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AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 575/2015

QUEJOSA: **********  
 
 

MINISTRO PONENTE: José RamÓn Cossío


Díaz

SECRETARIA: ROSALBA RODRÍGUEZ


MIRELES 
 

En atención a lo dispuesto por el artículo 73, segundo párrafo, de la Ley


de Amparo, así como la jurisprudencia 53/2014 de
rubro: “PROYECTOS DE RESOLUCIÓN DE LA SUPREMA CORTE DE
JUSTICIA DE LA NACIÓN Y DE LOS TRIBUNALES COLEGIADOS DE
CIRCUITO. SÓLO DEBEN PUBLICARSE AQUELLOS EN LOS QUE SE
ANALICE LA CONSTITUCIONALIDAD O LA CONVENCIONALIDAD
DE UNA NORMA GENERAL, O BIEN, SE REALICE LA
INTERPRETACIÓN DIRECTA DE UN PRECEPTO CONSTITUCIONAL
O DE UN TRATADO INTERNACIONAL EN MATERIA DE DERECHOS
HUMANOS”.

A continuación se hace público el fragmento del proyecto de


sentencia, en el cual se realiza el estudio de constitucionalidad
respectivo: 
 

A. Derecho de todo acusado a gozar de un debido proceso a la luz


de los principios a un juicio justo y en igualdad de armas, así como
del derecho de defensa. El derecho a un debido proceso en materia
penal se encuentra tutelado de manera conjunta, entre otros, en los
artículos 1°, 14, 16, 17, 20 y 22 de la Constitución Federal, en relación
con el artículo 8 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos
y, el numeral 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
El mismo debe entenderse como el conjunto de garantías o derechos
previstos en los citados ordenamientos jurídico, a través de las cuales se
busca la protección del individuo que tiene el carácter de inculpado en
una actuación judicial penal (o administrativa), para que durante su
trámite se respeten sus derechos y se logre la aplicación correcta de la
justicia.
El respeto al derecho fundamental de gozar de un debido proceso, le
impone a quien asume la dirección de la actuación judicial penal, la
obligación de observar, en todos sus actos, el procedimiento previamente
establecido en la ley o en los reglamentos, con el fin de preservar las
garantías -derechos y obligaciones- de quienes se encuentran incursos
en una relación jurídica, en todos aquellos casos en que la actuación
conduzca a la creación, modificación o extinción de un derecho o a la
imposición de una sanción1.  

En este sentido, el derecho al debido proceso se muestra como


desarrollo del principio de legalidad, pues representa un límite al ejercicio
del poder público, y en particular, al ejercicio del ius puniendi del Estado.
En virtud del citado derecho, las autoridades estatales no podrán actuar
en forma omnímoda, sino dentro del marco jurídico definido
democráticamente, respetando las formas propias de cada juicio y
asegurando la efectividad de aquellos mandatos que garantizan a las
personas el ejercicio pleno de sus derechos2. 

Para garantizar el debido proceso, los derechos mínimos que deben ser
respetados en todo proceso penal son: 

 Derecho a un tribunal imparcial e independiente. 


 Derecho a un tribunal competente establecido con anterioridad a
los hechos.
 Derecho a una citación formal y oportuna a proceso.
 Derecho a ofrecer pruebas y presentar argumentos.
 Derecho a contradecir los planteamientos y a las pruebas
ofrecidas por la contraria.
 Igualdad frente a la ley y frente al tribunal.
 Derecho a asistencia legal y, en su caso, intérprete.
 Derecho a una resolución del proceso en un plazo razonable.
 Derecho a una resolución motivada y fundada.
 Derecho a recurrir el fallo.

Sobre el derecho al debido proceso, es ilustrativa la Jurisprudencia 1a./J.


11/2014 (10a.) de esta Primera Sala que dice: 

DERECHO AL DEBIDO PROCESO. SU CONTENIDO. Dentro de las garantías


del debido proceso existe un "núcleo duro", que debe observarse
inexcusablemente en todo procedimiento jurisdiccional, y otro de garantías que
son aplicables en los procesos que impliquen un ejercicio de la potestad punitiva
del Estado. Así, en cuanto al "núcleo duro", las garantías del debido proceso que
aplican a cualquier procedimiento de naturaleza jurisdiccional son las que esta
Suprema Corte de Justicia de la Nación ha identificado como formalidades
esenciales del procedimiento, cuyo conjunto integra la "garantía de audiencia", las
cuales permiten que los gobernados ejerzan sus defensas antes de que las
autoridades modifiquen su esfera jurídica definitivamente. Al respecto, el Tribunal
en Pleno de esta Suprema Corte de Justicia de la Nación, en la jurisprudencia
P./J. 47/95, publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,
Novena Época, Tomo II, diciembre de 1995, página 133, de rubro:
"FORMALIDADES ESENCIALES DEL PROCEDIMIENTO. SON LAS QUE
GARANTIZAN UNA ADECUADA Y OPORTUNA DEFENSA PREVIA AL ACTO
PRIVATIVO.", sostuvo que las formalidades esenciales del procedimiento son: (i)
la notificación del inicio del procedimiento; (ii) la oportunidad de ofrecer y
desahogar las pruebas en que se finque la defensa; (iii) la oportunidad de alegar;
y, (iv) una resolución que dirima las cuestiones debatidas y cuya impugnación ha
sido considerada por esta Primera Sala como parte de esta formalidad. Ahora
bien, el otro núcleo es identificado comúnmente con el elenco de garantías mínimo
que debe tener toda persona cuya esfera jurídica pretenda modificarse mediante
la actividad punitiva del Estado, como ocurre, por ejemplo, con el derecho penal,
migratorio, fiscal o administrativo, en donde se exigirá que se hagan compatibles
las garantías con la materia específica del asunto. Por tanto, dentro de esta
categoría de garantías del debido proceso, se identifican dos especies: la primera,
que corresponde a todas las personas independientemente de su condición,
nacionalidad, género, edad, etcétera, dentro de las que están, por ejemplo, el
derecho a contar con un abogado, a no declarar contra sí mismo o a conocer la
causa del procedimiento sancionatorio; y la segunda, que es la combinación del
elenco mínimo de garantías con el derecho de igualdad ante la ley, y que protege
a aquellas personas que pueden encontrarse en una situación de desventaja
frente al ordenamiento jurídico, por pertenecer a algún grupo vulnerable, por
ejemplo, el derecho a la notificación y asistencia consular, el derecho a contar con
un traductor o intérprete, el derecho de las niñas y los niños a que su detención
sea notificada a quienes ejerzan su patria potestad y tutela, entre otras de igual
naturaleza3. 

Así, el derecho al debido proceso en materia penal debe interpretarse a


la luz del principio del juicio justo o equitativo, el cual procura
garantizar la protección de los inculpados, frente a aquellas situaciones
que desequilibran su actuación en el proceso y que no coinciden
estrictamente con los supuestos establecidos en las cláusulas del debido
proceso de la Constitución y los instrumentos internacionales de
derechos humanos4.
Con motivo de ello, el principio de contradicción debe garantizarse, de
tal manera que se permita en el desarrollo del proceso penal, tomar
medidas para equiparar en el mayor grado que se pueda, las
posibilidades para que la defensa presente el caso desde una posición
que no sea manifiestamente desventajosa frente a la Fiscalía.  

Con ello, se proyecta la satisfacción del principio de igualdad de


medios o igualdad de armas, cuyo desarrollo implica una
ampliación tanto de las garantías para preparar una defensa técnica
estratégica, como de la carga de la Fiscalía para sustentar
probatoriamente la acusación, cumpliéndose así con el debido
proceso5. Solo así se puede afirmar que una persona ha sido juzgado en
el marco de un proceso justo.  

Sobre el tema, en el mismo sentido esta Primera Sala al resolver el juicio


de amparo directo **********6, sostuvo que la igualdad procesal entre los
contendientes, puede ser definida como la expectativa que tienen las
personas que contienden como partes de tener al alcance una
oportunidad razonable de presentar su caso en condiciones que no las
coloque en desventaja frente a su oponente, para que puedan Hacer
valer sus derechos y defender sus intereses en forma efectiva7.   

Por otro lado, el derecho de defensa debe ser protegido, en sus


diferentes vertientes, de la manera más amplia y favorable para la
persona imputada en la comisión del delito, en lo que ahora interesa el
deber por parte del Estado de informarle el nombre de su acusador, los
datos que obren en la causa, así como el no impedir y obstaculizar las
cargas procesales que le corresponde dentro del proceso penal para
desvirtuar la acusación del Ministerio Público.  

Al respecto, esta Primera Sala ha sostenido la Jurisprudencia 1ª./J.


12/2012 siguiente8: 

DEFENSA ADECUADA. FORMA EN QUE EL JUEZ DE LA CAUSA GARANTIZA


SU VIGENCIA. La garantía individual de defensa adecuada contenida en el
artículo 20, apartado A, fracción V, de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos (en su texto anterior a la reforma publicada en el Diario Oficial
de la Federación el 18 de junio de 2008) entraña una prohibición para el Estado
consistente en no entorpecer el ejercicio del derecho de defensa del gobernado y
un deber de actuar, en el sentido de informarle el nombre de su acusador, los
datos que obren en la causa, brindarle la oportunidad de nombrar un defensor, no
impedirle que se entreviste de manera previa y en privado con él y, en general, no
impedir u obstaculizar el ejercicio de las cargas procesales que le corresponden
dentro del proceso penal para desvirtuar la acusación del Ministerio Público. Así,
para proteger la citada garantía es necesario que la labor de quien funja como
defensor sea eficaz, pues aquélla no puede concebirse como un mero requisito
formal, sino que debe permitir una instrumentación real para tener oportunidades
de descargo que, básicamente, permitan al imputado una efectiva participación en
el proceso. Ahora bien, el juez de la causa garantiza la posibilidad de defensa al
permitir que se den todas las condiciones necesarias para que el inculpado sea
debidamente asistido, tanto formal como materialmente, de manera que si en los
hechos no puede calificar su adecuada defensa -en razón de la forma en que se
conduce el defensor respectivo-, ello no significa que el juez de la causa viole la
garantía en cuestión, pues el control de la correcta o incorrecta actitud procesal
del defensor, del debido ejercicio de las cargas procesales, así como de su pericia
jurídica, sólo podrían ser materia de responsabilidad profesional, en términos de
las leyes administrativas o penales, y según se trate de un defensor de oficio o
particular. Esto es, el juez respeta la garantía de defensa adecuada: (i) al no
obstruir en su materialización (como ocurre cuando niega el derecho a una
entrevista previa y en privado o interfiere y obstaculiza la participación efectiva del
asesor) y (ii) al tener que asegurarse, con todos los medios legales a su alcance,
que se satisfacen las condiciones que posibilitan la defensa adecuada, sin que ello
signifique que esté en coiciones de revisar la forma en que los defensores
efectivamente logran su cometido, pues ello excedería las facultades que tiene a
su cargo para vigilar que en el proceso se garantice una defensa adecuada.  
. Derecho constitucional y convencional del procesado de interrogar
a los testigos de cargo de manera personal y a carearse con ellos,
en particular con la víctima del delito. El artículo 20, apartado A,
fracciones IV y V de la Constitución Federal, en relación con los diversos
8.2.f) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y 14.3.e)
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos9, en su conjunto
consagran el derecho fundamental de todo inculpado a presentar
pruebas y a controvertir las que se alleguen en su contra, ya sea durante
la averiguación previa o ante el juez (estamos en el sistema penal mixto).
Se trata de una de las dimensiones más importantes del derecho de
defensa, en el sentido de poder utilizar los medios de prueba legítimos,
idóneos y pertinentes, para controvertir la evidencia presentada por los
otros sujetos procesales en su contra.

El derecho a presentar pruebas y controvertir las que se alleguen al


proceso comprende los elementos siguientes: a. El derecho a utilizar
todas las pruebas de que se dispone para demostrar la verdad de los
hechos que fundan la pretensión; b. El derecho a que las pruebas sean
practicadas en el proceso; c. El derecho a una valoración racional de
las pruebas practicadas; y, d. Finalmente, el elemento que permite dotar
del alcance debido al derecho a la prueba, consistente en la obligación
de motivar las decisiones judiciales, y explicar por qué unas deben
prevalecer sobre las otras. 

El segundo elemento (derecho a que las pruebas sean practicadas


en el proceso), tiene relación directa con el tema sujeto a interpretación
constitucional, consistente en el derecho de todas las personas acusadas
de un delito a obtener la comparecencia de testigos de descargo y a
interrogar, o hacer interrogar, a los testigos de cargo, o bien, carearse
con ellos, para refutar las afirmaciones que recaen en perjuicio del
inculpado. El mismo es un elemento fundamental del derecho a la
defensa y del principio de igualdad de condiciones, como parte de un
juicio justo, cuyo alcance y contenido ya fue examinado en párrafos que
anteceden. Este derecho garantiza al acusado las mismas facultades
jurídicas para obligar a comparecer a testigos e interrogarlos y
contrainterrogarlos que las que tiene o tuvo quien formula la
acusación10De lo anterior se puede sostener, que el derecho a interrogar
(o hacer que se interrogue) a los testigos de cargo garantiza que la
defensa tiene la oportunidad de rebatir los testimonios contra el acusado.
De igual modo, el derecho a obtener la comparecencia de testigos de
descargo forma parte del derecho a la defensa. El interrogatorio de los
testigos, tanto por la acusación como por la defensa, permite al tribunal
escuchar testimonios y refutaciones de esos testimonios y examinar el
comportamiento de los testigos. Refuerza, por tanto, el derecho a la
presunción de inocencia y aumenta la probabilidad de que la sentencia
se base en todas las pruebas relevantes. 
 

La expresión “interrogar o hacer interrogar”, contenida en el artículo


14.3.e) del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, se utiliza
a fin de incluir los distintos ordenamientos jurídicos: los regidos por el
principio de la contradicción (en los que, en general, son las partes las
que interrogan a los testigos), y los que se rigen por el sistema inquisitivo
(en los que, en general, son las autoridades judiciales las que interrogan
a los testigos). También abarca las preguntas formuladas por el juez o
por una persona independiente, en lugar del acusado o su abogado, por
ejemplo, si un juez o un psicólogo formulan preguntas de la defensa a
una víctima menor de edad11. 

Sobre el tema, esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la


Nación al resolver el juicio de amparo directo **********12, sostuvo que un
proceso penal respetuoso de la garantía de defensa del inculpado
supone que la exposición de las hipótesis acusatorias debe poder ser
refutada en contradictorio13. La plena defensa del inculpado se
obstaculiza cuando el juez determina que el acervo probatorio se
integra con diligencias provenientes de la averiguación previa que
no son refutadas o contradichas en el juicio, o bien, en donde al
acusado se le impide realizarlo de manera personal. 

Por su parte, los Tribunales Internacionales de Derechos


Humanos han recabado la importancia que ofrece la garantía de
derecho irrenunciable que le asiste al acusado de interrogar
directamente a los testigos de cargo sea para que rinda sus testimonio,
o bien, para carearse directamente con ellos, para lo cual han
considerado que constituyen un elemento fundamental del derecho al
debido proceso penal, y que la violación a tal derecho constituye una
violación directa en perjuicio de toda persona a su derecho a ser juzgado
en el marco de un juicio justo, tutelado en la Convención Americana
sobre Derechos Humanos o Convenio Europeo de Derechos Humanos,
en armonía con el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
según sea el caso. En efecto, la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, en el caso ********** contra **********14 consideró que constituía
una violación al artículo 8.2 f) del Pacto de San José, el hecho de que la
legislación interna prohibiera interrogar a agentes estatales cuyos
testimonios fueron la base de la acusación. Al respecto señaló que si
bien un Estado “tiene el derecho y el deber de garantizar su propia
seguridad, […] debe ejercerlos dentro de los límites y conforme a los
procedimientos que permiten preservar tanto la seguridad pública como
los derechos fundamentales de la persona humana”.   

De igual modo, destacó que “por graves que puedan ser ciertas acciones
y por culpables que pueda resultar los reos de determinados delitos, no
cabe admitir que el poder pueda ejercerse sin límite alguno o que el
Estado puede valerse de cualquier procedimiento para alcanzar sus
objetivos, sin sujeción al derecho o a la moral. Existe un amplio
reconocimiento de la primacía de los derechos humanos, que el Estado
no puede desconocer sin violentar”. 

Asimismo, estableció que “dentro de las prerrogativas que deben


concederse a quienes hayan sido acusados [de un delito] está la de
examinar los testigos en su contra y a su favor, bajo las mismas
condiciones, con el objeto de ejercer su defensa”15. En el caso concreto,
consideró que la legislación peruana imposibilitaba el derecho a
interrogar a los testigos que fundamentaron la acusación en los procesos
penales, por lo que estimó que ello vulneraba el citado artículo
convencional16. 

Por su parte, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en el


asunto ********** contra  **********17, y posteriormente en
el caso  ********** y   ********** contra  ********** estimó que “dentro de las
prerrogativas que deben concederse a quienes hayan sido acusados
está la de examinar los testigos en su contra y a su favor, bajo las
mismas condiciones, con el objeto de ejercer su defensa18”.

Del mismo modo, en el caso ********** contra  **********, el citado Tribunal


Europeo de Derechos Humanos consideró que “[c]uando una condena
está basada únicamente o en grado decisivo sobre deposiciones que han
sido hechas por una persona que el acusado no ha tenido oportunidad de
examinar o hacer examinar, sea durante la etapa de investigación o en el
juicio, los derechos de la defensa están restringidos a un punto que es
incompatible con las garantías provistas en el artículo 6º”19.  

De igual modo, diversos tribunales constitucionales han considerado


que en todo juicio justo debe garantizarse el derecho del inculpado a
interrogar a los testigos que deponen en su contra (dígase víctima o
testigo de cargo) de manera personal, así como a carearse en ellos20.  

Por ejemplo, la Corte Constitucional de Colombia en la


sentencia ********** de doce de julio de dos mil seis21, sobre el derecho a
interrogar testigos estableció que constituye un derecho fundamental
protegido en su Constitución que el procesado penalmente presente
pruebas y a que se le permita la posibilidad de controvertir las que se
alleguen en su contra. Refirió, que ese derecho constituye una de las
dimensiones más importantes del derecho de defensa, en el sentido de
poder utilizar los medios de prueba legítimos, idóneos y pertinentes y a
controvertir la evidencia presentada por los otros sujetos procesales.  

Asimismo, consideró que en relación al derecho de interrogar testigos


conlleva los elementos siguientes:  

  (i) el juez solo puede condenar con base en pruebas debidamente controvertidas
que lo llevan a la certeza de la responsabilidad del procesado;
   (ii) se trata de una garantía que debe ser respetada en cualquier variedad de
proceso judicial o administrativo;

  (iii)  para la validez y valoración de las pruebas deberá garantizarse a la


contraparte el escenario para controvertirlas dentro del proceso en el que se
pretenda hacerlas valer;

   (iv) el funcionario judicial vulnera el derecho de defensa y desconoce el principio


de investigación integral, en aquellos casos en los cuales deja de solicitar, o
practicar sin una justificación objetiva y razonable, aquellas pruebas que resultan
fundamentales para demostrar las pretensiones de la defensa;

  (v) en virtud del derecho de contradicción, el procesado tiene derecho a oponer


pruebas a aquellas presentadas en su contra, vulnerándose esta garantía cuando
“se impide o niega la práctica de pruebas pertinentes, conducentes y oportunas en
el proceso”; por otro lado, se refiere a la facultad que tiene la persona para
participar efectivamente en la producción de la prueba, “por ejemplo interrogando
a los testigos presentados por la otra parte o por el funcionario investigador” y
exponer sus argumentos en torno a lo que prueban los medios de prueba; y,

  (vi) el núcleo esencial del derecho de defensa comprende la posibilidad real y


efectiva de controvertir las pruebas. 
 

Por su parte, el Tribunal Constitucional Español en la sentencia ********** de


dieciséis de enero de dos mil seis22, refirió que la posibilidad de
contradicción es una de las reglas esenciales del desarrollo del
proceso sin cuya concurrencia la idea de juicio justo es una simple
quimera. Sostuvo que se trata de un derecho formal  cuyo
reconocimiento no depende de la calidad de la defensa que se hubiera
llegado a ejercer, de manera que puede afirmarse que ningún
pronunciamiento fáctico o jurídico puede hacerse en el proceso penal si
no ha venido precedido de la posibilidad de contradicción sobre su
contenido.

De lo antes expuesto, podemos concluir que todas las personas


acusadas de un delito tienen el elemental derecho humano o garantía
judicial a interrogar o hacer interrogar personalmente a los testigos de
cargo en alguna etapa del procedimiento, así como a carearse con ellos.
Parte de carearse implica precisamente que el procesado pueda, por sí
mismo, confrontar la versión incriminatoria que pesa en su contra,
enfrentando directamente a quien la está realizado, a saber, un testigo de
cargo y/o víctima del delito.  
El no tener la oportunidad de realizar lo anterior, vulnera sus derechos
humanos o garantías judiciales tutelados en el artículo 20, apartado A,
fracciones IV y V de la Constitución Federal, en relación con el diverso
8.2.f) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y el
numeral 14.3.e) del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
Por lo que, de condenarse a una persona sin que el citado derecho
hubiese sido respetado o efectivizado, de facto, implica que la persona
no fue sentenciada en el marco de un debido proceso a la luz de los
principios a un juicio justo y en igualdad de armas, y en pleno respeto a
su derecho de defensa. 

La afirmación anterior, ahora nos conduce a preguntar ¿si el citado


derecho del inculpado, se puede restringir por la petición de la
víctima de acudir a juicio para ser interrogada personalmente o a
carearse con el inculpado, bajo el argumento de que esto le
provocaría un mayor daño emocional debido al delito del que fue
víctima –secuestro-? La respuesta a dicha interrogante es
negativa23 y nos llevan a examinar el punto C. 

En efecto, por un lado tenemos el derecho de la defensa de interrogar


personalmente (por sí o por su defensa) y a carearse con los testigos que
deponen en su contra, en particular, con la víctima del delito. Esto como
ya se examinó, constituye un derecho humano al tenor de artículo 20,
apartado A, fracciones IV y V de la Constitución Federal, en relación con
el diverso 8.2.f) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y
el numeral 14.3.e) del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos. 

Por otro lado, se encuentra el derecho humano de la víctima de un delito


(o presunta víctima, recuérdese que uno de las finalidades del
procedimiento penal es que el delito del que se dice víctima sí quedó
plenamente demostrado y, por ende, su carácter de víctima del delito) a
ser tratada con compasión y respeto a su dignidad. Que durante el
procedimiento penal se permita que sus opiniones y preocupaciones
sean presentadas, así como examinadas en las etapas apropiadas de las
actuaciones, siempre que estén en juego sus intereses.  

Asimismo, que constituye un derecho humano de dichas víctimas a que


se le preste asistencia apropiada durante todo el proceso judicial,
adoptándose medidas para minimizar las molestias causadas a las
víctimas y a que su intimidad sea protegida cuando sea necesario.
Finalmente, que deberá garantizarse su seguridad, así como la de sus
familiares y la de los testigos que declaran en su favor, contra todo acto
de intimidación y represalia24. 

De igual modo, esta Primera Sala está consciente de la gravedad de


algunos delitos, el daño físico y emocional que le producen a la víctima,
como sucede con el secuestro. Éste destruye la integridad de la víctima,
quien al ser privada de su libertad de manera súbita, pierde su capacidad
defensiva y en la mayoría de los casos la anula socialmente, pues le
impide salir ante el temor de repetir una experiencia tan dolorosa. Vive
con el temor o pánico constante de que sus captores vuelvan a privarla
de su libertad o a sus seres más queridos.

Una experiencia de esa naturaleza difícilmente es superable por el paso


del tiempo, a diferencia de lo que acontece con otros hechos traumáticos.
En efecto, es inherente al secuestro el sufrimiento severo de la víctima,
aun cuando no exista evidencia de lesiones o enfermedades físicas, pues
no en todos los casos las consecuencias de tales delitos serán
enfermedades o lesiones corporales. Las víctimas de tales delitos
experimentan severos daños y secuelas psicológicas, así como
sociales.  

Además a lo anterior, debemos tomar en consideración una realidad


social: este tipo de delitos se comete, en la mayoría de los casos, por
grupos u organizaciones criminales cuya estructura es cada día más
compleja y fuerte. De tal manera que su alcance es mucho mayor al de la
criminalidad individual, lo cual permite el sometimiento económico o
político de diversos sectores de la sociedad, lo cual vuelve aún más
vulnerable a sus víctimas durante y después del secuestro. 

74.Sin embargo, ello no puede


llevarnos al extremo de que el
inculpado no pueda, por sí
mismo o su defensa, interrogar
a la víctima del delito, o bien,
carearse con ella, es decir,
limitar hasta ese grado el
derecho de la defensa. Los
mismos estándares
internacionales sobre la
protección y participación de
las víctimas del delito, en
ningún momento permiten el
desbalance de un proceso
penal a tal grado, ni dan
preferencia a ciertas pruebas
frente a otras dentro del
mismo, atendiendo únicamente
a la naturaleza del delito. 

75.De hecho, la más evolucionada


normatividad internacional
apunta a este balance entre los
derechos de la víctima y la
defensa en los procesos
penales, tal como se evidenció
en párrafos que anteceden en
donde, ante la negativa de
asistir de la víctima del delito a
sostener su versión en el
juicio, puede conllevar,
incluso, que su declaración
ni siquiera pueda ser tomada
con consideración para
emitir una sentencia de
condena.  

76.Lo anterior, porque todo


testimonio que no pueda ser
sometido al contradictorio ni a
la inmediación provocará, ante
el deseo del inculpado de que
se realice frente al juez y ello
no acontezca por razones
ajenas a el mismo, que las
diligencias que realizó el fiscal
en la averiguación previa no
puedan tener ya el peso
suficiente para sostener la
condena. 

77.Por tanto, si la víctima del


delito, o bien, algún testigo
de cargo no acude a juicio
frente al juez a sostener su
acusación puede, incluso,
provocar, en la mayoría de
las veces, que cualquier
imputación que hubiesen
hecho contra el procesado
no sirva para fundar la
sentencia de condena, si
dicho ateste no es sometido
a la contradicción e
inmediación, es decir, que no
se hubiese otorgado al
procesado, por lo menos una
vez, de confrontar y refutar
personalmente a través del
careo o interrogatorio
respectivo, las imputaciones
que obran en su contra. 

78.Así lo sostuvo esta Primera


Sala en el juicio amparo
directo ********** antes citado, en
donde se recordó que esta
Primera Sala se ha
pronunciado en el sentido de
que el ministerio público debía
impulsar la acusación haciendo
valer argumentos de los que
tenga conocimiento como
resultado de las indagatorias
realizadas en la averiguación
previa vinculada al proceso
sometido a jurisdicción. Por
ello, todos los resultados de
sus diligencias deben ser
sometidos al matiz del juicio
contradictorio; es decir, las
pruebas deben ser llevadas
ante el juez directamente, para
que aprecie el cuestionamiento
de la prueba en contradictorio y
esté en condiciones de
formular un juicio en ejercicio
de la potestad única y
exclusiva para valorarlas.  

79.En esta misma línea, se


estableció de manera
contundente que “ninguna
diligencia que sea resultado de
una fase donde el juez no
interviene ―la averiguación
previa― puede ser tomada en
el proceso como un acto
proveniente de una autoridad
de la cual por presuponer
buena fe que no admita
cuestionamiento en el
contradictorio”, de tal manera
que los datos obtenidos en la
indagatoria debían someterse a
refutación con los del
inculpado.  

80.Así, esta Primera Sala derivó


las exigencias de inmediación y
contradicción en el desahogo
de las pruebas personales
directamente del derecho
fundamental al debido proceso,
al establecer que “la
oportunidad de alegar en
contra de una probanza es lo
que da al proceso penal el
carácter de debido”.  

81.De este modo, en el


precedente en cuestión se
señaló que para que se cumpla
con el principio de inmediación,
las pruebas deben ser
directamente desahogadas
frente al juez, porque solo
cuando esta condición es
respetada, resulta válido
considerar que, tal como lo
exige el artículo 14, párrafo
segundo, de la Constitución
Federal, la persona en cuestión
fue privada de su derecho (la
libertad) habiendo sido vencida
y oída en juicio. 

82.Igualmente se estableció que el


principio de inmediación obliga
a que sea ante un tercero
imparcial que las contrapartes
se enfrenten, de ahí que un
proceso penal respetuoso de la
garantía de defensa del
inculpado supone que la
exposición de las hipótesis
acusatorias debe poder ser
refutada en contradictorio.  

83.Esta Primera Sala estima


pertinente reiterar que la plena
defensa del inculpado se
obstaculiza cuando el juez
determina que el acervo
probatorio se integra con
diligencias provenientes de la
averiguación previa que no son
refutadas o contradichas en el
proceso penal. En el
precedente en cuestión se
justificó el alcance de dicho
pronunciamiento aduciendo
que de lo contrario, el
inculpado carecería de la
posibilidad de conocer los
posibles vicios de la prueba
que habrá de afectar su
situación jurídica de manera
definitiva, lo que implicaría
negarle la oportunidad para
combatirla, refutarla e
impugnar su contenido.  

84.Así, esta Primera Sala señaló


de manera enfática que
considerar que las diligencias
recabadas por el ministerio
público -órgano que cuenta con
plenas facultades para
allegarse de información
durante la fase de averiguación
previa― pueden ser
automáticamente trasladadas
al terreno del juicio y tener
alcance probatorio per se,
resulta inadmisible
constitucionalmente. 

85.Luego, si bien se reconoce que


los actos que habría realizado
el ministerio público durante la
averiguación previa están
dotados de la fuerza propia de
un acto de autoridad hasta esa
fase procedimental, y aun
cuando su eficacia determina la
resolución de la situación
jurídica provisional del
imputado en el proceso penal,
ya con la orden de aprehensión
ya con el auto de formal prisión
o sujeción a proceso, lo cierto
es que esta fuerza es
incompatible con el carácter de
parte que obtiene una vez que
está ante el juez, además que
las pruebas presentadas hasta
esos momentos procesales
quedan sujetas a los principios
de inmediación y de
contradictorio; lo que a su vez
debe ser acorde al equilibrio
procesal, en su convergencia
con el debido proceso y la
adecuada defensa. 

86.De hecho, así también lo ha


sostenido el citado Tribunal
Constitucional Español, pues
en la sentencia **********25 de
cuatro de octubre de dos mil
diez, cuyo caso consistió en
que el testigo de cargo no
acudió a juicio a declarar y lo
hizo a través de su hijo (por
poder), negándole así la
posibilidad al inculpado y su
defensa de interrogarlo. El
inculpado en ningún momento
tuvo oportunidad de interrogar
personalmente a la víctima del
delito durante el
procedimiento.   

87.Con motivo de lo anterior, es


decir, de que al inculpado se le
negó la oportunidad de
interrogar a la víctima del delito
que hacía imputaciones en su
contra, el citado Tribunal
Constitucional consideró
que no podía concedérsele
valor probatorio a la
denuncia de la víctima,
debido a que el acusado no
pudo, en ningún momento, ni
interrogar ni hacer interrogar
al testigo que le atribuía una
conducta delictiva. En tales
términos, concluyó, que la
denuncia carecía de las
condiciones mínimas que
posibilitan su contradicción
y no debía integrar el
material probatorio a la hora
de dictar Sentencia. 

88.De igual modo, en la misma


sentencia el Tribunal
Constitucional Español, reiteró
que la posibilidad de
contradicción es, por tanto, una
de las reglas esenciales del
desarrollo del proceso, que se
proyecta como exigencia de
validez sobre la actividad
probatoria. Sostuvo que el
Tribunal Europeo de Derechos
Humanos ha declarado que la
incorporación al proceso de
declaraciones que han tenido
lugar en fase de instrucción no
lesiona en todo caso los
derechos reconocidos  en el
Convenio Europeo de
Derechos Humanos, siempre
que exista una causa legítima
que impida la declaración del
testigo y que se hayan
respetado los derechos de
defensa del acusado; esto
es, siempre que se dé al
acusado, por lo menos, una
ocasión adecuada y
suficiente de contestar los
testimonios de cargo e
interrogar a su autor bien
cuando se prestan, bien con
posterioridad. 

89.De acuerdo con lo anterior,


esta Primera Sala reitera que
las pruebas que deben dar
sustento a una sentencia
definitiva, en su caso, deben
ser desahogados ante un juez
cuando fueron controvertidas
por una de las partes en el
proceso penal, a fin de que se
verifique su eficacia
convictiva.   

90.Por ello, dado que lo que


finalmente se pretende en el
proceso penal es la obtención
de la verdad histórica y legal,
ello sin duda debe estar sujeto
a que se den las condiciones
necesarias para salvaguardar
los principios esenciales de
inmediación y contradicción, en
su necesario impacto con la
eficacia o no de las pruebas.
Esto también se vulneraría de
sostenerse el criterio que
convalidó el tribunal
colegiado, al prevalecer la
petición de la víctima, pues
con ello se evitaría que la
prueba (careo e
interrogatorio) se someta a
los principios de inmediación
y contradicción) 

91.En todo caso, esta Primera


Sala considera que el órgano
judicial debe seguir una serie
de directrices o medidas
cuando las víctimas de tales
delitos acudan al tribunal a
declarar respecto a ciertos
hechos, que por sí mismos,
constituyen una experiencia
traumática, como sucede con
el secuestro, que a su vez
atenúen el impacto
psicológico o emocional que
puede tener sobre ellas al
tener frente a sí a la persona
que señalan como su
victimario. Ello, sin vulnerar
los derechos del inculpado
previstos en el artículo 20,
apartado A, fracciones IV y V
de la Constitución Federal, en
relación con los diversos 8.2.f)
de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos y
14.3.e) del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos,
que antes fueron examinados. 

92.Tales directrices son: 

pp.La petición de la víctima de no


estar presente en la misma
sala de audiencias con el
procesado, debe hacerse ante
el juzgador y estar respaldada
con medio de prueba idóneo
que corrobore sus razones. De
su solicitud debe darse vista al
procesado y su defensa, así
como a la representación social
para que manifiesten lo que
consideren oportuno.
Finalmente, el juzgador debe
acordar lo
conducente, cuidando que los
derechos de ambas partes
sean respetados y
efectivizados. 

b. Los  jueces y, de ser el caso, la


fiscalía, durante el proceso
penal adoptaran medidas para
minimizar las molestias
causadas a las víctimas,
proteger su intimidad, en caso
necesario, y garantizar su
seguridad, así como la de sus
familiares y la de los testigos
en su favor, contra todo acto de
intimidación y represalia. 

c. Se deben reducir el número de


entrevistas, declaraciones,
audiencias y, concretamente, el
contacto innecesario con el
proceso de justicia, utilizando,
por ejemplo, vídeos
grabados previamente. A
manera de ilustración debe
indicarse, que “Las Reglas de
Procedimiento y Prueba de la
Corte Penal Internacional”
permiten que se admita como
prueba una declaración
previamente grabada por un
testigo ausente, siempre que,
tanto la acusación como la
defensa, pudieron interrogar
al testigo cuando hizo la
declaración. Esto, con la
finalidad de respetar también
el principio de igualdad
procesal, inmediación y
contradicción. 

d. Evitar el contacto innecesario


con el presunto autor del delito
y otras personas que no tengan
relación directa con el proceso
de justicia. Siempre que sea
posible y necesario, la víctima
debe ser entrevistada e
interrogada durante el juicio,
sin que se encuentre en la
misma habitación del
procesado. Se deben
proporcionar en el tribunal
salas de espera separadas y
salas para entrevistas privadas,
para que pueda realizarse lo
anterior, por lo que el careo o
entrevista podrá realizarse, por
ejemplo, a través de
videoconferencia.

 Algunas normas
internacionales brindan a las
víctimas del delito o testigos
la posibilidad de prestar
declaración por vías
electrónicas, cuando
previamente hayan pedido
no hacerlo en la misma sala
de audiencias y acordado
favorablemente la petición.
Tales conexiones de video
deben permitir que se les
vea, escuche e interrogue en
la sala de juicios (no solo por
el inculpado y/o defensa,
sino por el propio juzgador).
Aunque, se insiste, en
general se prefiere el
testimonio presencial26.  

e. Asimismo, se deben adoptar


medidas necesarias para
garantizar que las víctimas
sean interrogadas o careadas
con tacto y sensibilidad. Entre
ellas, que se encuentre
asistida de un experto que le
proporcione ayuda
psicológica durante la
diligencia, en el supuesto de
requerirla.
f. El juzgador además evitará que
se le formulen preguntas que
impliquen una sobreexposición
a los hechos de los que fue
víctima, en los supuestos en
los cuales no abonen a
esclarecer los puntos a debate.
Es decir, evitar, en la medida
de lo posible, preguntas que
sean repetitivas e impliquen un
recordatorio constante de los
hechos o momentos más
dolorosos del evento delictivo. 

g. Asimismo, deberá establecerse
la posibilidad de que existan
recesos durante el desarrollo
de la audiencia, sobre todo en
aquellos casos en donde el
juzgador, por la situación
particular de la víctima,
advierta desgaste físico o
emocional ante los eventos que
la víctima del delito está
narrando. Para ello, deberá
cerciorándose de que aquélla
esté en aptitud física y
emocional de continuar con su
declaración, interrogatorio o
careo. En caso contrario,
deberá suspenderse el
desarrollo de la audiencia, para
continuarla después, una vez
que la víctima del delito se
encuentre en aptitud de
continuarla.  

93.Las medidas anteriores, se


insiste, no solo permiten que el
derecho de ambas partes sean
respetados y efectivizados,
sino además se evitará la
vulneración de los principios de
inmediación y contradicción
(antes referidos), que de suyo
implica que todas las pruebas
deben ser llevadas ante el juez
directamente, para que aprecie
el cuestionamiento de la
prueba en contradictorio y esté
en condiciones de formular un
juicio en ejercicio de la
potestad única y exclusiva para
valorarlas y apreciarlos de
manera directa, en particular el
testimonio de la víctima del
delito.   

 
1
 Véase Corte Constitucional de Colombia.
sentencia ********** de 2010, de primero (1°) de
diciembre de dos mil diez (2010),  Magistrado
Ponente: **********. **********.

2
 Ídem.

3
 Publicada en la Gaceta del Semanario Judicial
de la Federación, Décima Época, Libro 3, Febrero
de 2014, Tomo I, pág. 396.

4
  Véase Corte Constitucional de Colombia en la
Sentencia **********, de veintiocho (28) de octubre
de dos mil cinco (2005), Magistrado Ponente
**********. **********.

5
 Ídem.

6
  De la ponencia del Ministro Alfredo Gutiérrez
Ortiz Mena.

7
 Así fue como el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos definió la “igualdad procesal” o “la
igualdad de armas”: “[l]a Corte reitera en este
sentido, que de conformidad con el principio de
igualdad de armas, como uno de los elementos
del concepto más amplio de un juicio justo, cada
parte debe tener al alcance una oportunidad
razonable de presentar su caso en condiciones
que no la coloque en desventaja vis a vis su
oponente”. Caso  ********** vs **********, sentencia
de 18 de marzo de 1997, párrafo 34
y Caso  ********** vs  **********, sentencia de 22 de
febrero de 1996, párrafo 47.

8
 Publicada en el Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Décima Época, Libro X,
julio de 2012, página 433.

9
 Tales numerales dicen:

     Art. 20. En todo proceso de


orden penal, el inculpado, la
víctima o el ofendido, tendrán las
siguientes garantías:

  A. Del inculpado:

  […]

  IV. Cuando así lo solicite, será


careado, en presencia del juez,
con quien deponga en su contra,
salvo lo dispuesto en la fracción V
del Apartado B de este artículo.

  V. Se le recibirán los testigos y


demás pruebas que ofrezca,
concediéndosele el tiempo que la
ley estime necesario al efecto y
auxiliándosele para obtener la
comparecencia de las personas
cuyo testimonio solicite, siempre
que se encuentren en el lugar del
proceso.

  […].

  Artículo 8.

  Garantías Judiciales

  […]

  2. Toda persona inculpada de


delito tiene derecho a que se
presuma su inocencia mientras no
se establezca legalmente su
culpabilidad. Durante el proceso,
toda persona tiene derecho, en
plena igualdad, a las siguientes
garantías mínimas:

  […]

  f) derecho de la defensa de
interrogar a los testigos
presentes en el tribunal y de
obtener la comparecencia, como
testigos o peritos, de otras
personas que puedan arrojar luz
sobre los hechos;

  […].

   Artículo 14.

  1.

  […]

  3. Durante el proceso, toda


persona acusada de un delito
tendrá derecho, en plena
igualdad, a las siguientes
garantías mínimas:

  […]

  e) A interrogar o hacer


interrogar a los testigos de cargo
y a obtener la comparecencia de
los testigos de descargo y que
éstos sean interrogados en las
mismas condiciones que los
testigos de cargo;

  […].

 
 Comité de Derechos Humanos, Observación
10

general 32, párr. 39.

 Véase **********. **********. Segunda Edición.


11

Madrid, España. Publicado en 2014. Páginas 174


a 180”. En este supuesto se estaría fuera la
excepción constitucional antes citada, a saber, la
prevista en la fracción V apartado B del artículo 20
constitucional antes mencionada.

12
 Resuelto el nueve de noviembre de dos mil
once. Por unanimidad de cuatro votos de los
señores Ministros: Jorge Mario Pardo Rebolledo,
José Ramón Cossío Díaz (Ponente), Olga
Sánchez Cordero de García Villegas y Presidente
Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Ausente el señor
ministro Guillermo I. Ortiz Mayagoitia.

13
 **********. **********.  **********. Editorial Trotta. p.
610.

14
 Caso ********** y otros Vs. **********. Sentencia
de 25 de noviembre de 2005. Serie **********.

15
 Jurisprudencia que, en este punto, volvió a
reiterar en el Caso ********** y Otros (**********) vs.
**********. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 29 de Mayo de 2014. Serie
**********. En este caso, algunas de las víctimas
fueron acusadas de cometer actos terroristas.

16
 En similares términos se pronunció en los
siguientes casos: Caso ********** Vs. **********.
Fondo. Sentencia de 18 de agosto de 2000. Serie
**********; Caso ********** Vs. **********. Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 25 de
noviembre de 2004. Serie **********; y, Caso
********** y ********** Vs. **********. Excepción
Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 25 de noviembre de 2005. Serie
**********.

17
 Tribunal Europeo de Derechos Humanos,
sentencia del 6 de mayo de 1985, asunto
********** v.  **********.

18
 Tribunal Europea do Derechos Humanos,
sentencia del 6 de diciembre de 1998, asunto
********** y   ********** contra  **********.

19
 Tribunal Europeo de Derechos Humanos,
sentencia del 20 de diciembre de 2001. Final
**********. Asunto ********** contra  **********.

20
 Esto también se encuentra en diversas cartas
fundamentales de otros países, por ejemplo, la VI
Enmienda de la Constitución de los Estados
Unidos de América privilegia el citado derecho y
establece que “[e]n todas las causas penales, el
acusado gozará del derecho a un juicio sin
demora y público, por un jurado imparcial del
Estado y distrito en el cual haya sido cometido el
delito, distrito que será previamente fijado de
acuerdo con la ley; y a ser informado de la
naturaleza y causa de la acusación; a carearse
con los testigos en su contra; a que se
adopten medidas compulsivas para la
comparecencia de los testigos que cite a su
favor y a contar con la asistencia de un asesor
legal para su defensa”.

21
 Véase Corte Constitucional de Colombia.
sentencia ********** de 2006, de doce (12) de julio
de dos mil seis (2006),  Magistrado Ponente:
**********. **********

22
  **********

23
 No se están examinando los siguientes
supuestos: i) testigos anónimos o de identidad
oculta; ii) víctima menores de edad en los delitos
de secuestro y/o violación; iii) testigo de cargo y/o
víctima del delito que no puede ser localizado y
con motivo de ello no puede ser interrogado o
careado con el inculpado del delito o su defensa,
según sea el caso; y, iv) cuando el testigo aduzca
que su seguridad física o la de su familia está bajo
amenazas por parte del inculpado o de personas
que actúan en su nombre.

24
 Se considera oportuno citar el contenido de
la Declaración sobre los principios
fundamentales de justicia para las víctimas de
delitos y del abuso de poder Adoptada por la
Asamblea General de la Organización de
Naciones Unidas, en su resolución **********, de
veintinueve de noviembre de 1985, en sus puntos
4, 6, incisos b), c) y d) lo siguiente:

 4. Las víctimas serán tratadas con


compasión y respeto por su dignidad.
Tendrán derecho al acceso a los
mecanismos de la justicia y a una pronta
reparación del daño que hayan sufrido,
según lo dispuesto en la legislación
nacional.

 6. Se facilitará la adecuación de los


procedimientos judiciales y administrativos
a las necesidades de las víctimas:

 […]
 b) Permitiendo que las opiniones y
preocupaciones de las víctimas sean
presentadas y examinadas en etapas
apropiadas de las actuaciones siempre
que estén en juego sus intereses, sin
perjuicio del acusado y de acuerdo con el
sistema nacional de justicia penal
correspondiente;

 c) Prestando asistencia apropiada a las


víctimas durante todo el proceso judicial;

 d) Adoptando medidas para minimizar las


molestias causadas a las víctimas,
proteger su intimidad, en caso necesario,
y garantizar su seguridad, así como la de
sus familiares y la de los testigos en su
favor, contra todo acto de intimidación y
represalia;

[…]

De igual modo, como parámetro de orientación se


considera oportuno citar que el Conjunto de
principios para la protección y promoción de
los derechos humanos mediante la lucha
contra la impunidad, Documento de la Comisión
de Derechos Humanos de la Organización de las
Naciones Unidas, de 8 de febrero de
2005. Identificación Oficial: Documento
**********, que en el principio 1 establece:  

La impunidad constituye una infracción de las


obligaciones que tienen los Estados de investigar
las violaciones, adoptar medidas apropiadas
respecto de sus autores, especialmente en la
esfera de la justicia, para que las personas
sospechosas de responsabilidad penal sean
procesadas, juzgadas y condenadas a penas
apropiadas, de garantizar a las víctimas recursos
eficaces y la reparación de los perjuicios sufridos
de garantizar el derecho inalienable a conocer la
verdad y de tomar todas las medidas necesarias
para evitar la repetición de dichas violaciones. 

Asimismo, referir que actualmente en el sistema


jurídico interno destaca la existencia de la Ley
General de Víctimas, que en su artículo 12,
fracciones I, VI y VII y 14 establecen: 

Artículo 12. Las víctimas gozarán de los


siguientes derechos: 
 I. A ser informadas de manera clara,
precisa y accesible de sus derechos por el
Ministerio Público o la primera autoridad
con la que tenga contacto o que conozca
del hecho delictivo, tan pronto éste ocurra.
El Ministerio Público deberá comunicar a
la víctima los derechos que reconocen la
Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, los Tratados
Internacionales y esta Ley a su favor,
dejando constancia en la carpeta de
investigación de este hecho, con total
independencia de que exista o no un
probable responsable de los hechos;

 […]

 VI. A comparecer en la fase de la


investigación o al juicio y a que sean
adoptadas medidas para minimizar las
molestias causadas, proteger su intimidad,
identidad y otros datos personales;

 VII. A que se garantice su seguridad, así


como la de sus familiares y la de los
testigos en su favor contra todo acto de
amenaza, intimidación o represalia;

 […]

 Artículo 14. Las víctimas tienen derecho a


intervenir en el proceso penal y deberán
ser reconocidas como sujetos procesales
en el mismo, en los términos de la
Constitución y de los Tratados
Internacionales de derechos humanos,
pero si no se apersonaran en el mismo,
serán representadas por un Asesor
Jurídico o en su caso por el Ministerio
Público, y serán notificadas
personalmente de todos los actos y
resoluciones que pongan fin al proceso,
de los recursos interpuestos ya sean
ordinarios o extraordinarios, así como de
las modificaciones en las medidas
cautelares que se hayan adoptado por la
existencia de un riesgo para su seguridad,
vida o integridad física o modificaciones a
la sentencia. 

No se pasa por alto que cuando la Sala


responsable dictó la sentencia reclamada (doce de
diciembre de dos mil ocho), aún no estaba en
vigor la citada Ley, porque ésta fue expedida el 30
de abril de 2012 y publicada el 9 de enero de
2013, para entrar en vigor a los 30 días siguientes
de la publicación. Reformada con modificaciones
que transformaron sustancialmente su estructura,
por decreto expedido el 2 de mayo de 2013 y
publicada al día siguiente en el Diario Oficial de la
Federal, para entrar en vigor a partir del 4 del
mismo mes y año. Sin embargo, se estima que
puede ser ilustrativa como marco jurídico de
referencia.

25
 **********

26
 Véase ********** vs. **********, **********, Sala de
Apelaciones, Decisión sobre la apelación de la
fiscalía contra la decisión de remisión en virtud de
la regla 11bis (4 de diciembre de 2008), sección
**********.

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