Está en la página 1de 14
CMR TIC, CAPITULO SEIS EL LABERINTO DEL TORO (Donde reina la burocracia) “En las grandes crisis de la vida y los grandes problemas de conducta ¥ convicciones, nos confiamos AUESETOS sentmentos en vez de en nuestros diagrarma: —Juan Jacobo Rousseau, Cony ones Tan pronto como el sexto prisionero dey subalierno del demonte io iome del cuelio d Mier abrir ei grillete sujery al iobillo del pristonero, otro ay niras ef usistente 1 traje plateado manipulaba torpemente tratan udante le coloce una venda sobre los ojos. El pristonero numero sets fue !: ievado a empujones firones y tropezones, desde la celda donde habia cumplido con la fareg asignada, a lo largo de una serie aparentemente intermunable de tortuos pasillos y galerias semejantes a un laberinto Las vueltas y cambios de direccton lo aturdieron. Empyjones y gruiidos €ran sus tinicos gutas: rudos manotazos y patadas la unica respuesta a sus preguntas. —;Donde estamos? —inquirta sin cesar~ A donde vor? —La réplica consistia en otro empujon Después de horas de desconcierto y magullones, el prisionero numero seis 0Y0 un crujido misterioso, seguido por un estruendo metalico. Sin saberlo, acababa de entrar a la sala del trono del diablo. El sonido de pisadas que se aleyaban le indicaron que se estaba quedando solo ah, y el siniestro ruide sordo de cerrojas asegurados se lo confirmo. Permanecio de pie ahi, sin ver, conyuuso, aterrortzado 81 —Extiende la mano derecha —se le dijo—, Hay un regalo para ti. El prisionero levanté lentamente el brazo y lo tendié hacia lo invisible, sus dedos sentian el aire candente, abriendo y cerrando el pufio, mientras avanzaba a tientas en el vacto desconocido. De pronto sintié algo duro, frio; luego oy6 un ligero chasquido, un sibito ruido seco. Rayos de dolor le recorrieron el brazo y lo retiré con un sufrimiento indecible. El prisionero numero seis habia introducido la mano en una trampa de acero para ratas. Salto convulsivamente a su alrededor, sacudiendo y tirando de la trampa para liberar su mano. Por fin, pudo desprenderse, y la lanz6 en la inter- minable oscuridad, resonando sobre la piedra 82 El laberinso del toro 5 al ible—. {Qué Por qué me est haciendo esto? _suplico al verdugo invis é he hecho para merecer este Cask stra en th fe e@ rege. El demono respondio inmediatamente. —Vearios si esto se reg! torpe cabeza: No inventado aqui El prisionero no dijo nada _ Hola —continus Satands, golpeando e! trono con los nudillos—. ¢ Hay alguien en casa? aun cuando seguia con los ojos vendados. El prisionero nitmero seis. bre habia construido una burocracia empez6a ver la luz. Ena tierra, el hom! de primer orden. Una pirdmide de poder tan incomprensible e impenetrable que, sibien le proporcionaba comodidad y satisfaccion. estaba practicamente congelada en la inactividad. ¥ él mismo era el maestro del sindrome de No inventado aqui. Cuando se hallé encerrado en la organizacion del diablo, cuando se encontré encadenado dentro de un cubiculo poco mas grande que una de las casillas de sus intrincadas graficas, el prisionero niimero seis empezo a preocuparse. Luego, descubrié el tema de la tarea que se le habia asignado En la primera pdgina de su block estaba escrita una palabra: “Toro”.* Eldemonio le dijo que se quitara la venda para que pudiese leer la historia. Pero primero, le advirtié Satan, tendria que responder a una o dos preguntas. —Tii eras un campeon de la estructura —empez6 la voz—. Fuiste un maestro de la complejidad y el embrollo. jEstructura! ;Estructura! ;Estruc- tura! Era tu idolo, ;no es verdad, zoquete? *En inglés, la palabra bull significa toro y en el lenguaje del ejército se refiere particularmente a una excesiva reglamentacidn de formalidades innecesarias, (N. de la T.) También es la forma abreviada de Bullshit, que significa, entre otras cosas, mentira engato, exeperaciony palabreria barata. (Tramutes engorrosos y discursos huecos.) (N. del ; (N. 83 derinto del toro tf —Pero serior, la estructura es primordial en las organizaciones modernas La estructura apoya la eficiencia. —éEn qué momento deja de ser apoyo la estructura y empieza a estrangular? —replicé el demonio—. En qué punto las organizaciones se vuelven tan intrincadas que se osifican y Se rompen al contacto con el cambio? El prisionero numero seis considerd su respuesta muy cuidadosamente, como siempre, y decidié no comprometerse, como siempre. —Oh, senor perverso, ti debes decirmelo. Yo sélo estoy aqui para aprender de ti. —jPalabrerias! —grit6 el demonio enfurecido instanténeamente—. jEstds aqui para darme sabiduria, lacayo! Quitate ahora esa maldita venda y hdbiame de burocracia y trdmites intrincados, y cémo en cualquier organi- zacion la complejidad no es mas que una forma de construir el infierno en la tierra, El prisionero numero seis. tranquilizado con el fin del interrogatorio, se esforz6 por enfocar los ojos bajo la penumbra de las llamas del infierno. En cuanto empezo a leer, las palabras se volvieron nitidas. El mensaje, producto de la confusién, adquirié una claridad cristalina. E. toro siempre ha sido un simbolo de gran peso y pensamiento torpe, y he elegido usar esta met4fora en dos formas. Y es que el toro no es Gnicamente un animal irreflexivo, obtuso y sin destreza, sino la institucién que le da cobijo. Hablaré de ambos. Empezaré en el mundo de hace muchos, muchos afios En la mitologia griega, la isla de Creta era el hogar del toro y del rey que pensaba como tal. Recientes excavaciones cerca de Knosos, en Creta han revelado miles de tabletas que describen rigida jerarquia y administracion sistematica. Y los El Laberinto del toro arquedlogos han descubierso grandes estatuas de toros. por todas partes. El centro de esta civilizacisn real era un laberinto, un intrincado palacio de pasadizos disefiados para desconcertar a los mortales. La burocracia y el toro se unen, como el hecho y ei mito. ¥ la estructura resultante es abrumadora Los minoanos tenian Creta. tenian Chipre y miles de islas en los mares Mediterraneo y Egeo. Y tenian un rey afable y bondadoso: Minos I. Planeaba cuidadosamente y proveia para la educacién y el bienestar de todos los ciudadanos, quienes por ello le amaban. Foment6 el comercio y apoyé las artes. En todos los aspectcs, Minos [era sabio. Pero Minos | cometié un error Minos I engendré a Minos Il. Nacié el toro Minos Il era un tipo diferente de rey. Era tan posesivo como un nifio y. ademas, temeroso. Dio por sentado que la riqueza de sus pueblos era fija y que su tarea consistia en protegerla del exterior. Adopté una actitud defensiva. Construy6 e! mas radical mecanismo de defensa: el laberinto Qué palacio tan impresionante ! Enorme, extendido, leno de pasadizos, entradas y habitaciones pequefias sin mimeros. Se pidié a los arquitectos y contratistas que construyeran pasajes y recovecos que no condujeran a ninguna parte, y una desconcertante coleccidn de accesos y vestibulos. Visto desde el cielo, el laberinto era una maraiia incomparable. La leyenda dice que, una vez dentro, ningtin mortal podia escapar. Minos [I habitaba completamen- te a salvo en su interior. Era, también, el centro del gobierno. Y asi, a sus salones sin nimeros acudian administradores sin numerar. Estaban separados por medio de reglamentos complejos y arcanos, mismos que estipulaban que aquellos que realizaban una funcion particular se ubicaran en un sitio particular y enningin otro. A estos sitios se les dieron nombres siniestros: divisiones, departamentos, despachos, oficinas, comisiones, secciones. Y a los elegidos que trabajaban ahi, se les llamaba secretarios y subdirectores, asistentes, funcionarios, agregados, coordinadores y, algunas veces, varias combinaciones, como subdirector-asistente y funcionario-ejecutivo-coordinador. 85 El iaberimo de! tore Esto es sdlo el principio, ya que las personas asi clasificadas ejecutaban exéticos rituales. Interactuaban, coordinaban, revisaban y aprobaban. Se sabia que consultaban y se involucraban e incluso participaban en enormes comités directivos. Pero su mayor deleite provenia de otras actividades. Daban carpetazos y posponjan y urdian completos planes personales ocultos. Los minoanos eran muy imaginativos. Todo esto era dirigido por Minos II, que se sentaba en el gran salon del trono en el centro dei laberinto. Minos II tenia un toro especial, también. Acechaba por los rincones. defendiendo el Status Quo. es decir, estado actual de las cosas. Era el secreto de Minos Il. Si alguien lograse penetrar las inverosimiles defensas, el toro lo embestiria. Si bien él mismo no hacia nada, Minos II constantemente ordenaba mas muros, mas administradores, mas subdirectores asistentes. Como consecuen- cia, con el transcurso de los afios, el laberinto se volvié tan intrincado que ni Minos II ni todos sus colaboradores hubiesen podido salir, de haberlo deseado. Desde tiempo atras, la ruta de salida se habia perdido. El palacio- rompecahezas estaba completo. Se sentian a salvo en su interior, pues ahi estaba su mundo, El exterior, en cuanto a lo que a ellos se referia, no existia. No obstante, sf existia, més alld de los muros y del centro de trabajo. Y una noche, provenientes del exterior, Iegaron tres sabios que buscaban comerciar con los minoanos ¢ impartirles conocimientos del resto de la tierra. Cuando Minos II se enter6, estallé en enojo. —,Quiénes son? —vociferé a su asistente-ejecutivo-adjunto-portador-de-mensajes. —Uno de ellos se llama Houdini, y se le aclama como un artista de la evasion. Tiene ingenio y destreza y se escapé de Atenas, donde se le mantuvo en cautiverio. Houdini se compromete a liberarte, querido rey, de tu encierro. ¥ ofrece traer hasta tu mente e] mundo del conocimiento, a través de los laberintos. —;Tomterias! —grit6—. Eso no se puede hacer. Y ademés, ya tenemos bastantes evasivas aqui! Y quiénes son los otros? 86 El laberinto del toro —El segundo es un navegante que proviene de los mares del norte. Se llama a si mismo Magneto, y trae consigo un extrafo artilugio. . : 7 —(Un arma? (Un tesoro? ;Qué es ese aparato que porta? —Lo nombra detector de toros, mi sefior. Afirma que indica la direccién de la que surge el toro y la usa para escapar de los toros de embestida feroz —iToro! —vociferé Minos II. ¥ estaba indignado, ya que nadie sabia por cual pasadizo 0 cual corredor embestiria el toro en el laberinto —El tercer sabio, sefior, es una mujer —{Si? ZY por qué viene a molestarnos? —Se la conoce como la experta en resolver acertijos, su alteza, y afirma que posee un talento especial para descifrar procedimientos y simplificar lo que se ha hecho enigmatico —iEsta es la mayor amenaza que haya enfrentado nuestra tierra entoda su historia! —grit6 Minos II a todos los presentes—. No podemos admitir Conceptos extranjeros, ideas nuevas 0 sistemas innovadores! jNinguno de €stos instrumentos 0 talentos se han inventado aqui! —enseguida, escupié una blasfemia—: |Son NIA! —los cortesanos abrieron la boca aténitos. NIA, sabian, era No Inventado Aq, » juna maldicién tan horrible que superaba a la blasfemiaj NIA era el mal. NIA era mas bajo que el excremento de toro. Minos rugié una orden: —iNo debemos permitir que esos enemigos Perturben el laberinto! —hizo una sefal con la cabeza al subdirector asistente del presidente adjunto y susurré. —el cortesano sonrié, y frotando: : Dales el tratamiento, acorde ala amenaza se las manos regocijado, salié. ¥ Cinta roja* arrojada desde un parapeto *Cinta roja, 0 “Red tape” a + €S una forma coloquial de referirse a la burocracia, (N. det 87 El laberinto del toro Atados y luchando por soltarse, se les colocé en salones separados, en espera de sus destinos. El juicio del navegante empez6 casi de inmediato. En un gran circulo dentro de una inmensa sala de conferencias, se reunieron 360 administradores ejecutivos adjuntos en funciones. Una vez ubicados en cada punto de la brijjula, un cortesano en cada grado, se colocé al navegante en el centro —jAqui hay toro! —anuncié un subdirector de la coordinacién de comunicaciones. Los 360 cortesanos sonrieron. Enseguida, el de la voz lanz6 el supuesto detector de toros hacia el centro del circulo, donde lo atrapé Magneto—. jLocaliza al toro en dos minutos! —dijo en tono brusco el subordinado del rey—. ;O preparate a morir! Magneto, con toda confianza, retiré la cubierta protectora del detector de toros y miré su cuadrante. Pero en vez de oscilar levemente, como una aguja de brijula, y colocarse en una alineacién definitiva, la flecha direccional del detector empezé a girar, cada vez con mayor velocidad. Daba vueltas y yueltas y al desconcertado navegante le era dificil seguirla con los ojos. En unos momentos mas, estaba girando més aprisa que la hélice de un avion, sefialando primero a un laberintico y después a otro, y a otro, para luego, aparentemente, apuntar a todas las di ecciones a la vez. Los cortesanos permanecian, mofandose, en el insultante circulo. El navegante gird en su centro y de pronto cay6 muerto, con una flecha que le atravesé el cuello. Nadie sabia quién la habfa disparado. Pero puesto que su tiempo habia terminado, todos se acreditaron el tiro. Los 360 corrieron a sus cubiculos para escribir memoranda para el expediente aclarando su singular valentia y aludiendo a la posibilidad de un aumento en salario por méritos. Al dia siguiente, al artista del escape se le llev6 a un gran patio iluminado por el sol, las manos desatadas y sin ropa. Los mismos 360 cortesanos rodearon el drea, sentados en sillas plegables, sosteniendo cada uno una piedra del tamafio de un pujio. —Afirman que puedes escapar a cualquier perseguidor —grité una voz desde la multitud. El sol cafa intensamente, ya El laberinto del toro que esto ocurria poco después del medio dia, y Houdini tenia que entrecerrar los ojos para ver al que hablaba —Tienes el resto del dia para eludir al perseguidor a tus pies —le grits alguien—, o morir en el intento Houdini miré a su alrededor y no vio a nadie. Aparte de ios cortesanos en el perimetro, el espacio estaba totalmente vacio, excepto por él. ;Donde estaba ese misterioso perseguidor? Bajé su mirada al pavimento bajo sus pies y lo vio. Su sombra. Y por supuesto, cuando se movia, la sombra lo hacia también. Brincd y dio vueltas de campana, saltos mortales, se paré de manos, hizo todo lo que se pudo imaginar, pero como no habia una sola nube en e! cielo. la sombra permanecié con él Todo este tiempo, los cortesanos reian a carcajadas. Y, como lo dicta la naturaleza, el oscuro perseguidor de Houdini se fue alargando conforme avanzaba la tarde. Por tiltimo, desesperado y derrotado. Houdini suplicé a la multitud. —Me rindo —grité—. {Nunca podré escapar de mi propia sombra! Justo en ese momento, como en un acuerdo preestablecido, desde el perimetro se arrojaron con violencia 360 piedras sobre el frustrado cautivo. Su efecto acumulado, desde luego, fue mortal. Y cuando se derrumbé sobre el piso in extremis, el cuerpo cubierto por las piedras, por fin desaparecié realmente su sombra. Nadie habia dado érdenes de matar al forastero, pero segiin lo anuncié el teniente coronel lanzador lapidario, no se habia violado ninguna regla en este caso. Ninguno de los 360 habia matado al hombre. Nadie se muere por una sola pedrada, les explicé a todos. Nadie infringié ninguna norma. Nadie era responsable. Todos respiraron aliviados por esta conclusi6n. Tal vez Houdini no pudo eludir su sombra, pero todos ellos habian quedado magistralmente libres de cualquier responsabilidad. Todos se alegraron. La experta en acertijos fue la siguiente. 39 El laberinto del toro —Rogamos porque seas la mujer mago —empez6 el vocero adjunto para estudios del cautiverio—. ;Te tenemos un desafio que merecera tu respeto! —Las carcajadas que respondieron a estas palabras expresaban regocijo y belicosidad y luego aparecié una gran carreta cargada con tabletas Miles de tabletas, todas inscritas con minucioso detalle. Todas vinculadas, Con referencias cruzadas ¢ indices y algunas en tres partes, y otras que se referian a tabletas en otras habitaciones Y otras tierras. —Este es nuestro triunfo —alarde6 el funcionario encargado de asignar trabajo para mantener ocupadas a las personas—. jEste es nuestro procedimiento para respirar! Te daremos treinta dias Para entenderlo y seguirlo y después verificaremos tu cumplimiento Enseguida, hizo una pause, aspir6 el aire viciado, y afadié una condicién final. —Pero, puesto que eres decodificadora de acertijos, te amordazaremos ¥ te Henaremos con cera las ventanillas de la nariz. {En esa forma, tendrés un incentivo para seguir correctamente el procedimiento! jNo obstante, tienes tweinta dias, asi que no hay prisa! —bufidos y risas frenéticos siguieron a este Sltimo comentario y se até y amordazo a la mujer. Y, por supuesto, fallecié. Los investigadores se habian pasado toda una vida redactando el procedimiento y era hermético. Nadie podia entenderlo y por eso lo consideraban un éxito. Una vez terminada silenciosamente la tortura, por todo el laberinto se reanuderon el trabajo y el juego. No aparecié ningin visitante, ni salié ninguno de los habitantes. Los muros eran demasiado fuertes, los procesos demasiado bizantinos Y, de repente, el toro perdié la razon. Nadie sabe qué fue lo que precipité esta calamidad. Algunos sugieren que olfated a una vaca que pasé el Laberinto. Otros. que se cansé de Minos II Otros mas. que por fin el toro se dio cuenta que la vida ofrecia algo més que deambular por callejones sin salida y atrapar burdcratas que hacian llamadas El Laberinto del toro personales por teléfono 0 leian novelas romanticas. En cualquier caso, se destrampé Miles de cortesanos resultaron atacados y clavados conira las paredes 0 apisonados en el piso 0 cornados. Docenas se acurrucaban en habitaciones olvidadas con la ilusién de que el toro no los buscara ahi. Sin embargo, la bestia encontré a cada uno de ellos. Por medio de ataques al azar y sus instintos animales, extinguié a toda la poblacién de minoanos atrapados. Todos, menos Minos Il. Al final, seguia con vida, acechando en los vestibulos y dando traspiés de departamento-en departamento sin idea de donde se hallaba. En eso. el toro lo descubrid. El gigamtesco toro bajé la cabeza y empez6 a embestir hacia Minos Il, rugiendo a su paso por el pasillo. Minos II lo esquivé a través de una entrada y por otro pasadizo, pero el toro lo siguid, mas cerca ahora. El rey y el toro corrieron por el laberinto de un extremo al siguiente, e} toro bufando y jadeando y el rey gritando mientras tropezaba con los cadaveres. —Ayddemme —suplicaba—. jAyudenme a salir de aqui! —Pero, desde luego, nadie podia escapar del laberinto del rey. El mismo se habia asegurado de ello —jTrdiganme al navegante! —rogaba mientras corria. el toro oculto al acecho, en alguna parte—. ;Dame el detector de toros y podré evadir a esta bestia voraz! —Pero, por supuesto el detector de toros era NIA y, tiempo atras, habia girado hasta romperse. —jExperta en acertijos! |Experta en acertijos! Te suplico descifres el laberinto, ambos quedaremos libres. —Pero, por supuesto, ella también era NIA y no habia aspirado aire por aiios —{Dénde esta Houdini, mi artista favorito del escape? Donde esté ese genio, ese hombre maravilloso a quien haré rey tan pronto como atravesemos la dltima puerta? —pero, por supuesto, Houdini también habia sido NIA y estaba mas muerto que una piedra. 91 El laberinto det toro Desesperado, el rey se dio vuelta y se enfrenté al babeante toro. Y agarré firmemente los cuernos de la bestia con ambas manos y los apreté con todas sus fuerzas. —Tengo al toro por los cuernos —gritd orgulloso—. ;Por fin agarré al toro por los cuernos! —Pero el toro no se tragé esa afirmacién— Tengo al rey por las manos —rugié el toro: El toro retrocedi6 la cabeza y sacudié a Minos II y lo vapuleé contra la pared. Y siguis impulsando la cabeza y ondeando los cuernos, aplastando al rey contra cada divisi6n y separacién del laberinto, golpeando a Minos II, atin aferrado a los cuernos, hasta que lo hizo pedazos Después. rebosante de orgullo, los cuernos todavia cubiertos con la escoria sangrienta que quedaba de Minos I, el gran toro empezo a hablar. —Soy inmortal —grit6, su nueva voz resonando por los interminables salones—. Saldré de este lugar y encontraré a mi especie y me multiplicaré y cubriré la tierra. ;¥ seremos los soberanos supremos para siempre! —Un cuento maravilloso —dictaminé el demonio—, lleno de estupidez y orgullo, temor y crimen. Me gusta esa clase de historias. Me honra el que le resulte de su agrado. —Sin embargo, tengo una pregunta —respondié Satands—. ; Es la historia realmente de origen'antiguo, 0 es una fabula moderna? —Es parte historia y parte mito, seor. Tan vieja como la piedra. —Eneso estas equivocado, insecto —gruné Satan—. jEl toro esta en todas partes, vivo y multiplicdndose hasta estos dfas! El toro que destruyé el laberinto tenia razon: nunca muere. Las corporaciones gigantescas han construido laberintos de confusion y acertijos de procedimientos. Tenemos gobiernos e instituciones de todos tipos. Y los cortesanos aun habitan en El laber del toro pequefios segmentos definidos. con pequefos puntos de vista definidos. Contintian reciamando crédito por tareas responsabilidad por lo que han hecho —En estos laberintos —continuo Satan— cualquier cosa que provenga de! exterior se trata como inferior, es NIA: ya sea cliente, consumidor, compe- tidor. Con la misma légica, lo que esié dentro de esos laberintos se considera superior, ya sea torpe. peligroso 0 destructive. ¥ las paredes siguen ascendiendo alrededor de estos lugares. Yel toro deambula entre ellas, como soberano supremo —;Reflecto! —grité en cuanto salid el prisionero— Mdndame al siguiente cautivo. Pero que sea alguien diferente. Estos idiotas quejumbrosos me estén poniendo nervioso. Quiero ver a alguien nuevo ¢ inesperado, alguien particularmente repulsivo, jalguien realmente MA! —Como usted guste —contesto el psicépara del rraje plateado. Tengo en mente justo lo que solicita. 93

También podría gustarte