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Autor Napoleoni, Claudio.

Título Curso de

economía política Edición (1977). Capítulo I, II,

III: La división del trabajo, El mercado, La

competencia y el equilibrio. Pags.: 47-71. Datos

de publicac. Barcelona, Esp.: Oikos-Tau.

Descr. Física: 397 páginas. Materia: Economía.


CAPíTULO PRIMERO

La división del trabajo


y el intercalnbio I

14. Al primer sistema tipo podemos llamarlo brevemente,


para entendernos, sistema artesano-campesino, o también, por
razones que pronto se verán claramente, sistema de mercado
simple. Empecemos describiendo más detalladamente sus
características.
Un primer aspecto que examinaremos cuidadosamente es
el de la división del trabajo.
Con esta expresión se pretende indicar el hecho de que
cada sujeto económico no realiza un trabajo genérico que sirva
para procurarle todo lo que necesita, sino que realiza un tra-
bajo específico, encaminado a producir un solo bien o un
número muy limitado de ellos. El conjunto de bienes dc que
se dispone conjuntamente no se obtiene, pues, mediante un
sistema en el que todos los "ujetos producen todos o casi
todos los bienes, sino mediante un sistema en el que cada sujeto
produce un bien particular o un pequeño número de hienes
particulares. Como veremos en seguida, esto implica una rela-
ción de recíproca interdependencia entre los distintos -sujetos
del sistema. Pero, por ,ahora, preguntémonos qué ventajas
comporta la división del trabajo con respecto a una situación
en la que todos produzcan todo. Para simplificar, consideremos
dos sujetos y supongamos que se trate, en conjunto, de pro-
ducir, dos bienes: grano y vestidos. Si no existiera división del
trabajo, cada uno de los sujetos debería dedicar parte de su
propio trabajo y de sus recursos a producir grano y parte a
producir vestidos. En cambio, con la división del trabajo, uno
de los dos producirá grano y el otro vestidos. La ventaja de
esta segunda situación estriba en que se producirá una cantidad
de grano y de vestidos mayor que la que sería posible con la
48 CURSO DE ECONOMÍA POLÍTICA

primera solución. La división del trabajo es, pues, ventajosa,


porque con ella se obtienen cantidades mayores de todos los
productos.
Adam Smith, a quien ya hemos nombrado en el § 1, expuso
tres razones por las que la división del trabajo supone esta
ventaja, y que son las siguientes:
a) La habilidad del trabajador aumenta cuando puede
dedicarse exclusivamente a operaciones relativas a la produc-
ción de un único bien o de pocos bienes.
b) Cuanto menor sea el número de bienes producidos por
cada uno, tanto menor será la pérdida de tiempo que cada
uno soporte al pasar de la producción de un bien a la producción
de otro.
e) Cuanto más limitada esté la actividad humana a deter-
minados procesos productivos, más fácilmente surge la inven-
ción y el uso de cuantas máquinas e innovaciones permitan
al trabajo producir más con el empleo del mismo tiempo.
Este análisis de Smith sigue siendo válido; resumiendo,
podemos decir que la división del trabajo aumenta a menudo
enormemente la productividad del trabajo. La división del
trabajo que acabamos de describir (la que deriva del hecho de
que ~ada sujeto se dedica a la producción de un bien o de pocos
bienes), sólo es una de las formas que la división del trabajo
pucde asum.ir; después veremos (§ 36) cuál es la segunda de
estas formas.

15. Es evidente que, en virtud de la división del trabajo,


fIchan instituirse unas específicas relaciones de interdependen-
cia cntre los sujetos de nuestro sistema t'ipo: en efecto, nadie
es auto suficiente y todos dependen de los demás, de lo que
los demás hacen para procurarse todos los bieneo que precisan
para su consumo o para alimentar su propio proceso productivo.
Así, el panadero tendrá que procurarse carne del carnicero,
vestido del sastre, harina del molinero, etc. Y, ¿cómo podrá
cada uno procurarse los bienes producidos por los demás y
que le son necesarios? Es evidente que ofreciendo, a cambio
de tales bielleH, aquella parte del bien o de los bienes que pro-
duef~, que cxeede de su consumo (si se trata de bienes de con-
sumo), () que excede de la necesidad que de ellos tiene dentro
de su propio proceso productivo (si se trata de bienes de pro-
ducción). Volviendo al ejemplo anterior, el panadero conse-
~uirá los bienes de los que tiene necesidad ofreciendo a cambio
la cantidad de pan que produce y que no predsa para su propio
('OHSUIUO.
LA DIVISIÓN DEL TRABAJO Y EL INTERCAMBIO 49
Es decir, que el medio con el que cada uno consigue los
bienes que precisa es el intercambio. La división del trabajo
no podría existir sin el cambio, y todas las ventajas que podría
producir se perderían sin él.
En cuanto un bien constituye objeto de cambio se llama
mercancía. El intercambio implica que entre una mercancía
y cada una de las demás con las que la primera se intercambia,
se establecen relaciones de intercambio, que indican la cantidad
de cada una de las mercancías con las que una unidad de la
considerada se intercambia. Estas relaciones de intercambio
.
toman el nombre de precios.
Volvamos a nuestro ejemplo. El pan que el panadero inter-
cambia con las demás mercancías que precisa, se intercambia
con estas mercancías según unas determinadas relaciones que
representan los precios del pan con respecto a cada una de las
mercancías en cuestión. De este modo, si el panadero tiene que
ceder 200 kg de pan para obtener un vestido, diremos que el
precio del pan respecto al vestido es de 1/200; si el panadero
tiene que ceder 10 kg de pan para obtener 1 kg de carne,
diremos que el precio del pan respecto de la carne es de 1/10;
etcétera. Correlativamente, los precios de la carne y del vestido
con respecto al pan son 10 y 200.
Si cada mercancía se cambia directamente, por otras mer-
cancías, el intercambio tiene la forma específica de trueque.
Ahora bien, no es difícil darse cuenta de que el trueque es
generalmente-una forma bastante incóm()da de intercambio,
tan incómoda que a menudo hace dificilísimo el intercambio,
si no imposible. Si el panadero, pongamos por caso, necesita
un vestido, esto no implica qu8 el sastre necesite pan, o que lo
necesite en el mismo momento en que el panadero quiere
efectuar el cambio, o que lo necesite en la cantidad que sería
necesaria para compensarlo del trabajo que ha tenido que
realizar para confeccionar el vestido. Y el fabricante de arados
necesita, además de los distintos bienes de consumo, unos ma-
teriales que le sirvan para fabricar arados, pero es bastante
probable que nadie de los que podrían proporcionarle estos
bienes que precisa tenga necesidad de arados; por ello, si el
inter<;ambio sólo pudiera realizarse en forma de trueque,
nuestro fabricante no sabría de quién conseguir los medios
que precisa pal.a producir arados.

16. Para eliminar estos inconvenientes y dificultades, los


hombres han inventado~ desde tiempo inmemorial, un medio
muy sencillo: el dinero. El dinero es un bien particular que
4 .
50 CURSO DE ECONOMÍA POLÍTICA

sirve como medio general de intercambio, es decir, que es un


bien aceptado por todos a cambio de sus propios bienes por
acuerdo tácito, y que sólo aceptan mientras saben que a su vez
puede ser cambiado por otros bienes. Nos ocuparemos del
dinero con más detalle en cl momento oportuno, pero para los
razonamientos que nos ocupan basta con la definición que
hemos dado. A lo sumo, puede ser útil añadir que el bien que
sirve de dinero debe cumplir por lo menos dos requisitos: en
primer lugar, debe ser divisible en partes incluso muy pequeñas,
de modo que pueda medir precios relativamente bajos; y en
segundo lugar, debe ser fácilmente conservable sin deteriorarse,
de modo que no sólo pueda usarse inmediatamente.
Con la intervención del dinero las cosas se hacen mucho
más sencillas que con el trueque. Supongamos, por ejemplo,
que el bien que sirve de dinero sea la plata y que, como unidad
de medida de la plata, se tome el gramo. Si el precio del pan
es de medio gramo de plata, pongamos por caso, el panadero
que quiera conseguir un vestido sabe que tiene que vender,
a no importa quién, 200 kg de pan para conseguir 100 g de
plata, que constituyen el precio de un vestido; y el sastre, que
nunca hubiera aceptado 200 kg de pan, aceptará los 100 g
de plata porque sabe que, a su vez., podrá usarlos para adqui-
rir los bienes que precise.
Todos los precios se indican así en dinero., y cada bien.,
en lugar de tener tantos precies como el número de bienes con
los que pueda cambiarse., tiene un precio único que viene dado
por la cantidad de dinero por la que se cambia una unidad de
dicho bien.
'"

17. Una cuestión a señalar es que lo que importa., al menos


para las cuestiones de las que nos estamos ocupando en este
momento, no son los precios absolutos, sino los precios relativos.
Dicho de otro modo, lo que importa no es tanto la cantidad
de plata por la que se cambia una unidad de la mercancía 4,
sino las relaciones entre esta cantidad de plata y la cantidad de
plata por la que se cambian, respectivamente, las mercancías
B, C, D... En efecto, supongamos que el precio de la mercan-
cía A sea l' g de plata., y que el de las mercancías B, C, D...
sean, respectivamente., 2, 3, 4... g de plata. Supongamos ahora
que todos los precios cambien en la misma proporción, por
ejemplo, que se doblen. con lo que el precio de A pasa a ser
2, el de B pasa a ser 4, el de C pasa a ser 6, el de D pasa a ser 8,
etcétera. Está claro que ]a cantidad de las demás mercancías
que el poseedor de A consigue adquirir con el dinero que ha
LA DIVISIÓN DEL TRABAJO Y EL INTERCAMBIO 51

conseguido vendiendo determinada cantidad de A no cfLmbia


a consecuencia de que los precios se hayan doblado. Para
determinar la posición económica de cada sujeto, lo que im-
porta no son, pues, los valores absolutos de los precios, sino
las relaciones entre los precios, esto es, los precios rel;üivos.
Si las relaciones entre los precios se mantienen inaJterables,
aun cuando los valores absolutos de los precios cambien, la
cantidad de mercancías, de riqueza, que cada uno pueda con-
trolar, de las que cada uno puede disponer haciendo uso de lo
que ha recabado en la venta de sus propios productos, perma-
nece inalterable. .
Por el contrario, parece evidente que si los precios relativos
cambiaran, la posición económica de los sujetos ca~biaría
también, ya que resultarían favorecidos los sujetos que fuesen
poseedores de mercancías cuyos precios hubiesen aumentado
con respecto a los precios de otras mercancías, y resultarían
perjudicados los poseedores de mercancías cuyos precios hubie-
sen disminuido con respecto a los precios de las demás mer-
,
canelas.

\
CAPíTULO II

El mercado
.

A. LA DEMANDA

18. Se llama mercado el lugar (que no es preciso que esté


determinado y delimitado físicamente, sino que es más bien
un lugar «económico») en el que concurren muchos vendedores
y muchos compradores para intercambiar entre ellos una o
varias mercancías. Se puede hablar del mercado de una deter-
minada mercancía, del mercado de un grupo de mercancías
(por ejemplo, el mercado de los productos alimenticios, o el
mercado de las materias primas), o también del mercado
general del sistema económico en su conjunto. Esta última'
acepción del término mercado está justificada por el hecho
de que, tal como veremos, nada de lo que pase en determinado
mercado es enteramente indiferente a lo que sucede en los
demás. De la definición se de,sprende que sólo se puede hablar
de mercado, en el sentido e~ricto de la palabra, cuando los
intercambios se realicen mediante dinero.
El problema fundamental que se trata ahora de examinar
es el de cómo se forman los precios en el mercado. El por qué
el precio de la mercancía A es, supongamos, el doble del precio
de la mercancía B y una vez y media el de la mercancía C.
Resulta evidente, a partir de la formulación de la demanda~
que lo que nos interesa, al menos en este momento, es la for-
mación de los precios relativos.
Para contestar a esta cuestión tenemos que empezar intro-
duciendo dos conceptos muy importantes, que usaremos cons-
tantemente a lo largo de toda la exposición, y de los que aquí
damos una primera aproximación, sin que ello obste para ulte-
riores precisiones. Se trata del concepto de demanda del
concepto de oferta.
5/1. CURSO DE ECONOMÍA POLÍTICA

19. Por cl IllOmento la demanda puede definirsc de la


siguiente forma: la demanda de cierto bien es la cantidad de
él que desean adquirir los sujetos presentes en el sistema a
determinado precio del bien en cuestión. La idea de «a determi-
nado precio» es fun~amental, ya que la cantidad de determi-
nado bien que los su~tos desean adquirir varía en general al
variar el precio de este bien.
¿Cómo varía la cantidad demandada al variar el precIo?
Empecemos considerando un bien de consumo y mi sujeto
individual que desee consumirlo. Está claro que, aunque el
bien se cediera gratuitamente, es decir, que su precio fuese
cero, no por ello el consumidor demandaría de él una cantidad
infinita: hay siempre un límite para el consumo que se puede
haccr de cierto bien. Existe, pues, una determinada cantidad
que es dcmandada a precio cero y para nuestro consumidor
no puede existir una cantidad demandada mayor que esta.
Si el precio va subiendo, tomando valores positivos cada vez
mayores (mayorcs respccto a los demás precios, que, en nuestro
razonamiento, suponemos constantes), la demanda va dismi-
nuyendo. Este es un hecho obvio y de experiencia cotidiana,
pero si se quiere buscar una cxplicación racional basta con
tener pr~sentes las siguientes consideraciones.
Todos sabemos que- la satisfacción o la utilidad que propor-
ciona el consumo de una unidad de mercancía decrece, en ge-
neral, al crecer el número de unidades de que se dispone. El
consumo de 1 kg de pan proporciona cierta utilidad; el'"Cún-
sumo del kg de pan siguiente proporciona una utilidad menor,
ya quc en general satisface una necesid~ menos urgente que
la satisfecha por el primer kg de pan; lo que equivale a decir
que la utilidad conjunta de 2 kg de pan es menor que el doble
de la utilidad de un kg. Por ello, un sujeto está dispuesto
a dar, por ejemplo, 10 unidades monetarias por 1 kg de pan,
pero no está dispuesto a dar 20 por 2 kg, sino que sólo estará
dispuesto a dar 14, pongamos por caso. Es decir, que mientras
está dispuesto a pagar un precio 10 por 1 kg de pan, sólo está
dispuesto a pagar un precio de 7 por 2 kg. Si el precio, pues,
aumenta de 7 a 10, la demanda de pan por parte de nuestro
sujeto disminuye de 2 kg a uno.
La demanda conjunta o dema.nda de mercado del pan es la
suma de las cantidades de pan que son demandadas a cada
precio por los sujetos que componen el sistema. Ya que todos
los sujetos se comportan como el genérico que hemos examina-
do, la demanda del mercado también decrecerá al crecer el
precio. Además, hay que tener presente que cuando el precio
EL MERCADO 55 .

haya alcanzado un nivel suficientemente alto (alto -{'on respecto


a los demás precios) la demanda se anula, ya que por impor-
tante que el pan pueda ser para los consumidores, nadie lo
delnandaría si el precio fuese demasiado alto y todos dedica-
rían el dinero que poseen a adquirir otros bienes sustitutivo s
con respecto al considerado.
Todo lo dicho con respecto al pan puede hacerse extensivo
a cualquier bien de consumo, para los que diremos con res-
pecto a la demanda de un sujeto individual, o con respecto
a la demanda del mercado, que: 1) hay una cantidad perfec-
.
tamente determinada que se demanda a precio cero; 2) la
cantidad demandada disminuye al aumentar el precio; 3)
existe un precio suficientemente alto que anula; la demanda.

precio

o cantidad
demandada

Figura 1

20. Estos hechos pueden representarse mediante un dia-


grama (fig. 1). Consideremos dos ejes cartesianos y midamos la
cantidad demandada en el..eje de abscisas y los precios en el
de ordenadas; es evidente que sólo nos interesa el primer
cuadrante del plano cartesiano, ya que ni los precios ni las
cantidades pueden ser negativas. Se traza una curva a partir
de cierto punto del eje de ordenadas que representa el precio
al que la cantidad demandada er;;cero, que desciende, (precisa-
mente porque desciende el precio al que se demandan cantida-
des cada vez mayores) hasta cortar el eje de abcisas en un
punto que representa la cantidad demandada a precio cero.
~sta curVH se llama curva de demanda y, como hemos visto,
toma la misma forma para la demanda relativa a un único
sujeto (curva individual de demanda) que para la demanda del
mercado en conjunto.
Una de las formas más usuales de ver cómo varía la canti-
dad demandada al variar el precio es la que proporciona la
medida de la elasticidad de la demanda. La elasticidad de la
56 CURSO DE ECONOMÍA POLÍTICA

demanda es la relación entre las variaciones porcentuales de la


cantidad demandada y las variaciones porcentuales (natural-
mente en sentido contrario) del precio. Por ejemplo, decir
que la elasticidad de la demanda es 1'4, equivale a decir que,
si el precio aumenta por ejemplo ellO %, la cantidad deman-
dada disminuye el 14 0;0'
Téngase en cuenta que la elasticidad es función del precio,
en el sentido de que, en geheral, es distinta según el precio
del que se considera el inc.remento porcentual. Así, por ejemplo,
puede suceder que, aumentando ellO % el precio 20 (pasando
de un precio 20 a un precio 22), la demanda disminuya el 12 0;0
(lo que significa que si era de 1.000, pongamos por caso, a
precio 20, se convierte en 892'86 a precio 22), con una elasti-
cidad, pues, de 1'2; mientras que aumentando ellO % el precio
10 (pasando del precio 10 a precio 11), la demanda disminuya
el 16 0;0 (lo que significa que si era, por ejemplo, de 4.000 a
precio 10, se convierta en 3.448'28 a precio 11), con una elas-
ticidad, pues, de 1'6.
Es fácil verificar que: 1) si la elasticidad es mayor que 1,
un aumento del precio determina una disminución de la can-
tidad demandada tal que, al nuevo precio, el valor de la can-
tidad demandada es menor que el valor de la cantidad deman-
dada al precio antiguo (y viceversa, una disminución del pre-
cio determina un aumento de la cantidad demandada tal, que
ei valor de la cantidad demandada al nuevo precio es mayor
que el valor de la cantidad demandada al precio antiguo; 2) si
la elasticidad es igual a 1, un aumento o''Unadisminución del
precio determinan, respectivamente, una disminución o un
aumento de la cantidad demandad~ tales, que el valor. de la
cantidad demandada al nuevo precio, es igual al valor de la
cantidad demandada al precio antiguo; y 3) si la elasticidad
es menor que 1, un aumento del precio determina una dismi-
nución de la cantidad demandada tal que, al nuevo precio, el
valor de la cantidad demandada es mayor que el valor de la
cantidad demandada al p:recio antiguo (y viceversa, si el pre-
cio disminuye, determina un aumento de la cantidad deman-
dada tal, que el valor de la cantidad demandada al nuevo
precio es menor que el valor de la cantidad demandada al
precio antiguo). Pongamos un ejempJo, sólo para el caso 2):
supongamos que al precio 10 la cantidad demandada sea
1.000, y que, si el precio aumenta ellO %, pasando a ser 11,
la cantidad demandada disminuya ellO %, pasando a ser
909'1; tanto en la situación inicial como en la final, el valor
de la cantidad demandada teniendo en cuenta el redondeo
es de 10.000.
EL MERCADO' 57

21. Volvamos a la definición de demanda que hemos dado


hace poco (§ 19). Ha sido dada basándonos en la hipótesis de
que la demanda de un bien sólo varía como consecuencia de
variaciones en el precio de este bien. En las consideraciones
que se han derivado de esta definición para evitar complica-
a.. hi defi-
ciones y para que no se plantearan dudas en torno
nición, hemos supuesto siempre que, en el sistema económico,
no variaba nada aparte del precio del bien considerado (y,
como consecuencia, la demanda de dicho bien en función de su
precio). Observemos, ahora, que los cambios en el precio de
.
cierto bien no son lo único que influye en su demanda; en len-
guaje matemático, diremos que la demanda de un bien es
función no sólo del pre~io del bien, sino también de otros ele-
mentos. Estos elementos son principalmente los siguientes:
a) Los gustos y las preferencias de los consumidores. Cierto
bien puede ser muy deseado hoy, pero puede ser menos de-
seado mañana porque, por ejemplo, mientras tanto se haya
inventado otro bien que satisfaga mejor la necesidad que
satisfacía el bien en cuestión, o porque la moda cambia o cam-
bian las costumbres.
b) La renta de los consumidores. Si la renta en dinero que
un sujeto consigue vendiendo la mercancía o mercancías que
produce cambia porque dicho sujeto, por cualquier razón, pro-
duce más o menos, esto influye en la demanda que el individuo
hace del bien en cuestión; si su renta ha aumentado, puede
permitirse el lujo de demandar, a cada precio, una cantidad
mayor que la que demandaba antes; si su renta disminuye
sucede a la inversa.
.'
c) Los precios de los dem~s bienes. Los cambios en los pre-
cios de los demás bienes pueden influir por muchas razones
en la demanda del bien considerado. Consideremos una mer-
cancía A: si el precio de una mercancía B, sustitutiva respecto
a A, aumenta, los consumidores se verán animados a sustituir
B por A en el consumo, y así la demanda de A aumenta; es
evidente que si el precio de B disminuyera sucedería al revés.
Pero, incluso en el caso en que A y B no sean sustitutivos,
en el sentido de que no satisfagan la misma necesidad, si la
demanda de B es muy elástica~ un aumento en el precie de B
reduce el valor de la cantidad demandada de dicha mercan-
cía y, por ello, libera para el consumidor un poder adquisitivo
que podría r.ecaer en A, aumentando su demanda. Si A Y B
son complementarios, una disminución en el precio de B que
aumente la demanda de B haría aumentar también la. de-
manda de A.
58 CURSO DE ECONOMÍA POLÍTICA

~-
Así, ampliando nucstra antcrior dcfinición, podemos dccir,
de forma más general, que la demanda de una mercancía es la
cantidad de ella que los sujetos presentes en el sistema desean
adquirir, y que depende de sus gustos y preferencias, de su renta
y de todos los precios del mercado.

B. LA OFERTA

22. Por lo que respccta a la oferta, empecemos también


eon una definición provisional: la oferta de una mercancía
cs la cantidad de ella que quienes la producen desean vender
a un determinado precio.
Con respecto a la ofel.ta planteemos ahora el mismo pro-
blema que nos planteábamos con respecto a la demanda:
cómo varía la oferta de una mercancía al variar su prccio.
Y, naturalmente, supongamos igualmente que no haya ningún
otro cambio en el sistema económico.
Consideremos entonces un productor individual de la mer-
cancía en cuestión. De la venta de su producto prevé obtener
una cantidad de dinero que le va a servir para dos finalidades:
ante todo, la adquisición de bienes de consumo y, en segundo
lugar, la adquisición de aquellos medios de. producción que
precisa para seguir produciendo. Podemos suponer que estas
dos finalidades significan para nuestro productor conseguir
dos objetivos mínimos: por una. parte, hacerse, por lo menos,
con los bienes de consumo que precisa para subsistir, y por
otra parte, con los factores de producción en iguales canti-
dades a las que ha usado para producir 1\ mercancía que ahora
pone en venta. Evidentemente, ccnseguir este segundo obje-
tivo es lo que permite al productor continuar produciendo la
misma cantidad de mercancía puesta por él a la venta. Para
simplificar, también podemos suponer que la cantidad de cada
factor de producción. que usa sea directamente proporcional
a la cantidad producida. Por ejemplo, las cantidades de harina,
levadura, sal, etc., que precisa para producir 2 kg de pan, son
el doble de las que precisa para producir 1 kg.
Dicho esto, y dados los precios de todos los medios de pro-
ducción, definamos como coste total de la producción de cierta
cantidad de mercancía el vaJor de los factores de producción
empleados para producir dicha cantidad, y como coste uni-
tario de la misma cantidad de mercancía el valor de los fac-
tores de producción necesarios para producir una unidad. Evi-
dentemente, el coste unitario es la relación entre el coste total
EL MERCADO 59

J la cantidad producida. Nuestra hipótesis acerca de la pro-


porcionalidad entre la cantidad de factores de producción y la
cantidad de producto, significa (como se dará cuenta el lector
tras una simple reflexión) que el coste unitario es constante,
es decir, que es siempre el mismo sea cual fuere la cantidad
total producida.
Supongamos ahora que el precio del producto sea tan bajo
que no cubra siquiera el coste unitario; en tal caso, nuestro
sujeto no producirá ni ofrecerá nada, e intentará dedicar su
actividad a otra producción. Si el precio sube hasta llegar .
a igualarse con el coste unitario, la producción y la oferta
seguirán siendo nulos, ya que el productor no podría sacar de
, ella los medios necesarios para su propio sustento. Tampoco
cambiará la situación si el precio sólo sube un poco por encima
del coste unitario, ya que, en tal caso, la cantidad que el pro-
ductor tendría que ofrecer para conseguir una renta suficien-
temente grande para gastarlo en bienes de consumo sería tan
grande que juzgaría excesivo el trabajo que debería realizar
para procurarse una simple subsistencia. Por ello, sólo cuando
el precio haya subido suficientemente por encima del coste
unitario puede empezar una oferta positiva, y la cantidad
ofrecida será aquella que, una vez descontados todos los costes,
permita al productor tener una cantidad de dinero (y, por lo
tanto, una cantidad de bienes de consumo) que juzgue sufi-
ciente para compensarlo del trabajo realizado.
Si el Pl'ecio sigue subiendo, no hay ninguna razón específica-
para suponer que el productor aumente su oferta, ya que,
manteniendo la oferta constante, puede igualmente hacerse
con una renta mayor en virtud'iídel simple aumento del precio.
Quizás hubiera alguna razón para suponer, por lo menos por
encima de un determinado nivel del precio, que considere con-
veniente restringir su oferta, ya que, habiendo llegado su
renta a un nivel muy elevado, podría desear no incrementarlo
más, prefiriendo, en cambio, trabajar menos. Si, para simpli-
ficar, eliminamos esta última posibilidad, la curva de oferta de
nuestro productor toma la forma indicada en la fig. 2: para
precios menores que OA, la oferta es cero; a un precio OA se
hace, positiva e igual a OB; para precios superiores a OA, la
oferta se mantiene constante en OB.
Todo esto por lo que respecta a un productor individual.
Pero, en general, tenemos que suponer que determinada mer-
cancía será producida, y por lo, tanto ofrecida, por más de un
productor. La oferta de mercado de una mercancía dada a un
cierto predu es la suma de las ofertas que de esta mercancía
CAPíTULO 111

La competellcia y el equilibrio
.

A. LA COMPETENCIA PERFECTA
23. Planteemos de nuevo la hipótesis de que en el sistema
económico no varía nada más que el precio de una mercancía
y, como consecuencia de dIo, la demanda y la oferta de dicha
mercancía. Preguntémonos de qué forma se determina el pre-
cio de la mercancía cont;iderada bajo esta hipótesis.
Para tratar con suficiente rigor esta cuestión, hay que ex-
plicitar, aptes que nada, una hipótesis que nos ha guiado hasta
ahora, aunque sólo haya sido de forma implícita, en todos
nuestros razonamientos sobre la demanda y sobre la oferta.
De cuantu llevamos dicho se desprende de forma evidente
que, cualesquiera que sean los precios, ningún sujeto indivi-
dual puede.modificarlos con su comportamiento particular.
En otros términos, en nucstra hipótesis todos los sujetos
aceptan como dados, como no modificables, tanto los precios
de las lnercancías que compran como los precios de las mer-
cancías que venden. De esta forma, el precio de una mercan-
cía dependc, como veremos, de lo que hagan todos los que la
demandan y todos los que la ofrecen, pero suponemos que
cada uno de ellos demanda u ofrece en el mercado tan poco
con respecto a la demanda y la oferta global, que no puede
influir individualmente
, en los valores de los precios de las
mercanClas.
Cuando esto sucede, se dice que el mercado es de compe-
tencia perfecta. En las condiciones que plantea la hip¿tesis
existe, pues, competencia entre los compradores, precisamente
porque nadie puede comprar a un precio menor al que com-
pran los demás, ya que la posible retirada, del lnercado de su
demanda no tiene efectos apreciables sobre la cuantía de la
demanda glohal y, por lo tanto, en cuanto pretendiera pagar
un precio nlenor, la competencia de los otros compradores lo
ECONOMÍA POLÍTICA
CURSO DE
64
competencia entre los vende- -
echarla del mercado; y existe
porque ninguno de enos puede vender a un
dores, precisamente
precio mayor del que venden los demás, dado que la posible
retirada del mercado de su oferta no tendrá efectos apreciables
sobre la cuantía de la oferta global y, por lo tanto, en cuanto
pretendiera Precisamente de por
obtener un precio mayor, la competencia los
demá~ vendedores lo sacaría del mercado. comprador
esto, todos los sujetos tienen que aceptar, como
o como vendedor, los precios existentes en el mercado.
Dicho esto, volvamos a nuestra cuestión Supongamos, pues,
de cómo se deter-
mercancía.
mina el precio de determinada
que exista en el mercado un precio cualqniera. Como que, por
las razones que acabamos de apuntar, todos compradores
tienen que ace~-unas
tarlo como dado, se formarán vendedores
en los sujetosunas ofertas de la
demandas Y en los sujetos
mercancía en cuestión que harán que para este precio existan
una demanda Y una oferta globales o de mercado. Para em- alto
pezar, imaginemos que el precio sea lo suficientcmente
para que la oferta sea mayor que la demanda. En consecuen-
cia, una parte de la oferta del mercado no se venderá. Está
claro que esta situación no puede durar, si observamos que los
productores, para no quedarse sin vender una mayor parte .le
su oferta, se verán obligados a bajar el p~ecio. Si recordamos
cómo se formaba la oferta, veremos que una-
productores, perobajapara
en ellosprecio
que
~\,rá soportable para unos
-- tengan los costes unitarios más altos no lo será. Por ello, la
oferta disminuirá como consecuencia de la salida del mercado
producto:res. Por ot:ra parte, la disminución
de estos últimos
del precio hará aumentar la demanda; ?or lo tanto, a la dis-
minución del precio corresponderá una disminución de la can-
tidad en que la cantidad ofrecida excedía de la cantidad
demandada. Es evidente que este disminución
proceso (el de
de lala diferencia
disminu-
ción del precio y la consiguiente continuará hasta que el precio
entre la oferta y la demanda)
haya tomado un valor para el cual la cantidad ofrecida y la
cantidad demandada sean iguales. bajo para hacer
Si el precio inicial es lo suficientemente
qu~ la demanda sea mayor que la oferta, tendrá lugar un pro-
ceso análogo. En este caso, los compradOl:es no conseguirán
adquirir toda la mercancia que d",¡,,,,,ian y por ello estarán
dispuestos a pagar un precio mayor q\1e el supuesto. El prccio
tenderá, pues, a aumentar; lo que pro.:ductore¡;;
hará que la producción
que no habían sea
conveniente para todos aquellos aumentará.
podido accptar el precio inicial; la- ¡'ferta, hecho
pues, disminuir la
Pero el aumento del n i
recio tambiéD:habrá
. '
.
'
".:...,1......
,;1,:
.
- .~
. LA COMPETENCIA Y EL EQUILIBRIO 65
_demanda. Así pues, al aumento de precio seguirá una dismi-
nución de la cantidad en que la cantidad demandada exce-
día de la cantidad ofrecida. También aquí es evidente que
este proceso (el aumento del precio y la correspondiente dis-
minución de la diferencia entre la cantidad demandada y la
ofrecida) continuará hasta que el precio tome el valor para el
cual la cantidad demandada y la ofrecida sean iguales.
Por esto, este precio, al que se llega partiendo de precios
más altos, o bien de precios más bajos, es el precio de equilibrio
del mercado, y la cantidad de equilibrio es aquella cantidad,
demandada y ofrecida al mismo tiempo, que corresponde a este I

precio. Una situación de desequilibrio se pone de manifiesto


por existencias no vendidas de mercancías (en el caso que la
oferta exceda a la demanda), o bien por «colas» de aspirantes
a compradores delante de los puestos de venta (en el caso en
que la demanda exceda a la oferta); en cambio, la situación
de equilibrio se pone de manifiesto por el hecho de que
la cantidad de mercancía puesta en el mercado es exactamente
la misma que el mercado retira (para usar una característica
expresión inglesa, se dice que, en equilibrio, el mercado. ha
«desaparecido» ).

precio

i
I
e Q . ,.,
cantidad

Figura 4

~uallto hemos dicho puede ilustrarse eficazmente mediante


un gráfico. Basta con trasladar a un mismo gráfico tanto la
curva de demanda como la de oferta (fig. 4). Allí donde las
dos curvas se cortan es el punto de equilibrio; la ordenada
de este punto (OP) mide el precio de equilibrio, y la abscisa
(OQ) la cantidad de equilibrio. También se ve en el gráfico
lo que sucede cuando la situación no cs de equilibrio; si el
5
66 CURSO DE ECONOMÍA POLÍTrCA

precio es mayor que el de equilibrio -si por ejemplo es igual


a OP"- la oferta excede a la demanda en una cantidad me-
dida por el segmento EF; si el precio es menor que el de equi-
librio -si es, por ejemplo, igual a OP'- la demanda excede
a la oferta en una cantidad igual a CD. Está claro que acer-
cándonos al precio de equilibrio OP, estas diferencias van dis-
minuyendo, tanto por la derecha como por la izquierda, hasta
desaparecer precisamente en OP, donde tanto la cantidad ofre-
cida como la demandada son iguales a OQ.

B. EQUILIBRIO PARCIAL Y EQUILIBRIO GENERAL


\

24. Se llama situación de equilibrio al conjunto del precio


de equilibrio y la cantidad de equilibrio. En el caso que aca-
bamos de examinar, la situación de equilibrio está represen-
tada por el precio OP y por la cantidad OQ.
En todo lo que antecede hemos examinado la situación de
equilibrio de un mercado particular, del mercado de una
única mercancía, suponiendo que no pasara nada en los demás
mercados que pudiera influir de alguna forma en la situación
de equilibrio del mercado examinado.
Pero sabeMos que esta hipótesis es una simplificación drás-
tica de la realidad. Incluso admitiendo que los gustos de los
consumidores y las técnicas de producción no cambien, hay
otros elementos, como hemos dicho anteriormente, que.pueden
influir en la oferta y en la demanda de una mercancía además
del precio. Para tratar este punto ~ejor de lo que lo hemos
hecho hasta ahora, volvamos a consiáerar la curva de deInan-
da del mercado; esta describe, como ya sabemos, de qué
forma variará la cantidad demandada de una mercancía al
variar su precio. Supongamos que el precio de una mercancía
sustitutiva con respecto a la considerada, aumenta; hemos
dicho que esto provoca un aumento de la demanda de la
mercancía considerada. Pero, ¿qué significa exactamente esto?
Significa que, para cualquier nivel del precio de la mercancía
considerada, la cantidad demandada es mayor que la que tenía
lugar antes del aumento de precio de la mercancía sustitutiva.
Veamos cómo representar esto en términos gráficos, que, en
este caso, son particularmente útiles para ilustrar el fenómeno.
En la fig. 5, la curva de trazo continuo representa a la de-
manda en función del precio de la mercancía considerada,
cuando el precio de la mercancía !;ustitutiva está a determi-
nado nivel; la curva de trazos representa la demanda, siempre
LA COMPETENCIA Y EL EQUILIBRIO 67
en función del precio de la mercancía considerada, pero cuando
el precio de la mercancía sustitutiva ha aumentado. Vemos
que permaneciendo constante el precio de la mercancía consi-
derada, por ejemplo en OA, la demanda, al aumentar el precio
de la mercancía sustitutiva, aumenta de OB a OC.

precio

\
\
,, I

A - ,-_.,
""
i I '\.
'\.
I
I "
O' cantidad
demandada

Figura 5

Análogas consideraciones pueden hacerse para la curva de


oferta. Supongamos que el precio de un factor de producción
que sirve para fabricar la mercancía considerada disminuya.
Esto determina una disminución del coste unitario de todos
los productores de la mercancía considerada y, por ello, un
aumento de la oferta. Pero, ¿qué significa esto exactazne:Jlte?
Significa que, para cada valor que tome el precio de la mercancía
considerada, la cantidad ofrecida es mayor que la que tenía
lugar antes de que el precio d(ff medio de producción disminuyera.
Vt;amos, también en este caso, cómo puede esto expresarse
gráficamente. En la fig. 6, la curva de trazo continuo repre-
senta la oferta, en función del precio de la mercancía consi-
derada, cuando el precio del factor de producción tiene deter-
minado valor; la curva de trazos representa la oferta, siempre
en función del precio de la mercancía considerada, pero cuando
el precio del factor de producción ha disminuido. Vemos que,
permaneciendo constante el precio de la mercancía conside-
rada, por ejemplo en OA, al disminuir el precio del factor de
producción la oferta aumenta de OB a OC.

25. Ahora bien, todo esto tiene unas consecuencias más


. bien desconcertantes sobre el procedimiento que hemos se-
guido antes para identificar la situación de equilibrio, basado
en la consideración de la curva de demanda y de la curva
68 CURSO DE ECONOMÍA POLÍTICA

precio

I
I
/
/
/
/
-- -.1
/1
1/ I
----- ""'.,( I
,.. ,.. I I
I I
I 1
o B e cantidad
ofrecido

Figura 6

de oferta. En realidad, ahora hemos visto que la situación en


el plano de estas dos curvas depende de los valores que tomen
los precios de las demás mercancías, lo. que significa que, sin
conocer estos precios, la posición de nuestras dos curvas está
indeterminada y también está indetcrminada, en consecuencia,
la situación de equilibrio del mercado considerado. Continúa
siendo válido que, para cada mercancía, la cantidad demandada
tiene que ser igu al a la ofrecida, pero cuál es el precio de la
mercancía para el que esto sucede, y cuál el valor cOiilún de las
dos cantidades, la demandada y la ofrecida, son cosas que no
se pueden saber con rigor si no se tienen en cuenta, contempo-
ráneamente, todos los mercados por los que el sistema está
constituido.
Cuando se estudia la situación de equilibrio de un mer-
cado particular sin preocuparse de lo qu~ sucede en los demás
mercados, como hemos hecho nosotros en el § 23, se dice que
se estudia un equ,ilibrio parcial, y se llama análisis parcial
aquel con el que se realiza este estudio. En cambio, cuando se
tiene en cuenta la interdependencia entre todas las situaciones
de equilibrio, es decir, el hecho de que. cada situación de equi-
librio depende de todas las demás, entonces se emprende un
análisis general cuyo fin es determinar la situación de equilibrio
general, es decir, el conjunto de vaJores de equilibrio de todos los
precios
, y de todas las cantidades intercambiadas en sus relaciones
reClprocas.
Este análisis general, como el Jector puede fácilmente ima-
ginar, es muy complejo, y no puede realizarse con instrumentos
elementalcs, como los que se pueden usar en el presente texto;
el lector podrá estudiarlo si decide continuar sus estudios de
economía. La mayor dificultad estriba en que la red de inter-
LA COMPETENCIA Y EL EQUILIBRIO 69

dependencias que tiene lugar entre todos los precios y todas


las cantidades es tan complicada, que difícilmente puede ser
examinada con rigor mediante la lógica ordinaria, y difícil-
mente puede ser expuesta mediante el lenguaje ordinario: en
realidad, se precisan la lógica y el lenguaje de las matemá-
-.
ticas, y unas matemáticas no elementales.
Sin embargo, algo podemos decir, al menos para dar una
idea aproximativa, de cuál es la naturaleza del problema.
Primeramente, recordemos cuáles son las características del
sistema tipo que estamos examinando en este capítulo. Se trata
de un conjunto de sujetos económicos que son, al mismo
tiempo, propietarios y trabajadores de los factores de produc-
ción; entre ellos está establecida la división del trabajo, con
el consiguiente sistema de intercambios de productos. Cada
uno de estos sujetos tiene como dos caras; en efecto, inter-
viene en el mercado bajo un doble aspecto: por un lado ofrece
los productos que son fruto de su trabajo, y por el otro, de-
manda otros productos que son, en primer lugar, los factores
de producción que necesita para desarrollar su actividad y, en
segundo lugar, los bienes que precisa para su consumo. En otras
palabras, cada sujeto es una fuente de la que emanan unas
ofertas y unas demandas.
Supongamos ahora que una especie de autoridad ideal fije,
casualmente, el nivel de todos los precios. A raíz de este ca-
sual sistema d~ precios, tendrán lugar determinadas reac-
-ciones por parte de cada uno de los sujetos. Consideremos
uno cualquiera de ellos. Ya que los precios de los factores de
producción están dados, y y.~ que hemos supuesto que el
coste unitario de cada mercan~ía no depende de la cantidad
producida, también vendrá dado este coste unitario; y ya que
también está dado el precio del producto, nuestro sujeto podrá
decidir la cantidad que ofrecerá en el mercado que, según la
hipótesis que hemos dado respecto a la oferta, será nula o ten-
drá determinado valor positivo según la relación que exista
entre el coste unitario y el precio. Paralelamente, el sujeto
demandará una cantidad determinada de cada uno de los
bienes de producción que necesita como productor. Por otra
parte, también estará determinada la renta que este sujeto
podrá gastar en bienes de consumo, ya que esta renta no es
más que la diferencia entre el valor global de su oferta calcu-
lado en base a los precios dados, y el coste total de su produc-
ción. Estando, por otra parte, dados los precios de los bienes
de consumo, nuestro sujeto dispone de todos los elementos
necesarios para decidir de qué modo va a distribuir su l'enta
70 CURSO DE ECONOMÍA POLÍTICA

en la adquisición de los distintos bienes de consumo, de forma


que queda determinada su demanda de dichos bienes. Para
cada sujeto se formarán así, para los precios asignados de
forma casual, un conjunto de demandas, de bienes de consumo
y de factores de producción, y un conjunto de ofertas de pro-
ductos. Sumando todas estas demandas y.estas ofertas, se
tendrán, para todas las mercancías del sistema, una determi-
nada demanda de mercado v una determinada oferta de
'"
mercado.
Pero como quiera que los precios han. sido fijados de forma
casual, no hay ninguna razón para suponer que, en el mercado
de cada mercancía, la demanda sea precisamente igual a la
oferta; en general, para algunas mercancías la oferta excederá
a la demanda, para otras la demanda excederá a la oferta,
y tan sólo para algunas mercancías podrá haber igualdad entre
oferta y demanda.
En general, no nos encontraremos, pues, con una situa-
ción de equilibrio económico general. En consecuencia, los pre-
cios tenderán a variar; los precios para los cuales la oferta
es mayor que la demanda tenderán a disminuir, mientras que
los precios para los cuales la demanda es mayor que la oferta
tenderán a aumentar; es decir, que el sistema de precios inicial
se modificará. Para el mismo sistem? de precios, a través de
los mismos mecanismos que hemos apuntado antes, se for-
marán otras ofertas de mercado v otras demandas de mercado.
Si existen mercancías para las~uales la oferta y la demanda
continúan siendo desiguales, el sistema de precios se modifica
de nuevo, con la consiguiente for~ación de nuevas demandas
y nuevas ofertas. Y este proceso de modificación de las canti-
dades ofrecidas y demandadas y de los precios continuará
hasta que los precios sean tales que aseguren la igualdad entre
demanda y oferta para todas las mercancías del sistema. En
este momento se habrá alcanzado una situación de equilibrio
económico general.

26*. Intente comprender el lector qué cuestiones lógicas y


de método están implícitas en un problema como el que aca-
bamos de exponer. En esta discusión no estamos examinando
el funcionamiento de una economía real, sino que estamos
examinando un sistema tipo, es decir, un posible modelo de
sistema económico, y lo hacemos con la esperanza (que des-
pués' se confirmará) de que esto nos proporcione un instru-
mento para la comprensión de la realidad. Ahora bien, el pro~
pósÍio de nuestro modelo es aycriguar si un sistema tipo como
LA COMPETENCIA Y EL EQUILIBRIO 71

el propuesto puede o no alcanzar una situación de equilibrio


general, ya que, si no pudiera, no sería un sistema, en el sen-
tido estricto de la palabra, sino que será la representación de
un conjunto desordenado de actividades, sin ninguna eficacia
en cuanto a la interpretación de la realidad como tal. Por ello,
dadas las características del sistema tipo y dadas las hipótesis
sobre el comportamiento de cada uno de los suj~tos que lo
componen, se trata de ver si la situación de equilib~io general,
a la que hemos visto que tiende el sistema, exist~~ealmente,
o si el sistema~ tal como lo hemos imaginado, está, ~~r ventura,
destinado a buscarla continuamente sin poderla alca,~zar nunca
' ara cuya
porq~~ no exist~, Este es, precisamente ~l'proble~
soluClon se precIsan los Instrumentos 10gIcos de ~ hablaba

o
antes. En nuestro caso, la respuesta es afirmativáf.f,La situa-
ción de equilibrio general existe y, por lo tanto, nues,!ro modelo
tiene sentido; pero demostrarlo es precisamente¡t"lo que no
puede hacerse aquí.;~~
~'I
C. EL AHORRO Y LA INVERSIÓN. EL INTiRÉS
27. Antes de cerrar la discusión sobre el sistema +tipo arte-
sano-campesino, tenemos que realizar un último esf~rzo inten-
tando tener presente la posibilidad de que en él i{[~ den dos
fenómenos que hasta ahora hemos olvidado, y"gue son el
ahorro y la inversión. En todo lo que precede hemo.8,',supuesto,
de forma tácita, que ningún productor usaba facto!~s de pro-o
ducción duraderos ni acumulaba existencias; hem~~supuesto,
pues, que cada uno de ellos usaba sólo factores no~uraderos,
adquiriéndolos en momentos st\cesivos, durante el 'f'desarrollo
del proceso productivo. Está claro que, en el ámbito de esta
hipótesis, no se puede considerar el fenómeno de la 'inversión.
Pero, ¿podemos decir lo mismo del ahorro? Cuando, hablamos
por primera vez del ahorro y de la inversión re1.~cionamos
estrictamente estos dos fenómenos; parecería, pu~s, que se
podría decir que en una situación en que no hay idn " ersión no
.
o
o
..
.'

puede haber ahorro.j;ir ,


,
, '
o
,
o
",

Sin embargo, hay que prestar un poco má.#í de aten-


o
ción~ a esta cuestión. Hasta ahora, los interc" bios que
he~os considerado lo eran entre bienes presente ero tam-
bién son posibles unos intercambios de otra naturaleza, es
decir, entre bienes presentes y bienes futuros. A e e

l
respecto
'

.
o .

conviene recordar que un bien físicamente idénti da lugar


, ,

,
o
'
o,.',

a dos bienes económicos distintos, según esté disB }ble en el


o
presente o lo esté en el futuro. Supongamos ~ n sujeto

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