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LA FLECHA EN LA LUNA

Arturo siendo niño se entrenaba para ser arquero de la corte. Siempre había admirado a los
soldados que apostados en las almenas velaban por la ciudad.
Al cumplir 15 años se presentó ante el jefe de la guardia y le dijo:
- Señor, no solo quiero servir a la corte, tras recibir la instrucción. Mi sueño es llegar a ser
el mejor arquero del mundo ¿Qué debo hacer?
El jefe quien era el mejor arquero del país, sonrió y le dijo:
- Hijo, si quieres ser el mejor arquero del mundo: Tu objetivo será la luna.
Cuando tus flechas claven aquel astro. Serás, sin duda, el mejor arquero del mundo.
Después de recibir el consejo, pese a ser casi imposible el objetivo para cualquier hombre. El
joven aquero no quiso perder ni un minuto. Preparó con pasión sus flechas, comprobó la
flexibilidad del arco, tensó la cuerda y esperó a que la luna saliera desde el horizonte.
Una noche tras otra y hasta la madrugada se veían sus flechas subir y bajar del cielo. Pero nada
lo desanimaba. Tensaba el arco una y otra vez y disparaba su flecha contra el astro. En
cualquiera que fueran las fases de la luna: Creciente, Llena, nueva, menguante.
La gente del pueblo le había apodado el “El lunático”. Pero, él hacía caso omiso. Su principal
objetivo era la luna.
Hasta que un día, tras 1 año de práctica incesante y agotadora. Fue tras el jefe de la guardia y le
dijo:
- Perdóneme, señor, he fracasado. Por más que he intentado darle a la luna, no lo he
logrado.
El jefe de la guardia se mostró comprensivo y le dijo:
- Vez a lo lejos aquel destello, es una pequeña campanita que cuelga, tensa tu cuerda e
intenta darle.
El joven, obediente, tensó su cuerda y apunto contra el destello, de pronto: ¡Tilín! , se
escuchó un chasquido.

Felicitaciones –le dijo el feje de la guardia-. Te has convertido en el mejor arquero del
mundo. Nadie ha logrado darle a esa pequeña campana, ni siquiera yo.

¡Tu esfuerzo y tu determinación lo han logrado¡

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