo (Ettinger, 2010, p. 102).

Los espacios ofrecen la posibilidad de que el habitante imagine una


vida distinta, ser “culto”, “urbano”, “moderno” a partir del hecho de
habitar. Y el valor que el usuario y la comunidad dan a la nueva casa
está vinculado con cualidades que expresan tales aspiraciones (Ettin-
ger, 2010: 102).
El entendimiento de los mecanismos que vinculan a las personas a
su entorno es esencial, tanto para la comprensión de los fenómenos,
Un acercamiento al estudio de habitabilidad en la vivienda de interés social 99

como para la capacidad de modificarlos o crearlos. El número de tales


mecanismos parece ser limitado: fisiología, anatomía, percepción,
cognición, significación, afecto, evaluación, acción y comportamiento,
capacidad de apoyo y algunos otros componentes de la cultura (Rapo-
port, 2003: 26).
Amos Rapoport (2003: 27), define como un mecanismo, la signifi-
cación, en términos muy similares a los que se esbozan en el presente
texto sobre los imaginarios:

Se refiere a los aspectos antropológicos de la cognición, implica imágenes,


ideales, status, identidad, y muchos otros importantísimos aspectos del
entorno.

Rapoport va más allá, insinuando a la significación como el aspecto


más importante de la función y un elemento crucial de deseos, esti-
maciones y preferencias, en cuanto a entornos y sus características
(Rapoport, 2003: 45). Por otro lado, Wunenburger plantea que, el
imaginario, suscita en nosotros reacciones de placer o displacer, ya
que una imagen mental, de la misma manera que una realidad externa,
provoca respuestas muy semejantes a las que producirían los estímulos
reales (Wunenburger, 2008: 54; Hall, 2011: 101).
Ésto resulta de suma relevancia ya que, la calidad ambiental, se
evalúa a partir de imágenes ideales, las personas relacionan la realidad
con las idealizaciones que tienen de ella, y a partir de esta compara-
ción, basada en esquemas variables, establecen su juicio de calidad
ambiental (Mercado Doménech, 1995: 69; Rapoport, 2003: 178).

La vivienda de interés social y las necesidades del habitante

Vivienda de Interés Social

Al finalizar la segunda guerra mundial se estableció la vivienda como


tema central de la arquitectura. Allí se comenzó a debatir la medida
en que la arquitectura debe ser reflejo del habitante. El proceso de
modernización capitalista introdujo una modificación fundamental: su
transformación de valor de uso a valor de cambio. Con el acelerado
crecimiento de la ciudad, la vivienda pasó de ser un bien constituido
de manera lenta, expresión fuerte de las raíces, a considerarse una
mercancía abstracta, fugaz y anónima (Liernur, 2006: 51).
Mies Van der Rohe, hacia 1930, apuntaba que la nueva manera de
vivir requería la transformación de la vivienda. Le Corbusier consi-
100 Diversas visiones de la habitabilidad

deraba la necesidad de adecuar la arquitectura a las formas de vida


de cada tiempo histórico y de cada lugar de la tierra (Kruft, 1990). A
finales del siglo xx tuvo lugar la conferencia de las Naciones Unidas
sobre los Asentamientos Humanos; en esa ocasión, fue realizada en
Estambul Turquía (1996). En dicha reunión se estableció en común
acuerdo el concepto de Vivienda adecuada para todos:

Una vivienda adecuada significa algo más que tener un techo bajo el que
guarecerse. Significa también disponer de un lugar privado, espacio sufi-
ciente, accesibilidad física, seguridad adecuada, seguridad de tenencia,
estabilidad y durabilidad estructurales, iluminación, calefacción y ventila-
ción suficientes, una infraestructura básica adecuada que incluya servicios
de abastecimiento de agua, saneamiento y eliminación de desechos, facto-
res apropiados de calidad del medio ambiente y relacionados con la salud,
y un emplazamiento adecuado y con acceso al trabajo y a los servicios
básicos, todo ello a un costo razonable (Programa Hábitat, 1996).

El equilibrio entre todos estos factores debe determinarse junto con


la población interesada, considerando las perspectivas particulares de
desarrollo. Ésto varía de un país a otro, por su dependencia a facto-
res culturales, sociales, ambientales y económicos. Los organismos
internacionales han desarrollado importantes estrategias respecto a la
vivienda adecuada. Sin embargo, en México, los programas se limi-
tan a desarrollar la producción masiva de viviendas. Estas viviendas
no han sido creadas para alguien en particular, por el contrario, es la
desaparición de todo rasgo fuerte lo que la define y además permite
la movilidad de ocupantes (Liernur, 2006: 52). La vivienda de interés
social se encuentra definida mayoritariamente por modelos rígidos,
para familias tipo, estáticas, actualmente no representativas, y está
basada en la confección a medida para programas arquitectónicos hoy
dinámicos (Kuri, 2006: 75).
Ettinger (2010: 79), en su trabajo sobre La transformación de la
vivienda vernácula en Michoacán, señala que, en la vivienda moderna,
las funciones de los espacios se establecen, desde su diseño, utilizan-
do dimensiones mínimas, lo que hace difícil la adaptación de dichos
espacios para otros usos. Los espacios interiores en la vivienda de
interés social no resuelven el problema de habitar ni en sus aspectos
más básicos, ya que los materiales y sistemas constructivos son de baja
calidad por ser elegidos en función del costo mínimo y no de sus cua-
lidades (Galeana Cruz, 2008: 781). El actual sistema de producción de
vivienda de interés social, otorgado a promotores que especulan con
Un acercamiento al estudio de habitabilidad en la vivienda de interés social 101

esta problemática, produce viviendas en condiciones infrahumanas


que generan problemas de salud y riesgo, y traen consigo profundos
problemas sociales (Galeana Cruz, 2008: 781).
La conducta humana mantiene una muy cercana relación con el
espacio, ya que las características físicas y las actividades de los indi-
viduos se relacionan en el entorno arquitectónico (Heimstra, 1979).
Proshansnky citado por Holahan (1999), explica que cada entorno
arquitectónico está asociado a patrones de conducta, es decir, aunque
no pueden generarlos, sí puede actuar como potenciador o inhibidor,
siendo los ambientes inhibidores los que muestran un efecto más pro-
nunciado que los entornos potencializadores, puesto que es más fácil
bloquear comportamientos que generarlos (Rapoport, 2003: 25).
Finalmente, para un habitante, su casa tiene una importancia que
va más allá del valor material, el significado que él le otorga supera
la apreciación del conjunto como organización espacial y cobijo. De
acuerdo a Bachelard (1983), en estos lugares, es en donde los habitan-
tes forjan sus anhelos y materializan sus aspiraciones.

Necesidades humanas: motor de cambio en la vivienda

La relación entre espacio y habitante es muy estrecha en la vivienda, ya


que los espacios habitacionales tienen una relación íntima en el modo
de vida de los habitantes. Es en ellos en donde se realizan las activi-
dades cotidianas. Se podría considerar la vivienda como participante
activa en el rol de producción de valores culturales y costumbres de
un grupo humano, debido a que las modificaciones que eventualmente
sufra la vivienda pueden inhibir o alentar algunas prácticas, modificar
las relaciones familiares, teniendo la capacidad de convertirse en un
mecanismo de cambio o hasta de control social (Ettinger, 2010: 26).
Todos los actos que realiza el hombre son impulsados por alguna
razón. Así, todos los cambios observables en las viviendas, siempre
provienen de una diferencia entre lo que el hombre es y lo que la
vivienda puede ofrecerle. De esta forma, cualquier modificación en su
estructura se presentará acompañada de cambios de índole cultural o
social (Ettinger, 2010: 25).
El hombre está expuesto a cambios permanentes y aunque la
vivienda pueda satisfacer sus necesidades al momento de ser ocupada,
es difícil suponer que pueda seguir haciéndolo con necesidades que en
un futuro le puedan surgir, ya sea en seguridad, operatividad, privaci-
dad, funcionalidad o significatividad (Ortiz y Doménech, 2004).
102 Diversas visiones de la habitabilidad

Esta realidad dinámica, confrontada con la rigidez de la vivienda,


trae consecuencias no previstas, cuya duración es tan prolongada
como la frecuencia con que el hombre experimenta cambios. Tales
diferencias se hacen críticas e inestables cuando por efecto acumu-
lativo de motivaciones no realizadas a nivel individual o colectivo,
llegan a un punto insostenible, entonces se expresan mediante ajus-
tes o cambios que el habitante realiza en su vivienda para lograr un
equilibrio con su nueva forma de percibir, sentir y estar (Sepúlveda,
1992: 142).
Parte de los cambios pueden ser claramente explicados con obje-
tividad y justificados razonablemente por sus habitantes. Pero habrá
otros que requerirán ser analizados e interpretados. En este sentido
será útil considerar los planteamientos de dos autores sobre las nece-
sidades humanas.
Maslow (1993), conceptualizó al individuo como un todo organiza-
do e integrado, cuyos deseos provienen de motivaciones que, en muy
pocas ocasiones, se satisfacen, salvo durante lapsos muy breves; ésto
es debido a que, apenas se logra un nivel de conformidad, le sobrevie-
ne muy pronto otra necesidad de nivel superior (Maslow, 1970: 17).
Tenemos que para Maslow (1970: 15-22), las necesidades en orden
prioritario son:
1. Necesidades fisiológicas.
2. Necesidades de seguridad.
3. Necesidades de pertenencia y afecto.
4. Necesidades de autoestima.
5. Necesidades de reafirmación (ser lo que uno es).
Resulta oportuno recordar lo mencionado por Wunenburger
(2008: 54) al referirse a los imaginarios: el imaginario suscita en
nosotros resonancias interiores de placer o displacer, ya que una ima-
gen mental, de la misma manera que una realidad externa, provoca
respuestas muy semejantes a las que producirían los estímulos reales
(Hall, 2011: 101).
La teoría de Maslow, según Sepúlveda (1992: 144), aplicada al
tema habitacional, permite entender que una vivienda sea programada
en función de atender necesidades especificas, pero que ha de supo-
nerse que, a medida que el ocupante adquiera el nivel de satisfacción,
comenzará a experimentar otras carencias de tipo habitacional supe-
riores a las ya cubiertas (a nivel intelectual, perceptual, físico, fisio-
lógico, etcétera). Benedikt (2008), citado por Kowaltowski y Granja
(2011: 5-6) aplica la teoría de Maslow a la vivienda, definiéndola de
la siguiente forma:
Un acercamiento al estudio de habitabilidad en la vivienda de interés social 103

1. Supervivencia.
1.1. Solidez estructural.
1.2. Protección del clima, los animales y proyectiles.
1.3. Seguridad.
1.4. Protección contra violencia, secuestro, robos.
1.5. Privacidad.
1.6. Control sobre los espacios.
2. Legitimidad.
2.1. Demostración de la identidad social.
2.2. Establecimiento de la autoridad.
2.3. Seguridad de propiedad.
3. Aprobación.
3.1. Estética.
3.2. Social.
3.3. Económica.
4. Confianza.
4.1. Espontaneidad.
4.2. Libertad de expresión.
5. Libertad.
5.1. De movimiento.
5.2. De opinión.
5.3. De espacio.
5.4. De flexibilidad.
Por otro lado, Max-Neef, Elizalde y Hopenhayn (1998) señalan que
las necesidades humanas son finitas, definidas e invariables para cual-
quier individuo, en cualquier lugar y que se perciben y satisfacen de
forma sistémica (no lineal como propone Maslow), mediante satisfac-
tores. Aclaran que estos satisfactores, al contrario de las necesidades,
son muy diversos, variables e infinitos.
Las diferencias entre ambas teorías (Maslow et al. y Neef) están
centradas en la forma como se perciben las necesidades o carencias,
las modalidades con que pueden satisfacerse, y las vivencias que un
individuo puede experimentar en la relación y secuencia de ellas. Se
acostumbra pensar en las necesidades en términos de satisfacción,
como hechos estáticos, pero no todos desarrollan la totalidad de nece-
sidades: algunas personas pueden estar dominadas por las necesidades
fisiológicas y las otras necesidades pueden casi no existir (Boltvinik,
2007: 58).
Resulta de difícil comprensión la propuesta de Maslow en el sentido
de que el individuo pueda experimentar carencias en forma aislada unas
de otras, así como en los procesos de satisfacción, considerando que las
104 Diversas visiones de la habitabilidad

sensaciones ocurren en un orden de prioridades jerárquico e invariable.


Además, las funciones internas de cualquier individuo, ya sean de orden
fisiológico, intelectual o sensorial, son mucho más complejas, y pueden
ocurrir paralelamente, influyéndose en forma recíproca, requiriendo ser
atendidas de forma sistémica (Sepúlveda, 1992: 145).
Es común que las familias realicen cambios a sus viviendas; cier-
tos aspectos en ellas pueden desilusionar o frustrar a sus habitantes,
cuyas insatisfacciones, según Sepúlveda (1992: 146), se manifestarán
en: complementaciones,5 ampliaciones6 y/o transformaciones.7 Estos
tipos de cambios se producen en periodos diferidos y aleatorios, y
obedecen a diferentes razones, que podríamos distinguir básicamen-
te como las siguientes: razones dimensionales, razones funcionales,
razones de identidad y razones de estatus.
Por ello, la vivienda y otros tipos de edificios tienen que basarse
en la investigación destinada a conocer las necesidades del hombre,
así como de los mundos sensorios de diferentes grupos humanos que
conviven en ellas (Hall, 2011: 13). Estos acercamientos deben ser
considerados émicamente (desde el interior de la cultura, destacando
los mismos aspectos que considerarían importantes los miembros del
grupo), más que éticamente (desde la perspectiva de un observador;
desde fuera). Lo esencial es comprender la émica antes de desarrollar
los aspectos éticos (Rapoport, 2003: 14).

Propuesta de variables para el estudio de habitabilidad


en la vivienda de interés social

El objeto arquitectónico se compone básicamente de dos elementos:


los espacios y sus continentes. El espacio arquitectónico, para ser ocu-
pado, necesita ser contenido, y así transformado en espacio aprovecha-

5 Consiste en intervenciones que el habitante ejecuta en su vivienda para facilitar su ocu-


pación, muebles de cocina, closets, baños, etc. También se refiere a completar partidas
de terminaciones de la obra, que por razones presupuestarias y/o técnicas quedaron
inconclusas: falta de pintura, luminarias, rejas, pavimentos de ingreso, etc.
6 Esta manifestación consiste básicamente en un crecimiento volumétrico de la
vivienda, ya sea cerrado o abierto y desligado o unido al volumen original de la casa.
Estas ampliaciones pueden generarse agregando espacios o elementos arquitectóni-
cos, o bien, por transformación de los que ya posee la casa.
7 Consiste en la modificación de recintos o elementos existentes con o sin agregación
de otros. Estas modificaciones pueden ejecutarse dentro del volumen existente de la
vivienda. También ellas pueden arrastrar alteraciones del volumen, que generalmen-
te consisten en crecimiento, lo cual significa un cambio combinado de transforma-
ción y ampliación.
Un acercamiento al estudio de habitabilidad en la vivienda de interés social 105

ble Al movernos a través del espacio somos transeúntes; al ocuparlo y


usarlo en diversas actividades: ocupantes y usuarios; al operar en él,
hacer cambios en su continente que hagan más cómodo nuestro tránsi-
to, ocupación y uso, para convertirnos en operarios (Gómez Azpeitia,
2011: 74 - 75).
Recordando que el concepto de habitabilidad nos habla de la satis-
facción de las expectativas, necesidades, patrones de vida y preferen-
cias de los habitantes por medio de los espacios y sus continentes,
resulta útil entender la interacción del hombre con su ambiente. Para
ello, es importante identificar las respuestas de los estímulos que ocu-
rren en los ambientes.
Merhabian y Russell (1974) citados en (Mercado Doménech,
1995: 23) proponen tres dimensiones básicas que explican la reacción
emocional atribuida al ambiente físico. Estos tres factores son: Placer-
Displacer; Activación-Tranquilidad; Dominio-Sumisión. De acuerdo a
estos mismos autores, estas dimensiones corresponden a variables que
han sido identificadas y ampliamente validadas como aspectos funda-
mentales en la operación de la conducta y a lo largo de la historia han
sido centrales para su comprensión. A continuación se presenta una
explicación de cada una de ellas.
1. El placer, para el Psicoanálisis Freudiano, es fundamental para
la motivación. Nuestro aparato psíquico busca un propósito
fundamental: procurarnos placer y evitarnos el displacer. El
placer se halla con la disminución, atenuación o extinción de
las magnitudes de excitación acumuladas en el aparato psíquico,
mientras que el dolor va paralelo al aumento o exacerbación de
dichas excitaciones (Mercado Doménech, 1995: 25).
La dimensión placer-displacer es una variable fundamental en
la explicación del aprendizaje y de la motivación de la conduc-
ta de los animales, incluyendo, evidentemente, al hombre. Se
puede esperar, entonces, que lo sea también en el contexto más
específico de la conducta ambiental y, así, poder entender que,
el sujeto elija o no, prefiera o evite, un ambiente determinado,
dependerá de las experiencias placenteras o displacenteras que
éste induzca (ídem).
2. La más acertada teoría de la activación es la de Lindsey (1951).
Ésta se fundamenta en el concepto de excitación y es expresada
más en términos neurofisiológicos que conductuales, en donde
se identifica la elevación de la presión arterial sanguínea y la
dilatación pupilar; la actividad respiratoria, consumo de oxige-
no, tasa del pulso, tensión muscular, y propiedades térmicas de
106 Diversas visiones de la habitabilidad

la piel; éstos son algunos índices de actividades conductuales.


Por lo tanto, la emoción significa alerta. Los efectos de expo-
nerse a una rica estimulación ambiental daría como resultado un
incremento en la activación que podría ser medido, tanto fisio-
lógicamente, como conductualmente, por medio de los cambios
neurofisiológicos (Mercado Doménech, 1995: 26).
La activación, como moduladora de conducta, es un índice para
explicar muchas de las influencias del ambiente sobre la conduc-
ta, especialmente sobre el nivel de actividad (ídem).
3. Proshansnky, Ittelson y Rivlin (1983) citados en Mercado Domé-
nech (1995), propusieron el término “libertad de elección” para
referirse al dominio, y lo postularon en términos más familiares,
como privacidad, territorialidad y hacinamiento. Así, el domi-
nio se define como una sensación individual en la que se puede
libremente actuar en una variedad de formas, como cuando un
individuo siente control de su territorio (Mercado Doménech,
1995: 27).
Por otro lado, es posible que la cantidad de personas en una
situación de hacinamiento modifiquen el grado de dominio per-
cibido, y con ello, la cantidad de información de la situación. A
este control se le conoce como privacidad (Mercado Doménech,
1995: 28). Podemos ver la capacidad de dominio como una
variable moduladora que afecta, en gran medida, el efecto del
placer y la activación (Mercado Doménech, 1995: 27). La capa-
cidad de dominio o pérdida del mismo, sobre ciertos eventos en
el entorno, interactúa seriamente con la cantidad de información
de la situación y con el carácter placentero o displacentero de la
misma (Mercado Doménech, 1995: 28).
Los efectos del entorno, en los hombres, afectan directamente las
actividades humanas y sus estados de ánimo. La propuesta teórica
de Maslow demuestra que una vivienda pueda atender necesidades
especificas, pero que, en la medida en que el ocupante adquiera el
nivel de satisfacción, comenzará a experimentar otras carencias de
tipo habitacional superiores a las ya cubiertas (a nivel de seguridad,
representatividad, fisiológico, etcétera).
Bajo esta conceptualización y atendiendo las dimensiones básicas:
Placer-Displacer; Activación-Tranquilidad; Dominio-Sumisión, se
definen una serie de variables para analizar el grado de habitabilidad:
1. Confort fisiológico.
1.1 Confort Térmico.
1.2 Confort Acústico.
Un acercamiento al estudio de habitabilidad en la vivienda de interés social 107

1.3 Confort Lumínico.


1.4 Confort Visual.
2. Dimensión espacial.
3. Vinculación espacial.
4. Funcionalidad espacial.
5. Actividades en el espacio.
6. Permanencia en el espacio.
7. Seguridad de estancia.
8. Placer espacial.
9. Representatividad.
10. Imaginarios.
A continuación se presenta una breve fundamentación de cada una
de ellas:
Confort fisiológico (higrotérmico, lumínico y auditivo): Un
sinnúmero de estudios dejan entrever que una persona, habitando una
vivienda que no le proteja adecuadamente de las inclemencias del
medio ambiente, puede disminuir el nivel de habitabilidad hasta anu-
larse (Mercado Doménech, 1995: 18). La calidad funcional, en rela-
ción al grado confort que pueden ofrecer los continentes arquitectóni-
cos, depende de su consistencia, su composición física, concretamente
de las propiedades mecánicas, térmicas, químicas y radiantes. Gómez
Azpeitia (2011: 77-78), propone su cuantificación por medio de su
desempeño, el cual, incide en la sensación de confort de los habitantes
(funcionalidad del continente).
Confort Visual (Tasa activación visual): Los efectos de exponer-
se a una rica estimulación ambiental dan como resultado un incremen-
to en la activación; la que podría ser medida, tanto fisiológicamente,
como conductualmente, por medio de los cambios neurofisiológicos,
en donde se identifica la elevación de la presión arterial sanguínea y
la dilatación pupilar, la actividad respiratoria, consumo de oxígeno,
frecuencia del pulso, tensión muscular y propiedades térmicas de la
piel (Mercado Doménech, 1995: 26).
Dimensión espacial: El tamaño de los espacios se relaciona con
conceptos etológicos, puntualmente proxémicos, es decir, la forma
en que los individuos se relacionan entre sí en su entorno inmediato.
Estos conceptos interesan a la territorialidad humana, así como tam-
bién con la forma en que los individuos obtienen provecho de ella
(Gómez Azpeitia, 2011: 76). Por otro lado, es posible que la cantidad
de personas, en un lugar, modifiquen el grado de dominio percibido,
y con ello, la cantidad de información de la situación. A este dominio
se le conoce como privacidad. Se entrevé la capacidad de dominio,
108 Diversas visiones de la habitabilidad

directamente relacionada con la dimensión espacial, como una varia-


ble moduladora, que afecta en gran medida la cantidad de información
de la situación y con el carácter placentero o displacentero de la misma
(Mercado Doménech, 1995: 28).
Vinculación espacial: La comunicación de los espacios a través de
medios físicos como puertas, pasillos escaleras y vestíbulos, permiten
desplazarse de una habitación a otra o de un sitio a otro de la casa
(Landázuri Ortiz y Mercado Doménech, 2004: 93). Esta variable se
relaciona directamente con el grado de privacidad e intimidad. Son
determinados por la circulación interna y los elementos de conexión
entre los espacios.
Funcionalidad espacial: La funcionalidad nos guía en la forma en la
que el espacio opera para facilitar su uso. Un espacio funciona de acuer-
do a sus ejes directrices, sus flujos y sus acentos; por la ubicación de sus
vínculos y por el emplazamiento del mobiliario y la utilería necesaria
para el uso del espacio especifico (Gómez Azpeitia, 2011: 76-78).
Actividades en el espacio: La posibilidad de usar el espacio para
realizar una serie de actividades, es la cualidad básica de la habitabi-
lidad. Los espacios son habitables en relación a las actividades que
se pueden desarrollar en ellos (Gómez Azpeitia, 2011: 76-78), de tal
modo que una actividad puede desarrollarse mejor en cuanto mayor
especialización tenga el espacio, y se desarrolla de manera más defi-
ciente cuando múltiples actividades deben desarrollarse en un espacio
único. En este sentido, Amos Rapoport (2003: 69), al cuestionarse
sobre la existencia de una variedad tan enorme de entornos construi-
dos, especialmente viviendas y núcleos de población, responde que la
principal referencia es el “hacer cosas”.
Permanencia en el espacio: La permanencia se refiere al tiempo
de ocupación. En el presente ensayo esta variable es atendida desde
dos enfoques: primero, el tiempo de habitar la vivienda; y segundo, el
tiempo de ocupación promedio del espacio de estudio. Indudablemen-
te tiene una relación directa con otras variables analizadas.
Seguridad de estancia: La seguridad es referida aquí como los fac-
tores que generan confianza al poder controlar los estímulos no desea-
dos a través de dispositivos como cadenas, alarmas, rejas, barandales,
suelos no resbaladizos, etc. La capacidad de control sobre ciertos
eventos en el entorno, o la pérdida de control sobre éstos, puede inte-
ractuar seriamente con la cantidad de información de la situación y con
el carácter aversivo o placentero intrínsecos a la situación, afectando
el manejo y apropiación, resguardo, custodia y grado de privacidad,
Un acercamiento al estudio de habitabilidad en la vivienda de interés social 109

que los individuos perciben en relación con el espacio que define a la


vivienda (Landázuri Ortiz y Mercado Doménech, 2004: 94).
Placer espacial (nivel de satisfacción alcanzado en el espacio):
La forma, apariencia de las cosas y generadora de los espacios, en
términos de composición y arreglo ordenado de determinados elemen-
tos dentro del espacio arquitectónico, es el atributo visible del objeto
arquitectónico y tiene un muy importante papel en la habitabilidad,
pues determina en gran medida su inteligibilidad (Gómez Azpeitia,
2011: 76-78).
Representatividad: La representatividad es considerada como
un conjunto de símbolos que muestran información de los habitantes
hacia otras personas, puntualmente en lo relacionado con el sentido de
pertenencia, valores, identidad y status (Landázuri Ortiz y Mercado
Doménech, 2004: 96). El status y la identidad están relacionadas entre
sí, ya que el alto status no es más que un tipo particular de identidad
(Rapoport, 2003: 199).
Imaginarios: Rapoport (2003: 45) insinúa lo relacionado con
los imaginarios como el aspecto más importante de la función y un
elemento crucial de deseos, estimaciones y preferencias, en cuanto a
entornos y sus características. Por otro lado, Wunenburger (2008: 54)
plantea que el imaginario suscita en nosotros reacciones de placer o
displacer, ya que una imagen mental, de la misma manera que una
realidad externa, provoca respuestas muy semejantes a las que produ-
cirían los estímulos reales (ver también Hall, 2011: 101).
La calidad del entorno es una calidad percibida y contextual, los
estudios han de basarse en el análisis de la interacción personas-en-
tornos (Rapoport, 2003: 7). Los aspectos sociales, culturales y físicos,
deben considerarse en su conjunto; no obstante, los habitantes tienen
su propia interpretación acerca de todos los atributos de la habitabili-
dad, por lo tanto, no sólo es importante determinar el grado de acción,
sino, también, la interpretación de sus habitantes. Teniendo presente
que las interpretaciones no necesariamente corresponden con lo real
(Sarquis, 2006: 21).

Conclusiones

Este documento representa para los autores un primer acercamiento


a la relación Arquitectura-Habitante, conocida como Habitabilidad;
en el cual, se hace notoria, en principio, la necesidad de ampliar un
marco teórico para cubrir con su objetivo. Para lo anterior se identificó
la importancia de hacer converger distintos campos de estudio que
110 Diversas visiones de la habitabilidad

van desde la antropología, psicología, sociología, fisiología y, por su


puesto, la arquitectura, entre otros. El resultado es una propuesta inci-
piente sobre las variables de estudio de Habitabilidad en la vivienda
de interés social. A pesar de la diversidad de enfoques, en algunos
casos enfrentados dentro de una misma disciplina, puede articularse
un discurso respecto a los factores que determinan la Habitabilidad.
También queda claro que, el concepto como tal y los factores que la
determinan, son dinámicos pues se modifican al mismo tiempo que se
transforman los modos de vida.
A la par, con base en diversos autores y después de los hallazgos,
se precisa el concepto Habitabilidad como: el grado en que las cua-
lidades y atributos de los espacios y sus continentes se ajusta a las
expectativas, necesidades, patrones de vida y preferencias, de los
habitantes.
La importancia que se encuentra en el estudio de la Habitabilidad
es la de proyectar una arquitectura que tenga una relación más estrecha
con sus habitantes. Para ello se proponen, para futuros estudios, las
siguientes variables: Confort fisiológico, Dimensión espacial, Vin-
culación espacial, Funcionalidad espacial, Actividades en el espacio,
Permanencia en el espacio, Seguridad de estancia, Placer espacial,
Representatividad e Imaginarios. Adicionalmente, a confirmar su vali-
dez, o incorporar nuevas variables o descartar alguna de las propues-
tas, una tarea importante para los investigadores es dimensionarlas con
el afán de perfeccionar el programa arquitectónico de las viviendas de
interés social.

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Diversas visiones de la habitabilidad

Reyna Valladares Anguiano


(Coordinadora)

Red Nacional de Habitabilidad Urbana


Diversas visiones de la habitabilidad

Reyna Valladares Anguiano


(coordinadora)
Formación: Nereo Francisco Zamítiz Pineda
Corrección de estilo: Elsa Patiño Tovar

El presente texto ha sido evaluado por 3 pares investigadores

Primera edición 2015

d.r. © Pro­gra­ma Edi­to­rial de la Red de In­ves­ti­ga­ción Ur­ba­na, a.c., se­de: diau-uap,


Juan de Pa­la­fox y Men­do­za 208, Se­gun­do Pa­tio, Ter­cer Pi­so, Cen­tro, 72000 Pue­bla,
Pue., México. Tel.: (222) 2462832. Co­rreo elec­tró­ni­co: rniu­@rniu.buap.mx. Página:
www.rniu.buap.mx
isbn: 978-968-6934-36-6
Hecho en México

Este libro se editó con recursos del profocie


Índice

Introducción........................................................................................7
Reyna Valladares Anguiano

Presentación....................................................................................... 11
Elvira Maycotte Pansza

Indicadores urbanos de habitabilidad:


¿qué medir y por qué? ....................................................................15
Reyna Valladares Anguiano, Martha E. Chávez González
y María López de Asiain Alberich

Sostenibilidad y habitabilidad: ¿condiciones en pugna?..............39


Gabriel Gómez-Azpeitia y Adolfo Gómez Amador

Habitabilidad y calidad de vida como indicadores


de la función adaptativa del habitar en el entorno urbano..........71
María López de Asiain Alberich, Reyna Valladares
Anguiano y Martha E. Chávez González

Un acercamiento al estudio de habitabilidad


en la vivienda de interés social........................................................91
Jorge Gonzalo Luna Montes y Adolfo Gómez Amador

Mecanismos de control bioclimáticos habilitados


por los individuos en viviendas de climas cálidos........................ 113
Adolfo Gómez Amador, Ana Elena Espinoza López,
Gonzalo Bojórquez Morales y María Guadalupe
Alpuche Cruz

Empleo, desempleo y habitabilidad de la población en


los municipios de Colima, Manzanillo y Villa de Álvarez..........135
María Antonieta Barrón

Determinantes del crecimiento en el sector vivienda en la


zona conurbada Colima y Villa de Álvarez (2000-2010).............163
Dora Argentina Cabezas Elizondo
Habitabilidad urbana: consideraciones desde la vivienda.........185
María Elena Torres Pérez

Las familias y su vivienda. Estudio descriptivo en familias


colimenses en las colonias Buenavista (Villa de Álvarez,
Col.) y El Moralete (Colima, Col.)................................................213
Susana Aurelia Preciado Jiménez, Selene Libier
Rodríguez Moreno y Martha Elizabeth Martínez Albañil

Condiciones y percepción social de la habitabilidad


en contextos urbanos de pobreza en Colima................................241
Virginia Romero Plana

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