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Traducción

ISABEL VERICAT NÚÑEZ


TEORÍAS DE LA GLOBALIZACIÓN

por
OCTAVIO IANNI
m ______________________________
siglo xxi editores, s.a. de c.v.
CERRO OEL AGUA 248, DELEGACIÓN COYOACÁN, 04310, MEXICO, P.F.

siglo xxi editores argentina, s.a.


TUCUMAN 1621, 7'N, C1050AAG, BUENOS AIRES. ARGENTINA

portada de gemían montalvo

primera edición, 1996


sexta edición, 2004
© siglo xxi editores, s.a. de c.v.
isbn 968-23-2001-1
en coedición con el centro de investigaciones
interdisciplinarias en ciencias y humanidades, unam

derechos reservados conforme a la ley


impreso y hecho en méxico/printed and made in mexico
“El m undo del siglo XXI” es una colección que se propone publicar
algunas de las obras más significativas de los investigadores y pen­
sadores contem poráneos de Asia, Africa, América Latina, E uropa y
N orteam érica.
A la necesidad de estudiar cualquier problem a local, nacional o
regional en el contexto de la globalización y de las redes interna­
cionales y transnacionales cada vez más significativas en la evolución
contem poránea, se añade un creciente m ovim iento intelectual que
busca plantear los problem as m undiales y regionales desde las distin­
tas perspectivas geográficas y culturales, en posiciones que no sean
“eurocentristas” y que tam poco invoquen las especificidades de cada
cultura y civilización para ignorar el carácter universal y plural del
m undo.
La colección “El m undo del siglo xxi” buscará publicar estudios de
los problem as más im portantes de nuestro tiem po y su análisis en
relación con la sociedad, la econom ía, la política y la cultura. Algunas
obras pon d rán más énfasis en ciertos campos de las especialidades
disciplinarias, otras vincularán a varias disciplinas para el análisis de
los distintos temas. La obra constituirá una selección muy útil para
adentrarse en los problem as de nuestro tiem po y del futuro de la
hum anidad.
La colección procurará que en sus prim eros cien libros se en cuen­
tren algunos de los m ejores que hoy se publican en todo el m undo.

PABLO GONZÁLEZ CASANOVA

VII
ÍNDICE

PREFACIO 1

1. METÁFORAS DE LA GLOBALIZACIÓN 3

2 . LAS ECONOMÍAS-MUNDO 13

3 . LA INTERNACIONALIZACIÓN DEL CAPITAL 31

4. LA INTERDEPENDENCIA DE LAS NACIONES 44

5. LA OCCIDENTALIZACIÓN DEL MUNDO 59

6. LA ALDEA GLOBAL 74

7. LA RACIONALIZACIÓN DEL M UNDO 92

8 . LA DIALÉCTICA DE LA GLOBALIZACIÓN 111

9. MODERNIDAD-MUNDO 135

10 . SOCIOLOGÍA DE LA GLOBALIZACIÓN 158

BIBLIOGRAFÍA 174
Para Antonio
Ana
Catarina
Clara
Francisco

anunciando el siglo xxi


PREFACIO

La globalización está presente en la realidad y en el pensamiento, desa­


fiando a muchos en todo el m undo. A pesar de las vivencias y opiniones
de unos y otros, la mayoría reconoce que esta problem ática está presen­
te en la form a m ediante la que se diseña el nuevo m apa del m undo, en
la realidad y en lo imaginario.
Ya son muchas las teorías em peñadas en esclarecer las condiciones y
los significados de la globalización. Unas con cierta timidez, m ientras
que otras con bastante audacia; algunas veces se desconocen m utua­
m ente y otras se influyen. Pero todas abren perspectivas al esclareci­
m iento de las configuraciones y los movimientos de la sociedad global.
Vale la pen a m apear las principales teorías de la globalización. Per­
m iten aclarar no sólo las condiciones en las que se form a la sociedad
global, sino tam bién los desafíos que se crean para las sociedades na­
cionales. Los horizontes que se abren con la globalización, en térm i­
nos de integración y fragm entación, pueden abrir nuevas perspecti­
vas para la interpretación del presente, la relectura del pasado y la
im aginación del futuro.
La problem ática de la globalización implica naturalm ente un diálo­
go múltiple, con autores e interlocutores, en diferentes perspectivas his­
tóricas y teóricas. En gran m edida este diálogo está registrado en este li­
bro, en las referencias y en las citas.
Algunos de los temas fueron presentados en encuentros intelectua­
les, generalm ente en ambientes universitarios. Y algunos capítulos se
publicaron en versiones preliminares: “Metáforas de la globalización”,
Ideins, año i, núm . 1, Campiñas, Unicamp, 1994; “La occidentalización
del m u n d o ”, con el título “La m odernización del m un d o ”, Margem,
núm . 3, Sao Paulo, p u c , 1994; “La aldea global”, con el título “Globali­
zación y cultura”, 0 Estado de S. Paulo, Sao Paulo, 30 de octubre de 1994;
“Sociología de la globalización”, con el título “Globalización: Nuevo pa­
radigm a de las ciencias sociales”, Estudos Avanzados, núm. 21, Sao Pau­
lo, ljsp , 1994. Fueron m om entos im portantes del diálogo múltiple, po­
lifónico, que me perm itieron perfeccionar la reflexión y la narración.

o c t a v i o ia n n i, Sao Paulo, 10 de enero de 1995

[1]
1. METÁFORAS DE LA GLOBALIZACIÓN

El descubrim iento de que el m undo se volvió m undo, de que el globo


ya no es sólo una figura astronómica, de que la Tierra es el territorio
en el que todos nos encontram os relacionados y remolcados, diferen­
ciados y antagónicos, ese descubrim iento sorprende, encanta y atem o­
riza. Se trata de una ruptura drástica en los m odos de ser, sentir, actuar,
pensar y fabular. U n evento heurístico de amplias proporciones, que es­
trem ece no sólo convicciones sino tam bién visiones del m undo.
El m undo ya no es exclusivamente un conjunto de naciones, socie­
dades nacionales, estados-naciones, en sus relaciones de in terd ep en ­
dencia, dependencia, colonialismo, imperialism o, bilateralism o, mul-
tilateralismo. Sim ultáneam ente, el centro del m undo ya no es princi­
palm ente el individuo, tom ado singular y colectivamente, com o pue­
blo, clase, grupo, m inoría, mayoría, opinión pública. A unque la na­
ción y el individuo sigan siendo muy reales, incuestionables y estén
presentes todo el tiem po, en todo lugar, y pueblen la reflexión y la
im aginación, ya no son “hegem ónicos”. H an sido subsumidos form al
o realm ente p o r la sociedad global, por las configuraciones y los m o­
vim ientos de la globalización. El m undo se ha m undializado, de tal
m anera que el globo ha dejado de ser u n a figura astronóm ica para
adquirir más plenam ente su significación histórica.
De ahí nacen la sorpresa, el encanto y el susto. De ahí la im presión
de que se han roto m odos de ser, sentir, actuar, pensar y fabular. Algo
parecido a las drásticas rupturas epistemológicas representadas p o r el
descubrim iento de que la T ierra ya no es el centro del univei ¿o según
C opérnico, el hom bre ya no es hijo de Dios según Darwin, el indivi­
duo es un laberinto poblado de inconsciente según F reud.1 Está cla­
ro que el descubrim iento de la sociedad global que el pensam iento
científico está realizando al declinar el siglo XX no presenta las mis­
mas características de los descubrim ientos m encionados, aun cuando
son diversas y antiguas las instituciones e indicaciones más o m enos
notables de globalización. Desde que el capitalismo se desarrolló en
Europa, siem pre presentó connotaciones internacionales, m ultina-
1 Sigmuncl Freud, Oí/ras ampielas, 3 t., traducción de Luis López-Ballesteros y de To­
rres, Madrid, Biblioteca Nueva, 1981, t- m , cap. Cl: “Una dificultad del psicoanálisis”.

[3 ]
4 METÁFORAS DE LA GLOBALIZACIÓN

dónales, transnacionales, m undiales, desarrolladas en el interior de


la acum ulación originaria, del m ercantilism o, el colonialismo, el im­
perialism o, la dependencia, la interdependencia. Y esto es evidente
en el pensam iento de Aclam Smith, David Ricardo, H erb ert Spencer,
Karl Marx, Max W eber y m uchos otros. Pero es innegable que el des­
cubrim iento de que el globo terrestre ya no es sólo una figura astro­
nóm ica, y sí lo es histórica, conm ueve m odos de ser, pensar y fabular.
En este clima, la reflexión y la imaginación no sólo cam inan a la par
sino que m ultiplican metáforas, imágenes, figuras, parábolas y alego­
rías destinadas a dar cuenta de lo que esfcí sucediendo, de las realida­
des no codificadas, de las sorpresas inimaginadas. Las metáforas pare­
cen florecer cuando los m odos de ser, actuar, pensar y fabular más o
m enos sedim entados se sienten conmovidos. Está claro que hablar en
m etáfora puede implicar no sólo imágenes y figuras, signos y símbo­
los, sino tam bién parábolas y alegorías. Son múltiples las posibilidades
abiertas al im aginario científico, filosófico y artístico, cuando se descu­
bren los horizontes de la globalización del m undo, y éstos envuelven
cosas, gentes e ideas, interrogaciones y respuestas, nostalgias y utopías.
La problem ática de la globalización, en sus implicaciones empíricas
y metodológicas, o históricas y teóricas, se puede plantear de m odo in­
novador, propiam ente heurístico, si aceptamos reflexionar sobre algu­
nas metáforas producidas precisam ente por la reflexión e imaginación
desafiadas p o r la globalización. En la época de la globalización, el m un­
do com enzó a ser taquigrafiado como “aldea global”, “fábrica global”,
“tierra p a m a ”, “nave espacial”, “nueva Babel” y oüas expresiones. Son
metáforas razonablem ente originales, que suscitan significados e impli­
caciones y llenan textos científicos, filosóficos y artísticos.
“Llama la atención en esos textos la profusión de metáforas utiliza­
das para descubrir las transformaciones de este final de siglo: ‘prim era
revolución m undial’ (Alexander King), ‘tercera ola’ (Alvin Toffler), ‘so­
ciedad inform ática’ (Adam Schafí), ‘sociedad am ébica’ (Kenichi Oh-
m ae), ‘aldea global’ (McLuhan). Se habla del pasaje de una economía
de high volunie a otra de high valué (Robert Reich), y de la existencia de
un universo habitado por ‘objetos móviles’ (Jacques Attali) que se des­
plazan incesantem ente de un lugar a otro del planeta. ¿Por qué esta re­
currencia al uso de las metáforas? Estas metáforas revelan una realidad
em ergente aún huididiza en el horizonte de las ciencias sociales.”-
Hay m etáforas, así como expresiones descriptivas e interpretativas
fundam entadas, que circulan com binadam ente por la bibliografía so-
- Renato Ortiz, M urulializafao e cultura, Sao Paulo, Editora Brasiliense, 1944, p. 14.
METÁFORAS DE LA GLOBALIZAOíÓN

bre la globalización: “econom ía-m undo”, “sistem a-m undo”, shopping


center global, “disneylandia global”, “nueva división internacional del
trabajo”, “m oneda global”, “ciudad global”, “capitalismo global”,
“m u n d o sin fronteras”, “tecnocosm os”, “planeta T ierra”, “desterrito-
rialización”, “m iniaturización”, “hegem onía global”, “fin de la geogra­
fía”, “fin de la historia” y otras. En parte, cada u n a de estas y otras for­
m ulaciones abre problem as específicos tam bién pertinentes. Todas
ellas suscitan ángulos diversos de análisis, y priorizan aspectos socia­
les, económicos, políticos, geográficos, históricos, geopolíticos, de­
mográficos, culturales, religiosos, lingüísticos y otros. Pero es posible
reconocer que varios de estos aspectos son contem plados p o r m etáfo­
ras com o aldea global, fábrica global, ciudad global, nave espacial,
nueva Babel y otras, que son em blem áticas y están form uladas preci­
sam ente en el clima m ental abierto por la globalización. Dicen algo
respecto a las distintas posiblidades de proseguir las conquistas y los
dilemas de la m odernidad. C ontem plan las controversias sobre la m o­
d ern id ad y la posm odernidad, y revelan que es sobre todo desde los
horizontes de la m odernidad como se pueden im aginar las posibili­
dades y los callejones sin salida de la posm odernidad en el nuevo m a­
pa del m undo.
La “aldea global” sugiere que, finalm ente, se form ó la com unidad
m undial, concretada en las realizaciones y las posibilidades de com uni­
cación, información y fabulación abiertas p o r la electrónica. Sugiere
que están en curso la armonización y la hom ogeneización progresivas.
Se basa en la convicción de que la organización, el funcionam iento y el
cambio de la vida social, en el sentido amplio, que com prende eviden­
tem ente la globalización, están ocasionados por la técnica y, en este ca­
so, p or la electrónica. En poco tiempo, las provincias, naciones y regio­
nes, así como las culturas y civilizaciones, son perm eadas y articuladas
p or los sistemas de información, comunicación y fabulación agilizados
p or la electrónica.
En la aldea global, además de las m ercancías convencionales en
formas antiguas y actuales, se em paquetan y se venden las inform acio­
nes. Se fabrican inform aciones com o mercancías. Son fabricadas y co­
mercializadas en escala m undial. Las inform aciones, los entreteni­
m ientos y las ideas son producidos, comercializados y consum idos co­
m o mercancías. “Hoy pasamos de la producción de artículos em pa­
quetados al em paquetam iento de las inform aciones. A ntiguam ente
invadíamos los m ercados extranjeros con m ercancías. Hoy invadimos
culturas enteras con paquetes de inform aciones, entretenim ientos e
6 METÁFORAS DE LA GLOBALIZACIÓN

ideas. Ante la instantaneidad de los nuevos m edios de im agen y soni­


do, hasta el periódico es lento.”'’
La m etáfora se vuelve más auténtica y viva cuando se reconoce que
prácticam ente prescinde de la palabra: vuelve a la imagen predom inan­
te como form a de comunicación, información y fabulación. La electró­
nica propicia no sólo la fabricación de imágenes, del m undo como un
caleidoscopio de imágenes, sino que también perm ite jugar con las pa­
labras en tanto imágenes. La m áquina im presora es sustituida por el
aparato de televisión y otras tecnologías electtónicas, tales como el ddd,
el teléfono celular, el fax, la com putadora, la red de computadoras; to­
das atraviesan fronteras, siempre on Une everywhere worldwide all time.
“En el próxim o siglo, la T ierra tendrá su conciencia colectiva sus­
p en d id a sobre la faz del planeta en una densa sinfonía electrónica, en
la cual todas las naciones -si aún existieran com o entidades separa­
d as- vivirán en una tram a de sinestesia espontánea, y adquirirán pe­
nosam ente la conciencia de los triunfos y de las m utilaciones de unos
y oü'os. Después se clesculpabilizan de ese conocim iento. Como la era
electrónica es total y abarcadora, la guerra atóm ica en la aldea global
no p uede ser lim itada.”4
En este sentido, la aldea global implica la idea de com unidad glo­
bal, m undo sin fronteras, shopping cenlerglobal, disneylandia universal.
“En todos los lugares todo se parece cada vez más a todo y más, a m e­
dida que la estructura de preferencias del m undo es presionada ha­
cia un punto com ún hom ogeneizaclo.”5
La “fábrica global” sugiere u n a transform ación cuantitativa y cuali­
tativa del capitalismo, más allá de todas las fronteras y subsum iendo
form al o realm ente todas las otras formas de organización social y téc­
nica del trabajo, de la producción y la reproducción am pliada del ca­
pital. Toda econom ía nacional, sea cual sea, se vuelve provincia de la
econom ía global. El m odo capitalista de producción entra en una épo­
ca propiam ente global, y no internacional o m ultinacional. Así, el
m ercado, las fuerzas productivas, la nueva división internacional del
trabajo, la reproducción am pliada del capital, se desarrollan en escala
m undial. Una globalización que, progresiva y contradictoriam ente,

3 Marshall M cLuhan, “A im agem , o som e a furia”, en Bernard R oscn berg y David


M anning W hite (com p ilad ores), Cultura de mnssa, Sao Paulo,.C ultrix, 1973, pp. 563-
570; cita d e las pp. 564-565.
4 Marshall M cLuhan y Bruce R. Powers, Tin;global villug<\ N ueva York, O xford Uni-
versity Press, 1989, p. 95.
T h eo d o re Levitt, A imaginafiao de marketing, Sao Paulo, Atlas, 1991, p. 43.
METÁFORAS DE LA GLOBALIZACIÓN 7

subsume real o form alm ente otras y diversas formas de organización


de las fuerzas productivas, y abarca la producción m aterial y espiritual.
Ya “es evidente que los países en desarrollo ahora están ofreciendo
espacios para la m anufactura lucrativa de productos industriales desti­
nados al m ercado m undial en escala creciente”/ ’ Esto se debe a varios
factores, entre los cuales destacan los siguientes: “Primero, una reserva
de m ano de obra prácticam ente inagotable se volvió disponible en los
países en desarrollo en los últimos siglos... Segundo, la división y sub­
división del proceso productivo están ahora tan avanzadas que la mayo­
ría de estas operaciones fragmentadas pueden ser realizadas con un
m ínim o de cualificación profesional adquirida en poco tiem po... Ter­
cero, el desarrollo de las técnicas de transporte y com unicaciones crea
la posibilidad, en m uchos casos, de producir mercancías com pleta o
parcialm ente en cualquier lugar del m undo; una posibilidad que ya no
está influida por factores técnicos, de organización o de costos.”7
La fábrica global se instala más allá de cualquier frontera: articula
capital, tecnología, fuerza de trabajo, división del trabajo social y
otras fuerzas productivas. A com pañada por la publicidad, por los m e­
dios im presos y por la electrónica, la indusü'ia cultural, m ezclada en
periódicos, revistas, libros, program as de radio, em isiones de televi­
sión, videoclips, fax, redes de com putadoras y otros m edios de com u­
nicación, inform ación y fabulación, disuelve fronteras, agiliza los
m ercados, generaliza el consumismo. Provoca la desterritorialización
y la reterritorialización de las cosas, gentes e ideas. Prom ueve el redi-
m ensionam iento de espacios y tiempos.
Se ve de inm ediato que la fábrica global es tanto m etáfora como
realidad. Poco a poco, su dim ensión real se im pone al em blem a, a la
poética. Lo que se im pone, com o fuerza avasalladora, es la realidad
de la fábrica de la sociedad global, altam ente determ inada p o r las exi­
gencias de la reproducción am pliada del capital. En el ám bito de la
globalización, a veces se revelan transparentes e inexoi'ables los pro­
cesos de concentración y centralización del capital, y se articulan em ­
presas y mercados, fuerzas productivas y centros decisorios, alianzas
estratégicas y planificación de corporaciones; así se configuran pro­
vincias, naciones y continentes, islas y archipiélagos, m ares y océanos.

h Folker Frobel, J u rgen H ein rich s y O tto Kreye, '¡'he. ñau intcrnulional división o fla -
buur (S lru d u m l unmnploymmL in industñaliscd muntries and induslrialisalion in dm d o jn n g
munlritis), Cam bridge, Cam bridge University Press, 1980, p. 13.
7 Consultar tam bién, Joseph Grunwald y K enneth Flam m , Tin: global jadory, Was­
h in g to n , T h e Brookings Institution, 1985.
8 METÁFORAS DE LA GLOBALIZACIÓN

La “nave espacial” sugiere el viaje y la üavesía, el lugar y la dura­


ción, lo conocido y lo incógnito, lo destinado y lo descarriado, la
aventura y la desventura. La magia de la nave espacial va ju n to con el
destino desconocido. El deslum bram iento de la travesía trae consigo
la tensión de lo que puede ser imposible. Los habitantes de la nave
p u ed en ser arrollados p o r una sucesión de perplejidades, y ser
capaces, entonces, de conocer su im posibilidad de descubrir o de
transform arse. “O rganizar una entidad que abarca el planeta no es
u n a em presa insignificante... P roponer una asamblea que represen­
tara a todos los hom bres, sería como fijar el núm ero exacto de los ar­
quetipos platónicos, enigm a que ha ocupado du ran te siglos la perple­
jid ad de los pensadores. ”'s
La m etáfora de la nave espacial puede muy bien ser el em blem a de
cóm o la m o d ern id ad se desarrolla en el siglo xx, preanunciando el
xxi. Lleva consigo la dim ensión pesimista introducida en la utopía-
nostalgia escondida en la m odernidad. Por lo tanto, puede ser el pro­
ducto más acabado de la razón iluminista. Después de sus desarrollos
más notables, a través de los siglos xix y xx, la razón ilum inista pare­
ce h aber alcanzado su m om ento negativo extrem o: se niega de modo
radical, nihilista; anula toda y cualquier utopía-nostalgia. Y esto alcan­
za el paroxism o en la disolución del individuo como sujeto de la ra­
zón y de la historia.
“La crisis de la razón se manifiesta en la crisis del individuo, por
m edio del cual se desarrolla. La ilusión alentada por la filosofía tradi­
cional sobre el individuo y sobre la razón -la ilusión de su e tern id ad -
se está disipando. El individuo otrora concebía la razón com o un ins­
tru m en to suyo, exclusivamente. Hoy, experim enta el reverso de esta
deificación. La m áquina expulsó al maquinista; está corriendo ciega­
m ente por el espacio. En el m om ento de la consum ación, la razón se
volvió irracional y em brutecida. El tem a de este tiem po es la autopre-
servación, aunque ya no exista un yo que deba ser preservado.”9
Esta es u na connotación sorprendente de la m odernidad en la épo­
ca de la globalización: la decadencia del individuo. El mismo, singular
o colectivo, produce y reproduce las condiciones m ateriales y espiritua­
les de su subordinación y eventual disolución. La misma fábrica de la

HJ o rg e Luis Borges, El lilrro du arm a, Madrid, Alianza Editorial, 1981, pp. 26-27; ci­
ta de “El C o n g reso ”.
!l M ax H orkheim er, Eclipse da ñaño, Río de Janeiro, Editorial Labor del Brasil, 1976,
p. 139. C onsultar tam bién, Theoclor W. A d orn o y M ax H orkheim er, Dialélica do vsdartt-
cimimlo (Fragmentos filosóficos), Río d e Janeiro, Jorge Zahar Editor, 1985.
METÁFORAS DE LA GLOBALIZACIÓN 9

sociedad global, en la que se inserta y a la que ayuda a crear y recrear


continuam ente, se vuelve el escenario en el que desaparece.
La tecnificación de las relaciones sociales, en todos los niveles, se
unlversaliza. En la misma proporción en que se da el desarrollo exten­
sivo e intensivo del capitalismo en el m undo, se generaliza la racionali­
dad formal y real inherente al m odo de operación del m ercado, de la
empresa, del aparato estatal, del capital, de la administración de las co­
sas, gentes e ideas, todo codificado en los principios del derecho. Ahí
se unen el derecho y la contabilidad, la lógica formal y la calculabili-
dad, la racionalidad y la productividad, de tal m anera que en todos los
grupos sociales e instituciones, en todas las acciones y relaciones socia­
les, tienden a predom inar los fines y los valores constituidos en el ám­
bito del mercado, de la sociedad vista com o un vasto y complejo espa­
cio de intercambios. Este es el reino de la racionalidad instrum ental,
en el que tam bién el individuo se revela adjetivo, subalterno. “La razón
universal supuestam ente absoluta se rebajó a m era racionalidad funcio­
nal, al servicio del proceso de valorización del dinero, que no tiene su­
jeto, hasta la actual capitulación incondicional de las llamdas ‘ciencias
del espíritu’. El universalismo abstracto de la razón occidental se reve­
ló como m ero reflejo ele la abstracción real objetiva del dinero.”1,1
En la m etáfora de la nave espacial se esconde la de la “torre de Ba­
bel”. La nave puede ser babélica. Un espacio caótico, tan babélico
que los individuos, singular y colectivamente, tienen dificultad para
co m prender que están extraviados, en decadencia, am enazados o su­
jeto s a la disolución.
“En el inicio, todo estaba en u n orden razonable en la construc­
ción de la torre de Babel; tal vez el orden fuese hasta excesivo, se pen­
saba dem asiado en señalizaciones, intérpretes, alojam ientos de traba­
jad o res y vías de com unicación, como si por delante hubiera siglos de
libres posibilidades de trabajo... Lo esencial de la em presa es la idea
de construir una torre que llegue al cielo. Al lado de esto todo lo de­
más es secundario. U na vez captada en su grandeza esta idea ya no
p uede desaparecer; m ientras existan hom bres, tam bién existirá el
fuerte deseo de construir la torre hasta el fin... Cada nacionalidad
quería tener el alojam iento más bonito; de esto resultaron disputas
que evolucionaron hasta luchas sangrientas. Estas luchas ya no cesa­
ro n ... Sin em bargo, las personas no ocupaban el tiem po en batallas;
en los intervalos se em belesaban con la ciudad, lo que entretanto pro-

1(* R o b eit Kurz, O colapso da moderniza (ño, Sáo Paulo, Paz e 'Ierra, 1992, p. 239.
10 METÁFORAS DE LA GLOBALIZACIÓN

vocaba nueva envidia y nuevas luchas... A esto se agregó que ya la se­


gunda o la tercera generación reconoció el sin sentido de la construc­
ción de la torre del cielo, pero ya estaban todos muy ligados entre sí
para ab andonar la ciudad.”11
La Babel escondida en el em blem a de la nave espacial puede reve­
lar aún más claram ente lo que hay de trágico en el m odo en que se
da la globalización. A estas alturas de la historia, paradójicam ente, to­
do se entiende. Hay incluso una lengua com ún, universal, que perm i­
te un m ínim o de com unicación entre todos. A pesar de las diversida­
des civilizatorias, culturales, religiosas, lingüísticas, históricas, filosófi­
cas, científicas, artísticas u otras, el inglés ha sido adoptado como la
vulgata de la globalización. En los cuatro rincones del m undo, ese
idiom a está en el m ercado y la m ercancía, en la im prenta y la electró­
nica, en la práctica y el pensam iento, en la nostalgia y la utopía. Es el
idiom a del m ercado universal, del intelectual cosm opolita, de la epis­
tem ología oculta en la com putadora, del Prom eteo electrónico. “El
inglés ha sido prom ovido con éxito y ha sido ávidam ente adoptado en
el m ercado lingüístico global. U n síntom a del im pacto del inglés es el
préstam o lingüístico. El inglés se im pone a todas las lenguas con las
que en tra en contacto.”12
De repente, en esa nave espacial, una especie de Babel-teatro-mun-
di, se instala un pathos sorprendente y fascinante. Arrastra a unos y
otros en una travesía sin fin, con destino incierto, que corre el riesgo
de seguir p o r el infinito. Algo inexorable y atem orizador parece tener
resultado del em peño del individuo, singular y colectivo, en emanci­
parse. La razón parece incapaz de redimir, después de tanta promesa.
Más aún, el castigo se revela mayor que el pecado. La utopía de la
em ancipación individual y colectiva, nacional y m undial, parece que es­
tá siendo castigada con la globalización tecnocrática, insl rum en tal,
mercantil, consumista. La misma razón que realiza el desencantam ien­
to del m undo, para así emanciparlo, enajena más o menos inexorable­
m ente a todo el m undo.
Vistas así, como emblem as de la globalización, las m etáforas se
vuelven trazos fundam entales de las configuraciones y de los movi­
m ientos de la sociedad global. Son facetas de un objeto caleicloscópi-

11 Franz Kafka, “O brasáo da cid ad e”, Follín de S. Paulo, 3 d e en ero de 11)93, p. 5 del
cu ad ern o “Muís".
R obert P hillipson, J.inguislic imfminlixm, O xford, O xford University Press, 1992,
p. 7. Véase tam bién. Glande Truchot, L ’A nglnis dans Ir monde, mnlempomin. París, Le Ro­
bert, 1990.
METÁFORAS DE LA GLOBALIZACIÓN 11

co, que delinean fisonomías y m ovimientos de lo real, em blem as de


la sociedad global que desafían la reflexión y la im aginación.
La m etáfora está siem pre en el pensam iento científico. No es un
artificio poético, sino u n a form a de sorprender lo im ponderable, fu­
gaz, recóndito o esencial, oculto en la opacidad de lo real. La m etá­
fora com bina reflexión e imaginación. Descubre lo real de form a
poética, mágica. A unque no lo revele todo, y esto puede ser im posi­
ble, siem pre revela algo fundam ental. Capta una connotación insos­
pechada, un secreto, lo esencial, el aura-. Tanto es así que ayuda a
com p ren d er y explicar al mismo tiem po que a captar lo que hay de
dram ático y épico en la realidad, desafiando la reflexión y la im agina­
ción. En ciertos casos, la m etáfora descubre el pathos oculto en los
movimientos de la historia.
Tal vez se pueda decir que las m etáforas producidas en los horizon­
tes de la globalización entran en diálogo unas con otras, múltiples,
plurales, polifónicas. U na desafía y enriquece a otra, que confiere
nuevos significados a todas. Tam bién así la sociedad global adquiere
fisonom ía y significados. Desde una realidad compleja, problem ática
y caótica, se desencantan los sentidos, se revelan las transparencias.
De m etáfora en m etáfora se llega a la fantasía, que ayuda a volver
a encantar al m undo, para producir la utopía. Además de lo que tie­
ne de propio, intrínseco, significado y significante, la utopía reencan-
ta lo real problem ático, difícil, caótico. Pero la utopía no es ni trans­
cripción inm ediata ni negación inm ediata de lo real problem ático.
Exorcisa lo caótico p o r la sublimación. Pero sublimación de lo que ya
está sublim ado en la cultura, im aginario, polifonía de las m etáforas
que pueblan las aflicciones y las ilusiones de unos y otros.
Este es el horizonte en el que se form an y conform an las utopías
que florecen en el ám bito de la sociedad global para com prenderla y
exorcizarla. P ueden ser cibernéticas, sistémicas, electrónicas, pragm á­
ticas, prosaicas o tecnocráticas. Tam bién pueden ser rom ánticas, nos­
tálgicas, desencantadas, nihilistas o iluministas.
Hace tiem po que la reflexión y la im aginación se sienten desafia­
das a taquigrafiar lo que podría ser la globalización del m undo. Esta
es u n a búsqueda antigua, que continúa en el presente y que sigue ha­
cia el futuro. No term ina nunca. Son m uchas las expresiones que de­
n o tan esa búsqueda perm anente, reiterada y obsesiva, en diferentes
épocas, en distintos lugares, en diversos lenguajes: civilizados y bárba­
ros, nativos y extranjeros, Babel y hum anidad, paganism o y. cristianis­
mo; pero es O ccidente y O riente, capitalismo y socialismo, occidenta-
12 METÁFORAS DE LA GLOBALIZACIÓN

lización del m undo, prim ero, segundo, tercer y cuarto m undos, n o r­


te y sur, m u n d o sin fronteras, capitalismo m undial, socialismo m un­
dial, tierra patria, planeta Tierra, ecosistema planetario, fin de la geo­
grafía, fin de la historia.
Son em blem as de alegorías de todo el m undo. Señalan ideales, ho­
rizontes, posibilidades, ilusiones, utopías, nostalgias. Expresan in­
quietudes sobre el presente e ilusiones sobre el futuro, y hasta com­
p ren d en m uchas veces al pasado. La utopía puede ser la im aginación
del futuro, así com o la nostalgia puede ser la im aginación del pasado.
En todos los casos, está cuestionada la prom esa ante el presente o el
extrañam iento frente a la realidad.
En general, la utopía y la nostalgia florecen en las épocas en que se
acentúan los ritm os de las transform aciones sociales, cuando se multi­
plican los desencuentros entre las más diversas esferas de la vida socio-
cultural, así com o de las condiciones económicas y sociales. Son épo­
cas en que los desencuentros entre lo contem poráneo y lo no contem ­
poráneo se acentúan, se profundizan. Este es el contexto en el que la
reflexión y la im aginación se ponen en juego en la construcción de
utopías y nostalgias.
Pero unas y otras no se apagan de un m om ento a otro. Al contra­
rio, perm an ecen en el im aginario de unos y otros. Se ü ansform an en
puntos de referencia, marcas en el m apa histórico y geográfico del
m undo. Incluso pueden recrearse con nuevos elem entos engendra­
dos p or las configuraciones y m ovimientos de la sociedad global.
Este es el horizonte en el que las más diversas utopías y nostalgias
se constituyen com o una red de articulaciones que trazan la historia
y la geografía, el m apa del m undo. Atlántida no es un lugar en la geo­
grafía en un m om ento de la historia; sino una alegoría de la im agina­
ción. Se m antiene oculta en la red de utopías y nostalgias que pue­
blan el m undo. Cambió de nom bre, adquirió otras connotaciones, se
transfiguró. Pero sigue siendo un em blem a excepcional del pensa­
m iento y de la fabulación. Babel tam poco es un lugar en la geografía
en un m om ento de la historia. Fluctúa en el tiem po y el espacio, al
ázar de la im aginación de unos y otros, y provoca las inquietudes de
m uchos. A nte los desencuentros que atraviesan el tiem po y el espacio,
cuando se acentúan las no contem poraneidades,- cuando de repente
todo se precipita: se estrem ecen marcos de referencia, se transfor­
m an las bases sociales e imaginarias de unos y otros, se disuelven vi­
siones del m undo, en esa época hasta la alegoría babélica perm ite la
ilusión de un m ínim o de articulación.
2. LAS ECONOMÍAS-MUNDO

La historia m oderna y contem poránea puede ser vista como una histo­
ria de sistemas coloniales, sistemas imperialistas, geoeconom ías y geo­
políticas. Este es el escenario de la formación y expansión de los m er­
cados, de la industr ialización, de la urbanización y de la occidentaliza-
ción, que envuelven naciones y nacionalidades, culturas y civilizacio­
nes. En cada época, algunas de las naciones más poderosas articulan
colonias, protectorados o territorios de acuerdo con sus estrategias,
geoeconom ías y geopolíticas. Las guerras y revoluciones pueblan am­
pliam ente esa historia y revelan articulaciones y tensiones que surgen y
desbordan el juego de las fuerzas sociales “internas”)' “externas”, en las
metrópolis, colonias, protectorados, territorios, emporios, enclaves y
naciones dependientes.
La historia m oderna y contem poránea está punteada de países, so­
ciedades nacionales, estados-naciones más o menos desarrollados, arti­
culados, institucionalizados. A lo largo de la historia, después de la se­
gunda guerra mundial, la mayoría de los pueblos de todos los continen­
tes, islas y archipiélagos están afiliados a estados nacionales indepen­
dientes. Esta ha sido una constante en las ciencias sociales: la historia
m oderna y contem poránea ha sido vasta como una historia de socieda­
des nacionales o estados-naciones. Muchos científicos sociales se han
dedicado, y siguen dedicándose, a las relaciones internacionales, diplo­
máticas, colonialismos, imperialismos, descolonizaciones, dependen­
cias e interdependencias. Pero en el pensam iento de la mayoría tiende
a predom inar el emblema del Estado-nación. Los problemas que les
preocupan, a los que dedican investigaciones, interpretaciones y deba­
tes se relacionan principalm ente con la formación, organización, ascen­
sión, ru p tu ra o decadencia del Estado-nación en sus diversos aspectos.
Sin em bargo, lo que preocupa cada vez más a m uchos investigado­
res en el siglo xx, en particular después de la segunda guerra m undial,
es el conocim iento de las realidades internacionales em ergentes, o
realidades propiam ente m undiales. Sin dejar de seguir contem plando
la sociedad nacional, en sus más diversas configuraciones, m uchos se
em peñan en descubrir las relaciones, los procesos y las estructuras que
trascienden al Estado-nación; desde los subalternos hasta los clomi-

[13]
14 LAS EC O N O M ÍA S-M U N D O

nantes. Se em peñan en descubrir los nexos políticos, económicos,


geoeconóm icos, geopolíticos, culturales, religiosos, lingüísticos, étni­
cos, raciales y oü o s que articulan y tensionan las sociedades naciona­
les, en los ámbitos internacional, regional, m ultinacional, transnacio­
nal o m undial.
La idea de “econom ías-m undo” surge en ese horizonte, ante los de­
safíos de las actividades, producciones y uansacciones que ocurren,
tanto entre las naciones como por encima de ellas, y más allá de ellas,
pero siempre involucrándolas en configuraciones más abarcadoras.
Cuando el investigador com bina la m irada del historiador y la del geó­
grafo, se revelan configuraciones y movimientos de la realidad social
que ü'ascienden el feudo, la provincia y la nación, así como trascienden
la isla, el archipiélago y el continente, aü'avesando mares y océanos.
El concepto de economía-mundo e stá presente en los estudios de Brau-
del y de Wallerstein, precisamente investigadores que com binan muy
bien la m irada del historiador y del geógrafo. Es verdad que Wallerstein
prefiere la noción de “sistema-mundo”, en tanto que Braudel la de
“econom ía-m undo”, pero ambos trazan la geografía y la historia con ba­
se en la primacía de lo económico, en la idea de que la historia se cons­
tituye en un conjunto, o sucesión, de sistemas económicos mundiales.
Mundiales en el sentido de que trascienden la localidad y la provincia,
el feudo y la ciudad, la nación y la nacionalidad, creando y recreando
fronteras, así como fragm entándolas o disolviéndolas. Ellos leen las
configuraciones de la historia y la geografía como una sucesión, un con­
ju n to , de economías-munclo. Describen atenta y minuciosam ente los
hechos, las actividades, los intercambios, los mercados, las produccio­
nes, las innovaciones, las tecnificaciones, las diversidades, las desigual­
dades, las tensiones y los conflictos. Entienden de inm ediato la ascen­
sión y la decadencia de economías-mundo. Muestran cómo Venena,
Holanda, Inglaterra, Francia, Alemania, Estados Unidos, Japón y otros
países o ciudades, cada uno en su tiempo y lugar, polarizan configura­
ciones y movimientos mundiales. Perm iten releer el mercantilismo, el
colonialismo, el imperialismo, el bloque económico, la geoeconom ía y
la geopolítica en térm inos de economías-mundo. Reescriben la historia
del capitalismo, como en el caso de Wallerstein, o la historia universal,
como en el de Braudel, de acuerdo con la idea de economía-mundo.
Vale la p en a precisar un poco los conceptos en las palabras de sus
autores. De inm ediato se evidencian las originalidades de cada uno
así com o las coincidencias recíprocas.
Veamos inicialm ente el concepto de “econom ía-m undo” de acuerdo
LAS EC’.O N O M ÍA S-M U ND O 15

con Braudel. “Por economía mundial se entiende la econom ía del m un­


do globalm ente considerado, ‘el m ercado de todo el universo’, como
ya decía Sismondi. Por economía-mundo, térm ino que forjé a partir del
alem án Weltivirtschaft, entiendo la econom ía de una porción de nuestro
planeta solamente, desde que form a un todo económico. Hace ya m u­
cho dem po escribí que el M editerráneo en el siglo xvi era, por sí solo,
u n a ... economía-m undo, o como también se podría decir en alem án...
‘un m undo en sí y para sí’. U na econom ía-m undo puede definirse co­
mo u n a triple realidad: ocupa un determ inado espacio geográfico; por
lo tanto tiene límites que la explican y que varían, aunque con bastan­
te lentitud. De vez en cuando, con largos intervalos, tam bién hay, ine­
vitablemente, rupturas. Fue lo que sucedió después de los descubri­
m ientos de finales del siglo xv. Y fue lo que sucedió en 1(589, cuando
Rusia, por m erced de Pedro el Grande, se abrió a la econom ía europea.
Im aginemos una franca, total y definitiva apertura de las econom ías de
China y de la URSS hoy [1985]: se daría tam bién una ruptura de los lí­
mites del espacio occidental tal como actualm ente existe. Una econo­
mía-mundo se somete a un polo, a un centro, representado por una ciu­
dad dom inante, otrora un Estado-ciudad, hoy una gran capital, una
gran capital económica, entiéndase (en Estados Unidos, por ejemplo,
Nueva York y no W ashington). Además, pueden existir, y hasta de for­
m a prolongada, dos centros en una misma economía-munclo: Roma y
Alejandría, en tiempos de Augusto y de Antonio y Cleopatra, Venecia y
Génova, en tiempos de la guerra por la posesión de la Chioggia (1378-
1381), Londres y Amsterdam, en el siglo xvm, antes de la eliminación
definitiva de Holanda. Uno de los cenüos acaba siempre por ser elimi­
nado. En 1929, el centro del m undo pasó de este m odo, vacilante pero
inequívocamente, de Londres a Nueva York. Todas las economías-mun­
do se dividen en zonas sucesivas. Está el corazón, es decir, la zona que
se extiende en torno al centro: las Provincias Unidas, no todas, sin em­
bargo, cuando en el siglo xvn Amsterdam dom ina el m undo; Inglate­
rra (no toda), cuando Londres, a partir de 1780, suplantó definitiva­
m ente a Amsterdam. Después vienen las zonas interm edias, en torno al
eje central y, finalm ente, surgen los m árgenes vastísimos que, en la di­
visión del trabajo que caracteriza a una economía-m undo, más que par­
ticipantes son subordinados y dependientes. En estas zonas periféricas,
la vida de los hom bres hace recordar frecuentem ente al Purgatorio o
al Infierno. Y esto se explica simplemente por su situación geográfica.”1

1 Fernand Braudel, A dinamicu do capitalismo, 2a. ed., Lisboa, Editorial Teorem a,


16 LAS EC O N O M ÍA S-M UN D O

Cabe ahora reflexionar sobre el concepto de “sistem a-m undo” a


p artir de las expresiones de Wallerstein. “U n sistema m undial es un
sistema social, un sistema que posee límites, estructuras, grupos,
m iem bros, reglas de legitimación y coherencia. Su vida resulta de las
fuerzas conflictivas que lo m antienen unido p o r tensión y lo desagre­
gan en la m edida en que cada uno de los grupos busca eternam ente
rem odelarlo en su beneficio. Tiene las características de un organis­
mo, en cuanto a que tiene un tiem po de vida durante el cual sus ca-
lacterísticas cam bian en algunos de sus aspectos y perm anecen esta­
bles en otros. Se pueden definir sus estructuras como fuertes o débi­
les en m om entos diferentes en térm inos de la lógica in tern a de su
funcionam iento. [...] Hasta el m om ento sólo han existido dos varie­
dades de tales sistemas mundiales: im perios-m undo, en los que exis­
te un único sistema político sobre la mayor parte del área, p o r más
aten u ad o que p u ed a estar su control efectivo, y aquellos sistemas en
los que tal sistema político único no existe sobre toda o virtualm ente
toda su extensión. Por conveniencia, y a falta de un térm ino mejor,
utilizamos el térm ino ‘econom ía-inundo’ para definir a estos últimos.
[...] La peculiaridad del.sistem a m undial m oderno es que u n a eco­
nom ía-m undo haya sobrevivido durante quinientos años y que aún
no haya llegado a transform arse en un im perio-m undo, peculiaridad
que es el secreto de su fortaleza. Esta peculiaridad es el aspecto polí­
tico de la form a de organización económ ica llam ada capitalismo. El
capitalismo ha sido capaz de florecer precisam ente porque la econo-
m ía-m undo contiene d e n ü o de sus límites, no uno, sino m últiples sis­
temas políticos.”2
Está claro que el pensam iento de Braudel y Wallerstein se diferen­
cia en varios aspectos, tanto en lo que se refiere al universo em pírico,

1D86. pp. 85-87. La prim era ed ición riel original en francés es de 1985 [ed. esp.: La
dinám ica de.l capitalismo, M éxico, F ondo de Cultura E conóm ica, 1986], C onsúltese tam­
b ién, F ern an d Braudel, El Mediterráneo y el mundo w.diterráneo en la época de Felipe II, 2
vols., M éxico, F ond o d e Cultura E conóm ica, 1976. La prim era ed ición del original en
francés es d e 1966, Fernand Braudel, Civilización material, economía y capitalismo, siglos
15-IS, 3 vols., Madrid, Alianza, 1984.
- Im m anucl W allerstein, El moderno sistema m undial (I. La agiim ltura capitalista y los orí­
genes de. la economía-mundo europea en el siglo XVf), traducción al español d e A n tonio Resines,
M éxico, Siglo XXI, 1979, pp. 489-191. Consúltese tam bién, Im m anuel Wallerstein, El
moderno sistema mundial (¡l. El vurcantilismo y la consolidación de la economía-mundo europea
1600-1750), M éxico, Siglo XXI, 1984; Im m anuel W allerstein, The modern worl/l system (III.
The se.amd ara oj grrnl expansión o f lite capitalist world-economy, 1730-1S40s), N ueva York,
A cadem ic Press, 1989.
LAS E C O N O M ÍA S-M UN D O 17

com o en lo relativo al enfoque teórico. Braudel p ropone u n a especie <.


de teoría general geohistórica que contem ple las más diversas confi­
guraciones de econom ías-m undo. Y está influido p o r el funcionalis­
m o original de Durkheim , desarrollado p o r Sim iand y otros, y com bi­
n a historia, sociología, geografía, antropología y otras disciplinas.
M ientras que Wallerstein se inclina hacia el capitalismo m oderno,
apoyándose en recursos m etodológicos m uchas veces sem ejantes a los
del estructuralism o m arxista.
Los análisis de Braudel son principalm ente historiográficos y geo­
gráficos. Contem plan los acontecim ientos macro y micro, locales, pro­
vinciales, nacionales, regionales e internacionales, y tienen en cuenta
las dinámicas y diversidades de espacios y tiempos. La noción de “larga
duración” es muy expresiva de las preocupaciones y descubrim ientos
de Braudel. La larga duración es algo que se aprehende en las tem po­
ralidades y cartografías articuladas en las tendencias seculares. “La his­
toria tradicional, atenta al tiempo breve, al individuo, al evento, nos
acostum bró hace m ucho tiempo a su narrativa precipitada, dramática,
de corto aliento. La nueva historia económica y social pone en el pri­
m er plano de su investigación la oscilación cíclica y se establece sobre
su duración: se cautiva con el espejismo y tam bién con la realidad de
las subidas y bajadas cíclicas de los precios. Hoy hay así, al lado del re­
lato (o del ‘recitativo’ tradicional), un recitativo de la coyuntura que
pone en cuestión al pasado por largas tajadas: diez, veinte o cincuenta
años. Más allá de este segundo recitativo se sitúa una historia de respi­
ración más contenida aún y, esta vez, de am plitud secular: la historia de
larga y hasta de larguísima duración. [...] Más allá de los ciclos e inter-
ciclos, está lo que los economistas llaman, sin siempre estudiarla, la ten­
dencia secular. Pero ésta interesa apenas a unos cuantos economistas y
sus consideraciones sobre las crisis estructurales, no habiendo sufrido
la pru eb a de las verificaciones históricas, se presentan como esbozos o
hipótesis, apenas enterradas en el pasado reciente, hasta 1929, o cuan­
do m ucho hasta el año de 1870. E nüe tanto, ofrecen una útil introduc­
ción a la historia de larga duración. Son una prim era clave. La segun­
da, m ucho más útil, es la palabra esüuctura. Buena o mala, dom ina los
problem as de la larga duración. Por estructura, los observadores de lo
social entienden una organización, una coherencia, relaciones bastan­
te fijas entre realidades y masas sociales. Para nosotros, historiadores,
u n a esüuctura es sin duda articulación, arquitectura, pero más aún,
u n a realidad que el tiempo utiliza mal y vehicula muy largam ente. Cier­
tas estructuras, por vivir m ucho tiempo, se vuelven elem entos estables
18 LAS E C O N O M ÍA S-M UN D O

ele una infinidad de generaciones: estorban la historia, la incom odan y


po r lo tanto, ordenan su hundim iento. Otras están más dispuestas a
destruirse. Pero todas son al mismo tiempo sustentáculos y obstáculos.
Obstáculos, com o límites (envolventes, en el sentido matemático) ele
los cuales el hom bre y sus experiencias no pueden liberarse. Piénsese
en la dificultad de quebrar ciertos cuadros geográficos, ciertas realida­
des biológicas, ciertos límites de la productividad, hasta incluso algunas
coerciones espirituales: los cuadros m entales también son prisiones de
larga duración.”3
Wallerstein se centra prioritariam ente en la anatom ía y la dinám ica
de las realidades económicas y políticas del capitalismo m oderno, al
que denom ina capitalismo histórico. Son realidades vistas en los ám bi­
tos nacional e internacional, que com prenden colonialismos, imperia­
lismos, dependencias, interdependencias, hegemonías, tensiones y
conflictos. Es el contexto de las guerras y revoluciones; destacan en es­
pecial los movimientos antisistémicos. Veamos, pues, la dinám ica de la
econom ía-m undo, según la presentaba Wallerstein en 1983. “El capita­
lismo histórico ha operado dentro de una econom ía-m undo, pero no
d entro de un Estado-mundo. Muy al contrario. Como hemos visto, las
presiones estructurales han actuado en contra de la construcción de
un Estado-mundo. Dentro de este sistema, hem os subrayado el papel
crucial de los múltiples estados, a la vez que las estructuras políticas
más poderosas y sin embargo de limitado poder. De aquí que la rees­
tructuración de determ inados estados representara para los trabajado­
res la vía más prom etedora para m ejorar su posición y al mismo tiem­
po una vía de valor limitado. Debemos com enzar por exam inar lo que
podríam os en tender por un movimiento antisistémico. La palabra mo­
vimiento implica algún impulso colectivo de naturaleza algo más que
m om entánea. De hecho, en todos los sistemas históricos conocidos se
han producido, por supuesto, protestas o levantamientos de algún m o­
do espontáneos de los trabajadores. H an servido como válvulas de se­
guridad para la ira contenida; o en ocasiones, de un m odo algo más efi­
caz, como mecanismos que han puesto límites secundarios a procesos
de explotación. Pero en térm inos generales, la rebelión como técnica
sólo ha funcionado en los márgenes de la autoridad central, en espe­
cial cuando las burocracias centrales estaban en fase de desintegración.
[...] A m edida que las dos variedades de movimientos antisistémicos se
3 F ernand Braudel, Estrilos sobre a historia, Sao Paulo, Perspectiva, 1978, pp. 44 y 49-
50; citas del ensayo “H istoria e ciencias sociais: a longa D uracao”, pp. 41-78 [ed. esp.:
Escalas sabré historia, M éxico, F ond o d e Cultura E conóm ica, 1991].
LAS EC O N O M ÍA S-M U N D O 19

propagaban (los movimientos obreros socialistas desde unos pocos es­


tados fuertes a todos los demás, y los movimientos nacionalistas desde
unas pocas zonas periféricas a todas las dem ás), la distinción entre los
dos tipos de movimiento se hacía cada vez más borrosa. Los movimien­
tos obreros socialistas descubrieron que los temas nacionalistas eran
centrales para sus esfuerzos de movilización y su ejercicio del poder es­
tatal. [...] Uno de los puntos fuertes de los movimientos antisistémicos
es que han llegado al poder en un gran núm ero de estados. Esto ha
cambiado la política vigente en el sistema mundial. Pero este punto
fuerte ha sido también su punto débil, dado que los llamados regím e­
nes posrevolucionarios continúan funcionando como parte de la divi­
sión social del trabajo del capitalismo histórico. Por lo tanto, han actua­
do, queriendo o sin querer, bajo las implacables presiones de la tenden­
cia a la acumulación incesante del capital.”4
Para Wallerstein, la “econom ía-m undo” está organizada con base en
lo que él mismo denom ina “capitalismo histórico”; lo que Marx había
denom inado simplemente “capitalismo” o “m odo capitalista de pro­
ducción” y Weber denom inara “capitalismo m o d ern o ”. Su originalidad
está en reconocer que el capitalismo se expandió continuam ente por
las más diversas y distantes partes del m undo, lo cual desafía al pensa­
m iento científico en el siglo xx, particularm ente en las ciencias socia­
les. Aunque no siempre contem ple las interpretaciones que habían si­
do desarrolladas por M arx y Weber, en lo que es acom pañado por
Braudel, ofrece sugerencias im portantes para el análisis de las caracte­
rísticas del capitalismo como economía-m undo. “En la historia m oder­
na, las fronteras reales dom inantes de la econom ía-m undo capitalista
se expandieron intensam ente desde sus orígenes en el siglo xvi, de tal
m anera que hoy cubren toda la T ierra... Una econom ía-m undo está
constituida por una red de procesos productivos intervinciliados, que
podem os denom inar ‘cadenas de m ercancías’, de tal forma, que para
cualquier proceso de producción en la cadena, hay cierto núm ero de
vínculos hacia adelante y hacia atrás, de los cuales dependen el proce­
so en cuestión y las personas en él involucradas [...]. En esta cadena ele
mercancías, articulada por lazos que se cruzan, la producción está ba­
sada en el principo de maximización de la acumulación del capital.”’

4 Im m an uel W allerstein, E l cajñlaüsmo histórico, M éxico, Siglo XXI, 1989, pp. 5G-57,
63. La prim era ed ició n en in glés data de 1983.
■’ Im m anuel W allerstein, The, poiüics oflhn ivorld-e.conmny (The. slalc.s, Ihe. ■nwve.ihe.nls and
tha ánilizalions), Cam bridge, Cam bridge University Press, 1988, pp. 2-3; cita d el capítu­
lo 1: “World networks and the politics o f the world eco n o m y ”.
20 LAS EC O N O M ÍA S-M UN D O

Es obvio que la econom ía-m undo capitalista está perm eada de eco-
nom ías-m undo m enores o regionales, organizadas en moldes colonia­
les, imperialistas, geoeconómicos o geopolíticos. A lo largo de la histo­
ria de la econom ía-m undo capitalista, hubo y sigue habiendo la ascen­
sión y caída de grandes potencias, como centros dom inantes de econo­
mías-mundo regionales. Desde el siglo xvi, se suceden economías-mun­
do de mayor o m enor envergadura y duración, centradas en torno a
Portugal, España, Holanda, Francia, Alemania, Rusia (en algunos dece­
nios del siglo xx también la Unión Soviética), Inglaterra, Japón, Esta­
dos Unidos. Además, en los últimos decenios del siglo xx ya se prea-
nuncian otros arreglos de economías-mundo regionales, en el ámbito
p-de la econom ía-m undo capitalista de alcance global. En esta época ya
se esbozan economías-m undo regionales polarizadas por las siguientes
organizaciones o naciones: Unión Europea, con alguna influencia en
el este europeo y amplia ascendencia sobre Africa; Estados Unidos, con
am plia influencia en todas las Américas, de Canadá a Chile y natural­
m ente el Caribe; Japón, con amplia influencia en los países asiáticos del
Pacífico, com prendiendo también Indonesia y Australia; y Rusia, la Co­
m unidad de Estados Independientes ( c e i ) , aunque muy movilizados en
la transición de economías nacionales con planeam iento económico
centralizado hacia economías nacionales de m ercado abierto. Es pro­
bable que China se vuelva el centro de otra econom ía-m undo regional,
no sólo en contrapunto con Japón y Rusia, sino también interfiriendo
en el ju ego de los intereses de oü as economías-m undo regionales ya
presentes en Asia, como la norteam ericana y la europea. N aturalm en­
te, esas economías-m undo regionales se encuentran en diferentes esta­
dios de organización y dinamización; incluso interpenetrándose a ve­
ces am pliam ente. Japón tiene inversiones en las otras regiones, así co­
m o E uropa y Estados Unidos. En los últimos decenios del siglo xx, los
contornos de las economías-m undo regionales están más o menos es­
bozados, pero no parecen consolidados/’ Esta impresión resulta aún
más acentuada debido al hecho de que desde el fin de la guerra fría,
cuando se desagrega la econom ía-m undo socialista, el m undo como un
todo dejó de estar rígidam ente polarizado enü'e bloque soviético o co­
munista, por un lado, y bloque norteam ericano o capitalista, por otro.
T odo este escenario, un poco real y un poco im aginario, es obvia­
m ente tam bién un escenario de confluencias y tensiones, acomoda-

Jacq u es Attali, Milenio, B arcelona, Seix Barral, 1991; Lester Thurow, Herid lo h m d
('¡'he. coining economic hallltt nmong Jnjm n, Europe and Arrimen), N ueva York, William
M orrow and Company, 1992.
LAS E t:O N O M ÍA S-M U N D O 21

ciones y contradicciones. Son procesos que ya se esbozan en algunos


rincones de ese nuevo y sorprendente m apa del m undo en form ación
desde el final de la g uerra fría; un m apa del m undo en el que se es­
tán diseñando varias econom ías-m undo regionales en el ám bito de
una econom ía-m undo capitalista global.
Pero la econom ía-m undo capitalista, ya sea de alcance regional, ya
sea de alcance global, sigue articulándose con base en el Estado-na-
ción. Aunque reconozca la im portancia de las corporaciones transna­
cionales, Wallerstein reafirm a la im portancia del Estado-nación sobera­
no, aunque esa soberanía esté limitada por la interdependencia de los
estados nacionales y por la preem inencia de un Estado más fuerte so­
bre otros. Cabe reconocer, dice él, que “la superestructura de la econo­
m ía-m undo capitalista es un sistema de estados interdependientes, sis­
tema en el cual las estructuras políticas denom inadas ‘estados sobera­
nos’ son legitimadas y delimitadas. Lejos de significar total autonom ía
decisoria, el térm ino ‘soberanía’ implica en la realidad una autonom ía
formal, com binada con las limitaciones reales de esta autonom ía, lo
cual es puesto en práctica sim ultáneam ente por las reglas explícitas e
implícitas del sistema de estados interdependientes y el poder de otros
estados del sistema. N ingún Estado en el sistema, ni siquiera el más po­
deroso en un m om ento dado, es totalm ente autónom o, pero obvia­
m ente algunos disfrutan de mayor autonom ía que otros.”7
Sin embargo, cabe reconocer que la soberanía del Estado-nación no
es sim plemente limitada, sino que está socavada en su base. C uando se
lleva a las últimas consecuencias “el principio de maximización de la
acumulación del capital”, esto se traduce en desarrollo intensivo y ex­
tensivo de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción en
escala mundial. Se desarrollan relaciones, procesos y estructuras de do­
m inación política y apropiación económica en el ámbito global, atrave­
sando territorios y fronteras, naciones y nacionalidades. Tanto es así
que las organizaciones multilaterales pasan a ejercer las funciones de
estructuras mundiales de poder, al lado de las esü ucturas m undiales de
poder constituidas por las corporaciones transnacionales. Está claro
que ni el principio de la soberanía ni el de Estado-nación se extinguen,
sino que están radicalm ente socavados en sus prerrogativas, tanto qite
se limitan drásticam ente o simplemente se anulan las posibilidades de

7 Im m anuel W allerstein, Thi; polzlics ofilie worhl-i'conomy, di. p. 14; cita d el capítulo 2:
“Patterns and prospectives o f the capitalist w orld-econom y.” C onsúltese tam bién,
Im m a n u el W allerstein, The capilalwl worUU-.amomy, Cam bridge, C am bridge University
Press, 1991, especialm en te parte l: “T h e inequalides o f core and p erip h ery”.
22 LAS EC O N O M ÍA S-M UN D O

proyectos de capitalismo nacional y socialismo nacional. El capitalismo,


en tanto m odo de producción y proceso civilizatorio, crea y recrea el
Estado-nación, así como el principio de soberanía que define su esen­
cia. A unque esta entidad, es decir, el Estado-nación soberano, perm a­
nezca, o incluso se recree, está cambiando de form a en el ámbito de las
configuraciones y movimientos de la sociedad global. Además, no es ca­
sualidad que se m ultipliquen los estudios y los debates acerca del Esta-
clo-nación, en cuanto proceso histórico e invención, una realidad per­
sistente y problemática; y que se encuentre en crisis a finales del siglo
xx, cuando se da la globalización del capitalismo.8
Wallerstein utiliza con más frecuencia el concepto de “sistema-mun­
d o ”, en general implícito también en las expresiones “sistema m un­
dial”, “econom ía-m undo”, “capitalismo histórico” y otras. Algunos de
sus seguidores, o incluso críticos, se refieren al “paradigm a” de Wallers­
tein como una construcción basada en el concepto de sistema-mundo.
A veces Wallerstein utiliza también el concepto de “econom ía-m undo”
en térm inos semejantes a los de Braudel. Hay incluso m om entos ele sus
reflexiones en los que ambos conceptos resultan intercambiables. Es­
tán fundam entalm ente apoyados en el análisis de relaciones, procesos
y estructuras económicos. Más de una vez recuerdan a las reflexiones
de Braudel. Esto no significa que tanto uno como otro autor dejen de
contem plar aspectos sociales, políticos y culturales. Al conüario, esos
aspectos de las “econom ías-m undo”, o “sistemas-mundo”, en palabras
de Wallerstein, son con frecuencia tomados en cuenta. Sin em bargo,
en sus líneas generales las reflexiones de Wallerstein y Braudel priori-
zan los aspectos económicos, en los ámbitos geográfico e histórico.
Cabe agregar, en lo que se refiere a la noción de “sistema” o “siste­
m a m undial”, que ya está incorporada a la teoría sistémica de las rela­
ciones internacionales y de la sociedad mundial. La “teoría sistémica”
del m undo, o la visión sistémica de las relaciones internacionales, del
transnacionalismo o de la mundialización, corresponde a un abordaje
funcionalista de base cibernética, en el que sobresalen actores indivi­
duales, colectivos o institucionales, que tom an opciones y decisiones ra­
cionales en relación con fines, objetivos o valores definidos en térm i­
nos pragmáticos, relacionados con la definición de posiciones, con­
quista de ventajas o afirmación de hegemonías. Se trata de un enfoque

8 Joseph A. Cam illeri y Jim Falk, The, end o f sovnnignity ? (The politics o fa slainking and.
fragmunling worid), A ldcrshot, Inglaterra, Edwar Elgar Publishing, 1992; Bernardo
Kliksberg, ¿Cómo transformar al Estado? M ás allá dn mitos y dogmas, M éxico, F ond o de
Cultura E conóm ica, 1993.
l a s e c o n o m ía s -m u n d o 23

prioritariam ente sincrónico, el cual abarca el escenario internacional o


m undial en térm inos de agentes concebidos como actores en un todo
sistémico. Se trata de una conceptualización distinta de la presente en
nociones de “sistema-mundo” o “econom ía-m undo” con las que traba­
ja Wallerstein. Por ello puede ser conveniente priorizar el concepto de
“econom ía-m undo” cuando se trata de focalizar las contribuciones de
Wallerstein. Incluso puede ser conveniente destacar las convergencias
entre Wallerstein y Braudel, distiguiéndolas del abordaje sistémico, en
el que están presentes y son fundam entales conceptos originarios de la
cibernética.9
Además, las contribuciones de W allerstein y Braudel confieren im­
portancia especial a la econom ía política de la m undialización. Dis­
tinguen de m odo particularm ente atento las peculiaridades y com ­
plejidades de las tecnologías, formas de organización de la produc­
ción, intercam bios entre organizaciones económ icas nacionales e in­
ternacionales, polaridades y m ultipolaridades, ciclos, épocas y ten­
dencias seculares de las econom ías-m undo. La articulación principal­
m ente económ ica del concepto de econom ía-m undo está presente
incluso en b u en a parte de los com entaristas, seguidores y críticos de
W allerstein y Braudel. “Las econom ías nacionales se están volviendo
cada vez más interdependientes, y los correlativos proceso de produc­
ción, intercam bio y circulación adquirirán alcance global. M uchas in-
dusüias de trabajo tipo intensivo han sido reubicadas en regiones con
estructuras de costos de trabajo relativam ente bajas. A unque las n u e­
vas tecnologías destaquen la disponibilidad de fuerza de trabajo alta­
m ente cualificada, favorecen los desarrollos recientes de capacidad
productiva en países industrialm ente avanzados. Esta reestructura­
ción de las actividades económicas se beneficia de dos factores que
actúan conjuntam ente: el rápido cambio tecnológico y la creciente
integración financiera internacional. La consiguiente división inter­
nacional del trabajo puede beneficiarse de las variaciones regionales
de la infraestructura tecnológica, condiciones de m ercado, relacio­
nes industriales y clima político para realizar la producción global in­
tegrada y las estrategias de marketing. La corporación transnacional es
el agente significativo más conspicuo, pero no el único en este proce­

9 Klaus Knorr y Sidney Verija (com piladores), The inU m ntim uil syslr.m (lheorelical nxsays),
Princeton, Princeton University Press, 1961; Robert O. Keohane yjosep h S. Nye, P o w n a n d
inlmlttjimdma!, 2a. ed., Nueva York, Harper Collins Publishers, 1989; G eorge Modelski,
Long tycks in morid politics, Seatrle y Londres, University o f W ashington Press, 1987; Karl
Deutsch, Anídisu dos rd<uvas inlvrmuionais, Brasilia, Universidade de Brasilia, 1982.
24 LAS EC O N O M ÍA S-M UN D O

so. Como Im m anuel Wallerstein y otros observaron, de lo que somos


testigos es de otro estadio en el desarrollo de un “sistem a-m undo”, cu­
ya característica principal es el propósito transnacional del capital.
*>[...] Para Wallerstein, la “econom ía-m undo” es ahora universal, en el
sentido de que todos los estados nacionales están, en diferentes gra-
* d o s, integrados en su estructura central. [...] U na característica im ­
p o rtan te del sistema unificado de W allerstein es el patrón de estrati­
ficación global, que divide la econom ía m undial en áreas centrales
(beneíiciarias de la acum ulación del capital) y áreas periféricas (en
constante desventaja por el proceso de intercam bio desigual). El sis­
tem a de estados nacionales, que institucionaliza y legitima la división
centro-periferia, tam bién concreta, por m edio de una intrincada red
de relaciones legales, diplomáticas y militares, la distribución del po­
d e r en el cen tro .”10 Para algunos, entre los cuales destaca Wallerstein,
“la hegem onía im plica una situación en la que los productos de de­
term inado Estado nacional son producidos tan eficientem ente que se
vuelven am pliam ente competitivos incluso en otros estados centrales,
lo que significa que este determ inado Estado nacional será el princi­
pal beneficiario del cada vez más libre m ercado m undial”.11
Nótese sin em bargo que el concepto de “econom ía-m undo”, o eco­
nom ía m undial, sistema m undial, sistema económ ico m undial y capi­
talismo histórico, según lo inspiran las investigaciones y las in terp re­
taciones ele Wallerstein y Braudel, está siem pre relacionado con el
em blem a Estado-nación. Aunque sea evidente el em peño en develar
las realidades geográficas, históricas y económ icas de la m undializa-
ción, el Estado-nación aparece todo el tiem po com o agente, realidad,
parám etro o ilusión. Estos autores están siem pre com prom etidos con
la idea de sociedad nacional, o Estado-nación, como em blem a de la
realidad y del pensam iento, o de la geografía, de la historia y de la
teoría. Está claro que reconocen que la sociedad nacional no es capaz
de co ntener las fuerzas de la econom ía, política, geografía, geoecono-
mía, geopolítica, historia, dem ografía, cultura, m ercado, negocios,
etc. R econocen que las fronteras son continua o periódicam ente ro­
tas, rehechas, rebasadas o disueltas. Saben que la nación es un hecho
histórico y geográfico, un proceso que se crea y recrea continuam en­
te. Pero priorizan el pun to de vista nacional, el em blem a Estado-na­
ción, como universo em pírico y teórico.

10 Josep h A. Cam illeri y Jim Falk, op. di., pp. 77-78.


11 IbitL , p. 89.
LAS EC O N O M ÍA S-M U N D O 25

Tanto es así que Braudel y Wallerstein, com o m uchos de sus co­


m entaristas, seguidores y críticos, confieren especial atención a las
condiciones no sólo económicas sino tam bién sociales, políticas, de­
mográficas, geográficas, culturales y otras, en el ám bito local y nacio­
nal. Distinguen y valorizan las diversidades y las jerarquías de las for­
mas sociales de organización del trabajo y de la producción. R econo­
cen las dim ensiones sociales, políticas y culturales, además de las eco­
nóm icas, en la producción y reproducción de las condiciones de vida
en la ciudad y en el campo, incluyendo la cultura m aterial y espiri­
tual, la realidad y lo im aginario.
En el límite, Braudel está fascinado por el lugar que Francia pue­
de ocupar en el m undo. En todo su largo viaje p o r la geografía y la
historia m undiales, busca el lugar y el destino de Francia. Pasa p o r los
desafíos representados por las ciudades y naciones dom inantes, cen­
trales, m etropolitanas o polos de econom ías-m undo: Venecia, Ams-
terdam , Inglaterra, Alemania, Estados U nidos y otras. R econoce el
m om ento y la im portancia de cada una, com o centro de economía-
m undo. Pero sigue buscando el lugar y el destino de Francia en ese
viaje sin fin. “Lo digo de una vez p o r todas: amo a Francia con la mis­
m a pasión, exigente y com plicada, de Jules M ichelet.”1^
En el límite, Wallerstein está em peñado en aclarar el secreto de la
prim acía de los Estados Unidos de América del N orte en el m undo ca­
pitalista, conform e ésta se m anifiesta a lo largo del siglo xx, particular­
m ente desde la segunda guerra m undial. Rebusca pretéritos, antece­
dentes o raíces de sistemas imperialistas. Q uiere aclarar el vaivén de las
grandes potencias, como m etrópolis de sistemas o economías-m undo.
Se inclina sobre el tejido económico, político, demográfico, militar,
tecnológico, cultural e ideológico que fundam enta la prim acía de es­
te o aquel sistema o econom ía-m undo. “Parece que Dios bendijo a los
Estados Unidos tres veces: en el presente, en el pasado y en el futuro.
Digo que así parece porque los caminos de Dios son misteriosos, y no
p reten d o estar seguro de entenderlos. Las bendiciones de las que ha­
blo son éstas: en el presente, prosperidad; en el pasado, libertad; en el
futuro, igualdad... El problem a es que esas bendiciones tienen su pre­
cio... Y no siempre es obvio que aquellos que reciben las bendiciones
sean los que pagan su precio. [...] Estados U nidos siem pre se creyó ex­
cepcional, pero la excepcionalidad norteam ericana no es excepcio­
nal. No somos el único país en la historia m oderna cuyos pensadores
*- Fernand Braudel, L ’idenlilé de la Frunce, 3 vols., París, Arthaud-Flam m arion, 1986,
vol. I, p. 9.
26 LAS EC O N O M ÍA S-M U N D O

han procurado probar que su país es históricam ente único, diferente


de la masa de otros países en el m undo. Yo encontré franceses excep-
cionalistas así como rusos. Hay hindúes, japoneses, italianos y portu­
gueses, judíos y griegos, ingleses y húngaros excepcionalistas. El ex-
cepcionalismo chino y el egipcio son una verdadera marca del carác­
ter nacional. Y el excepcionalismo polaco com pite con cualquier otro.
El excepcionalism o es el tuétano de los huesos de prácticam ente todas
las civilizaciones que nuestro m undo ha producido.”13
Aunque formuladas en lenguajes diversos de los adoptados por
Braudel y Wallerstein, incluso porque utilizan más am pliam ente nocio­
nes provenientes del marxismo, Samir Amin y André G under Frank
tam bién pueden situarse en la misma corriente. Examinan las caracte­
rísticas de las economías-m undo, abarcando sistemas geopolíticos, im­
perialismos, dependencias, trueques desiguales, luchas por la libera­
ción nacional, revoluciones socialistas. Las contribuciones de estos au­
tores son fundam entales para el m apeo de las nuevas características de
la econom ía y la política mundiales. Reconocen que las transnaciona­
les se desarrollan más allá de las fronteras geográficas y políticas, inde­
pendientem ente de los regím enes políticos y de las culturas nacionales.
Reconocen que crean nuevos desafíos a los gobiernos, grupos sociales,
clases sociales, colectividades, pueblos, naciones y nacionalidades, im­
pregnando sus movimientos sociales, partidos políticos, corrientes de
opinión pública y medios de comunicación. Incluso reconocen que las
nuevas características del capitalismo mundial, como economías-mun­
do o sistemas-mundo, suscitan problemas teóricos nuevos, aún no ecua-
cionados, que cuestionan conceptos e interpretaciones. Dejan transpa­
ren tar que las nociones de soberanía nacional, proyecto nacional, im­
perialismo y dependencia, entre otras, no dan cuenta de lo que sucede
en el m undo.
Pero tanto Samir Amin como A ndré G under Frank siguen inter­
p retan d o las configuraciones y los movimientos de la sociedad global
a partir de la perspectiva del Estado-nación. Su pensam iento sigue
inspirándose en la tesis de que, en el límite, pueden realizarse proyec­
tos nacionales, movimientos de liberación nacional o antisistémicos,
de m odo que se logre la em ancipación popular.14

Im m anuel W allerstein, “A m erica ancl the world: Today, yesterclay and tom orrow ”,
Thm ry andxoduly, núm . 21, 1992, pp. 1 y 27. Tam bién, Im m anuel W allerstein, “T h e USA
in today’s world”, Conlnnporary Marxism, núm . 4, San Francisco, 1982.
14 Samir A m in, Giovanni Arrighi, A ndré G under Frank, Im m anuel W allerstein, Ln
granel tumulto? (Les m ouvanm ts sodaux dans l ’éamomin-monda), París, La D écouverte,
l a s e c o n o m ía s -m u n d o 27

No se trata de negar los hechos que expresan las realidades locales,


nacionales, regionales o multinacionales, y que abarcan continentes,
islas y archipiélagos. El siglo xx puede ser visto como un inm enso m u­
ral de luchas populares, guerras entre naciones, revoluciones naciona­
les y revoluciones sociales. Y todo esto sigue vigente y fundam ental a
finales del siglo xx, en el um bral del xxi. El dilem a consiste en consta­
tar si está o no habiendo una ru p tu ra histórica de grandes proporcio­
nes en el ámbito global, al señalar la decadencia del Estado-nación y
la em ergencia de nuevos y poderosos centros m undiales de poder, so­
beranía y hegem onía. En esta hipótesis, el Estado-nación sigue vigen­
te, pero con significados diversos de los que tuvo por largo tiem po en
el pensam iento liberal y en el pensam iento de algunas corrientes mar-
xistas, sin olvidar socialdemócratas, neoliberales, fascistas y nazis.
Sucede que la economía-mundo, o sistema-mundo, en toda su com­
plejidad no sólo económica, sino también social, política y cultural,
siem pre trasciende todo lo que es local, nacional y regional. Repercu­
te por todos lados, cerca y lejos. Los colonialismos e imperialismos es­
pañol, portugués, holandés, belga, francés, alemán, ruso, japonés, in­
glés y norteam ericano siempre constituyeron y destruyeron fronteras,
soberanías y hegemonías, incluyendo tribus, clanes, naciones y n ac ió
nalidades. Son m uchos los que reconocen que los estados nacionales
asiáticos, africanos y latinoam ericanos fueron diseñados, en casi su to­
talidad, por los colonialismos e imperialismos europeos según el m ode­
lo geohistórico y teórico, o ideológico, configurado en el Estado-na­
ción que se form ó y predom inó en E uropa.15
El em blem a Estado-nación siempre tuvo las características simultá­
neas y conuadictorias de realidad geohistórica y ficción. En la época
de la globalización, probablem ente más que nunca, se vuelve más fic­
ción. Está atravesado p o r relaciones, procesos y esü ucturas altam ente
determ inadas por la dinám ica de los mercados, de la desterritorializa-
ción de las cosas, gentes e ideas, cuando la reproducción am pliada del

1992; Samir A m in, L a dérimnexion (l\m r strrlir ilu systeme mondial), París, La D écouverte,
1986 [eci. esp.: L a desconexión, Madrid, lépala, 1988]; Samir A m in, l'empire. du, díaos,
París, L’H arm attan, 1991; André G under Frank, Crisis: In llie. world economy, Londres,
H ein em a n n Educational Books, 1980; A ndré G under Frank, Critique and anli-m tiqua
(Essays on depende,n<:e. and reformism), Londres, T h e MacMillan Press, 1984.
1:1 H ugh Seton-W atson, Nations states, Londres, M elh u en , 1977; Dawa N orbu,
Culture, and Ihe. poliiics o fT h ird World nalumalism, Londres, R outledge, 1992; Eric: R. Wolf,
Europe. and Ihe.peoplr. wilhoul hislary, Berkeley, University o f C alifornia Press, 1982; Peter
Worsley, The. Tliird World, Chicago, T he University o f C hicago Press, 1964; Roland
Oliver, A experiencia africana, Río d e Janeiro, Jorge Zahar Editor, 1994.
28 LAS EC O N O M ÍA S-M U N D O

capital se globaliza debido al desarrollo extensivo e intensivo del capi­


talismo, al englobar fuerzas productivas com o el capital, la tecnología,
la fuerza de trabajo y la división social del trabajo, siem pre abarcando
las instituciones, los patrones socioculturales y los ideales relativos a ra­
cionalización, productividad, lucratividad y cantidad.
En varios aspectos, las interpretaciones de Braudel y Wallerstein
conüibuyen decisivamente al conocim iento de las configuraciones y
los movimientos de la sociedad global en formación de finales del siglo
xx. Es cierto que sus escritos, así como los de sus seguidores, con fre­
cuencia priorizan los sistemas coloniales y los sistemas imperialistas, dis­
tinguiendo las gi andes potencias en sus relaciones con las colonias y los
países dependientes. Describen el contrapunto centro y periferia, o de­
sarrollo y subdesarrollo. Focalizan la constitución, los desarrollos y las
crisis de los centros hegemónicos, al m ostrar cómo esos procesos afec­
tan no sólo a las metrópolis sino al conjunto de los pueblos coloniza­
dos y dependientes. Señalan el juego de las relaciones que asocian, ten-
sionan y ponen en conflicto m etrópolis em ergentes y dom inantes, en­
volviendo a sus colonias y dependencias. Hacen más o m enos nítidas
las líneas maestras de la emergencia, transform ación y crisis de los sis­
temas polarizados por los países metropolitanos, tales como Portugal,
España, Holanda, Francia, Alemania, Bélgica, Italia, Rusia, Japón, In­
glaterra y Estados Unidos. Algunas de las líneas maestras de la historia
de los grandes descubrimientos marítimos, continuadas por el m ercan­
tilismo, colonialismo, imperialismo, transnacionalismo y globalismo se
revelan más o m enos claras, articuladas y dinámicas. En este sentido las
interpretaciones de Braudel y Wallerstein, ju n to con las de sus seguido­
res, contribuyen decisivamente al conocim iento de las configuraciones
y movimientos de la sociedad global.
Con W allerstein y Braudel estamos en el ám bito de la geohistoria.
Las realidades locales, principales, nacionales, regionales y m undiales
son vistas com o sim ultáneam ente espaciales y tem porales. Abarcan
relaciones, procesos y estructuras sociales, económicos, políticos y
culturales, pero siem pre centrados en su dinám ica geohistórica. Los
m ovimientos de poblaciones, mercancías, técnicas productivas, insti­
tuciones, patrones socioculturales e ideas, así como los contrapuntos
ciudad y campo, agricultura e industria, m etrópoli y colonia, centro y
periferia, este y oeste, n o rte y sur, occidente y oriente, local y global,
pasado y presente; esos y otros contrapuntos siem pre son descritos e
interpretados en térm inos geohistóricos.
En el ámbito de la geohistoria es donde se insertan los hechos de la
LAS E C O N O M ÍA S-M U N D O 29

geoeconom ía, de la geopolítica, del ciclo económ ico de larga dura­


ción, de los movimientos seculares. Son hechos que se desdoblan unos
en otros, se concretan en realidades locales, provinciales, nacionales,
regionales y m undiales, abarcan continentes, islas y archipiélagos y pro­
ducen configuraciones y movimientos de las economías-mundo, siem­
pre en moldes geohistóricos.
En buena m edida, la dinám ica de las econom ías-m undo tiene una
de sus raíces en las diversidades y desigualdades con las que se cons­
tituye esa totalidad geohistórica, im plicando siem pre lo social, lo po­
lítico y lo cultural, además de lo económ ico. Com o en toda configu­
ración social, en sentido lato, el todo geohistórico in h eren te a la eco­
nom ía-m undo es un todo en m ovim iento, heterogéneo, integrado,
tenso y antagónico. Es siem pre problem ático, atravesado p o r los m o­
vim ientos de integración y fragm entación. Sus partes, al com prender
naciones y nacionalidades, grupos y clases sociales, m ovimientos so­
ciales y partidos políticos, se conjugan de m odo desigual, articulado
y tenso, en el ámbito del todo. Sim ultáneam ente, ese todo confiere
otros y nuevos significados y movimientos a las partes. Se anulan y
m ultiplican los espacios y los tiempos, ya que se trata de u n a totalidad
heterogénea, contradictoria, viva, en movimiento.
En síntesis, es en la propia dinám ica de las econom ías-m undo don­
de em ergen y se desarrollan los procesos que configuran los ciclos
geohistóricos de larga, m edia y corta duración. El mismo juego de las
fuerzas productivas, la misma dinám ica de las luchas p o r los m erca­
dos, el mismo em peño de innovar tecnologías y m ercancías, procesos
que se desarrollan continua y periódicam ente en el vientre de las eco­
nom ías-m undo, todo eso constituye el fundam ento de la dinám ica
progresiva y errática que conform a los ciclos de larga duración, los
cuales señalan el nacim iento, la transform ación, la decadencia y la su­
cesión de las econom ías-m undo.
A m edida que se desbordan los significados geohistóricos de la teo­
ría de las econom ías-m undo, en sus implicaciones em píricas y m eto­
dológicas, se evidencian las continuidades y las rupturas entre lo na­
cional y lo m undial, lo próxim o y lo rem oto, el pasado y el presente,
el espacio y el tiem po. Es como si el horizonte abierto p o r la globali­
zación en curso a finales del siglo xx abriese posibilidades nuevas y
desconocidas sobre las form aciones sociales pasadas, próxim as y dis­
tantes, recientes y remotas. Unos buscan continuidades y rupturas,
otros discontinuidades y m ultiplicidades en el curso de la geohistoria,
del co n trapunto espacio y tiem po. Es com o si m ucho de lo que es pa­
30 LAS EC O N O M ÍA S-M U N D O

sado adquiriese otro sentido, al mismo dem po que m ucho de lo que


parece pasado adquiriese significado presente. Realidades y significa­
dos que parecían irrelevantes, secundarios, olvidados o escondidos,
reaparecen bajo nueva luz. Y todo esto porque la ru p tu ra geohistóri-
ca que devela la globalización del m undo, a finales del siglo xx, prea-
nunciando configuraciones y m ovimientos del siglo xxi, se revela no
sólo com o un acontecim iento heurístico, sino como una ru p tu ra epis­
temológica.
3. LA INTERNACIONALIZARON DEL CAPITAL

Desde que el capitalismo retom ó su expansión por el m undo después


de la segunda guerra m undial, m uchos com enzaron a reconocer que
el m undo se estaba volviendo el escenario de un vasto proceso de in-
ternacionalización del capital. Algo nunca visto anteriorm ente en es­
cala semejante, por su intensidad y generalidad. El capital perdía par­
cialm ente su característica nacional -inglesa, norteam ericana, alem a­
na, japonesa, francesa u o tra - y adquiría una connotación internacio­
nal. Al mismo dem po que em pezaban a predom inar los movimientos
y las formas de reproducción del capital en escala internacional, este
capital alteraba las condiciones de los movimientos y de las formas de
reproducción del capital en el ám bito nacional. Al poco tiem po, las
formas singulares y particulares del capital, en el contexto nacional y
sectorial, se subordinaron a las formas del capital en general, confor­
m e a sus movimientos y sus formas de reproducción en el ámbito in­
ternacional. Se verificó una metamorfosis cualitativa y no sólo cuanti­
tativa, de tal m anera que el capital adquiría nuevas condiciones y po­
sibilidades de reproducción. Su espacio se am pliaba más allá de las
fronteras nacionales, tanto de las naciones dom inantes com o de las su­
bordinadas, confiriéndole connotación internacional o propiam ente
m undial. Esa internacionalización se tornó más intensa y generaliza­
da, o propiam ente m undial, con el fin de la guerra fría, la desagrega­
ción del bloque soviético y los cambios de políticas económicas en las
naciones de regím enes socialistas. A partir de ese m om ento, las econo­
mías de las naciones del ex m undo socialista se transform an en fron­
teras de negocios, inversiones, asociaciones de capitales, transferen­
cias de tecnologías y otras operaciones que expresan la intensificación
y la generalización de los movimientos y de las formas de reproduc­
ción del capital en escala mundial.
Lo que parecía un a especie de virtualidad del capitalismo, como
m odo de producción m undial, fue cada vez más u n a realidad del si­
glo xx y adquirió mayor vigencia y alcance después de la segunda gue­
rra m undial. En ciertos aspectos, la guerra fría en los años 1946-1989
fue u n a época de desarrollo intensivo y extensivo del capitalismo por
el m undo. Con la nueva división internacional del trabajo, la ílexibi-

[31]
32 LA IN TER N A C IO N A L IZ A R O N DLL CAPITAL

lización de los procesos productivos y otras m anifestaciones del capi­


talismo en escala m undial, las empresas, corporaciones y conglom e­
rados uansnacionales adquieren preem inencia sobre las econom ías
nacionales. Estas se constituyen en los agentes y productos de la inter-
nacionalización del capital. Tanto es así que las transnacionales redi-
señan el m apa del m undo en térm inos geoeconóm icos y geopolíticos
m uchas veces muy diferentes de los que habían sido diseñados p o r los
estados nacionales más fuertes. Lo que ya se venía esbozando en el
pasado, con el surgim iento de m onopolios, consorcios y cárteles, se
intensifica y generaliza con las transnacionales que pasan a predom i­
n ar desde el fin de la segunda guerra m undial; inicialm ente, a la som­
bra de la g u erra fría y, después, a la som bra del “nuevo orden econó­
mico m u n d ial”.
A unque con frecuencia haya coincidencias, convergencias y conve­
niencias recíprocas entre gobiernos nacionales y empresas, corpora­
ciones o conglom erados, en lo que se refiere a asuntos nacionales, re­
gionales y m undiales, es innegable que las transnacionales se libraron
progresivam ente de algunas de las im posiciones o limitaciones inhe­
rentes a los estados nacionales. La geoeconom ía y la geopolítica de
las transnacionales no siem pre coinciden con las de los estados nacio­
nales. Es más, con frecuencia se disocian o hasta chocan. Son usuales
los incidentes en los que se constatan las progresivas limitaciones del
principio de soberanía en el que clásicamente se fundaba el Estado-
nación. En escala cada vez más acentuada, en el ám bito m undial, la
“gran em presa” parece transform ar naciones de las más diversas cate­
gorías en “pequeña nació n ”.1
En la base de la internacionalización del capital está la formación, el
desarrollo y la diversificación de lo que se puede denom inar “fábrica
global”. El m undo se üansform ó en la práctica en una inm ensa y com­
pleja fábrica que se desarrolla en conjunción con lo que se puede de­
nom inar shopping center global. Se intensificó y generalizó el proceso de
dispersión geográfica de la producción, o de las fuerzas productivas,
com prendiendo el capital, la tecnología, la fuerza de trabajo, la divi­

1 Fnincois Perroux, “Grande firme et petite n ation ”, Kw m m ins el soiiélés, t. 11, núm . 9,
Ginebra, Librairie Droz, 1968, pp. 1847-1867; Raymond Vernon, Tormmla sabir, las mulli-
nadonah’X las cuestiones escaríales, M éxico, Fondo de Cultura Económ ica, 1980; Richard J.
B arnety Ronald Muller, Poder global (A [arpi inconlrolavel das muüinaúmais), Río d e Janeiro,
Distribuidora Record, s /d (edición original en inglés realizada en 1974); Charles-Albert
M ichalet, O capitalismo mundial, Río de Janeiro, Editora Paz e Terra, 1984; U n ited Nations,
Trnnsnalitmal anf»mi.li<nis in warld dmelopmmt, Nueva York, 1978.
LA INTERNACIONALIZACIÓ N DEL CAPITAL 33

sión social del trabajo, la planeación y el mercado. La nueva división in­


ternacional del trabajo y de la producción, al abarcar el fordismo, el
neofordismo, el toyotismo, la flexibilización y la terciarización, todo es­
to am pliam ente agilizado y generalizado con base en las nuevas técni­
cas electrónicas, esta nueva división internacional del trabajo concreta
la globalización del capitalismo en térm inos geográficos e históricos.
La fábrica global puede ser sim ultáneam ente realidad y metáfora.
Expresa no sólo la reproducción ampliada del capital en el plano glo­
bal, abarcando la generalización de las fuerzas productivas, sino que
tam bién expresa la globalización de las relaciones de producción. Se
globalizan las instituciones, los principios jurídico-políticos, los patrones
socioculturales y los ideales que constituyen las condiciones y los pro­
ductos civilizatorios del capitalismo. En este contexto se da la m etam or­
fosis de la “industrialización sustitutiva de las im portaciones” a la “indus­
trialización orientada a la exportación”, de la misma form a en que se da
la desestatización, la desregulación, la privatización, la apertura de m er­
cados y la monitorización de las políticas económicas nacionales por las
tecnocracias del Fondo M onetario Internacional y del Banco Mundial,
entre otras organizaciones multilaterales y transnacionales.-
Es obvio que el capitalismo sigue teniendo bases nacionales, pero
éstas ya no son determ inantes. La dinám ica del capital, en todas sus
formas, rom pe o rebasa las fronteras geográficas, los regím enes polí­
ticos, las culturas y las civilizaciones. Está en curso una nueva suerte
de m undialización del capitalismo com o m odo de producción, en el
que se destacan la dinám ica y la versatilidad del capital com o fuerza
productiva, entendiéndose que el capital es un signo del capitalismo,
el em blem a de los grupos y de las clases dom inantes en las escalas na­
cional, regional y m undial. Es decir, el capital del que hablam os aquí
es u n a categoría social compleja, basada en la producción de m ercan­
cía y lucro, o plusvalía, lo cual supone todo el tiem po la com pra de
fuerza de trabajo, y siem pre involucrando instituciones, patrones so­
cioculturales de varios tipos, en especial jurídico-políticos, que cons­
tituyen las relaciones de producción.
Ya es posible reconocer que el significado del Estado-nación ha sido

- Folker Frobel, Jü rgen H einrichs y O tto Kreye, L a n u m a división internacional dnl Ira-
bajo. Paro estructural en los países industrializados r; industrialización de los países en desarro­
llo, M éxico, Siglo XXI, 1980; Josep h Grunwald y K enneth Flam m , I m fábrica mundial. El
ensamble extranjero en el comerdo internacional, M éxico, F ond o d e Cultura E conóm ica,
1991; R obert B. R eicli, The wtrrk ofnations, N ueva York, Alfred A. Knopf, 1991; Alain Li-
pietz, Le capital el son espace, París, La D écou verte/M asp ero, 1983.
34 LA INTERNACIONALIZACIÓN DEL CAPITAL

alterado drásticam ente, cuando se examina a la luz de la globalización


del capitalismo, intensificada desde el fin de la segunda guerra m un­
dial y acelerada con el fin de la guerra fría. Algunas de las característi­
cas “clásicas” del Estado-nación parecen modificadas o radicalm ente
transformadas. Las condiciones y las posibilidades de soberanía, pro­
yecto nacional, em ancipación nacional, reform a institucional, liberali-
zación de las políticas económicas o revolución social, entre otros cam­
bios más o m enos sustantivos en el ámbito nacional, pasan a estar de­
term inadas por las exigencias de instituciones, organizaciones y corpo­
raciones multilaterales, transnacionales o propiam ente mundiales, que
se sostienen p or encim a de las naciones. La m oneda nacional se vuel­
ve reflejo de la m oneda mundial, abstracta y ubicua, universal y efecti­
va. Los factores de producción, o las fuerzas productivas, tales como el
capital, la tecnología, la fuerza de trabajo y la división social del traba­
jo , entre otros, pasan a ser organizados y dinamizados en form a m ucho
más acentuada que antes por su reproducción en el ámbito mundial.
Tam bién el aparato estatal, p o r todas sus agencias, siempre simultánea­
m ente políticas y económicas, además de administrativas, es llevado a
reorganizarse o “m odernizarse” según las exigencias del funcionam ien­
to m undial de los mercados, de los flujos de los factores de la produc­
ción, de las alianzas estratégicas entre corporaciones. De ahí la interna­
cionalización de las directrices relativas a la desestatización, desregula­
ción, privatización, apertura de fronteras, creación de zonas francas.3
U na p rueba particularm ente im portante de la form a por la cual se
da la internacionalización del capital es evidente en la continua y agre­
siva penetración que este capital realiza en todas y cada una de las eco­
nomías socialistas. Desde las más diferentes técnicas de bloqueo econó­
mico, político y cultural hasta las más diferentes propuestas de inter­
cambio económico, bajo todas las formas el capital se vuelve poco a po­
co un elem ento presente y esencial para la organización y la dinámica
de todas y cada una de las economías socialistas. Incluso antes de la
g uerra fría, esas modalidades de acción ya eran efectivas. D urante la se­
gunda guerra m undial se accionaron varias formas de intercam bio. La
alianza de hecho y de derecho entre los Estados Unidos y la U nión So­
viética, en la lucha contra el nazi-fascismo alemán, italiano y japonés
benefició muchísimo a las fuerzas productivas organizadas con base en

■HJoseph A. Cam illeri y Jim Falk, The. and ofsovem gnity? (The. poliiics o f a shrinking and
[ragm m ling world), A ldershot, Inglaterra, Edward Elgar Publishing, 1992; B ernardo
Kliksberg, ¿ Cómo transformar d Estado ? M ás allá d« mitos y dogmas, M éxico, F ond o de Cul­
tura E conóm ica, 1993.
LA INTERNACIONALIZACIÓ N DEL CAPITAL 35

el capitalismo norteam ericano e inglés. Después de la segunda guerra


m undial, la guerra fría se puso de manifiesto como una inm ensa y com­
pleja operación de diplomacia total, no sólo contrarrevolucionaria, si­
no de dinamización y generalización de las actividades productivas,
principalm ente en Europa y en el Pacífico, donde se destacan los tigres
asiáticos y Japón, por un lado, y la Unión Europea y Alemania Federal,
por otro. Cabe recordar que una parte im portante del desarrollo in­
dustrial ocurrido en países del “tercer m u n d o ” se realizó a la som bra
de la guerra fría, con apoyo más o m enos ostensivo de los gobiernos de
los países del “prim er m un d o ” del Banco M undial y del Fondo Mone­
tario Internacional. Cuando term ina la guerra fría, incluso com o con­
secuencia del m odo en que el capitalismo estaba bloqueando y pene­
trando el m undo socialista, el “segundo m u n d o ”, son otros espacios los
que se abren. En varios aspectos es como si el m undo todo se volviera
escenario de las fuerzas productivas accionadas y generalizadas p o r las
corporaciones transnacionales, conjugadas con o apoyadas por los go­
biernos de los países capitalistas dom inantes.
Vale la pena examinar algunas particularidades del vasto y largo pro­
ceso por medio del cual el capital se vuelve cada vez más presente y esen­
cial en el m undo socialista, y se convierte en un elem ento decisivo en su
transformación. En rigor, la metamorfosis de las economías centralm en­
te planeadas en economías de m ercado abierto comenzó m ucho antes
del final de la guerra fría. En 1977 se planteaban con claridad las pers­
pectivas y las ventajas que se abrían al capital. “Las relaciones económi­
cas este-oeste están estrecham ente ligadas al esquema político general
existente entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. En este esque­
ma, las consideraciones políticas y militares pesan más que las conside­
raciones económicas y comerciales en la política de los Estados Unidos
en relación con la U nión Soviética, y en m enor grado, en lo que se re­
fiere a su política en relación con las otras economías socialistas. Mien­
tras, las transformaciones económicas y comerciales entre los Estados
Unidos y los países socialistas son un factor que influye en la atmósfera
política. Hay m ucho que ganar de una relación política razonablem en­
te estable, en la que los países socialistas participen más abiertam ente en
el conjunto del sistema internacional. [...] En un m undo de creciente
interdependencia -económ ica, científica y tecnológica-, los intercam ­
bios y el comercio están aum entando y continuarán en aum ento.”4
4 Lawrence C. M cQ uade (ed itor), liasl-West Irndt: (M a n a g in g m a n in h tr and accomada-
lion), Boulder, C olorado, Westview Press, 1977, pp. 3 y 5. Editado para T h e A tlantic
Counc.il C om m ittee on East-West Trade.
36 LA INTERNACIONALIZACIÓ N DEL (CAPITAL

Las corporaciones transnacionales, con frecuencia apoyadas p o r


las agencias gubernam entales de los países capitalistas dom inantes y
tam bién beneficiadas p o r las directrices de organizaciones m ultilate­
rales tales com o el Fondo M onetario Internacional y el Banco M un­
dial, crearon los más diversos y oprim en tes desafíos a las econom ías
socialistas. Además de ofrecer negocios, posibilidades de com ercio e
intercam bio de tecnologías, tam bién ofrecieron m ercados, posibili­
dades de exportación de las econom ías socialistas a las capitalistas. Al
poco dem po, las econom ías centralm ente planificadas se vieron esti­
m uladas y desafiadas p o r las oportunidades ofrecidas por las de rner-
cado. Al poco tiem po, la industrialización sustitutiva de im portacio­
nes, que predom inó en los países socialistas, se acopló y subordinó a
la industrialización orientada a la exportación. Lo que ya estaba ocu­
rrien d o de m anera incipiente en uno u otro país, paulatinam ente se
volvió un proceso continuo, creciente y avasallador. “El verdadero
m otor del crecim iento en C hina hoy es el sector industrial creado por
la inversión extranjera, que se co n cen ü a en el sur de China, princi­
palm ente en G uangdong... El éxito de G uangdong ha sido im pulsa­
do p or las exportaciones, que han aum entado cerca del 30 por cien­
to en los años recientes. [...] Mientras, com o el flujo exportador de
C hina se vuelve más y más dependiente de la inversión extranjera,
com prendiendo el control de la tecnología, de los fondos de inver­
sión y de la calidad, la burocracia estatal pierde paulatinam ente el
control de la econom ía. ”r’
La intensa y generalizada internacionalización del capital ocurre
en el ám bito de la intensa y generalizada internacionalización del
proceso productivo. Los “milagros económ icos” que se suceden a lo
largo de la g u erra fría y después de ella son tam bién m om entos más
o m enos notables de esa internacionalización. Esto significa que las
corporaciones ya no se concentran en los países dom inantes, m etro­
politanos o llamados centrales. Las unidades y organizaciones pro­
ductivas, que abarcan innovaciones tecnológicas, zonas de influencia,
adecuaciones culturales y otras exigencias de la producción, distribu-

Richard Sm ith, “T h e C hínese road to capitalism ”, N n u L e fl llañew, núm . 199, L on­


ches, 1993, pp. 55-99; citas d e las pp. 90-92. Consultar tam bién, A. Koves, “Integration
in to world eco n o m y and direction o f eco n o m ic d evelop m en t in H u n gary”, Acta Ottco-
nomica, vol. 20, núm . 1-2, 1978, pp. 107-126; András Koves, “Socialist econ om y an d the
w orld eco n o m y ”, Jiminw, vol. V, núm . 1, 1981, pp. 113-133; David Wen-Wei Chang, Chi­
na. undirr D m g Xiaoping, Londres, MacMillan, 1991; The. Eamonnmisl, “A billion con su ­
m éis (A survey o f Asia)", Londres, 30 de octubre d e 1993.
LA INTERNACIONALIZACIÓ N DEL CAPITAL 37

ción, intercam bio y consum o de las m ercancías que atienden necesi­


dades reales e imaginarias, pasan a desarrollarse en los más diversos
países, distribuyéndose por continentes, islas y archipiélagos. Así co­
m o se m ultiplican y difunden las zonas francas, se m ultiplican y difun­
den las unidades y organizaciones productivas. Está en curso u n a nu e­
va división internacional del trabajo y de la producción, que involu­
cra la com plem entación o la superación de los procedim ientos del
fordism o, de las líneas de m ontaje de productos hom ogéneos. Al la­
do del fordism o y del stajanovismo, así como de las enseñanzas del
taylorismo y el fayolismo, se desarrolla el toyotismo, la organización
del proceso de trabajo y producción en térm inos de flexibilización,
tercerización o subconüatación, todo esto am pliam ente agilizado por
la autom atización, la robotización, la m icroelectrónica y la inform áti­
ca. Así se generaliza el capitalismo, transform ando el m undo en algo
que parece u n a fábrica global.
El capital adquiere nuevas connotaciones en la m edida en que se
desarraiga y se mueve p o r todos los rincones del m undo. “La interna­
cionalización del capital, com o relación social, extiende el proceso de
trabajo al plano m undial y fragm enta el trabajo social no sólo en los
ám bitos local, regional y nacional, sino en el m undo com o un todo.
Los variados com ponentes de la com putadora afluyen desde los más
diversos rincones del globo, de Taiwán, C orea del Sur, Estados U ni­
dos, Francia, Gran Bretaña, América Latina, Africa, según una divi­
sión del trabajo llevada al extr emo, en la cual la fragm entación es el
dato general. Lo mismo ocurre en la industria automovilística.”6
La internacionalización del capital significa sim ultáneam ente la in­
ternacionalización del proceso productivo. Y es obvio que esa interna­
cionalización del capital productivo implica no sólo la idea de la fábri­
ca global y del shupping centerglobal, sino también la de la internaciona­
lización de la cuestión social. “Hoy, la internacionalización se ha difun­
dido no solamente por los circuitos del capital m ercancía y del capital
dinero, sino qué alcanzó su estadio final, la internacionalización del ca­
pital productivo. Esto ha sido denom inado habitualm ente internacio­
nalización de la producción. [...] En el desarrollo histórico de la inter­
nacionalización del capital, el Estado-nación tendrá que considerar ca­
da vez con más seriedad su realidad externa, en la m edida en que cier­
tas partes del Estado -u nas más que otras- tendrán que someterse a la

" Christian Palloix, Les firmes muUinaáonales el fe frrw.es d'inlernulumalisalum, París,


Frantiois M aspero, 1973, p. 163.
38 LA INTERNACIONALIZACIÓN DEL CAPITAL

situación internacional. [...] La internacionalización de ciertas partes


del Estado es plenam ente visible. [...] La lucha de clases conducida
por el capital ocurre en todo el m undo, y el proletariado ya no puede
ignorar este hecho. En esta lucha de clases en el nivel m undial... el ca­
pital tiene la iniciativa. [...] Es necesario introducir la lucha de clases
del proletariado en el análisis del proceso de internacionalización.”7
Está claro que la internacionalización del capital, entendida como
internacionalización del proceso productivo o de la reproducción am­
pliada del capital, implica la internacionalización de las clases sociales
en sus relaciones, reciprocidades y antagonismos. Como ocurre en to­
da form ación social capitalista, tam bién en la global se desarrolla la
cuestión social. Cuando se mundializa el capital productivo, se m undia-
lizan las fuerzas productivas y las relaciones de producción. En este
contexto se da la mundialización de las clases sociales, com prendiendo
sus diversidades internas, sus distribuciones por los más diversos y dis­
tantes lugares, sus múltiples y distintas características culturales, étni­
cas, raciales, lingüísticas, religiosas y otras. En este sentido, las clases so­
ciales, por sus movimientos sociales, partidos políticos y corrientes de
opinión pueden trascender las naciones y las regiones, y manifestarse
en un ámbito cada vez más amplio. Lo que ya es cierto acerca de gru­
pos y clases dom inantes, que se com unican y articulan cada vez más en
el plano m undial, puede volverse también una certeza para los grupos
y las clases subalternas, a pesar de sus diversidades internas y de su dis­
persión por todos los rincones del mapa del m undo.
Desde que se intensificó la globalización del capitalismo, con la
nueva división internacional del trabajo y la dispersión territorial de
las actividades industriales, todo esto dinam izado por las técnicas de la
electrónica, se empezó a hablar por fin de la geografía. La aceleración
y generalización de las relaciones, procesos y estructuras capitalistas
que atraviesan territorios y fronteras, culturas y civilizaciones, dieron
origen a la m etáfora del fin de la geografía. “El fin de la geografía, co­
m o un concepto aplicado a las relaciones financieras internacionales,
habla de un estado ele desarrollo económ ico en el que la localización
geográfica ya no im porta en m ateria de finanzas, o im porta m ucho
m enos que antes. En ese estado, los reguladores del m ercado financie­

7 Christian Palloix, “T he self-expansion o f capital on a world scale”, Thr liannw ofJln-


dical PoliliailEammnics, vol. 9, núm . 2, Nueva York, 1977, pp. 11, 13 y 16. Consultar tam­
bién, Christian Palloix, ¡Jts firmes mullimdionalus rl ht jm xrs d ’inUrrnnlúmnlisalitm, til.; Samir
Am in, La acumulación a usada mundial’ M éxico, Siglo XXI, 1974; Octavio Ianni, Imprnalis-
mo na A mérica Lalinn, 2a. ed., Río de Janeiro, Editora Civilizacao Brasileira, 1988.
LA INTERNACIONALIZACIÓ N DEL CAPITAL 39

ro ya no controlan sus territorios; esto es, los reguladores no se apli­


can a determ inados espacios geográficos, tales como el Estado-nación
u otros territorios típicos definidos jurídicam ente.
En la época de los m ercados m undiales de capitales, cuando las
más diversas formas de capital se movilizan de un m odo cada vez más
acelerado y generalizado, se reducen los controles nacionales. Más
aún, los gobiernos nacionales, sus agencias y organizaciones que tra­
dicionalm ente adm inistran y orientan los m ovimientos del capital, to­
das las instancias llamadas nacionales ven reducidas sus capacidades
de controlar los m ovimientos del capital.
Las corporaciones transnacionales, incluyendo naturalm ente las or­
ganizaciones bancarias, movilizan sus recursos, desarrollan sus alianzas
estratégicas, agilizan sus redes y sus circuitos informáticos y realizan sus
aplicaciones de m odo independiente o incluso con total desconoci­
m iento de los gobiernos nacionales. Y aunque éstos, por sí mismos o
p o r sus agencias, tengan conocim iento de los movimientos transnacio­
nales de capitales, aun en esos casos poco o nada pueden hacer. Las
transnacionales se organizan y dispersan por el m undo según planea-
ciones propias, geoeconomías independientes, evaluaciones económ i­
cas, políticas, sociales y culturales que m uchas veces no contem plan pa­
ra nada las fronteras nacionales o el colorido de los regím enes políti­
cos nacionales. “En los prim eros años del periodo posterior a la segun­
da guerra mundial, los gobiernos se apoyaron en controles de los mo­
vimientos de corto plazo de los capitales con un propósito fundam en­
tal: proveer a sus economías del máximo de viabilidad de autonom ía
económica, sin el sacrificio de la interdependencia económica. [...]
Entre finales de los años setenta y comienzos de los noventa, un amplio
movimiento, independientem ente de los controles del capital, se volvió
evidente a través del m undo indusüial. El rápido crecimiento líquido
de fondos internacionales y la creciente globalización de la producción
provocaron este proceso. Los mercados extranjeros erosionaron las ba­
rreras financieras nacionales, al mismo tiempo que movilizaron recur­
sos crecientes para empresas multinacionales involucradas en el proce­
so de globalización de sus proyectos productivos. De este m odo, au­
m entaron su capacidad para desarrolla:' estrategias de evasión y rem e­
sas. Así, prim ero los gobiernos constataron que los controles habían de
ser reforzados continuam ente para ser de utilidad y, después, descu-

s Richard O ’Brien, Global jin a n á a l integration: Thr. m d o f geogmphy, N ueva York,


C ou n cil on Foreign Relations Press, 1992, p. 1.
40 LA INTERNACIONAL!ZACIÓ N DEL CAPITAL

brieron que el resultado, o los costos económicos potenciales de esos


refuerzos, excedían los beneficios.”9
En este contexto el capital se vuelve ubicuo, en un nivel jam ás al­
canzado anteriorm ente. Por m om entos se mueve por los más diver­
sos y distantes lugares del planeta, atraviesa fronteras y regím enes po­
líticos, así como m ares y océanos. Está en m archa un proceso de des-
territorialización cuyas implicaciones prácticas y teóricas apenas co­
m ienzan a ser analizadas. “En verdad, el dinero no viaja de un país a
otro en el sentido físico; las transferencias son electrónicas, o sea, rea­
lizadas en el mismo segundo en que se tom a la decisión de invertir.
No hay transferencia física de dólares... Se realiza una simple opera­
ción de débito y crédito electrónicam ente. El flujo internacional de
capitales se procesa tam bién de la misma form a. En esa inm ensa m a­
sa de recursos, se confunde el dinero de origen legal y el que se ganó
con actividades ilegales.”10
Este es el escenario de la economía política del narcotráfico. Dadas
las condiciones no sólo técnicas sino también económicas en las que se
abren mercados, se agilizan los circuitos financieros y se fortalecen los
centros decisorios de las corporaciones transnacionales y de las redes
bancarias, el lavado de cualquier tipo de dinero se vuelve relativamente
fácil. “El desarrollo de los circuitos bancarios informatizados y del siste­
m a de transferencias electrónicas contribuye a acelerar el movimiento
de los capitales tanto como a limpiar y reciclar el dinero sucio. Esta evo­
lución parece favorecer una integración mayor de la econom ía ilícita en
las actividades de los grandes bancos comerciales internacionales.”11
C uando se da la internacionalización propiam ente dicha del capi­
tal, éste se despega de las naciones, de los subsistemas económ icos n a­
cionales. A unque guarde algunos rasgos im portantes de su origen o
arraigo nacional, adquiere significados que trascienden las fronteras
de esta o aquella nación. Son varias las m onedas nacionales negocia­
das en todos los cuadrantes, independientem ente de su filiación ori­
ginaria. Está claro que el yen japonés, el m arco alem án, la libra ester­
lina inglesa y el dólar norteam ericano, entre otras m onedas, siguen
preservando relaciones básicas con los subsistemas económ icos na-
9 J o h n B. G oodm an y Louis W. Pauly, “T h e o b solescen ce o f capital Controls? Eco­
n o m ic m a n a g e m en tin an age o f global m arkets”, World Polilics, vol. 46, núm . 1. P rince­
ton, 1993, pp. 50-82; cita de la p. 79.
10 N ik o n H orita, “D in h eiro roda o m un d o atrás de investim entos", O lisiado da S.
Paulo, 25 d e septiem bre d e 1994, p. B12.
11 Alain Labrousse y Alain W allon (d irección ), La planele des drogues (Organisalions
cnminell.es, guerras et blanrhime.nl), París, Seuil, 1993, pp. 199-200.
LA INTERNACIONALIZACIÓ N DEL CAPITAL 41

cionales en los que se form aron y siguen teniendo vigencia. Pero es­
to n o im pide que esas mismas m onedas adquieran significados n u e­
vos, a veces fundam entales, debido a su circulación internacional. En
el ám bito del m ercado m undial, en el que circulan el capital, la tec­
nología y la fuerza de trabajo, se desarrollan nuevos significados de
estas fuerzas productivas, además de lo que éstas significan en el ám­
bito nacional.
En rigor, el proceso de internacionalización del capital es, simultá­
neam ente, un proceso de form ación del capital global, entendido co­
mo u n a form a nueva y desarrollada del capital en general. Al lado de
los capitales singulares y particulares, esto es, nacionales y sectoriales,
se form a el capital en general, el cual subsume a aquéllos y les confiere
nuevos significados. “Es im portante en tender que, más que nunca, en
el capitalismo contem poráneo las finanzas dictan el ritm o de la econo­
mía. .. y en este sentido, hay un predom inio financiero en la dinám ica
económica. En este contexto, se ha de com prender que los cambios en
las finanzas han constituido una dinám ica internacionalizada, calcada
sobre una verdadera m acroestructura financiera, de ámbito transnacio­
nal. [...] El predom inio financiero -la financierización- es expresión
general de las formas contem poráneas de definir, gestionar y realizar la ri­
queza en el capitalismo. Por predom inio financiero se entiende, incluso
conceptualm ente, el hecho de que todas las corporaciones -hasta las tí­
picam ente industriales, como las de los complejos m etalm ecánico y
electroelectrónico- tienen en sus aplicaciones financieras, de lucros
rendidos o de caja, un elem ento central del proceso de acumulación
global de riqueza.”12
En realidad, el capital financiero parece adquirir más fuerza que en
cualquier época anterior, cuando aún se encontraba arraigado en cen­
tros decisorios nacionales, más o m enos subordinados al Estado-na-
ción. Además de la m undialización acelerada y generalizada de las
fuerzas productivas, de los procesos económicos, de la nueva división
internacional del trabajo, se form an redes y circuitos inform atizados
p o r m edio de los cuales las transnacionales y los bancos mueven el ca­
pital p o r todos los rincones del m undo. “El locus del poder económ i­
co y político se dislocó debido a la ascensión del capital financiero. Se
ha dicho, en especial por radicales, que el lugar del poder en la socie­
dad capitalista estaba en los escritorios centrales de unos cuantos cen-

J- José Carlos de Souza Braga, “A financeirizacáo da riqueza”, Economía n Soacdadn,


núm . 2, Campiñas, Instituto de Econom ía da U nicam p, 1993, pp. 25-57; cita de la p. 26.
42 LA INTERNACIONALIZACIÓ N DEL CAPITAL

tenares de corporaciones m ultinacionales gigantescas. Ahora que no


hay du d a acerca del papel de estas entidades en la asignación de re­
cursos y otras actividades correlacionadas, pienso que hay que agregar
un a consideración que m erece ser enfatizada. Los ocupantes de esos
escritorios centrales están ellos mismos, en creciente m edida, constre­
ñidos y controlados por el capital financiero que opera por m edio de
redes globales del m ercado financiero. En otras palabras, el poder real
no está totalm ente en los escritorios de las corporaciones sino en los
m ercados financieros. Lo que es válido para los directores de corpora­
ciones tam bién lo es para los que controlan el poder político (nacio­
nal) . Cada vez más, ellos tam bién son controlados por los m ercados fi­
nancieros en lo que pueden y en lo que no pueden hacer.”1S
En la época de la globalización del capitalismo, el capital en general
adquiere mayor universalidad. No sólo asume las más diversas formas
de capital singular y particular, o nacional y sectorial, sino que se vuel­
ve parám etro universal de las actividades y las relaciones desarrolladas
p o r individuos y pueblos, por empresas y conglom erados nacionales y
transnacionales, por gobiernos nacionales y organizaciones multilate­
rales. El capital en general, cada vez más no sólo internacional sino pro­
piam ente global, pasa a ser un parám etro decisivo en el modo por el
cual éste se produce y reproduce en el ámbito nacional, regional, sec­
torial y m undial.
Los horizontes históricos y teóricos abiertos por la internacionali-
zación del capital, que com prenden una form a desarrollada de la re­
producción am pliada del capital, ponen en cuestionam iento las n o ­
ciones de econom ía nacional, desarrollo económ ico nacional, colo­
nialismo, im perialism o, dependencia, bilateralismo, m ultilateralism o
y otras. Esas nociones siguen siendo de alguna o m ucha validez, y per­
m iten describir e interpretar realidades particulares en diferentes
partes del m undo. Expresan relaciones, procesos y estructuras muy
presentes y evidentes en las condiciones de vida de individuos, gru­
pos, clases, tribus, clanes, pueblos, naciones y nacionalidades. Pero
d en tro y por encim a de la econom ía nacional, del imperialism o y del
m ultilateralism o, además de otras realidades y conceptos que siguen
siendo presentes y válidos, se desarrollan las relaciones, los procesos
y las estructuras que constituyen la organización y la dinám ica del ca­
pital en escala m undial. Así se subvierten nociones, conceptos, cate­

13 Paul M. Sweezy, “T h e triumph o f financial capital", M onlhly tintino, vol. 46, núm .
2, N ueva \fork, 1994, pp. 1-11; cita de las pp. 9-10.
LA INTERNACIONALIZACIÓ N DEL CAPITAL 43

gorías o interpretaciones. Lo que parecía evidente y consolidado pue­


de parecer dudoso, inacabado o superado. De form a errática o siste­
mática, el pensam iento científico está siendo provocado por los desa­
fíos de la globalización del capital.
4. LA INTERDEPENDENCIA DE LAS NACIONES

La interpretación sistémica de las relaciones internacionales ya está


bastante desarrollada en estudios y controversias sobre la problem áti­
ca de la m undialización. La teoría sistémica parece ofrecer marcos de
referencia coherentes para taquigrafiar aspectos im portantes de la or­
ganización y la dinám ica de la sociedad m undial. Estos análisis sistémi-
cos em piezan p o r reconocer que a los sistemas nacionales, tom ados
uno a uno, y a los regionales, com binando dos o más naciones, se su­
p erpone el sistema m undial. El sistema m undial, en curso de form a­
ción y transform ación desde el fin de la segunda guerra m undial y
francam ente dinam izado desde el fin de la guerra fría en 1989, con­
tem pla econom ía y política, bloques económicos y geopolíticos, sobe­
ranías y hegemonías. Reconoce que el sistema-mundo tiende a predo­
minar, a establecer poderosas imposiciones a unos y otros, naciones y
nacionalidades, corporaciones y organizaciones, actores y élites. Con­
fiere al sistema m undial vigencia y consistencia, ya que estaría institu­
cionalizado en agencias más o m enos activas, como la Organización de
las Naciones Unidas ( o n u ) , el Fondo M onetario Internacional ( f m i ) ,
el Banco M undial ( b m ) , el Banco Interam ericano de Desarrollo ( b id )
y m uchas otras. Además de esto, la noción de sistema m undial contem ­
pla la presencia y la vigencia de las empresas, corporaciones y conglo­
m erados transnacionales. En este contexto, los medios de com unica­
ción resultan particularm ente eficaces para diseñar y tejer el im agina­
rio de todo el m undo. Los m edios impresos y electrónicos, cada vez
más acoplados en redes m ultim edia universales, constituyen la reali­
d ad y la ilusión de la aldea global.
La sociedad m undial se puede ver como un sistema social com ple­
jo , en el ám bito del cual se encuentran otros sistemas más o m enos
simples y complejos, tanto autónom os y relativam ente autónom os co­
m o subordinados, o subsistemas. En el ám bito de la sociedad m un­
dial, se destacan el sistema económ ico y el político, pero hay tam bién
otros que p u eden volverse pertinentes en térm inos de organización y
dinám ica de la m undialización. Tom ada com o un sistema de alta
com plejidad, la sociedad m undial puede ser vista com o u n producto
de la diferenciación creciente resultado de la evolución de los siste-
[44]
LA INTER D EPEN DEN C IA DE LAS NACIONES 45

mas que la anteceden y com ponen. “Surge u n a histora m undial con­


catenada... En todos los lugares la electricidad vale com o electrici­
dad, el dinero como dinero, el hom bre com o hom bre -c o n las excep­
ciones que señalan un estado patológico, atrasado y am enazado. En
todos estos planos se p uede registrar un rápido crecim iento de cohe­
rencias en escala m undial... En la m edida en que esferas funcionales
com o la religión, la econom ía, la educación, la investigación, la polí­
tica, las relaciones íntimas, el turism o com o pasatiem po, la com uni­
cación de masas, se desdoblan autom áticam ente, rom pen las lim ita­
ciones del territorio social a las que todas están inicialm ente sujetas...
La constitución de la sociedad m undial es consecuencia del principio
de la diferenciación social -form ulándolo con más precisión: la con­
secuencia de la estabilización eficaz de ese principio de diferencia­
ción. Frente a este proceso, el desarrollo científico-económ ico-técni­
co y la positivización del derecho no son factores autónom os, sino
que se vuelven posibles por el cambio estructural. Esta tesis está rela­
cionada con la conclusión general de la teoría de sistem as...”1
La teoría sistémica privilegia la funcionalidad sincrónica, la articula­
ción eficaz y productiva de las partes sincronizadas y jerárquicas del to­
do sistémico cibernético. Es el ámbito de la elección racional, de las op­
ciones mediatizadas por lenguajes establecidos con base en sistemas de
signos basados cada vez más en las técnicas de la electrónica. Perm ite
desarrollar todos sincronizados en todos más amplios y abarcadores,
desde el homo economicus, politicus, sociologicus, áberneticus, hasta la econo­
mía mundial, siempre en el ámbito de la racionalidad pragmática de los
actores. Los sistemas se com ponen de actores simples y complejos, des­
de individuos y grupos hasta instituciones y organizaciones, que com­
parten conjuntos de valores, com unicándose con base en determ inados
lenguajes, actuando hedonísticam ente y acomodándose bien o mal a
las reglas institucionalizadas en el m ercado. Privilegian la estabilidad,
norm alidad, armonía, equilibrio, funcionalidad, eficacia, productivi­
dad, orden, evolución. Transfieren a la realidad social, micro y macro,
nacional y mundial, el principio epistemológico en que se funda la ci­
bernética: entropía, homeostasis, input, output, feedback, etc. “La socie­
dad sólo puede ser com prendida m ediante un estudio de los mensajes
y de las facilidades de comunicación de que dispone; en el futuro desa­
rrollo de esos mensajes y facilidades de comunicación, los mensajes en­
tre el hom bre y las máquinas, entre las máquinas y el hom bre, o entre
J N iklas L uhm ann, Sociología do dimito, 2 vols., R ío d e Janeiro, E dicóes T em po Brasi-
leiro, 1985, vol. 11, pp. 154-156.
46 LA INTERDEPENDENCIA DE LAS N ACIONES

m áquina y m áquina, están destinados a desem peñar un papel cada vez


más im portante... El funcionam iento físico del individuo y de algunas
m áquinas de com unicación más recientes son exactam ente paralelos al
esfuerzo análogo de dom inar la entropía m ediante la realim entación...
El sistema nervioso y la m áquina automática son, pues, fundam ental­
m ente semejantes en la m edida en que ambos constituyen aparatos que
tom an decisiones con base en decisiones anteriores... Somos esclavos
de nuestro perfeccionam iento técnico... Modificamos tan radicalm en­
te nuestro m edio am biente que ahora hemos de modificarnos a noso­
tros mismos para poder vivir en este nuevo m edio am biente.”2
Los parám etros lógicos establecidos por la teoría sistémica, cada vez
más influida por la cibernética, aparecen reiteradam ente en las refle­
xiones sobre la organización y la dinám ica de la sociedad mundial. Se
trata de un m odo de taquigrafiar aspectos de la realidad que perm ite
constr uir m odelos y estrategias o sistemas decisorios. “El sistema políti­
co global com prende un conjunto específico de relaciones concer­
nientes a una escala de determ inados problem as implicados en la con­
secución, o busca organizada, de actuación colectiva en el nivel global.
Implica la adm inistración de una red de relaciones centrada en las ar­
ticulaciones entre la unidad líder y los que buscan o luchan por el lide­
razgo. [...] Las unidades que estructuran la interacción de la política
global son las potencias mundiales. Estas establecen las condiciones del
orden en el sistema global. Ellas son las capaces y las que están dispues­
tas a actuar. Organizan y m antienen coaliciones y están presentes en to­
das partes del m undo, habitualm ente movilizan fuerzas de alcance glo­
bal. Sus acciones y reacciones definen el estado de la política en el ni­
vel global. [...] El sistema m undial se orienta hacia la visualización de
los arreglos sociales m undiales en términos de totalidad. Perm ite inves­
tigar las relaciones entre las interacciones de alcance m undial y los
arreglos sociales en los niveles regional, nacional y local.
En la base de la idea de que la sociedad m undial puede ser vista co­
m o un sistema se plantea la tesis de que el m undo se constituye por un
sistema de actores o por un escenario en el cual se movilizan y predo­
m inan los actores. Estos son de todo tipo: estados nacionales, empresas
transnacionales, organizaciones bilaterales y multilaterales, narcotráfi-

- N orbert W iener, Cibernética i: sodednde (O uso hum ano de seres humanos), Sao Paulo,
Editora Cultrix, 1968, pp. 16, 26, 43 y 46 [ed. esp.: Cibernética y sociedad. B u en os Aires,
Sudam ericana].
3 G eorge M odelski, Lnng óyeles in world polilics, Seattle, University o f W ashington
Press, 1987, pp. 7-8, 9 y 20.
LA INTER D EPEN DEN C IA DE LAS NACIONES 47

co, terrorismo, G rupo de los 7, ONU, fm i, b id , f a o , o i t , a i e a y muchos


otros, e incluyen también naturalm ente a las organizaciones no guber­
nam entales (O NG ) dedicadas a problemas ambientales, defensa de po­
blaciones nativas, protección de derechos hum anos, denuncias de
prácdcas de violencia y tortura. También pueden adquirir relevancia
regional o m undial actores de tipo nacional, los cuales pueden entrar
activa o pasivamente en el juego de las dependencias regionales y m un­
diales. Unos y otros sintetizan m ucho de lo que son las relaciones, con­
troversias, soluciones y callejones sin salida com unes en el ámbito de la
mundialización.
Pero en el sistema m undial así concebido, los estados nacionales si­
guen desem peñando el papel de actores privilegiados, aunque fre­
cuentem ente desafiados por las corporaciones, empresas o conglom e­
rados. Polarizan m uchas de las relaciones, reivindicaciones, negocia­
ciones, asociaciones, tensiones e integraciones que articulan el sistema
m undial. De ahí la tesis de la interdependencia de las naciones. Mu­
cho de lo que ocurre y puede ocurrir en el ámbito de la globalización
se sintetiza en nociones producidas en el juego de las relaciones entre
países: diplomacia, alianza, pacto, paz, bloque, bilateralismo, multila­
teralismo, integración regional, cláusula de nación más favorecida,
bloqueo, espionaje, dumping, desestabilización de gobiernos, belige­
rancia, guerra, invasión, ocupación, terrorism o de Estado. Todas estas
y otras nociones hablan de la interdependencia de las naciones. Ade­
más, la interdependencia es una idea muy com ún en los análisis y las
fantasías producidas acerca de configuraciones y movimientos de la
sociedad global.
La interd ep en d en cia de las naciones se centra principalm ente en
las relaciones exteriores diplomáticas, internacionales. Implica a esta­
dos nacionales tom ados como soberanos, form alm ente iguales en su
soberanía, a pesar de sus diversidades, desigualdades y jerarquías. Y
habla de bilateralismos, multilateralismos y nacionalismos, acom o­
d an d o ideas de soberanía y realidades geoeconóm icas y geopolíticas
regionales y m undiales. Se apoya siem pre en el em blem a, o paradig­
ma, de la sociedad nacional, del Estado-nación, reconociendo que és­
te es desafiado p o r las relaciones internacionales, por el juego de las
alianzas o disputas en tre los bloques geoeconóm icos o geopolíticos,
p o r las exigencias de la soberanía y las luchas por la hegem onía. Esta
interdependencia, ya bastante teorizada, s«* refiere a las ventajas y res­
ponsabilidades de las naciones dom inantes, o superpotencias, así co­
m o a naciones dependientes, subordinadas o alineadas. Pero tam bién
48 LA INTER DEPENDENCIA DE LAS N AC IO N ES

tiene fundam entaciones y legislaciones en las que se establecen las


responsabilidades de la O N U , del fm i y de prácticam ente la mayoría de
las agencias, organizaciones y corporaciones que pueblan el escena­
rio m undial. Tam bién la U nión Europea, la C om unidad de Estados
In d ep en d ien tes ( c e i ) , el Tratado de Libre Com ercio de Am érica del
N orte ( t l c ) , el M ercado Sudam ericano (M ercosur), la Asociación de
las Naciones del Sudoeste Asiático ( a s e a n ) y la Cooperación Econó­
m ica de Asia y del Pacífico ( a p e c ) , en tre otras fórm ulas de integra­
ción regional, se organizan y funcionan con base en u n a definición
sistémica de interdependencia. En conjunto, los estudios inspirados
en la tesis de la in terdependencia de las naciones procuran recono­
cer aspectos más o m enos nuevos y notables de la m undialización, pe­
ro siem pre basados en el em blem a de la sociedad nacional, o m ejor
dicho, del Estado-nación, en el supuesto de que la esencia de ese Es­
tado es la soberanía; u n a soberanía que es franca y drásticam ente re-
definida en el juego de las relaciones, procesos y estructuras que
constituyen la sociedad global.
La tesis de la in terdependencia de las naciones es u n a elaboración
sistémica de cóm o se desarrolla la problem ática m undial. H abla de
un escenario en el que la mayor parte de los problem as aparecen en
las razones, estrategias, tácticas y actividades de actores principales y
secundarios, todos jug an d o con las posibilidades de la elección racio­
nal. “In terdependencia, definida en pocas palabras, significa m utua
dependencia. En la política m undial, la interdep endencia se refiere a
las situaciones caraterizadas p o r los efectos recíprocos entre naciones
o en tre actores en diferentes naciones. Estos efectos con frecuencia
resultan de transacciones internacionales: flujos de dinero, m ercan­
cías, personas y m ensajes a través de las fronteras. Estas transacciones
se intensificaron dram áticam ente desde la segunda guerra m un­
dial... Las relaciones de interdependencia siem pre im plican costos,
ya que la interd ep endencia restringe la autonom ía; pero es im posible
especificar de antem ano si los beneficios de u n a relación excederán
los costos. Esto d ep en d erá de la categoría de los actores tanto como
de la naturaleza de las relaciones. Nada garantiza que la relación que
denom inam os de ‘in terdependencia’ se caracterizará por ser de m u­
tuo beneficio.”4
La idea de sistema m undial reconoce las nuevas realidades de la glo-

4 Robert O. K eohane y jo sep h S. Nye, Power and inlerdependence, 2a. ed., N ueva York,
H arper C ollins Publishers, 1989, pp. 8, 9 y 10.
LA INTER D EPEN DEN C IA DE LAS N ACIONES 49

balización, pero persiste en la tesis de las relaciones internacionales, lo


cual reafirm a la continuidad, vigencia o prem inencia del Estado-na­
ción. Reconoce las disparidades entre los estados nacionales, en cuan­
to a la capacidad de actuación en el escenario m undial en térm inos po­
líticos, económicos, militares, geopolíticos, culturales y otros. Procura
fundam entar algunas características de la sociedad global, en lo que se
refiere a relaciones internacionales, geopolíticas y geoeconómicas, así
com o a form ación y dinám ica de los regionalismos. Ayuda a trazar re­
laciones, procesos y estructuras específicos de la mundialización. Se
funda en la idea de que el m undo, esto es, la colectividad de las nacio­
nes, puede ser visto como una totalidad, un todo que contem pla partes
o actores interdependientes. Pero tiende a ver el m undo como un to­
do con tendencia a la interdependencia negociada, adm inistrada, pa­
cífica. Supone la paz entre las naciones dom inantes y subordinadas, o
centrales y periféricas, como una tendencia necesaria, predom inante o
com o un ideal realizable.5
En algunas form ulaciones, la tesis de que el m undo puede ser vis­
to com o un sistema implica una cierta dosis de idealización. Hay algo
de utópico en la m anera en que algunas form ulaciones sobre la inter­
d ep en d en cia sistémica suponen la integración, el equilibrio o la ar­
m onía entre estados nacionales, corporaciones, estructuras m undia­
les de dom inación y apropiación, élites, clases, grupos y otros actores
presentes en el escenario local, nacional, regional y m undial. U na
u topía que idealiza la form ación social presente, fundam entando di­
rectrices destinadas a perfeccionarla. “Así, la com unidad m undial
aparece com o un ‘sistem a’, con lo cual querem os significar una colec­
ción de partes interdependientes más que un grupo de entidades bas­
tante independientes, com o era el caso en el pasado. En consecuen­
cia, la alteración del estado norm al de las cosas en cualquier parte del
m u n d o repercute en todo el m undo, com o claram ente lo dem ues­
tran m uchos eventos recientes. [...] El m undo ya no puede ser visto
com o un conjunto d e... naciones y un conjunto de bloques económ i­
cos y políticos. En cambio el m undo debe ser visto como un conjun­
to de naciones y regiones que form an un sistema m undial m ediante
acuerdos de interdependencia. [...] El sistema m undial em ergente
req u iere una perspectiva holística en lo que se refiere al futuro desa­
rrollo m undial: todo parece dep en d er de todo debido a la tram a de
■’ Raym ond A ron, Paz y g u a ra mire. las nadoncs, 2 vols., Madrid, Alianza, 1985; Karl
D eutsch, Análise das re.lapms inlarnanonais, Brasilia, U niversidade d e Brasilia, 1982; Nor-
berto B obbio, A ira dos dirnlos, Río d e Janeiro, Editora Cam pus, 1992.
50 LA INTER DEPENDENCIA DE LAS N AC IO N ES

las interdependencias en tre las partes y el to d o .”6


En cuanto teoría de la sociedad, tom ada com o un sistema am plio
y com o un conjunto de subsistemas, la teoría sistémica del m undo es,
en b uena m edida, una transposición de la teoría sistémica del Estado-
nación. M ucho de lo que ya se elaboró acerca de la organización y la
dinám ica del Estado nacional se ha transpuesto al análisis del sistema
m undial. Está claro que los autores situados en esta perspectiva teóri­
ca se em peñan en reconocer las originalidades y com plejidades de la
realidad social m undial. R econocen que los problem as y dilemas de
la organización y la dinám ica de la m undialización nacen en este ám­
bito, precisam ente debido a las originalidades y com plejidades de la
sociedad m undial. Pero siguen privilegiando al Estado-nación como
el actor p o r excelencia del sistema m undial. A unque reconozcan la
fuerza de las em presas, corporaciones y conglom erados transnaciona­
les, y com prendan incluso la am plitud de los espacios que ocupan o
invaden, aun así los actores situados en la perspectiva de la teoría sis­
tém ica siguen privilegiando al Estado-nación. Este sigue siendo el
principal em blem a, o hasta paradigm a, de la interpretación sistémica
de la m undialización. “Un sistema internacional es un patrón de re­
laciones entre unidades básicas de la política m undial, caracterizado
p o r el alcance de los objetivos anhelados por aquellas unidades y las
directrices desarrolladas p o r ellas, así como p o r los m edios utilizados
para que se realicen aquellos objetivos y se pongan en práctica aque­
llas directrices. Este patrón está am pliam ente determ inado por la es­
tru ctu ra del m undo, la naturaleza de las fuerzas que operan a través
o d en tro de las unidades mayores, así como p o r la capacidad, nivel de
fuerza y política cultural de estas unidades. [...] Esta definición co­
rresp o n d e a las definiciones aceptadas de sistemas políticos naciona­
les, que tam bién se caracterizan por el alcance de los objetivos políti­
cos (el Estado restringido versus el Estado totalitario, el Estado de bie­
nestar social versus el Estado de la libre em presa) y p o r los m étodos
de organización del poder (relaciones constitucionales entre los ra­
mos del gobierno, tipos de sistemas partidarios).”7

h M ihajlo M esarovic y Eduard Pestel, M a nkind al Oie lurn in g p o in l (T h e sm m d reftorl lo


Llm Club ofRm ne), N ueva York, E.P. D u tton y R eader’s D igest Press, 1974, pp. 18-21 [ed.
esp.: La hum anidad m la m cn u ija d a , M éxico, F ond o de Cultura E conóm ica].
7 Stanley H offm an n, "International systems and international law”, p ublicado por
Klaus Knorr y Sidney Verba (ed itores), The intcm ational syslr.m (ThmriUir.nl r.sxayx), Prin­
ceton , Princeton University Press, 1967, p. 207. La cita com p ren d e tam bién el texto de
la n ota n úm . 4.
LA INTER DEPENDENCIA DE LAS NAC'.IONES 51

Los estudios realizados en la óptica de la teoría sistémica están de­


dicados a esclarecer problem as com o los siguientes: in terd e p en d en ­
cia y dependencia, alianzas y bloques, bilateralism o y multilateralis-
1110 , integración nacional e integración regional, geoeconom ía y geo­
política, narcotráfico y terrorism o, guerra y revolución, arm am entis­
m o y pacifismo, am bientalism o y contam inación, soberanía y hege­
m onía. Estos y otros son problem as em ergentes y recurrentes en el
ám bito de las relaciones internacionales que abarcan siem pre estados
nacionales, pero tam bién rebasan siem pre sus límites. De ahí el em ­
p eñ o evidente en los estudios sistémicos p o r esclarecer el significado
y la im portancia de las organizaciones regionales y m undiales de to­
do tipo, desde la Organización de las Naciones Unidas ( o n u ) y el
F ondo M onetario Internacional ( f m i) hasta la Organización In tern a­
cional del Trabajo ( o i t ) y la Agencia Internacional de Energía Atóm i­
ca ( a i e a ) , entre m uchas otras.
No obstante, cabe reiterar que en buena parte de los análisis sistémi­
cos sobre la sociedad mundial, tom ada en su totalidad o en sus subsis­
temas, persiste la prioridad conferida al Estado-nación. Aunque otros
actores se manifiesten poderosos, impositivos y abarcadores, en el ám­
bito nacional, regional y mundial, el Estado-nación perm anece como
parám etro principal, como el actor por excelencia en el juego de las re­
laciones, decisiones y prácticas en curso en la sociedad m undial. “La
función reguladora de las instituciones internacionales, que ejerce pre­
sión sobre los estados, cuando se trata de la colaboración y la compe­
tencia enü'e ellas, no agota evidentem ente toda la historia. El criterio
de su utilidad para los estados sugiere que, en el sentido más amplio,
las organizaciones internacionales deben ser concebidas como agen­
cias de servicios. Pueden ser consideradas como canales por mecho de
los cuales los estados se prestan servicios m utuam ente; o com o cuerpos
burocráticos creados y m antenidos por los estados para proveer de ser­
vicios a sus miembros. [...] Los estados más desarrollados se apoyan en
los servicios internacionales para facilitar la conducción de su diploma­
cia y de su comercio internacional; y los menos desarrollados esperan
de las agencias internacionales la movilización de asistencia sin la cual
no podrían sobrevivir: Las organizaciones internacionales son elem en­
tos suplem entarios del sistema mundial, destinadas a hacer por los es­
tados algunas de las cosas que éstos no pueden realizar por sí mismos.

8 Inis L. Glande Jr., States and Ihe global system (Polilics, laxo and organizalion), Londres,
MacMilIan Press, 1988, p. 129. Consultar tam bién, R obert G ilpin, La economía política de
las relaciones internacionales, B u en os Aires, G rupo Editor L atinoam ericano, 1990.
52 LA INTERDEPENDENCIA DE LAS NAC IO N ES

Es obvio que los actores son diversos y desiguales en cuanto a su


fuerza, posición estratégica, am plitud de actuación y m onopolio de
técnicas de poder. El G rupo de los 7 países dom inantes, que com ­
p re n d e los Estados Unidos, Japón, Alemania, Inglaterra, Francia, Ita­
lia y Canadá, dispone indiscutiblem ente de m edios para influir sobre
directrices no sólo de los estados dependientes, periféricos, del sur o
del tercer m undo, sino tam bién de las organizaciones bi y m ultilate­
rales: la O NU, el f m i, la o i t , la a i e a y m uchas otras.
En este ámbito se plantean algunos problem as de la mayor relevan­
cia, a veces nuevos y hasta no explicados. Uno de ellos se refiere al prin­
cipio de soberanía del Estado-nación. La soberanía del Estado-nación
periférico o del sur es en general muy limitada, cuando no simplemen­
te nula. Si probablem ente algunos de estos estados nacionales alcanza­
ron la soberanía en m om entos pasados, es m ucho más probable que
disfruten de poco o nada de soberanía en la época de la globalización
del m undo. La dinám ica de las relaciones, procesos y estructuras que
constituyen la globalización reducen o anulan los espacios de sobera­
nía, incluso para naciones desarrolladas, dom inantes, centrales, del
n orte o del prim er m undo. A pesar de las prerrogativas que preservan
y hasta procuran ampliar, es innegable que la soberanía del Estado-na­
ción es un principio carente de nueva jurisprudencia y de otro estatu­
to jurídico-polí tico. “La incapacidad de los estados nacionales para res­
p o n d er a un m edio global problem ático resultará en la delegación de
tareas y recursos a los foros y a las agencias internacionales y suprana-
cionales, lo cual no significa que esa tendencia sea uniform e o que ne­
cesariam ente produzca en la práctica impulsos democráticos. Esta ex­
pansión institucional, incluso cuando está directam ente instigada y
orientada por estados nacionales (es decir, por gobiernos actuando en
nom bre de estados) probablem ente producirá un intrincado patrón
de cooperación y com petencia que im pondrá ulteriores limitaciones a
la libertad de acción de los estados. Cuanto mayor es la necesidad de
coordinación política, más difícil será para los gobiernos seguir solos, y
mayor será la tendencia de las instituciones internacionales a estable­
cer limitaciones adicionales a las opciones prácticas disponibles a la “so­
b eranía” de los estados... El crecimiento cuantitativo y cualitativo de los
actores subnacionales, internacionales y transnacionales... lleva nece­
sariam ente a una continua penetración a través de las fronteras de los
estados... El Estado no puede obstar o revertir las condiciones m ateria­
les que definen el sistema m undial em ergente: la revolución tecnológi­
ca en la comunicación y en el transporte, la movilidad transnacional
LA INTER DEPENDENCIA DE LAS N ACIONES 53

del capital, las dim ensiones globales y el impacto de la destrucción del


m edio am biente.”9
En el ám bito del sistema m undial, se plantea tam bién el problem a
de la hegem onía, es decir, del Estado-nación más fuerte e influyente
que m onopoliza técnicas de poder y que ofrece o im pone directrices
a los otros. Pero por u na vez la perspectiva sistémica privilegia al Es­
tado-nación, tanto al que predom ina com o al que se subordina. En
esta perspectiva, las relaciones, los procesos y las estructuras caracte­
rísticos de la globalización en general se disuelven en interpretacio­
nes relativas a las relaciones internacionales desarrolladas por las di­
plomacias nacionales. “La teoría de la estabilidad hegem ónica, tal co­
m o se aplica a la econom ía política internacional, define la hegem o­
nía com o prep o n d erancia de recursos materiales. Son especialm ente
im portantes cuatro grupos de recursos. Los poderes hegem ónicos de­
ben ten er control de las m aterias primas, control de las fuentes de ca­
pital, control de los m ercados y de las ventajas competitivas en la p ro ­
ducción de los bienes de valor elevado. [...] Un Estado hegem ónico
debe poseer el suficiente poder m ilitar para ser capaz de proteger la
econom ía política internacional de la incursión de adversarios hosti­
les. Esto es esencial porque los temas económ icos son tan cruciales
p ara los valores nacionales básicos que pu ed en convertirse tam bién
en temas de seguridad militar. [...] No obstante, no es necesario que
el p o d er hegem ónico ejerza una dom inación m ilitar m undial... Las
condiciones m ilitares necesarias para la econom ía hegem ónica se sa­
tisfacen si el país económ icam ente prep o n d eran te tiene suficiente ca­
pacidad m ilitar para im pedir incursiones de otros, que le im pedirían
el acceso a las principales zonas de su actividad económ ica.”10
Nótese que las nociones de soberanía y hegem onía no sólo resul­
tan problem áticas sino centrales en los análisis sistémicos. Gran par­
te de estos análisis se dedican a codificar las condiciones y las posibi­
lidades de soberanía y hegem onía. Estos son temas de la mayor perti­
nencia en una época en que el m undo se vuelve un escenario de mu-

■’jo se p h A. C am illeri y Jim Falk, The end o f xovereignily? (The polilics o f a shrinhing and
fragm enling morid), A ldershot, Inglaterra, Edward Elgar Publishing, 1992, pp. 252 y 253.
Consultar también: Karl W. D eutsch, Las naáones en crisis, M éxico, F on d o de Cultura
E conóm ica, 1981; A n to n io Cassese, I diriUi um ani del mondo contemporáneo, Roma-Bari,
Laterza, 1988; Oscar Schachter, International law in theory and practice, Dordrecht-Bos-
ton-Londres, M artinus N ijh off Publishers, 1991.
1(1 R obert O. K eohane, Después de la hegemonía (Cooperación y discordia en la política, eco­
nómica mundial), B u en os Aires, G rupo Editor L atinoam ericano, 1988, pp. 50 y 59.
54 LA INTER DEPENDENCIA DE LAS NAC IO N ES

chas naciones, en general polarizadas p o r algunas más fuertes. En de­


term in ad a época, el m undo pudo estar polarizado en torno a los Es­
tados U nidos y a la U nión Soviética, en tanto que en otra época se po­
lariza en torno a los Estados Unidos, Japón y A lem ania o E uropa Oc­
cidental. Pero Rusia polariza a algunas naciones del ex bloque sovié­
tico. Y C hina p uede convertirse en otro polo oportunam ente. Y hay
naciones, com o Africa del Sur, India, México, Brasil y otras, que dis­
fru tan de posiciones especiales en sistemas geoeconóm icos y geopo-
líticos. Cabe observar que entre las naciones satélites son m uchas las
sum am ente problem áticas p o r sus dilemas sociales, económ icos, po­
líticos y culturales. Algunas no poseen propiam ente fisonomías de na­
ciones, ya que están atravesadas p o r drásticas divisiones internas que
abarcan provincianismos, localismos, etnicismos, racismos o funda-
m entalism os. Se ab. orben en luchas internas y se em peñan en adqui­
rir el estatuto de naciones. Estas naciones son actores problem áticos
en subsistemas regionales. Sin em bargo, obsérvese que ese m apa del
m undo contem pla tam bién múltiples corporaciones privadas y orga­
nizaciones gubernam entales de ámbito bi y m ultilateral como actores
más o m enos fuertes en el juego de las luchas que se sintetizan, en úl­
tim a instancia, en las nociones de soberanía y hegem onía. En buena
m edida, los análisis sistémicos confieren a ese ju eg o de actores en el
escenario m undial la responsabilidad por la organización y la dinám i­
ca del sistema m undial, como un todo y en sus subsistemas.
A unque su postura m etodológica sea siem pre exenta, neutra o
equidistante en lo que se refiere a las relaciones entre las partes y el
todo, o en el juego de las relaciones entre los actores participantes
del sistema, la teoría sistémica abarca generalm ente las nociones de
evolución y m odernización del capitalismo. De m odo implícito, o
abiertam ente, la mayoría de las interpretaciones de la realidad en tér­
m inos de la organización y la dinám ica de los sistemas y subsistemas
nacionales y m undiales contem pla el supuesto de que la organización
y la dinám ica prevalecientes tienden a ser pautadas por las sociedades
más desarrolladas, m odernas, dom inantes, centrales o hegemónicas.
Hay un evidente occidentalism o, ju n to con el capitalismo, cuando las
interpretaciones aclaran de qué m odo las partes, las unidades, los seg­
m entos o los actores m enos desarrollados, es decir, arcaicos, periféri­
cos o m arginales, son contem plados en la organización y la dinám ica
de la sociedad m undial. La propia noción de hegem onía, según ha si­
do definida en los análisis sistémicos, supone que lo hegem ónico no
sólo centraliza y dirige, sino que tam bién orienta, im pone o pone en
LA INTER DEPENDENCIA DE LAS NACIONES

práctica directrices destinadas a converdr a los tradicionales en m o­


dernos. “La expansión de las organizaciones transnacionales y la si­
m ultánea m ultiplicación de gobiernos nacionales son, ambas, en cier­
to sentido, respuestas a las tendencias de m odernización social, eco­
nóm ica y tecnológica que están barriendo el m undo. Los nuevos de­
sarrollos de la econom ía, la tecnología y la adm inistración hicieron
posible que organizaciones funcionales específicas -co m o la corpora­
ción o el servicio m ilitar- operaran en el ám bito global... El transna­
cionalism o es el m odo norteam ericano de expansión. Significa “liber­
tad de acción” antes que “poder de control”. La expansión de los Es­
tados U nidos ha sido u n a expansión pluralísdca en la cual una varie­
dad de organizaciones, gubernam entales y no gubernam entales, pro­
curan realizar los objetivos im portantes para ellas en el territorio de
otras sociedades. [...] La penetración norteam ericana en otras socie­
dades estaba generalm ente justificada... con base en la superioridad
tecnológica y económ ica, lo cual dio a grupos norteam ericanos el de­
recho presunto -y hasta incluso el d e b e r- de realizar ciertas funcio­
nes especializadas en otras sociedades.”11
A esta altura de la narración se revelan algunas confluencias signi­
ficativas. La teoría sistémica del m undo com prende tam bién las no­
ciones de occidentalism o y capitalismo. Son los patrones, los ideales
y las instituciones del capitalismo y del occidentalism o, o viceversa, los
que o rdenan la organización y la dinám ica de la m undialización. Y
m undialización es tam bién y siem pre m odernización, pero m oderni­
zación según los m oldes del capitalismo occidental.
La teoría sistémica del m undo implica tanto las nociones de occi­
dentalism o y capitalismo como las de m odernización y evolución,
com prendiendo integración y diferenciación, en lo que se refiere a
form as de vida y trabajo u organización y dinám ica de sistemas y sub­
sistemas, en el ám bito local, nacional, regional y m undial. Im plica el
supuesto de que el sistema social m undial es o tiende a configurarse
com o un todo articulado con base en el principio de la causación fun­
cional, en el que todos los actores son llevados a com unicarse entre
sí y a actuar en térm inos de elección racional. U na totalidad proble­
m ática, pero tendiente a la integración. Supone que la dinám ica de
las partes más o m enos activas, desarrolladas o predom inantes, pue­

11 Sam uel P. H u n tin g ton , “Transnational organizations in world politics", World Po­
litice, vol. xxv, núm . 3, 1973, pp. 344 y 345-346. Consultar tam bién, Everett E. H agen,
On the llmrry o/'social changa (Horu economicgrowlh bagins), H om ew ood , Illinois, T h e Dor-
sey Press, 1962.
56 LA INTERDEPENDENCIA DE LAS N ACIONES

de difundirse por las partes m enos activas, subdesarrolladas o subal­


ternas. En ciertos aspectos, se puede decir que la teoría de la m oder­
nización m undial adquiere más consistencia cuando se com plem en­
ta, o se sofistica, con la teoría sistémica del m undo. Ambas se pueden
tom ar com o las dos caras de la misma m oneda, es decir, de la misma
form a de reflexionar sobre la constitución y la dinám ica de la reali­
dad social en el ám bito local, nacional, regional y m undial; en los
m oldes del capitalismo, m uchas veces presentado com o occidentalis-
m o o m odernism o.
Tal vez se p ueda decir que la teoría sistémica presenta una versión
más elaborada de la teoría de la m odernización ya que en aquélla se
ocultan algunos de los valores o patrones, ideas e instituciones que se
m uestran m ucho más explícitos en ésta. “El sistema social puede cam­
biar sus estructuras solam ente por la evolución. La evolución presu­
p o n e reproducción autorreferenciada y cambia las condiciones es­
tructurales de reproducción m ediante los diversos m ecanismos de di­
ferenciación, tales com o variación, selección y estabilización. Alimen­
ta desviaciones de la reproducción norm al. Estas desviaciones son en
general accidentales, pero en el caso de los sistemas sociales, pueden
ser intencionalm ente producidas. La evolución, sin em bargo, opera
sin un objetivo y sin previsión. Puede producir sistemas de más alta
com plejidad. A largo plazo, puede transform ar eventos im probables
en probables; y algún observador puede ver esto como ‘progreso’ (si
su propio sistema de referencia lo persuade de ello). Solam ente la
teoría de la evolución puede explicar la transform ación estructural
de la segm entación a la estratificación y de la estratificación a la dife­
renciación funcional: lo que llevó a la sociedad m undial de hoy.”1-
Obsérvese que las “desviaciones” destinadas a provocar cambio so­
cial, o incluso evolución sistémica, pueden ser “intencionalm ente pro­
ducidas”. En realidad, son sobre todo las “élites” dom inantes (que abar­
can individuos, grupos, clases, organizaciones gubernam entales, orga­
nizaciones bi y multilaterales, corporaciones nacionales y transnaciona­
les) algunos de los principales “actores” que concretam ente actúan de
m odo que producen, orientan, dinamizan “desviaciones” destinadas a
provocar cambio o evolución. U na parte voluminosa de la producción
de economistas, sociólogos, científicos, políticos, geógrafos, dem ógra­
fos y otros científicos sociales está inspirada, franca o implícitamente,

,a Niklas Luhm ann, “T he world society as a social system", International Journal of Ca­
ima!. Systems, vol. 8, 1982, pp. 131-138; cita de las pp. 133-134. Consultar tam bién, Niklas
L uhm ann, Soác.dady sistema: la ambinón dt< la teoría, Barcelona, Paidós Ibérica, 1990.
LA INTER D EPEN DEN C IA DE LAS N ACIONES 57

por “objetivos” o “previsiones” destinados a producir crecimientos, de­


sarrollo, industrialización, urbanización, secularización, individuación,
racionalización, modernización, evolución y progreso. No se trata de
dudar de la im parcialidad o inocencia de la teoría sistémica, pero sí de
reconocer que ha inspirado objetivos y previsiones destinados a la occi-
dentalización del m undo según los moldes del capitalismo.
E ntre las características más significativas de la cultura occidental,
en el contexto del sistema social internacional, se destaca “el desarro­
llo de m arcos de referencia norm ativos e institucionalizados de orga­
nización de la sociedad secular desarrollada, m ientras que la mayor
p arte de las culturas no occidentales más im portantes han dejado m a­
yor espacio para el ‘tradicionalism o’, lo cual se manifiesta en las eco­
nom ías p red o m inantem ente campesinas, p o r la posición social espe­
cial de las aristocracias hereditarias, por el relativam ente bajo o inclu­
so ausente nivel de educación de todos, m enos u na pequeña élite,
etc. Sean cuales fueren las más profundas bases culturales del predo­
m inio de los valores occidentales (y para mí están en últim a instancia
arraigados en orientaciones religiosas), la consecuencia prim era de
su actual significado está en el inm enso énfasis en la im portancia de
dos niveles prelim inares de la organización operativa de las socieda­
des m odernas, es decir, de la ‘m odernización’ efectiva de la estructu­
ra política de la sociedad y de la econom ía. En el caso de la política,
el im pulso en el sentido del desarrollo de un ‘Estado m o d e rn o ’ está
p o r encim a de todo en la organización efectiva de carácter burocrá­
tico, lo cual significa la elim inación o la drástica reducción de la in­
fluencia de los grupos ‘tradicionales’ de p o d er... El otro contexto im­
p o rtan te es la m odernización de la econom ía, que ha significado,
más o m enos, un a prioridad a la industrialización, com o nosotros la
entendem os, con su uso de la organización burocxática, de u n a fuer­
za de trabajo ágil y técnicam ente entrenada, extensión de las transac­
ciones m onetarias y de la organización del m ercado, adem ás de otras
características diversas del género.1,13
Cabe observar que las interpretaciones sistémicas del m undo, como
un todo y en sus múltiples subsistemas, son probablem ente las más co­
m unes entre las utilizadas prácticam ente por los “actores” o por las “éli­
tes” dom inantes, tanto en sociedades nacionales com o en la sociedad
m undial. Ellas responden, de m odo sintético y técnico, a las varias exi­
13 Talcott Parsons, Poliiics m uí sacial struclurn, N ueva York, T h e Free Press, 1969, pp.
305-306. Cita extraída del cap. 12: “O rder and com m unity in the international social
system ”, pp. 292-310.
58 LA INTERDEPENDENCIA DE LAS NACIONES

gencias de esos actores o élites. Perm iten taquigrafiar las complejidades


y contradicciones de las más diferentes form aciones sociales, de m odo
que se elijan factores, atributos, indicadores o variables, principales y
secundarios, cuando se trata de provocar o de inducir “desviaciones” y
“previsiones”. Pueden ser tomadas como elaboraciones más o menos
sofisticadas de la razón subjetiva, instrum ental o técnica, que constru­
yen esquemas, modelos, estrategias o juegos, por medio de los cuales
se form ulan diagnósticos y pronósticos, planes y proyectos, directrices
y prácticas. “La capacidad de sobrevivencia de los sistemas sociales hu­
m anos depende en buena m edida de su capacidad de adaptarse a la
íealidad m utable... Como las modas del pensam iento y las creencias...
son mutables, los sistemas sociales están constantem ente amenazados
desde adentro... Los sistemas sociales tam bién están am enazados des­
de el exterior, ya que otros sistemas amenazan cambiarlos o destruir­
los... Los sistemas están siempre sujetos a presiones del exterior y del
interior y deben perm anecer siempre alerta si quieren preservar la pro­
pia sobrevivencia a largo plazo.”14
En varios aspectos, las interpretaciones sistémicas del m undo se
constituyen en ingredientes no sólo activos, sino fundam entales, del
m odo en que está sucediendo la globalización. Constituyen un vasto
y com plejo tejido de interpretaciones que orientan las actividades y
los idearios de m uchos actores y élites presentes y actuantes en los
más diversos lugares. Ayudan a taquigrafiar y codificar, organizar y di-
nam izar o diseñar y cristalizar el m apa del m undo de acuerdo con la
perspectiva y los intereses de aquellos que predom inan en el juego de
las fuerzas presentes y actuantes en las configuraciones y en los movi­
m ientos de la sociedad global.

14 Ervin Laszlo, L a visitme. sislanica del mondo, R occo, Italia, G rupo Editoriale Insie-
m e, 1991, pp. 92-93.
5. LA OCCIDENTALIZACIÓN DEL MUNDO

Desde que la civilización occidental pasó a predom inar en los cuatro


rincones del m undo, la idea de modernización pasó a ser el em blem a
del desarrollo, del crecimiento, de la evolución o del progreso. Las más
diversas formas de sociedad, com prendiendo tribus y naciones, cultu­
ras y civilizaciones, pasaron a ser influidas o desafiadas por los patrones
y valores socioculturales característicos de la occidentalidad, principal­
m ente en sus formas europea y norteam ericana. Las nociones de me­
trópoli y colonia, im perio e imperialismo, interdependencia y depen­
dencia, entre otras, expresan también los vaivenes del proceso históri-
co-social de occidentalización o m odernización del m undo. Las nocio­
nes de país desarrollado o subdesarrollado, industrial y agrícola, cen­
tral y periférico, del prim ero, segundo y tercer m undos, del norte y del
sur o m oderno y arcaico, estas y otras nociones que pueblan y siguen
poblando el imaginario mundial en el siglo xx, ya en el preám bulo del
siglo xxi, traen consigo la idea de m odernización del m undo. Las no­
ciones de revolución de expectativas, dualidades estructurales, inter­
cambio desigual, deterioro de las relaciones de intercam bio, tercer-
m undismo, nasserismo, maoísmo, castrismo, populismo, socialismo, co­
m unismo, reform a y revolución, entre muchas otras, traen consigo la
idea de m odernización, en niveles nacionales, regionales y mundiales.
La propia actuación de la Organización de las Naciones Unidas ( o n u ) ,
a través de sus diversas organizaciones afiliadas en lo que se refiere a
economía, política, cultura, educación y otras esferas de la vida social,
ha sido un a actuación destinada a apoyar, incentivar, orientar o inducir'
la m odernización según los moldes del occidentalismo. También las
empresas, corporaciones y conglom erados transnacionales operan de
m odo que incentivan e inducen la m odernización de las actividades y
las m entalidades. Es obvio que los medios impresos y electrónicos, or­
ganizados en redes internacionales, transnacionales o planetarias, ejer­
cen papeles decisivos en la formulación, difusión, alteración y legitima­
ción de patrones, valores e instituciones m odernos, m odernizados, mo-
dernizables y modernizantes.
La m odernización del m undo implica la difusión y sedim entación
de los patrones y valores socioculturales predom inantes en E uropa Oc­
[59]
60 LA OCCIDENTAL1ZACIÓN DEL M U N D O

cidental y en los Estados Unidos. Están en cuestión los principios de li­


bertad e igualdad de propietarios articulados en el contrato jurídica­
m ente establecido. Están en cuestión los procesos de urbanización, in­
dustrialización, mercantilización, secularización e individualización.
En el ámbito del occidentalismo, predom ina no sólo la individualiza­
ción, sino también y sobre todo el individualismo. En distintas grada­
ciones tienden a predom inar las figuras del homo economicus, y del homo
politicus, que asume las más diversas formas y posibilidades de la vida so­
cial. El individualismo posesivo, relativo a la propiedad, a la apropia­
ción y al m ercado, expresa buena parte del tipo de personalidad que
tiende a predom inar en la sociedad m oderna, m odernizada, m oderni­
zante o m odernizable. “La concepción del m undo m oderno, prevale­
ciente en las sociedades avanzadas de Europa Occidental y en las socie­
dades de habla inglesa, ganó la delantera en la formación de institucio­
nes internacionales y en la transform ación del m undo com o resultado
de la adopción generalizada de sus valores e instituciones.”1
La tesis de la m odernización del m undo siem pre lleva consigo la
tesis de la occidentalización del m undo, al com prender principal­
m ente los patrones, valores e instituciones predom inantes en Europa
O ccidental y en los Estados Unidos. Es una traducción de la idea de
que el capitalismo es un proceso civiliza torio no sólo “superior” sino
tam bién más o m enos inexorable. La m odernización tiende a desa­
rrollarse por los cuaü o rincones del m undo, generalizando patrones,
valores e instituciones occidentales. Es obvio que siem pre se acom o­
da o com bina con los patrones, valores e instituciones con los que se
en fren ta en las más diferentes tribus, sociedades, naciones, naciona­
lidades, culturas y civilizaciones. Puede convivir más o m enos tensa o
pacíficam ente con otras formas de organización de vida y trabajo, pe­
ro en general predom ina.
La teoría de la m odernización está en la base de m uchos estudios,
debates, pronósticos, prácticas e ideas relativos a la m undialización.
T iene como supuesto fundam ental que todo lo que es social se m o­
d erniza o tiende a m odernizarse según los m oldes del occidentalis­
m o, a pesar de los callejones sin salida, am bigüedades, dualidades o
retrocesos. M odernizar puede ser secularizar, individualizar, urbani­

1 C. E. Black, The dynamics o f modirrnizalion (A sludy in comparativa hixlory), N ueva


York, H arper & Row Publishers, 1966, p. 139. Consultar tam bién, Serge L atouche, L ’oc-
ádtntalisalion d u momia,, París, La D écouverte, 1989; Jean C hesneaux, Modamitá-Mondc,
París, La D écouverte, 1989; Samir A m in, E l auroctntrismo: crítica da u na ideología, M éxico,
Siglo XXI, 1989.
LA OCCIDENTALIZACIÓN DEL M U N D O 61

zar, industrializar, mercantilizar, racionalizar. Im plica el supuesto de


que lo que ya ocurrió o sigue ocurriendo en Inglaterra, Alemania,
Francia, Estados Unidos, Canadá, Japón y en otras naciones, com o es
natural en diferentes gradaciones, ciertam ente estará ocurriendo en
todas las otras naciones de Europa, Asia, O ceanía, Africa, Am érica La­
tina y el Caribe. El mismo capitalismo que se consolida y desarrolla
en los países centrales, del norte, m etropolitanos o dom inantes tien­
de a difundirse p or el m undo, im pregnando las sociedades colonia­
les, subdesarrolladas, agrarias, dependientes, periféricas, del sur, del
tercer m undo. No hay que olvidar que en el ideario de la teoría de la
m odernización están presentes la dem ocracia, los derechos de la ciu­
dadanía; la institucionalización de las fuerzas sociales en conform i­
dad con patrones jurídico-políticos de negociación y acom odación; el
establecim iento de las condiciones y límites de los cambios sociales;
las garantías contra las ideas revolucionarias traducidas en prácticas;
la precedencia de la libertad económ ica frente a la política, la prim a­
cía de la ciudadanía política frente a la social y la cultural.-
Se puede decir que la teoría de la m odernización tiene tam bién por
base el principio de la “m ano invisible”, im aginado por prim era vez por
Adam Smith. En la m edida en que se desarrolla la división del üabajo
social en escala nacional, regional, internacional y global, se prom ueve
la difusión de los factores productivos, de las capacidades productivas,
de los productos producidos y del bienestar general. En el extrem o, la
m ano invisible puede garantizar la felicidad general de unos y oü os, en
todo el m undo, de acuerdo con los principios del m ercado, del ideario
del liberalismo y del neoliberalismo: econom ía y libertad; libertad eco­
nóm ica como condición de libertad política; libertad e igualdad de
propietarios garantizados por el contrato codificado en el derecho.'^
El neoliberalism o de los tiempos de la globalización del capitalis­
m o retom a y desarrolla los principios que se habían form ulado y
puesto en práctica con el liberalismo o la doctrina de la m ano invisi­
ble a partir del siglo x v t ii. Pero lo que distingue al neoliberalism o tal
vez sea el hecho de que se refiere a la vigencia y la generalización de

■ David C. M cClelland, The nchievingsodely, N ueva York, Irvington Pubishers, 1976;


C.B. M acpherson, Tin; poliLir.nl Ihuory o) possessive individualism , O xford, O xford Univer-
sity Press, 1990; T.H. Marshall, Cidadania, classe social n slnlus, Río de Janeiro, Zahar Edi­
tores, 1967, esp ecialm en te cap. lll: “Cidadania e classe social”.
Joh n Eatwell, Murray M olgate y Peter New m an (ed itores), The. invisible hnnd, L on ­
dres, MacMillan Press, 1989; M ilton Friedm an, Capitalismo e. lihndudtt, Sao Paulo, Abril
Cultural, 1984.
62 LA OCCIDENTALIZACIÓN DEL M U N D O

las fuerzas del m ercado capitalista en el ám bito global. Es verdad que


algunos de sus polos dom inantes y centros decisorios se localizan en
los estados nacionales más fuertes. Sin em bargo, en m edida crecien­
te se form an polos dom inantes y centros decisorios localizados en
em presas, corporaciones y conglom erados transnacionales. Así nacen
directrices relativas a la desestatización, desregulación, privatización,
liberalización y regionalización. Son directrices que principalm ente
el Fondo M onetario Internacional ( fm i) y el Banco M undial (b m ) se
encargan de codificar, divulgar, p o n er en práctica y adm inistrar. Así
com o el liberalismo se basaba en el principio de la soberanía nacio­
nal, o al m enos lo tom aba como parám etro, el neoliberalism o pasa
p o r encim a de ésta, desplazando las posibilidades de soberanía a las
organizaciones, corporaciones y otras entidades de ám bito global.
Son “élites” de varios tipos las que organizan y dinam izan las institu­
ciones multilaterales y las corporaciones transnacionales, además de
otras entidades de alcance m undial. Estas élites form an tecnoestructu­
ras arm adas de recursos científicos y tecnológicos, en condiciones de
producir inform aciones, análisis, diagnósticos, pronósticos, directrices
y prácticas relativas a los diferentes problemas y desafíos en escala m un­
dial. Es evidente que la m odernización del m undo, en general en la es­
tela de la globalización del capitalismo, confiere tareas fundam entales
a los cuadros o élites intelectuales.4
La teoría de la m odernización confiere un papel especial a las élites
m odernizantes y deliberantes. Estas pueden ser élites intelectuales, em­
presariales, militares, religiosas y otras, vistas por separado y en conjun­
to, y serían los grupos que innovan, movilizan, organizan, dirigen, ex­
plican y p o nen en práctica. El pueblo, las masas, los grupos y las clases
sociales son inducidos a realizar las direcm ces establecidas por las éli­
tes m odernizantes y deliberantes. De ahí la necesidad de alfabetizar,
profesionalizar, urbanizar, secularizar, modificar instituciones y crear
otras nuevas, revertir expectativas y otras directrices, para viabilizar la
ejecución y la dinamización de los objetivos y de los medios de m oder­
nización, m odernos, m odernizantes. Hay algo de schum peteriano en
la teoría de la m odernización del m undo que camina en la estela de la
globalización del capitalismo. “El problem a crucial es la presencia o la

4 J o h n K. G albraith, El nuevo estado industrial, Barcelona, Ariel, esp ecialm en te cap.


vi; Richard N . Gardner y Max Milikan (ed itores), The global partnership (InlKm.ali.anal
agencias and economic dmtilopme.nl), Nueva York, Frederick A. Praeger Publishers, 1968;
Alvin W. G ouldner, El futuro de los intelectuales y el asamso de la nueva clase, Madrid, A lian­
za, 1985.
LA OCCIDENTALIZACIÓN DEL M U N D O (53

ausencia, en un a o diversas esferas institucionales, de un activo grupo


especial de ‘em presarios’, o de una élite apta para ofrecer soluciones a
la nueva serie de problem as.”5
En la época de la m undialización, se m undializan las instituciones
más típicas y sedim entadas de las sociedades capitalistas dom inantes.
Los principios implicados en el m ercado y en el contrato se generali­
zan, convirtiéndose en patrones para los más diversos pueblos, las
más diversas formas de organización social de la vida y del trabajo, in­
d ep en d ien tem en te de las culturas y las civilizaciones. Principios que
se vuelven progresivam ente patrim onio de unos y otros en islas, archi­
piélagos y condnentes: m ercado, libre em presa, productividad, de­
sem peño, consumismo, lucratividad, tecnificación, autom atización,
robotización, flexibilización, inform ática, telecom unicaciones, redes,
técnicas de producción de realidades virtuales. En este contexto, las
cosas, las gentes, las ideas son atravesadas p o r la desterritorialización,
es decir, por otras m odalidades de territorialización.
En la m edida en que se desarrollan y generalizan, los procesos impli­
cados en la m odernización rebasan o disuelven fronteras de todo tipo,
locales, nacionales, regionales, continentales; rebasan o disuelven las
barreras culturales, lingüísticas, religiosas o civilizatorias. Pero sobre to­
do lo que es local y nacional, se desarrollan relaciones, procesos y es­
tructuras dinamizadas por la modernización, en general traducida en
técnicas sociales de producción y control. Mucho de lo que se hace y
piensa en el m undo sigue la pauta de lo que es, parece o puede ser mo­
derno. Y lo que parece o puede ser m oderno, modernizado, m oderni-
zable o m odernizante se traduce necesariamente en práctico, pragm á­
tico, técnico, instrum ental. “La tecnología, como una forma de organi­
zar la producción, como una totalidad de insü umentos, esquemas e in­
ventos que caracterizan la era de la m áquina y, al mismo tiempo, un m o­
do de organizar y perpetuar (o cambial ) las relaciones sociales, las ma­
nifestaciones predom inantes del pensamiento, los patrones de com por­
tamiento, es un instrum ento de control y dom inación.”6
r> S.N. Eisenstadt, “Social change, d iferentiation and evolution", American Sociologi-
cal Omino, vol. 29, núm . 3, 1964, pp. 375-386; cita d e la p. 384; S.N. Eisenstadt, Moder­
nización. M ovimiento de, protesta y cambio social, B u en os Aires, Am orrortu, 1972; Clark
Kerr, John T. D u n lop , Frederick H. H arbison y Charles A. Myers, Induslnnlism and in­
dustrial man (The. proble.m o¡ labor and. mmiuge.menl in nconornic growlh), Cam bridge, Har­
vard University Press, 1960; Joseph A. Schum peler, Teoría del desenvolnimie.n 1o económico,
M éxico, F ondo d e Cultura E conóm ica, 1944, especialm en te cap. li: “El Fenóm eno Fun­
d am ental del d esenvolvim ien to e c o n ó m ic o ”.
6 H erbert Marcuse, “Som e social im plications o f m odern tech n ology”, Sludi.es in pin-
64 LA OCCIDENTALIZACIÓN DEL M U N D O

Es el reino de la razón instrum ental, técnica o subjetiva, que per-


m ea progresivam ente todas las esferas de la vida social, en el ámbito
local, nacional, regional y m undial. En el mismo curso de la m oder­
nización del m undo, sim ultáneam ente a la globalización del capitalis­
m o, prosigue la generalización del pensam iento pragm ático o tecno-
crático. Ambos cam inan juntos, más o m enos conjugados o desencon­
trados, difundiéndose p o r el m undo. Este es el m odo de pensar y ac­
tuar que se generaliza. “Se relaciona esencialm ente con m edios y fi­
nes, con la adecuación de procedim ientos a propósitos más o m enos
tenidos p o r ciertos y que se suponen autoexplicativos. Concede poca
im portancia a la indagación de si los propósitos como tales son racio­
nales. Si esa razón se relaciona de cualquier m odo con los fines, ella
tiene p o r cierto que éstos son tam bién racionales en el sentido subje­
tivo, es decir, que sirven a los intereses del sujeto respecto a la auto-
preservación, ya sea del individuo aislado o de la com unidad de cuya
subsistencia dep en d e la preservación del individuo. La idea de que
un objetivo p u ed a ser racional por sí mismo -fu n d am en tad a en las
cualidades que se pu eden discernir en é l- sin referencia a cualquier
especie de lucro o ventaja para el sujeto, es internam ente ajena a la
razón subjetiva, incluso cuando ésta se yergue p o r encim a de la con­
sideración de valores utilitarios inm ediatos y se dedica a reflexiones
sobre el orden social como un todo.”7
Pero bajo el ideario de la m odernización universal está presente la
idea de evolución progresiva, diferenciación creciente, perfecciona­
m iento ilimitado. Según esta perspectiva, la m undialización sería un
desdoblam iento posible, necesario e inevitable del proceso de m oder­
nización inherente al capitalismo, entendido como proceso civilizato-
rio destinado a realizar una especie de culminación de la historia de la
hum anidad. Poco a poco, m odernizar y evolucionar se vuelven recípro­
cam ente referidos, intercambiables, correspondientes. En la estela de
la m odernización están la evolución y el crecimiento, el desarrollo y el
progreso, siempre en el ámbito de la sociedad de m ercado, del capita­
lismo. U na idea antigua, ya presente en las primicias del liberalismo y
del positivismo, readquiere vigencia y fuerza en el ámbito de los proble­
mas prácticos y teóricos suscitados por la globalización del capitalismo.

losojriiy and sodnl sátrnce, vol. IX, núm . 3, N ueva York, 1941, pp. 414-439; cita de la p. 414.
Consultar tam bién, H erbert Marcuse, E l hombre, unidimmxianal, M éxico, Mortiz, 1987.
7 Max H orkheim er, Eclipsa da ruzño, Río de Janeiro, Editorial Labor d e Brasil, 1976.
pp. 11-12. C onsultar tam bién, T h eo d o r W. A d orn o y Max H orkheim er, lYudkicu do ex-
claredmento, R ío d e Janeiro, Jorge Zahar Editores, 1985.
LA OCCIDENTAL1ZACIÓN DEL M U N D O 65

El evolucionismo subyacente en la idea de m odernización ya no es


sólo el form ulado p o r H erb ert Spencer, un tanto lineal, determ inísti-
co y eurocéntrico. No es el que está im plícito en el positivismo de Au-
guste Comte, tam bién unilineal, determ inístico y eurocéntrico. El
neoevolucionism o form ulado desde m ediados del siglo xx es más m a­
tizado, contem pla rupturas y reorientaciones, además de diferencia­
ciones y cambios de la realidad social como un todo y en sus diversas
dim ensiones económicas, políticas, culturales y otras. Está fertilizado
p o r las controversias con el m arxism o y otras teorías. Pero conserva
un com prom iso esencial con el funcionalism o. En los estudios de cu­
ño evolucionista, la globalización aparece com o culm inación necesa­
ria, más o m enos arm ónica y funcional. C om bina recurrencias y sin­
cronías, cam inando siem pre hacia diferenciaciones necesarias, cada
vez más complejas, integradas y perfeccionadas. Supone u n a ten d en ­
cia predom inante de articulación arm ónica entre las partes y el todo:
las sociedades nacionales y la sociedad global.
Hay algo de ese evolucionismo en la “tesis” del fin de la historia.
Esta im plica el supuesto de que la hum anidad estaría llegando, o ya
habría llegado, a su estadio superior, a su clímax, al superar contra­
dicciones y rupturas estructurales. A pesar de los problem as aún re­
m anentes, y hasta de otros que surgen, la hum anidad estaría en tran ­
do en u n a época de realización más libre del progreso, dedicándose
principalm ente al propio perfeccionam iento. U na especie de antesa­
la del paraíso. “A m edida que la hum anidad se aproxim a al fin del mi­
lenio, las crisis paralelas del autoritarism o y del socialismo centraliza­
do dejarán en el ring a un solo com petidor, com o una ideología de
validez potencialm ente universal: la dem ocracia liberal, la doctrina
de la libertad individual y de la soberanía popular. Doscientos años
después de haber dado vida a las revoluciones francesa y n orteam eri­
cana, los principios de libertad e igualdad se m ostraron no sólo d ura­
deros sino tam bién resurgentes. [...] El éxito de la dem ocracia en
un a extensa variedad de lugares y entre m uchos pueblos diferentes
indicaría que los principios de libertad e igualdad en los que se basan
no son accidentes o resultados del preconcepto etnocéntrico, sino
que son en verdad descubrim ientos sobre la naturaleza del hom bre
com o hom bre, cuya verdad no disminuye sino que se vuelve más evi­
den te a m edida que el punto de vista se vuelve más cosm opolita.”8

RFrancis Fukuyama, O Jim da historia n o ultimo homem, Río d e Janeiro, Editora R o o


co, 1992, pp. 72-73 y 82 [ed. esp.: E l f i n de la historia y ¡d último homlrre, Barcelona, P lan e­
ta, 1992].
66 LA OCCIDENTALIZACIÓN DEL M U N D O

En la época de la globalización del capitalismo en tí a en escena la


ideología neoliberal com o su ingrediente, producto y condición.
C uando se crean, fortalecen y generalizan las estructuras globales de
po d er sobre los estados nacionales, se crea la ilusión de que la época
agitada del capitalismo alcanzó su límite, de que llegó el fin de la his­
toria. Se im agina “que la hum anidad alcanzó el pun to final de su evo­
lución ideológica con el triunfo de la dem ocracia liberal occidental
sobre todos sus com petidores a finales del siglo xx. El fascismo, otro­
ra un poderoso rival, fue categóricam ente destruido en la segunda
g u erra m undial. El com unism o, el gran adversario de la posguerra,
estaba en visible colapso, rindiéndose com o sistema al capitalismo al
que en otro tiem po había intentado derribar. Desacreditadas estas
dos alternativas globales, quedaban residuos locales del pasado histó­
rico: nacionalism os sin contenido social definido o pretensión univer­
sal, fundam entalism os confinados a com unidades religiosas específi­
cas en zonas subdesarrolladas del tercer m undo. La victoria del capi­
talismo liberal se alcanzó no sólo en Europa, con la d erro ta del nazis­
m o y la desintegración del stalinismo, sino tam bién en el campo de
batalla de Asia, con la transform ación de Japón en la posguerra, la li­
beralización en curso de Corea del Sur y Taiwán, la creciente m ercan-
tilización de C hina”.9
Tal vez se pueda decir que, en esencia, el evolucionismo se funda en
una historicidad un tanto lineal, automática, producida p o r la diferen­
ciación in tern a de las actividades y funciones. Transfiere a la realidad
social, o propiam ente histórica, el principio epistemológico form ulado
por el evolucionismo darwinista, relativo a la biología hum ana, a la fau­
na y a la flora. Contiene una especie de organicismo e implica una vi­
sión naturalista de la vida social, de la historicidad de lo social. “En
nuestro estudio de las sociedades, estaremos orientados por una pers­
pectiva evolutiva... Esta concibe al hom bre como integrante del m un­
do orgánico, y a la sociedad hum ana y a la cultura como analizadas co­
rrectam ente en el marco general adecuado al proceso de la vida. Se use
o no el adjetivo ‘biológico’, el princpio de la evolución está firm em en­
te establecido como aplicable al m undo de las cosas vivas. Aquí se de­
be incluir el aspecto social de la vida hum ana. Algunos conceptos bási­
cos de la evolución orgánica -p o r ejemplo, variación, selección, adap­
tación, diferenciación e integración- constituyen, cuando están ade-

51 Perry Anclerson, O ¡un da historia (Da Httgd a Fukuyama), Río tic Janeiro, Jorge Za-
har Editores, 1992, p. 11.
LA OCCIDENTALIZACIÓN DEL M U N D O 67

cuadam ente ajustados al aspecto social y cultural, el centro de nuestr o


interés. La evolución sociocultural, como la evolución orgánica, avan­
zó, a través de la variación y la diferenciación, de formas simples a for­
mas progresivamente más complejas. [...] Nuestra perspectiva eviden­
tem ente su p o n e... que las sociedades interm edias son más adelantadas
que las sociedades primitivas, y que las sociedades m odernas... son más
adelantadas que las sociedades interm edias.”10
Así se intenta conferir mayor consistencia científica a la teoría de la
m odernización del m undo. Además de ser racional, o pragmática, se
apoya en el paradigm a evolucionista. Un evolucionismo no exento de
darwinismo social, al abarcar eurocentrism o y racismo en diferentes
gradaciones, siempre a partir de la “tesis” de que el m undo evoluciona
hacia el m odelo o parám etro representado por las sociedades domi­
nantes. Se trata de sociedades en las que predom ina el neoliberalism o
económico principalm ente, y el político secundariam ente. “La fase
‘im perialista’ de las relaciones de la sociedad occidental con el resto
del m undo fue transitoria. Hoy, la tendencia a la m odernización se ha
vuelto mundial. Específicamente, las élites de la mayoría ele las socieda­
des no m odernas aceptan aspectos cruciales de los valores de la m oder­
nidad, principalm ente el desarrollo económico, la educación, la inde­
pendencia política y cierta form a de ‘dem ocracia’. Aunque la institu-
cionalización de esos valores sea desigual y esté llena de conflictos -y
así deba perm anecer por largo tiem po-, probablem ente continuará la
tendencia a la m odernización en el m undo no occidental.”11
Además, el evolucionismo ha sido un estado de espíritu frecuente
y generalizado en las ciencias sociales. Aparece explícito y subyacen­
te en conceptos, categorías e interpretaciones. Desde los fundadores
de las ciencias sociales, y tam bién en sus continuadores, son frecuen­
tes las intuiciones e interpretaciones que se hacen eco de una visión
evolucionista de la sociedad, la cultura, la econom ía, la política, la
geografía, la historia y el pensam iento. Hay algo de evolucionista en
la teoría sistémica, así como en la teoría de la m odernización, ambas
beneficiarías del funcionalism o presente o subyacente en los ideales

10 Talcott Parsons, Suciedades (Perspectivas evolutivas e comparativas), Sao Paulo, Livra-


ria P ioneira Editora, 1969, pp. 12-13 y 171 [ecl. esp.: La sodedad, perspectivas evolutivas y
comparativas, M éxico, Trillas, 1974], Consultar tam bién, S.N. Einsenstadt, “T h eories o f
social and political evolution and d evelop m en t”, p ublicado por U n esco, '¡'he social satiri­
ces (Problems and orientations), La Haya, París, M outon, 1968, pp. 178-191.
11 Talcott Parsons, O sistema das sociedades modernas, Sao Paulo, Livraria P ion eira Edi­
tora, 1974, p. 165 [ed. esp.: El sistema de las sodedades modernas, M éxico, Trillas, 1974].
68 LA OCCIDENTALIZACIÓN DEL M U N D O

de H e rb ert Spencer, Charles Darwin y Auguste Comte, entre otros.


Cabe reconocer p o r lo tanto que la teoría de la m odernización del
m undo, con sus ingredientes evolucionistas, lleva consigo la idea de
occidentalización del m undo. Al mismo tiem po que im plica la gene­
ralización del capitalismo, im plica la occidentalización como proceso
civilizador. En prácticam ente todos los autores que interpretan las
realidades sociales en térm inos de m odernización o que teorizan so­
bre las condiciones, dificultades y objetivos de la m odernización, se
en cu en tran presentes los ideales de europeización o norteam ericani-
zación. “El m odelo occidental de m odernización contiene elem entos
y secuencias cuya pertinencia es global. En todos los lugares, por
ejem plo, la creciente urbanización tiende a elevar la alfabetización; la
elevación de la alfabetización tiende a aum entar la exposición de los
individuos a los m edios de com unicación; la creciente exposición a
los m edios de com unicación ha estado acom pañada de una mayor
participación económ ica (renta p er cápita) y participación política
(voto). El m odelo desarrollado en O ccidente es un hecho, El mismo
m odelo básico reaparece en virtualm ente toda sociedad en m oderni­
zación, en todos los continentes del globo, independientem ente de
las variaciones de raza, color, credo... ”1-
Ju n to con la m odernización en m archa con el capitalismo y el occi-
dentalismo, se generaliza el predom inio de las más diversas tecnologías
de producción y control sociales. Toda tecnología, en la mecüda i que
está inserta en la vida de la sociedad o en el juego de las formas socia­
les, se transform a en técnica social, y puede servir a distintas finalida­
des. Pero com o técnica m onopolizada o adm inistrada por los que de­
tentan el poder, en sociedades atravesadas por desigualdades sociales,
económicas, políticas y culturales, es evidente que tiende a ser m anipu­
lada de m odo que reitere y desarrolle las estructuras prevalecientes en
sus diversidades y desigualdades. En este contexto, las tecnologías de la
electrónica, entre otras, intensifican y generalizan la racionalización de
las más diversas formas sociales de vida y trabajo, de los más diferentes
m odos de ser y pensar. Poco a poco, la sistemática de la tecnología pue­
bla y organiza tam bién el imaginario de individuos y colectividades. Al
entrar en la fábrica de simulacros y virtualidades, la tecnología ayuda a
instituir parám etros de pensam iento e im aginación.1?’

D aniel Lerner, The passing o f tradilional sonely (M odem izing the Muidla Easl), N ueva
York, T h e Free Press, 1966, p. 46. Consultar tam bién, David E. Apter, The politics o f mo-
dem izalian, C hicago, T h e University o f C hicago Press, 1965.
13 p¡ei re Lévy, L a machíne univers (Crcalían, cognition el iu.llura informatújuc), París, La
LA OCCIDENTALIZACIÓN DEL M U N D O 69

En sus líneas básicas, la teoría de la m odernización del m undo pue­


de ser vista como una versión más conspicua de la “teoría” de la occi-
dentalización del m undo. U na sustituye a la otra, pero sin que ésta sea
abandonada. Sucede que la teoría de la occidentalización no oculta­
ba, u ocultaba muy mal, el eurocentrism o y el etnocentrism o del pen­
sam iento europeo; elem entos después asumidos, en buena m edida,
p or el pensam iento norteam ericano. Además, las ciencias sociales se
desarrollan, se vuelven más sofisticadas, elaboran conceptos e inter­
pretaciones que parecen más exentos, más neutros. La teoría de la
m odernización es una form ulación “científica” que contem pla algu­
nos de los valores del occidentalismo. Articulada en térm inos lógicos
y teóricos, codifica y establece parám etros que, sim ultáneam ente, ex­
plican la trayectoria de las sociedades occidentales y apuntan las con­
diciones y posibilidades de la evolución de las otras sociedades. En am ­
bos casos, tratándose de occidentalización y de m odernización, preva­
lece el com prom iso esencial con la form ación, el desarrollo y la con­
solidación del capitalismo en niveles local, nacional, regional, interna­
cional y global. “Al im ponerse en escala m undial, el capitalismo creó
un a doble exigencia de universalismo. Por un lado, en el plano del
análisis científico de la sociedad, el descubrim iento de las leyes univer­
sales que ordenan la evolución de todas las sociedades. Y p o r otro, la
form ulación de un proyecto hum ano igualm ente universal que perm i­
te rebasar los límites históricos (de las sociedades atrasadas)... Esta óp­
tica inspira fatalm ente u n a percepción ‘etapista’ de la evolución nece­
saria: las sociedades capitalistas atrasadas (periféricas) deben ‘repro­
du cir’ el m odelo avanzado”; en caso contrario pueden ser sorprendi­
das p or los desafíos representados por los nuevos desarrollos posibles,
y hasta necesarios, del m odelo avanzado.14
Llevada a las últimas consecuencias, la tesis de la m odernización del
m undo tam bién perm ite contem plar las diversidades locales, naciona­
les y regionales, del mismo m odo que las sociales, económicas, políti­
cas y culturales. Aunque la m odernización tienda a im poner las más di-

D écou verte, 1987; N eil Postm an, Technology (The surrender o¡ culture lo lachnology), N ueva
York, V intage Books, 1993. U n a de las prim eras versiones de la n oción d e técn ica so­
cial: Karl M annheim , M a n and soc.iely in an age o f raamslruclion, N ueva York, H arcourt,
Brace and Co., 1949, parte V, cap. l, “T h e con cep t o f social tech n iq u e”.
14 Sam ir Am in, 1.’mrocanlnsmt: (Critique d ’u ne ideología), París, A n th op os, 1988, p. 18
[ed. esp.: El eurocentrism o: crítica de una id eología, M éxico, Siglo XXI, 1989], C on­
sultar tam bién, Edward W. Said, Orientalismo, Madrid, Libertarias, 1990; K.M. Panikkar,
Asia and Western d o iu in n n tx Londres, G eorge A lien & Unwin, 1959; Eric R. Wolf, Euro­
pa y la gente sin historia, M éxico, F ond o de Cultura E conóm ica, 1987.
70 LA OCCIDENTALIZACIÓN DEL M U N D O

versas formas de organización social de la vida y el trabajo, esto no se


da de m odo abrupto, inexorable, m onolítico. En cuanto proceso civili-
zatorio abarcad o r, ha conmovido con los más diferentes patrones, valo­
res e instituciones. C ontem pla las más distintas m odalidades de confi­
guraciones culturales, religiosas, lingüísticas, étnicas, sociales, políticas
y, tam bién, económicas. Los patrones, valores e instituciones de la mo­
dernización no se efectúan más que en contrapunto con patrones, va­
lores e instituciones diferentes, “extraños”, “orientales”, “arcaicos”,
“exóticos”. Son múltiples y diferenciadas las formas sociales y cultura­
les, o de civilización, con las que se confrontan los patrones, valores e
instituciones m odernos o m odernizantes. No sólo en Asia, Oceanía,
Africa, América Latina y el Caribe, sino tam bién en América del Norte
(Estados Unidos y C anadá), así como en las sociedades nacionales de
Europa Occidental, son múltiples y diferenciadas las formas sociales y
culturales, o de civilización, con las que se enfrentan los patrones, valo­
res e instituciones implicados en el proceso de m odernización. Pero es­
te proceso tiende a predominar, estableciendo condiciones y posibili­
dades o inaugurando tendencias. La m odernización trae consigo las
ideas de crecimiento, desarrollo, progreso o evolución. Se funda en el
supuesto de que las más diversas esferas de la vida social pueden ser
modificadas en el sentido de la secularización y la individualización,
com prendiendo la mercantilización, industrialización, urbanización,
propiedad privada, libertad e igualdad de propietarios organizados en
un contrato jurídicam ente establecido. También puede contem plar las
nociones de legitimidad, legalidad, representatividad, gobernabilidad,
sufragio, partido político, división de los poderes gubernam entales en
legislativo, ejecutivo y judicial, lo cual puede propiciar las condiciones
de construcción de la soberanía, hegem onía y ciudadanía.
Sin em bargo, cabe observar que en el ám bito de la m odernización,
de la formación social m oderna o m odernizante, conviven varias y con­
tradictorias temporalidades. Son diversos los pasados., próxim os y re­
motos, presentes en el curso de la m odernización, sea cual fuere su ni­
vel de realización. Modernizar, m uchas veces, es volver contem poráneo
lo que es pretérito; y a veces son diversos los pretéritos heredados o re­
creados en configuraciones presentes. Sim ultánem anete, m odernizar
es inaugurar lo nuevo o desconocido, ya sea proveniente “de afuera”,
ya sea oriundo de cambios “internos”. En todos los casos, está en cues­
tión el contrapunto entre lo contem poráneo y lo no contem poráneo.
Y son m uchas las situaciones en las que m odernización significa la bús­
queda, o imposición, de la contem poraneidad. Se desencadenan o in­
LA OCCIDENTALIZACIÓN DEL M U N D O 71

tensifican procesos destinados a volver a individuos, grupos, clases, co­


lectividades o pueblos contem poráneos de su tiempo; entendiéndose
que el parám etro de la contem poraneidad lo da la sociedad “más desa­
rrollada” o sim plemente dom inante. Pero nada im pide que subsistan,
naturalm ente en distintas gradaciones, las más diferentes formas de di­
versidades y desigualdades, en térm inos no sólo de tiempos sino tam­
bién de espacios. En el mismo curso de la m odernización, así como en
el ámbito de la form ación social m oderna o m odernizada, se desarro­
lla la no contem poraneidad o la pluralidad de los tiempos.
A unque los procesos de globalización y m odernización se desen­
vuelven sim ultánea y recíprocam ente por el m undo, tam bién p ro d u ­
cen desarrollos desiguales, divergentes, contradictorios. En el mismo
curso de la integración y la hom ogeneización se desarrolla la frag­
m entación y la contradicción. Al encontrar otras formas sociales de
vida y trabajo, que incluyan culturas y civilizaciones, se constituyen las
más sorprendentes diversidades. Tanto pueden reavivarse las formas
locales, tribales, nacionales o regionales com o pueden suceder desa­
rrollos inesperados de occidentalidad, capitalismo y racionalidad. El
mismo vasto proceso de globalización del m undo es siem pre un vas­
to proceso de pluralización de los m undos.
Lo que crea la ilusión de integración u hom ogeneización es el he­
cho indiscutible de la fuerza del occidentalismo, conjugado con el ca­
pitalismo. Tanto la filosofía, ciencia y arte de origen occidental como
las fuerzas productivas y las relaciones de producción desarrolladas con
el capitalismo, se difunden por el m undo, muchas veces de m odo con­
jugado. Hay centros de poder, agencias de difusión y puesta en prácti­
ca que actúan más o m enos universalmente en térm inos de lo que se
define como m oderno, racional, científico, técnico, pragm ático.15
En este escenario florece una parte im portante de la retórica sobre
la posm odernidad. Se habla de posm odernidad tanto en París como en
la ciudad de México, en Nueva York como en la ciudad de El Cabo, en
Moscú como en Nueva Delhi, en Tokio como en Pekín, en H ong Kong
como en Puerto Príncipe. Cuando se confunden m odernización y mo­
dernidad, se vuelve fácil hablar de posm odernidad, olvidando que aún
no es posible hablar de posm odernización. Pero esto no im pide que

Xavier P olan co (o rg.), Nais sanee d dúwlopmenl de la sdenca-monde, París, La D écou-


verte, 1990; Ernst B. Haas, Mar y Pat W illiams y D on Babai, S á m tisls and world arder (The.
usas of luchnical hnowledge in intum alional organizalions), Berkeley, University o f California
Prcss, 1977; V.A. V inogradov y otros, “Toward an in ternational inform ation system ”, In-
lernalional Sodal Sdance Journal, vol.XXXW, núm . 1, 1981, pp. 10-49.
72 LA OCCIDENTALIZACIÓN DEL M U N D O

muchos, cuando pretenden ser superlativos a propósito de m oderniza­


ción, apelen a la idea de posm odernidad. Mezclan el proceso histórico-
social con el m odo de ser, actuar, pensar, imaginar; el m odo de organi­
zar la vida social con el estado de espíritu; las determ inaciones de las
formas de sociabilidad vigentes, o en realización, con los horizontes fi­
losóficos, científicos, artísticos que pueden trascender las configuracio­
nes sociales. Sí: la m odernidad se refiere a un m odo de ser, actuar, pen­
sar e imaginar, o sea, a un estado de espíritu que abarca dilemas y ho­
rizontes filosóficos, científicos y artísticos. Se desarrolla de m odo frag­
m entario y contradictorio, principalm ente en las sociedades de Euro­
pa Occidental. Sim ultáneam ente y cada vez más, se difunde por las más
diversas tribus, naciones y nacionalidades. Incluso pasa a adquirir desa­
rrollos notables en otros lugares, originalm ente no occidentales. En los
tiempos de la globalización sigue desarrollándose de m odo fragm enta­
rio y contradictorio. Se trata de un m odo de ser, de un estado de espí­
ritu, en el que se expresan horizontes excepcionales de emancipación
y enajenación. “Ser m odernos es encontrarnos en un entorno que nos
prom ete aventuras, poder, alegría, crecimiento, transform ación de no­
sotros y del m undo y que, al mismo tiempo, amenaza con destruir to­
do lo que tenemos, todo lo que sabemos, todo lo que somos. Los en­
tornos y las experiencias m odernas atraviesan todas las fronteras de la
geografía y la etnia, de la clase y la nacionalidad, de la religión y la ideo­
logía: se puede decir que en este sentido, la m odernidad une a toda la
hum anidad. Pero es una unidad paradójica, la unidad de la desunión:
nos arroja a todos en una vorágine de perpetua desintegración y reno­
vación, de lucha y contradicción, de am bigüedad y angustia.”16
La m o d ern id ad p uede ser algo que subsiste y se desarrolla en m e­
dio de las más diversas m odalidades de m odernización. Pero cabe re­
conocer que la m odernización, p o r la m anera en que ocurre en el
m undo, está predom inantem ente determ inada p o r la racionalidad
del capitalismo, en cuanto racionalidad pragm ática, técnica, autom á­
tica. En lugar de em ancipar individuos y colectividades en sus posibi­
lidades de realización e im aginación, produce y reproduce sucedá­
neos, simulacros, virtualidades o espejismos. Es verdad que los suce­
dáneos, simulacros, virtualidades o espejismos, ju n to con los collages,
m ontajes, bricolages, desconstrucciones, pastiches y otros lenguajes

lh Marshall B erm an, lo do lo .sólido se desvanece en el aire. La experiencia, de la moderni­


dad, M éxico, Siglo XXI, 1988, p. 1. Consultar tam bién, David Harvey, Condigno pós-mo-
derna, Sao Paulo, E d ifó es Loyola, 1992; Jean-Francois Lyotard, Opós-nioderno, Río de Ja­
neiro, José O lym pio Editora, 1986.
LA OCC'.IDENTALIZAC'.IÓN DEL M U N D O 73

p u ed en ser tom ados como m anifestaciones o preanuncios de posm o­


dernidad. Pero tam bién es verdad que esos lenguajes pueden ser to­
m ados como m anifestaciones extremas, m uchas veces inesperadas y
aún no adecuadam ente codificadas, de m odernidad. Son los lengua­
jes de la desterritorialización de las cosas, gentes e ideas, más allá de
fronteras culturales y de civilización, por m edio de los que se estable­
cen los horizontes de la m odernidad-m undo.
6. LA ALDEA GLOBAL

C uando el sistema social m undial se pone en m ovimiento y se m oder­


niza, entonces el m undo em pieza a parecer una especie de aldea glo­
bal. Poco a poco o de repente, según el caso, todo se articula en un
vasto y com plejo todo m oderno, m odernizante, m odernizado. Y el
signo p o r excelencia de la m odernización parece ser la com unica­
ción, la proliferación y la generalización de los m edios im presos y
electrónicos de com unicación, articulados en tramas m ultim edia que
llegan a todo el m undo.
La noción de aldea global es una expresión de la globalización de
las ideas, patrones y valores socioculturales, imaginarios. Puede ser
vista com o u n a teoría de la cultura m undial, entendida com o cultura
de masas, m ercado de bienes culturales, universo de signos y símbo­
los, lenguajes y significados que crean el m odo en el que unos y otros
se sitúan en el m undo o piensan, im aginan, sienten y actúan.
A consecuencia de las tecnologías oriundas de la electrónica y la in­
formática, los medios de comunicación adquieren mayores recursos,
más dinamizados, alcances m ucho más distantes. Los m edios de com u­
nicación de masas, potenciados por esas tecnologías, rom pen o rebasan
fronteras, culturas, idiomas, religiones, regím enes políticos, diversida­
des y desigualdades socioeconómicas y jerarquías raciales, de sexo y
edad. En pocos años, en la segunda mitad del siglo XX, la industria cul­
tural revoluciona el m undo de la cultura, transform a radicalm ente el
imaginario de todo el m undo. Se form a una cultura de masas mundial,
tanto p or la difusión de las producciones locales y nacionales como por
la creación directa en escala mundial. Son producciones musicales, ci­
nematográficas, teatrales, literarias y otras, lanzadas directam ente al
m undo como signos m undiales o de la mundialización. Se difunden
p or los más diversos pueblos, independientem ente de sus peculiarida­
des nacionales, culturales, lingüísticas, religiosas, históricas y otras. Son
producciones a veces rodeadas de aura científica o filosófica, como los
rum ores sobre el fin de la historia, el fin de la geografía, la génesis de
la Tierra-patria, las maravillas de la sociedad informática, el m undo co­
m o paraíso libre del castigo del trabajo enajenado. “En el próxim o si­
glo, la T ierra verá que su conciencia colectiva se eleva por encim a de la
[74]
LA ALDEA GLOBAL 75

superficie terrestre en una densa sinfonía electrónica, en la que todas


las naciones -si siguen existiendo como entidades separadas-vivirán un
haz de sinestesia espontánea. [...] Más y más personas entrarán en el
m ercado de informaciones, perderán sus identidades privadas en ese
proceso, pero surgirán con capacidad para interactuar con cualquier
persona en la faz del globo. Referéndum s electrónicos masivos y espon­
táneos atravesarán continentes. El concepto de nacionalismo declinará
y también los gobiernos regionales caerán como consecuencia política
de la creación de un gobierno m undial por satélite artificial. El satélite
será usado como el instrum ento m undial más im portante de propagan­
d a en la guerra por los corazones y m entes de los seres hum anos.”1
En el ámbito de la aldea global, prevalecen los medios electrónicos
como un poderoso instrum ento de comunicación, inform ación, com­
prensión, explicación e imaginación de lo que sucede por el m undo.
Ju n to con la comunicación impresa, los medios electr ónicos pasan a de­
sem peñar el singular papel de intelectual orgánico de los centros m un­
diales de poder, de los grupos dirigentes de las clases dom inantes. Aun­
que mediatizados, influidos, cuestionados o asimilados en el ámbito lo­
cal, nacional y regional, poco a poco esos medios adquieren el carácter
de un singular e insólito intelectual orgánico, articulado a las organiza­
ciones y empresas transnacionales predom inantes en las relaciones,
procesos y estructuras de dom inación política y apropiación económica
que tejen el m undo, de acuerdo con el “nuevo orden económico m un­
dial” o las nuevas geopolíticas y geoeconomías regionales y mundiales.
“La angustia crítica en que viven hoy todos los hom bres es, en gran me­
dida, el resultado de esa zona interfacial que existe entre una cultura
mecánica, fragm entada y especializada en decadencia, y u na nueva cul­
tura integral, que es completa, orgánica y macrocósmica. Esta nueva cul­
tura no depende en absoluto de las palabras. De hecho, el lenguaje y el
diálogo ya tom aron la form a de interacción entre todas las zonas del
m undo. [...] La com putadora suprime el pasado hum ano, convirtién­
dolo por entero en presente. Hace que sea natural y necesario un diá­
logo entre culturas, pero prescindiendo por completo del discurso... La
palabra individual, como depósito de información y sentimiento, ya es­
tá cediendo a la gesticulación macrocósmica.”2
1 Marshall M cLuhan y Bruce R. Powers, 'H u í global village (Transfarmalum in world li-
f<; a n d inedia in lht>. 21x1 century), N ueva York-Oxford, O xford University Press, 1989, pp.
95-118 [ed. esp.: La aldea global. Transfarmaáones en la vida y los medios de comuniranón
mundiales en el siglo XXI, M éxico, G edisa, 19911.
2 Marshall M cLuhan, Q u en tin Fiore y [eróm e Agel, Guerra y paz en la aldea global,
B arcelona, M artínez Roca, 1971, pp. 72-73 y 98-99.
76 LA ALDEA GLOBAL

Está claro que los medios de comunicación globales no son m onolí­


ticos. Están atr avesados por imposiciones locales, nacionales y regiona­
les, así como por divergencias políticas, culturales, religiosas y otras. Se
com ponen de empresas, corporaciones y conglom erados que compi­
ten en los mercados y se disputan clientes, audiencias, públicos, estra­
tos sociales. Son sensibles a las reivindicaciones de diferentes grupos y
clases sociales, movimientos sociales y partidos políticos, iglesias y go­
biernos. En este aspecto, y tomados globalm ente, los medios de comu­
nicación expresan m ucho de lo que sucede en el m undo, en la ola de
integración y fragm entación, en el ámbito de las diversidades y desi­
gualdades, en el juego de los conflictos y de las acomodaciones.
Sin embargo, sim ultáneam ente, una parte de esos mismos medios
de com unicación opera en consonancia con centros de poder de alcan­
ce mundial. Con frecuencia presentan el m undo com o un vasto video­
clip, un caleidoscopio aparentem ente sin nexo, transfigurando y refi­
gurando los acontecim ientos como un espectáculo, en el cual todo y
cualquier dramatismo queda subjetivado, en el cual las dim ensiones
épicas de los acontecim ientos se disuelven en la pirotecnia del audiovi­
sual, tanto simulado y virtual como desterritorializado y ahistórico.
La verdad es que la industria cultural tam bién adquirió alcance
global. Atraviesa fronteras de todo tipo, geográficas, políticas, cultu­
rales, religiosas, lingüísticas y otras. Se transform a en un poderoso
sector de producción, en el sentido de producción de m ercancías, lu­
cro o plusvalía. Em plea a millares de intelectuales de todas las espe­
cialidades, de los más diferentes campos del conocim iento, como asa­
lariados, trabajadores productivos cuya fuerza de trabajo produce ex­
cedente, lucro o plusvalía. Transfigura al periodista, al escritor, al
científico social, al publicista, locutor, escenógrafo, técnico de soni­
do, especialista en efectos visuales coloridos y sonoros, artífice de la
estética electrónica y m uchos otros en un vasto trabajador colectivo,
un intelectual orgánico aún poco conocido. Sim ultáneam ente, la in­
dustria cultural produce y reproduce signos, símbolos, imágenes, so­
nidos, formas, colores, movimientos, todo esto en las más innovado­
ras o inocuas, prosaicas o sorprendentes com binaciones, poblando el
im aginario de m uchos en todo el m undo.
En el ámbito de la aldea global, todo tiende a volverse representa­
ción estilizada, realidad pasteurizada, simulacro, virtualidad. La indus­
tria cultural se transform a en un poderoso m edio de fabricación de re­
presentaciones, imágenes, formas, sonidos, ruidos, colores y movimien­
to. De m anera cada vez más libre, arbitraria o imaginativa, el m undo
LA ALDEA GLOBAL 77

que aparece en los medios de comunicación tiene m ucho de un m un­


do virtual, algo que existe en abstracto y por sí o en sí. Muchas veces,
tiene apenas una rem ota resonancia de lo que podrían ser los aconte­
cimientos, las configuraciones y los movimientos de la sociedad, en los
niveles local, nacional, regional o global. “En principio, la inform ación
está ahora a disposición inm ediata en todo el globo y puede ser alma­
cenada o recuperada, siempre que se disponga de elecm cidad. El tiem­
po y el espacio ya no están restringidos al intercam bio de inform acio­
nes. La aldea global de McLuhan es técnicam ente realizable.”3
Todo se globaliza y virtualiza, como si las cosas, las gentes y las ideas
se trasfiguraran por la magia de la electrónica. La ola m odernizante no
se detiene nunca, y se difunde por los más rem otos y recónditos rinco­
nes y entresijos de los m odos de vida y ü abajo, de las relaciones socia­
les, de las objetividades, subjetividades, imaginarios y afectividades.
M cLuhan “vio la tecnología como una extensión del cuerpo. De la mis­
ma form a que la rueda es una extensión del pie, el telescopio una ex­
tensión del ojo, así la red de comunicación es una extensión del siste­
m a nervioso. Así como la red de com unicaciones se difundió p o r el
m undo, así ocurrió con nuestra red neural. La televisión se volvió nues­
tros ojos, el teléfono nuestra boca y oídos. Nuestros cerebros son los de
un sistema nervioso que se extiende por todo el m undo.”4
Es com o si cada individuo pasara a ser eslabón de m últiples redes
de com unicación, inform ación, interpretación, diversión, aflicción,
evasión. Cada individuo puede ser un haz de articulaciones locales,
nacionales, regionales y m undiales, cuyos movimientos y centros de
emisión están dispersos y desterritorializados en el m undo exterior.
Su m odo de ser, que com prende acciones, relaciones, reflexiones y
fantasías, pasa a estar cada vez más poblado por los signos difundidos
p o r la aldea global.
En el ámbito de la sociedad m undial en formación, cuando son ca­
da vez más num erosas y generalizadas las señales de la globalización,
tam bién se multiplican los pastiches, los simulacros y las virtualidades.
Las más diversas realidades sociales, en sus expresiones económicas,
:jí Mark Póster, The mode o f information: Poslstrucluralism and sodtd amlext, Cam bridge,
Polity Press, 1990, p. 2. Citado por Benjam ín W ooley, Virtual wtrrlds (A joum/ty in hype
an d hyperrr.alily), Londres, P enguin Books, 1992, p. 124. Consultar tam bién, Arrnand
Mattelart, L a rom unicadón-mundo (Historia de las ideas y de las estrategias), M éxico, Siglo
XX I, 1996, especialm en te el cap. 6: “Del progreso a la com unicación: las m etam orfo­
sis co n cep tu a les”.
4 Benjam ín Wooley, Virtual wtrrlds (A jimrney in hype and hyperreality), Londres, P en ­
guin Books, 1992. pp. 124-125.
78 LA ALDEA GLOBAL

políticas y culturales, adquieren configuraciones desconocidas e inima-


ginadas, no sólo para el público en general, sino tam bién para los cien­
tíficos sociales. En todas las esferas de la vida social, incluidas evidente­
m ente las empresas transnacionales y las organizaciones multilaterales,
los medios de com unicación de masas y las iglesias, las bolsas de valo­
res y los festivales de música popular, las carreras automovilísticas y las
guerras, todo se tecnifica, se organiza electrónicam ente, adquiere las
características del espectáculo producido con base en las redes electró­
nicas informáticas automáticas instantáneas universales.
La aldea global puede ser una m etáfora y u n a realidad, una confi­
guración histórica y una utopía. Puede ser sim ultáneam ente todas es­
tas posibilidades. Desde que las técnicas de la electrónica propiciaron
la intensificación y la generalización de las comunicaciones, más allá
de toda y cualquier frontera, se aceleró un proceso que ya se estaba de­
sarrollando en el ám bito de las relaciones internacionales, de las orga­
nizaciones m ultilaterales y de las corporaciones transnacionales. Lo
que el m undo ya conocía, a fines del siglo xix y comienzos del xx, co­
mo m onopolios, trusts y cárteles, que tejían geoeconom ías y geopolí­
ticas de sistemas imperialistas, o econom ías-m undo, preanunciaban
los prim eros contornos de lo que sería, a fines del siglo xx, la aldea
global. En la m edida en que se desarrollan las relaciones, los procesos
y las estructuras de dom inación y apropiación que constituyen la so­
ciedad global, lo que se intensifica y generaliza con la creciente movi­
lización de técnicas electrónicas, m uchos em piezan a percibir el m un­
do com o una vasta e insólita o idílica aldea global.
La aldea global es diseñada, tejida, coloreada, sonorizada y movili­
zada p o r todo un com plejo de elem entos dispares, convergentes y
contradictorios, antiguos y renovados, nuevos y desconocidos que for­
m an redes de signos, símbolos y lenguajes, que abarcan publicaciones
y emisiones, ondas y telecom unicaciones. Estos elem entos incluyen
las relaciones, los procesos y las estructuras de dom inación política y
de apropiación económ ica que se desarrollan más allá de toda y cual­
quier frontera, desterritorializando cosas, gentes e ideas, realidades e
im aginarios.
En este horizonte se crea y generaliza la cultura de la m undializa­
ción, com o p ro ducto y condición de esa m isma m undialización. Hay
elem entos tam bién dispares, convergentes y contradictorios, antiguos
y renovados, nuevos y desconocidos: carnaval, fórm ula 1, mil millas,
copa del m undo, olimpiada, música global, cine sobre la diversidad
de los m undos socioculturales, m ercados de obras de arte y artistas,
LA ALDEA GLOBAL 79

de producciones científicas y cienficistas, de ídolos de la cultura po­


pular m undial, m anifestaciones de iglesias electrónicas, m ercadotec­
nia de m ercancías m undiales que llevan consigo signos de la cultura
de la m undialización, ropas y equipam ientos electrónicos, etiquetas y
estilos, palabras e imágenes, simulacros y virtualidades. “La acción del
m ercado tiene un efecto igualm ente corrosivo en el otro eje de la tra­
dición poética: el tem poral. La preem inencia del ahora lima los lazos
que nos un en al pasado. La im prenta, la televisión, y la publicidad
ofrecen diariam ente im ágenes de lo que está pasando ahora mismo
aquí y allá, en Patagonia, en Siberia y en el barrio vecino; la gente vi­
ve inm ersa en un ahora que parpadea sin cesar y que nos da la sensa­
ción de m ovim iento continuo y sin cesar acelerado. ¿Nos movemos
realm ente o sólo giramos y giram os en el mismo sitio? Ilusión o reali­
dad, el pasado se aleja vertiginosam ente y desaparece. A su vez, la pér­
dida del pasado provoca fatalm ente la pérdida del futuro. [...] Des­
pués de la segunda guerra m undial, las actividades artísticas se han
m ultiplicado: museos, galerías, bienales, subastas internacionales,
ríos de oro, océanos de publicidad. O tro tanto ocurre, aunque en es­
cala m uchísim o m enor, en el dom inio editorial. Sin em bargo, lo mis­
m o en las artes visuales que en la literatura, predom inan los estereo­
tipos.. . A unque las causas de esta situación son m últiples y complejas,
creo firm em ente que una de las principales es la transform ación del
antiguo com ercio literario y artístico en un m oderno m ercado finan­
ciero. Este cambio económ ico coincide con otro de ord en m oral y po­
lítico en las dem ocracias de O ccidente: la conversión de los ciudada­
nos en consum idores.”5
En un nivel más de lo que es evidente, el principal tejido de la aldea
global ha sido el mexxado, la mercantilización universal, en el sentido
de que todo tiende a ser mercantilizado, producido y consum ido como
mercancía. Sin embargo, cabe observar que en la base de la aldea glo­
bal, sea cual sea su realidad o idea, está la informatización, están las téc­
nicas electrónicas que com ponen una vasta y laberíntica m áquina uni­
versal que opera múltiples mensajes y está presente en todos los luga­
res. Se trata de las tecnologías de la inteligencia y la imaginación, que
caracterizan la era de la inform ática y perm iten diseñar, tejer, colorear,
sonorizar y movilizar la aldea global. Producen un m undo digitalizado,
virtual, instantáneo, ubicuo, plenam ente esférico o totalm ente plano,

O ctavio Paz, La oirá voz: p o m a y fin dr siglo, B arcelona, Seix Barral, 1990, pp. 101
y 103-104.
80 LA ALDEA GLOBAL

unidim ensional y multidim ensional, sin cronología, historia o biogra­


fía. Un m undo concebido como un texto, enm arañado de interfases,
un hipertexto solam ente inteligible por las tecnologías de la elecuóni-
ca inform ática cibernética universal.
Esta es la magia: el caos se transfigura en un sistema de signos, sím­
bolos, lenguajes, metáforas, emblem as, alegorías; sim ultáneam ente,
este sistema se transfigura en un texto com plejo, un hipertexto; un
hipertexto que p u ed e ser leído, traducido, parafraseado, translitera-
lizado. “Técnicam ente, un hipertexto es un conjunto de nudos liga­
dos p o r conexiones. Los nudos pueden ser palabras, páginas, im áge­
nes, gráficas o partes de gráficas, secuencias sonoras, docum entos
com plejos que p u ed en a su vez ser hipertextos. Los rubros de infor­
m ación no están ligados linealm ente, com o en u n a cuerda con n u ­
dos, sino que cada uno de ellos, o la mayoría, extiende sus conexio­
nes en estrella, de m odo reticular. Navegar en un hipertexto significa
p or lo tanto diseñar un recorrido en una red que puede ser tan com­
plicada com o posible. Porque cada nudo puede, a su vez, contener
una re d en tera.”6 Así se realiza la m etam orfosis del caos en sistema y
del sistema en texto o hipertexto.
En el límite, la informatización del m undo perm ite la transform a­
ción de hechos, incluyendo relaciones, procesos y estructuras, en un
vasto hipertexto. Y en el mismo proceso ya se constituyen las condicio­
nes de su lectura, traducción, paráfrasis o transliteración. De repente,
como en un acto de magia, el caos se convierte en sistema, las configu­
raciones y movimientos de la sociedad m undial en aldea global. Una al­
dea diseñada, tejida, coloreada, sonorizada y movilizada como en una
invención lúdica. “Un m apa global ¿no correría el riesgo de volverse
ilegible a partir de una cierta cantidad de conexiones, al cubrirse la te­
la de líneas entrecruzadas, en m edio de las cuales no sería posible dis­
tinguir ya nada? Algunas investigaciones contem poráneas parecen
m osüar que las representaciones de conexiones en tres dim ensiones
serían m enos embarazosas y más fáciles de consultar, dada una misma
cantidad, que las representaciones planas. El usuario tendría la im pre­
sión de entrar en un a esü uctura espacial y en ella desplazarse como
dentro de un volum en.”7
Sin em bargo, en tre todos los elem entos que se movilizan en la or­
ganización y dinám ica de la aldea global sobresale una categoría de

h Pierre Lévy, Av tecnologías da inteligencia (O fu tu ro do pensam m lo na era da informáti­


ca), Río d e Janeiro, Editora 34, 1993, p. 33.
7 Jbid., p. 38.
LA ALDEA GLOBAL 81

intelectuales. Son ellos los que piensan los m edios y m odos de opera­
ción del todo y de sus partes; así colaboran para que se articulen di­
nám icam ente, de m odo que constituyan la aldea com o un sistema
global. Son estos intelectuales los que prom ueven la traducción de la
organización y la dinám ica de las fuerzas sociales, económicas, políti­
cas y culturales que operan en el ám bito m undial, traspasando fron­
teras, regím enes políticos, idiomas, religiones, culturas y civilizacio­
nes. Para esto operan las tecnologías de la inteligencia, cada vez más
indispensables, cuando se trata de diseñar, concebir, colorear, sonori­
zar y movilizar la aldea global, para traducir las configuraciones y los
m ovimientos de la sociedad m undial.
La aldea global no sería inteligible, como realidad o como imagina­
ción, sin la colaboración activa de toda una m ultitud de intelectuales
que trabajan en todo el m undo, en las más diversas organizaciones y
corporaciones públicas y privadas, nacionales, regionales, transnacio­
nales y propiam ente globales. Son investigadores, analistas, estrategas,
ejecutivos, consultores, asesores, técnicos, especialistas, juniors y seniors,
form ados en los más diferentes campos del saber, siem pre movilizando
conocim ientos científicos para el desarrollo y la puesta en práctica de
técnicas.
Se trata de los think-tanlis de todo tipo, organizados para pensar la
organización y la dinám ica de la sociedad global, en su todo y en sus
partes, en O ccidente y en O riente, en el norte y en el sur, en el cen­
tro y en la periferia, teniendo en cuenta la prosperidad y la crisis, el
m ercado y la planeación, lo previsible y lo inesperado, la casualidad y
la elección racional, la paz y la guerra. R epresentan una argam asa im­
p ortante, m uchas veces no sólo indispensable sino decisiva, para la
operación de las organizaciones y corporaciones en las escalas local,
nacional, regional y m undial. C om ponen las tecnocracias y las tec-
noestructuras que adoptan y ponen en práctica m uchas de las deci­
siones fundam entales relativas a la sistemática de la aldea global, co­
m o un todo y en sus m últiples partes. “Los procesos de decisión en
curso en las políticas m undiales indican que el conocim iento especia­
lizado está influyendo sobre la acción política, puesto que las directri­
ces de actuación pasan por cambios significativos... Los especialistas
no están sustituyendo a los políticos, sino que están orientando a los
políticos sobre cuestiones que nunca estuvieron en la agenda in tern a­
cional; y están delineando program as de investigación y acción con
potencial para alterar la m anera en que se puede interpretar el siste­
m a internacional. Sus interpretaciones constituyen uno de los princi-
82 LA ALDEA GLOBAL

pales com ponentes simbólicos de la interpretación colectiva del hom ­


bre, acerca de su lugar y evolución en este planeta. [...] El conoci­
m iento para la acción es el área ocupada predom inantem ente por es­
pecialistas, consultores, planificadores. Son las personas en las que se
apoyan los que deciden cuando se trata de obtener inform ación, con­
tribuciones sobre viabilidades, proyecciones sobre oferta y dem anda,
y sobre m odelos relativos a las cadenas de causación implicadas en la
realización de objetivos políticos. En otros térm inos, el especialista
dom ina los medios considerados relevantes para prom over políticas. El
político, sin em bargo, m antiene la prem inencia en la definición de
los objetivos de la acción y p or lo tanto, dom ina la conceptualización
de los fines. Así, el futuro del orden m undial depende de m odo cru­
cial de la capacidad de los especialistas para convencer a los políticos
de que acepten sus m etáforas.”8
Ya son innum erables y difundidos por el m undo los centros e ins­
titutos especializados en estudios, investigaciones, análisis, diagnósti­
cos, pronósticos, realización, evaluación, acom pañam iento, etc., de­
dicados a colaborar con organizaciones y corporaciones públicas y
privadas, “La vida en un think-tank es favorable. Los m ejores com bi­
nan p ro fundidad intelectual, influencia política, una razonable publi­
cidad, condiciones confortables y un tanto de excentricidad. Pero
cuidado. Las cualidades opuestas -p ed an tería, despropósito, oscuri­
dad, pobreza y convencionalism o- tam bién florecen.”9
Cabe por lo tanto reflexionar un poco más y con nuevos elem en­
tos sobre la tesis de que la globalización de los m edios de com unica­
ción, dinam izada y generalizada por las técnicas de la electrónica, lle­
va consigo la form ación y la preem inencia de un intelectual orgánico
de alcance m undial. Se trata de un intelectual orgánico que expresa
las form as excepcionales adquiridas p o r la producción, reproducción
y universalización de la cultura de masas, subvierte radicalm ente las
condiciones de la vida política de los pueblos y obtiene directam ente
las condiciones de producción y vigencia de hegem onías políticas.
Nótese que la globalización de los m edios de com unicación, que
incluyen empresas, corporaciones y conglom erados, así como proce-

HErnst B. Haas, Mary Pat W illiams y D on Babai, Sdenlisls and wtrrld arder ('IIir. uses o f
lechnicnl knowkdge in inUtmalitmal organistitions), Los A ngeles, University o f California
Press, 1977, pp. 12 y 48-49.
9 “T h e g o o d think-tank g u id e ”, The Economisí, Londres, 21 de d iciem bre de 1992,
pp. 78-85; cita de la p. 79. C onsultar tam bién, “Think-tanks: T h e carousels p ow er”, The
Economisí, Londres, 25 d e mayo de 1991, pp. 27-30.
LA ALDEA GLO BAL 83

dim ientos, lenguajes, técnicas de inform ación, elaboración y análisis,


prom ueve la form ación de equipos de intelectuales bastante com ple­
jos y abarcadores. Son intelectuales de todo tipo, de las más diversas
especialidades, que actúan en los más distantes lugares, articulados
en redes electrónicas inform áticas telemáticas on Une worldwide. Es co­
m o si todo el m undo, en su organización y dinám ica, en sus articula­
ciones, tensiones y fragm entaciones, fuese continuam ente, m inuto a
m inuto, descrito e interpretado, fotografiado y divulgado, taquigra­
fiado y codificado, o representado e im aginado, p o r u n a colectividad
de intelectuales especializados en traducir hechos, acontecim ientos,
crisis, callejones sin salida, realizaciones, hazañas, revoluciones y gue­
rras. Poco a poco, la opinión pública se form a o se conform a con los
signos, símbolos, emblem as, figuras, m etáforas, parábolas y alegorías
producidos y divulgados como la realidad de lo sucedido en el m o­
m ento mismo en cualquier parte del m undo. El proceso de describir
e interpretar, o representar e imaginar, produce u n a im agen ele la
realidad, u n a visión del m undo. En general, da la im presión de que
todo es presente presentificado, lugar sin raíz, hecho sin historia ni
m em oria. “Con el desarrollo de los m edios electrónicos, la industria
de la conciencia se convierte en el m arcapasos del desarrollo socioe­
conóm ico en la sociedad postindustrial. Se infiltra en todos los dem ás
sectores de la producción, asume cada vez más funciones de m ando
y de control, y d eterm ina la norm a de la tecnología d o m in an te... To­
das las técnicas citadas (satélites de com unicación, televisión por ca­
ble, videos, etc.), form an com binaciones entre sí y con las técnicas
más antiguas como im prenta, radio, cine, televisión, teléfono, teleti­
po, radar, etc. Esos m edios se com binan cada vez más para constituir
un sistema universal.”10
Se trata de un proceso de producción, reproducción y universali­
zación cultural cada vez más intenso, sistemático y generalizado, ya
que está sum am ente potenciado por las más diversas tecnologías. Se
trata de un proceso que tam bién se beneficia am pliam ente de la m o­
vilización de conocim ientos científicos de todo tipo, y no sólo de las
ciencias sociales, de m odo que perfecciona las descripciones e inter­
pretaciones, las taquigrafías y codificaciones, las fotografías y divulga­
ciones o las representaciones e im aginaciones. En varios aspectos, los
recursos científicos son üaducidos en técnicas de todo tipo, de acuer-
1,1 H ans M agnus Enzensberger, Elementas para urna teoría dos muios de comunicando, Río
d e Janeiro, E dicóes T em po Brasileiro, 1978, p. 43 [ed. esp.: Elementas para u n a teoría de
los medios dr comunicaáón, B arcelona, A nagram a].
84 LA ALDEA GLOBAL

do con la organización y dinám ica de empresas, corporaciones y con­


glom erados dedicados a los m edios de com unicación, a la cultura de
masas, a la industria cultural.
En este contexto se da la m etam orfosis de los m edios de com uni­
cación en un vasto, com plejo y global intelectual orgánico. Un inte­
lectual orgánico de las estructuras de po d er prevalecientes en el ám­
bito m undial, que traduce las im ágenes de la realidad y las visiones
del m undo en bloques de poder, com posiciones de clases y grupos so­
ciales que poseen m edios y m odos de organizar, influir, inducir o di-
nam izar las estructuras de dom inación política y apropiación econó­
m ica prevalecientes en la sociedad global.
Esta facultad de los m edios globalizados se explica en buena m edi­
da porque el m undo de la cultura se refiere al m odo en que el indi­
viduo, grupo, clase, colectividad, pueblo, tribu, nación, nacionalidad,
com unidad o sociedad tienden a verse, im aginarse o traducirse. Toda
realidad más o m enos compleja, problem ática o no, siem pre se tradu­
ce en representaciones, imágenes, m etáforas,1parábolas y alegorías,
así com o en descripciones e interpretaciones. Y es por m edio de los
lenguajes que esto ocurre, al incorporar palabra, im agen, sonido, for­
ma, m ovimiento, etc. Por eso los medios de com unicación se colocan
directam ente en el m eollo del m undo de la cultura, de las condicio­
nes y posibilidades de representación e im aginación.
Aquel que trabaja con los m edios de representación, principalm en­
te cuando puede m anipular los más diversos lenguajes y las más dife­
rentes técnicas, puede llevar las representaciones a extrem os paroxís-
ticos. Por esto la lengua, la im prenta, el telégrafo, el periódico, la ra­
dio, la televisión y otros medios y técnicas adquieren im portancia cre­
ciente en la organización y dinám ica de la vida del individuo, grupo,
clase, pueblo y sociedad. Esta es una historia antigua: “Siempre la len­
gua fue com pañera del im perio.”11 U na historia antigua y reciente:
“La suprem a gloria de Napoleón III fue probar que cualquier persona
puede gobernar una gran nación en cuanto obtiene el control del te­
légrafo y de la im prenta nacional.”12 U na historia antigua, reciente y
actualísima. A estas alturas de la historia, en la época de la electróni­
ca, todos tienen que “vivir en un m undo en el que la m icrocom puta-
do ra y el satélite están llevando velozmente las buenas nuevas de la li­

11 A n to n io d e Nebrija, citado por Tzvetan Todorov, La conquista <k América. El pro­


blema del olro, M éxico, Siglo XXI, 1987, p. 136.
12 Baudelaire, citado por David Harvey, Condifdo pos-moderna (Urna pesquisa sobre as
origetis da m udanza m llural), Sao Paulo, E d ifóes Loyola, 1992, p. 215.
LA ALDEA GLOBAL 85

beral-dem ocracia a casi todos los rincones del m u n d o ”.13


Así se form an las hegem onías de alcance m undial, los proyectos de
gestión de los problemas y las orientaciones de ámbito mundial. Hege­
m ónica es toda imagen de la realidad, toda visión del m undo que ex­
presa los intereses de los que detentan los medios de m ando, o domi­
nación y apropiación; pero sim ultáneam ente contem pla, es decir, toma
en cuenta los intereses de sectores sociales subordinados o subalternos.
Taquigrafía y codifica la organización y la dinám ica de la realidad, las
condiciones y las posibilidades de unos y otros, de tal m odo que el
m undo parece conform arse a la imagen o la visión del m undo que se
expresa en el proyecto de gestión de problemas, en la dirigencia del to­
do y las partes, en la orientación y reorientación del curso de los acon­
tecimientos, reivindicaciones y movimientos.
En la época de la guerra fría, a lo largo de los años 1946 a 1989, ya
en franco proceso de globalización, los m edios de com unicación
construyeron u n a visión del m undo bipolarizada, m aniquea. El capi­
talismo y el socialismo se contraponían en térm inos de “m undo libre
y m undo totalitario”, “dem ocracia y com unism o”, “sociedad abierta y
sociedad cerrad a”, “reino del bien y reino del m al”. Después, a partir
de 1989, cuando los m edios impresos y electrónicos globalizados in­
vaden aún más todas las esferas de la vida social en todo el m undo, lo
que prevalece es la idea de “nuevo orden económ ico m undial”, “fin
de la historia”, “fin de la geografía”. Y así la m etáfora de la “m ano in­
visible”, idealizada por el liberalismo clásico en los horizontes del Es-
tado-nación, resurge idealizada por el neoliberalism o en los horizon­
tes de la globalización. Poco a poco, las producciones y reproduccio­
nes de la cultura de masas, en escala m undial, crean la ilusión de una
universalización de las condiciones y posibilidades del m ercado y la
dem ocracia, del capital y la ciudadanía.
Tom ados como el intelectual orgánico de la globalización, en con­
diciones de construir hegem onías de alcance m undial, los m edios de
com unicación se revelan como una nueva figuración del “p rín cip e”
del que hablaron Maquiavelo y Gramsci. Para Maquiavelo, el prínci­
pe era un individuo excepcional, dotado de virtud; es decir, talento
m oral y político, así com o de fortuna; o sea, capacidad de aprovechar
las condiciones y posibilidades em ergentes en la vida política de la
ciudad, reino, nación o Estado. Para Gramsci, el príncipe puede ser
el partido político: “El m oderno príncipe, el m ito-príncipe, no puede

13 The Eamomist, Londres, 28 d e septiem bre d e 1991, p. 21.


86 LA ALDEA GLOBAL

ser u n a persona real, un individuo concreto; sólo puede ser un orga­


nismo; un elem ento com plejo,de la sociedad en el cual ya se ha ini­
ciado la concreción de una voluntad colectiva reconocida y funda­
m entada parcialm ente en la acción. Este organism o ya está determ i­
nado p o r el desarrollo histórico, es el partido político: la prim era cé­
lula en la cual se aglom eran gérm enes de voluntad colectiva que tien­
d en a volverse universales y totales.”14
Esta figura se transform a en el transcurso de la historia, en la m e­
dida en que se desarrollan las fuerzas que organizan y dinam izan la
vida de la sociedad. En la época de la universalización de los m edios
de com unicación, cuando el discurso del poder pasa a ser form ulado
y divulgado p o r interm edio de los m edios im presos y electrónicos, al­
go esencial se ha m odificado. Al lado del líder y del partido, o enci­
m a y más allá de ellos, se colocan los m edios de com unicación, en ten ­
didos com o em blem a de un intelectual colectivo de amplias p ro p o r­
ciones, difundido p o r el m undo y que influye en m entes y corazones.
La m etáfora revive de m odo inesperado cuando los m edios de comu-
nicaeión-asum en la extraña y sorprendente figura de príncipe de la
m odernidad-m undo. Com binado o no con individuos, movimientos
sociales, partidos políticos, iglesias, gobiernos, corporaciones u otras
personas, colectividades y organizaciones, este príncipe de la m oder­
nidad-m undo p uede influir a veces decisivamente en odios y pasio­
nes, corrientes de opinión pública, estados de espíritu, visiones del
m undo, m entes y corazones. “La sofisticación de la tecnología de la
persuasión en el últim o m edio siglo modificó las viejas reglas de la co­
m unicación hum ana. A m edida que la industria de la publicidad y de
las relaciones públicas se volvía cada vez más hábil para controlar la
opinión pública, las posiciones, las creencias y los sistemas de valores,
se fue volviendo un im perativo m antener el secreto y capacitar a la
población para reprim ir la conciencia de aquello que los m anipula­
dores estaban tramando. El Control de la percepción no se puede al­
canzar si es reconocido, lo que hizo que proiiferasen los controles
perceptivos en niveles conscientes e inconscientes. [...] La Susceptibi­
lidad hu m an a a la persuasión ideológica1está basada en la prom esa
etern am en te no cum plida de sentido y orden, una respuesta estereo­
tipada a la soledad, a la m onotonía, al m iedo y a las am enazas d é ham ­
bre, dolor, inseguridad y caos político, m oral o social. Estas amenazas
14 A n to n io Gramsci, M aquiavel, a fwlítica e o esUido moderno, R ío d e Janeiro, Editora
Civilizacáo Brasileira, 1968, p. 6. Cita del cap. i: “O m od ern o p rín cip e” [ed. esp.: Ñolas
sobra M aquiavelo, sobre política y sobre el estado moderno, M éxico, Juan Pablos, 1986].
LA ALDEA GLOBAL 87

son incesantem ente suscitadas por los m edios de com unicación co­
merciales. El mensaje constante de los m edios con estas amenazas
m antiene la búsqueda compulsiva de preguntas y respuestas, causas y
efectos, y com prom isos ideológicos. El m ensaje de los m edios indica
la últim a dirección del consum o, de la diversión, de la política, de los
negocios, de la industria, de las cuestiones militares y de la religión;
con sus relativas prom esas de reducir la ansiedad. Libertad es un Dat-
su n ..., un voto a un candidato político, u n a contribución para algún
profeta religioso...”lñ
Está claro que todo esto subvierte las formas tardicionales o clásicas
de organización y acción políticas. El partido, la opinión pública, el ejer­
cicio del voto, la gobernabilidad, la estabilidad o inestabilidad de regí­
m enes políticos, la m agnitud o irrelevancia de hechos sociales, econó­
micos, políticos y culturales, todo esto pasa a depender, en cierta medi­
da, de la form a en que los medios describen e interpretan, fotografían
y divulgan, taquigrafían y codifican o representan e imaginan hechos,
acontecimientos, realizaciones, callejones sin salida, crisis, perspectivas,
narcotráfico, terrorismo, recesión, desempleo, productividad, prosperi­
dad, golpe de Estado, revolución, contrarrevolución, guerra, comunis­
mo, socialismo, islamismo, cristianismo, budismo, occidentalismo,
orientalismo, neoliberalismo, capitalismo. Se subvierten las condiciones
de actuación y las posibilidades de influencia de partidos, iglesias, mo­
vimientos sociales, corrientes de opinión pública, procesos electorales,
análisis de la realidad social, económica, política y cultural, directrices y
mensajes. Se transfiguran los lenguajes y las técnicas del discurso del po­
der, de la dirigencia, de la hegemonía.
Cada una de las corporaciones m undiales de los m edios de comuni­
cación, y todas en conjunto, ejercen influencias más o m enos decisivas
en las formas en que individuos, grupos, clases, colectividades y pue­
blos se sitúan ante las configuraciones y movimientos de la realidad so­
cial, en los ámbitos local, nacional, regional y m undial. Es obvio que
hay convergencias y contradicciones, hiatos y divergencias, en el modo
en que las corporaciones de los medios de com unicación inform an, in­
terpretan, entretienen y distraen a individuos y pueblos. Pero hay siem-
W iteon Bryan Key, A era da munipuhuMfí, Sáo'Paulo, Scritta Editorial, 1993, pp. 313
y 3 19. C onsultar tam bién, Cynthia S ch n eid er y Brian Wallis (ed itores), 'Global televisión,
N ueva York, W edge Press, 1988; A nthony Sm ith, La geofwlític.a de la inform adón. Cómo la
cultura ocddenlnl domina d mundo, M éxico, F ond o de Cultura E conóm ica, 1984; Ar-
m and Mattelart, La cofriummtiím-mundo. Historia fie la\ idean y de bu estrategias, M éxico,
Siglo XXI, 1996; A rm and Mattelart, L ’inlernationale ■fmblidlaire, París, La Déconverte-,
1989. ‘ ' ■
88 LA ALDEA GLOBAL

pre alguna influencia, más o m enos decisiva, en el m odo en que los me­
dios de com unicación registran, seleccionan, interpretan y difunden lo
que sucede en el m undo. “Vivimos en una época de profundos cam­
bios políticos, económicos y culturales... Los cambios que agreden al
m undo alim entan la inseguridad. Exigen que los individuos reevalúen
y cambien sus acdtudes para dom inar los nuevos desafíos. Los indivi­
duos ansian orientación e inform ación, pero tienen tam bién una fuer­
te necesidad de entretenim iento y recreación. Para hacer frente a esas
diferentes exigencias, una corporación global de los medios de comu­
nicación tiene responsabilidades especiales. La comunicación es un
elem ento básico de cualquier sociedad. Los medios de comunicación
vuelven esa comunicación posible, ayudan a la sociedad a form ar la
opinión y el consenso democráticos. Hoy, la sociedad utiliza los medios
de com unicación para ejercer una form a de autocontrol.”16
En este sentido, los m edios de com unicación adquieren y expanden
su influencia en el im aginario de m uchos, de la gran mayoría. D eten­
tan am plio control sobre el m odo en que los hechos im portantes o se­
cundarios, locales, nacionales, regionales o m undiales, reales o im a­
ginarios, se difunden por el m undo, e influyen en m entes y corazo­
nes. P ueden transfigurar lo real en virtual, de la misma m anera que
lo virtual en real. Es evidente que este intelectual orgánico de alcan­
ce m undial habla, escribe y piensa principalm ente en inglés. A pesar
de estar com puesto p or innum erables individualidades procedentes
de las más diversas naciones, culturas y hasta incluso civilizaciones, en
tanto intelectual colectivo, m últiple, ubicuo y polifónico, habla, escri­
be y piensa principalm ente en inglés.
Es verdad que el inglés comenzó a mundializarse como idioma del
imperialismo británico, lo que ocurrió de m odo particularm ente acen­
tuado en el siglo XIX y las prim eras décadas del xx. En seguida, desde
el fin de la prim era (1914-1918), y más aún, desde el fin de la segunda
guerra m undial (1939-1945), se difundió también como idiom a oficial
del imperialismo norteam ericano. A fines del siglo xx, sigue sirviendo
a esos imperialismos, aunque con otros significados, en especial deja­
do a la crisis y la decadencia de esas grandes potencias, así como p o re i
surgim iento de otros polos m undiales de poder. En varios aspectos, es

1(1 Mark Wossner, “Sucess and responsability”, publicado por Bertelsm ann, A n n u a l
Rfifmrl 1992/93, G utersloh, A lem ania, 1993, pp. 4-7; cita d e la p. 4. Cabe observar que
la B ertelsm ann es una transnacional de los m ed ios d e com u nicación, activa en la pro­
d u cció n d e papel, libros, revistas, publicidad y servicios, y presente en países d e Euro­
pa, A m érica, Asia y Africa.
LA ALDEA GLOBAL 89

posible com probar que la creciente m undialización del inglés se desa­


rrolló en la estela de esos imperialismos.17
En la época de la globalización del m undo, cuando se intensifican
y generalizan las relaciones, los procesos y las estructuras del capita­
lismo, el inglés con el que se habla, escribe y piensa adquiere nuevos
significados, se transform a en la vulgata de la m undialización. A pe­
sar de sus connotaciones aún imperialistas, cuando se trata de intere­
ses norteam ericanos, británicos, canadienses o de otras naciones per­
tenecientes a la com unidad británica o a la geoeconom ía norteam e­
ricana, es innegable que el inglés se despega bastante de sus orígenes,
y se lanza com o u n a especie de jerg a universal. Es el idiom a p o r ex­
celencia de la aldea global tejida p o r las técnicas de la electrónica,
p o r los intercam bios m ercantiles, p o r la geopolítica de la guerra fría,
p o r el nuevo orden económ ico m undial form ulado por el neolibera-
lismo y p o r las redes de la industria cultural m undializada. “El inglés
tiene u na posición dom inante en la ciencia, la tecnología, la m edici­
n a y la com putación; en la investigación, los libros, los periódicos y el
software, en los negocios transnacionales, com ercio, navegación y avia­
ción; en la diplom acia y las organizaciones internacionales; en la cul­
tura de masas y en el deporte; y en los sistemas educativos, com o la
lengua extranjera que más am pliam ente se a p re n d e ... La difusión del
inglés es excepcional, tanto en térm inos de alcance geográfico como
en lo que se refiere a la profundidad de su pen etració n .”18
Nótese la contem poraneidad y el contrapunto: lengua de la globali­
zación y la electrónica del m undo sin fronteras. “La difusión del inglés
es tan significativa como el uso m oderno de las com putadoras. Cuan­
do el volumen de inform aciones que precisaban ser procesadas exce­
dió las capacidades humanas, la com putadora aparece en escena, trans­
form ando los procesos de planeación y de cálculo. Cuando la necesi­
dad de una comunicación global empezó a superar los límites estable­
cidos por las barreras de las lenguas, la difusión del inglés se aceleró, y
transform ó los patrones vigentes de com unicación internacional.”19

17 Robert Phillipson, Linguistic imperinlism, O xford, O xford University Press, 1992;


Claude Truchot, L A n g la is dans Ir. mrn.de. contemparain, París, Le Robert, 1990; R enato Or-
tiz, M undinlizagw e aillurn, Sao Paulo, Editora Brasiliense, 1994, especialm ente cap. vi:
“Legitim idade e estilos de vida”; Octavio Ianni, Imperialismo e cullum, Petrópolis, Editora
Vozes, 1976, especialm ente la primera parte: “A industria cultural do im perialism o”.
18 R obert P hillipson, L inguistic imperinlism, cit., p. 6.
19 C.A. Ferguson, “Forew ord”, en B.B. Kachru (ed itor), 11w. olher longue: English
rurosx cultures, O xford, Pergam on, 1983, pp. vii-xi, cita de la p. ix. Según la cita d e Ro­
bert P hillipson, Linguistic imperinlism, cit., p. 6.
90 LA ALDEA GLOBAL

Sí, la lengua de hecho de la aldea global ha sido principalm ente el


inglés. La mayor parte de las comunicaciones, que abarcan todo tipo
de intercam bio, desde las mercancías hasta las ideas, de las m onedas a
las religiones, se realiza en esa lengua. Gran parte de la producción
científica, filosófica y artística está fjormulada en esa lengua, en sus for­
mulaciones originales o en sus traducciones. Muchos de los hechos so­
ciales, económicos, políticos y culturales circulan como noticias habla­
das, escritas y pensadas en inglés, o traducidas a esa lengua. Es bastan­
te sintomático que algunos de los periódicos y revistas más característi­
cos de la mundialización en curso a fines del siglo xx estén escritos en
esa lengua, del mismo m odo que las emisiones de cadenas de televisión
y radio de alcance mundial. Prácticam ente todo lo que se refiere a la
electrónica: informática, com putación, telecomunicaciones, autom ati­
zación, robótica, m icroelectrónica y otras tecnologías creadas o perfec­
cionadas gracias a la electrónica, todo esto tiene su producción, merca­
dotecnia e im plem enación en inglés. “Los medios impresos, electróni­
cos e informáticos, igual que productos como el disco, el cine y los pro­
gramas televisados desem peñan un papel fundam ental en la difusión
del inglés. Representan, con m ucho, el principal m edio de ponerse en
contacto con esta lengua, que alcanza al mayor núm ero de personas,
que las involucra más frecuentem ente y de m anera más variada... Esta
presencia del inglés se manifiesta como la propia lengua de los medios.
Más allá de lo dicho, los medios propagan en inglés la reproducción de
la realidad del m undo contem poráneo...”20
El inglés ha sido no sólo el idiom a de la aldea global sino tam bién
y sim ultáneam ente, el idiom a de la Babel global. En esa Babel, atra­
vesada p o r las más sorprendentes diversidades y desigualdades, pola­
rizada p o r movimientos de integración y fragm entación, todos se en­
tienden y desentienden principalm ente en inglés. P ueden ser jap o n e ­
ses y chinos, hindúes y árabes, africanos y latinoam ericanos, franceses
e indonesios, alem anes y rusos; pero tienden a entenderse o a desen­
tenderse principalm ente en ese idioma.
N aturalm ente, las otras lenguas no sólo perm anecen, sino que se de­
sarrollan, se transform an y hasta pueden enriquecerse. En la m edida
en que es un m om ento esencial de la cultura, del m odo de ser, pensar,
actuar, sentir, im aginar o fabular, toda lengua es necesariam ente vida,
movimiento, devenir, transfiguración. El diálogo, el m onólogo y la po­
lifonía están siempre en el núcleo de la sintaxis y la semántica, del sig-

Claude Truchot, L A n g l/iú dans le. monda amle.mporam, París, Le Robert, 1990, p. 173.
LA ALDEA GLOBAL 91

no y el significado, de lo dicho y lo desdicho. Pero porque el diálogo,


el m onólogo y la polifonía implican necesariam ente las oüas lenguas,
los otros m odos de ser, pensar, actuar, sentir, imaginar o fabular. Del in­
tercambio entre las diferentes lenguas, como m om entos esenciales de
las diferentes culturas, de los diferentes m odos de ser, se producen tan­
to mutilaciones y reiteraciones como recreaciones y modificaciones.
“Las palabras son tejidas a partir de una m ultitud de hilos ideológicos
y sirven de tram a a todas las relaciones sociales en todos los dom inios...
La palabra constituye el m edio en el que se producen lentas acumula­
ciones cuantitativas de cambios que aún no han tenido tiem po de en­
gendrar una nueva cualidad ideológica, que aún no han tenido tiempo
de engendrar una form a ideológica nueva y acabada. La palabra es ca­
paz de registrar las fases transitorias más íntimas, más efímeras de los
cambios sociales... Cada época y cada grupo social tiene su repertorio
de formas de discurso en la comunicación socioideológica. [...] La len­
gua vive y evoluciona históricamente en la com unicación verbal con­
creta, no en el sistema lingüístico abstracto de las formas de la lengua
ni en el psiquismo individual de los hablantes.”- 1
La universalización del inglés, por lo tanto, no significa automática­
m ente la hom ogeneización de los m odos de hablar, escribir y pensar, o
ser, actuar, sentir, im aginar y fabular. Aunque la form a en que está ocu­
rriendo la globalización del capitalismo lleve consigo esa tendencia;
aunque la idea de aldea global im plique esa connotación, es innegable
que las más diversas modalidades de organizar la vida y el trabajo, las
herencias y las tradiciones, las hazañas y las derrotas, o los trabajos y los
días, continuarán produciendo y desarrollando las diferencias, las di­
versidades y las polifonías.

- 1 Mikhail Bakhtin (V olochínov), Marxismo tifilosofía da linguagem, 2a. ed., Sao Pau­
lo, Editora H ucitec, 1981, pp. 41, 43, 44 y 124.
7. LA RACIONALIZACIÓN DEL MUNDO

Desde el principio, el proceso de desarrollo del capitalismo es simultá­


neam ente un proceso de racionalización. Con vaivenes, por m edio de
las más sorprendentes situaciones, ju n to con las relaciones, los proce­
sos y las estructuras propias del capitalismo, ocurre el desarrollo de for­
mas racionales de organización de las actividades sociales en general,
que incluyen las políticas, económicas, jurídicas, religiosas, educativas y
otras. Poco a poco, las más diversas esferas de la vida social son buro-
cratizadas, organizadas en térm inos de calculabilidad, contabilidad, efi­
cacia, productividad, lucratividad. Al lado del m ercado, la empresa, la
ciudad, el Estado y el derecho, tam bién las actividades intelectuales son
racionalizadas. En rigor, los desarrollos de las ciencias llamadas natura­
les y sociales, traducidos en tecnologías de todos los tipos, se manifies­
tan sim ultáneam ente como condiciones y productos de un vasto y com­
plejo proceso de racionalización del m undo.
Desde que se formó el m oderno capitalismo, el m undo pasó a ser
influido p o r el patrón de racionalización generado como una cultura
de este mismo capitalismo. La administración de las cosas, gentes e
ideas, la calculabilidad del deber y el haber, la definición jurídica de los
derechos y las responsablidades, la codificación de lo que es privado y
lo que es público, todo esto pasa a constituir la tram a de las relaciones
sociales, el patrón predom inante de organización de las acciones socia­
les. La racionalidad originada con el m ercado, la empresa, la ciudad, el
Estado y el derecho tiende a organizar progresivamente los más diver­
sos círculos de relaciones sociales, e incluyen los grupos sociales y las
instituciones en que se insertan, de la fábrica a la escuela, de la agen­
cia del p oder estatal a la familia, de los sindicatos a los partidos políti­
cos, de los movimientos sociales a las corrientes de opinión pública. Po­
co a poco, todo se burocratiza, según un patrón burocrático racional y
legal. Este es el patrón que salta de Europa a Estados Unidos de Amé­
rica del Norte. En form a errática y contradictoria, en el curso de los
años, decenios y siglos, éste es el patrón que se extiende por los otros
países o pueblos, incluyendo continentes, islas y archipiélagos.
Con frecuencia, la dom inación racional convive con la dom inación
tradicional y la dom inación carismática. La realidad social, siempre
[92]
LA RACIONALIZACIÓN DEL M U N D O 93

compleja, m últiple, caótica e infinita, puede ser leída en las perspecti­


vas abiertas p or esos tres tipos de dom inación, que se pueden verificar
no sólo en E uropa Occidental y en Estados Unidos, sino tam bién en
otras sociedades, naciones, nacionalidades, tribus, com unidades o pue­
blos, en diferentes gradaciones. En Asia, Oceanía, África, América La­
tina y el Caribe, se presentan en múltiples combinaciones. Y son fre­
cuentes las situaciones en las que prevalece el patrón carismático o el
tradicional. Pero también son evidentes las situaciones en las que la do­
m inación racional predom ina am pliam ente, según el patrón inaugura­
do con el m oderno capitalismo europeo y progresivam ente m undial.
“Lo que el capitalismo creó, en definitiva, fue la em presa duradera y ra­
cional, la contabilidad racional, la técnica racional, el derecho racional;
a todo esto habría que agregar la ideología racional, la racionalización
de la vida, la ética racional en la econom ía.”1
Nótese pues que el capitalismo com prende todo un vasto y comple­
jo proceso social, económico, político y cultural. Aunque pueda ser ca­
racterizado por la racionalización de las acciones y las relaciones, de las
instituciones y las organizaciones, para que esta racionalización ocurra
y se desarrolle, se vuelve indispensable que se m odifiquen prácticas e
ideas, patrones y valores socioculturales, que transform en lo imaginario
y las actividades de unos y otros. En la m edida en que se forma, conso­
lida y expande, el capitalismo puede influir, crear, tensionar, modificar,
recubrir o hasta disolver formas de organización de las actividades pro­
ductivas y de la vida sociocultural. “Existe capitalismo dondequiera que
se realice la satisfacción de necesidades de un grupo hum ano con ca­
rácter lucrativo o por m edio de empresas, cualquiera que sea la necesi­
dad de que se trate. En especial, decimos que una explotación racional­
m ente capitalista es una explotación con contabilidad de capital, es una
orden administrativa por m edio de la contabilidad m oderna, con base
en el balance, exigencia form ulada por prim era vez en el año de 1698
p or el teórico holandés Simón Stevin. Naturalm ente, una econom ía in­
dividual puede orientarse de m odo diferente al capitalista; parte de la
satisfacción de sus necesidades puede ser capitalista y parte no capita­
lista, o sea, de organización artesanal o señorial. [...] La prem isa más
general para la existencia del capitalismo m oderno es la contabilidad
racional del capital, como norm a para todas las grandes empresas lu­
crativas que se ocupan de la satisfacción de las necesidades cotidianas.
Las premisas de estas empresas, a su vez, son las siguientes: 1 ] apropia-
1 Max Weber, Historia económica general, 2a. ed., M éxico, F on d o de Cultura
E conóm ica, 1956, p. 298.
94 LA RACIONALIZACIÓN DEL M U N D O

ción de todos los bienes materiales de producción (la tierra, los apara­
tos, los instrum entos, las máquinas, etc.), como propiedad de libre dis­
posición por parte de empresas lucrativas autónom as...; 2] la libertad
m ercantil, o sea, la libertad de m ercado frente a toda limitación irracio­
nal de intercam bio...; 3] técnica racional, o sea, contabilizable al máxi­
mo y, en consecuencia, m ecanizada.. 4 ] derecho racional, es decir, de­
recho calculable. Para que la exploración económ ica capitalista se pro­
cese racionalm ente es necesario que confíe en que la justicia y la admi­
nistración seguirán determ inadas norm as...; 5] trabajo libre, esto es,
que existan personas, no sólo en su aspecto jurídico sino tam bién en el
económico, obligadas a vender librem ente su actividad en un merca­
d o ...; 6] Comercialización de la economía, bajo cuya denom inación se
com prende el uso general de títulos de valor, para los derechos de par­
ticipación en las empresas e igualm ente para los derechos patrim onia­
les. En resum en, la posibilidad de una orientación exclusiva, en lo que
se refiere a la satisfacción de las necesidades, en el sentido m ercantil y
de rentabilidad.”2
Lo que cabe destacar en este punto es que el patrón de sociabili­
dad im plicado en el proceso de racionalización de las acciones, rela­
ciones, instituciones, organizaciones y form aciones sociales puede in­
fluir, tensionar, modificar, recubrir y hasta disolver los patrones de so­
ciabilidad no capitalistas, tales com o el carismático y el tradicional.
A unque estos patrones con frecuencia subsistan, reaparezcan y hasta
se form en al m argen o dentro del patrón racional, o burocrático le­
gal, aún así cabe reconocer que éste se presenta com o dom inante en
la historia m o d ern a europea y m undial. D ebido a la fuerza, com ple­
jid ad , alcance y expansividad del capitalismo com o proceso civilizato-
rio, las más diversas formas de organización de las actividades produc­
tivas y de la vida social tienden a ser recubiertas, subordinadas, m odi­
ficadas o disueltas p o r ese proceso. “La racionalización ha sido la
fuerza decisiva en el m undo m oderno. Su progreso en el ám bito de
la conducta, la em presa, la organización, la tecnología, la ley y la cien­
cia ha resultado en el profundo desencanto del cosmos que caracte­
riza a nuestra época.”3
Si es verdad que el capitalismo nació en Europa Occidental, am ­
bientado en el protestantism o, y se desarrolló incluso en los Estados
U nidos im pregnados de este mismo protestantism o, es tam bién ver-

- Ibid., pp. 236-238.


3 B enjam ín N elso n , “O n orien t and occid en t in Max Weber", Soáal Rnsmrch, pri­
mavera d e 1976, N ueva York, pp. 114-129; cita de la p. 117.
LA RACIONALIZACIÓN DEL M U N D O 95

dad que el capitalismo-se ha expandido progresivam ente por otras na­


ciones y nacionalidades, cúlturas y civilizaciones, atravesando conti­
nentes, islas y archipiélagos. Lo que parecía característico y peculiar
de Occidente, se revela com patible y hasta próspero en Oriente; pare­
ce característico del hemisferio norte, pero tam bién se expande por el
hem isferio sur. Desde el m ercantilismo, el colonialismo y el imperialis­
mo, vastos procesos por m edio de los cuales se conform an lazos, co­
m unicaciones, redes, geoeconom ías y geopolíticas que diseñan el ma­
pa del m undo, e incluyen culturas y civilizaciones tam bién muy dife­
rentes entre sí de las occidentales; desde esos vastos procesos todo el
m undo fue perm eado por los patrones, valores, instituciones y organi­
zaciones más o m enos característicos del capitalismo. En ciertos casos,
com o en el de Japón, el capitalismo florece tanto que hasta innova y
desafía las propias matrices originales de este m odo de producción.
Poco a poco, las “otras” culturas y civilizaciones se revelan “com pati­
bles” con los patrones y valores, las instituciones y organizaciones más
característicos del capitalismo. Ahí nacen y se desarrollan la empresa,
el m ercado, la planificación, la adm inistración, la contabilidad, las téc­
nicas de producción y control, la división del trabajo social, el tayloris­
mo, el fayolismo, el fordismo, el toyotismo, la flexibilización, la pro­
ductividad, la lucratividad y la acumulación, todo esto articulado en
los moldes de la racionalidad capitalista. Sin perjuicio de las peculiari­
dades socioculturales de cada pueblo, prácticam ente todas las tribus,
naciones y nacionalidades del m undo fueron alcanzadas, envueltas,
im pregnadas, transform adas o recreadas por las relaciones, procesos y
estructuras de organización de la producción y de la vida social más
característicos del capitalismo.
Aquí, nuevam ente, se replantea el contrapunto “ética y econo­
m ía”, o “religión y capitalism o”. Este fue un tem a tratado clásicamen­
te p o r Weber, al cual tam bién contribuyeron de m odo notable los es­
tudios de Sombart, Troeltsch y Tawney, entre otros. Estos exam inaron
tanto las configuraciones históricas que W eber había analizado como
otras, además de em peñarse en desarrollar el contrapunto protestan­
tismo, catolicismo, judaism o y capitalism o.4
Posteriorm ente, otros investigadores se dedicarán a los problem as
inaugurados p o r Weber. Pero se han preocupado particularm ente de
los contrapuntos “islamismo y capitalism o”, “confucianism o y capita­
4 E. Troeltsch, El protestantismo _y d mundo moderno, M éxico, F ond o de Cultura
E conóm ica, 1951; W erner Som bart, El burgués, B u en os Aires, O resm e, 1953; R.H.
Tawney, A rdigido <•o surgim m lo do capitalismo, Sao Paulo, Perspectiva, 1971.
96 LA RACIONALIZACIÓN DEL M U N D O

lism o” e “hinduism o y capitalism o”; además de otros. Se dedicaron y


siguen dedicándose a esclarecer las relaciones en tre religión y econo­
mía, o ética religiosa y racionalidad económ ica, o incluso profesión y
secularización de la édca religiosa, para develar el enigm a “religión y
capitalism o”. Se em peñan en analizar el ideario del islamismo, hin­
duism o y confucianism o, entre otras religiones; para develar sus com­
po n en tes de ascetismo y pragm atism o, para esclarecer los eventuales
elem entos o las potencialidades más o m enos com patibles e incom pa­
tibles con la racionalidad de los procesos de trabajo, producción, dis­
tribución, intercam bio y consum o característicos del capitalismo. Al­
gunos investigadores se plantean el dilem a “religión y capitalism o” de
u n a form a un tanto inm ediata y directa, dejando de contem plar otras
dim ensiones de la realidad social abarcadora. Otros, sin em bargo,
am plían y diversifican su horizonte de reflexión, al contem plar aspec­
tos sociales, políticos, culturales e históricos tam bién relevantes.
Nótese que el contrapunto “religión y capitalism o”, que incluye éti­
ca religiosa y com portam iento económ ico, o visión religiosa del m un­
do y racionalización del trabajo y de la producción, no se desarrolla
en abstracto, sino en el ám bito del juego de las relaciones, procesos y
estructuras sociales, culturales y otros que constituyen la sociedad.
Siem pre que W eber se refiere a la religión, que puede ser protestan­
tismo, catolicismo, judaism o, islamismo, hinduism o, confucianism o u
otras, lo que está en cuestión es tanto la religión com o la cultura; cul­
tura de la cual la religión es u n a dim ensión privilegiada, pero no úni­
ca. Sí, según Weber, la religión puede ser com prendida como un ele­
m ento nuclear de la cultura. El estilo de vida y la visión del m undo
im plicados sintéticam ente en la religión en general corresponden a
las dim ensiones esenciales de la cultura.5
Cabe siem pre reconocer y reiterar que la sociología de las religio­
nes m undiales desarrollada por W eber es tam bién, y principalm ente,
u n a sociología de la cultura, una sociología de estilos de vida y visio­
nes del m undo constituidos culturalm ente y sintetizados en las religio­
nes. Está claro que las religiones pueden im plicar los más distintos y
opuestos elem entos, tales como dios y el diablo, naturaleza, sociedad
y sobrenatural, religiosidad y magia, misticismo y profetism o, iglesia y
secta, sagrado y profano, pecado y castigo, rutinización y seculariza-

M áxim e R odinson, Islam y capitalismo, B u en os Aires, Siglo XXI Editores, 1973;


M ich io M orishim a, Capitalisma ni confúdanism e (Technologii: occidr.nlah ni élhiipin japon-
naise), París, Flam m arion, 1986; W orldD cvdojm m l, vol. 8, núm . 7 /8 , O xford, P ergam on
Press, 1980, m úm ero especial d ed icad o a “R eligious valúes and d ev elo p m en t”.
LA RACIONALIZACIÓN DEL M U N D O 97

ción, teología y cosmogonía. En el ju eg o de las relaciones sociales y de


la tram a de los patrones y valores culturales, teniendo en cuenta pro­
cesos y estructuras tam bién económ icos y políticos, las más diversas
formas de vida religiosa no son sólo llevadas a insertarse y redefinirse
en el ámbito de la sociedad como un todo sino que pueden rutinizar-
se y secularizarse, para constituir segm entos más o m enos básicos de la
cultura. Los procesos de rutinización y secularización históricam ente
se desarrollan a la par, tensa y com binadam ente, con otros procesos,
tales como la individualización, la urbanización, la mercantilización, la
industrialización y la racionalización. Y esos procesos con frecuencia
rebasan fronteras geográficas e históricas, y atraviesan culturas y civili­
zaciones.
De hecho, el capitalismo puede ser visto com o un proceso de am ­
plias proporciones y acentuadam ente expansivo, que inaugura y de­
sarrolla u na época excepcionalm ente singular de la historia europea
y m undial. A unque se configure inicialm ente com o u n a singularidad
europea, decisivamente influida p o r la ética protestante, luego pasa a
influir otras partes del m undo. Más aún, desde el inicio ya tiene en él
algo de m undializado.
Es posible decir, con Weber, que el capitalismo puede ser visto co­
m o un proceso civilizatorio generado en el Occidente; pero que se di­
funde en el Oriente, originario del N orte pero que se difunde en el
Sur, m arcadam ente occidental pero progresivam ente m undial. Así, la
m undialización en curso en el siglo xx, en especial después de la se­
gunda guerra m undial y más aún al final de la guerra fría, puede ser
vista como u na nueva suerte de m undialización de la racionalidad pro­
pia de la civilización capitalista occidental. Pero con una peculiaridad:
en esta época la racionalidad propia de este proceso civilizatorio ya ad­
quiere categoría global. U na racionalidad global, con dinam ism o pro­
pio, que infunde en las sociedades nacionales algo nuevo, distinto,
propio de la sociedad global. La tecnocracia internacional, transnacio­
nal o m undial es una expresión de esa globalización. Hay empresas,
corporaciones y conglom erados, así com o agencias m ultilaterales, des­
de la Organización de las Naciones Unidas (O N U ) hasta el Fondo Mo­
netario Internacional (fmi) o la Organización Internacional del Tra­
bajo ( o i t ) , que expresan muy bien los orígenes y los horizontes de la
racionalización posible, anhelada, realizada o en curso de m anera glo­
bal. “Para Weber, la fuerza globalizante del capitalismo se traduce en
la teoría de la racionalización global. La com binación del capitalismo
protestante con el racionalismo occidental produjo una fuerza irresis-
98 LA RACIONALIZACIÓN DEL M U N D O

tibie, que irá lenta pero seguram ente convirtiendo el m undo en un sis­
tem a social regulado y organizado, en el cual habrá poco espacio pa­
ra la tradición, la magia o el carisma. El desencanto del m undo volve­
rá todo, en principio, sujeto al cálculo racional. A unque m uchas cul­
turas hayan “anticipado” esos cambios, solam ente en la E uropa poscal­
vinista y en las culturas protestantes de América del N orte la fuerza es­
piritual del racionalismo instrum ental florece plenam ente.”6
El capitalismo, como producto y condición de la amplia y generaliza­
da racionalización del m undo, se im pone o sobrepone a las más diver­
sas formas de organización de la vida social. Puede tanto convivir como
absorber, tanto modificar como recrear las más diferentes modalidades
de organización social del trabajo y de la producción. Las formaciones
socioculturales de tribus y clanes, naciones y nacionalidades, provincias
y regiones, muchas veces sedimentadas por siglos de historias, tradicio­
nes y mitos, todo puede ser alterado, tragado, mutilado o recreado por
las relaciones, procesos y estructuras que constituyen la organización y
la dinámica del capitalismo como proceso civilizatorio. En general, to­
do esto está m arcado por la calculabilidad, la contabilidad, la adminis­
tración, el ordenam iento jurídico, el desempeño, la eficacia, la produc­
tividad, la lucratividad, la racionalidad. Está en curso la burocratización
del m undo. “El sistema económico capitalista, con su calculabilidad, lle­
vó el control burocrático a su más extrem o desarrollo. Max Weber ob­
servó que cuanto más ‘deshum anizada’ se vuelve la burocracia, m ejor
desarrolla las características valorizadas por el capitalismo. Sus técnicas
se vuelven más refinadas cuanto más se eliminan de las ocupaciones ofi­
ciales el amor, el odio y todos aquellos elementos puram ente persona­
les, irracionales y emocionales que desafían el cálculo. [...] La inven­
ción de un aparato de tal precisión, como m edio de control excluye la
posibilidad de cualquier otro sistema. La complejidad de la sociedad in­
dustrial no impide no ser a la administración burocrática, lo que hace
que el destino de las masas esté vinculado al continuo funcionam iento
del aparato burocrático. [...] Una vez plenam ente establecida, la buro­
cracia es una de las estructuras sociales más difíciles de ser destruidas.”7
En este contexto se form an, generalizan y predom inan las tecnoes-
(l Bryan S. Turner, “T h e two faces o f sociology: G lobal o r nattonal?”, Mike
F eatherstone (ed itor), Global mlture. (Nationalism, globalization and modernity), Londres,
Sage Publications, 1990, pp. 343-358; cita de la p. 353.
7 H en ry Jacoby, The. bureaumUizalion o f the. world, Berkeley, University o f California
Press, 1976, pp. 148-149, 149 y 150. Consultar tam bién, W olfgangJ. M om m sen, The. age.
o f Inireauiraiy (Perspectivas on the. political sociology o f M a x Welxrr), N ueva \b rk , Harper &
Rovv Publishers, 1974.
LA RACIONALIZACIÓN DEL M U N D O 99

tructuras destinadas a diagnosticar, planear y poner en práctica directri­


ces generales y decisiones especiales. Las tecnoestructuras reúnen a
profesionales sofisticados de todas las cualificaciones, del economista al
m atemático, del sociólogo al publicista, para pensar las condiciones y
las perspectivas de los mercados efectivos y potenciales, de las condicio­
nes sociales, políticas, culturales y económicas para la selección y pues­
ta en práctica de inversiones, operaciones publicitarias, inauguración
de temas, preparación de la opinión pública, en conform idad con de­
cisiones que pueden interesar a gobiernos, corporaciones, iglesias, fo/>
bings, corrientes de opinión pública y otras instituciones y organizacio­
nes. “La sociedad económica m oderna sólo puede ser entendida como
un esfuerzo, enteram ente bien realizado, de sintetizar en la organiza­
ción u na personalidad de grupo muy superior (para sus objetivos) a la
de un a persona natural y con la ventaja adicional de la inm ortalidad. La
necesidad de tal personalidad de grupo comienza por la circunstancia
de que, en la industria m oderna, un gran núm ero de decisiones y todas
las que son im portantes se valen de informaciones poseídas por más de
un hom bre. De un m odo típico, se valen del conocim iento científico y
técnico especializado, de la experiencia y de las inform aciones acumu­
ladas y del sentido intuitivo o artístico de muchas personas. Esto está
orientado por otras informaciones que son reunidas, analizadas e inter­
pretadas por profesionales que utilizan un equipo altam ente técnico.
[...] Deberá haber hom bres cuyo conocim iento les perm ita prever las
necesidades y garantizar una oferta de m ano de obra, materiales y otros
requisitos de producción; hom bres que sepan planear estrategias de
precios y cuiden de que los consumidores estén apropiadam ente con­
vencidos de com prar a esos precios; hom bres que, en los niveles más al­
tos de la tecnología, estén tan inform ados que puedan trabajar eficien­
tem ente con el Estado, de m odo que éste sea convenientem ente dirigi­
do; hombres, p or último, que puedan organizar el flujo de inform acio­
nes que las tareas arriba mencionadas y muchas otras exigen.”R
Las tecnoestructuras pueden ser vistas qptno organizaciones sistémi-
cas, que expresan m ucho de lo que es la racionalidad instrum ental o
técnica predom inantes en el capitalismo. Pueden ser locales, naciona­
les, regionales y mundiales, y operan e n esferas como las de la econo­
mía, la política, la cultura, la geopolítica, la geoeconomía, la industria,
la cultura y otras. Tal vez sean las formas más desarrolladas de las estruc-
* J oh n K enneth Galbraith, O novo estado industrial, R ío de Jan eiro, Editora
Civilizacáo Brasileira, 1968, pp. 70 y 72. Citas del capítulo vi: "A tecn oestru tura” [ed.
esp.: El n u m o estado industrial, Barcelona, A riel].
100 LA RACIONALIZACIÓN DEL M U N D O

turas decisorias que articulan las partes y el todo, en las más diferentes
esferas de la vida social. Transforman recursos científicos y tecnológicos
en directrices, decisiones, planeam ientos y prácticas destinados a orga­
nizar, dinam izar y modificar el desem peño de las fuerzas sociales, en
conform idad con los intereses prevalecientes en las estructuras de do­
m inación política y apropiación económica. Se form aron y desarrolla­
ron en el ámbito de la economía, e implican a empresas, corporaciones
y conglom erados que operan de m odo local, nacional, regional y m un­
dial.
Así las tecnoestructuras de las corporaciones transnacionales y de las
organizaciones multilaterales perfeccionan y desarrollan sus activida­
des. De esta forma, se benefician sustancialmente de las contribuciones
de los think-tanks, o sea, de las producciones de equipos de intelectuales
dedicados, en general de modo exclusivo y sistemático, a la realización
de estudios, diagnósticos, pronósticos relativos a los más distintos pro­
blemas locales, nacionales, regionales y mundiales. En escala creciente
en el siglo xx, y de form a cada vez más sistemática y generalizada des­
pués de la segunda guerra mundial, los think-tanks florecen y se multipli­
can por todo el m undo, en general pensando, hablando y escribiendo
en inglés. Se trata de equipos de intelectuales que com binan científicos
y técnicos, seniors y juniors, especializados en problemas relativos a la so­
ciedad y a la naturaleza, desde la geología y la astronom ía a la dem ogra­
fía y la mercadotecnica, cuyos conocimientos se traducen en diagnósti­
cos y pronósticos, o planos, programas y proyectos, siempre de acuerdo
con los problem as suscitados por corporaciones y organizaciones priva­
das y públicas, nacionales, regionales y mundiales. Es en el ámbito de los
think-tanks, así como en el de las tecnoestructuras, de form a indepen­
diente o combinada, donde se realiza la traducción de conocimientos
científicos a técnicas de producción y control, relativas a problemas eco­
nómicos, políticos, culturales, demográficos, religiosos, raciales, ecológi­
cos, geoeconómicos, geopolíticos y otros, en los más distintos y distantes
países, que abarcan naciones y nacionalidades, pueblos y colectividades,
culturas y civilizaciones. De esta m anera se desarrolla, se perfecciona y
se generaliza la racionalización del m undo, aunque de un m odo irregu­
lar, fragm entario y contradictorio, pero en general inexorable.9

•’ The Eamomisl, “T h e go o d think-tanks g u id e ”, Londres, 21 d e en ero d e 1992, pp.


79-85; A.lvin W. G oulder, El futuro <Le los intelectuales y el ascenso de la nueva clase, Madrid,
Alianza, 1985; Ernst B. Haas, Mary Pat W illiams y D on Babai, Sdentists and world order
(The uses o f technical knowledge in internacional organizations), Berkeley, University o f
C alifornia Press, 1977.
LA RACIONALIZACIÓN DEL M U N D O 101

U na parte fundam ental de la racionalización de la sociedad la de­


sem peña el derecho, la codificación ju ríd ica de las responsabilidades,
norm as y procedim ientos que estipulan los parám etros de las accio­
nes y relaciones, de las instituciones y organizaciones. A partir de los
principios de libertad e igualdad de propietarios, formalizados en el
contrato, se institucionalizan, se generalizan y cristalizan las condicio­
nes y posibilidades formales de intercam bio, negociación, parlam en-
tariedad, controversia, prem io y castigo. Independientem ente de las
peculiaridades no sólo sociales, económicas y políticas, sino tam bién
culturales y civilizatorias, las tribus, clanes, nacionalidades y naciones
pued en tom ar com o referencia criterios de la racionalidad básica in­
dispensable a la interdependencia.
J u n to con la racionalización del m ercado, la em presa, la ciudad, el
Estado, la enseñanza, la cultura y la religión, se desarrolla y generali­
za el derecho racional. Los códigos de todo tipo, traducidos en esta­
tutos, norm as y directrices, que establecen derechos y obligaciones,
prem ios y castigos, traducen los patrones y los valores socioculturales
del ascetismo originario del capitalismo en disposiciones racionales y
secularizadas, im puestas y válidas para todos, in d ep endientem ente de
las diferencias de clase, religión, raza, sexo y edad. En otras formas,
pues, está en curso la racionalización de las acciones y relaciones, ins­
tituciones y organizaciones, de alcances local, nacional, regional y
m undial.
La calculabilidad económ ica, o la contabilidad cada vez más siste­
m ática, rigurosa y m ecanizada, es u n a especie de concreción efectiva,
cotidiana y generalizada de las exigencias de la racionalidad general
que constituye y dinam iza acciones sociales en relación con fines y va­
lores, típicos del orden social capitalista. Pero cabe reconocer que el
derecho deviene un a especie de parám etro universal de la sociabili­
d ad característica del orden social capitalista. En todas las esferas de
la vida social, de la em presa al Estado, del m ercado a la ciudad, de la
escuela a la iglesia, en todas estas y otras esferas de la vida social está
presente el parám etro constituido por las disposiciones jurídicas que
o rd en an y disciplinan las acciones y relaciones de unos con otros en
m oldes racionales.
Tal vez se p ueda decir que, para Weber, el derecho racional es la
culm inación del proceso de racionalización inherente al desarrollo
del capitalismo com o proceso civilizatorio. La racionalidad posible en
la em presa y en el m ercado, la cual incluye el capital, la tecnología, la
fuerza de trabajo y otros factores de la producción, se codifica en úl-
102 LA RACIONALIZACIÓN DEL M U N D O

tim a instancia en el derecho racional. Él es el parám etro universal de


las actividades, acciones, relaciones, instituciones y organizaciones,
que abarcan individuos y colectividades, naciones y nacionalidades.
A unque en la m isma sociedad subsisten distintos tipos de dom ina­
ción, tales como el carismático y el tradicional, entre otros, cuando la
dom inación racional com ienza a predom inar, tiende a influir, recu­
brir, tensionar, modificar, recrear o hasta disolver otras m odalidades
de organización de las actividades productivas y de la vida social.10
En este universo predom ina el principio de la cantidad. El mismo
principio que funda la racionalidad de la em presa y del m ercado, de la
ciudad y del Estado, poco a poco perm ea todos los otros círculos de la
vida social, sin excluir el partido político y el sindicato, los medios de
com unicación y la escuela, la iglesia y la familia. Poco a poco, el princi­
pio de la calidad se subordina al de la cantidad. Aunque la calidad nun­
ca sea suprimida, pierde prerrogativas en la mayoría de los espacios pú­
blicos y tiende a perderlas también en espacios privados.
La paradoja está en que el principio de calidad subyacente al asce­
tismo asentado en el origen del espíritu del capitalismo progresiva­
m ente fue siendo sustituido por el principio de cantidad. La misma
dinám ica desencadenada por la ética protestante, con la profesión
como realización de la vocación, o con la actividad económ ica disci­
plinada y productiva com o misión engendra la sustitución de la cali­
dad p o r la cantidad. Hay un m om ento en que la acum ulación de m er­
cancías producidas exige ser consum ida para realizarse, com o valor
de uso o de cambio, sin lo cual no se realiza el lucro. Para que el ca­
pital p u ed a concretarse y desarrollarse com o lucratividad, se vuelve
necesario que el consum o se efectúe, intensifique y generalice. Esto
significa que el principio de cantidad tam bién estaba subyacente, en
el mismo origen del espíritu del capitalismo, y determ ina la seculari­
zación de la ética protestante y la m etam orfosis del ascetismo y el con-
sumismo.
De hecho, es innegable la contradicción entre ascetismo y consumis-
mo, si pensamos en el capitalismo en la perspectiva weberiana. A lo lar­
go de la historia, en la m edida en que se desarrolla el capitalismo, el as­
cetismo parece declinar y el consumismo hedonista crecer. Esto signifi­
ca que la matriz originaria del capitalismo, sintetizada en la ética pro­
testante, en la profesión como vocación y en el ascetismo como nega­

10 Max weber, Economía y sodmltid, 2 vols., M éxico, F ond o de Cultura E conóm ica,
1964, vol. 1, esp ecia lm en te cap. m; “Los tipos de dom inación".
LA RACIONALIZACIÓN DEL M U N D O 103

ción del hedonism o, progresivamente se rutiniza, se seculariza y se di­


suelve en el juego de las fuerzas sociales presentes y crecientes en el
m ercado. Así, poco a poco, el consumismo se constituye en otra esfera
de dinamización de las acciones, las relaciones, las instituciones y las or­
ganizaciones sociales, con extensión local, nacional, regional y m un­
dial. En el ámbito del consumismo se desenvuelve la sociedad de con­
sumo, la sociabilidad consumista, en la que individuos y m ultitudes
im aginan que están realizando la ciudadanía, y confunden la libertad
y la igualdad de consumidores con los derechos del ciudadano.11
En todos estos aspectos, se puede decir que el concepto de raciona­
lidad está en la base del pensam iento de Weber, tanto en lo que se re­
fiere a sus reflexiones teóricas como en lo que se refiere a sus análisis
históricos. Todo lo que es social, en cualquier época y lugar, puede ser
analizado en térm inos de formas y gradaciones de racionalidad de las
acciones sociales de individuos, grupos o colectividades. Los conceptos
típico-ideales de acción social tradicional y de acción social afectiva, ad­
quieren mayor claridad en contrapunto con los conceptos de acción ra­
cional en relación con valores y acción racional en relación con fines.
En otro nivel, el concepto de dom inación racional legal ayuda a aclarar
los de dom inación tradicional y dom inación carismática. En rigor, los
conceptos de empresa, ciudad, mercado, Estado y derecho son elabora­
dos p or Weber de modo que esclarezcan formas y gradaciones de racio­
nalidad, como configuración típica-ideal y como proceso histórico. La
racionalidad es la matriz de su teoría de la historia. “La idea de raciona­
lidad es el gran tem a unificador de la obra de Max Weber. Sus estudios
empíricos aparentem ente dispares convergen en un objetivo subyacen­
te: caracterizar y explicar el desarrollo de la racionalidad específica y pe­
culiar que distingue a la civilización occidental m oderna de todas las de­
más. Sus investigaciones metodológicas enfatizan la capacidad universal
de los hom bres para actuar racionalm ente y la consecuente fuerza de la
ciencia social para com prender y explicar esa acción”.12
La misma racionalidad que singulariza a la civilización occidental

' 1 D an iel B ell, C ontradicciones culturales d el capitalism o, M éxico, cnc a , Alianza,


1989; C olin C am pbell, The. romanlic elhic and the spirit o f modern consumeñsm, O xford,
Basil Blackwell, 1989.
12 R o g éis Brubaker, The limits ofralum alily (An esxay on the social and moral Ihtrughl o f
M a x Weber), Londres, G eorge A lien & U nw in, 1984, p. 1. C onsultar tam bién, Ralph
Schroecler, M a x Weber a n d the sociology o f culture, Londres, Sage P ublications, 1992;
W olfgangJ. M om m sen, The age o f bureaum uy, til.; IlenryJacob y, The Imreaucralizalion of
the world, di.; Benjam ín N elson , “O n orien t and ó ccid en t in Max W eber”, di.
104 LA RACIONALIZACIÓN DEL M U N D O

se transform a en parám etro de análisis de todas las dem ás civilizacio­


nes o form aciones sociales diferentes de la occidental. Además, el
p ropio O ccidente es analizado desde ese parám etro. Es com o si m u­
cho de lo que se sitúa en O ccidente sólo poco a poco se volviese ra­
cional, organizado según las características de la dom inación racional
y legal. Sim ultáneam ente, es com o si m ucho de lo que es tradicional,
carismático, patrim onial u oriental sólo poco a poco se dejase pene­
trar p o r características de la dom inación racional legal. Esta es la
perspectiva sim ultáneam ente m etodológica e histórica en que W eber
se sitúa para reflexionar sobre China, India, Egipto, Grecia, Roma,
E dad M edia europea y otras configuraciones sociales o civilizatorias
recientes, rem otas o presentes.
Esta es la perspectiva sim ultáneam ente m etodológica e histórica en
que Weber se sitúa para reflexionar sobre el socialismo. En forma bre­
ve, para él el socialismo se distingue principalm ente como una form a
o progresión de ejercicio de la racionalidad en la organización de las
actividades económicas, políticas, culturales y sociales. La estatización
de la econom ía, o la expropiación de la propiedad privada de las em ­
presas, así como la planeación de la producción y del mercado, además
de otras características del socialismo que ya se ensayaba en los prim e­
ros años de la Unión Soviética, todo esto para él podía traducirse en
nuevas formas o gradaciones de racionalidad; algo perfectam ente inte­
ligible en la óptica abierta por el tipo de dom inación racional legal y
burocrática. En lugar de propiciar la em ancipación del trabajador, del
pueblo y de la sociedad, podía reforzar y profundizar el poder de la em ­
presa, del aparato estatal, o de los grupos sociales, instituciones y orga­
nizaciones que detentasen los medios de control, decisión y realiza­
ción. “D onde quiera que el funcionario especializado m oderno venga
a predom inar, su fuerza se revela com o prácticam ente indestructible,
pues toda organización y hasta la satisfacción de las necesidades más
elem entales fue adaptada a su m odo de operación. U na eliminación
progresiva del capitalismo privado es teóricam ente concebible, aunque
ciertam ente no sea tan fácil como lo hacen suponer los sueños de algu­
nos literati que desconocen el asunto. Esta eliminación, con toda certe­
za, no será una de las consecuencias de esta guerra (1914-1918). Pero
supongam os que en el futuro el capitalismo privado sea eliminado.
¿Cuál sería el resultado práctico? ¿La destrucción de la esü uctura de
acero del trabzyo industrial m oderno? No: la abolición del capitalismo
privado significaría sim plemente que también la alta adm inistración de
las empresas nacionalizadas o socializadas se volvería burocrática... La
LA RACIONALIZACIÓN D EL M U N D O 105

burocracia estatal rem aría de form a absoluta si el capitalismo privado


fuese eliminado. Las burocracias privada y pública, que ahora funcio­
nan lado a lado, y potencialm ente una contra otra, y así se restringen
m utuam ente hasta cierto punto, se fundirían en una única jerarquía.
Este Estado sería entonces semejante a la situación en el antiguo Egip­
to, pero sucedería de una form a m ucho más racional y por ello indes­
tructible.”1'9'
Para Weber, el socialismo se carateriza por crear nuevas formas y
progresiones de racionalización de las actividades, instituciones y orga­
nizaciones, lo cual refuerza el poder de la burocracia y del burócrata,
tanto en lo que se refiere a la gestión del aparato estatal y de la em pre­
sa, com o en lo relativo a la estructura de acero en la cual el trabajador
se inserta. “Semejante estatización quiere decir una asociación forzada
en cárteles de empresarios de todos los sectores, y la participación del
Estado en esos cárteles con una cuota de lucro relativo (a cambio de la
renuncia al derecho de control) significaría de hecho, en tiempos de
paz, el dom inio del Estado por parte de la industria antes que el domi­
nio de la industria por parte del Estado. Todo esto podría tom ar una
form a malsana. En el interior de las asociaciones empresariales, los re­
presentantes del Estado se sentarían a la misma mesa que los industria­
les, m ucho más capacitados que ellos en m ateria de habilidad profesio­
nal, adiestram iento comercial y capacidad de defender sus propios in­
tereses.”14 En estas circunstancias, se alteran las condiciones de ttabajo
y producción, así como las de reivindicación y lucha por parte de los
trabajadores. “Contra el Estado no es posible hacer huelga alguna, y
por lo tanto, con ese tipo de socialismo de Estado la dependencia del
obrero se vería en la realidad notablem ente aum entada. Este es uno de
los motivos por los cuales la socialdemocracia rechazó este tipo de ‘in­
tervención estatal’ en la economía, o esa form a de socialismo en gene­
ral. Tal socialismo sería nada más el de una com unidad de cárteles.”15

Max Weber, Ensáios de sodologia e (nitros escritos, selección de M auricio Tragtenberg,


Sao Paulo, Abril Cultural, 1974, pp. 30-31; cita extraída de “Parlamentarism o e governo
n u m a A lem anha reconstruida”, pp. 7-91.
14 Max Weber, “C onferencia sobre o socialism o", en Em ile Durkheim y Max Weber,
Socialismo, com p ilación d e Luis Carlos Fridman, Río de Janeiro, R elum e Dumará, 1993,
pp. 85-128; cita extraída de la p. 105.
,n Max Weber, “C onferencia sobre o socialism o”, til., p, 106. Consultar tam bién,
W olfgang J. M om m sen, The political and social llieory of M a x Weber, O xford, Polity Press,
1989, esp ecia lm en te cap. 4: “Capitalism and socialism: W eber’s d ialogu e vvith M arx”;
W olfgang J. M om m sen, T h e age o f bureaucracy, cil., especialm en te cap. m: “T h e alter­
nativo to Marx: D ynam ic capitalism instead o f bureaucratic socialism ”.
106 LA RACIONALIZACIÓN DEL M U N D O

La racionalidad de que habla W eber se desarrolla de una form a ex­


cepcionalm ente intensa y generalizada en la em presa, corporación y
conglom erado, de m odo que produzca m ercancía y lucro. La produc­
tividad creciente, cada vez más intensificada por las más diversas tec­
nologías m ecánicas, eléctricas, electrónicas, administrativas, psicoló­
gicas, sociológicas, culturales y gerenciales es un lem a universal. Este
es el significado de procesos productivos com o el m anchesteriano, el
taylorista, el fordista, el stajanovista y el toyotista, adem ás de otros.
Son diferentes m odalidades de perfeccionam iento de la organización
social y técnica del trabajo y de la producción, de m odo que se acele­
re y generalice la racionalidad productiva, la m ultiplicación del lucro.
Ahí está u n a de las ironías de la historia. El Estado soviético, orga­
nizado en un país en el que la revolución burguesa se había efectua­
do de form a precaria e incom pleta, fue llevado a realizar tareas que
dicha revolución no había cum plido, o lo había hecho apenas parcial­
m ente. La necesidad de desarrollar y generalizar el patrón capitalista
de organización de la econom ía en un país parcialm ente feudal, lle­
vó al gobierno soviético a transform ar el Estado en un inm enso, po­
deroso y singular capitalista colectivo. El lem a en el que se decía que
los soviets más la electrificación producirían el socialismo, adoptado
con la nueva política económ ica, después de la revolución, sintetizó
muy bien la exigencia de acelerar y generalizar un patrón de dinami-
zación y organización de las fuerzas económicas, de un sistema eco­
nóm ico nacional, integrado y fluido. De ahí la adm iración por los
procedim ientos y tecnologías del fordismo, o am ericanism o, lo cual
se desdobló en el stajanovismo, un patrón de avanzada y dinám ico de
racionalización del proceso de trabajo y producción. “Si Alexei Staja-
nov, aquel hom bre respecto del cual se afirm a que extrajo, en la no­
che del 1 de agosto de 1935, en la región del río Donez, 102 tonela­
das de carbón en un turno de cinco horas y 45 m inutos, se volvió el
m odelo soviético y un mito del trabajo, él personifica con esto preci­
sam ente el principio capitalista de un dispendio abstracto de fuerza
de trabajo, en cuya esfera de influencia existe el trabajo com o activi­
dad que, de form a tautológica, trae su finalidad en sí mismo. Sólo
que el carácter naturalista de la ‘ideología de toneladas’ expresa ese
principio en cantidades abstractas de m aterias y productos que son
privados de sus cualidades sensibles. Por lo tanto, es lúcida la obser­
vación de Thom as M ann, que en ju n io de 1919, al reflexionar sobre
la com posición de su novela La montaña mágica, escribe: ‘Me quedé
pensando al respecto que la diferencia ética entre el capitalismo y el
LA RACIONALIZACIÓN DEL M U N D O 107

socialismo es insignificante, porque ambos consideran al trabajo


com o el principio suprem o, el absoluto.”’ir>
De hecho, en las condiciones adversas en que se organiza el Esta­
do soviético, el taylorismo y el fordism o acabaron por en contrar con­
diciones particularm ente propicias para su im plantación y desarrollo.
Se trataba de crear, acelerar y generalizar procesos productivos nacio­
nales, de m odo que se desarrollara la econom ía soviética, esto es, cen­
tralm ente planificada, ya que lo que se había heredado de la época
zarista era una econom ía apenas parcialm ente industrializada, en el
sentido de que se apoyaba en fuerzas productivas y relaciones de pro­
ducción propiam ente capitalistas. Bajo la dirección del aparato esta­
tal, con base en la planificación centralizada y en el principio de la
productividad y cantidad, el taylorismo y el fordism o m arcaron bas­
tante las relaciones de producción, que incluyen la disciplina y la je ­
rarquía en la organización técnica y social de las relaciones de traba­
jo. “Lenin reconocía el papel del taylorismo en el aum ento de la ex­
plotación, p ero creyó que p o r la m ejora de la productividad del tra­
bajo en el socialismo los trabajadores serían liberados para asum ir
u na parte mayor en la gestión de la sociedad y del Estado. Mientras,
la ausencia de un a evaluación crítica de las relaciones sociales en la
fábrica acabó p o r provocar consecuencias teóricas y prácticas de mag­
nitud. No resultó solam ente en la incapacidad para transform ar los
m étodos de trabajo, en lo que se refiere a las relaciones entre traba­
jo m anual y m ental. Tam bién alim entó inevitablem ente otras tenden­
cias, tales com o la decadencia del com ité de fábrica, la erosión del
control obrero y la sustitución por la dirección unipersonal. [...]
Trotsky expresa perfectam ente el punto de vista tecnicista, cuando di­
ce: las formas soviéticas de propiedad, en la base de las más m oder­
nas formas de técnicas am ericanas trasplantadas a todas las form as de
la vida económ ica, p o drán ser, de hecho, el prim er estadio del socia­
lism o.”17 En síntesis, “las relaciones de trabajo en las sociedades de ti­
po soviético revelan una am plia gam a de similaridades con las del Oc­
cidente: jerarq u ía, coerción por la producción por pieza, subordina­
ción de los productores directos.”18
Como se desprende de las reflexiones de W eber sobre el socialis-

l(' R obert Kurz, O colapso da modernizando (Da derrocada do socialismo de, caserna a crise
da economía m undial), Sao Paulo, Editora Paz e Terra, 1992, pp. 23-24.
17 Paul T h o m p so n , The. nalure, o f xuork (An inlroduclion lo de,bales on llie lahour proce.ss),
2a. ed ., Londres, MacMillan, 1989, pp. 60-61.
¡bul, p. 248.
108 LA RACIONALIZACIÓN DEL M U N D O

m o y el capitalismo, la idea de racionalidad puede ser tom ada como


m atriz de su teoría de la historia. Se trata de una teoría de la historia
universal, au n que construida principalm ente desde la singularidad, o
excepcionalidad, de Occidente. A pesar de la perspectiva abierta por
la llam ada civilización occidental, es innegable que para W eber la
idea de racionalización sirve de base para pensar el pasado reciente,
rem oto y presente, en los ámbitos local, nacional, regional y m undial.
“En el estudio de cualquier problem a de la historia universal, un hi­
jo de la m odernizada civilización europea siem pre estará sujeto a la
investigación de a qué com binación de factores se puede atribuir el
hecho de que en la civilización occidental, y solam ente en la civiliza­
ción occidental, habrían aparecido fenóm enos culturales dotados
(como querem os creer) de un desarrollo universal en su valor y sig­
nificado.”19
Está en curso el desencantam iento del m undo. Lo que era un pro­
ceso circunscrito a algunos países de Europa, y trasplantado a Estados
Unidos, después se revela más o m enos generalizado y a veces avasalla­
dor, en el plano m undial. A estas alturas de la historia, la m etáfora ilu-
m inista aparece como realidad cotidiana y universal, de N orte a Sur, de
O ccidente a O riente. A fuerza de desarrollarse por todos los rincones
y rendijas de la vida social, al mismo tiem po que multiplica su capaci­
dad de influir, disciplinar, diversificar y potenciar las acciones y relacio­
nes, tanto en las instituciones y organizaciones de todo tipo como en
todas las partes del m undo, el proceso de racionalización pasa a some­
ter al individuo, singular y colectivamente, a los productos de su creati­
vidad. De producto, m edio o instrum ento, la tecnología se u ansforma
en finalidad, objetivo por excelencia, en una sorprendente inversión
de medios y fines. Esta es la metamorfosis provocada por la racionaliza­
ción que configura un estadio avanzado del desencanto del m undo,
cuando de repente el individuo y la colectividad se ven encerrados en
la jau la de hierro que construyeron, en la cual no dejaron ni puerta ni
ventana, en el em peño de llevar la racionalización al extrem o de la per­
fección. Cuando el ascetismo fue “transferido a la vida profesional,
para influir en m oralidad secular, lo hizo conü'ibuyendo poderosam en­
te a la form ación del m oderno orden económico y técnico ligado a la
producción en serie por m edio de la máquina, que actualm ente deter­
m ina de m anera violenta el estilo de vida de todo individuo nacido ba­
jo este sistema, y no sólo de aquéllos directam ente afectados por la ad-
1') Max Weber, A tilica protestante n o espirito do capitalismo, Sao Paulo, Livraria P ioneira
Editora, 1967, p. 1.
LA RACIONALIZACIÓN DEL M U N D O 109

quisición económica, y tal vez lo determ inará hasta que la últim a tone­
lada de combustible se haya gastado. De acuerdo con la opinión de
Baxter, las preocupaciones por los bienes materiales solam ente po­
drían revestir los hom bros del santo con un tenue m anto, del que se
pudiese despojar en cualquier m om ento. El destino iba a lograr que el
m anto se üansform ara en una prisión de hierro. Desde que el ascetis­
m o com enzó a rem odelar el m undo y a desarrollarse en él, los bienes
m ateriales fueron asum iendo una creciente y, por último, una inexora­
ble fuerza sobre los hombres, como nunca antes en la historia. Hoy en
día -o definitivamente, quién sabe- su espíritu religioso escapó de la
prisión. El capitalismo vencedor, apoyado en una base mecánica, no ca­
rece ya de su abrigo... Nadie sabe aún a quién tocará en el futuro vivir
en esa prisión, o si, al final de ese apabullante desarrollo, no surgirán
profetas enteram ente nuevos, o un vigoroso renacim iento de viejos
pensam ientos e ideas, o incluso ninguno de ambos: la eventualidad de
u na petrificación mecanizada caracterizada por esta convulsiva especie
de autojustificación.”-0
La m etáfora de la jau la de h ierro se vuelve realidad cotidiana, pro­
saica, generalizada, en la m edida en que se desarrollan las tecnolo­
gías de la producción y reproducción m aterial y espiritual, que agru­
pan progresivam ente a todos los círculos de la vida social y que fun­
cionan cada vez más tam bién com o técnicas de control social. Todos
los círculos de la vida social, de la em presa a la escuela, del m ercado
al Estado, de la iglesia a la familia, son progresivam ente organizados
y dinam izados p o r las tecnologías de la racionalización, abarcando re­
cursos de las ciencias naturales y sociales, de la cibernética a la psico­
logía. A m edida que transcurre el siglo xx, atravesando guerras y re­
voluciones, nacionalidades y naciones, culturas y civilizaciones, el ca­
pitalism o intensifica y generaliza el desencantam iento del m undo. “El
m undo ha sido racionalizado en tal m edida, y esta racionalización se
volvió un a fuerza de tanto poder, que el individuo no puede hacer na­
da m ejor que ajustarse a esto sin reservas... Los hechos que dirigen
el pensam iento y la acción del hom bre no son los de la naturaleza,
que exigen ser aceptados con el fin de que puedan ser dom inados, o
los de la sociedad, que exigen ser cambiados porque ya n o correspon­
den a las necesidades y potencialidades hum anas. Antes bien, son
aquellos procesos tecnificados los que se presentan com o la corporei-

Uñd.y pp. 130-131. Consultar tam bién, Ralph Schroeder, M ax Weber a n d Üie sodol-
ogy t)j rullure, di., esp ecialm en te cap. 4: “T h e iron cage o f m odern rationalism ”.
110 LA RACIONALIZACIÓN DEL M U N D O

ñcación de la racionalidad y de la eficacia... No hay ninguna posibi­


lidad individual de escapar al aparato que m ecanizó y estandarizó el
m undo. Se trata de un aparato racional que com bina eficacia y con­
veniencia, que econom iza dem po y energía, que elim ina desperdi­
cios, que adapta todos los m edios al objetivo, que anticipa consecuen­
cias, que garantiza calculabilidad y seguridad... No hay espacio para
la autonom ía. La racionalidad individualista se desarrolló en eficien­
te conform idad con el preestablecido continuum de m edios y fines.
Los fines absorben los esfuerzos liberadores del pensam iento, y las di­
versas funciones de la razón convergen para la incondicional m anu­
tención del aparato.”- 1

- 1 H erbert Mar cuse, “S om e social im plications o f m od era tech n ology”, Social Slüdies
in l'hilosophy a n d Social Science, vol. IX, núm . 3, N ueva York, T h e Institute o f Social
R esearch, 1941, pp. 414-439; cita d e las pp. 418-419. Consultar tam bién. N orb ert
W iener, Cibernética y xod.ed.tul, B u en os Aires, Sudam ericana; David S. Laudes, The
unbound Prometheus (Technological change and induxlrial devebjnnenl in Western ICumpa [rom
1750 lo the presenl), Cam bridge, Cam bridge University Press, 1987; Jacques Ellul, The
Itxhnological sodely, N ueva \brk, Alfred A. Knopf, 1967.
8. LA DIALÉCTICA DE LA GLOBALIZACIÓN

Desde el principio, el capitalismo se revela com o un m odo de produc­


ción internacional. Luego se revela com o un proceso de amplias pro­
porciones, rebasando fronteras geográficas, históricas, culturales y so­
ciales, influyendo feudos y ciudades, naciones y nacionalidades, cul­
turas y civilizaciones. A lo largo de su historia, desde el siglo xvi, tuvo
sus centros dinám icos y dom inantes en H olanda, Inglaterra, Francia,
Alemania, Estados Unidos, Japón y otras naciones, pero en todos los
casos siem pre traspasó fronteras de todos los tipos. Más aún, siem pre
recubrió, dislocó, disolvió, recreó o inventó fronteras. En su m archa
p o r la geografía y la historia, influyó decisivamente en los diseños de
los mapas del m undo con los desarrollos de la acum ulación origina­
ria, el m ercantilism o, el colonialismo, el imperialismo, el m ultinacio-
nalismo, el transnacionalism o y el globalismo. A unque haya sido su­
cesiva y sim ultáneam ente nacional, regional e internacional, ju n to
con su vocación colonialista e imperialista, el capitalismo se vuelve en
el siglo xx un m odo de producción no sólo internacional, sino pro­
piam ente global.
El capitalismo es un proceso sim ultáneam ente social, económ ico,
político y cultural de amplias proporciones, complejo y contradicto­
rio, más o m enos inexorable, avasallador. Influye en todas las otras
form as de organización del trabajo y vida social con las que en tra en
contacto. A unque se preserven econom ías de subsistencia, artesana­
dos, patrim onialismos, tribus, clanes, nacionalidades y naciones, en­
tre otras formas de organización de la vida y el trabajo, aun así el pro­
ceso capitalista influye, tensiona, modifica, disuelve o recrea las otras
form as con las que en tra en contacto. Ejerce influencia m oderada o
avasalladora, dep en d iendo del estado en que se encuentra, así como
del de la form ación social con la cual se enfrenta.
El m odo capitalista de producción se funda en el juego de las fuer­
zas productivas liberadas con la decadencia del feudalismo, la acelera­
ción de la acumulación originaria, la reproducción ampliada del capi­
tal, el desarrollo intensivo y extensivo de la producción, distribución, in­
tercambio y consumo. Las fuerzas productivas básicas, tales como el ca­
pital, la tecnología, la fuerza de trabajo, la división del trabajo social, el
[111]
112 LA DIALÉCTICA DE LA GLOBALIZACIÓN

m ercado y la planeación, entre otras, entran en continua y amplia con­


jugación, se desarrollan de form a intensiva y extensiva, rebasan fronte­
ras geográficas e históricas, regím enes políticos y modos de vida, cultu­
ras y civilizaciones. En la m edida en que se vuelve dom inante, el m odo
capitalista de producción lanza luz y sombra, formas y movimientos, co­
lores y sonidos, sobre m ucho de lo que encuentra a su paso.
El m undo sigue poblado de múltiples y distintas formas culturales,
lenguas, religiones, tradiciones y visiones del m undo, al lado de las más
diferentes formas de vida y trabzyo. Los habitantes de la India siguen
imbuidos de hinduism o y budismo; de la misma form a que los árabes
de islamismos; y los europeos de cristianismos. Las tradiciones cultura­
les, religiosas, lingüísticas y otras perm anecen o hasta se reiteran y a ve­
ces se expanden. Pero todo se modifica. En el curso de la historia de la
globalización del capitalismo, m ucho de lo que encuentra por el cami­
no se altera, tensiona, modifica, anula, mutila, recrea o transfigura.
En el capitalismo, las fuerzas productivas, com prendidas siem pre
com o fuerzas sociales, se encuentran todo el tiem po en interacción
dinám ica. La com petencia entre los capitales, la búsqueda de nuevos
procesos productivos, la conquista de otros m ercados y la procura­
ción de lucros provocan la dinam ización de las fuerzas productivas y
de la form a p o r la cual se com binan y aplican a los más diversos sec­
tores de producción, en las más diferentes naciones y regiones del
m undo. Están en m archa los procesos de concentración del capital,
lo que im plica la continua reinversión de las ganancias en la misma o
en otras empresas, y de centralización del capital, lo que implica la
continua absorción de otros capitales, próxim os y distantes, por el
más activo, dinám ico o innovador.
En el capitalismo, “de la misma form a en que el m étodo de produc­
ción y los medios de producción son constantem ente ampliados, revo­
lucionados, así también la división del trabajo necesariam ente provoca
mayor división del trabajo, el em pleo de m aquinaria provoca mayor
em pleo de m aquinaria, el em pleo de trabajo en amplia escala provoca
el em pleo de trabajo en m edida aún más amplia. Esta es la ley que con­
tinuam ente em puja a la producción capitalista más allá de sus antiguos
límites y obliga al capital a movilizar siempre más fuerzas productivas
de trabajo, p o r la misma razón que ya las movilizó con anterioridad.
[...] Por lo tanto, si com prendem os esa agitación febril que opera en
el m ercado m undial como un todo, estaremos en condiciones de com­
p ren d er cómo el crecimiento, la acumulación y la concentración del
capital traen consigo una renovación cada vez mayor de las antiguas
LA DIALÉCTICA DE LA GLOBALIZACIÓN 113

m áquinas y u na constante aplicación de nuevas máquinas: un proceso


que sigue ininterrum pidam ente, con una velocidad vertiginosa y en
una dim ensión cada vez más gigantesca.”1
Este es el contexto en el que se form an y desarrollan las actividades
económicas lucrativas, organizadas en m oldes competitivos y monopó-
licos, nacionales e internacionales. En la m edida en que se liberan y
agilizan las fuerzas productivas, ju n to con las relaciones de produc­
ción y dem arcan las condiciones de la libertad e igualdad de los pro­
pietarios de capital y fuerza de trabajo, organizados en form a contrac­
tual, se intensifica y generaliza la reproducción am pliada del capital.
A lo largo de la historia, desde el siglo xvi al xx, y ya preanunciando
el siglo xxi, se multiplican las empresas, corporaciones y conglom era­
dos, que incluyen m onopolios, trusts, cárteles, m ultinacionales y trans­
nacionales. Son empresas que siem pre están rebasando fronteras geo­
gráficas e históricas, atravesando mares y océanos, instalándose en
continentes, islas y archipiélagos. Así, si es verdad que el m ercantilis­
mo, el colonialismo y el imperialismo tienen raíces en el nacionalism o
y ayudaron a difundir el m odelo de Estado-nación por el m undo, es
tam bién verdad que rom pieron fronteras de tribus, clanes, pueblos,
nacionalidades, culturas y civilizaciones. En este sentido, el capitalis­
mo en tra decisivamente en el diseño y rediseño del m apa del m undo,
creando naciones y colonias, m etrópolis e imperios, geoeconom ías y
geopolíticas, occidentes y orientes. “Mientras que el capital por un la­
do debe tender a arrasar toda barrera espacial opuesta al tráfico, id est,
al intercam bio, y a conquistar toda la T ierra como su m ercado, p o r el
otro lado tiende a anular el espacio por m edio del tiem po, o sea, a re­
ducir a un m ínim o el tiem po que em plea el movimiento de un lugar
a otro. C uanto más desarrollado sea el capital, tanto más extenso será
el m ercado en el que circula, m ercado que constituye la trayectoria es­
pacial de su circulación, y tanto más tenderá a extender más el m erca­
do y a un a mayor anulación del espacio a través del tiem po. [...] Apa­
rece aquí la tendencia universal del capital, que lo diferencia de todos
los estadios anteriores de la producción.”2
Desde de esta perspectiva, el m odo capitalista de producción p u e­
de ser visto com o un todo com plejo, desigual, contradictorio y diná­
mico, u n a totalidad abierta o propiam ente histórica. Está siem pre en

1 Kiiri Marx, Wage-labaur and capital, Nueva York, International Publishers, 1933, pp.
33 y 44.
¿ Karl Marx, Ehanentos fundam entaba para la crítica de la economía política (borrador)
1H57-IH5S, 3 vols., M éxico, Siglo XXI Editores, 1971-1976, 2o. vol., pp. 30-31.
114 LA DIALÉCTICA DE LA GLOBALIZACIÓN

m ovim iento, en el sentido en que se transform a o expande, e n ü a en


crisis y retom a su expansión, de m anera errática pero progresiva, con
frecuencia inexorable.
Com o totalidad histórica y teórica, el m odo capitalista de produc­
ción p uede ser sintetizado a partir de los siguientes elem entos, visto
de form a encadenada, determ inándose recíprocam ente. “El resulta­
do al que llegamos no es que la producción, la distribución, el in ter­
cambio y el consum o sean idénticos, sino que constituyen las articu­
laciones de u n a totalidad, diferenciaciones dentro de u n a unidad. La
producción üasciende tanto más allá de sí m isma en la determ ina­
ción opuesta de la producción, com o más allá de los otros m om entos.
A partir de ella, el proceso recom ienza siem pre nuevam ente. Se com ­
p ren d e que el intercam bio y el consum o no puedan ser lo trascen­
dente. Y lo mismo puede decirse de la distribución en tanto distribu­
ción de ios productos. Pero com o distribución de los agentes de la
producción, constituye un m om ento de la producción. U na produc­
ción determ inada, por lo tanto, d eterm ina un consum o, u n a distribu­
ción, un intercam bio, determ inados y relaciones recíprocas determinadas
de estos diferentes momentos. A decir verdad, tam bién la producción, ba­
jo su forma unilateral, está a su vez determ inada p o r los otros m om en­
tos. Por ejem plo, cuando el m ercado, o sea, la esfera del cambio, se
extiende, la producción am plía su ám bito y se subdivide más en p ro ­
fundidad. Al darse transform aciones de la distribución se dan cam­
bios en la producción en el caso, por ejem plo, de la concentración
del capital o de una distinta distribución de la población en la ciudad
y en el campo, etc. Finalm ente, las necesidades del consum o determ i­
nan la producción. Entre los diferentes m om entos tiene lugar u n a ac­
ción recíproca. Esto ocurre siem pre en los conjuntos orgánicos.”3
Está claro que toda esta dinám ica es ordenada por el capital, por los
que poseen la propiedad y los movimientos del capital, en los ámbitos
nacional y m undial. La form a por la cual el capital se articula y desdo­
bla, incluso por los varios sectores de la economía, le confiere la pree­
m inencia sobre las otras fuerzas productivas. Aunque el capital no pue­
da nunca actuar de m anera independiente y, además de esto, dependa
en esencia de la capacidad de la fuerza de trabajo para producir valor,
es innegable que puede determ inar las direcciones y los ritmos de la re­
producción ampliada. Para que se realice la reproducción am pliada
del capital, lo que com porta sectores económicos, economías naciona­

3 Ibid., 1er. vol., p. 20.


LA DIALÉCTICA DE LA GLOBALIZACIÓN 115

les, economías internacionales y la econom ía m undial como un todo,


el capital se desarrolla, se desdobla y se articula en distintas formas de
organización del trabajo y de la producción. Adquiere configuraciones
singulares, particulares y generales, recíprocam ente referidas y deter­
minadas, pero cada vez más bajo la influencia del capital en general, si­
m ultáneam ente abstracto y real. En el ámbito de la econom ía global,
se desarrolla aún más la form a general del capital, una especie de sín­
tesis y matriz de lo singular y de lo particular, todos recíprocam ente re­
feridos, pero determ inados por lo general.4
A m edida que se desarrolla el capitalismo, p o r la dinam ización y la
generalización de las fuerzas productivas y de las relaciones de pro­
ducción, el capital en general adquiere mayor relevancia, e influyen
cada vez más en las condiciones y las posibilidades de los capitales sin­
gulares y particulares, en los ámbitos nacional y sectorial, regional e
internacional. En este sentido, la globalización del capitalismo puede
ser vista como producto y condición del capital en general, en el cual
se realizan y m ultiplican todas las otras formas de capital. En esta
perspectiva, los que ocupan los escritorios centrales de las corporacio­
nes, p o r ejemplo, “son ellos mismos, en m edida creciente, constreñi­
dos y controlados por el capital financiero operado p o r m edio de re­
des globales del m ercado financiero. En otras palabras, el po d er real
no está totalm ente en los escritorios de las corporaciones, sino en los
m ercados financieros. Lo que es válido para los directores de corpo­
raciones es tam bién válido para los que controlan el poder político
nacional: cada vez más, ellos tam bién son controlados p o r los m erca­
dos financieros, en lo que pueden y en lo que no pu ed en hacer.”5
Lo que M arx observaba com o algo incipiente en su época, a m edi­
da que se desarrolla el capitalismo se revela crecientem ente efectivo
y generalizado. El capital, bajo formas nuevas y renovadas, se desarro­
lla y se fortalece e im pone su lógica por los cuatro rincones del m un­
do. A fines del siglo xx, adquiere características propiam ente globa­
les. En las últimas décadas de este siglo, “se disuelven m uchas fronte­
ras en tre los m ercados financieros nacionales y surge un verdadero
m ercado global de capitales”/ 1

4 Ibid., 1er. vol., pp. 409-410. Consultar tam bién, R utlolf H ilfercling, El cupilal
finnndaro, Maclricl, Tecnos, 1985.
r’ Paul M. Sweezy, “T he trinmph o f financial capital”, M onlhly linxnnu, vol. 46, núm .
2, N ueva York, 1994, pp. 1-11; cita de la p. 10.
h l'lin Eamonamisl, Londres, 19 de septiem bre de 1992, p. 5. Cita del su p lem en to titu­
lado “Fear o f fin a n ce”. p. 1-50.
116 LA DIALÉCTICA DE LA GLOBALIZACIÓN

Esta vocación del capital se vuelve más evidente si recordam os que


el dinam ism o de la reproducción am pliada del capital, o su carácter
progresivo, influye continua y reiteradam ente en las más diferentes
form as de organización social y técnica del trabajo y de la produc­
ción. “En todas las form as de sociedad, existe una determ inada p ro ­
ducción que asigna a todas las otras su correspondiente rango [e] in­
fluencia, y cuyas relaciones p o r lo tanto asignan a todas las otras el
rango y la influencia. Es una ilum inación general en la que se bañan
todos los colores y [que] modifica las particularidades de éstos.”7
El predom inio del m odo capitalista de producción, que implica,
en su desarrollo intensivo y extensivo, formas progresivas y frecuente­
m ente avasalladoras, se traduce en procesos de concentración y cen­
tralización del capital. La dinám ica de la reproducción am pliada se
realiza p o r la continua concentración o reinversión del excedente, es­
to es, de la plusvalía, y p o r la continua centralización o absorción de
otros capitales p o r el más activo, fuerte o innovador. Esos son los p ro ­
cesos que vuelven al capitalismo una realidad histórica y geográfica,
capaz de atravesar fronteras, m ares y océanos. A unque se desarrolla
de m anera desigual, com binada y contradictoria, el capitalismo se ex­
p an d e p or las más diferentes naciones y nacionalidades, así com o cul­
turas y civilizaciones, dinam izado por los procesos de concentración
y centralización, que concretan su globalización. Lo que ya se an u n ­
ciaba en los prim eros tiempos del capitalismo, se manifiesta de m odo
claro en el siglo xix y, más o m enos avasallador, en el xx.8
En la m edida en que se desarrolla, el capitalismo revoluciona tanto
las otras formas de organización social y técnica del trabajo y de la pro­
ducción con las cuales entra en contacto, como transform a reiterada­
m ente las formas de organización social y técnica del trabajo y de la pro­
ducción ya existentes en moldes capitalistas. Esto significa que la acu­
m ulación originaria puede ser vista como un proceso simultáneam ente
genédco y estructural, inherente al capitalismo, que se desarrolla todo
el dem po, en todas partes. La dinámica de este m odo de producción
crea y recrea, continúa y reitera, las formas productivas y las relaciones
7 Karl Marx, Elementos fundamentales para la trília i de la eumimáa política (borrador)
1857-1858, d L , vol. 1, pp. 27-28.
8 A propósito de los procesos d e “concentración” y “centralización” consultar, Karl
Marx, El capital 3 tom os, 8 vols., M éxico, Siglo XXI, 1975-1981, especialm ente tom o I,
capítulos XXIII, XXIV y XXV; Nikolai I. Bujarin, L a economía mundial y el imperialismo, M éxico,
Siglo XXI, 1984, Cuadernos de pasado y presente 21, especialm en te cap. X; Rosa
Luxem burgo, Ia i acumulación del capital, Barcelona, Grijalbo, especialm ente sección 111;
Ernest M andel, E l capitalismo tardío, M éxico, Era, 1979, especialm ente capítulos 10 y 11.
LA DIALÉCTICA DE LA GLOBALIZACIÓN 117

de producción, tanto por el desarrollo extensivo como por el intensivo.


Las nuevas tecnologías, por ejemplo, pueden volver las otras tecnolo­
gías obsoletas, de la misma form a en que pueden volver obsoletas otras
formas de movilización de la fuerza de trabajo. Las diversas fuerzas pro­
ductivas, así como las instituciones y organizaciones que configuran las
relaciones de producción, se pueden volver prescindibles, técnica y so­
cialmente obsoletas. La dinámica de la reproducción ampliada del ca­
pital, con su concentración y centralización, produce y reproduce el de­
sarrollo desigual y combinado, de m odo nacional, regional y mundial.
En la m edida en que esa dinámica se realiza, provoca necesariamente
la reiteración de algo estructuralm ente semejante a la acumulación ori­
ginaria, como una especie de “revolución” que periódicam ente trans­
form a o m oderniza las más diversas formas sociales y técnicas de orga­
nización del trabajo y la producción.
Veamos, pues, el elem ento nuclear de la acum ulación originaria,
un proceso que se desarrolla y reitera a lo largo de la historia. “La es­
cisión entre el producto de trabajo y el trabajo mismo, en tre las con­
diciones objetivas del trabajo y la fuerza de trabajo subjetiva; era,
pues, el fundamento, efectivamente dado, del proceso capitalista de produc­
ción. [...] El proceso capitalista de producción reproduce, por su pro­
pio desenvolvimiento, la escisión entre fuerza de trabajo y condicio­
nes de trabajo. R eproduce y perpetúa, con ello, las condiciones de ex­
plotación del obrero. Lo obliga, de m anera constante, a vender su
fuerza de trabajo para vivir, y constantem ente pone al capitalista en
condiciones de com prarla para enriquecerse. [...] La relación del ca­
pital presupone la escisión entre los trabajadores y la propiedad sobre las
condiciones de realización del trabajo. U na vez establecida la producción
capitalista, la m isma no sólo m antiene esa división sino que la reprodu­
ce en escala cada vez mayor. El proceso que crea la relación del capital
no pu ed e ser oü'o que el proceso de escisión entre el obrero y la propiedad de
sus condiciones de trabajo, proceso que, por una parte transforma en ca­
pital los m edios de producción y de subsistencia sociales, y por otra
convierte a los productores directos en asalariados. La llam ada acu­
m ulación originaria no es, por consiguiente, más que el proceso histó­
rico de escisión entre el productor y medios de producción."^
Lo que ya se m anifestaba como una característica fundam ental de

51 Karl Marx, El capital, ril., tom o I, pp. 700-701, 711 y 893. En este libro, consultar
esp ecia lm en te el cap. 24: “La llam ada acum ulación originaria”. Consultar tam bién,
Ernest M andel, E l capitalismo tardío, cit., esp ecialm en te cap. 2: “La estructura del m er­
cado m un d ial capitalista”.
118 LA DIALÉCTICA DE LA GLOBAL1ZACIÓN

la génesis del capitalismo europeo en el siglo xvi, se m anifiesta como


u na característica tam bién fundam ental de los desarrollos del capita­
lismo global en el siglo xx. A pesar de las m uchas diversidades socia­
les, políticas y culturales, evidentes en los diseños y movimientos de
las naciones y nacionalidades, sigue realizándose y generalizándose
reiteradam ente en la escisión entre la fuerza de trabajo, o sea, el tra­
bajador, y las condiciones de trabajo, es decir, la propiedad de los m e­
dios de producción.
Son varios y encadenados los procesos que caracterizan la globali-
zación del capitalismo, desde la acum ulación originaria hasta la con­
centración y centralización del capital; del desarrollo cuantitativo y
cualitativo de las fuerzas productivas al desarrollo y la m odernización
de las relaciones de producción; de la nueva división internacional
del trabajo y de la producción a la constitución del m ercado m undial,
al influir en o articular m ercados nacionales y regionales; de las for­
mas singulares y particulares del capital al capital en general.
A fines del siglo xx, se reabren espacios y fronteras, inesperados o
recreados, disponibles o forzados. Ju n to con la desagregación del blo­
que soviético, con la disolución del m undo socialista, se generalizan
políticas de desestatización, desregulación, privatización, ap ertu ra de
m ercados, flujo cada vez más libre de las fuerzas productivas, m oder­
nización de las norm as jurídico-políticas y de las instituciones que or­
ganizan las relaciones de producción, todo esto unlversaliza más que
n u n ca el m odo capitalista de producción; y al capitalismo com o pro­
ceso civilizatorio.
La ironía de la historia es que la globalización del capitalismo
desem peñó un papel decisivo en la desagregación del bloque soviéti­
co y en la transición de cada una y todas las naciones socialistas de
econom ías centralm ente planificadas a econom ías de m ercado. En
los últim os decenios del siglo xx, las corporaciones transnacionales,
así com o el Fondo M onetario Internacional ( f m i ) , el Banco M undial
(bm) y la U nión Europea, entre otras organizaciones m ultilaterales y
transnacionales, pasan a desem peñar un papel creciente y decisivo en
la institucionalización y dinam ización de la econom ía de m ercado, es­
to es, propiam ente capitalista, en las naciones que habían desarrolla­
do sistemas económ icos centralm ente planificados; sistemas conside­
rados básicos para la construcción de la sociedad socialista. El desa­
rrollo intensivo y extensivo del capitalismo, según se había verificado
d u ran te la g uerra fría, se aceleró aún más cuando ésta term inó, debi­
do a la perestroika, al glasnost, a la caída del m uro de Berlín, a la reu­
LA DIALÉCTICA DE LA GLOBALIZACIÓN 119

nificación de Alem ania y a la reactivación de los m ovimientos de las


fuerzas productivas y de los intercam bios en el ám bito m undial. En
esa ocasión, el este europeo, Rusia, las repúblicas form adas con la de­
sagregación de la U nión Soviética, China, Vietnam y otras naciones
con regím enes socialistas, se volvieron fronteras de desarrollo inten­
sivo y extensivo del capitalismo. U n capitalismo que ya encontró fuer­
zas productivas bastante desarrolladas, pero que precisó crear, desa­
rrollar y consolidar relaciones de producción consecuentes con las
exigencias de la dinám ica del m ercado, de la reproducción am pliada
del capital de m anera global.10
La ironía está en que la globalización del capitalismo es un proceso
cuyos orígenes Marx había esbozado en varios pasajes de sus escritos so­
bre Irlanda, Polonia, Rusia, China, India, Estados Unidos, México,
Egipto y otras naciones, nacionalidades o colonias y dependencias del
capitalismo europeo y norteam ericano. En sus análisis sobre la dinám i­
ca del capitalismo, sobre la reproducción am pliada del capital, que
incluían la expansión y potenciación de las fuerzas productivas, así co­
mo la generalización de las relaciones capitalistas de producción; en
fin, en todos sus análisis está la constatación, o el supuesto teórico, de
que la vocación del capitalismo es m undial, con tendencia a influir más
o m enos decisivamente en todas las formas de organización del traba­
jo y la vida social. “La tarea específica de la sociedad burguesa es el es­
tablecim iento del m ercado mundial, al menos en sus líneas generales,
y de la producción basada en este m ercado m undial. Como el m undo
es redondo, esto parece tener ya pleno sentido por la colonización de
California y Australia y la apertura de China y Jap ó n .”11
El carácter internacional del capitalismo que ya se preanunciaba
desde sus inicios, y se revela evidente en el siglo xix, se vuelve particu­

111 Folker Frobel, Jurgen H ein rich s y O tto Kreye, L a nueva división inlernanonal d d
trabajo, M adrid-M éxico, Siglo XXI, 1980; Lavvrence C. M cQ uade (ed itor), liast-Wesl
Irada, Boukler, C olorado, Westview Press, 1977; Vito Tanzi (ed itor), Transition lo nuirkel
(Sludies in fiscal rcf'orm), W ashington, International M onetary Fund, 1993; David Wen-
Wei Chang, China undexD engXiaofñng, Londres, M acMillan, 1991; R obert Kurz, O colap­
so da modernizando, Sao Paulo, Editora Paz e Terra, 1992; Peter Galuszka, Patricia Kranz
y Staney R eed, “R ussia’s new capitalism ”, Business Week, 10 de octubre de 1994, pp. 36-
40; Peter Engardio y Bruce E inborn, ‘V ietnam : Asia's n ext tiger?”, Business Week, 23 de
mayo d e 1994, pp. 48-55; The.Er.onom.isl, Londres, 30 de octubre d e 1993: “A billion con-
su m ers”, su p lem en to sobre Asia, pp. 1-26.
11 Carta de Marx a Engels, fechada en Londres, 8 de octubre d e 1858, publicada
en: Marx y E ngels, Sale.cted correspondunce, M oscú, Progress Publishers, 1965, pp. 110-111;
cita de la p. 111.
120 LA DIALÉCTICA DE LA GLOBALIZACIÓN

larm ente efectivo en la segunda m itad del siglo xx, cuando adquiere
todas las características de un m odo de producción global. “El gran
cambio que define la era económ ica de fines del siglo xx es que el
m undo se volvió crecientem ente capitalista, interligado en un sistema
de relaciones de comercio e inversiones. Virtualm ente, en todas las
partes del m undo la producción está basada en el trabajo asalariado y
está organizada para el lucro. [...] Con el fin de la Unión Soviética, el
abandono de la pretensión de socialismo a través del Este europeo y
el abandono de todo m enos la pretensión en China, no hay virtual­
m ente ninguna alternativa evidente al capitalismo en escena. En lo
que tradicionalm ente llamamos tercer m undo -los países que estable­
cieron sus relaciones con el capitalismo p o r la dom inación colonial-
las relaciones capitalistas de producción están generalizadas. En cuan­
to a las naciones del tercer m undo que por largo tiem po han estado
enredadas en relaciones comerciales capitalistas, con el surgim iento
de las relaciones capitalistas de producción sim plem ente se volvieron
plenam ente dom inantes en las décadas recientes. Por toda la econo­
mía m undial, la producción doméstica, fuera del nexo capitalista, es­
tá dando lugar rápidam ente a actividad m ercantil. [...] Por lo tanto,
el am plio debate sobre la ‘globalización’ de la vida económ ica signifi­
ca principalm ente la universalización del capitalismo. Las relaciones
económicas en el comercio y en la inversión están bien establecidas
hace por lo m enos un siglo, pero lo que es nuevo es el grado en que
esos lazos m ercantiles se vuelven conexiones en el ámbito del sistema
capitalista m u n d ial.. .”1-
La form a en que se da la globalización del capitalismo reabre, re­
crea y supera la controversia “im perialism o o in terd ep en d en cia”. Pa­
ra que se esclarezca, en sus líneas principales, es indispensable que la
controversia sea vista con u n a perspectiva sim ultáneam ente histórica
y teórica.
Vista desde una perspectiva histórica amplia, la globalización viene
de hace m ucho tiem po y envuelve diversas formas de organización y
dinam ización de las fuerzas productivas y de las relaciones de produc­
ción: acum ulación originaria, m ercantilismo, colonialismo, imperialis­
mo, interdependencia, ü ansnacionalismo y globalismo. Son varias, di­
ferentes e interrelacionadas las formas por las que el capitalismo se de­
sarrolla, transform a y generaliza, a lo largo de la historia y de la geo-

A rtliur MacEwan, “N otes 011 U.S. foreign investm ent and Lat'n A m erica”, M onthly
Jimittw, vol. 45, núm . 8, N ueva York, 1994, pp. 15-26; cita de las pp. 15-16.
LA DIALÉCTICA DE LA GLOBAL1ZACIÓN 121

grafía. Son configuraciones tam bién marcadas p o r las m onarquías


universales portuguesa y española, así como por la preem inencia de
H olanda e Inglaterra, eventualm ente desafiada por Francia, Alema­
nia, Rusia y Japón, pero progresivam ente superada por el ascenso de
los Estados Unidos; lo que se concreta de m anera creciente en el siglo
xx. Después de la segunda guerra m undial, en el transcurso de la gue­
rra fría, la hegem onía de los Estados Unidos es disputada sólo por la
U nión Soviética, ya que ésta lidereaba el m undo socialista, un m odo
de producción “no capitalista”, que abarcaba otro patrón de organiza­
ción y dinam ización de las fuerzas productivas y relaciones de produc­
ción. Con el fin de la guerra fría, las naciones que com ponían el ex
m undo socialista se transform an en fronteras de expansión del capita­
lismo, bajo el liderazgo de los Estados Unidos; un liderazgo que se di­
vide progresivam ente, de m anera más o m enos diplomática, con Ja­
pón y Alemania, así como con las corporaciones transnacionales.
En la época de la globalización propiam ente dicha del capitalismo,
lo que se concreta con el fin de la guerra fría, o la desagregación del
bloque soviético y la adopción de la econom ía de m ercado por prác­
ticam ente todas las naciones del ex m undo socialista, ocurre una
m odificación cuantitativa y cualitativa del capitalismo com o m odo de
producción y proceso civilizatorio. Una ü'ansform ación cuantitativa y
cualitativa en el sentido en que el capitalismo se vuelve concretam en­
te global, que influye, recubre, recrea o revoluciona todas las otras
form as de organización social del trabajo, producción y vida. Esto no
significa que todo se apaga o desaparece, sino que todo pasa a ser in­
fluido o a dejarse influir p o r las instituciones, patrones y valores so-
cioculturales característicos del capitalismo. Poco a poco, o de m ane­
ra repentina, los principios del m ercado, de la productividad, de la lu-
cratividad y del consumismo com ienzan a actuar sobre las m entes y
los corazones de individuos, colectividades y pueblos.
Está claro que el globalismo no anula ni la interdependencia ni el
imperialismo. Esas son dos dimensiones de la realidad histórica y geo­
gráfica del capitalismo que se reproducen y recrean aún más. Más que
nunca, estas categorías son generalizadas, en el sentido de que abarcan
individuos, colectividades y pueblos en todos los continentes, islas y ar­
chipiélagos. Son determ inaciones que se reproducen todo el tiempo, y
reiteran, modifican o hasta profundizan las desigualdades sociales, eco­
nómicas, políticas y culturales. Se puede incluso decir que la dinám ica
de la reproducción ampliada del capital, en todo el m undo, ha propi­
ciado una acentuada concentración del poder económico, lo cual agra­
122 LA DIALÉCTICA DE LA GLOBALIZACIÓN

va la cuestión social en el ámbito también mundial.


Pero la in terdependencia y el im perialism o dejaron de estar bási­
cam ente determ inados por el juego de las relaciones entre naciones
dom inantes, centrales, desarrolladas o industrializadas, por un lado;
y naciones dependientes, periféricas, subdesarrolladas o agrarias por
otro. La industrialización se expandió por el m undo, lo que provocó
incluso una creciente disolución del m undo agrario. La nueva divi­
sión internacional del trabajo, agilizada p o r los m edios de com unica­
ción y transporte, cada vez más apoyados en técnicas electrónicas,
transform aron el m undo en una fábrica y u n shopping center globales.
Son globalismos decisivamente basados en la organización y la diná­
mica de las corporaciones transnacionales, que desarrollan sus geoe-
conom ías y sus geopolíticas en m odelos más o m enos independientes
de los estados nacionales. Es obvio que siem pre tienen en cuenta los
estados nacionales, tanto los dom inantes como los dependientes, pe­
ro siem pre de acuerdo con las exigencias establecidas en sus diagnós­
ticos y pronósticos sobre m ercados reales y potenciales, así como so­
bre inversiones propias y asociadas. Las transnacionales son corpora­
ciones sim ultáneam ente localizadas y desterritorializadas. Se enrique­
cen en los más diversos y distantes lugares, pero tam bién se m ueven
de u n o a otro lado todo el tiem po, de acuerdo con la dinám ica de las
fuerzas productivas, según las exigencias de la concentración y cen­
tralización del capital, y concretan la reproducción am pliada del ca­
pital en m odelos cada vez más globales.
En este contexto más amplio, histórico y teórico, la in terd ep en ­
dencia y el im perialism o se desarrollan más allá de sus propios lími­
tes. En la misma m edida en que la globalización redefíne y subordi­
n a los estados nacionales, incluso los más fuertes, en esa misma m e­
dida la interdependencia y el imperialism o son recreados y supera­
dos. De hecho, la interdependencia crece más que nunca. Las nacio­
nes y las nacionalidades, así como los individuos y las colectividades,
se vuelven más interdependientes que nunca. Las cosas, las gentes y
las ideas se desterritorializan, a pesar de parecer arraigadas. En la mis­
m a m edida en que se am plían los m ercados, se agilizan las fuerzas
productivas, concretadas en la nueva división internacional del traba­
jo, en la fábrica y en el shopping center globales. Así, el im perialism o
tam bién se acentúa, generaliza y cambia de figura. Aunque los esta­
dos nacionales más fuertes sigan desem peñando tareas imperialistas,
form ulando geoeconom ías y geopolíticas, sus prerrogativas ya no son
las mismas del imperialism o “clásico”. Al lado de los estados naciona­
LA DIALÉCTICA DE LA GLOBALIZACIÓN 123

les, incluso de los más fuertes, ya se colocan e im ponen las corpora­


ciones transnacionales, que se transform aron incluso en estructuras
m undiales de poder. En la m edida en que las corporaciones adquie­
ren la fuerza, la versatilidad y la generalidad que se concretan con la
globalización del capitalismo, en esa m isma m edida se reducen o se
subordinan las posibilidades de los estados nacionales, que eran las fi­
guras por excelencia del im perialism o y de la interdependencia.
Ese dilem a se vuelve un poco más claro cuando reconocem os que
las organizaciones multilaterales, com o la ONU, el fmi o la o ír entre
onas, se sitúan cada vez más en la confluencia de los estados naciona­
les y de las corporaciones ttansnacionales. A unque instituidas en tér­
m inos m ultilaterales, lo cual significa la participación activa de los es­
tados, esas organizaciones contem plan crecientem ente los intereses y
los papeles de las corporaciones. Las organizaciones m ultilaterales,
en tanto estructuras m undiales de poder desarrollan sus actividades y
reconocen tam bién a las transnacionales com o estructuras m undiales
de poder. Así, la in terdependencia y el im perialism o son recreados y
superados p or el globalismo. El globalismo progresivam ente subsume
buena p arte de las relaciones, procesos y estructuras característicos
de la interd ep en d en cia y del imperialismo, así com o del nacionalis­
mo y del regionalism o.1.
En los térm inos en que se desarrolla el capitalismo en los finales
de este siglo, desde el térm ino de la guerra fría, se reabre la contro­
versia “m ercado o planificación”. M ientras los países que com ponen
el ex m undo socialista se transform an en “fronteras” de expansión
del capitalismo, se reabre la controversia. Esta no es sólo teórica y
doctrinaria, sino sim ultáneam ente práctica, com o se puede observar
por sus desdoblam ientos efectivos en cada uno y en todos esos países.
Abarca los gobiernos de los países en los que había regím enes socia­
listas, o en los cuales el régim en político se define com o socialista, p e­
ro todos em peñados en la transición de la planificación estatal al m er­
cado abierto. Incluye em presas estatales y sectores sociales diversos de
esos países, al mismo tiem po que corporaciones transnacionales y or­
ganizaciones m ultilaterales. Entre ellas se destacan evidentem ente el
Fondo M onetario In eünacional (fmi), el Banco M undial (bm) y la

, :í David G. Becker, J eff Frieden, Sayre P. Schatz y Richard L. Sklar, PosLimpmalism


(InUtrnaliontd capilalism and develof>menl in Lhe hile Iwenlitdh rmlury), B oulder y Londres,
Lynne R ienner Publishers, 1987; Jam es Manor (editor), Ifr.lhinking 'í'hird World polilics,
Londres, L ongm an, 1991; V.I. Lenin, Imperialismo: ¡ase. superior del eapilalismii, M éxico,
Q u in to Sol.
124 LA DIALÉCTICA DE LA GLOBALIZACIÓN

U nión E uropea ( ü e ) , pero desem peña un papel especial el Banco de


R econstrucción y Desarrollo de la E uropa del Este ( b e r d ) , creado por
E uropa O ccidental. Es obvio que ahí se incluyen gobiernos de países
capitalistas dom inantes reunidos principalm ente en el G rupo de los
7, y los think-tanks reanim ados con las perspectivas de producción de
diagnósticos y pronósticos. Muchos economistas y otros científicos so­
ciales, situados en diferentes perspectivas teóricas o doctrinarias, par­
ticipan más o m enos activamente de las discusiones.
La globalización del capitalismo reaviva la controversia “m ercado o
planificación” en los sectores productivos, las economías nacionales,
los bloques regionales y, obviamente, la econom ía m undial como un to­
do. Ésta es u na controversia más o m enos perm anente en la historia de
la econom ía política, aunque se reabra de form a más clara en algunas
coyunturas. Luego de la segunda guerra m undial, se generalizó la ad­
hesión de gobernantes, empresarios, políticos, tecnócratas, economis­
tas y otros científicos sociales a la planeación gubernam ental, como téc­
nica de reconstrucción de economías nacionales y de la industrializa­
ción sustitutiva de im portaciones en países del entonces tercer m undo.
El Plan Marshall form a parte de esta historia, así como el Fondo Mone­
tario Internacional ( fm i) y el Banco Mundial o el Banco Internacional
de Reconstrucción y Desarrollo ( b ir d ) creados a fines del decenio de
los cuarenta y com prom etidos activamente con proyectos de desarrollo
económ ico planificado en países del entonces tercer m undo. Fortale­
cer las economías de los países dom inantes y desarrollar las de los que
com ponían el tercer m undo, principalm ente la India, Africa del Sur y
Brasil, entre o tíos estratégicam ente simados en el m undo capitalista,
produjo vanos resultados importantes: se redujeron o se controlaron
tensiones sociales potencialm ente revolucionarias en países “subdesa-
rrollados”; se crearon o se desarrollaron mercados, en sentido lato,
convenientes para las economías de los países dom inantes, o “desarro­
llados”; y se dinamizó el capitalismo como un todo, el cual se fortaleció
frente al m undo socialista.14
La controversia m ercado o planificación fue planteada de form a

14 Albert Waterston, DnvrMtfrmmt planning (Lessons o f exfmiañe*), Baltimore, T h e Johns


H opkins Press, 1969; editado para “T h e E conom ic D evelop m en t Institute: International
Bank for R econstrnction and D evelop m en t”; Edward S. M asón, Economic planning in
undtrrdtrudoped urnas: (im n n n w n t and business, N ueva Vbrk, Fordham University Press, 1958;
Everett E. H agen (com p .), V lanm nón d d desarrollo económico, M éxico, F ondo de Cultura
Económ ica, 1964; Andrew Shonfield, Mothrrn cajñlatism (The rJumgirig luilamx o/ public and
prívalepowcr), Nueva \brk, O xford University Press, 1965.
LA DIALÉCTICA DE LA GLOBALIZACIÓN 125

particularm ente estridente con la desagregación del bloque soviético


y del conjunto del m undo socialista, cuando se pusieron en cuestión
las econom ías centralm ente planificadas. Las econom ías socialistas,
apoyadas en la planeación estatal sistemática e impositiva, em piezan
a desarrollar políticas más o m enos drásticas y generales de desestati-
zación, desregulación, privatización o liberalización para así intensifi­
car la form ación de m ercados abiertos. Se trataba de favorecer la di-
nam ización de los factores de producción, crear las condiciones de
com petitividad, m ultiplicar las iniciativas em presariales, ofrecer can­
tidades y diversidades crecientes de m ercancías, incentivar el consu­
mo. Todo esto implica necesariam ente la adopción de nuevas y reno­
vadas técnicas productivas y de trabajo, así como de m ercadotecnia,
adem ás del cambio de m entalidad de em presarios, técnicos, asalaria­
dos y consum idores. U na especie de “revolución”, que implica a fuer­
zas productivas y relaciones de producción, que com prende patrones
y valores socioculturales, que prom ueve la sustitución de u n principio
de organización básico y general, com o el de la “planificación”, por
otro principio de organización básico y general com o el de “m erca­
d o ”. U na parte im portante de la guerra ideológica desarrollada con
la g u erra fría está sintetizada en esa controversia, que a fines del siglo
xx parece vencida por el principio del m ercado.
Pero sería ilusorio pensar que el principio de planificación está sim­
plem ente descartado para todos los efectos. La realidad es que está más
vivo que nunca, aunque en otro lugar. Las corporaciones transnaciona­
les, precisam ente las mayores beneficiarías de la liberalización y gene­
ralización de los mercados, son especialistas en planificación. Basan to­
das sus actividades, desde los estudios sobre mercados hasta la movili­
zación de factores productivos, unidades productivas, filiales, revende­
dores, tercerización, etc., en estudios de viabilidad, diagnósticos, pro­
nósticos, planes, program as y proyectos. Todo se planifica con rigor y
sistemáticamente en las corporaciones transnacionales, incluso tom an­
do en cuenta las diversidades y las potencialidades de los mercados, las
peculiaridades de regím enes políticos nacionales, los pau ones y valores
socioculturales de diferentes grupos sociales, clases sociales, colectivi­
dades, pueblos, naciones y nacionalidades. Además, cabe observar que
las corporaciones movilizan activamente todos los recursos intelectua­
les, científicos y técnicos necesarios para perfeccionar sus planificacio­
nes, y echan m ano tanto de los conocim ientos acumulados por las cien­
cias sociales como por las potencialidades de las técnicas de la electró­
nica, sin olvidar los refinam ientos de la m ercadotecnia.
126 LA DIALÉCTICA DE LA GLOBALIZACIÓN

Es obvio que el m ercado sigue siendo el espacio de la competencia,


así como del m onopolio, oligopolio, trust, cártel, m onopsonio y otras
manifestaciones de com petencia y poder en el ámbito de la econom ía
y la sociedad. Son continuas y reiteradas las disputas entre corporacio­
nes y sus productos en el mercado. Allí están presentes, todo el tiempo,
las pequeñas y m edianas empresas, los bancos y sus financiamien tos, las
agencias gubernam entales y sus directrices. También el fmi, el Banco
M undial y la Organización M undial de Comercio (omc), heredera del
Acuerdo General de Tarifas y Comercio ( g a t t ) , son organizaciones
multilaterales em peñadas en la preservación, consoüdación y generali­
zación de los m ercados nacionales, regionales y mundiales, más allá de
su misión de guardianes del capital en general.
Pero el principio del m ercado no elim ina el principio de la planifi­
cación. Ambos subsisten todo el tiempo en el ámbito del capitalismo,
en sus niveles sectoriales, nacionales, regionales y mundiales. Incluso
cuando los gobiernos reducen su interferencia en el desem peño de las
fuerzas productivas, subsisten directrices, estímulos, restricciones y cas­
tigos que orientan decisiones y opciones de los propietarios de los m e­
dios de producción; lo que siempre implica la institucionalización y el
control de las condiciones sociales y jurídico-políticas de la fuerza de
trabajo. “Nike está fabricando sus famosamente caros tenis atléticos en
Indonesia, donde sus trabajadoras que laboran largas horas por un ma­
gro salario m ensual de 38 dólares. Wal-Mart, K-Mart y Sears, los gran­
des símbolos norteam ericanos de la venta por catálogo, hacen sus ca­
misas en Bangladesh con mujeres islámicas culturalm ente pasivas que
trabajan 60 horas por sem ana y ganan m enos de 30 dólares al mes.”ir>
Es raro, o sólo una posibilidad ideal, que los gobiernos y las agencias
gubernam entales se ausenten totalmente del juego de las fuerzas pro­
ductivas y de las relaciones de producción, lo que les garantiza oferta
de fuerza de trabajo constante, barata y disciplinada o sumisa.
En este escenario em piezan a desarrollarse las fuerzas productivas
y las relaciones de producción que se producen y reproducen, reite­
ran y generalizan, como el m odo capitalista de producción, en los
ám bitos nacional, regional y m undial. La globalización del capitalis­
m o contem pla todo el tiem po el contrapunto m ercado-planificación.
El pleno predom inio del principio del m ercado sería el caos. Para evi­
tar que el caos irrum pa de m odo avasallador, gobernantes, propieta­

15 Terry Collingsworth, F. W illiam G old y Pharis F. Harvey, “Labor and free Lrade:
T im e for a glob al new d ea l”, Forrign Affairs, vol. 73, núm . 1, N ueva York, 1994, pp. 8-13;
cita de la p. 8.
l a d ia lé c t ic a de l a g lo b a liz a c ió n 127

rios de los m edios de producción, gerentes, técnicos, organizaciones


m ultilaterales, o sea, tecnoestructuras transnacionales o propiam ente
m undiales, planean la expansión y la consolidación de las empresas,
la com petencia y la política anticíclica, lo cierto y lo incierto. Y para
ello movilizan am pliam ente los think tanks, como ferm entos y agentes
dinám icos de las tecnoestructuras que piensan y ponen en práctica el
ju eg o de las fuerzas sociales, económicas, políticas y culturales que
operan en el m ercado y en la planificación.
De acuerdo con lo que ya decía Tinbergen en 1968, la planificación
es u na técnica de organización y dinam ización de las fuerzas del m er­
cado. “La planificación del desarrollo se volvió una actividad regular
para un gran núm ero de corporaciones, así como para entidades gu­
bernam entales de varios niveles, particularm ente gobiernos naciona­
les. Llegó el tiem po de form ular propuestas de creación de una orga­
nización para todas estas actividades en el más alto nivel, esto es, en el
nivel m undial.”10 La planificación es una técnica versátil que puede in­
fluir la racionalización de las fuerzas productivas, incluso funcionando
como técnica anticíclica. En la m edida en que se traduce en directri­
ces, norm as de acción e instituciones, y abarca patrones y valores so-
cioculturales y jurídico-políticos, influye en las relaciones de produc­
ción tam bién en térm inos de racionalización, siempre de acuerdo con
las exigencias de la reproducción am pliada del capital.
A las economías capitalistas nacionales, así como a la econom ía ca­
pitalista m undial, se les aplica la noción de excedente económ ico po­
tencial. Se trata de un excedente realizable a partir de que la conjuga­
ción de las fuerzas productivas sea la más eficaz, si se tom an en cuenta
las relaciones de producción prevalecientes, que tam bién pueden ser
modernizadas. En una interpretación diversa de la propuesta por Ba­
lan, pero inspirada en la de él, se puede afirmar que en la econom ía
capitalista la planificación puede ser movilizada como una técnica de
realización del excedente económico potencial, naturalm ente de los
marcos de un orden social burgués. “Excedente económ ico potencial,
esto es, la diferencia entre el producto social que podría ser obtenido
en un m edio natural y tecnológico dado, con el auxilio de los recursos
productivos realm ente disponibles, y lo que se puede considerar como
consum o indispensable. La transform ación de ese excedente potencial
en efectivo presupone la reorganización más o m enos drástica de la

1(1Jan T inbergen, “Wanted: A world developvnent plan”, en Richard N. Garclner y


Max F. Millikan (editores), The global parlnerxhip (Internnlional agtnáes and m m om ic tlevel-
ojmuml), Nueva York, FrederickA. Praeger Publishers, 1968, pp. 417-431; cita de la p . 417.
128 LA DIALÉCTICA DE LA ('.LORALIZACIÓN

producción y distribución del producto social e implica profundos


cambios de la estructura de la sociedad.”17 En la sociedad burguesa
tam bién ocurren reorganizaciones más o m enos drásticas de las fuer­
zas productivas y de las relaciones de producción, do m anera que racio­
nalizan y dinamizan la productividad y la lucratividad, sin que necesa­
riam ente haya cambios drásticos en la distribución del producto social.
En amplia m edida, las políticas de “m odernización” y “racionaliza­
ción”, así como las de “desregulación”, “desestatización” y “liberaliza­
ción” preconizadas por el FMl y el Banco Mundial, ju n to con las corpo­
raciones transnacionales, en general secundadas por ideólogos del
neoliberalismo, significan también la creación de condiciones para la
realización del excedente económ ico potencial. Aunque la expresión
“planificación” no siempre esté explícita, la realidad es que las políticas
y directrices, o diagnósticos y pronósticos, de las organizaciones m ulti­
laterales y de las corporaciones, se destinan a orientar y disciplinar el
uso de recursos, la movilización de factores, la m odernización de insti­
tuciones, la racionalización de mentalidades y prácticas, todo esto de
m anera que perfeccione y dinamice la productividad y la lucratividad.
En vaiias modalidades, que perm ean hasta el contrapunto m ercado y
planificación, están en curso los procesos de concentración y centrali­
zación del capital, en niveles nacional, regional y m undial.
Para Marx, la técnica es una poderosa fuerza productiva que con­
creta y dinam iza las potencialidades de la ciencia. La tecnología, en
todas sus formas, desde la electrónica hasta la sociología, puede ser
u na fuerza decisiva en la potenciación de la fuerza de trabajo. Está
claro que la tecnología no adquiere el carácter de fuerza productiva
si no es al lado del capital, fuerza de tr abajo, división del trabajo so­
cial, m ercado y planificación, entre las principales fuerzas producti­
vas. Pero pu ede ser fundam ental, en el sentido de potenciar las otras
fuerzas productivas, en especial la fuerza de üabajo com o la fuerza
productiva p o r excelencia.
Bajo la influencia de la tecnología, sea en la form a de herram ien­
ta o de com putadora, sea en la de taylorismo o psicología del trabajo,
la fuerza de trabajo no sólo puede ser potenciada sino que puede in­
tensificar la realización de trabajo excedente y, sim ultáneam ente, dis­
m inuir la del necesario. Si reconocem os que el trabajo necesario se
destina a la reposición de la fuerza de trabajo, es claro que la poten-
1 ~ Paul A. Baran, A m m om ia política do dcsenvolvimcnLo cconomico, R ío de Janeiro, Zahar
Editores, 1960, pp. 35-36; cita del cap. 2: “O con ceito de ex ced en te eco n ó m ico ” [ed. esp.:
La economía política del trm m im lo, M éxico, F ond o d e Cultura E conóm ica, 1959].
LA DIALÉCTICA DE LA GLOBALIZACIÓN 129

dació n de la capacidad productiva de esta fuerza aum enta el exce­


den te que ella puede producir en favor del propietario de los m edios
de producción. Ello se efectúa con base en equipos, procesos produc­
tivos, form as de organización y disciplina de los procesos de trabajo,
cuando se movilizan los recursos científicos y técnicos de las ciencias
sociales, lo que im plica desde la adm inistración hasta la psicología,
desde la antropología hasta la política.
Las metamorfosis de la ciencia en técnica y de la técnica en fuerza
productiva correponden a un desarrollo fundam ental del m odo capita­
lista de producción. Son metamorfosis que multiplican ampliam ente
las condiciones y posibilidades de reproducción ampliada del capital, al
intensificar el carácter “civilizatorio” del capital. “Si el proceso produc­
tivo deviene esfera de aplicación de la ciencia, entonces... la ciencia devie­
ne un factor, una función, del proceso productivo. Cada descubrimien­
to se convierte en la base de nuevos inventos o de un nuevo perfeccio­
nam iento de los modos de producción. El m odo capitalista de produc­
ción coloca prim ero las ciencias naturales al servicio inm ediato del pro­
ceso de producción, cuando el desarrollo de la producción suministra,
en cambio, los instrum entos para la conquista teórica de la naturaleza.
La ciencia obtiene el reconocim iento de ser un medio para producir ri­
queza, un m edio de enriquecim iento. De este m odo, los procesos pro­
ductivos se presentan por prim era vez como problemas prácticos, que
sólo se pueden resolver científicamente. La experiencia y la observa­
ción (y las necesidades del mismo proceso productivo) alcanzan ahora
por prim era vez un nivel que perm ite y hace indispensable el em pleo
de la ciencia. [...] El desarrollo de las ciencias naturales (que por otra
parte form an la base de cualquier conocim iento), como el de cualquier
noción (que se refiera al proceso productivo) se produce nuevam ente
sobre la base de la producción capitalista que, por prim era vez, suminis­
tra en amplia m edida a las ciencias los medios materiales de investiga­
ción, observación y experim entación. Los hom bres de ciencia, en la
m edida en que las ciencias son utilizadas por el capital como medio de
enriquecim iento, y por lo tanto se convierten ellas mismas en medios
de enriquecim iento incluso para los hom bres que se ocupan del desa­
rrollo de la ciencia, se hacen recíproca com petencia en los intentos por
encontrar una aplicación práctica de la ciencia.”18
Las m etam orfosis de la ciencia en técnica y de la técnica en fuerza

Karl Marx, Progreso técnico y desarroUn capitalista, M éxico, Ediciones Pasado y Presente,
1982, pp. 191-193; cita del “Cuaderno xx. C ontinuación del cuaderno xix", escrito por
Marx en 1863, pp. 172-193.
130 LA DIALÉCTICA DE LA GLOBALIZACIÓN

productiva adquieren ritm os crecientes y sorprendentes en el siglo


xx. Y en la segunda m itad de este siglo, con los desarrollos de las cien­
cias naturales y sociales, y sus transform aciones en técnicas, todo esto
se agiliza y generaliza por las conquistas de la electrónica y la infor­
mática, se verifican otros m odos de potenciación de la fuerza produc­
tiva de trabajo, en todos los sectores de la econom ía, en los ám bitos
nacional, regional y m undial.
Ésta puede ser considerada una de las características más notables
de la globalización del capitalismo: las técnicas electrónicas, que in­
cluyen la m icroelectrónica, la autom atización, la robótica y la infor­
mática, en sus redes y vías de alcance global; intensifican y generali­
zan las capacidades de los procesos de trabajo y producción. En el
mismo curso de la dispersión geográfica de las fábricas, m ontadoras
y zonas francas, sim ultáneam ente con la nueva división internacional
del uabajo y la producción, se intensifican y generalizan las tecnolo­
gías destinadas a potenciar la capacidad productiva de todas las for­
mas sociales de trabajo y producción.
Sin em bargo, las maravillas de la ciencia y de la técnica no se tradu­
cen necesariam ente en la reducción o eliminación de las desigualdades
sociales entre grupos, clases, colectividades o pueblos. Al contrario, en
general preservan, recrean o profundizan las desigualdades. Tanto es
así que, en los últimos decenios del siglo xx, las ciencias sociales están
elaborando conceptos como los de “desempleo estructural”, “subclase”
y “cuarto m u n d o ”, o recuperando nociones como las de “marginali-
d a d ”, “periferia”, “pobreza”, “miseria” y “exclusión” para caracterizar
las condiciones sociales de vida, no sólo de grupos y clases, sino de am­
plias colectividades y, a veces, de pueblos enteros. Además, es también
muy sintomático que en la época de la globalización suijan movimien­
tos sociales transnacionales que se movilizan para preservar y recrear'
patrim onios ecológicos o ecosistemas, amenazados por el uso predato­
rio de recursos naturales o del m edio am biente principalm ente por
parte de corporaciones transnacionales. “La difusión de las actividades
económicas industriales y de sus estilos de vida están agotando la rique­
za ecológica básica de nuestro planeta más rápidam ente de lo que pue­
de ser restituida. Están en peligro los recursos naturales de los que de­
p ende la creciente población m undial.”19
Las m etam orfosis de que hem os hablado perm iten intensificar la

l!> T h e G roup o f G reen Econom ista, Ecologiml vamomics (A p m ctia d ftrogrnmmr, frr
global rtiform), Londres, Zecl Books, 1992, p. 16.
LA DIALÉCTICA DE LA GLOBALIZACIÓN 131

reproducción del capital y sim ultáneam ente contribuir a la concen­


tración y la centralización del capital. Como esas m etam orfosis se rea­
lizan bajo el control de las corporaciones transnacionales, m uchas ve­
ces apoyadas y estimuladas p o r gobiernos nacionales y organizaciones
m ultilaterales, los logros de la ciencia y de la técnica no se traducen
en directrices o realizaciones destinadas a reducir o elim inar desi­
gualdades sociales, económicas, políticas y culturales. “Hoy en día, to­
do parece llevar en su seno su propia contradicción. Vemos que las
m áquinas, dotadas de la propiedad estupenda de red ucir y volver más
fructífero el trabajo hum ano, provocan la miseria o el agotam iento
clel trabajador. Las fuentes de riqueza recién descubiertas se convier­
ten, p o r el arte de un extraño maleficio, en fuentes de privaciones.
Los triunfos del arte parecen adquiridos al precio de cualidades m o­
rales. El dom inio del hom bre sobre la naturaleza es cada vez mayor;
pero, al mismo tiem po, el hom bre se transform a en esclavo de otros
hom bres o de su propia infamia. Hasta la pura luz de la ciencia pare­
ce sólo p o d er brillar sobre el fondo tenebroso de la ignorancia. To­
dos nuestros inventos y progresos parecen dotar de vida intelectual a
las fuerzas materiales, en cuanto reducen la vida h um ana a sólo una
fuerza bruta. Este antagonism o entre la industria m o d ern a y la cien­
cia, p o r un lado; y la m iseria y la decadencia, por otro; este antagonis­
m o en tre las fuerzas productivas y las relaciones sociales de nuestra
época es un hecho palpable, aplastante e incontrovertible.”20
Son vanas las formas de enajenación que se desarrollan y multipli­
can con el capitalismo, visto como proceso civilizatorio. Mientras trans­
form a continuam ente las condiciones sociales de vida en los países en
los que ya se encuentra arraigado, y revoluciona las condiciones socia­
les de vida en tribus, clanes, nacionalidades y naciones en los que no
había llegado o estaba poco desarrollado, el m odo capitalista de pro­
ducción provoca el surgim iento de otras formas de sociabilidad. Algu­
nas formas de sociabilidad son realm ente innovadoras, liberadoras o
deslum brantes. Abren nuevas posibilidades de em ancipación indivi­
dual y colectiva, lo que perm ite otras formas de creación tam bién in­
dividuales y colectivas. Florecen ideas filosóficas, científicas y artísticas,

20 Knrl Marx, "Discurso pronunciado na festa e aniversario do P e o p le ’s P aper”, en


K. M arx y F. Engels, Textos, 3 vols., Sao Paulo, Editora Alfa-O m ega, 1977, vol. m, pp. 298-
299. Consultar tam bién, Ashis Nandy (ed itor), Sam a;, hcgr.mony and violaría: (A m /u w n
for modirrnity), Tokio, T h e U n ited N ations University, 1990; Loren Baritz, Thtt servanls o f
fumar (A hislory o f Üie use of social súm en in A m a ica n induslry), N ueva York, Joh n Wiley &
Sons, 1965.
132 LA DIALÉCTICA DE LA GLOBALIZACIÓN

al mismo tiem po que se crean distintas condiciones sociales de indivi­


dualización, movilidad social, organización de movimientos sociales y
corrientes de opinión pública. Tam bién los movimientos artísticos
p u eden disponer de otras condiciones de surgim iento, desarrollo y ge­
neralización. La multiplicación de los m edios de com unicación y las
posibilidades de circulación de las cosas, gentes e ideas, en los ám bi­
tos nacional, regional y m undial, abren otros horizontes a individuos
y colectividades. Paralelam ente al surgim iento de formas sociales in­
novadoras, liberadoras o hasta deslum brantes, se desarrollan tam bién
las que limitan, inhiben o propiam ente enajenan. Estas pueden ser to­
talm ente nuevas o increm entar las preexistentes, que pueden recrear­
las o agravar las. En estos casos, se agravan las limitaciones o hasta las
m utilaciones que atañen a individuos y colectividades, o hasta a nacio­
nes y nacionalidades.
En varios aspectos se puede decir que el capitalismo liberó a Pro­
m eteo del castigo que le había im puesto Zeus por enseñar a los hom ­
bres el secreto del fuego, para que pudiesen em anciparse de las fuer­
zas de la naturaleza. Pero tam bién es posible decir que Prom eteo es­
capó de la tutela de Zeus y fue puesto bajo la tutela del Capital. El
m isterio de la m etáfora no se deshizo, se desarrolló, se rehizo.-1
Para Marx, el capitalismo es un proceso civilizatorio que influye más
o m enos radicalm ente en todas las otras formas de organización del
trabajo y de la vida con las cuales entra en contacto. Se configura como
un m odo de producción que nace, se desarrolla y se generaliza, atravie­
sa crisis, se efectúa en ciclos de corta, m edia y larga duración, y se trans­
form a continuam ente. Tanto crea y recrea algunas de sus determ ina­
ciones estructurales como se vuelve otro crecientem ente. Además de
las fuerzas productivas que moviliza todo el tiempo, tales como el capi­
tal, la tecnología, la fuerza de trabajo, la división del trabajo social, el
m ercado, la planificación y la violencia, entre oü'as, tam bién desarrolla
y recrea simultánea y necesariam ente, las relaciones de producción, al
com prender las instituciones en general, las jurídico-políticas en espe­
cial, e implica a los patrones socioculturales, los valores y los ideales; es­
to com pone un todo en movimiento y complejo, integrado y contradic­
torio. En el límite, el m odo capitalista de producción marca más o m e­
nos profundam ente las configuraciones y los movimientos de la socie-

- 1 David S. Landes, The. unbound Prometheus (Tachnological ch a n g a and industrial (litvul-


opm m l in Western Europa (rom 1750 lo tha presenl), Cam bridge, C am bridge University
Press, 1987; Jacob Schm ookler, Invenlion and economic growlh, Cam bridge, Mass.,
H arvard University Press, 1966.
LA DIALÉCTICA DE LA GLOBALIZACIÓN 133

dad, en los niveles local, nacional, regional y mundial. “La burguesía


no puede existir sino a condición de revolucionar incesantem ente los
instrum entos de producción y, por consiguiente, las relaciones de pro­
ducción, y con ello, todas las relaciones sociales... Una revolución con­
tinua en la producción, una incesante conom oción de todas las condi­
ciones sociales, una inquietud y un movimiento constantes distinguen
la época burguesa de todas las anteriores. Todas las relaciones estanca­
das y enm ohecidas, con su cortejo de creencias y de ideas veneradas du­
rante siglos, quedan rotas; las nuevas se hacen añejas antes de llegar a
osificarse. Todo lo estamental y estancado se esfuma; todo lo sagrado es
profanado, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serena­
m ente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas. Espo­
leada p or la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos, la
burguesía recorre el m undo entero. Necesita anidar en todas partes, es­
tablecerse en todas partes, crear vínculos en todas partes. M ediante la
explotación del m ercado m undial, la burguesía ha dado un carácter
cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países. Con
gran sentim iento de los reaccionarios, ha quitado a la industria su ba­
se nacional. Las antiguas industrias nacionales han sido desü'uidas y es­
tán destruyéndose continuam ente. Son suplantadas por nuevas indus­
trias, cuya introducción se convierte en cuestión vital para todas las na­
ciones civilizadas, por industrias que ya no em plean materias primas in­
dígenas, sino materias primas llegadas de las más lejanas regiones del
m undo, y cuyos productos no sólo se consum en en el propio país, sino
en todas las partes del globo. En lugar de las antiguas necesidades, sa­
tisfechas con productos nacionales, surgen necesidades nuevas, que re­
claman para su satisfacción productos de los países más apartados y de
los climas más diversos. En lugar del antiguo aislamiento y la autarquía
de las regiones y naciones, se establece un intercam bio universal, una
interdependencia universal de las naciones. Y esto se refiere tanto a la
producción material, como a la intelectual. La producción intelectual
de un a nación se convierte en patrim onio com ún de todas. La estre­
chez y el exclusivismo nacionales resultan cada día más dificultosas; de
las num erosas literaturas nacionales y locales se form a una literatura
universal.”22
Según Marx, el capitalismo es un proceso civilizatorio m undial.
A unque desarrolle polos más o m enos poderosos, com o en H olanda,
Karl Marx y Friedrich Engels, Manifiesto del Partido Comunista, en Obras escogidas,
3 vols., M oscú, Progreso, 1980, vol. i, p. 114; cita del cap. I: “B urgueses y proletarios”.
Cabe observar q u e la prim era ed ición d e este texto data de 1848.
134 LA DIALÉCTICA DE LA GLOBALIZACIÓN

Inglaterra, Francia, Alemania, Estados Unidos, Japón y otras nacio­


nes, esos mismos polos se form an y desarrollan con base en un vasto
sistema de relaciones con tribus, clanes, pueblos, naciones y naciona­
lidades, próxim os y rem otos, en continentes, islas y archipiélagos. Se
trata de un proceso civilizatorio que “invade todo el globo”, envuelve
“el intercam bio universal” y crea las bases de “un nuevo m u n d o ”, que
influye, destruye y recrea otras form as sociales de trabajo y vida, otras
form as culturales y civilizatorias. “El periodo burgués de la historia es­
tá llam ado a sentar las bases m ateriales de un nuevo m undo: a desa­
rrollar, p o r un lado, el intercam bio universal, basado en la d ep en d en ­
cia m utua del género hum ano, y los m edios para realizar ese inter­
cambio; y, de otro lado, desarrollar las fuerzas productivas del hom ­
bre y transform ar la producción m aterial en un dom inio científico so­
bre las fuerzas de la naturaleza. La industria y el com ercio burgueses
van creando las condiciones m ateriales de un nuevo m undo del mis­
m o m odo com o las revoluciones geológicas crearon la superficie de
la T ierra.”23
No se trata de pensar que la sociedad global ya estaba en Marx. Se
trata sólo de reconocer que algunas de las intuiciones e interpretacio­
nes desarrolladas en sus escritos contem plan las dim ensiones m un­
diales del capitalismo com o m odo de producción y proceso civilizato­
rio. En el pensam iento de Marx y de algunos de sus continuadores,
pu ed en encontrarse recursos m etodológicos y teóricos fundam enta­
les para la inteligencia de la globalización. Desde esta perspectiva, la
sociedad global puede parecer com pleja y evidente, caótica y transpa­
rente; un a totalidad problem ática, contradictoria, en movimiento.
Así es com o la sociedad global, vista en sus configuraciones y en sus
movimientos, se revela como el nuevo estadio de la historia. Este es el
horizonte sobre el cual se puede releer el pasado, interpretar el pre­
sente e im aginar el futuro.

23 Knrl Marx, “Futuros resultados de la d om in ación británica en la In d ia”, en Karl


M arx y Friedrich Engels, Obras escogidas, 3 vols., M oscú, P rogreso, 1980, vol. I, pp. 506-
515: cita de las pp. 511-512.
9. MODERNIDAD-MUNDO

La form ación de la sociedad global reabre la problem ática de la m o­


d ern id ad en sus implicaciones filosóficas, científicas y artísticas. En el
ám bito de la globalización de las cosas, gentes e ideas, se modifican
los m arcos sociales y m entales de referencia. Todo lo que es evidente­
m ente local, nacional y regional se revela tam bién global. Las relacio­
nes, los procesos y las estructuras característicos de la globalización
in funden en prácticam ente todas las realidades preexistentes nuevos
significados, otras connotaciones.
En la m edida en que se da la globalización del capitalismo, como
m odo de producción y proceso civilizatorio, se desarrolla sim ultánea­
m ente la sociedad global, una especie de sociedad civil global en la
que se constituyen las condiciones y las posibilidades de contratos so­
ciales, formas de ciudadanía y estructuras de poder de similar alcan­
ce. En esta m isma m edida, se desarrollan las relaciones y los procesos
característicos de la globalización, se form an las estructuras de poder
económ ico y político tam bién características de la globalización.
E videntem ente, la globalización es problem ática y contradictoria,
y abarca integración y fragm entación, nacionalism o y regionalism o,
racismo y fundam entalism o, geoeconom ía y geopolítica. En este sen­
tido, las diversas teorías de la globalización ofrecen subsidios para la
com prensión de distintos aspectos de la sociedad global en form a­
ción. Son teorías que priorizan aspectos tales los siguientes: la inter­
dep en d en cia de las naciones, la m odernización del m undo, las eco­
nom ías-m undo, la internacionalización del capital, la aldea global, la
racionalización del m undo y la dialéctica de la globalización, entre
otros. A centúan aspectos sociales, económicos, políticos, culturales,
geoeconóm icos, geopolíticos y o ü o s de la sociedad global en form a­
ción. A unque destacan los papeles del Estado-nación, la im portancia
de estados hegem ónicos y dependientes, las condiciones de la inte­
gración regional y m undial, las tensiones que producen la fragm enta­
ción y la guerra, aunque resaltan este o aquel aspecto del nacionalis­
m o y del regionalism o, o del racismo y el fundam entalism o, todas
ofrecen alguna contribución a la inteligencia de las condiciones bajo
las cuales se form a la sociedad global.
[135]
136 M O DER N ID A D -M U N D O

En este horizonte se reabre la discusión de la m odernidad. Como


la globalización sacude más o m enos profundam ente los parám etros
históricos y geográficos, o las categorías de tiem po y espacio, que se
habían elaborado con base en el Estado-nación, en las configuracio­
nes y m ovim ientos de la sociedad nacional, se reabre la discusión de
la continuidad o de la no continuidad de la m odernidad, así com o el
debate m o d ern id ad o posm odernidad. M ucho de lo que se ha con­
trovertido sobre “el pequeño relato y el gran relato”, “el individualis­
m o m etodológico y el holismo m etodológico”, o “las interpretaciones
m icro y m acro ”, en tre otros dilemas, tiene algo que ver con la ru p tu ­
ra epistem ológica provocada por la globalización, cuando se conm ue­
ven marcos sociales y m entales de referencia a los que m uchos se ha­
bían habituado.
Además, es bastante probable que u n a parte de la producción y del
debate sobre la posm odernidad surja precisam ente en la época en
que se acentúan las señales de la globalización de las cosas, las gentes
y las ideas. Sim ultáneam ente al desarrollo de las relaciones, procesos
y estructuras que conm ueven los marcos de referencia habituales, tie­
ne lugar un a repercusión de amplias proporciones sobre aspectos fi­
losóficos, científicos y artísticos de la posm odernidad. M uchos imagi­
nan que está instalado el reino de la fragm entación, de la discontinui­
dad, la desconstrucción, el bricolage, el simulacro, la realidad virtual,
la disolución del tiem po y del espacio, el fin de la geografía y el fin de
la historia. La drástica y am plia ru p tu ra de los m arcos sociales y m en­
tales de referencia provoca la onda de la posm odernidad.
La verdad es que la formación de la sociedad global, a la par con la
globalización del capitalismo, com prendido como m odo de produc­
ción y proceso civilizatorio, reabre la discusión de la m odernidad-m un­
do. “A fin de cuentas, es su globalidad sim ultáneam ente estructural y
planetaria la que define la m odernidad a fines del siglo xx como un
m om ento singular... Este, por lo tanto, es el cambio fundam ental rea­
lizado por la m odernidad: con la m undialización de la econom ía, el
tecnocosmos, la internacionalización de la vida social, se crea un siste­
m a global sin equivalente en la historia de la hum anidad... M om ento
histórico singular: la m odernidad-m undo im pone tam bién su singula­
ridad a la reflexión histórica y al saber histórico.”1
B uena parte de las producciones y controversias sobre la m oderni­
dad-nación, así como sobre la m odernidad-m undo, plantean el tiem po

1Jean CUesnaux, M t x h r n i París, La D écouverte, 1989, pp. 196, 198 y 199.


M O D E R N ID A D -M U N D O 137

y el espacio como categorías esenciales, siempre presentes en la filoso­


fía, la ciencia y el arte. La m odernidad, en cuanto m odo de ser de las
cosas, gentes e ideas, implica siempre esas categorías, las que perm iten
articular la historicidad y la territorialidad, la biografía y la historia, el
territorio y el planeta, la continuidad y la discontinuidad, la sincronía
y la diacronía, la multiplicidad de los espacios y la pluralidad de los
tiempos, la com unidad y la sociedad, la evolución y el progreso, la com-
plem entariedad y la antinom ia, la reform a y la revolución, el norte y el
sur, el este y el oeste, el centro y la periferia, el Occidente y el Oriente,
el yo y el otro, lo local y lo global, lo mágico y lo fantástico.
En m uchos aspectos, el tiem po y el espacio se sitúan en el centro
de los problem as de la m odernidad. “Hay u n a form a de experiencia
vital -la experiencia de tiem po y el espacio, de uno mismo y de los de­
más, de las posibilidades y los peligros de la vida- que com parten hoy
los hom bres y m ujeres de todo el m undo de hoy. Llam aré a este con­
ju n to de experiencias la ‘m o d ern id ad ’. Ser m odernos es encontrar­
nos en un en to rn o que nos prom ete aventuras, poder, alegría, creci­
m iento, transform ación de nosotros y del m undo y que, al mismo
tiem po, am enaza con destruir todo lo que tenem os, todo lo que sabe­
mos, todo lo que somos. Los entornos y las experiencias m odernos
atraviesan todas las fronteras de la geografía y la etnia, de la clase y la
nacionalidad, de la religión y la ideología: se puede decir que en es­
te sentido, la m odernidad une a toda la hum anidad. Pero es u n a uni­
dad paradójica, la unidad de la desunión: nos arroja a todos en una
vorágine de p erpetua desintegración y renovación, de lucha y contra­
dicción, de am bigüedad y angustia. Ser m odernos es form ar parte de
un universo en el que, como dice Marx, ‘todo lo que es sólido se des­
vanece en el aire’.”2
E ntre las diversas características de la m odernidad-m undo, se des­
tacan las nuevas y sorprendentes formas del tiem po y el espacio aún
poco conocidas. Además del localismo, nacionalism o y regionalism o,
en general constituidos con base en nociones de tiem po y espacio
acentuadam ente influidas por la historicidad y territorialidad del Es-
tado-nación, el globalismo abre otros horizontes de historicidad y te-

- Marshall Berman, Todo lo sólido se. desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad.,


M adrid-México, Siglo XXI, 1988, p. 1. Consultar también, R enato Ortiz, Mundializapi-o e
cultura, Sao Paulo, Editora Brasiliense, 1994, especialm ente cap. lli: “Cultura e moder-
n id ade-m u n do”; David Harvey, A condigio pós^modema, Sao Paulo, Edicóes Loyola, 1992,
especialm ente parte ni: “A experiencia do espaco e do tem p o”; Jurgen Haberm as, El dis­
curso filosófico de la modernidad, Madrid, Taurus, 1989.
138 M O D ER N ID A D -M U N D O

rrito n alid ad . Com o la globalización abarca relaciones, procesos y es­


tructuras de dom inación política y apropiación económ ica de alcan­
ce global, propios de las condiciones y horizontes que se abren con la
generalización del capitalismo, es evidente que se instituyen otras po­
sibilidades de realización e im aginación del tiem po y el espacio. Lo
que ya se preanunciaba en los prim eros tiempos del desarrollo del ca­
pitalismo, se revela m ucho más abierta y generalizadam ente a fines
del siglo xx, influyendo decisivamente en las configuraciones y los
m ovimientos de la sociedad global. “Por tanto, m ientras que el capi­
tal p o r un lado debe tender a arrasar toda b arrera espacial opuesta al
tráfico, id est al intercam bio, y a conquistar toda la T ierra como su
m ercado, por el otro lado tiende a anular el espacio p o r m edio del
tiem po, esto es, a reducir a un m ínim o el tiem po que insum e el m o­
vim iento de un lugar a otro. C uanto más desarrollado el capital,
cuanto más extenso es por lo tanto el m ercado en el que circula, m er­
cado que constituye la trayectoria espacial de su circulación, tanto
más tiende al mismo tiem po a extender más el m ercado y a una m a­
yor anulación del espacio a ü'avés del tiem po. [...] Aparece aquí la
tendencia universal del capital, que lo diferencia de todos los estadios
anteriores de la producción.
Desde que se aceleró el proceso de globalización del m undo se
m odificaron las nociones de espacio y tiem po. La creciente agiliza-
cion de las com unicaciones, los m ercados, los flujos de capitales y tec­
nologías, los intercam bios de ideas y de imágenes, m odifica los pará­
m etros heredados sobre la realidad social, el m odo de ser de las co­
sas, la m anera de actuar del devenir. Las fronteras parecen disolverse.
La naciones se integran y desintegran. Algunas transform aciones so­
ciales, en dim ensión nacional y m undial, hacen resurgir hechos que
parecían olvidados, anacrónicos. Sim ultáneam ente, se revelan otras
realidades, se abren otros horizontes. Es com o si la historia y la geo­
grafía, que parecían estabilizadas, volvieran a moverse espectacular­
m ente, más allá de las previsiones e ilusiones.
En este contexto, visto así de m anera global, se revelan nuevas for­
mas sociales del espacio y el tiempo. Son múltiples, nuevas y recreadas
las formas del espacio y el tiempo develadas por los desdoblam ientos
de la globalización: el local y el global, el micro y el macro, la hom oge­
neidad y la diversidad, la prim acía del presente y la recreación del pa­
sado, la contem poraneidad y la no contem poraneidad, el norte y el sur,
Karl Marx, Elementos [undanumlnlus para la crílim de la economía política (borrador)
1S57-IS5S, 3 vols., M éxico, Siglo XXI, 1971-1976, vol. 2, pp. 30-31.
M O DE R N ID A D-M UN D O 139

el O ccidente y el Oriente, lo real y lo virtual, la experiencia y el simula­


cro, la desterritorialización y la miniaturización, el mensaje y el video-
clip, la velocidad y el instante, lo fugaz y el silencio.
En el ám bito de la sociedad global, las formas sociales del espacio y
el tiem po se modifican y m ultiplican. Dado que la globalización arti­
cula, tensiona y dinamiza configuraciones sociales locales, nacionales,
regionales, internacionales y transnacionales, se m ultiplican las posibi­
lidades del espacio y el tiempo. Estos se pluralizan y entr ecruzan en
m odelos desconocidos, aún no codificados. S orprenden por las posi­
bilidades potenciales escondidas y por las creaciones inesperadas. Dis­
locan puntos y lugares, ritmos y formas, m odos de ser y de devenir.
Todas las velocidades resultan no sólo rebasables, sino que de he­
cho son rebasadas. El tren, el automóvil, el avión, el teléfono, el telé­
grafo se vuelven más veloces, dejan de ser mecánicos, de vapor o eléc­
tricos, y se vuelven electrónicos. C orren atrás de la com putadora, el
fax, el telefax, la red electrónica, la com unicación continua on Une
everywhere through the loorld all time in English. La electrónica y la infor­
m ática tejen las redes invisibles que atan y desatan las cosas, las gen­
tes, las ideas, las palabras, los gestos, los sonidos y las im ágenes, en to­
do el m undo. De rep ente la velocidad excepcional produce el instan­
te desconocido, algo m om entáneo y fugaz insertado en el nuevo m a­
pa del m undo y el m ovimiento de la historia, que anula e inaugura
fronteras reales e invisibles, imaginarias y virtuales. En cualquier m o­
m ento, en cualquier lugar, en todo el m undo, la electrónica relacio­
na y p rende, ata y desata personas, cosas, ideas, palabras, gestos, soni­
dos e imágenes. La velocidad se disuelve en el instante, la dem ora es
apagada p o r lo fugaz.
A hora el planeta T ierra puede ser concebido com o plenam ente es­
férico, o plenam ente plano, da lo mismo. Los m edios de com unica­
ción, inform ación, locom oción o intercam bio reducen las distancias,
obliteran las barreras, ecualizan los pnntos de los territorios, arm oni­
zan los m om entos de la velocidad, m odifican los tiem pos de la dura­
ción, disuelven los espacios y los tiempos conocidos y codificados,
inauguran otros, desconocidos e inesperados. Así se tiene la im pre­
sión de que se disuelven fronteras, m ontañas, desiertos, mares, océa­
nos, lenguas, religiones, culturas, civilizaciones. Se crea la ilusión de
que el m undo se volvió finalm ente esférico o plano. Se disuelven las
realidades, diversidades y desigualdades en el m undo de los simula­
cros y las virtualidades, aunque se reafirm an y desarrollan las realida­
des, diversidades y desigualdades.
140 M O D E R N ID A D-M UN D O

M uchos im aginan que com enzó la era de la posm odernidad. La


fragm entación de lo real disperso p o r el espacio y despedazado en
tiem po desafía la razón y la im aginación generadas desde la Ilustra­
ción. C uando se acelera el proceso de globalización, y da la im presión
de que la geografía y la historia llegan a su fin, m uchos piensan que
en tró la posm odernidad, declinó la razón y se soltó la im aginación.
Se intercam bia la experiencia por la apariencia, lo real p o r lo virtual,
el hecho p o r el simulacro, la historia p o r el instante, el territorio por
el dígito, la palabra por la imagen.
Todo se desterritorializa. Las cosas, gentes e ideas, así como las pa­
labras, gestos, sonidos e imágenes, todo se desplaza p o r el espacio,
atraviesa la duración, revelándose fluctuante, itinerante, volante. Se
desarraigan de los lugares, se olvidan los pretéritos, se hacen presen­
tes en los cuatro rincones del m undo. La sociedad global se transfor­
m a en un vasto m ercado de cosas, gentes e ideas, así com o de realiza­
ciones, posibilidades e ilusiones; integra tam bién hom ogeneidades y
diversidades, obsolescencias y novedades. “Al final de esta difícil m u­
tación, el hom bre se convertirá al mismo tiem po en p o rtad o r de obje­
tos nómadas y en nómada-objeto él mismo. Su cuerpo se cubrirá de pró­
tesis y luego él a su vez se convertirá en prótesis, hasta venderse y com ­
prarse com o objeto.”4
El m undo se transform a en territorio de todo el m undo. Todo se
desterritorializa y reterritorializa. No solam ente cam bia de lugar, se
desarraiga, circulando por el espacio, atravesando m ontañas y desier­
tos, mares y océanos, lenguas y religiones, culturas y civilizaciones.
Las fronteras son abolidas o se vuelven irrelevantes e inocuas, se frag­
m entan y cam bian de form a, parecen pero no son. Los m edios de co­
m unicación, inform ación, transporte y distribución, así com o los de
producción y consum o se agilizan universalm ente. Los descubrim ien­
tos científicos, transform ados en tecnologías de producción y repro­
ducción m aterial y espiritual se difunden por el m undo. Los m edios
im presos y electrónicos, acoplados a la industria cultural, transfor­
m an el m undo en paraíso de imágenes, video-clips, superm ercados,
shopping centers, disneylandias.
Este es el universo de la fragm entación. Se fragm enta el espacio y el
tiempo, lo pensado y el pensamiento, la realidad y la virtualidad, el to­
do y la parte. Se disuelven modos de ser sedim entados y formas de pen­
sar cristalizadas. Los lenguajes caminan hacia otras formas de expresar,

4 Jacques Attali, M ilenio, Barcelona, Seix Barra!, 1991, p. 87.


M O DER N ID A D -M U N D O 141

narrar, soñar, dibujar, ilustrar. La narración es atravesada p o r la disper­


sión de los signos, significados y connotaciones. Se inauguran nuevas
formas de narrativa: el gran relato deviene insatisfactorio, rebasado, in­
suficiente. En lugar de la gran narrativa, articulación abarcadora o his­
tórica, se coloca el m étodo aforístico, el collage, el bricolage, el m onta­
je, el video-clip, el pastiche, la pequeña narración el simulacro, el vir-
tualismo, la folklorización de lo singular, la ilusión de la identidad.5
Éste es el clima de la posm odernidad: la historia sustituida p o r lo
efím ero, im agen del instante, lugar fugitivo. Todo se disuelve en el
m om ento presente, inm ediatam ente superado p o r otra im agen, co­
llage, bricolage, m ontaje, mensaje. Así se deteriora el pasado rem oto
e inm ediato. No se in terru m p en las secuencias ni las discontinuida­
des, sólo desaparecen del horizonte, dejan de ser, desgajadas, anula­
das. Se privilega el dato inm ediato evidente cotidiano inesperado
prosaico so rp ren d en te fugaz. La violencia urbana y la guerra, de la
m isma form a que el show de la televisión, el fútbol, el shopping rentero
la disneylandia son im ágenes rutilantes del espectáculo cotidiano su­
cedáneo de la experiencia de la vida, de las tensiones, de los movi­
m ientos de la historia.
En el ámbito de la posm odernidad, se disuelven los espacios y los
tiempos heredados de la Ilustración, sedim entados en la geografía y en
la historia, articulados en las formas de pensam iento, organizados en
las prácticas de los grupos y clases, partidos y movimientos, naciones y
nacionalidades, culturas y civilizaciones. Se fragm entan las realidades,
recurrencias y desencuentros, secuencias y discontinuidades; se multi­
plican los espacios y los tiempos imaginarios, virtuales, simulacros.
Cada uno inventa el espacio y el tiem po que quiere. Esta libertad
se m ultiplica en la segunda parte del siglo xx, en el um bral del siglo
xxi. Las conquistas de la ciencia, traducidas en tecnologías, abren
m uchas posibilidades prácticas e imaginarias. Tanto así que algunos,
los que disponen de m edios e inform aciones, pueden desprenderse
de los parám etros sedim entados, de las explicaciones acumuladas.
P ueden lidiar con el espacio y el tiem po en m oldes desconocidos, con
la ilusión de que los parám etros pueden ser m odificados a voluntad,
im aginando la posm odernidad.
Pero las metamorfosis del espacio y del tiem po no son inocentes. No
ocurren sólo com o productos de la tecnología, conquistas de la cien-

Jean-Francois Lyotard, O pós-moderno, Río de Janeiro, José O lym pio Editora, 198G;
Fredric Jam eson , E l posmodernixmo o la lógica cultural del capitalismo avanzado, B arcelona.
Paiclós, 1991.
142 M O DE R N ID A D-M UN D O

cia, ya que con frecuencia llevan el contrabando de la ideología. No só­


lo pueden sublimar la experiencia sino pasteurizar la realidad, y eligen
el simulacro como experiencia de hecho. “U na sociedad capitalista exi­
ge un a cultura basada en imágenes. Necesita proporcional' cantidades
muy gl andes de diversiones con el fin de estimular el consum o y anes­
tesiar los daños causados por el hecho de pertenecer a determ inada
clase, raza o sexo. Ynecesita igualm ente reunir cantidades ilimitadas de
inform ación, explorar los recursos naturales de m odo eficiente, au­
m entar la productividad, m antener el orden, hacer la guerra y p ropor­
cionar em pleos a los burócratas. La doble capacidad de la cámara de
volver subjetiva y objetiva la realidad satisface esas necesidades de for­
ma ideal, las refuerza. La cámara define la realidad de dos modos in­
dispensables para el funcionam iento de una sociedad industrial avan­
zada: como sus ojos (para las masas) y como objeto de vigilancia (para
los dirigentes). La producción de imágenes proporciona también una
ideología dom inante. La üansform ación social es sustituida por otra de
las imágenes. La libertad de consumir una pluralidad de imágenes y
bienes equivale a la propia libertad. La contracción de la libertad de
opción política en libertad de consumo económico exige la produc­
ción ilimitada y el consum o de im ágenes.”6
Es éste es un proceso que viene de largo, desde que la producción,
circulación, intercam bio y consumo de las mercancías pasaron a aten­
der las necesidades reales e imaginarias de unos y otros, desde que unos
y otros pasaron a deleitarse o resignarse con las exigencias y delicias de
las necesidades reales e imaginarias trabajadas, creadas o recreadas por
la publicidad universal. En ese m om ento la experiencia se em pobrece
y la apariencia enriquece. “Pobreza de experiencias: no se debe imagi­
n ar que los hom bres aspiren a nuevas experiencias. No, ellos aspiran a
liberarse de toda experiencia, aspiran a un m undo en el que puedan os­
tentar tan p u ra y tan claramente su pobreza externa e interna, que al­
go decente pueda resultar de eso. [...] La naturaleza y la técnica, el pri­
mitivismo y el confort se unifican com pletam ente, y a los ojos de las per­
sonas, fatigadas con las complicaciones infinitas de la vida diaria y que
ven el objetivo de la vida sólo como el más rem oto punto de fuga en
una interm inable perspectiva de medios, surge una existencia que se
basta a sí misma, en cada episodio, del m odo más simple y más cómo­
do, y en la cual un automóvil no pesa más que un som brero de paja, y
una fruta en el árbol se redondea como un globo. [...] Somos pobres.
h Susan Sontag, Ensáios solnn a fotografía, Río ele Janeiro, Arbor, 1982, p. 171 [ed.
esp.: Solrrti la fotografía, Barcelona, Edhasa].
M O DER N ID A D -M U N D O 143

Abandonam os una después de otra todas las piezas del patrim onio hu­
m ano, tuvimos que em peñarlas m uchas veces en una centésima parte
de su valor para recibir a cambio la m oneda dim inuta de lo ‘actual’.”7
En el ám bito de un mismo y vasto proceso, tiene lugar la sustitu­
ción de la experiencia por la apariencia, del hecho por el simulacro,
de lo real p or lo virtual, de la palabra por la im agen. Está claro que
todas esas instancias siguen siendo válidas y presentes, pero así rever­
tidas, invertidas. A m edida que se acelera y generaliza el proceso de
racionalización de las organizaciones y actividades, de las relaciones y
estructuras sociales, con base en la técnica, electrónica, 1 0 botica, in­
form ática, telemática; la apariencia, el simulacro, lo virtual y la ima­
gen adquieren preem inencia en la vida social y pueblan el im agina­
rio de todo el m undo. Ese es el am biente de los m edios im presos y
electrónicos, de la industria cultural, de la cultura de masas, en exten­
sión local, nacional y global. U n am biente en que el ciudadano, el
pueblo, el individuo, el trabajador, el negro, el blanco, el árabe, el eu­
ropeo, el asiático, el latinoam ericano, la mujer, el hom bre, el adulto,
el joven, el niño, el islámico, el budista, el cristiano, el hindú y así su­
cesivamente aparecen com o m ultitud. “Las observaciones de Le Bon
sobre la psicología de las m ultitudes se volvieron obsoletas, pues se
pu ed e disipar la individualidad de cada uno y uniform izar su raciona­
lidad en su propia casa. El m anejo teatral de las masas al estilo de Hi-
tler se volvió superfluo: para transform ar al hom bre en nadie (y en
una criatura que se enorgullece de ser nadie) ya no es preciso aho­
garlo en la masa ni alistarlo com o m iem bro real de una organización
de masa. Ningún m étodo de despersonalizar al hom bre, de privarlo
de sus poderes hum anos, es más eficaz que aquello que parece pre­
servar la libertad de la persona y los derechos de la individualidad. Y
cuando el condicionam iento es puesto en práctica separadam ente en
cada individuo, en la soledad de su hogar, en m illones de hogares ais­
lados, es incom parablem ente más eficaz. ”K
En este sentido los m edios se convierten en una especie nueva, sor­

7 Walter Benjam ín, M agia i: técnica, arte, a política (Emilios sobra literatura c ¡listona da
cultura), Sao Paulo, Editora Brasiliense, 1985, pp. 118-119; cita del ensayo titulado
“E xp eriencia e pobreza".
H G unther A nders, “O m un d o fantasm ático da TV ”, Bernard R osenbe rg y David
M anning W hite (co m p s.), Cultura de, massa, Sao Paulo, Editora Cultrix, 1973, pp. 415-
425; cita d e la p. 417. Cabe recordar aquí la frase de Bauclelaire: “La suprem a gloria de
N a p o leó n III habrá sido probar que cualquier persona p u ed e gob ern ar u n a gran
nación en cu an to o b tien e el control d el telégrafo y de la im prenta n acion al.” Según
David Harvey, .4 ('.omliiao pós-modtrma, Sao Paulo, E dicóes Loyola, 1992, p. 215.
144 M O DER N ID A D -M U N D O

p ren d en te, insólita y eficaz de intelectual orgánico de los bloques de


p o d er que se articulan en dim ensión global. Lo que ya ocurre am plia­
m ente en el ám bito nacional, pasa a ocurrir am pliam ente en el ám bi­
to m undial. De la misma form a que los m edios se globalizan, ju n to
con la econom ía y la política, la industria cultural y los m edios de co­
m unicación, la electrónica y la inform ática; en esa m isma escala se
globalizan los intereses y objetivos, ideologías y visiones del m undo de
los que detentan los medios políticos, económicos, sociales y cultura­
les de m ando y “desm ando” en m edida global. Tanto es así que el pla­
neta T ierra parece esférico o plano, indiferentem ente.
Pero el m undo no se conform a con la posm odernidad im aginaria
o soñada. Al mismo tiem po que da vuelo a la im aginación, se articu­
la más o m enos rigurosam ente según las exigencias de la práctica
pragm ática tecnocrática. En la misma m edida en que se difunde la
posm odernidad del m undo, el m undo se articula cada vez más de
acuerdo con las exigencias de la razón instrum ental.
Poco a poco, la razón instrum ental articula espacios y tiempos, m o­
dos de producir y consumir, ser y vivir, pensar e imaginar. En el mismo
am biente en que se lanza la posm odernidad, se suelta la racionalidad.
Se ordenan racionalm ente el mercado, la producción y la reproduc­
ción, de la misma form a en que las condiciones de vida y las posibilida­
des de la imaginación. Las actividades de las personas, grupos y clases,
de la misma m anera que la vida de las naciones y nacionalidades, em­
presas e iglesias, partidos y universidades, pasan a organizarse según pa­
trones de racionalidad, eficacia, productividad, lucratividad.u
El tiem po elecü ónico organiza cada vez más la vida de todo el m un­
do. Se aceleran y diversifican las posibilidades de los diálogos y m onó­
logos, com unicaciones y desentendim ientos, sim ultáneam ente con los
intercam bios y comercios, cambios y negocios. La razón instrum ental
se vuelve electrónica, y estr uctura el m undo de m odo sistemático, prag­
mático, todo con medida, cuantificado. El predom inio del principio de
cantidad se acelera por todos los niveles de la vida social, se generaliza
por todo el m undo. En la época de la globalización del capitalismo, de
los mercados, de las exigencias de los negocios, de las condiciones de
productividad y lucro, el principio de la cantidad se extiende hacia to­
das las actividades, producciones culturales, modos de ser, visiones del
m undo. “Así como el espacio, el tiem po es una m ercancía provista por

•* Max H orkheim er, Eclipsada razan, Río de Janeiro, Editorial Labor do Brasil, 1976.
Consultar tam bién, T h eod or W. A d orn o y Max H orkheim er, Dialí.licu do nsclam im m lo,
R ío de Janeiro, Jorge Zahar Editores, 1985.
M O DER N ID A D -M U N D O 145

la com putadora, un material para ser m oldeado lo más posible según


los fines humanos. [...] Un reloj convencional produce solam ente una
serie de idénticos segundos, m inutos y horas; una com putadora trans­
form a segundos, microsegundos o no segundos en inform ación. La
enorm e velocidad de este proceso pone la operación de la com putado­
ra en un universo de tiem po que está fuera de la experiencia hum ana.
[...] El tiem po electrónico es el punto más avanzado de este desarrollo
(del hom bre occidental), la más abstracta y m atem ática noción de
tiem po jam ás incorporada a la m áquina; lleva la m edida del tiempo
m ucho más allá del límite inferior de la percepción hum ana. Represen­
ta el triunfo final de la perspectiva europea occidental, cuando el pro­
pio tiem po se vuelve una mercancía, un recurso para ser trabajado, así
com o un ingeniero de estructuras trabaja el acero o el alum inio.”10
Todo este universo de cosas, gentes, ideas, realizaciones, posibilida­
des e ilusiones se articula en el m ercado global tejido principalm ente
po r el idiom a inglés. El m undo transform ado en territorio de todo el
m undo habla, piensa y actúa principalm ente por interm edio de ese có­
digo. En general, el inglés traduce el pensam iento y lo pensado, la in­
form ación y la decisión, la com pra y la venta, la posibilidad y la inten­
ción. “Un análisis global de expansión de la lengua inglesa apunta a su
efectiva cristalización como segundo idioma: 85% de las relaciones in­
ternacionales son conducidas en inglés; 3 /4 de la correspondencia
m undial es en inglés y más del 80% de los libros científicos publicados
son en inglés. Los ejecutivos japoneses conducen sus negociaciones
globales en inglés y cuentan con mil escuelas sólo en Tokio. En Japón,
el inglés es m ateria obligatoria durante seis años. En H ong Kong, nue­
ve de cada diez alumnos estudian inglés. En China, 250 millones de
personas estudian inglés. Incluso en Francia, donde hay poco interés
p or idiomas extranjeros, la Ecole des Hautes Études Commerciales
ahora ofrece su clásico curso de administración comercial en inglés. En
toda Europa, además, en una reciente investigación encargada p o r la
Comisión del M ercado Común Europeo, el inglés aparece como el se­
gundo idioma más hablado y enseñado, con 51% contra 42% del fran­
cés, 33% del alemán, 21% del italiano y 18% del español.”11
El inglés puede ser el idiom a de la globalización. La mayor parte

10 J. David Bolter, Turing’x man (Western culture ¡n the compuler age), M iddlesex,
Inglaterra, P enguin Books, 1986, pp. 101, 102-103 y 108 [ed. esp.: E l hombre ds Tum i». La
m ltura ocáde.nlal en la m i de lu comfmlación, M éxico, F ondo de Cultura Económ ica, 1988].
11 P aulo Sánchez, "Executivos adotam o idiom a in g lés”, O Eximio de S. Paulo, Sao
Paulo, 23 d e ju lio de 1993, p. 1, cu ad ern o “Em presas”.
146 M O DER N ID A D -M U N D O

de los acontecim ientos, relaciones, actividades y decisiones se expre­


san en ese idiom a o se traducen a él. Así se articula la electrónica, de
la misma m anera que los m edios de com unicación y el m ercado, gran
parte de la ciencia, tecnología, filosofía y arte. En la época de la glo­
balización, el inglés se unlversaliza: comunicativo y pragm ático, ex­
presivo e inform ático.
Así, el lenguaje del m ercado se difunde por el m undo acom pañan­
do al mercado. Se hace presente en m uchos lugares, invade casi todos
los círculos de relaciones sociales. El mismo proceso de mercan tiliza-
ción general unlversaliza determ inado m odo de hablar, taquigrafiar, co­
dificar, pensar. Se crea una especie de lengua franca universal: econó­
mica, racional y m oderna; o práctica, pragmática y telemática. El mis­
mo proceso de mundialización del capitalismo mundializa signos y sím­
bolos, logotipos y eslogans, calificativos y estigmas. “Existe sólo un caso
de expresividad -p e ro de expresividad ab erran te- en el lenguaje pura­
m ente comunicativo de la industria: es el caso del eslogan. De hecho, pa­
ra im presionar y convencer, el eslogan debe ser expresivo. Pero su expre­
sividad es monstr uosa porque se vuelve inm ediatam ente estereotipado
y se fija en un a rigidez que es lo contrario de la expresividad, la cual es
eternam ente m utable y se ofrece a una interpretación infinita. La falsa
expresividad del eslogan es así el punto extremo de la nueva lengua téc­
nica que sustituye a la lengua humanística. Es el símbolo de la vida lin­
güística del futuro, esto es, de un m undo inexpresivo, sin particularis­
mos ni diversidad cultural, perfectam ente patronizado y aculturado.”1-
E1 m u n d o ya está tejido por m uchos tejidos, diferentes lazos y laza­
dos, visibles e invisibles, reales e imaginarios. Son redes electrónicas
inform áticas telemáticas online alltim e everywhere w orldw ide in English.
Son transnacionales conglom eradas aliadas estratégicam ente planea­
das produciendo y reproduciendo las fuerzas productivas organiza­
das en la nueva división internacional de la producción y trabajo fle­
xible del posfordism o global. Son innum erables superm ercados shop­
p in g centers disneylandias distribuidos en el nuevo m apa del m undo
exhibiendo m ercancías globales destinadas a las necesidades reales e
im aginarias m ultiplicadas. La m ercadotecnia global se encarga de
anunciar y p ronunciar todo lo que es bueno m ejor óptim o indispen­
sable maravilloso fantástico.
El mismo escenario creado con la m undialización del capitalismo

12 Pier Pao lo Pasolini, O sjo v m s infdize.s, M ichel Lahud (ed itor), Sao Paulo, Editora
Brasiliense, 1990, pp. 45-46; cita de “Análise lingüística de um Slogan".
M O D ER N ID A D -M U N D O 147

instituye el m odo de ser característico de la m odernidad-m undo; una


m odernidad en la que predom inan los principios de mercantiliza-
ción universal, de la tecnificación de las condiciones de vida y traba­
jo y de la cuantificación generalizada en detrim ento del principio de
calidad. “A fin de cuentas, es su globalidad sim ultáneam ente estruc­
tural y planetaria la que define a la m odernidad en el fin del siglo xx
com o un m om ento singular. Globalidad social de un capitalismo om­
nipresente y de un sistema social fundado en la im bricación y la in­
terconexión de m últiples procesos; éstos tam bién cada vez más com ­
plejos. G lobalidad espacial del planeta com puesto p o r redes, p o r el
m ercado m undial y p or el tecnocosm os.”1^
El clima que se crea con la globalización del capitalismo, visto co­
m o proceso civilizatorio, crea sim ultáneam ente el clima de la m oder-
nidad-m undo. Son patrones y valores socioculturales, alteraciones en
las form as de sociabilidad, desarraigos de objetos, personas e ideas,
todo esto para constituir algo, o m ucho, del estado de espíritu de la
m odernidad-m undo. “La m odernidad es esencialm ente globalizan-
te... La globalización puede así ser definida como la intensificación
de las relaciones sociales en dim ensión m undial, al ligar localidades
distantes de tal m anera que los acontecim ientos locales son m odela­
dos p o r eventos que ocurren a m uchas millas de distancia y viceversa.
Se trata de u n proceso dialéctico, porque esos acontecim ientos loca­
les pueden desplazarse en u n a dirección inversa a las relaciones muy
distanciadas que los m odelan. La transforvicición locales tanto una p ar­
te de la globalización, cuanto la extensión lateral de las conexiones
sociales a través del tiem po y del espacio.”14
Pero éste no es un proceso tranquilo. Se desarrolla de m odo p ro ­
blemático. Al mismo tiem po que im pulsa la hom ogeneización, ecua-
lización o integración, provoca fragm entaciones, rupturas, contradic­
ciones. Se m ultiplican desencuentros de todo tipo, en los ám bitos lo­
cal, nacional y m undial, implica relaciones, procesos y estructuras so­
ciales, económicos, políticos y culturales. Las configuraciones y movi­
m ientos de la sociedad global descubren otras posibilidades de la geo­
grafía y la historia, nuevas formas de espacio y tiem po, a veces lím pi­
dos y transparentes, otras veces caleidoscópicos y laberínticos.
En la época de la globalización, las cosas, gentes e ideas se descom­
pasan de los espacios y tiempos instituidos por la electrónica. La mane-

l3Jean C hesneaux, Modernilé-monde, d i., p. 196.


11 A nthony G iddens, A a m s e q u u n d a s da modr.rnidadn, Sao Paulo, Editora U n esp ,
1991, pp. 69-70.
148 M O D E R N ID A D-M UN D O

ra de actuar de las relaciones, procesos y estructuras, de las vivencias y


existencias, individuos y colectividades, naciones y nacionalidades, cul­
turas y civilizaciones, ha dado m archa atrás, rebasado por la m anera de
actuar simbolizada p or la electrónica, al instituir otros puntos y redes,
otros ritmos y velocidades. Las fronteras no son abolidas, se disuelven;
las lenguas siguen existiendo, traducidas en general al inglés; las m one­
das nacionales siguen circulando, siempre referidas a una m oneda abs­
tracta general m undial; las cartografías son rediseñadas por la com pu­
tadora; las historias son recontadas desde los horizontes de la globali­
zación; las experiencias se traducen en virtualidades, simulacros; las pa­
labras son progresivam ente recubiertas por las imágenes.
Es el im perio de la contem poraneidad. El pasado y el presente, de
la misma m anera que el espacio y el tiem po, se introducen p o r todos
los rincones. La velocidad de algunas transform aciones es diversa de
otras. Unas realidades se m odifican con un determ inado ritm o, m ien­
tras que otras tienen un ritm o diferente, además de las direcciones
que p u ed en ser divergentes. Son diversos, muy diversos los ritm os en
que se deam bula, así como las realizaciones, posibilidades e ilusiones.
Se am plían y generalizan los desencuentros. Así com o m uchas cosas
se ecualizan, m uchas se desencuentran. Son patrones y valores, m o­
dos de ser y actuar, de pensar e im aginar que sim ultáneam ente se
com binan y tensionan. En el ám bito de la globalización, la electróni­
ca, la inform ática y la telecom unicación invaden las actividades y re­
laciones de todo el m undo. Se m odernizan los procedim ientos y no
los tem peram entos, los m odos de actuar y no los de pensar, las formas
de im aginar y no las de sentir.
O cu rren desfases, desniveles, fracturas, anacronismos, disonancias,
asincronías, desencuentros, tensiones. Lo residual se mezcla con la no­
vedad, el pretérito con lo predom inante, lo que era con lo que no es.
Se m ultiplican las discontinuidades y las repeticiones, los desencuen-
tros y las tensiones. Todo se astilla, se despedaza. El espacio y el tiem­
po se diversifican de m odo sorprendente: se m ultiplica al azar, de m o­
do conjugado y a la vez disparatado.
En este sentido, el siglo XX produce un m anantial de obsolescen­
cias sim ultáneam ente con las novedades, innovaciones de todo tipo,
“m o d ern id ad es” y “posm odernidades”. En el mismo sentido, las ru p ­
turas que acom pañan la conm oción de la globalización en curso en
este final de m ilenio, cuando se anuncia el siglo xxi, inauguran obso­
lescencias y novedades de cuño social, económicas, políticas y cultu­
rales, en los ámbitos individual y colectivo, nacional y m undial. Las
M O DER N ID A D -M U N D O 149

crisis, guerras y revoluciones no sólo expresan rupturas históricas, si­


no que revelan y profundizan las tramas de la no contem poraneidad.
De un m om ento a otro, grupos, clases, movimientos, partidos, co­
rrientes de opinión pública, interpretaciones de la realidad social, es­
tilos de pensam iento, visiones del m undo, pueden volverse anacróni­
cos, exóticos, extraños, inconvenientes, prescindibles. Se decreta lo
nuevo y lo viejo, lo arcaico y lo m oderno, se instituyen tradiciones y
obsolescencias, novedades e innovaciones, m odernidades y posm o­
dernidades. Se instauran oü'as ü amas de no contem poraneidad, ade­
más de las que se producen y reproducen continua o periódicam en­
te con los movimientos de la historia.
En el ámbito de la ru p tu ra histórica, que implica con frecuencia cri­
sis, guerra o revolución, se inaugura el m onum ento y la ruina, dem ar­
cando el presente privilegiado y el pasado tolerado, recreado o simple­
m ente rechazado. Las diversas conmociones de expansión del capitalis­
m o en el m undo pueden ser vistas como conm ociones de creación de
novedades y obsolescencias, m odernidades y anacronismos, héroes y
traidores, santos y apóstatas, m onum entos y ruinas. El mercantilismo,
el colonialismo y el imperialismo que atraviesan la geografía y la histo­
ria desde el Renacimiento, la Reforma y la C ontrarreform a, o los orí­
genes del capitalismo, entendido también como proceso civilizatorio,
instituyen m uchas tramas de no contem poraneidad, lo que provoca
ruinas por los cuatro rincones del m undo; ruinas no sólo en el sentido
literal, sino tam bién como metáforas y alegorías.15
En el seno de la no contem poraneidad se revelan las ruinas, como
obras de arte originales, diferentes de sus formas pretéritas y de sus au­
ras prim ordiales. Son marcas de lugares y épocas que señalan las m e­
tamorfosis del espacio y el tiempo, de las configuraciones sociales pa­
sadas, de estilos de vida remotos, de visiones del m undo recubiertas
p or la pátina de los tiempos. En las ruinas la batalla de los tiempos car­
ga consigo la batalla enti'e la naturaleza y la sociedad: lo telúrico y la
cultura. El mismo espíritu que conform a la naturaleza a la imagina­
ción, asiste a la revuelta de esa misma naturaleza, üansfigurando la
obra de arte prim ordial en obra de arte de otra época, con form a di­
ferente y aura sorprendente. La ruina no es un fragm ento, algo m uti­
lado y destrozado, y sólo lo parece así cuando es vista en la óptica del

1:1 K.M. Panikkar, A dominando oddcnlal na Asia, Río ele Janeiro, Editora Paz e Terra,
1977, 3a. ed.; Josep h Ki-Zerbo, Historia (hd Africa negra, 2 vols., Madrid, Alianza; J.H .
Elliott., El viejo m undo y d nuevo (1492-1650), Madrid, Alianza Editorial, 1984; Jacques
Lafaye, Los comjuisUulorcs, M éxico, Siglo XXI, 1978, 3a. ed ición .
150 M O DER N ID A D-M UN D O

pasado. Vista en la óptica del presente, es original, incom parable, sor­


p rendente, precisam ente porque es un resultado de la imaginación
pasada transfigurado por la pátina de los tiempos, recreado por el mi­
rar presente. “La ru in a aparece como la venganza de la naturaleza por
la violencia que le hace el espíritu al conform arla a su propia imagen.
El proceso histórico de la hum anidad com o un todo consiste en vina
gradual apropiación de la naturaleza por el espíritu, la cual se encuen­
tra fuera de él, pero tam bién de cierta m anera dentro de él. [...] El
encanto de la ruina consiste en que u n a obra hum ana es percibida, en
definitiva, como si fuese un producto de la naturaleza. Las mismas
fuerzas que, p or la erosión, desagregación, sumersión y expansión de
la vegetación dieran a las m ontañas su aspecto, dem uestran también
aquí su eficacia en los muros. [...] El encanto fantástico y supersensi-
ble de la pátina se basaba en la misteriosa arm onía por la cual el obje­
to se em bellece, debido a un proceso químico-mecánico, p o r el cual
el proyecto deliberado del hom bre se convierte de m odo no delibera­
do e imprevisible en algo nuevo, con frecuencia más bello, constitu­
yendo una nueva unidad.”16
En varios aspectos, las tramas de la no contem poraneidad perm i­
ten revelar form as insospechadas del tiem po escondidas en la brum a
de la historia. La no contem poraneidad puede ser un m om ento ex­
cepcionalm ente heurístico, cuando se trata de sorprender las formas
sociales del tiem po, las configuraciones y los m ovimientos de la socie­
dad. En la época de la globalización, la no contem poraneidad se re­
vela nuevam ente em blem ática, para desafiar a la ciencia, a la filosofía
y al arte.
En este am biente germ inan nostalgias y utopías; unas pretéritas y
otras futuras. Delante del nuevo, inesperado y sorprendente sismo de
globalización, cuando las naciones, nacionalidades, culturas y civiliza­
ciones son desafiadas; se mezclan, se pelean, se reafirm an y modifican
m odos de ser, pensar, actuar, sentir, fabular. Son m uchos los que tienen
nostalgia del pasado o del futuro. Aveces, sólo niegan el presente, pe­
ro otras veces pueden utilizar la nostalgia o la utopía para reflexionar
m ejor sobre el presente. En todos los casos, nostalgia y utopía pueden
ser vistas como señales de configuraciones atravesadas por la no con-

1(1 G eorg Sim m el, Sobra la availura (Ensayos filosóficos), Barcelona, Península, 1988, pp.
117, 119 y 120; citas de “Las ruinas”. Consultar también, Cario Carena, “R uina/R estauro”,
Endclofmdia Einaudi, vol. 1, “Memoria-Historia”, Porto. Im prensa Nacional-Casa da Moeda,
1985, pp. 107-129; Ian Knizck, “El extraño encanto de las ruinas”, Mural, núm. 186,
M éxico, 1987, pp. 31-38.
M O D ER N ID A D-M UN D O 151

tem poraneidad. Descubren dimensiones heurísticas escondidas en los


desencuentros de espacios y tiempos generados por la globalización.17
El tem a de la no contem poraneidad reaparece de m odo particular­
m ente acentuado y generalizado en la época de la globalización. Cuan­
do se produce una nueva conmoción por la expansión del capitalismo
en escala mundial, cuando el capital reaparece como agente “civiliza­
d o r”, todas las otras formas sociales de organización de la vida y del tra­
bajo son desafiadas, llevadas a subordinarse formal o realm ente, en cier­
tos casos hasta marginalizarse. En la m edida en que el capitalismo es un
proceso civilizatorio de amplia envergadura, combatividad y agresivi­
dad, se crean y recrean configuraciones socioculturales perm eadas de
no contem poraneidad. Son aglutinaciones, integraciones y convergen­
cias, sim ultáneam ente con desencuentros, exclusiones y antagonismos,
que se revelan de m anera local, nacional y mundial. Un fenóm eno que
está siem pre presente en la realidad social y que siempre ha desafiado
al pensam iento científico, filosófico y artístico, reaparece muy fuerte­
m ente en la época en que se da un nuevo sismo de globalización, en la
estela del desarrollo intensivo y extensivo del capitalismo en escala
mundial. Más de una vez se replantea la problem ática del desarrollo de­
sigual contradictorio y combinado, que repercute en la geografía y la
historia, así como desafía la teoría y la práctica en los horizontes de la
globalización. “No todos están presentes en el tiempo presente. Están
sólo exteriorm ente, puesto que podem os verlos hoy. Pero no es por eso
que viven en el mismo tiempo que los otros. Al conü ario, cargan consi­
go un pasado que se infiltra.”18
Vista así, en el contrapunto contem poraneidad-no contem poranei­
dad, la historia se revela plena de posibilidades y sorpresas. Más allá de
las regularidades y recurrencias, de las discontinuidades y rupturas, es­
tán las reorientaciones y los retrocesos. En el ámbito de la dinám ica de
la vida social, del movimiento de las fuerzas sociales, que atienden tam­
bién sus dimensiones económicas, políticas y culturales, el tiem po pue­

11 Roland R obertson, (¡lobalizalion (Social llmiry and global culture), Londres, Sage
Publications, 1992, esp ecialm en te cap. 10: “G lobalization and the nostalgic paradigm ”;
Fredric Jam eson , El posmodernismo o la lógica cultural dul capitalismo avalizado, di., esp e­
cialm en te cap. II: “La p osm odernidad y el p asad o”.
IX Ernst Blocii, H m iaga da ce lemps, París, Payot, 1978, p. 95. Cita extraída de la
segun d a parte, titulada “N on con tem p oran éité et en ivrem en t”, pp. 37-187. Adem ás
sobre el problem a de la no contem poraneidad: Eric Hobsbawm y T erencc Ranger, /l
invenido das tnuliffm , Río d e Janeiro, Editora Paz e Terra, 1984; A m o J. Mayer, La per­
sistencia d d antiguo régimen, Madrid, Alianza, 1984; Paul Ricoeur (ed itor), A s culturas a o
tempo, P etrópolis, Editora Vozes, 1975.
152 M O DER N ID A D-M UN D O

de resultar m últiple y contradictorio, progresivo y regresivo, interrum ­


pido y vacío. La ilusión del progreso, evolución o m odernización ha si­
do irrum pida por fracturas y reorientaciones, reanudaciones y regre­
siones, estabilidades y atonías. Hay coyunturas en las que el juego de las
fuerzas sociales puede provocar tanto la diversificación como la acele­
ración, tanto la decadencia como la disolución. En este contexto, el
contrapunto contem poraneidad y no contem poraneidad reabierto pol­
la globalización, resulta particularm ente heurístico, al desafiar a las
ciencias sociales, la filosofía y las artes. Perm ite repensar las formas so­
ciales del tiempo, descubrir algunas de sus formas insospechadas, in­
cluso sublimadas, como las que se esconden en la nostalgia y la utopía.
Ni llegó el fin de la historia ni llegó el fin de la geografía. Es sólo
ilusoria la im presión de que llegó el reino de la eternidad. Tanto es
así que el planeta T ierra no ha alcanzado aún u n a form a acabada y
p uede parecer totalm ente esférico o totalm ente plano. M uchos pue­
den actuar, pensar y sentir conform e a su im aginación. Pero este mis­
mo lugar sigue atravesado por m ontañas y desiertos, m ares y océanos,
islas y continentes, naciones y nacionalidades, lenguas y religiones,
culturas y civilizaciones. Sólo el m undo se fragm entó otra vez, en un
m om ento, de repente. Los que sueñan con la eternidad escondida en
el fin de la historia y de la geografía, olvidan que ella se dispersa por
el espacio y se despedaza en el tiem po.19
Los horizontes abiertos por la globalización ilum inan el presente y
recrean el pasado. Gran parte del pasado conocido y desconocido es re­
creado por el presente. Una ruptura histórica excepcional, como la glo­
balización en curso en el umbral del siglo xxi, configura todo un nue­
vo parám etro para la inteligencia y la invención del pasado. Es como si
el presente se fuese lejos, allá lejos, en busca de sus orígenes, de sus raí­
ces. Al mismo tiempo que se niega o recrea el pasado reconocido, se
busca lo prim ordial escondido. Un pasado que puede surgir como his­
toria y memoria, identidad y pluralidad; simbolizado en héroes y santos,
hazañas y glorias, victorias y derrotas, m onum entos y ruinas. Son m etá­
foras dispersas por el espacio, despedazadas en el tiempo.
Las marcas del espacio y el tiem po pueden ser m etáforas de la mun-
dialización o signos de la universalidad revelada desde los horizontes
19 Jorge Luis Bo'rges, Historia de la eternidad, Madrid, Alianza, 1971, p. 24. Richard
O ’Brien, “La fin de la géographie?", M arie-Francoise D urtand, Jacques Lévy y D enis
Retaillé (c.om ps.), I x monde: Esftatxx el syslemes, París, Presses de la F ondation N ationale
d es S cien ces P olitiques ík Dailoz, 1992, pp. 169-173. Francis Fukuyama, E lJ in de la his­
toria y el último hombre, Barcelona Planeta, 1992. Perry A n d erson, O fim da historia (De
Hegel a Fukuyama), Río d e Janeiro, Jorge Zahar Editor, 1992.
M O D E R N ID A D-M UN D O 153

de la globalización: la tom a de la Bastilla, la caída del m uro de Berlín,


la m uralla china y las pirám ides de Egipto, el Cabo de Buena Esperan­
za y el Estrecho de Magallanes, Gibraltar, Suez y Panam á, el Ganges, el
Nilo y el Amazonas, los Andes y el Himalaya, la Revolución industrial,
la Revolución francesa y la Revolución soviética, la Reforma, la Con­
trarreform a y el Renacimiento, la batalla de M aratón y la bom ba de
H iroshim a, Jerusalén, Roma y La Meca, el Viejo M undo, el Nuevo
M undo, Asia y Africa, O riente y Occidente, el Cielo, el Infierno y el Pa­
raíso, la A tlántiday el Olimpo. En lugar de la eternidad la hum anidad,
de la misma form a que en lugar del hecho la metáfora. D onde no al­
canza la reflexión, puede llegar la imaginación.
Cada tiem po inventa su tiem po. El tiem po es una creación social,
u n producto de la actividad hum ana, u n a invención cultural. Está cla­
ro que son varias, m últiples, congruentes y contradictorias las formas
sociales del tiem po. Tanto es así que puede ser cósmico, geológico,
productivo, histórico, biográfico, mítico, épico, dram ático, subjetivo,
cronológico, m ecánico, eléctrico, electrónico. Pero todos son crea­
ciones sociales, invenciones culturales. Incluso los altam ente determ i­
nados p o r la naturaleza: cósmico, telúrico, geológico o productivo,
p u ed en ser reelaborados por la actividad hum ana, p o r la tram a de las
relaciones sociales, y alcanzar procesos y estructuras de dom inación y
apropiación. Todos están presentes en la vida social de los individuos
y las colectividades, naciones y nacionalidades, sociedades y com uni­
dades. Es verdad que son diversos por el ritm o y la actitud, la fuerza
y la localización, la irrelevancia y la repercusión. Significan de m ane­
ra diferente, coexisten, convergen, repercuten y se niegan. Hay situa­
ciones en que unos dan la im presión de recubrir o suprim ir a los
otros; pero después los otros reaparecen, se revelan. “En una época
en que otros m edios triunfan, dotados de lina velocidad espantosa y
de un radio de acción sum am ente extenso, arriesgando reducir toda
com unicación a un a costra uniform e y hom ogénea, la función de la
literatura es la com unicación entre lo que es diverso p o r el hecho de
ser diverso, no em botando, sino antes bien exaltando la diferencia,
según la vocación propia de la lengua escrita. [...] En la literatura, el
tiem po es u na riqueza de la que se puede disponer con prodigalidad
e indiferencia: no se trata de llegar prim ero a un límite preestableci­
do; al contrario, la econom ía del tiem po es algo bueno, porque cuan­
to más tiem po economizamos, más tiem po podrem os p erd er.”20
20 Italo Calvino, Seis frrojmslas para o próximo milenio, Sao Paulo, C om panhia das
Letras, 1990. pp. 58 y 59; cita del cap. 2: “R apidez”.
154 M O D ER N ID A D-M UN D O

A pesar de las diversidades y de los desencuentros de las formas so­


ciales del üem po, de las m ultiplicidades de los tiempos, todos están re­
lacionados con la vida social, las actividades de los individuos y colec­
tividades, con los movimientos de la historia. Todos se constituyen y
m anifiestan en el ám bito de la fábrica de la sociedad, del trabajo so­
cial. Se presentan como condición y producto de la vida social, lo que
aglutina a la com unidad y la sociedad, la tribu y la nación, la sociedad
nacional y la sociedad global. Sabiendo o no, pudiendo o no organi­
zados, teniendo que adm inistrarlos en condiciones adversas o some­
tiéndose a sus determ inaciones, la realidad es que las diversas y m últi­
ples formas del tiem po se producen como condición y resultado del
üabajo social, del m odo en que opera la fábrica de la sociedad global.
Pero cabe reconocer que aquellos que detentan los medios de man­
do y com ando, o de dom inación y apropiación, muchas veces también
pueden instituir el ritm o de las actividades, la duración del trabajo, la
conm ensurabilidad de lo efímero. En este contexto se desarrolla el pre­
dom inio del principio de cantidad, en detrim ento del principio de ca­
lidad. “El hecho de que sólo sirva de m edida de valor la cantidad de tra­
bajo independientem ente de la calidad, implica a su vez que el ü abajo
simple es el eje de la industria. Supone que los diferentes trabajos han
sido nivelados por la subordinación del hom bre a la m áquina o por la
división extrem a del trabajo; supone que los hom bres desaparecen an­
te el trabajo; que el péndulo del reloj ha pasado a ser la m edida exac­
ta de la actividad relativa de dos obreros como lo es de la velocidad de
dos locomotoras. Por eso, no hay que decir que una hora trabajo de un
hom bre vale tanto como una hora de otro hom bre, sino más bien que
un hom bre en u na hora vale tanto como otro hom bre en una hora. El
tiem po lo es todo, el hom bre ya no es nada; es, a lo sumo, la osamenta
del tiempo. Ya no se trata de la calidad. La cantidad lo decide todo: ho­
ra por hora, jo rn ad a por jo rn ad a .”- 1
La m isma racionalización que articula progresivam ente las más di­
versas esferas de la vida social, acentúa y generaliza la enajenación de
unos y otros, tam bién en el ám bito universal. Lo que ya era un dile­
m a evidente en el siglo xix, se acentúa en e l xx y prom ete profundi­
zarse en el próxim o. La m archa de la racionalización cam ina a la par
con la enajenación, y se determ inarán una y otra recíprocam ente.
El predom inio de la razón instrum ental, técnica o pragm ática se ge-

'¿1 Karl Marx, M ism a de. la filosofía. Respuesta a la filoso/ia de. la m ism a de Vroudhon,
M éxico, Siglo XXI, 10a. ed „ 1987, p. 21.
M O D ER N ID A D-M UN D O 155

neraliza p o r todos los sectores de la vida social. De m anera creciente,


las conquistas de la ciencia son traducidas en técnicas de producción
y control social, conform e con el desem peño de las fuerzas sociales, se­
gún las estructuras de dom inación y apropiación prevalecientes. En
este contexto, los desarrollos de la ciencia, traducidos en técnicas, pro­
fundizan y generalizan las más diversas m odalidades de enajenación:
de la pauperización a la mutilación. “Hoy en día, todo parece llevar en
su seno su propia contradicción. Vemos que las m áquinas, dotadas de
la propiedad increíble de reducir y volver más fructífero el trabajo hu­
m ano, provocan la m iseria y el agotam iento del trabajador. Las fuen­
tes de riqueza recién descubiertas se convierten, por arte de un extra­
ño maleficio, en fuentes de privaciones. Los triunfos del arte parecen
adquiridos al precio de cualidades morales. El dom inio del hom bre
sobre la naturaleza es cada vez mayor; pero al mismo tiem po, el hom ­
bre se transform a en esclavo de otros hom bres o de su propia infamia.
Hasta la pura luz de la ciencia parece sólo poder brillar sobre el fon­
do tenebroso de la ignorancia. Todos nuestros inventos y progresos
parecen dotar de vida intelectual a las fuerzas m ateriales, en tanto re­
ducen la vida hum ana hasta el nivel de una fuerza m aterial b ru ta.”-2
El mismo proceso que carga consigo la racionalización y la eníyena-
ción prom ueve el predom inio del principio de cantidad en detrim en­
to del principio de caüdad, y realiza la creciente inversión en las rela­
ciones entre los individuos y los productos de sus actividades; ello trae
consigo la subordinación del creador a la criatura. La creciente disci­
plina y el progresivo ritm o de las organizaciones, empresas y mercados
se difunde por todos los rincones de la vida social, e im pregna modos
de ser, actuar, sentir, pensar e imaginar. “Desde que el ascetismo co­
m enzó a rem odelar el m undo y a desarrollarse en él, los bienes m ate­
riales fueron asum iendo una creciente y, finalm ente, u n a inexorable
fuerza sobre los hom bres, como nunca antes en la historia. Hoy en día
-o definitivam ente, quién sabe- su espíritu religioso se libró de la pri­
sión. El capitalismo vencedor, apoyado en una base mecánica, no ca­
rece ya de abrigo. [...] Nadie sabe aún a quién tocará en el futuro vi­
vir en esa prisión, o si, al final de ese trem endo desarrollo, no surgirán
profetas enteram ente nuevos, o un rigoroso renacim iento de viejos
pensam ientos e ideas, o aun si ninguno de ambos, surja la eventuali-

22 Karl Marx, “Discurso pron u n ciado na festa d e aniversario d o P e o p le ’s P aper”, el


d ía 14 d e abril d e 1856, según K. Marx y F. Engels, Textos, 3 vols., Sao Paulo, E dicóes
Sociais, 1977, vol. 3, pp. 298-299.
156 M O DER N ID A D -M U N D O

dad de una petrificación m ecanizada caracterizada por esta convulsi­


va especie de autojustificación.”^
La racionalización que prioriza tiempo, ritmo, velocidad y producti­
vidad produce la subordinación del individuo a la m áquina, al sistema,
a las estructuras de dom inación y apropiación prevalecientes, lo que
prom ueve su enajenación. Más de una vez, el creador es llevado a su­
bordinarse a la criatura. “Ya no se pregunta por qué ni de qué m anera
se llegó a aparatos precisam ente regulados que m iden el tiem po en
días, horas y segundos, y al correspondiente m odelo de autodisciplina
individual implícito en el saber qué hora es. C om prender las relaciones
entre la estructura de la sociedad, que posee una imprescindible e ine­
vitable red de determ inaciones temporales, y la estructura de una per­
sonalidad, que tiene una finísima sensibilidad y disciplina del tiempo,
no constituye para los miembros de tal sociedad ningún problem a gra­
ve. Experim entan, en toda su crudeza, la presión del tiem po horario de
cada día; y en mayor grado -conform e va creciendo- la presión de los
años del calendario. Y esto, convertido en segunda naturaleza, parece
un destino que todos deben asumir.”-4
En este contexto se producen, instituyen, desarrollan, transform an
o declinan las más diversas formas sociales del tiempo: biográfico, ge­
nealógico, histórico, míüco, dramático, épico, cronológico, mecánico,
elécüico, electrónico. Corresponden a distintas formas de organiza­
ción social de la vida y el trabajo, distintos niveles de organización téc­
nica del proceso productivo, diversas estructuras de apropiación y do­
m inación. En este sentido, algunos signos son emblemáticos. A lo largo
de los tiempos, el significado de time is money es instituido, modificado,
dinamizado, generalizado, priorizado o unlversalizado. Incluso puede
tensionar, desorganizar o rom per formas de sociabilidad, m odos de ser.
Es siempre inestable, o hasta precaria, la racionalidad instituida por las
reglas del m ercado, por la dinámica del capital, aun cuando sea articu­
lada por la sofisticación sistemática electrónica telemática. “Tanto el
tiem po como el espacio son definidos por interm edio de la organiza­
ción de prácticas sociales fundam entales para la producción de m er­
cancías. Pero la fuerza dinámica de la acumulación (y superacumula-
ción) del capital, aliada a las condiciones de la lucha social, vuelve las
relaciones inestables. En consecuencia, nadie sabe bien cuáles pueden

Max Weber, A tilica frroleslanltt t<o espirito da capitalismo, Sao Paulo, P ion eira Editora,
1967, p . 131.
24 N orb ert Elias, Sobre el tiempo, M éxico, F ondo d e Cultura E conóm ica, 1989, p. 16.
M O DER N ID A D -M U N D O 157

ser ‘el tiempo y el lugar cierto para todo’. Parte de la inseguridad que
asuela al capitalismo como formación social viene de esa inestabilidad
de los principios espaciales y temporales en torno de los cuales la vida
social podría ser organizada (cuando no ritualizada como es habitual
en las sociedades tradicionales). Durante fases de intercam bio máximo,
las bases espaciales y temporales de reproducción del orden social es­
tán sujetas a la disrupción más severa.”25
En el ám bito de la sociedad global se m anifiestan otras posibilida­
des de realización e im aginación de los ritm os y ciclos de la vida so­
cial. Se alteran las regularidades y recurrencias de la historia, así co­
m o sus condiciones de fracturas y rupturas. La larga duración puede
revelarse en toda su am plitud, de la misma m anera que el instante
p u ed e adquirir su universalidad. C uando se globaliza el m undo,
cuando la m áquina del m undo pasa a funcionar en su globalidad, la
m archa de las cosas, gentes e ideas, provincias y naciones, culturas y
civilizaciones, adquiere otras realidades, diferentes posibilidades. Se
p u ed e pensar todo de nuevo: la larga y la corta duración, el instante
y lo fugaz, el ciclo y la era, la regularidad y la recurrencia, la continui­
dad y la rup tu ra, la diversidad y la contradicción, el pasado y el pre­
sente, lo próxim o y lo rem oto, la racionalización y la enajenación, el
individuo y la hum anidad.

David Harvey, A condigno pás-modema, d i., p. 218.


10. SOCIOLOGÍA DE LA GLOBALIZACIÓN

A estas alturas de la historia, al declinar el siglo xx y en el um bral del


xxi, las ciencias sociales se enfrentan a un desafío epistemológico
nuevo. Su objeto se transform a de m anera visible, en amplias p ropor­
ciones y, en ciertos aspectos, espectacularm ente. Por prim era vez, las
ciencias sociales son desafiadas a pensar el m undo com o una sociedad
global. Las relaciones, los procesos y las estructuras económicas, polí­
ticas, dem ográficas, geográficas, históricas, culturales y sociales que se
desarrollan en escala m undial, adquieren preem inencia sobre las re­
laciones, procesos y estructuras que se desarrollan en la escala nacio­
nal. El pensam iento científico, en sus producciones más notables, ela­
borado prim ordialm ente con base en la reflexión sobre la sociedad na­
cional, no es suficiente para ap reh en d er la constitución y los movi­
m ientos de la sociedad global.
El paradigm a clásico de las ciencias sociales se constituyó, y sigue de­
sarrollándose, con base en la reflexión sobre las formas y los movimien­
tos de la sociedad nacional. Pero la sociedad nacional está siendo recu­
bierta, asimilada o subsumida por la sociedad global, una realidad que
no está aún suficientemente reconocida y codificada. La sociedad global
adquiere desafíos empíricos y metodológicos, o históricos y teóricos, que
exigen nuevos conceptos, otras categorías, diferentes interpretaciones.
“Siempre hubo un enorm e debate sobre cómo la sociedad y el Estado se
relacionan, cuál debería subordinar al otro y cuál encarnar los valores
morales más elevados. Así, estamos acostumbrados a pensar que las fron­
teras de la sociedad y del Estado son las mismas o, si no, podrían (y de­
berían) serlo. [...] Vivimos en estados. Hay una sociedad bajo cada Esta­
do. Los estados tienen historia y por tanto tradiciones. [...] Esta imagen
de la realidad social no era una fantasía, tanto es así que teóricos coloca­
dos en perspectivas ideográficas y nom o té ticas se desem peñaban con ra­
zonable desenvoltura, al utilizar esos enfoques acerca de la sociedad y
del Estado y lograr algunos resultados plausibles. El único problema era
que, a m edida que el tiempo corría, más y más ‘anomalías’ resultaban
inexplicadas en ese esquema de referencia; y más y más lagunas (de zo­
nas de la actividad hum ana no investigadas) parecían surgir.”1
1 Immanuel W allerstein, U nlhinkingstxialsrim ce (The limils o f ninnleenlh-century parn-

[158]
SO C IO L O G ÍA DE LA GLOBALIZACIÓN 150

O cu rre que la sociedad global no es la m era extensión cuantitati­


va y cualitativa de la sociedad nacional. A unque ésta continúe siendo
básica, evidente e indispensable, y se manifieste incluso en el ám bito
internacional, es innegable que la sociedad global se constituye como
u n a realidad original, desconocida, carente de interpretaciones.
La sociedad global ya ha sido objeto de estudios e interpretaciones:
en sus aspectos históricos, políticos, económicos, culturales, geográfi­
cos, demográficos, geopolíticos, ecológicos, religiosos, lingüísticos, ar­
tísticos y filosóficos. Además de las indicaciones e intuiciones que fre­
cuentem ente aparecen en los estudios sobre la sociedad nacional, se
m ultiplican las reflexiones sobre las configuraciones y los movimien­
tos de la sociedad global. Ya son m uchos los que piensan a la sociedad
en el ám bito transnacional, m undial o propiam ente global, aun cuan­
do no están utilizando esta noción, incluso cuando siguen pensando
en nación. En form a sintética, se puede decir que esa problem ática es­
tá presente en los estudios e interpretaciones sobre relaciones interna­
cionales, geopolítica, integración regional, sistema-mundo, economía-
m undo, tres-mundos, cuatro-m undos, guerra fría, fin de la guerra fría,
fin de la historia, nueva división internacional del trabajo, fábrica glo­
bal, ciudad global, aldea global, shopping center global, disneylandia
global, planeta Tierra, norte y sur, o n u , u n e s c o , u n i c e f , f a o , fm i, b id ,
g a t t , o t a n , TLC, Mercosur, Casa de Europa, Estados Unidos de Euro­
pa, espacio europeo, espacio del Pacífico, imperialismo, postim peria­
lismo, dependencia, nueva dependencia, interdependencia, multilate-
ralismo, multinacionalism o, transnacionalismo, ascensión y caída de
las grandes potencias, O ccidente y Oriente, ciclo Kondratieff, teleco­
m unicaciones, medios de com unicación mundiales, industria cultural,
cultura internacional popular, m ercadotecnica global, globalización y
fragm entación, nuevo m apa del m undo, m odernidad-m undo, posmo­
dernidad.
Este es un m om ento epistem ológico fundam ental: el paradigm a
clásico, fundado en la reflexión sobre la sociedad nacional, es subsu-
m ido form al y realm ente por el nuevo paradigm a, fundado en la re­
flexión sobre la sociedad global. El conocim iento acum ulado sobre la
sociedad nacional no es suficiente para esclarecer las configuraciones
y los m ovimientos de u n a realidad que ya será siem pre internacional,
m ultinacional, transnacional, m undial o propiam ente global. Es ob­
vio que la sociedad nacional sigue teniendo vigencia, Con su territo-
digins), C am bridge, Polity Press, 1991, p. 246. Cita extraída del cap. 18: “Cali for a d e­
bate about the paradigm ”, pp. 236-256.
160 SO C IO LO G ÍA DE LA GLOBALIZACIÓN

rio, población, m ercado, m oneda, him no, bandera, gobierno, consti­


tución, cultura, religión, historia, form as de organización social y téc­
nica del trabajo, hazañas, héroes, santos, m onum entos, ruinas. Cons­
tituye el escenario en el cual sus m iem bros se mueven, viven, traba­
ja n , luchan, piensan, fabulan, m ueren. Tanto es así que subsisten y re­
surgen nacionalism os, provincianismos, regionalismos, etnicismos,
fundam entalism os e identidades en m uchos lugares, en los diversos
cuadrantes del m undo. Pero la sociedad nacional no da cuenta, ni
em pírica ni m etodológicam ente, ni histórica ni teóricam ente, de to­
da la realidad en la cual se insertan individuos y clases, naciones y n a­
cionalidades, culturas y civilizaciones. Poco a poco, y a veces de re­
pente, la sociedad global subsum e form al o realm ente a la sociedad
nacional, y agrupa individuo, grupo, clase, m ovim iento social, cultu­
ra, lengua, religión, m oneda, m ercado, form as de trabajo, m odos de
vida. Todo esto sigue rigente, com o nacional, con toda su fuerza ori­
ginal. Pero sim ultáneam ente, se articula dinám ica y contradictoria­
m ente con las configuraciones y los m ovimientos de la sociedad glo­
bal. Como totalidad geográfica e histórica, espacio-tem poral, en sus
dim ensiones sincrónicas y diacrónicas, la sociedad global deviene un
m om ento epistem ológico fundam ental, nuevo, poco conocido; que
hasta desafía la reflexión y la im aginación de científicos sociales, filó­
sofos y artistas.2
Los estudios y las interpretaciones de la sociedad global presentan
algunas características que m erecen ser registradas. Cada uno per se, y
todos en conjunto, perm iten visualizar un poco m ejor tanto la origi­
nalidad del nuevo objeto de las ciencias sociales com o las dificultades
epistem ológicas que suscita.
Prim ero: se basan principalm ente en las teorías, muy com unes en
las ciencias sociales: evolucionismo, funcionalism o, sistémica, estruc-
turalista, w eberiana y marxista: éstas son las que predom inan, a veces
en térm inos bastante sistemáticos, otras veces utilizadas de m odo
fragm entario. Tam bién hay tentativas de com binar elem entos de va­
rias teorías en form ulaciones eclécticas. En varios casos, sin em bargo,
se hace evidente la dificultad que algunos autores enfrentan para li­
berarse de los m arcos de referencia representados por la sociedad na­
cional, com o em blem a del paradigm a clásico, y pensar en la sociedad
global con toda su originalidad.
Segundo: priorizan determ inados aspectos de la sociedad global:
- O ctavio Ianni, A socmladtt global, R ío de Janeiro, Editora C ivilizad o Brasileira,
1992. La 2a. ed . es de 1993.
SO C IO L O G ÍA DE LA GLOBALIZACIÓN 161

económicos, financieros, tecnológicos, informáticos, culturales, religio­


sos, políticos, geopolíticos, ecológicos, sociales, históricos, geográficos
y otros. Son pocos los que form ulan abordajes generales, abarcadores,
integrativos. También son pocos los que reconocen que el conjunto de
las relaciones, procesos y estructuras que describen e interpretan ha­
blan de un objeto nuevo, constituido por la sociedad global.
Tercero: la mayoría se sitúa en u n a perspectiva que se puede den o ­
m inar convencional. Focaliza este o aquel aspecto de la sociedad glo­
bal, y prioriza anticipadam ente una perspectiva: la superpotencia
m undial; u n a o varias de las naciones dom inantes o centrales en el es­
cenario m undial; un a o varias naciones del ex tercer m undo, del sur
o de la periferia, como las asiáticas, africanas, latinoam ericanas e in­
cluso rem anentes del ex bloque soviético del este europeo; la com u­
n id ad europea; la clase o las clases dom inantes; las clases subalternas,
que co m p ren d en trabajadores asalariados en general, proletariado y
cam pesinado; las etnias “m inoritarias”; la lucha p o r la soberanía na­
cional, con base en el proyecto capitalista, socialista o “tercera vía”; la
red in tra e intercorporaciones, conglom erados o empresas, que abar­
can m uchas veces alianzas estratégicas entre ellas; la nueva división in­
ternacional del trabajo y de la producción; los m edios de com unica­
ción internacional; uno u otro fundam entalism o religioso: el islamis­
mo, el catolicismo, el protestantism o y otros; la lucha por la hegem o­
nía m undial p or parte de esta o aquella nación.
Cuarto: el m étodo comparativo evidentem ente está en la base de
casi todos los estudios e interpretaciones. Se com paran naciones y
continentes, tecnologías y m ercancías, regím enes políticos y políticas
gubernam entales, indicadores económicos, financieros, políticos, so­
ciales y culturales, econom ías estatizadas, mixtas y de em presa priva­
da, m ercado y planificación. Hay casos en que la com paración elige
relaciones, procesos y estructuras, y procuran com binar configuracio­
nes sincrónicas y diacrónicas. En otros casos, se com paran índices, in­
dicadores, variables. Es claro que el recurso del m étodo comparativo
se apoya, en últim a instancia, en u n a de las teorías movilizadas para
la investigación: evolucionismo, funcionalism o, sistémica, estructura-
lista, weberiana, marxista. En general, la com paración tom a como re­
ferencia abierta o im plícita este o aquel país “m o d e rn o ”, “desarrolla­
d o ”, “industrializado”, “postindustrial”.
Quinto: son pocos, muy pocos, los que se posicionan en los horizon­
tes de la desterritorialización, una perspectiva que puede pasar por las
convencionales, pero no se fija en ninguna como prioritaria, privilegia­
162 SO C IO LO G ÍA DE LA GLOBALIZACIÓN

da o más “avanzada”. Dado el hecho de que ese nuevo objeto de las


ciencias sociales no sólo es nuevo, sino que también es muy problem á­
tico, sería apresurado establecer una perspectiva como prioritaria o ex­
clusiva. La fecundidad posible de la reflexión sobre la sociedad global,
en sus configuraciones y movimientos, puede ampliarse bastante si el
sujeto del conocim iento no perm anece en el mismo lugar, y perm ite
que su m irar fluctúe libre y atentam ente por muchos lugares, próximos
y remotos, presentes y pretéritos, reales e imaginarios.
Sí, la sociedad global es el nuevo objeto de las ciencias sociales. Al
lado de la sociedad nacional, vista como un todo y tam bién en sus
partes, las ciencias sociales com ienzan a asomarse a la sociedad glo­
bal, asum ida com o un todo y tam bién en sus partes. Son dos objetos
presentes: uno de ellos conocido, codificado, interpretado, m ientras
que el otro está aún por conocerse, explicarse. La sociedad nacional
p u ed e ser el em blem a del paradigm a clásico de las ciencias sociales,
con el que nacen, m aduran y siguen desarrollándose. En cuanto a la
sociedad global, p uede ser el em blem a de un paradigm a em ergente.
Im plica un nuevo paradigm a, tanto porque la sociedad global se en­
cuen tra en constitución, en sus orígenes, como porque carece de
conceptos, categorías, interpretaciones.
La globalización en curso a fines del siglo xx puede ser algo muy
nuevo, a pesar de la im presión de que parece sólo continuidad. La
h u m anidad de la que se hablaba en el pasado era una idea, una hipó­
tesis, u na utopía. La globalización que preanuncia el siglo xxi está
ahí, dada, evidente, esperando ser pensada, revelando a la hum ani­
dad cóm o ella com ienza a ser. “La idea de hum anidad es un pensa­
m iento antiguo y persistente. Pero fue como u n a idea potencialm en­
te realizable, o como un ideal que había que procurar, que atrapó la
atención de los filósofos. Sin em bargo, en la m edida en que se expan­
de la sociedad occidental, desde el siglo xvi, se acentúa la distancia
en tre la realidad y el ideal. La diversidad cultural y el frecuente de­
sentendim iento m utuo parecen caracterizar el m undo real. El m éto­
do comparativo se volvió central en la sociología precisam ente como
respuesta a esa experiencia. Fue la realidad del desarrollo social la
que cambió esta situación. Desde la segunda guerra m undial, ha ha­
bido u n creciente reconocim iento entre los sociólogos de que la po­
blación está im plicada en un único sistema social para todo el
m undo. ‘Sociedad’, como tal, pasa a com prender una m ultitud de
‘sociedades’ que, en el contexto de un sistema más amplio, pueden
solam ente en co n trar u n a autonom ía relativa y condicionada, en gran
SO C IO L O G ÍA DE LA GLOBALIZACIÓN 163

m edida com o naciones-estados estrecham ente entrelazadas.”3


Se revierten perspectivas y posibilidades de ser de unos y otros, en to­
do el m undo. Lo local y lo global se determ inan recíprocam ente, unas
veces de m odo congruente y consecuente; otras de m odo desigual y de­
sencontrado. Se mezclan y tensionan singularidades, particularidades y
universalidades. “La globalización puede así ser definida como la inten­
sificación de las relaciones sociales en escala m undial que ligan locali­
dades distantes de tal m anera que los acontecimientos de cada lugar
son m odelados por eventos que ocurren a muchas millas de distancia y
viceversa. Este es un proceso dialéctico porque tales acontecimientos lo­
cales pueden desplazarse en dirección inversa a las relaciones muy dis­
tanciadas que los m odelan. La ttansform ación local es tanto una pai te
de la globalización cuanto la extensión lateral de las conexiones socia­
les por m edio del tiempo y el espacio. Así, quien quiera que estudie las
ciudades hoy en día, en cualquier parte del m undo, está consciente de
que lo que ocurre en una vecindad local tiende a ser influido por fac­
tores -tales como el dinero mundial y los mercados de bienes- que ope­
ran en una distancia indefinida de la vecindad en cuestión.”4
En este contexto, todas las ciencias sociales se enfrentan al nuevo
desafío epistem ológico. Muchos de sus conceptos, categorías e inter­
pretaciones se p o nen en tela de juicio. Algunos se vuelven obsoletos,
otros p ierden parte de su vigencia y los hay que son recreados. Pero
se plantea el desafío de crear otros nuevos. En la m edida en que la
realidad social pasa p o r una verdadera revolución, cuando el objeto
de las ciencias sociales se transfigura, en ese contexto se revelan oti'os
horizontes p ara el pensam iento.
Hay nociones que sufren una especie de obsolescencia, en ciertos
casos parcial; en otros, total. El Estado-nación, por ejemplo, entra en
decadencia, como realidad y concepto. No se trata de decir que dejará
de existir, sino que está realm ente en decadencia: pasa por una fase crí­
tica, busca reform ularse. Las fuerzas sociales, económicas, políticas,
culturales, geopolíticas, religiosas y otras, que operan en escala m un­
dial, desafían al Estado-nación, con su soberanía, como el lugar de la
hegem onía. Así, los espacios del proyecto nacional, sea cual fuere su to­

3 Martin Albrow y Elizabeth King (ed itores), Globalizalion, knowledge a nd sociely (Rtta-
dings ¡rom In tern ational SociologyJ, Londres, Sage Publications, 1990, p. 155. Cita de
“O n e w orld society”, in trodu cción de una d e las partes de la recop ilación que reú n e
textos d e d iferen tes autores.
1 A n thon y G iddens, A.v consequendas da modernidadti, Sao Paulo, Editora U n esp,
1991, pp. 69-70.
164 SO C IO LO G ÍA DE LA GLOBALIZACIÓN

nalidad política o económica, se reducen, se anulan o solamente pue­


den ser recreados bajo otras condiciones. La globalización crea impo­
siciones y establece parám etros, anula y abre horizontes. Pero el pensa­
m iento científico parece un tanto tímido, sorprendido o hasta atónito
ante las implicaciones epistemológicas de la globalización.
Las nociones de interdependencia, dependencia e imperialismo
tam bién están en entredicho, si admitimos que el Estado-nación está
en crisis, enfrenta una fase de decadencia, busca reformularse. Las
grandes y pequeñas naciones, centrales y periféricas, dom inantes y su­
bordinadas, occidentales y orientales, al sur y al norte; todas se enfren­
tan con el dilema de la reform ulación de las condiciones de soberanía
y hegem onía. Es obvio que hay bloques, geopolíticas, imperialismos,
dependencias e interdependencias en ese mismo escenario. Hay víncu­
los antiguos y nuevos que remolcan a las naciones, no sólo en condicio­
nes de igualdad sino principalm ente de desigualdad. También hay or­
ganizaciones internacionales, que ejercen su poder y tienen que ver
con regionalismos y globalismos, llevan a cabo sus actividades y priori-
zan los intereses de naciones con mayor poder económico, político, mi­
litar, cultural. Esa sigue siendo una dim ensión im portante del escena­
rio m undial. Sim ultáneam ente, sin embargo, decaen y se reform uían
las condiciones de soberanía y hegem onía en todos los cuadrantes. In­
cluso porque ya hay centros de poder, en extensión global, que las so­
brepasan. Las empresas, corporaciones y conglom erados transnaciona­
les, en sus redes y alianzas, en sus planificaciones sofisticadas que ope­
ran regional, continental y globalmente, disponen de condiciones pa­
ra im ponerse sobre los diferentes regím enes políticos, las diversas es­
tructuras estatales, los distintos proyectos nacionales.
Este es el horizonte de las nociones y metáforas que las ciencias so­
ciales están desafiadas a crear: aldea global, fábrica global, ciudad glo­
bal, nave espacial, desterritorialización, reterritorialización, redes inter
e intracorporaciones, alianzas estratégicas de corporaciones, nueva di­
visión internacional del trabajo, neofoxdismo, acumulación flexible,
zona franca, m ercado global, m ercancía global, m oneda global, plani­
ficación global, tecnocosmos, planeta Tierra, sociedad civil m undial,
ciudadanía m undial, contrato social universal.
No es suficiente transferir conceptos, categorías e interpretaciones
elaborados sobre la sociedad nacional hacia la global. Cuando se trata
de movimientos, relaciones, procesos y estructuras característicos de la
sociedad global, no basta utilizar o adaptar lo que se sabe sobre la so­
ciedad nacional. Las nociones de sociedad, Estado, nación, partido,
SO C IO L O G ÍA DE LA GLO BALIZACIÓ N 165

sindicato, movimiento social, identidad, territorio, región, tradición,


historia, cultura, soberanía, hegem onía, urbanización, industrializa­
ción, arcaico, m oderno y otras, no se transfieren ni se adaptan fácil­
m ente. Las relaciones, procesos y estructuras de dom inación y apropia­
ción, integración y antagonism o característicos de la sociedad global
exigen tam bién nuevos conceptos, categorías, interpretaciones.
Es evidente que no se trata de dos objetos distintos con tesituras y di­
námicas propias, ajenas. Ambos se implican recíprocam ente en articu­
laciones sincrónicas y diacrónicas diversas, desde convergentes hasta an­
tagónicas. Implican posibilidades diferentes en lo que se refiere a las
formas del espacio, a las duraciones del tiempo. Son dos totalidades bas­
tante articuladas, cada una a su modo, pero recíprocam ente referidas,
donde la global tiende a subsumir formal o realm ente a la nacional.
Está claro que hay autores que reconocen que las ciencias sociales se
encuentran frente a modificaciones radicales en su objeto. Reconocen
que la globalización implica desafíos empíricos, metodológicos, teóri­
cos y propiam ente epistemológicos. Pero se aferran a conceptos, cate­
gorías e interpretaciones acumulados con base en la reflexión sobre los
problem as de la sociedad nacional, del Estado-nación. Procuran trans­
ferir o reform ular ese patrim onio, induciendo la idea de que la socie­
dad global significa una ampliación de la nacional, cuando no simple­
m ente una suma de las nacionales. Incluso hay quienes tom an las socie­
dades “más desarrolladas”, dom inantes o hegemónicas, como parám e­
tro de lo que puede ser el m undo. En estos casos, la globalización tien­
de a ser vista como europeización, americanización u occidentaliza-
ción, aunque se hable de m odernización, secularización, individualiza­
ción, urbanización, industrialización o m odernidad.5
La problem ática de la globalización se encuentra aún en proceso de
nivelación empírica, metodológica y teórica. Más que esto, sólo comien-

Talcott Parsons, “Evolutionary universals in society”, American Soáobgical Rnvww, vol.


29, núm . 3, Nueva York, 1964; Talcott Parsons, Poli lies and social slruclurn, Nueva York, T he
Free Press, 1969, cap. 12: “O rder and com m unity in the international social system”; Ha-
rold D. Lasswell, ‘W orld organization and society”, en Daniel Lerner y Harold D. Lasswell
(ed itores), Thepoliiy sámers, Stanford, Stanford University Press, 1965, cap. vi; Alex Inkles,
“T h e ein ergin g social structure o f the world", WorM PoliLics, vol. xxvii, núm . 4, Princeton,
1975, pp. 467-495; Wilbert E. M oore, “Global sociology: The world society as a social sys­
tem ”, The American Journal ofSoñology, vol. lxxi, núm . 5, Chicago, 1966, pp. 475-482; Niklas
L uhm ann, “T h e world society as a social system”, InlemalionalJournal of General Systems, vol.
8, 1982, pp. 131-138; Robert W. Cox, “O n thinking about future world order”, World Poli-
lies, vol. xxvtll, núm . 2, Princeton, 1976, pp. 175-196; C.E. Black, The dynamics o f moderniza­
ban (A sludy in comparativa hislory), Nueva York, Harper & Row Publishers, 1966.
166 SOC IO LO G ÍA DE LA GLOBALIZACIÓN

za a ser percibida en sus implicaciones epistemológicas. Se trata de una


realidad que puede ser vista como una totalidad en formación. Es un
ju ego de relaciones, procesos y estructuras de dom inación y apropia­
ción, integración y contradicción, soberanía y hegemonía, que configu­
ra una totalidad en movimiento, compleja y problemática. Se trata de
un universo múltiple, una sociedad desigual y contradictoria, que impli­
ca economía, política, geografía, historia, cultura, religión, lengua, tra­
dición, identidad, etnicismo, fundamentalism o, ideología, utopía. En
ese horizonte, se m ultiplican las posibilidades y las formas del espacio y
el tiempo, el contrapunto parte y todo, la dialéctica singular y universal.
Son aún pocas las indicaciones, intuiciones e interpretaciones de
que la sociedad global corresponde a una nueva realidad, a una totali­
dad abarcadora, subsum iendo formal o realm ente las nacionales. “La
idea central es la de que existe un sistema global con vida propia, inde­
pendientem ente de las sociedades nacionales constituidas que existen
dentro de sus fronteras. [...] Aunque los estudios sobre el m oderno sis­
tema m undial conlleven grandes divergencias en cuanto al objeto, ho­
rizontes tem porales y metodologías, todos están de acuerdo en cuanto
a dos cuestiones: prim ero, reconocen que un sistema m undial o global
existe más allá de las sociedades nacionales, que pueden ser estudiadas
per se. R econocen que la econom ía m undial, o el estado del sistema in­
ternacional, poseen vida y dinámica estructural propias, y pueden ser
identificados e interpretados. Segundo, este sistema-mundo ejerce in­
fluencia sobre el desarrollo y, más im portante aún, sobre el subdesarro-
11o de las sociedades nacionales insertas en las estructuras globales. No
hay sólo un sistema-mundo ‘ah í’, sino que éste determ ina el desarrollo
de áreas dentro de sus fronteras. Como efecto, el desarrollo o subdesa-
rrollo de un país tiene más que ver con su localización jerárquica en la
división del trabajo m undial que con la propia tasa de desarrollo inter­
no. [...] Denom inam os a esta ciencia em ergente de la dinám ica global:
globología, que sim plemente significa la ciencia de distintos procesos
globales, sean éstos económicos, políticos o culturales. Si la sociología
es la ciencia de los sistemas sociales; en tanto globología es la ciencia
del sistema global. Globología, pues, es análoga a sociología y se refie­
re a los estudios de estructuras y procesos del sistema-mundo como un
todo, de la misma form a que la sociología se refiere al estudio de es­
tructuras y procesos sociales.”6

’’ Albert B ergesen , “T h e em ergin g scien ce o f ih e world-system ”, ¡nturnaliorud Social


S a m en Journal, vol. x xxiv, núm. 1, U n esco, 1982, pp. 23-36; cita de las pp. 23-24.
S O C IO L O G ÍA DE LA GLOBALIZACIÓN 167

Sin em bargo, hay autores que sistematizan de m odo más o m enos


consistente y convincente sus ideas sobre la sociedad global, como un
todo o en algunas de sus partes. Rebasan el nivel de las indicaciones
o intuiciones prelim inares. Focalizan directam ente los problem as de
la globalización, y colaboran en el sentido de nivelar esa problem áti­
ca en sus im plicaciones empíricas, metodológicas, teóricas y, en cier­
tos casos, tam bién epistemológicas. “Globalización se refiere a todos
los procesos p o r m edio de los cuales los pueblos del m undo son in­
corporados a u na única sociedad m undial, la sociedad global. Globa-
lismo es u n a de las fuerzas que actúan en el desarrollo de la globali­
zación.”7
La reflexión sobre la sociedad global, en sus configuraciones y m o­
vimientos, supera los límites convencionales de esta o aquella ciencia
social. Aunque haya énfasis y prioridades, en cuanto a este o aquel as­
pecto de la globalización, se vuelve evidente que cualquier análisis im­
plica necesariam ente varias ciencias. La econom ía de la sociedad glo­
bal implica tam bién aspectos políticos, históricos, geográficos, dem o­
gráficos, culturales y otros. La cultura de la globalización tiene un peso
im portante en la cultura de masas, la industria cultural, los medios im­
presos y la electr ónica, las religiones y las lenguas, además de otros as­
pectos que traspasan límites convencionales de la antr opología y la so­
ciología. No siempre, pero en m uchos casos, los estudios y las interpre­
taciones sobre la globalización reabren cuestiones epistemológicas que
parecían resueltas, cuando las ciencias sociales trabajaban principal­
m ente con la sociedad nacional como em blem a del paradigm a clásico,
“l a cuestión ante nosotros hoy es si hay un criterio que pueda ser usa­
do para asegurar, con relativa claridad y consistencia, las fronteras en­
tre las cuatro presuntas disciplinas: la antropología, la economía, la
ciencia política y la sociología. El análisis de los sistemas-mundo res­
ponde con un inequívoco ‘n o ’ a esta pregunta. Todos los criterios -n i­
veles de análisis, objeto, métodos, enfoques teóricos- o ya no son ver­
daderos en la práctica o, si se m antienen, son obstáculos para conoci­
m ientos posteriores más que estímulos para su creación.”x
Las nociones de espacio y tiempo, fundam entales para todas las

7 Martin Albrow, “Globalization, knowledge and society”, dt., pp. 3-13; cita d e la p. 9.
,s Im in an u e 1 W allerstein, “World-systems analysis”, en A nthony G iddens y Jonathan
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esp ecia lm en te parte iv: ‘W orld-system s analysis as u n th in k in g”.
168 SO C IO LO G ÍA DE LA GLOBALIZACIÓN

ciencias sociales, están revolucionadas por los desarrollos científicos y


tecnológicos incorporados y dinamizados por los movimientos de la so­
ciedad global. Las realidades y los imaginarios se lanzan en otros hori­
zontes, más amplios que la provincia y la nación, la isla y el archipiéla­
go, la región y el continente, el m ar y el océano. Las redes de articula­
ciones y las alianzas estratégicas de empresas, corporaciones, conglo­
m erados, fundaciones, centros e institutos de investigación, universida­
des, iglesias, partidos, sindicatos, gobiernos, medios de comunicación
impresos y electrónicos; todo constituye y desarrolla engranajes que
agilizan relaciones, procesos y estructuras, espacios y tiempos, geogra­
fías e historias. Lo local y lo global están distantes y próximos, son di­
versos y lo mismo. Las identidades se mezclan y multiplican. Las articu­
laciones y las velocidades se desterritorializan y reterritorializan en
otros espacios, con otros significados. El m undo se vuelve más comple­
jo y más simple, micro y macro, épico y dramático. “Hoy hay un reloj
m undial, fruto del progreso técnico, pero el tiem po-m undo es abstr ac­
to, excepto como relación. Tenemos sin duda un tiempo universal,
tiem po despótico, instrum ento de m edida hegemónico, que ordena el
tiem po de los otros. Ese tiem po despótico es el responsable de tem po­
ralidades jerárquicas, conflictivas, más convergentes. En ese sentido, to­
dos los tiempos son globales, pero no hay un tiem po m undial. El espa­
cio se globaliza; pero no es m undial como un todo, sino como metáfo­
ra. Todos los lugares son m undiales, pero no hay un espacio mundial.
Q uien se globaliza, incluso, son las personas y los lugares.”9
En rigor, la reflexión sobre la sociedad global reabre cuestiones epis­
temológicas fundamentales: espacio y tiempo, sincronía y diacronía, mi­
cro y macro, singular y universal, individualismo y holismo, pequeño re­
lato y gran relato. Son cuestiones que se abordan a partir del reconoci­
m iento de la sociedad global como una totalidad compleja y problem á­
tica, articulada y fragm entada, integrada y contradictoria. Simultánea­
m ente, las fuerzas que operan en el sentido de la articulación, integra­
ción y hasta incluso homogeneización, operan opciones que afirman y
desarrollan no sólo diversidades, singularidades o identidades, sino
tam bién jerarquías, desigualdades, tensiones, antagonismos. Son fuer­
zas que alim entan tendencias integradoras y fragmentarias, y adscriben
nación y nacionalidad, grupo y clase sociales, provincialismo y regiona­
lismo, localismo y cosmopolitismo, capitalismo y socialismo.

■* M ilton Santos, Técnica, aspado, lampo (Glnbalizafño a truno lé.nico-ámlíjico informado-


nal), Sao Paulo, H u citec, 1994, p. 31.
SO C IO L O G ÍA D E LA GLOBALIZACIÓN 169

Es obvio que la globalización implica el problem a de la diversidad.


P rácticam ente todos los estudios e interpretaciones sobre la sociedad
global plantean este problem a. La reflexión sobre la diversidad no
p u ed e estar ausente, ya que im plica aspectos empíricos, m etodológi­
cos, teóricos y propiam ente epistemológicos. C uando se reconoce
que la sociedad global es u n a realidad en proceso, que la globaliza­
ción atañe a las cosas, las gentes y las ideas; así com o a las sociedades
y las naciones, las culturas y las civilizaciones, desde ese m om ento se
plan tea el problem a del contr apunto globalización-diversidad, así co­
m o el de diversidad y desigualdad, o integración y antagonism o.
Pero hay quienes llegan al exüem o de autonom izar lo diferente, di­
verso, sui generis. Se apegan a lo local y olvidan lo global, imaginando
que lo singular prescinde de lo universal. Resaltan la diferencia, origi­
nal, extraña, exótica; o eligiéndola primordial, exenta, ideal. Incurren
en el etnocentrism o occidentalizante que pretenden criticar, tomando
al “o tro ”, que quieren rescatar y proteger, como un ente abstracto, des­
pegado de la realidad, de la tram a que lo constituye como diferente.
Alim entan un a utopía nostálgica escondida en el propio imaginario.
Otros subordinan toda diversidad a la globalidad. Reconocen la diver­
sidad, pero no la contem plan, no perciben su originalidad. Olvidan que
lo local puede no sólo afirmarse, sino recrearse en contrapunto con lo
global. Naturalm ente, e n ü e esos dos extremos, unos priorizan lo local
y otros lo global, hay toda una gama de posiciones que se manifiestan
en las reflexiones sobre los más diversos aspectos de la realidad.
En este contexto m etodológico se sitúan algunas de las controversias
habituales en las ciencias sociales. A unos les preocupa la diversidad, y
procuran la identidad y protestan contra la globalidad. Otros contrapo­
nen el saber local al global, hablando de “indigenización” o “criolliza-
ción” de las ciencias sociales, ponen reservas y se oponen a la “occiden-
talización”. Hay una “creciente dem anda por la ‘indigenización’ de las
ciencias sociales en el O riente Medio y en el Sudeste asiático, en susti­
tución de la occidentalización e im portación de las ciencias sociales
‘distorsionadas’. Hace poco se desencadenó un clam or por la pureza
de los rasgos culturales. Sin embargo, aquellos que piden autenticidad
por la ‘indigenización’ pueden no estar aún conscientes de que el sa­
ber local, sobre el cual quieren construir una alternativa, es desde ha­
ce m ucho tiem po parte de las estructuras globales; o de que desempe­
ñ an u n a parte del papel de la cultura global, que también pide la ‘esen­
cia” de la verdad local.”10
10 M ona A bazay G eorg Stauth, “O ccid en tal reason, O rientalism , Islam ic fundam en-
170 SO C IO LO G ÍA DE LA GLOBALIZACIÓN

E que el problem a de la diversidad está


siem x .-ooute en las configuraciones y movimientos de la sociedad
global. Sería imposible im aginar la globalización sin la multiplicidad de
los individuos, grupos, clases, tribus, naciones, nacionalidades, cultu­
ras, etc. Son éstos los que se globalizan, al azar o por inducción, sabién­
dolo o no. De la misma form a que son éstos los que viven, actúan, pien­
san, adhieren, protestan, cambian, se transforman. “El capitalismo glo­
bal sim ultáneam ente prom ueve y es condicionado por la hom ogenei­
dad cultural y por la heterogeneidad cultural. La producción y conso­
lidación de la diferencia y variedad es un ingrediente esencial del capi­
talismo contem poráneo, que está, en todos los casos, crecientem ente
im plicado en la m últiple variedad de micromercados (nacional, cultu­
ral, racial y étnico, de género, socialmente estratificado y así sucesiva­
m ente) . Al mismo tiempo, el m icrom ercado tiene lugar en el contexto
de las crecientes prácticas universales-globales.”11
No se trata de priorizar uno u otro m om ento de la realidad y de la
reflexión. Está claro que el análisis de la sociedad global implica siem­
pre tribu, nación y nacionalidad, historia y geografía, cultura y civili­
zación, individuo, g rupo y clase, sindicato, partido político, movi­
m iento social y corriente de opinión pública, industria y agricultura,
m ercado y planeación, campo y ciudad, identidad, diversidad, desi­
gualdad y contradicción, soberanía y hegem onía, reform a y revolu­
ción, paz y guerra.
En todos los casos está en cuestión el contrapunto local y global, par­
te y todo, m icro y macro, individualismo y holismo. En todos los casos,
los m om entos lógicos de la reflexión científica necesariam ente impli­
can la dialéctica singular y universal. No se trata de priorizar un mo­
m ento en detrim ento de otro, sino de reconocer que ambos se consti­
tuyen recíprocam ente, articulados armónica, tensa y contradictoria­
m ente, im plicando múltiples mediaciones. Son mediaciones indispen­
sables y secundarias, evidentes e insospechadas, próximas y remotas.
Pueden ser signos con señales cambiadas, invertidas, recreadas.
En estos térm inos, es indispensable que toda reflexión sobre la so­
ciedad global contem ple tanto la diversidad com o la globalidad, reco-

talism: A critiq ue”, en Martin Albrow y Elizabeth King (ed itores), Globalizalion, knmuhul-
<>;<'a n d sodety, d t., pp. 209-230; cita d e la p. 211.
11 R oland R obertson, Globalization (Sodal thnory and global cultura). Londres, Sage Pu-
blications, 1992, p. 173. Consultar, International Sodal Scimca Journal, núm . 117, U nes-
co, 1988, núm . especial sobre “T h e local-global nexus"; Clifford G eertz, Savoir local, sa-
voir global (Ijts lim x du savoir), París, Presses Universitaires de France, 1986.
SO C IO L O G ÍA DE LA GLOBALIZACIÓN 171

no cien d o que ambas son sim ultáneas y recíprocas. C uando esto no


ocurre, la reflexión corre el riesgo de perm anecer en la m era descrip­
ción, ideologizar este o aquel m om ento del análisis, o quedar a me­
dio cam ino de la interpretación. Es difícil, en verdad, imposible, que
el concepto, la categoría o la interpretación dejen de contem plar el
co n trap u n to singular y universal.1L
En conjunto, los estudios y las interpretaciones sobre la sociedad
global, en sus configuraciones y en sus movimientos, perm iten algu­
nas observaciones del mayor interés para el esclarecim iento de ese
nuevo objeto de las ciencias sociales.
Prim ero, la sociedad global es desde el inicio una totalidad proble­
m ática, com pleja y contradictoria, abierta y en movimiento. Está m ar­
cada y signada p o r totalidades tam bién notables, a veces tam bién de­
cisivas, au n q u e subsumidas form al o realm ente p o r la totalidad más
am plia, abarcadora, global: Estado-nación, bloque geopolítico, siste­
m a económ ico regional, gran potencia, em presa transnacional, o n u ,
f m i, Banco M undial, industria cultural y otras; lo mismo que tribu, na­
ción, nacionalidad, etnia, religión, lengua, cultura y otras realidades
tam bién fundam entales. Las propias formas de pensam iento se inser­
tan en la dinám ica de la sociedad global -e n su todo o en sus p artes-
p ara o p erar en el sentido de la constitución de todos subordinados,
o de la constitución de la sociedad global como una totalidad abarca­
dora, siem pre problem ática, com pleja y contradictoria.
Segundo: la sociedad global es el escenario más amplio del desarro­
llo desigual, com binado y contradictorio. La dinám ica del todo no se
distribuye sim ilarm ente p o r las partes. Las partes, en cuanto distintas
totalidades También notables, consistentes, producen y reproducen
tanto sus propios dinam ismos com o asimilan diferencialm ente los di­
namismos provenientes de la sociedad global, en cuanto totalidad más
abarcadora. En el nivel del desarrollo desigual, com binado y conü'a-
dictorio, es donde se expresan diversidades, localismos, singularida­
des, particularism os o identidades. A veces, los localismos, provincia­
lismos, particularismos o nacionalismos pueden exacerbarse, precisa­
m ente debido a los desencuentros, a las potencialidades y dinámicas
propias de cada uno, de cada parte; y también debido a las potencia­

1- Charles Bright y M ichael Geyer, “For a u n ified history o f the world in the twen-
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172 SO C IO LO G ÍA DE LA GLOBALIZACIÓN

ciones provenientes de la dinám ica de la sociedad global, de las rela­


ciones, procesos y estructuras, que movilizan el todo abarcador. En va­
rios aspectos, el resurgim iento de los nacionalismos, regionalismos,
provincianismos, etnicismos, fundam entalism os e identidades son fe­
nóm enos que se esclarecen m ejor cuando son vistos desde los horizon­
tes de los rearreglos y tensiones provocados por el surgim iento de la
sociedad global. En la m edida en que ésta debilita el Estado-nación,
reduce los espacios de la soberanía nacional, transform a la sociedad
nacional en provincia de la global: en esa m edida reflorecen identida­
des pretéritas y presentes, nuevas y anacrónicas. También por ello la
globalización no significa nunca hom ogeneización, sino diferencia­
ción en otros niveles, diversidades con otras potencialidades, desigual­
dades con otras formas. En ese horizonte, la sociedad global puede ser
vista com o u n a totalidad problem ática desde el inicio, en el sentido de
com pleja y contradictoria; atravesada por el desarrollo desigual, com­
binado y contradictorio, que se especifica en el ámbito de individuos,
grupos, clases, tribus, naciones, sociedades, culturas, religiones, len­
guas y otras dim ensiones singulares o particulares.
Tercero: en la m edida en que se constituye y desarrolla la sociedad
global, com o em blem a de un nuevo paradigm a de las ciencias sociales;
algunos conceptos, categorías e interpretaciones pueden volverse obso­
letos, exigir reelaboraciones o ser articulados con nuevas nociones sus­
citadas por la reflexión sobre la globalización. Son diversas las nociones
que com ienzan a poblar el pensam iento global: globalización, desterri-
torialización, reterritorialización, miniaturización, cultura m undial, al­
dea global, ciudad global, shopping center global, disneylandia global, fá­
brica global, nueva división internacional del trabajo, redes de articula­
ciones intra e inter corporaciones, alianzas estratégicas de corporacio­
nes, m odernidad-m undo, sistema-mundo, economía-m undo, com uni­
cación-m undo, publicidad global, espacio europeo, espacio del Pacífi­
co, capitalismo global, m oneda global, capital global, tercermundializa-
ción del prim er m undo, ejército industrial activo y de reserva global,
planeta Tierra, sociedad civil m undial, ciudadano del m undo, contra­
to social m undial, pensam iento universal.
Cuarto: en los horizontes abiertos por la sociedad global, la histo­
ria universal deja de ser u n a fantasía, m etáfora o utopía. En la m edi­
da en que se organiza y mueve, las historias de las naciones y nacio­
nalidades se insertan de form a cada vez más dinám ica en los movi­
m ientos de la historia universal. Las naciones y las nacionalidades si­
guen desarrollándose con ritm os m arcados por sus singularidades,
SO C IO LO G ÍA DE LA GLOBALIZACIÓN 173

tradiciones, fuerzas, dinám icas, historicidades, míticas. Sim ultánea­


m ente, sin em bargo, unas y otras están im buidas de las actitudes de
la historia universal. En este contexto se instauran algunas de las nue­
vas condiciones de la duración: corta, m edia o larga, histórica o m íti­
ca. Ya no es sólo la gran potencia, la m etrópoli imperialista, que in­
funde de m odo más o m enos exclusivo su com portam iento a este o
aquel segm ento o a gran parte del m undo. Desde que se form a y de­
sarrolla la sociedad global, con su econom ía política, su dinám ica so-
ciocultural, desde ese m om ento las historias e histerias nacionales
tienden a ser, en alguna m edida, subsumidas p o r la historia universal.
Q uinto, es en el ám bito de la sociedad global, con su econom ía po­
lítica, dinám ica sociocultural, historicidad com pleja y contradictoria,
es en el ám bito de esa sociedad donde se concretan las posibilidades
del pensam iento global. Lo que era fantasía, m etáfora o utopía, cuan­
do el pensam iento se proponga pensar el m undo, igualar la razón
universal, im aginar el cosmopolitismo, diagnosticar las contradiccio­
nes universales, sum ergirse en las opacidades de lo real; cuando se
form a la sociedad global, todo esto puede adquirir otro significado,
nuevas posibilidades. En este sentido, el surgim iento de la sociedad
global p erm ite repensar la dialéctica de la historia esbozada por
Marx; o la teoría de la racionalización generalizada sugerida p o r We-
ber. Tal vez se p ueda decir que sin Weber y Marx, fundam entalm en­
te p ero no exclusivamente, no es posible pensar, en todo su alcance y
com plejidad, la sociedad global que se form a en el um bral del siglo
xxi. Sin em bargo, de nuevo esto no significa que se vuelva posible la
transferencia o la adaptación p u ra y simple de conceptos, categorías,
interpretaciones. Se puede afirm ar que las obras de M arx y Weber
constituyen dos matrices excepcionalm ente fecundas para pensar
configuraciones y m ovimientos de la sociedad global. Pensar, com­
p re n d er y explicar esa sociedad, tanto en sus singularidades y particu­
laridades com o en los horizontes de la historia universal.
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30 de noviembre de 2004

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