Está en la página 1de 3
EL BILLETE DE MIL ga ESTOY HARTA de tanta miserial» ge puso el brig, ViClOY raido, y abrié la puerta de una sacudida, Al rellano la yecina esparcia cera sobre el parqué de la entrada. ee 5 ee lado del otra ya la habia visto. io cuenta, _jQueé guap? estas...!, te has pintado hasta los ojos. la sales rotary a mirabacnbobada— thar za, a eee Hos... Tardarés mucho? Sg No lo sé. a voy : ee - amiga Isabel, que esté muy enferma —dijo cerran- Jota puerc con dos vuctas dellave. La claridad de la callela sorprendi6 4 Ja tarde ya iba hacia su ocaso. De pronto, sintié una especie de ee Her mo a a voluncad fuera 2 abandonara.., peo estaba bien decid aan detent. El primer hombre qu paso por Su Jado dio un silbido y se quedé planta- “io mirindola. «Me he pincado demasiado Tos ojos. Dehn depres. qeawemnaine Jo que quiero parecer» vA aguela hora pasaba poca gente por el boulevard Rochechouart. En la esquina de la calle Dunkerque estaba, como siempre, Zuzanne con. la carreta de las flores: vpvolva claveles en papel transparente, Que no me ves fan pintadal» Acababa jus- tamenre de pensario cuando Zuzanne levanté la cabeza. Buenos dias. {No quiere ninguna flor, hoy? Se hubiera llevado todas las de la carreta. Los claveles debian de estar recién cogi- dos y los manojos redondos de violetas de Parma parecfa que esperaran sefioras veers de gris con velos en Jos sombreros para que se [as llevaran a morir en jarros de cristal en el interior de habitaciones limpias con luz dulce y butacas de terciopelo. —Luego, cuando vuelva a pasar. Apreté el portamonedas yacto contra el pecho. Alguien Ja segufa. En un cristal de escaparate vio al hombre que hacfa un momento habfa silbado y se habla vuelto a mirarla. Esperé encontrarse delante de otro escaparate para verlo mejor. Se detuvo. [p36)_PARECIA DE SEDA ¥ OTRAS NARRACIONES «hacer para mirarlo sin que él se diera cuenta, p El corazén le latfa y no sabfa qué hacer par que oe 3. Brg como si los ojos le molestaran. Se los habla pintado demasiado. :Puedo invitarla 4 tomar algo? Haba podido ver, a pesar del mal un sombrero verde botella, Sin contestarle volvié a caminay estar que le causaba, que era joven, delgad Llevaba una gabardina y Cuando llegs a la plaza Pigalle cruzé dirigiéndose al cencro, miré un rato las revistag de un quiosco de periddicos y se dirigié la barandilla, De pronto, cuando ya crefa que habfa perdido al hombre que habia si. bado, lo vio atravesar la calle. Todos los hombres la miraban. Con un gesto enérgico ala boca del metro. Se detuvo y se apoyé en se sacudi6 el cabello... y sintié una voz cilida junto al ofdo. Quieres venir? Lo miré de hito en hito, calculé y dijo bajito, pero decidida: «Quinientos», Un escalofrio le recorrié el cuerpo. No vefa nada. Un miisculo de la pierna le pal- pitaba sin cesar y le dolia la cabeza. EI la cogié del brazo y con voz oscura murmuré; —Vales el doble, ;M Apretaba el portamonedas contra el pecho. Tenfa los labios despintados y algo liv a dos. Con un brusco gesto de cabeza aparté los cabellos de a frente. las violetas: Y dijo mirando —Un ramito. Aquel de detras de todo. Es el més bonito. Zuzanne sonrié; —Céjalo usted misma. ee H RCE RODOREDA (337) _peraba, una sefiora se Geto delan : Mientras esperaba, nte de la carreta. s precio estan I fr momentito. La vendedora ha ido a buscar cambi cambio y volve- los claveles? ere Ul a edad. Tenfa las mejillas redo as redondas, ma , maquilladas de u n color : las flores, hoy. Silas violetas de Parma oli ieran tal vez me decidiri irfa _-Serdn fires : ‘ pero mi hijo, sabe?, tiene delirio por los claveles su ramille: nto en que Zuzanne Megaba. Se rascaba la mejill 2 la con Tha a cont do el billete dijo: an dedo y iran wu billete es falso- (Ne? Se conoce en estas rayit on azuladas. Si sabe quién se Jo ha dado ain lo podra devolver. joletas en el mismo lus : tendrian que ser bien moradas Y 5 Dejé las ¥ sgn de clavele “No se preocupe ya me pagara = No, nos gracias. prisa con el billete doblado en Ja mano. Una bocanada de liquido | ce gar de donde las habia cogido. Junto al gran mot ne « blancos. Zuzanne le dijo: otro dia..., Iléveselas... Caminaba de subid del estdmage 2 Ja garganta, tan fcido que le hizo cerrar los ojos. Respiraba con Ia boca cerrada, profundamente. Entré en el piso. Habfa olor a softitos: debia de lle- gar del patio Metié el billete dentro de un sobre y lo clavé con cuatro chinchetas del ultimo caj6n del armario de luna. Con la mano se tocé la mejilla: ardfa. ared fijamente: nunc a forma de un cisne. El musculo i fi ¢ de 1a pierna le volvia a palpitar: «. nto se agach6 y desclavé el sobre de una sacudida. Cuando twyo debajo Miraba Ja P ruvieran la vag ahora qué2». De pro el gas encendido acercé a dedos le dolian de tanto apretarlo. D la cena. Su marido no tardarfa mucho. 4 se habfa dado cuenta de que los ramos del papel luna esquina del billete y esperd a que se quemara, Los Jespués fue al recibidor, se quité el abrigo, lo col g6y empez6 a hace:

También podría gustarte