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RAKSHA

11 de octubre de 1969 11:55 pm San Francisco - California

El detective David se despierta de un brinco, bruscamente asustado, agitado y sudando. Su mente lo


torturaba a través de las pesadillas que tenía cada noche, aunque se volvieron algo rutinario nunca
dejaron de afectarlo, y aunque haya pasado 2 años, la culpa no lo abandona y sus dudas tampoco.

Sus pesadillas eran el cuervo de su vida, posadas en el dintel de su mente le recordaban cada noche que
ella “nunca más” iba a estar1.

Su trabajo fue la habitación de la cual él nunca logró salir. Bebió un poco de agua del vaso que siempre
deja en la mesa de noche, que compró su esposa poco después de casados, en combo con la lámpara.
Siempre pensó que el hábito de dejar el agua al lado de lámpara era peligroso, pero al final como pasa
con todo, se acostumbraron, tanto él, como la madera de la mesa que a través de los años fue
marcando la forma del vaso en su blanca pintura.

Sus pesadillas eran el despertador perfecto, siempre sincronizadas de una manera tenebrosamente
precisa con las necesidades de su labor. Para las 12:07 am del 12 de octubre recibió la llamada del
comisario:

-Buenos noches detective. -Dijo el comisario Michael con una voz opaca

-Buenas noches Michael. – Replicó David.

-Señor, han asesinado alguien en 2298 en Washington.

- Tiene que ver con el caso?

-Al parecer no, es un taxista, no cumple con el patrón.

-Vale.

-Llame a su compañero y diríjase a la escena.

-Vale.

-Suerte.

David terminó el agua de su vaso y llamó a su compañero.

11 de octubre de 1969 9:45 pm San Francisco California

Paul Stine lleva trabajando desde las 7:00 pm y solo ha recogido dos carreras en la gran ciudad de San
Francisco, se siente inútil pues las necesidades en su hogar se acumulan como una bola de nieve y el
poco trabajo, gracias al próximo toque de queda en respuesta a las amenazas del asesino del Zodiaco,
anunciado en muchas ciudades y pueblos del condado había empezado a afectar su flujo laboral. Se
1
Metáfora en referencia al poema “El Cuervo” de Edgar Allan Poe.
sentía frustrado por cómo había vivido gran parte de su vida. ¿Cómo terminó siendo un simple taxista?
¿Cómo esa monótona rutina se convirtió en su diario vivir? ¿Cómo todas sus aspiraciones terminaron en
manejar a la gente hacia sus destinos y sueños?, es irónico pensó, pues nunca fue capaz de
transportarse hasta los suyos. Quién diría que después de cruzar ese semáforo en rojo llevaría hasta su
destino a la persona que esta afectando tanto su presente, quién diría que esa noche no volvería a casa,
que esa noche no estaría para abrazar a su esposa y decirle que mañana todo estará mejor, esa noche
no tendría la oportunidad de decidir si leerle un cuento para dormir a su hijo, que como todas las noches
de hace mucho no lo hace, “Papá esta cansado de trabajar Thomas, después te lo leeré” le dice siempre,
mientras se sienta a ver televisión con una lata de cerveza, no lo hace precisamente porque esté
cansado, sino porque como muchos de nosotros pensamos que siempre veremos un nuevo día, que
siempre va a haber una nueva oportunidad para cambiar las cosas, pero Paul llevaba toda la vida
aplazando sus obligaciones, y como Paul no alcanzaría a darse cuenta a tiempo, nuestro tiempo se acaba
y para Paul precisamente ya había llegado.

Al cruzar el semáforo, un hombre en medio de muchas personas se aproxima al andén y levanta la mano
en señal de que necesitaba sus servicios, el hombre tenía un aspecto bastante normal, blanco, 1:70, pelo
corto, lentes, chaqueta negra.

Paúl se alegró bastante, pues esa carrera lo salvaría de morirse de hambre al día siguiente.

-Buenas noches a dónde se dirige? – dijo Paúl mientras el hombre se quitaba su abrigo

-Buenas noches, Washington 2998, por favor.

-Alguna ruta en especial?

-No Paúl, solo disfruta el viaje.

A Paúl le pareció raro esta respuesta, pero no sospechó lo que le deparaba el futuro próximo en el final
de esta carrera.

En medio del viaje, en la radio se escuchó una conversación entre diferentes interlocutores de radio de
los estados afectados por las amenazas del Zodiaco 2, al parecer, al pasajero le parecía interesar las
opiniones de todos los interlocutores sobre el asesino y su conductor comentó:

- Ojalá maten a esa bestia – Dijo Paúl con desprecio.


- Me parece que simplemente no lo entiendes, lo tratas como un monstruo, como un ser sin
mente ni sentimientos. -Dijo el misterioso pasajero.
- Es lo que se merece, una persona sana y común no haría nada de lo que ha hecho él. -Dijo
comparando Paúl.
- Tal vez las cosas no las hace él, tal vez hay algo más que lo impulsa a hacer eso, algo mental
fuera de sí.
- Me da igual, un asesino es un asesino, y si se me presenta la oportunidad lo mato yo mismo. -
Dijo con rabia Paúl.
- Me parece que no eres tan diferente a él, nadie es tan diferente a él, “el hombre es el animal
más peligroso”, simplemente que la gran mayoría están cegados en su propia burbuja.

2
El asesino del Zodiaco fue un asesino en serie que acechó el norte de California entre diciembre de 1968 y
octubre de 1969.
En ese momento Paul sintió un escalofrió, recordó la frase redactada en el primer código que el
Zodiaco mandó a los periódicos, está seguro de que usó esas mismas palabras. No habló más
con el hombre y ya estaban cerca de llegar.

-Hemos llegado. -Dijo Paúl.


-Déjame una cuadra más adelante, por favor. -Dijo el hombre
-Vale -Respondió Paúl, que estaba a solo unos metros de pronunciar sus últimas palabras.
- Cuánto es? Preguntó el hombre, al momento en que se detenía el coche.
- 8 con 99.

Fueron las últimas palabras Paúl Stine3, mientras sintió una mano de cuero en el lado derecho
de su cuello, y lo último que escuchó fue un sonido ensordecedor, nunca sabrá que pasó, nunca
llegará a contarle el cuento a su hijo, nunca llegará a arreglar las cosas con su esposa.

11 de Octubre de 1969 San Francisco California.

Suena el teléfono, 9:07 pm, se había desmayado de nuevo, las voces y la migraña no lo dejaron,
pero algo había cambiado desde que cayó somnoliento, no se levantó la misma persona que se
desmayó. Se despertó Ryan, con carraspera en la garganta, dolor en su mente y ardor en su
estómago, el animal estaba despierto y la cacería había empezado; el ladrillo donde cayó
recostado, le dibujó una línea en el hombro derecho, en el brazo, su camisa estaba rasgada
dejando ver el tatuaje de su unidad allá en la guerra, pues todos decidieron tatuarse un lobo con
su nombre abajo, representando la manada. Él era “Raksha” 4, el mejor francotirador de su
enmienda y su nombre lo decía todo. Su chaqueta estaba en el suelo, mojada, no entendía muy
bien por qué no la tenía puesta, se levanta del suelo, se ubica, su contraparte no llegó muy lejos,
se desmayó en un callejón a 2 cuadras de su casa, se dio cuenta de lo que pasó, iba 40 minutos
tarde, ya no iba a ir a ninguna cena, estaba lloviendo, se notaba que el invierno estaba cerca de
llegar. Corrió hasta su casa, vio a la familia Smith cenando lo que parecía pizza, como todas las
noches de sábado, subió las 3 gradas del andén, sintió las gotas de lluvia en la chapa de su
puerta, sacó la llave de su bolsillo izquierdo, la llave entró en la cerradura, la giró hacia la
derecha, se escuchó el “crick” característico de su chapa y abrió la puerta, se secó los zapatos
en el tapete, se los quitó y presionó el interruptor al lado de la puerta, fue hasta la cocina, se
asomó por la ventana y vio a los Smith cenar un momento, también vió la luna a arriba de la
casa de sus vecinos, que desbocaba una sonrisa un tanto malévola.

Limpió su herida, se cambió la ropa exceptuando su camisa, era la negra, la misma del día del
funeral y como todas las veces que salía de caza, necesitaba su armadura, la combinó con una
chaqueta negra, un jean azul, y sus botas WW, de su época de militar. Antes de salir cogió su
maletín de trabajo y para las 9:25 ya estaba otra vez fuera de casa, para ese momento, los Smith

3
Paul Lee Stine (29 años), muerto por arma de fuego el 11 de octubre de 1969 en Presidio Heights (San Francisco).
4
Proviene del hindi y significa «demonio».
ya habían acabado de comer, reían y charlaban en la mesa, esa noche la media luna lo inspiró,
debería volver a casa tranquilo y feliz y sabía precisamente cómo calmar su malestar.

Caminó hasta el lugar de su reunión en el restaurante Shelby cerca del centro, se dirigió hasta la
entrada y observó hacia el interior, su jefe estaba adentro cenando solo, dio la vuelta y sacó un
cigarro y sus guantes del maletín, se recostó en la esquina afuera del restaurante, le diría que le
dio un ataque de ansiedad y por eso faltó a la cena, lo cual no era del todo falso. Pensó en cómo
despistar a la policía, sus patrones de victimas se estaban volviendo muy recurrentes y la tenía
muy encima, con las pistas que había mandado a los periódicos y los códigos, tenía que cambiar
el juego, y lo iba a hacer. Mientras miraba hacia la calle en diagonal a él, creyó en ver una pareja
sola en el semáforo, iban a tomar un taxi, pero el taxista pasó de ellos y paró, pues el semáforo
se tiñó de rojo, salió un grupo numeroso de personas del restaurante de una manera un poco
ruidosa, parecía una extensa familia. Le cayó una gota de agua en el cuello que se deslizó por
toda su espalda, se erizó, sus voces despertaron, cambió de color el semáforo, se acercó al
andén y estiró la mano.

El taxi se detuvo, abrió la puerta del lado izquierdo, entró, se sentó detrás del conductor y se
quitó la chaqueta, sus voces le dijeron todo, muchas veces no diferenciaba la propia, de las
intrusas en su cabeza. El plan era el siguiente: Hoy Ryan estaba en tintes poéticos, su última
purificación fue el 27 de septiembre, hace relativamente poco, pero su alma le pedía cada vez
más. Hoy estaba dispuesto a salir de su celda, hoy ese taxista moriría en “Presidio” Heights.

-Buenas noches a dónde se dirige? – Preguntó el taxista

-Buenas noches, Washington 2998, por favor. – Dijo Ryan

-Alguna ruta en especial? – Dijo Paúl Stine, según leyó en la identificación de su conductor en el
espaldar frente a él.

-No Paúl, solo disfruta el viaje. – Ryan ya tenía la sonrisa malévola en su rostro, las voces
hablaron, él ya había perdido el control.

Mientras pasaba el viaje escuchaba el podcast en la radio sobre el asesino del Zodiaco, escuchó
una pregunta que le llamó la atención “¿Será un satanista el asesino del Zodiaco?”, se inclinó un
poco hacia adelante, se llenó de rabia, ¿porque malinterpretaban su arte?, él no mataba por
rendirle culto a nadie, lo hacía por la liberación de su espíritu y la diversión que experimentaba.
Las voces empezaron a desordenarse y tuvo una discusión con su chofer en este viaje, pues
aseguraba que era un monstruo.

“Y si se me presenta la oportunidad lo mato yo mismo.” -Dijo Paúl, en medio de la discusión

En ese momento Ryan alcanzó la lucidez, nadie era tan diferente a él.

Ya llegando cerca al Presidio, Ryan abrió el maletín con su mano derecha y sacó con su mano
izquierda una Lugger 9mm, la misma del 4 de julio, la apoyó en su pierna izquierda sin soltarla.

- Hemos llegado. -Dijo Paúl.


- Déjame una cuadra más adelante, por favor. -Dijo Ryan, al ver a una señora de unos 40 años
paseando al perro.

- ¿Cuánto es? preguntó Ryan, mientras sentía el carro detenerse por el lado derecho al frente de
un árbol.

- 8 con 99 – Exclamó por última vez Paul.

Ryan lo agarró por el cuello con la mano derecha apenas se detuvo el auto, levanto la pistola y
presiono el gatillo.

-Muchas gracias, Paul.

11 de octubre de 1969 10:45 pm San Francisco California

Ryan lo tiró hacia al asiento del pasajero y recortó trozos de la camisa para mandárselos al
periódico, se bajó por el lado de la calle, le quitó la cartera y la identidad de taxista, quería
hacerlo parecer como un robo.

Al salir por el lado izquierdo, 3 niños en la casa de al frente vieron toda la escena y llamaron a la
policía, el mayor se acercó por la ventana de la cocina y logró ver el tatuaje a través del hueco
en su camisa, desde ese momento, su caída comenzó.

Volvió a casa, le tomó unos 40 minutos, nadie lo paró, incluso pasó al lado de algunos policías,
que lamentable lo reconocieron y lo saludaron. Él siguió con su camino.

Para las 11:45 estaba en su cama, se sentía libre, descansado. Mientras esperaba la llamada de
su compañero se quedó dormido.

2 horas después su compañero abriría los ojos, los que llevaba vendados desde ese día, cuando
mataron a sus esposas juntas, nunca sospechó de su amigo, pero realmente su amigo ya no
estaba, David si volvió de la guerra, Ryan no lo hizo. El demonio nunca lo dejó y poco a poco él
se convirtió en eso.

12 de octubre de 1969 12:10 am San Francisco California

Suena el teléfono, es David.

- Hola Ryan, que ha pasado? No fuiste a la reunión y no me contestas el celular.

- Lo siento hermano, no me sentía bien.

- Hubo un asesinato en Presidio Heights, al parecer es del caso, un taxista, le faltan trozos de la
camiseta, al parecer pruebas del Zodiaco como siempre hace.

- Ahg!, Vale pues yo no he sido, he estado aquí en mi casa. – Dijo Ryan sarcásticamente.

- Estas bien? paso por ti en 5.

- Vale, pita cuando llegues.


Lo descubrieron demasiado pronto y eso empezaba a estresarle.

David se montó en su recién comprado Shelby Mustang 350 azul oscuro, empezó a manejar
hacia a donde Ryan y dándole vuelta a su mente pensando quién era, todos sus posibles
asesinos no encajan en el perfil, él quería acabar esto, más de un año había pasado, el Zodiaco
los atacó a los dos, les quitó la felicidad, el orden y la compañía, él lo aprendió a manejar, su
amigo no y él lo sabía, buscaba salvarlo de todo eso, pero estaba empezando a darse cuenta que
ese momento ya había pasado, por ahora su mente estaba cegada y opacada, intentar hacer
como si no pasara nada lo estaba acabando, la monotonía lo consume, muchas reuniones,
muchos asesinatos, muchos casos, cuando él llegaba ya no estaba nadie para alegrarlo, no había
nadie que le recordara quién era, no estaba ella para salvarlo de todo esto.

Llegó a casa de David, presionó el claxon 3 veces, Ryan demoró 10 minutos en bajar.

- ¿Qué te pasa? Yo no soy tu chofer personal para estar esperándote, necesitamos ir a la escena.
– Dijo David enojado.

-Vale, lo siento. - Respondió Ryan en tono retador.

-Bueno, al taxista lo declararon muerto a las 10:45, según el cálculo del forense, parece que el
Zodiaco intento hacerlo ver como un robo normal, pero la descripción del sujeto que nos dieron
los testigos y las evidencias nos dicen algo diferente. Dijo David poniendo al tanto a su amigo.

- ¿Testigos? Dijo Ryan sorprendido

-Unos niños en la casa de al frente vieron todo y nos dieron una nueva pista muy importante. –
Comentó David.

- ¿Qué cosa? Preguntó Ryan mientras apoyaba su brazo derecho en la ventana dejando ver todo
su tatuaje.

David sintió un escalofrío mientras lo pensaba y su mente se aclaró después de mucho tiempo.

-Un tatuaje de un lobo en el brazo derecho del asesino, dijo mientras miró al retrovisor derecho.

El auto se detuvo de un frenazo y sonó un disparo.

Esta historia fue escrita por Juan David Navas, combina datos y hechos reales con la ficción.

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