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El sustantivo

1. Introducción
1.1. Pérdida del sistema casual latino:
El sistema casual del latín estaba formado por seis casos, los cuales intentaban cubrir la mayor parte
de las funciones sintácticas. Sin embargo, en época medieval, ese sistema se reduce o simplifica en
un solo caso (caso oblicuo) o en dos (caso oblicuo y recto). A esto lo llamamos sincretismo. La
consecuencia es la pérdida del sistema casual latino.
La simplificación y consecuente pérdida del sistema casual supone el paso de una lengua con una
configuración sintáctica aglutinadora a un tipo lingüístico analítico, sobre todo en relación con las
preposiciones. El modelo analítico se concreta mediante la representación sintáctica de las diferentes
secuencias. Sin embargo, quedarán restos de estructuras sintácticas (restos sintácticos) del latín o,
dicho de otro modo, residuos de casos del latín en el castellano.
1.2. Sincretismo:
El sincretismo es la simplificación del sistema casual latino hasta llegar al caso oblicuo (es la síntesis
de todos los demás casos). Esta simplificación o reducción se da por una serie de causas. Son las
causas del fin del sistema casual latino las que nos harán comprender el sincretismo, así que lo
trataremos en estos términos.
 Causas fónicas (dos fenómenos fónicos): pérdida de la consonante final y pérdida de la
cantidad vocálica.
 Simplificación de las palabras homonímicas, que dificultaban la interpretación del
componente semántico y la comunicación.
 Insuficiencia de desinencias: pese a intentar cubrir la mayor parte de funciones sintácticas
por medio de los casos, las desinencias no llegaban a todo, y de ello es muestra el hecho de
que se usaban preposiciones o construcciones prepositivas ya en latín.
 Inversión del orden de la oración en latín vulgar. De sujeto + objeto + V pasamos a sujeto +
V + objeto. Esto lleva a la inutilidad del sistema de casos en una oración, puesto que, al
alterarse el orden, ya no son válidas las deducciones posibles para determinar si una palabra
pertenece a un caso o a otro.
Resumen: por causas fónicas, por simplificación de palabras homonímicas, por insuficiencia de
desinencias y por inversión del orden de la palabra se da un sincretismo, y en términos de estas
causas es cómo entendemos el concepto. Ello supone la reducción de los casos latinos a un caso
(oblicuo) o a dos (oblicuo y recto) y la consecuente pérdida del sistema casual latino.
1.3. Modelos de declinación:
En el sincretismo, las declinaciones se han movido:
 La 1.ª y la 2.ª son el modelo para las demás porque tienen el mayor peso del vocabulario. Se
reducen al caso oblicuo.
 En la 3.ª, hay dos tipos de palabras, las imparasilábicas (tres o más sílabas) y las parasilábicas
(dos sílabas). Las imparasilábicas se asimilan a las parasilábicas.
 La 4.ª se asimila a la 2.ª, por cercanía formal.
 La 5.ª se asimila a la 1.ª (ya en latín se declinaba como la 1.ª).

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2. Casos residuales. Restos formales y sintácticos
2.1. Casos residuales:
 Hay dos casos residuales en el período de emergencia: el oblicuo y el recto.
 El castellano evoluciona al caso oblicuo (diferenciado en número), no como otras lenguas
romances, como el francés, que tuvieron una época en la que evolucionaron al recto y al
oblicuo. Así pues, en castellano no tenemos ese sistema bicasual de otras lenguas romances.
 Sin embargo, teníamos un resto de sistema bicasual en el artículo masculino español, pero no
pervivió:
o Origen: el artículo masculino viene de EL, ELLE (< ILLE), ELO (< ILLUM, ILLO).
o Desaparición de variantes: la segunda variante desaparece (ELLE). Luego, la tercera
variante (ELO) también desaparece, por incidencia de apócope: la -O cayó, dando
como resultado EL, como en la primera variante (EL).
o Proceso de extensión analógica: si el artículo no cumple con el sistema casual, se
asimila al caso oblicuo y se confluye en la única forma ell. Por todo ello no pervivió
el sistema bicasual en el artículo definido en español.
2.2. Restos formales: artículo de Lapesa.
La tendencia general que nos ha legado el latín proviene del caso oblicuo. No obstante, hay
excepciones que proceden del resto de casos que existían en latín. Esos son los restos formales y
afectan a unidades léxicas aisladas, como a los días de la semana, por ejemplo.
Los cinco primeros días de la semana se forman a partir del genitivo, no del oblicuo. Otros ejemplos:
del ablativo vienen luego (< LOCO), essora (< IPSA HORA) y ahora (< AC HORA).
2.3. Restos sintácticos: artículo de Lapesa.

3. Género
Dato curioso: en castellano medieval los sustantivos en -or eran femeninos (norma estándar). En
castellano hablado en Valencia solemos decir la calor, por calco al valenciano.
3.1. Latín:
 El latín contaba con tres géneros (masculino, femenino y neutro). Ya en la época imperial, en
el siglo I d.C., empiezan a simplificarse con una oposición de dos géneros, el masculino y el
femenino. El neutro se reasigna.
 Las desinencias casuales solo marcaban la función sintáctica, pero no el género en los
sustantivos. Para esto no había desinencia. Así pues, se sabía que las palabras de la 1.ª
declinación eran mayormente femeninas, y las palabras de la 2.ª eran mayormente
masculinas.
 Como conclusión, el reanálisis morfológico que se da en latín ya desde el siglo I consiste en
la creación de una oposición entre masculino y femenino y en la reasignación del neutro.
3.2. Época prerromance:
En la distribución de voces según el género en época prerromance, por lo general, se mantiene el
género etimológico, pero puede suceder que el género se adapte según la terminación, o lo contrario.

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En el caso de los neutros, estos pasan a ser masculinos, como norma general. No obstante, los
neutros en -a pasan al femenino, con sentido de colectividad. El género se adapta al conjunto de
palabras que presentan diferenciación de sexo (en la oposición masculino/femenino).
3.3. Época romance:
 Primera tendencia. En general, hay desajustes entre el género en latín y el género en
castellano. Si bien hay una primera tendencia en romance castellano que consiste en atribuir
la mayoría de femeninos a la 1.ª declinación y la mayoría de masculinos a la 2.ª, estos
desajustes que surgen se resuelven mediante tendencias complementarias.
 Tendencias complementarias:
o Mantenimiento de desinencia y cambio de género. PINUS pertenece a la 2.ª
declinación. Esta palabra era femenina en latín; en castellano se mantiene la
desinencia, pero cambia el género. Así pues, se aplica la tendencia complementaria de
mantenimiento de desinencia y cambio de género. Esta tendencia es la que se aplica
en este caso para la reconfiguración del género.
o Cambio de desinencia y mantenimiento de género. Puede darse el caso contrario:
cambio de desinencia y mantenimiento de género; es el caso de SOCRU, SOCRA.
3.4. Creación de formas analógicas en femenino:
 Ejemplos de formas analógicas en femenino: tigre → tigra; infante → infanta; señor →
señora.
 En los primeros textos podemos encontrar escrito la señor. Sin embargo, con la creación de
las formas analógicas en femenino con la -a, ¿pronto? veremos escrito la señora. Aun así,
hay que tener cuidado con esto porque hay que ir caso por caso.
 Un factor importante que hay que tener en cuenta es que, en los primeros estadios, por
influencia de las lenguas circundantes, entran muchos galicismos (a partir del siglo XVIII,
pero ya entraban en el siglo XIII). La sintaxis histórica está atravesada por la dialectología
histórica.

4. Número: latín y castellano


El latín, igual como sucedía en el género, no designaba número. NO tenía marcas, pero en paso del
latín al castellano tenemos la oposición de singular y plural. La -s del plural castellano deriva del
acusativo plural latino. También, esta -s se documenta en nominativos arcaicos.
Hay más aspectos relativos al paso del latín al castellano, como que las oposiciones de contable y no
contable del latín continúan en el castellano. Otro aspecto es que se generan nuevos significados a
partir del número. Por último, se crea el alomorfo -es para más comodidad en la pronunciación
(respuesta corta: la motivación última es la comodidad en la pronunciación).
Respecto a la creación del alomorfo -es, cabe valorar lo siguiente: en la evolución del latín al
castellano hay palabras cuya -e final cae por apócope, y por fuerza se crea ese alomorfo -es. Este
alomorfo consigue que las palabras que habían sufrido el apócope recuperen la -e final. Es un
procedimiento de motivación eufónica. En los casos de palabras que terminan en semivocal (rey), el
alomorfo presenta una variante: vacila entre reyes y reys, igual que leyes y leys. Se documentan en
textos de ambas formas.

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Factor sintáctico representativo del castellano medieval en cuanto al número: el castellano medieval
tenía mucha mayor flexibilidad con el plural que el castellano actual. Había un contagio más
frecuente de una palabra en plural que arrastraba a otra.
Resumen:
 El alomorfo -es aparece en palabras que habían perdido la -e final por apócope.
 En términos de restitución, el efecto morfofonológico que se produce es la recuperación de la
-e final y un procedimiento de motivación eufónica.
 La variación -s/-es se presenta en palabras que terminan en semivocal.

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