Está en la página 1de 2

Ensayo

Nombre: Martina Porras

Fecha: 11/09/2022

Cada ente, bien sea material o inmaterial, una acción o un adjetivo, tiene su propio
nombre. Mas estos nombres no se tratan de calificar a un objeto de manera
completamente correcta, sino de interpretarlo. Así como es bien sabido que no hemos
logrado controlar o desatar el potencial de nuestro cerebro en su totalidad, tampoco el
de los entes. Un nombre, por ende, puede descubrirse, asignarse o merecerse. Así como
fuimos nombrados en nuestro nacimiento, también se asignó un nombre a nuestra
especie. Entonces existe la variante de bien tener dos nombres o que cada ente tenga un
nombre individual sin importar su especie o naturaleza. Los entes han existido mucho
antes del razonamiento humano, al igual que los idiomas. Pero no por esto se niega su
existencia al antes carecer de un nombre reconocible para la humanidad.

El futuro no se define a la hora de nacer, sino al desarrollarse en su mismo


entorno. Por esto que los nombres se puedan adquirir con el tiempo. Pues no se puede
calificar de maestro a un niño recién nacido, comparado a alguien que realmente sabe su
oficio. Y lo mismo pasa con los objetos materiales. Un trozo de madera no deja de serlo
por el hecho de convertirse en una silla más adelante en el futuro. Por otro lado, estos
nombres, de alguna manera u otra, ya le fueron asignados a algo o alguien más en el
pasado. Pero esto no significa que los nuevos entes tengan menos valor o importancia
dentro del nombre. Así como se ha explicado, estos se convierten en calificativos, más
que en nombres preexistentes del ente o creados por el ente.

Al hablar de que no sabemos todo de los entes, podemos asumir que hay algo
que si sabemos de ellos. Y este algo es que tienen nombre. Estos nombres no se pueden
definir como correctos o incorrectos, pues esto puede depender mucho de su naturaleza
y de el punto de vista. Pero, al definir los entes individualmente y tratar de
interpretarlos, el nombre es una de las mejores formas de hacerlo. Puede que los
nombres varíen entre idiomas, culturas, e incluso de persona a persona. Pero no dejan de
ser maneras para poder reconocer un ente en el espacio y tiempo. Pues, así como se
mencionó antes, estos pueden llegar a cambiar con el tiempo; e incluso si no cambian,
su nombre si puede llegar a hacerlo. Puede que, al descubrir el nombre real u original de
un ente, lleguemos a saber absolutamente todo de este mismo. Sin embargo, no hay
garantía de que estos entes originalmente no hayan poseído un nombre.

Podemos concluir que es indiscutible el hecho de que los nombres sean algo
muy intrigante a seguir investigando; así como tratar de conocer su naturaleza. Sin
embargo, no podemos asumir que el pensamiento de unos es más verdadero sobre el de
otros individuos. Esto debido a que, estos debates están llenos de argumentos y
verdades, como los que se han planteado con esta tesis. Pero el resultado final no ha
podido ser comprobado, ni con esta teoría, ni con muchas otras: Por ende, la única
verdad aceptable actualmente es que los nombres existen, todo ente posee un nombre y
cada nombre se le atribuye a un ente. La manera en que estos nombres o entes lleguen,
puede ser propuesta de millones de maneras, más nunca existirá una completamente
correcta.

También podría gustarte