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| BIBLIOTECA ¥ DE BOLSILLO BARTOLOME BENNASSAR La Espafia del Siglo de Oro BARTOLOME BENNASSAR La Espaiia del Siglo de Oro CRITICA Barcelona Primera edicién en BIRLIOTECA De Bows. mayo de 2003 ‘Segunda edicign en BUNLCTECA Ds BoAst.o: octubre de 2008 ‘Queda rigurosamente prhitids, sin la atorizaci6n eserta dels ttulaves de copyrah, aj las sancionesesablecidas en las lees, la teproduccion total o parcial de sia obra Por enalquie medio o procedimieno, cmprendidos Ia reprografia y el alamicnto lngormic.y la dstibucion de ejemplares de ella mediante alquiero préstamo pcos. “Talo origina: Un sidee dor espagnol vers 1525-vers 1681 “Traduecdin castllan de Pablo Bonkonabs Diseio dela colecidn: Joan Batallé {© 1982 y 2001; Euions Robes Lafont, S.A. Pais (© 1988 y 2001 dela taduecion castellana para Espa y America: Eames, §.L, Diagonal, 662-664, 08034 Barcelons ‘camail editonal@ed-titiea es atpeffwwvied eriicaes ISBN: SE-8452-205-8, Depisito legal: B. 4. 157-2004 TImpeeso en Espa 2004, — A&M Griic, Santa Perpétoa de Ta Mogoda (Barcelona) PREFACIO La primera edicién de esta obra aparecié hace casi veinte afios, Iniil decir que la bistoriografia aproveché este largo plazo para colmar algunas lagunas, seguir nuevos derroteros, inventar probleméticas insospechadas, ye que la reultiplicacton de los congresos y cologuios internacionales favo- recté el intercambio de teméticas y metodologias. Por otra parte, es cierto que los «centenarios» de los arias 1998-2000, relativas a Carlos Quinto, Felipe Iy sus reinados, después del de 1992, gue celebré los «Descubri- mientos» acompanados por exposiciones maravillosas que dieron a cono- cer documentos e iconografia nueva, brindaron muchas oportuntdades a fos bistoriadores, tanto espafioles como extranjeras. Ast se ban publicado muchos libros que ban proyectado luces inesperadas sobre los personajes de alto wuelo (reyes, validos), y las instituciones (Consejos, Secretarios de Estado, Cortes). Pera la economia y la sociedad, 0 las relaciones interna- cionales no se quedaron atrds. Para limitarnos a algunos ejemplos, nada mis que sobre Felipe Ul han aparecido libros de autores tales conto Geoffrey Parken, Henry Kamen, Manuel Ferndndex Alvarez, entre otros, La bistoria de la economia tran- satliniica ba sido renovada por muchos trabajos y no solamente los del francés Mickel Morineau y del sevillano Antonio Garcia Baquero, La bis- toria agraria de Expaita ha dado un salto impresionante y casi no queda provincia cuyo este sector de historia sea desconocido. Un sinntimero de obras de gran calidad ban demostrado que la fuente inquisitorial es un ya- dintiento excepctonal para quien desea explorar los trasfondos de las so- ciedades bispanas, de las mentalidades o los consportamientos beterodo- 0s. Y me permito recordar que el libro que publicamsos juntos, Bernard Vincent y yo, en esta misma editortal (Espafa, Los Siglos de Oro, 2000) puso énfasis en la dintensién europea y casi planctaria de la historia de Es- para en estos dos siglos. Entonces, por qué volver a publicar wn libro ya superado en varios as- 6 LA FSPARA DEL SIGLO DE ORO ‘pectos, Pues, sencillamente, si, en 1982, este trabajo pudo definirse conto ‘sun estado de la cwestién», abora este Siglo de Oro lleva el papel de ini ciacién, especialmente por su presentacion en libro de bolsill,Su mejor le- ‘itimidad la lograrta si Uegase a constituir una invitacion a or mds all, a leer todos estos libros que han renovado la bistoriografta desde vetnte ats. BARTOLOME BENNASSAR Paris, 12 de abril de 2001 InrRopucci6n éQUE ES EL SIGLO DE ORO ESPANOL? se a am La expresi6n Siglo de Oro atribuida a un periodo determinado de Ia historia de Espafia es de uso corriente en Europa y en todo el continente americano. En Espafia este uso rebasa incluso los limites de Ia clase intelectual y parece implicar por parte de los interlocutores un conocimiento general del fenémeno. En es tas condiciones no debe ser dificil encontrar una definici6n precisa del Siglo de Oro. Sorprendentemente, al’ menos en Espaiia, esta definicién ‘no existe, Las obras mismas que tienen como vocacidn dar su sentido 4 las palabras y a los conceptos, es decir, los diecionarios y enci- dlopedias, chiden Ia cuestidn ya que no se interesan més que en el concepto universal de edad de oro, © cuando ocasionalmente consideran Ia expresién «Siglo de Oro espafiol» proponen una de- finicién extraordinariamente restrictiva. Tomemos por ejemplo el Diccionario del uso del espafto! publicado en 1980 por Maria Mo- liner, obra muy reciente como puede verse. se Tee Ia si- “quiente definicién de «Siglo de Oro»: «Cualquier perfodo consi- derado de esplendor, de felicidad de justicla, etc.»; a continuacién, escrito en maytiscilas: «Especificamente, época de mayor esplen- dor dela titeratura espa arte de los siglos xv y,Xvits, Hemos lefdo bien: el Siglo de Oro omite la arquitectira, 1a escuttata o Ia pintura de los sighs xvr-y xviry~él Escotial, la Plaza Mayor de-Madrid, el Greco, Velézquez, Zurbarén, Berru- guete © Montafiés no guardan relacién con el Siglo de Oro... 8 LA ESPANA DEL SIGLO DE ORO Ahora bien, Marfa Moliner no hace sino seguir una tradicién socigua. La gran Eacldapedie espele de ExpassCalpe, en wo tomo LVI de la edicién de 1966 ofrece para la expresin «Siglo Sg a aes eed gata la politica, etc,, han conocido su méximo esplendor y Si mayor desarrollo en un pueblo 0 en un pals. Ejemplo: el Siglo de Oro de la literatura espafiola». En consecuencia, en un primer momento, el autor del articulo admite que el concepto de Siglo de Oro puede no refetirse exclusivamente a las Tetras y a las artes puesto que cita ta Politica. Pero, traréndose de-Espafia, reserva la apelacién “inicamente-a la literatura, Aunque, si nos fijamos con més aten- ¢ SBuradverinoas que Enciclopedia de Eopass-Calpe no hace sino \ reproducir palabra por palabra el texto del viejo Diccionario bispano-americano de Montaner y Simén que data de 1896. Ast pues, de 1896 a 1980, no se ha producido ningdn cambio, nin- guna revisién del concepto y de su contenido, Extratio inmovilis- ‘mo del pensamiento oficial. ¥ Pero hay carencias todavia més asombrosas. El Diccionario de {Ja lengua espanola publicado pot la Real Academia espafiola, en su decimonovena edicién aparecida en 1970, anuncia por supues- to «Sigh de oro» y «edad de oro», fero no oftece més que la definicin siguiente: «Tiempos Hlridos y felices en que habla paz y quictud. Ignora olimpicamente toda-especiidacl espaolz."To- eal oe inespetado que, en el Dice storia Espaiia, publicado por la Revista de Occidente, no ge mencione ni siquiera en so-segunda edicién, muy reciente, el Siglo de Oro, hi en «Siglor-ni-en-«Ofo». Se advierte entonces con grat sorprese ue los-historiadoresespafioles evitan cuidadosamente, al. menos cn los titulos de sus libros, Ia expresién «Siglo de Oro>, mientras que los y_ decadencia aparecen utilizados~fre- cuenteménte, incluso en los titulos. De Ramén Menéndez Pidal a Jaume Vicens Vives 0 a Felipe Ruiz Martin la expresién perma- rece ausente y el Golden. age of Spain de Antonio Dominguez Ortiz, publicado en Londres en 1971, no desmiente esta regla ‘més que aparentemente, puesto que se trata de un titulo en lengua extranjera, en cierto modo de un titulo de traduccién. La expre- sién no aparece més que en algunos estudios concretos como La INTRODUCCION 9 vida espaitola en la edad de oro segiin las fuentes literarias, de A. Valbuena Prat (1943). No es una casualidad, pues se trata de un libro fundado en fuentes literarias como si, en definitiva, sdlo la literatura tuviera exclusivo derecho a este prestigioso sello de sy enciclopedias ajenas a Espafia no oftecen testi Sepia ate mayor apertura. La Encyclopaedia britannica ignora cualquier Golden Century. El Robert (tomo VI, 1968) no hace ninguna menciGn al Siglo de Oro espafiol en las siete acepciones que descubre para el término «siglo». El Grand Larousse encyclo- pédique (tomo 9, 1964) no vacila en interesarse por el «Siglo de Luis XIV», pero muestra un desprecio soberano por ¢l Siglo de Pericles, el Siglo de Oro del imperio romano o el Siglo de Oto espafiol. La enciclopedia Focus publicada por Bordas —que sin embargo se califica con osadia de «enciclopedia internacio- nal>— considera el «Gran Siglo», es decir, el xvur, y el «Siglo de Jas Luces», es decir, el xvist, después de haber escrito para siglo: ‘. Bajo el nombre de Espaiia se retinen los reinos de Castilla y de Aragén, a su vea resultado de una acumulacién histSrica (al igual que el reino de Francia), a los que la conquista militar incorpord en 1492 el reino musulmén de Granada y en 1512 el reino pirenaico de Navarra. Por otra parte, la relacién de titulos de los actos oficia- les da cumplida cuenta de esta acumulacién. Este es, por ejem- Sihius! nie cama ASO? Sng "Pee see eee ae ion OTA CASTILALAMIEWA- LEON yoiacs, aa ae Me Valerie zarsbors a D>NDALUCIA cite age "OS Mara 2 Las regiones espafiolas hacia 1600 14 LA ESPANA DEL SIGLO DE ORO Dios rey de Castilla, de Ledn, de Aragén, de las Dos Sicilias, de Jerusalem, de Navarra, de Granada, de Jerez, de Valencia, de Ga- / Ticia, de Mallorca .. \ Seftor de Vizcaya...». indudable que el matrimonio de Fernando y de Isabel con: vierte al heredero de los Reyes Catdlicos en el soberano tinico de estos diferentes reinos, pero éstos consetvan sus instituciones pro- ias y su derecho privado. Si Carlos desea celebrat una conferen- cia con los representantes del pais no puede reunir en una sola vex las cortes espaiolas. Debe convocar sucesivamente las Cortes de Gastilla y Jas del reino de Aragén. Atin ha de considerarse afortunado si consigue reunir en un solo lugar, en una tinica oca: sién, a los procuradores de Catalufia, de Valencia y del reino de Aragén. En la mayorfa de los casos, necesitard tres localidades di- ferentes para tres sesiones distintas. Y en cada ocasiGn, es obvio decirlo, en el tertitorio afectado. También Navarra tiene sus Cortes, que es preciso convocar en Pamplona o en alguna otra ciu- dad navarre, —— Realidad de 1525, pero todavia realidad de 1648, por cuanto Olivares fracasé en su tentativa de unificacién militar y fiscal. Una vvez dicho esto, los reinos espafioles ocupan los mismos territorios | que Ia Espafia actual, con la diferencia de que Cetalufa, parte constitutiva del reino de Aragén, cra més extensa, ya que inclufa el Rosellén y la Cerdafa, regiones que Francia se anexioné en 1659 con ocasién del tratado de los Pirineos. Pero en 1525, y también en 1648, en la balanza de los rcinos espafioles, Castilla, mucho més extensa y cinco veces més poblada, pesa mucho més que Aragén; reine, en efecto, todas las regiones del Noroeste Galicia, Asturias, Santander, Pais Vasco), Leén, las dos Castillas stricto sensu, Extremadura y Andalucia, "La herencia reunida sobre la cabeza de Carlos V desbordaba ampliamente el territorio espaiiol. A partir del siglo xnr los reyes de Aragén se habfan lanzado a una audaz politica mediterrénea, ‘Ya en 1282 habian conquistado Sicilia, luego, en el siglo xv, se habfan apoderado de la isla de Cerdefia. En los primeros afios del siglo xvT, aragoneses y castellanos terminan la conquista del reino (Be el comienzo de un acto oficial: «Don Carlos, por la gracia de de las Indias orientales y occidentales ..:, INTRODUCCION 15 de Népoles, & pesar de la competencia francesa. De esta manera, Espafia ejerce sobre Italia un dominio politico que se reforzaré en el transcurso del siglo xvi; en 1535, a la muerte del dltimo Sforza, el futuro Felipe II se convierte en dugue de Milén y el rey de Espafia afiadirs después de 1556 el ducado de Milin a la lista de sus titulos, Un poco mis tarde, la ayuda suministrada por los espaficles a Florencia para la conquista de Siena (1555) les proporcionard, a modo de salario, un cierto niimero de fortalezas cen la costa toscana, Desde 1527, y durante un siglo, Génova convirtié en aliada de Espafia. En consecuencia, Italia se encuentra en la dependencia espa ‘pero ejerce en contrapartida una fuer- te influencia cultural, cuya impronta ha impregnado las letras y sobre todo las artes espafiolas. Carlos eta hijo de Felipe el Hermoso,'el archiduque que habia recibido de su madre Marfa la herencia de Borgofia, cuyo compo- nente més importante eran los Paises Bajos, y de su padre Maxi- miliano de Austria los estados a los que més tarde se designard como «austriacos», ademéS de una especie de dei ‘cmoraly a la sucesi6n-imperial. Tenemos, pues, a Espaiia presente en: el Norte de Evropa, en el Franco Condado, en Alemania, en los Paises Bajos. Entre los historiadores muchos aseguran que ello signified su desgracia porque de esta manera se vio obligada, si- guiendo a Carlos V,a gastar sus hombres y sus recursos en unas empresas que realmente no Te concernian. Dicho esto, se ha de tener -en-cuenta-que-los-conitaetos con los Paises Bajos desempe- fiaron también un importante papel econémico y cultural en la Espaiia del Siglo de Oro. “K partir de 1492 Castilla, que habia descubietto América por medio de Cristébal C8ién, se apoderé de una gran parte de las regiones densamente pobladas del continente americano: en 1525 Jas Antillas, México y la mayor parte de América central ya habfan sido conquistados y cl inmenso «Peri», un Perti que se extenderfa desde Panamé hasta el Chile central, lo serfa a su vez a partir de 1532. A finales del siglo xvr los espaiioles se instalan en las Fili- pinas, Simulténeamente, tras la toma de Granada en 1492, ‘los castellanos habjan adquitido en Africa del Norte unas cabezas de puente de un gran valor estratégico: Melilla, el Pefién de Vélez, 16 LA ESPANA DEL SIGLO DE ORO Mers-cl-Kebir (1505), Oran (1509), Mostaganem, y a titulo mds precario Tlemcen y Bugia. Sin ningtin género de dudas, Espatia ¢ entonces, en el plano politico y militar, una potencia mundial y solamente el Impetio otomano, su gran rival en el Mediterraneo, puede compardrscle. A pesar de importantes reveses como el de la Armada Invencible en 1588, desmantelada por los ingleses y la tempestad, podemos considerar que esta situacién se mantuvo has- ta los afios 1620-1630. \ EI Siglo de Oro coincide, por consiguiente, con un apogeo po- || Iitico que excedfa indudablemente las fuerzas de Espafia y que | era portador, sin paradoja, de los gérmenes de la decadencia. _/ Capiruto 1 PROSCENIO: LOS PERSONAJES DEL ESPECTACULO. DEsFILES REGIOS Enero de 1560 en Guadalajara, Castilla la Nueva. La pequeia ciudad pale sus piedzas y el pavimento de sus calles nunca estuvo ‘més limpio, jamés més reluciente. Comenzado a finales del si- glo xv aunque apenas acabado, el maravilloso palacio de los duques del Infantado, en el que los iiltimos resplandores del g6- tico han iluminado las formas danzarinas de los artistas mu res en un milagro de armonia, va a conocer su bautismo de no- bleza, Felipe IL, viudo por segunda vez, ha escogido este presti- gioso palacio para celebrar su matrimonio —el tetcero— con Isabel de Velois, la hija de Enrique II y de Catalina de Médicis. El duque del Infantado, uno de los primeros del reino, radiante ‘con este honor, acude a recibir a la princesa de Roncesvalles, en compafifa del cardenal de Burgos, don Francisco de Mendoza. Nada resultaba demasiado bello para una misién de semejante indole: el duque acompafiado de sefiores de un rango inferior, cabalgando sobre unos caballos ricamente enjaczados, lleva consigo cincuenta pajes vestidos de raso y de brocado, y veinte guardias de escolta equipados fastuosimente, Acompaiada por el cardenal de Bour- bon y el duque de Vendéme, Isabel llega el 4 de enero a Ronces- valles. Tiene quince afios, ¢s morena y muy bella Lenta travesia de Navarra y de Castilla la Vieja, helada bajo 18 LA ESPANA DEL SIGLO DE ORO los brillantes ciclos del invierno. En Guadalajara, Felipe II aguar- da a la hija del rey de Francia, para la que el destino vacilé de manera extrafia: prometida en primer lugar a Eduardo VI de Inglaterra, més tarde, después de la muerte del joven rey, reser- vada o casi para don Carlos, el hijo de Felipe IL, es finalmente oftecida al mismo rey de Espafia, quien habfa perdido dos afos antes a su segunda esposa Marfa Tudor y habia sufrido el rechazo de Isabel de Inglaterra, como si el acceso de Ia joven princesa a la corona de Espafia hubiera de estar rodeado de circunstancias relacionadas con Inglaterra. {7 Bs ls puerias de Je ciudad Jos miembros del concsjo munic- pal de Guadalajara y otros nobles acuden a recibir a la reina. Esta, cubjerta con una capa de armifio y un sombrero en conso- nancia, adornado con hileras de perlas que tealzan su belleza mo- rena, cabalga sobte una yegua blanca, escoltada por el cardensl y el duque. La alta jerarquia de la Iglesia y la grandeza de Espatia para acompafiar a la reina junto al rey representan un evidente simbolismo. La princesa Juana recibe a Isabel de Valois en el ad- mirable patio mudéjar de arcos polilobulados convertido actual- ‘mente en museo de Bellas Artes. Hay un solemne Te Deum y al dia siguiente, 31 de enero, el cardenal de Burgos celebra en una de las grandes estancias del palacio la misa de matrimonio teniendo por testigos a la princesa Juana y al duque del Infantado: la reina Hleva un vestido confeccionado con tejido de oro y amplias mangas, que produce un sorprendente efecto. Al atardecer, ante dl palacio, una corrida de toros y un torneo de lanzas divierten a Ja nobleza mientras que, en honor de sus reyes, el duque cubre de fiestas la ciudad: alegres fuegos de artificio brillan encima de os tejados, las orquestas populares recorzen las calles e invitan al pucblo a bailar en las plazas piblicas, se oftecen suntuosos ban- quetes a todos los presentes, fuentes de vino manan durante toda a noche... Desde Guadalajara el cortejo nupcial Hega @ ‘Toledo, donde Ja ciudad, que se encuentra en el apogeo de su esplendor, ha pre- parado una recepcién antolégica. 3.000 veteranos de los tercios espafioles y una caballeria mora se enfrentan en tin combate si mulado, El cortejo desfila en Toledo bajo los arcos de triunfo uni- LOS PERSONAJES DEL ESPECTACULO 19 dos unos a otros por guirnaldas de flores, coronadas con elogiosas expresiones a la gloria del rey, a la belleza de la reina. Los dioses del Olimpo también estén presentes: Jiipiter y Juno, Marte y Ve- nus, Apolo y Diana. Mientras dara Ja estancia toledana, en honor de los soberanos slojados en el Aledzar, tienen lugar toda clase de fiestas: cortidas de toros, torneas a pie y a caballo, y los lu- ‘gareiios de los alrededores acuden pata ejecutar las graciosas dan- mas de La Sagta. Después, el cortejo regio se dirige en pequefias etapas a Valladolid donde Ja fiesta comienza de nuevo y se sue blima, Hasta que finalmente, tras cuatro meses y medio de corre- rias y de festejos, de una ciudad a otra, de una vieja capital a otra, después de haber gitado lentamente en torno a Madrid, la nueva capital, el rey y Ia reina hacen su entrada en Madrid, Y Brantme cuenta, refiriéndose a Isabel: La vi entrar en el coche, siempre junto a la puerta, ya que se era su lugar ordinario, porque semejante belleza no debia permanecer recluida dentzo, sino descubierta ... No fui yo sélo quien la encontté tan bella, sino toda la Corte v et pueblo de Madtid. ¢Cudntas veces antes, en cuiintas ocasiones después, se desarro- Iié este desfile regio durante el Siglo de Oro, a través de Castilla y de Aragén? Para cuatro reyes, Carlos V y los tres Felipes, se necesitaron ocho esposas, cuatro de las cuales para Felipe II, mientras que Carlos V y Felipe ITT no se casaron més que una sola vez, Pero el matrimonio del futuro Felipe II con Maria Tudor se celebré en Inglaterra y la soberana no vino nunca a Espafia: de manera que entre 1525 y 1649, fecha del segundo matrimonio de Felipe IV, el espectéculo que acabamos de describir se renové siete veces, con escasos matices de diferencia: ‘inicamente cam! baa los acompaiantes y los testigos, los grandes de la escolta y los teattos de las bodas, los paisajes descubiertos y los lugares atrave- sados. De esta manera los reyes y las reinas de Espafia se mos- traban con sus més hermosos atavios ante algunos de sus més hnumildes sibditos, para Ia memoria de las generaciones. Cuatro reyes y siete esposas, porque hemos de dejar a Maria Tudor en sus brumas inglesas. Al fin, en 1525, Carlos V contrae 20 LA ESPANA DEL SIGLO DE ORO matrimonio, Se casa con su prima Isabel de Portugal, a la que acompafian hasta la frontera sus dos hermanos y la nobleza por- tuguesa; alli Ja apuardan, el 7 de enero, el arzobispo de Toledo, los duques de Calabria (Fernando de Aragén), de Béjar, de Medina Sidonia, los condes de Monterrey, de Aguilar, y de Benalcézar. Ceremonia solemne en Ia linea fronteriza, la futura emperatriz cabalgando como es costumbre sobre la yegua blanca convencio- nal y las noblezas de Portugal y de Espatia formando un cfrculo alrededor de ella, cada una cn su propio tertitotio nacional. Des- pués de lo cual, la regia cabalgata se dirige en pequefies jornadas 4 Badajoz, después hacia Sevilla donde la futura emperatriz entra el 3 de marzo y es objeto de una recepcién fastuosa. Carlos llega una semana después, el matrimonio se celebra con Ia solemnidad que podemos imaginar y los jévenes esposos prolongan su luna de miel andaluza: luego de Sevilla, Granada, donde Catlos, sobre- cogido por In belleza de la ciudad, ordena le consiruyan un pals- io, que no Hegaré a conocer porque no tendrd oportunidad de volver a Granada. Sin embargo, Ia pareja imperial no se instala en Valladolid hasta noviembre, En esta ocasi6n, cl desfile ha du- rado siete meses. Cuando a su vez el principe Felipe desposa, en primeras nup- cias, a una princesa portuguesa, Maria Manuela, su primera het- mana, como él de quince afios de edad, la joven doncella lega también esta vex por Badajoz, pero su escolta espafola la conduce hhacia el norte hasta Coria, Juego a Salamanca, donde se celebra el matrimonio. Felipe y algunos grandes sefores, vestidos con atuendo de caza, acuden a sorprender a la princesa a algunas leguas de Salamanca: esta curiosidad clandestina de futuro marido creard escuela, Ya desde el 19 de noviembre de 1543, un mes después de la entrada de Ia princesa, una semana después del matrimonio, los jévenes esposos se instalan en Valladolid. Fue, al parecer, un desfile reducido. Pero In respuesta es sencilla: Felipe no es més que el principe heredero y la joven Marfa, que murié el 13 de julio de 1545, no lleg6 a ser reina... Ana de Austria, cuarta y titima esposa de Felipe II, de quien también eta sobtina, recorrié en 1570 Castilla la Vieja desde Santander, donde habia desembarcado, hasta Segovia, donde se ce- LOS PERSONAJES DEI. FSPECTACULO a lebraron las bodas y los inevitables festejos. La nueva reina, tan rubia y sontosada como Isabel de Valois eta morena, atravesé un reino todavia préspero, en el que se le dedicaron suntuosos fes- tejos. Felipe IT habfa enviado una embajada de 2.000 personas para recibirla en Santander, entre las cuales 150 misicos. Una docena de bufones Injosamente vestidos servian las comidas al tiempo que cantaban poemas rimados, acompafiados pot castrados con voces de sopranos. Burgos y Valladolid, etapas en el camino de Segovia, organizaron recepciones grandiosas. Pero en esta oca- sidn Felipe, acaparado por las asuntos de importancia politica (la guerra de Granada y la preparacién de la Liga Santa) no disponia de tiempo para viajar largamente con la reina: solamente vino a encontrarse con ella en Segovia. En cambio, cuando Felipe IIT contrajo matrimonio con Ja ar- chiduquesa Margarita de Austria, algunos meses después de su acceso al trono, el duque de Lerma, que ya habfa sido promovido al rango de favorito, organizé un recorrido de gran espectéculo: el matrimonio se celebré el 13 de noviembre de 1598 en Ferra- ra, por poderes. La reina se embarcé seguidamente en Génova y desembarcé el 18 de abtil de 1599 en Valencia donde Felipe IIT la esperaba desde hacia dos meses (és cierto que el palacio del fa- vorito se encontraba muy cercano, en Denia...). Tras la ceremonia de ratificacién del matrimonio en Valencia, donde pasaron algunos dias, los jévenes esposos se dirigieron lentamente hacia Barcelona, visitaron el célebre monasterio de Montserrat, més tarde llegaron 1 Zaragoza y, finalmente, a Madrid, donde entraron el 24 de oc- tubre de 1599: solamente cinco meses y medio de viaje desde su salida de Valencis Tsabel de Borbén no era més que una nifia de doce afios cuan- do la casaron en 1615 con el principe heredero, el futuro Feli- pe IV, que no tenia més que diez. La recepcién de la princesa ptesidida por Felipe TIT en persona se realiz6 segtin las normas en Burgos, pero no se trataba sino de esperanzas y el matrimonio no fue consumado hasta cinco afios después. De manera que las fiestas se redujeron a las celebraciones convencionales. Pero, cuando en 1649, Felipe IV, viudo desde 1644, despos6 a su propia sobrina Mariana de Austria, en un reino medio arruinado, asolado por una 2 LA ESPANA DEL SIGLO DE ORO peste atroz que le dejaré exangiie, y cuyos ejércitos coleccionan dertotas al igual que antafio las victorias, encontramos que el Girco real ofrece Ia iiltima gran representacién del Siglo de Oro. Salida de Viena, Mariana atraviesa Italia, navega, desembarca en Denia. El almirante de Castilla acude a presentarle sus respetos y @ oftecerle una joya, obsequio del Rey. La principesca procesién camina a lo largo de las orillas del Mediterréneo hasta Navalear- nero, localidad elegida para Ja celebracién del matrimonio, recibe por el camino a los grandes seffores, uno tras otro, un regalo de calidad tras otro. El 3 de octubre en Navalcarnero, donde Felipe, disfrazado, esperaba a su prometida austriaca, 1a fiesta estall miisica, luces, fuegos de artificio, comedias y corridas de toros. El dfa 4, el cardenal arzobispo de Toledo celebra el matrimonio. Y, al igual que en el pasado, el cortejo nupcial transcurre en torno a Madrid, Pasan la noche de bodas en el Escorial, severo decorado para la joven esposa, pero las praderas y los bosques vecinos son ricos en caza mayor y durante tres semanas la corte se dedica a cazar hasta el agotamiento: primero en el Escorial, luego en el Pardo, seguidamente en el Buen Retiro adonde la regia pareja llega el 2 de noviembre después de haber pasado bajo innumerables arcos de triunfo en los que los dioses del Pantedn clésico han reem- plazado a los patronazgos cristianos. El vino todavia mana en las fuentes pblicas. El Buen Retiro celebra doce dias de festejos: bailes de méscaras, comedias y corridas de toros, hasta que final- mente, el 15 de noviembre, los soberanos se retiran al Alcézar. EL OFICIO DE REINA El oficio de reina consistia en tener muchos hijos: era preciso que una reina de Espafia trajeta al mundo a numerosos principes y.a.una gtan cantidad de infantas para asegurar la sucesién y pata ofrecer abundantes posibilidades a la estrategia matrimonial del monarca y de sus consejeros. De esta manera, de la sucesién de ‘matrimonios procedia la acelerada sucesién de nacimientos, ciclo interminable de intensos regocijos y de funcrales desolados por- que la mayoria de estas criaturas principescas morfa a temprana LOS PERSONAJES DEL ESPECTACULO 23 edad: la excesiva juventud y la inmadures biolégica de las ma- dies, el caracter frecuentemente incestuoso de estos amores rea- les, la insuficiencia de los médicos y de las atenciones acumulaban Jas defuniciones prematuras. Si no me equivoco, desde 1527, fecha del nacimiento del futuro Felipe IT, hasta 1661, afio en el que nace el futuro Carlos II, y sin tener en cuenta los embarazos in- tetrumpidos, las reinas o futuras reinas de Espafia tuvieron treinta y cuatzo infantas 0 infantes, uno cada cuatro afios por término medio. Ahora bien, diecisiete de ellos, exactamente la mitad, no alcanzaron su décimo afio de vida. As{ ocutrié en el caso de cuatro de los cinco hijos de Ana de Austria, cuarta y dltima esposa de Felipe IL; con cinco de los siete hijos de Isabel de Borbén, pri- mera esposa de Felipe IV. El sexto, Baltasar Carlos, esperanza de la monarqufa, principe encantador inmortalizado pot los pi celes de Velézquez, murié antes de alcanzar su decimoséptimo versatio y Gnicamente Ja diltima hija, Marfa Teresa, vivié lo sux ficiente para casarse con Luis XIV y Megar a ser reina de Fran- ccia. Muchos infantes e infantas, como Juan y Fernando, hijos de Ja emperatriz Isabel, 0 las dos Margarita Marfa, hijas de Isabel de Borbén, no vivieron sino algunas horas o algunos meses, Por aiadidura, las reinas arriesgaban su vida con ocasién de estos na- cimientos repetidos: Isabel de Portugal murié al dar a luz a un hijo nacido muerto. Isabel de Valois se encontraba embarazada cuando fallecié a-los veintitrés afios, a consecuencia de un ettor de los médicos. De esta manera, escribe Brantéme, «la reina Isabel ha muerto en la més bella y floreciente primavera de su vida». El octavo hijo de Margarita de Austria, Alfonso, le costé la vida. Los que sobrevivieron Iegaron con frecuencia a ser coronados: los tres Felipes, evidentemente; también el desgraciado Carlos IL que arrastré una triste existencia de enfermo atetrorizado. Juana, hermana muy guerida por Felipe II, se convirtié en teina de Portugal. Tsabel Clara Eugenia, primera hija de Felipe II y de Isabel de Valois, tuvo una imagen digna como gobernadora de los Pafses Bajos. Dos de las hijas de Felipe IIT y de Margarita de Austria Hegaron a reinar: Ana de Austria, esposa de Luis XTIT y reina de Francia; Maria, reina de Hungria; igualmente dos de las hijas de Felipe IV: Marfa Teresa, reina de Francia, y Margarita 24 LA ESPANA DEL SIGLO DE ORO Maria (nacida de la unin de Felipe con Matiana) que gracias a su matrimonio con Leopoldo legé a ser emperatriz ‘Ademés de los reyes, las figuras més notorias, para bien 0 para mal, fueron en primer lugar, el inquietante y lamentable don Carlos, hijo de Felipe II y de Marfa Manuela de Portugal, muer- to a los veintitrés afios en circunstancias extrafias; después, don Juan de Austria, Hijo natural de Carlos V y de una voluptuosa ale- ‘mana, Barbara de Blamberg, el més ilustre «bastardo» del siglo porque alrededor de la cuna de este hijo se habfan agrupado las hhadas. Antonio Tiepolo lo presenta con estas palabras:

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