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ENCÍCLICAS SOCIALES

Sebastián De Jesús Garrido García

Presentado a:
Lic. Consuelo Santos Contreras

Área de Religión

Institución Educativa San José

La Paz, Cesar
12/08/22
Resum Novarum (De las cosas nuevas o De los cambios políticos)

En el mes de mayo de 1891 fue promulgada por el papa León XIII la encíclica

Resum Novarum. La elección como papa de León XIII en el año 1878 trajo

importantes novedades en relación con la posición de la Iglesia ante los profundos

cambios políticos, económicos y sociales del siglo XIX en una línea más abierta de

la defendida por el anterior pontífice Pío IX y el Concilio Vaticano I.

En lo político, el papa León XIII se negó a aceptar la nueva situación italiana y

exigió el reconocimiento de su soberanía sobre Roma. Esta postura contra el nuevo

reino de Italia duró hasta 1929 cuando la Iglesia y el gobierno de Mussolini

firmaron el Tratado de Letrán, por el que se creó el Estado del Vaticano. Pero el

gran éxito diplomático del nuevo pontífice fue conseguir que Bismarck suavizara y

terminara con la kulturkampf, es decir, la política contraria la Iglesia Católica en

Alemania. En relación con Francia, el papa aconsejó a los católicos que

colaborasen y aceptaran la III República, aunque esto no hizo cambiar la política

laica de los republicanos. En 1885 publicó una encíclica en la que afirmaba que la

Iglesia no se podía ligar a ninguna forma de gobierno, lo que suponía un cambio en

la posición tradicional de la Iglesia.


Quadragesimo Anno (En el cuadragésimo aniversario)

Quadragesimo anno es una carta encíclica del Papa Pío XI, promulgada el 15 de

mayo de 1931, con ocasión de los 40 años de la encíclica Rerum Novarum, de allí

su nombre en latín, Quadragesimo anno (en el cuadragésimo año). Trata sobre la

restauración del orden social y su perfeccionamiento en conformidad con la ley

evangelizadora y está dirigida a los Obispos, sacerdotes y fieles católicos.


A continuación, el Papa Pío XI retoma las enseñanzas del Papa León XIII sobre la

capacidad que la Iglesia tiene de intervenir en los problemas económicos y sociales

con oportunas líneas e indicaciones por parte del Magisterio. Afronta el tema de la

propiedad privada recordando que León XIII no hizo una defensa a ultranza de la

propiedad privada a costa de la comunidad o de la sociedad, sino que mostró su

doble carácter haciendo hincapié en el problema que en aquel entonces más se

debatía ante las teorías socialistas. Quienes niegan el carácter social y público del

derecho a la propiedad pueden caer en el individualismo; pero quienes disminuyen

o rechazan este carácter caen el en colectivismo. De ahí que, como se dice en la

Rerum novarum el derecho de propiedad se distinga de su ejercicio.


Mater et Magistra (Madre y Maestra)
El 15 de mayo de 1961 Juan XXIII dio a conocer su enseñanza social en Mater et

Magistra.

Mater et Magistra revisa los puntos más importantes de las encíclicas anteriores

Rerum Novarum y Quadragesimo Anno . Ante las necesidades de su época SS.

Juan XXIII, advierte que la cuestión social tiene una dimensión mundial y que así

como se puede hablar de personas pobres, también se ha de hablar de naciones

pobres. Insiste categóricamente en la importancia y trascendencia de la dignidad de

la persona humana, en la valoración del trabajo y en su justa remuneración.

Reconoce que la economía es ante todo obra de la iniciativa de los particulares,

pero que se necesita la intervención subsidiaria de los poderes públicos. Subraya la

importancia de la creciente sociabilidad humana en sus diversas manifestaciones

en el mundo.

Reafirma las enseñanzas anteriores sobre el salario, cuyos parámetros para fijar un

monto menciona: la dignidad de la persona humana y de su familia la aportación

efectiva del trabajador; la posibilidad económica de la empresa; la situación

económica de la nación y la situación de la economía a nivel mundial. Enseña una

vez más la dimensión ética de las estructuras económicas de la propiedad con

función social.
Muestra el derecho de los trabajadores de sindicalizarse. Reafirma lo inaceptable

del liberalismo. Reconoce la importancia de la familia. Resalta el destino universal

de los bienes y la opción del orden social fundado en la justicia y en la caridad. Por

primera vez destaca el problema del campo y sugiere algunas soluciones. Recuerda

que la Doctrina Social de la Iglesia tiene como fundamento, causa y fin al hombre

integral. En todo el documento aparece la necesidad de la justicia en los diversos

niveles de la convivencia social. Pugna porque las relaciones humanas se

construyan en la verdad, la justicia y el amor fraterno.

Pacem in Terris (Paz en la tierra)


Es la última de las ocho encíclicas del papa Juan XXIII, publicada el 11 de abril de

1963,1 53 días antes del fallecimiento del pontífice, coincidiendo con la

celebración del Jueves Santo. Con un subtítulo que reza: «Sobre la paz entre todos

los pueblos que ha de fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la libertad», era

una especie de llamamiento del sumo pontífice a todos los seres humanos y todas

las naciones para luchar juntos en la consecución de la paz en medio del clima

hostil generado por la Guerra Fría. Pacem in terris lleva un subtítulo que dice:

«Sobre la paz entre todos los pueblos que ha de fundarse en la verdad, la justicia, el

amor y la libertad», que describe los cuatro principios considerados fundamentales

para alcanzar la paz: la verdad como fundamento, la justicia como regla, el amor

como motor y la libertad como clima. Su estructura está compuesta por una
«Introducción» y cinco secciones llamadas: «Ordenación de las relaciones civiles y

matrimoniales», «Ordenación de las relaciones políticas», «Ordenación de las

relaciones internacionales», «Ordenación de las relaciones mundiales» y «Normas

para la acción temporal del cristiano».3

En general hace énfasis en los derechos y deberes que deben observar los seres

humanos y los estados, en las relaciones entre sí y en las relaciones con otros seres

humanos y otros estados, con la finalidad de conseguir la paz y el bien común;

señala además que el ser humano debe tener paz interior para poder conseguir la

paz social. Entre otras cosas demanda la reivindicación del papel de la mujer al

interior del hogar y en la sociedad y a respetar los derechos de los exiliados y las

minorías étnicas.3 En el plano internacional, invita a las naciones a frenar la

carrera armamentista y a prohibir las armas nucleares y puntualiza la

responsabilidad de la Organización de las Naciones Unidas en la promoción de la

buena relación entre los pueblos y la consecución de la paz, así como también la

importancia de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.


Populorum progressio (El desarrollo de los pueblos)

Antes de Populorum Progressio se habían operado importantes cambios en la

convivencia humana. La ciencia y la tecnología habían favorecido la globalización

de las comunidades, y los viajes espaciales. La economía crecía a pasos

agigantados en la producción industrial y en la aportación de servicios cada vez

más sofisticados y enriquecía maravillosamente a unas naciones, mientras que

simultáneamente dejaba en retraso lacerante al sector agropecuario, en pobreza a

amplias zonas en un mismo país y en subdesarrollo a gran número de naciones.

Todo mundo veía que era necesario realizar cambios para que las innovaciones

económicas, científicas y políticas tomaran un rumbo humano y justo. Era


necesario conducir el cambio por el hombre y para el hombre, pero era evidente

que estos cambios traerían consigo inseguridad, desconcierto y angustia. En el XI

Congreso de Dirigentes de Empresa, Paulo VI se había definido como defensor de

los humildes, abogado de los pobres, profeta de la justicia, heraldo de la paz,

promotor de la caridad, es por ello que uno de los frutos personales de dicho

Congreso vio hacer la promulgación de la encíclica Populorum Progressio. La

Iglesia sigue con atención el desarrollo de los pueblos, sobre todo el de los más

necesitados. La aspiración de mejorar de muchos hombres se ve impedida por la

situación en la que viven. Los pueblos quieren además de su independencia

política, su independencia económica. Con la descripción de Populorum

Progressio. Se patentiza la urgencia de buscar el desarrollo solidario de la

humanidad.

El desarrollo completo del hombre no puede darse sin el desarrollo solidario de la

humanidad. Hay que luchar por una verdadera unión entre las naciones para asistir

a los pueblos más débiles. El deber de solidaridad de las personas es deber también

de las naciones. Los pueblos deben de llegar a ser por sí mismos artífices de su
desarrollo: es la meta que hay que conseguir.
Laborem exercens (Sobre el trabajo humano)

La encíclica Laborem Exercens tiene una visión histórica y global de la

civilización occidental que se ha preocupado sobre todo de desarrollar el lado

objetivo del trabajo para someter a la naturaleza y liberar al hombre de condiciones

de vida de gran pobreza y miseria. Ha logrado de modo extraordinario acrecentar

el control del hombre sobre la naturaleza. Sin embargo, el lado subjetivo del

trabajo ha sido casi totalmente descuidado.

El hombre ha elegido las formas de su cooperación en el trabajo y, su organización

social en total independencia del justo desarrollo de la persona humana. El

resultado es que hoy nos hallamos más seguros que en el pasado frente a las

amenazas que provienen de la naturaleza (carestía, sequía, inundación, etc.), pero

mil veces más inseguros ante las amenazas que nos vienen de los demás hombres o

que surgen de nuestra propia intimidad personal (crisis económica, guerras,

alienación, neurosis de las grandes concentraciones urbanas...). De hecho, no nos

hemos parado a pensar y proyectar nuestro trabajo de suerte que nos haga

plenamente humanos.

La presente encíclica trata la concepción del hombre y del trabajo. El enfoque

general responde a un análisis de la época moderna, en que se han desarrollado con

enorme profusión experiencias de carácter económico, social, histórico, teológico,


antropológico, etc. Generalmente acerca del trabajo humano, se ha ignorado su

concepto exacto.

La Encíclica va más al fondo, llega al corazón del concepto mismo del trabajo

humano. En lugar de trazar un modelo ideal, Juan Pablo II ayuda a comprender lo

que ha acontecido y sigue aconteciendo en la historia, de qué modo puede el

hombre transformarse con su trabajo, hacerse más hombre. Además Laborem

Exercens muestra cómo los socialismos tratan a los seres humanos como

instrumentos de producción y no como personas-sujetos de trabajo. Por otra parte,

en los liberalismos se les trata como mercancía sujeta al mercado de la oferta y la

demanda. Con la proletarización de los intelectuales y su desempleo, se incrementa

el problema social.

Enfatiza los elementos de una espiritualidad del trabajo: los seres humanos

comparten sus actividades con la acción de Dios; el trabajo imita la acción de Dios

y otorga dignidad al trabajador. Nuestro Señor Jesucristo fue un hombre de trabajo.

Hay en la Sagrada Escritura muchas referencias al trabajo; el Concilio Vaticano II

dice que: el trabajo es necesario para el progreso terreno y para el desarrollo del

Reino.
Sollicitudo Rei Socialis (Preocupación social)

Es la carta encíclica del papa Juan Pablo II, promulgada el 30 de diciembre de

1987, con ocasión del vigésimo aniversario de la encíclica Populorum Progressio,

acerca de la preocupación social de la Iglesia. A los veinte años de la Populorum

progressio de Pablo VI, SS. Juan Pablo II acaba de hacer pública su Encíclica

SoIlicitudo Rei Socialis, acerca del mismo tema (los problemas del desarrollo a

escala internacional), desde la perspectiva de las últimas dos décadas. Hacia 1967

había un difuso optimismo sobre la resolución más o menos pronta de los

problemas del desarrollo, se veía más bien negativa. La brecha entre el Norte

desarrollado y el Sur subdesarrollado ha crecido en este lapso, haciéndose crítica y

no sólo en los países más desvalidos— la situación de la vivienda, de la

desocupación y de la deuda externa. A veces los propios mecanismos del crédito

internacional y de la inversión extranjera se han vuelto contra los países

subdesarrollados. Sollicitudo Rei Socialis analiza los críticos problemas mundiales

del armamentismo y del terrorismo, el Papa encara el problema demográfico

actual, con signo opuesto en el Sur y en el Norte. Al respecto, el Pontífice denuncia

las sistemáticas campañas del control de la natalidad como un atropello de la libre

decisión de los padres de familia. Por otra parte el Papa destaca como signos

positivos la conciencia de la radical interdependencia recíproca entre los bloques,


las naciones y las personas; la preocupación por la paz, indivisible, y una sana

preocupación ecológica por el planeta.

Centesimus annus (Centenario)

Centesimus annus es una encíclica promulgada por el papa Juan Pablo II el 1 de

mayo de 1991, con ocasión del centenario de la encíclica Rerum Novarum. Está

dirigida a los obispos, al clero, a las familias religiosas, a los fieles de la Iglesia

católica y a todos los hombres de buena voluntad. Cien años después de la

encíclica Rerum Novarum y tras la conclusión, con el ocaso del marxismo, de un

ciclo en la historia de Europa y del mundo, Juan Pablo II es testigo de las amenazas

de guerra, de la pobreza creciente, de los regionalismos y los bloques de naciones.

Los políticos y analistas cristianos se preocupan por el poco cambio moral en un

siglo.

Veían el crecimiento de los problemas antiguos, pero también se añadían unos

nuevos provenientes de las cosas nuevas que emergen en el umbral del tercer

milenio. En los últimos años se creía que el mercado libre bastaría por sí solo para

fundar una civilización digna del hombre.

La Iglesia no tiene un modelo económico que proponer. Pero ofrece, como

orientación ideal e indispensable, la propia doctrina social, la cual reconoce la


positividad del mercado y de la empresa, pero al mismo tiempo indica que éstos

han de estar orientados hacia el bien común.

El hombre mismo es el principal factor de la producción: en él se funda la riqueza

de las naciones más que en los recursos naturales. También se afirma de un modo

nuevo que la contribución auténtica de la Iglesia en el campo social se realiza en el

corazón del hombre. Es así como la Iglesia promueve los comportamientos

humanos que favorecen la cultura de la paz, del desarrollo y de la solidaridad. Se

señala que para construir una sociedad más justa y digna del hombre es necesario

un compromiso de servicio en los órdenes político, económico, social y cultural.

Evangelium Vitae (Evangelio de la vida)

Con fecha 25 de marzo de 1995, el Papa Juan Pablo II, en el decimoséptimo año de

su Pontificado, promulgó la Encíclica Evangelium Vitae, que trata "sobre el valor y

el carácter inviolable de la vida humana", abordando muy particularmente los

problemas del aborto y de la eutanasia. Luego de una introducción, la Encíclica se

articula en torno a cuatro capítulos: en el primer capítulo se presentan y analizan

las principales amenazas a la vida humana; en el segundo se expone el mensaje

cristiano sobre la vida; en el tercero, a partir de la Sagrada Escritura y de la

tradición de la Iglesia, se reafirma el carácter inviolable de la vida humana; y, en el

cuarto, se llama a la Iglesia y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a


comprometerse por una cultura de la vida. Termina la Encíclica con una

conclusión, en la que se destaca el testimonio de María en favor de la vida,

situando el conjunto de la problemática en la perspectiva del futuro absoluto de

Dios, en "donde no habrá ya muerte" Los temas tratados por la Encíclica son

altamente complejos y el Papa los aborda extensamente. Esta encíclica ha sido

definida por Juan Pablo II como una gran meditación sobre la vida, considerada en

la plenitud de sus dimensiones naturales y sobrenaturales; una meditación

rebosante de gratitud al Señor, Dios de la vida. Para la comprensión de la encíclica

Evangelium vitae es, pues, imprescindible tener a la vista este juicio del Papa. Por

ello, quienes consideren sólo el aspecto biológico de la existencia del hombre

tendrán difícil calar la sabiduría humana y aun la altura intelectual de este

importante documento del magisterio de la iglesia católica.


Deus Caritas Est (Dios es caridad)

Deus caritas est es la primera encíclica escrita por el Papa Benedicto XVI, y trata

el tema del amor cristiano. Fue promulgada el miércoles 25 de diciembre de 2005

en ocho idiomas. Esta encíclica versa, en un total de 42 párrafos, sobre los

conceptos del eros (amor humano), agape (amor incondicional), logos λογος (la

palabra), y su relación con las enseñanzas de Jesucristo. Se espera que, como su

predecesor Juan Pablo II, la primera encíclica de Benedicto XVI defina el

programa de su pontificado. Se afirma que la primera mitad de la encíclica fue

completamente escrita por el mismo Benedicto XVI a mediados de 2005, y que la

segunda parte está compuesta de escritos incompletos de su predecesor, el fallecido

papa Juan Pablo II. El documento fue firmado por el mismo papa Benedicto XVI el

día de Navidad, domingo 25 de diciembre de 2005. Algunas fuentes han atribuido

la demora en la divulgación del documento a la dificultad de traducir el manuscrito

original en alemán al latín; algunas otras, a ciertos debates en torno a la precisión

que se quería brindar al documento. Es la primera encíclica que se publica después

de que la Santa Sede decidiera poner copyright a todos los documentos papales.

Empieza afirmando que la expresión Dios es Amor, es el centro de la fe cristiana.

En 42 párrafos, que abarcan 70 páginas, la encíclica hace una reflexión sobre los

conceptos de eros (amor sexual), agape (amor incondicional), logos λογος (la

palabra), y su relación con las enseñanzas de Jesucristo. El documento explica que


el eros corre el riesgo de ser degradado a la simple cópula, si no está compensado

por un elemento de la espiritualidad cristiana. La opinión de que el eros es

inherentemente bueno contradice el punto de vista expresado por el obispo luterano

Anders Nygren, en su libro Eros y Agape, publicado a principios del siglo XX,

donde agape es la única verdadera forma de amor cristiano, mientras que el eros

(expresión de los deseos de un individuo) nos aleja de Dios. El Papa mantiene que

no se ha de rechazar el amor erótico, pero si sanearlo para que alcance su

verdadera grandeza. Cuanto más se encuentran eros y agape, la justa unidad en la

única realidad del amor, tanto mejor ser realiza la verdadera esencia del amor.

Caritas in veritate (Caridad en la verdad)

La encíclica Caritas in veritate vio la luz el 29 de junio de 2009, bajo el pontificado

de Benedicto XVI. Originada como homenaje y prosecución de las enseñanzas de

Pablo VI esbozadas en la carta encíclica Populorum Progressio, versa sobre el

desarrollo humano integral de los pueblos en la caridad y la verdad. Con motivo de

los 40 años de publicación de esta última encíclica, quiso estar lista para el año

2007, pero el intenso trabajo que requirió no permitió su expedición; sino hasta 2

años más tarde. La acogida de la carta fue bastante positiva, de lo cual dan fe dos

hechos muy elocuentes: el mensaje de apoyo a la encíclica, titulado Doing the

Truth in Love, firmado por 56 personalidades del mundo protestante evangélico

estadounidense; y la consideración aparecida en el diario The New York Times,


según la cual, tanto a progresistas como a conservadores la carta interpela a

“pensar de nuevo sus posturas. “Incluso se llegó a sugerir el Papa Benedicto como

candidato al premio Nobel de Economía, “por haber sido el único que ha

relacionado la crisis económica con la crisis demográfica y la caída de la

natalidad” En la génesis del documento estaba la intención de hacer una

conmemoración de la famosa carta de Pablo VI sobre el desarrollo y por ello la

intención original era presentarlo en 2007. Ante la veloz sucesión de eventos

históricos se vio la necesidad de esperar para poder hacer un análisis más objetivo

de la situación histórica.

Benedicto XVI hace una segunda lectura del pensamiento de Pablo VI, aportando

algunos criterios nuevos para el discernimiento. Encontramos una reflexión

profunda, al estilo del buen teólogo que es el Papa, y de sus colaboradores

versados en cuestiones económicas cuya contribución, sin embargo, no es elaborar

un documento técnico, sino respaldar con objetividad la reflexión ética y moral.

La Iglesia no se opone al progreso que “en su fuente y en su esencia, es una

vocación: ‘En los designios de Dios, cada hombre está llamado a promover su

propio progreso, porque la vida de todo hombre es una vocación’. Esto es

precisamente lo que legitima la intervención de la Iglesia en la problemática del

desarrollo”
Se enfatiza que el corazón del discurso social de la Iglesia es la caridad y sólo

cuando nuestra acción es animada por el amor, que a su vez exige la justicia,

podemos prestar un servicio a la humanidad. Pero una caridad sin verdad, sin una

comprensión integral de la persona humana y su llamado a realizarse plenamente

como imagen y semejanza de su Creador, se queda en palabras bonitas o en

ideologías. “Sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo. El amor se

convierte en un envoltorio vacío que se rellena arbitrariamente. Éste es el riesgo

fatal del amor en una cultura sin verdad”

Laudato si’, mi’ Signore (Alabado seas, mi señor)

Laudato si' es el título de la segunda encíclica del papa Francisco, firmada el 24 de

mayo, Solemnidad de Pentecostés, del año 2015, y presentada el 18 de junio del

mismo año. La encíclica se centra en el planeta Tierra como lugar en el que viven
las personas, defendiendo la naturaleza, la vida animal y las reformas energéticas

en los seis capítulos compuestos; presenta el subtítulo: Sobre el cuidado de la casa

común. Francisco realiza una crítica mordaz del consumismo y el desarrollo

irresponsable con un alegato en favor de una acción mundial rápida y unificada

"para combatir la degradación ambiental y el cambio climático". El Papa subraya

que se trata una encíclica que debe contarse en el Magisterio social de la Iglesia.

Explícitamente aclara que no se trata de un discurso “verde” más,4 sino que nos

insta a “reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un

planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente,

para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres” Es la

segunda encíclica publicada por Francisco, después de Lumen fidei, de 2013, sin

embargo, esta fue escrita en gran parte por Benedicto XVI, por lo que Laudato si'

es la primera encíclica escrita completamente por Francisco. La Encíclica fue

objeto en las semanas siguientes a su publicación, de grandes titulares y despliegue

por parte de la prensa internacional, que sin embargo se concentró sólo en las

cuestiones de orden ecológico-ambiental, y a temas como la responsabilidad

humana en el llamado “calentamiento global” y la producción de gases

contaminantes por la industria, o la mentalidad mercantilista o economicista que

privilegia el provecho de grupos de interés por encima el cuidado sobre el hábitat.

Sin embargo, los medios suelen descuidar u obviar los temas centrales de la
encíclica y su propuesta principal. Y es que la encíclica no es sólo una crítica a

labor del hombre en la destrucción de la naturaleza, sino que además hace una

propuesta: la llamada "ecología integral" que implicaría una revaluación de la

manera como el ser humano se concibe a sí mismo y a cómo actúa frente a su

entorno y frente a la naturaleza.

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