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COMPLETAR EL PROGRAMA Y PONERLO EN

MARCHA 86
7 de junio de 1938

Trotsky: La importancia del programa es la importancia del partido. El


partido es la vanguardia de la clase. El partido se forma por la selección en-
tre los elementos más conscientes, más avanzados, más fieles, y puede jugar
un importante papel histórico y político que no está en relación directa con
su fuerza numérica. Puede ser un partido pequeño y jugar un gran papel.
Por ejemplo, en la primera Revolución Rusa de 1905, la fracción bolchevi-
que no tenía más de 10.000 miembros, los mencheviques 10.000 o 12.000,
como mucho. En ese momento, ambos pertenecían al mismo partido, por
lo cual éste en conjunto no contaba con más de 20.000 a 22.000 obreros. El
partido dirigió los soviets por todo el país gracias a la justeza de su política y
a la cohesión. Podría objetarse que la diferencia entre los rusos y los nortea-
mericanos, o cualquier otro viejo país capitalista, residía en que el proletaria-
do ruso era totalmente nuevo, un proletariado virgen, sin ninguna tradición
sindical o de reformismo conservador. Era una clase obrera nueva, joven y
virgen que necesitaba dirección y la buscó; y, a pesar del hecho de que el par-
tido en su conjunto no tenía más de 20.000 obreros, este partido guió en la
lucha a 23 millones de trabajadores.
Ahora, ¿qué es el partido? ¿En qué consiste la cohesión? Esta cohesión es
una comprensión común de los acontecimientos, de las tareas; y esta com-
prensión común es el programa del partido. Así como los obreros modernos,
mucho más que los bárbaros, no pueden trabajar sin herramientas, así tam-
bién en el partido es el instrumento. Sin el programa, cada trabajador debe
improvisar su herramienta, encontrará instrumentos improvisados, y una
contradice a los otros. Solo cuando hayamos organizado a la vanguardia so-
bre la base de concepciones comunes, entonces podemos actuar.
Alguien puede decir que hasta hoy no teníamos programa. Sin embargo,
nosotros actuamos. Pero este programa estaba formulado en diferentes artí-
culos, en diferentes propuestas, etc. En este sentido, el proyecto de programa
no presagia un descubrimiento nuevo, no es el escrito de un solo hombre.

86  Desconocemos la identidad del interlocutor de Trotsky.


162 EL PROGRAMA DE TRANSICIÓN

Es la suma del trabajo colectivo realizado hasta hoy. Pero esta suma es ab-
solutamente necesaria a fin de dar a los camaradas una idea de la situación,
una comprensión común. Los anarquistas e intelectuales pequeñoburgueses
temen acceder a dar a un partido ideas comunes, una actitud común. Por el
contrario, desean programas morales. Pero para nosotros este programa es
el resultado de la experiencia común. No se le impone a nadie, porque quien
se une al partido lo hace voluntariamente.
Creo que es importante, en relación a esto, subrayar qué entendemos por
libertad en oposición a la necesidad. Es una concepción pequeñoburguesa
muy frecuente pensar que debemos tener una individualidad libre. Es solo
una ficción, un error. No somos libres. No tenemos ninguna voluntad libre en
el sentido de la filosofía metafísica. Cuando deseo beber una jarra de cerveza
actúo como un hombre libre, pero yo no invento la necesidad de la cerveza.
Ésta proviene de mi cuerpo. Yo solo soy el ejecutor. Pero en tanto que com-
prendo las necesidades de mi cuerpo y puedo satisfacerlas conscientemen-
te, entonces tengo la sensación de libertad, libertad a través de comprender
la necesidad. Aquí, la exacta comprensión de la necesidad de mi cuerpo es
la única libertad real dada a los animales en cualquier cuestión, y el hombre
es un animal. Lo mismo sigue siendo cierto para la clase. El programa para
la clase no puede caer del cielo. Solo podemos llegar a una comprensión de
la necesidad. En un caso era mi cuerpo, en el otro es la necesidad de la socie-
dad. El programa es la articulación de la necesidad que aprendimos a com-
prender, y, puesto que la necesidad es la misma para todos los miembros de
la clase, podemos alcanzar una comprensión común de las tareas, y la com-
prensión de esta necesidad es el programa.
Podemos ir más lejos y decir que la disciplina de nuestro partido debe ser
muy rigurosa porque somos un partido revolucionario contra un inmenso
bloque de enemigos conscientes de sus intereses y que, en la actualidad no
solo nos ataca la burguesía sino también los estalinistas, los más venenosos
agentes de la burguesía. Se necesita una disciplina absoluta, pero esta debe
provenir de una comprensión común. Si la disciplina se impone sin esa com-
prensión, es opresión. Si proviene de la comprensión, es una expresión de
la personalidad; pero de lo contrario, es opresión. Entonces, la disciplina es
una expresión de mi libre individualidad. No hay oposición entre la volun-
tad personal y el partido porque entré a él libremente. El programa se apoya
sobre la misma base, y puede estar fundamentado sobre una política y bases
morales claras, solo si lo comprendemos muy bien.
El proyecto de programa no es un programa acabado. Podemos decir que
en este proyecto de programa faltan cosas y hay otras que, por su natura-
leza, no pertenecen al programa. Las cosas que no pertenecen al programa
son los comentarios. Este programa no solo contiene consignas, sino tam-
bién comentarios y polémicas contra los adversarios. Pero no es un progra-
ma acabado. Un programa acabado debe tener una expresión teórica de la
LEÓN TROTSKY 163

moderna sociedad capitalista en su fase imperialista. Las razones de la cri-


sis, el crecimiento de la desocupación, etc.; y en este proyecto, este análisis
está brevemente resumido solo en el primer capítulo, puesto que hemos es-
crito sobre estas cosas en artículos, libros, etc. Escribiremos más y mejor.
Pero, para fines prácticos, lo que se dice aquí basta, ya que todos somos de
la misma opinión. El comienzo del programa no está terminado. El primer
capítulo es solo un apunte, y no una expresión acabada. También el final del
programa está incompleto, puesto que no hablamos aquí de la revolución so-
cial, de la toma del poder mediante la insurrección, de la transformación de
la sociedad capitalista en la dictadura, de la dictadura en la sociedad capita-
lista. Esto lleva al lector solo hasta el umbral. Es un programa para la acción
desde ahora hasta el comienzo de la revolución socialista. Y, desde el punto
de vista práctico, lo más importante ahora es cómo podemos guiar a los di-
ferentes estratos del proletariado en la dirección de la revolución social. He
oído que ahora los camaradas de Nueva York empiezan a organizar círculos
con el fin no solo de estudiar y criticar el proyecto de programa, sino tam-
bién de elaborar los caminos y medios a fin de presentar el programa a las
masas; y yo creo que es el mejor método que puede utilizar nuestro partido.
El programa es solo la primera aproximación. Es demasiado general en
el sentido de que es presentado a la Conferencia Internacional para el próxi-
mo período. Expresa la tendencia general de desarrollo en el mundo entero.
Tenemos aquí un corto capítulo dedicado a los países coloniales y semicolo-
niales. Tenemos aquí un capítulo dedicado a los países fascistas; un capítulo
sobre la Unión Soviética, y así sucesivamente. Está claro que las caracte-
rísticas generales de la situación mundial son comunes porque todas están
bajo la presión de la economía imperialista, pero cada país tiene sus condi-
ciones particulares, y una política viva y real debe empezar por estas con-
diciones particulares de cada país, e incluso de cada parte del país. Por eso,
la primera obligación de todo camarada en EE.UU. es un estudio muy se-
rio del programa.
Hay dos peligros en la elaboración del programa. El primero es quedarse
en las líneas generales abstractas y repetir la consigna general sin una cone-
xión real con los sindicatos de la localidad. Ese es el sentido de la abstracción
sectaria. El otro peligro es el contrario, adaptarse demasiado a las condicio-
nes locales, a las condiciones específicas, perder la línea revolucionaria ge-
neral. Creo que, en EE.UU., el segundo peligro es el más inmediato. Lo
recuerdo muy especialmente en el asunto de la militarización, de los pique-
tes armados, etc. Algunos camaradas tenían miedo de que no fuese efectivo
para los obreros, etcétera.
En los últimos días leí un libro francés escrito por un obrero italiano so-
bre el ascenso del fascismo en Italia. El autor es un oportunista. Era socialis-
ta, pero lo interesante no son sus conclusiones, sino los hechos que presenta.
Proporciona la imagen del proletariado italiano, especialmente en 1920-21.
164 EL PROGRAMA DE TRANSICIÓN

Era una organización poderosa. Tenía 160 diputados parlamentarios socia-


listas. Tenía más de un tercio de las comunidades en sus manos, controlaban
las más importantes zonas de Italia, el centro del poder de los obreros. Nin-
gún capitalista podía contratar o despedir sin el permiso del sindicato, y esto
se aplicaba tanto a los obreros agrícolas como a los industriales. Parecía ser
el 49% de la dictadura del proletariado, pero la reacción de la pequeñobur-
guesía, de los oficiales desmovilizados contra esta situación fue terrible. En-
tonces, el autor explica cómo organizaron pequeñas bandas bajo la dirección
de los oficiales y las enviaron en autobuses en todas las direcciones. En ciu-
dades de 10.000 habitantes en manos de los socialistas, 30 hombres organi-
zados entraban en la ciudad, incendiaban la intendencia, las casas, mataban
a los líderes, les imponían las condiciones de trabajo a favor de los capita-
listas; luego se iban a otra parte y repetían lo mismo en cientos y cientos de
ciudades, una tras otra. Con un terror pavoroso y estos actos sistemáticos,
destrozaron totalmente los sindicatos y así se convirtieron en los amos de Ita-
lia. Eran una minoría insignificante.
Los obreros declararon una huelga general. Los fascistas enviaron sus auto-
buses y desbarataron toda huelga local; y con una pequeña minoría organiza-
da exterminaron las organizaciones obreras. Tras esto, vinieron las elecciones
y, bajo el terror, los obreros eligieron el mismo número de diputados. Protesta-
ron en el Parlamento hasta que fue disuelto. Esa es la diferencia entre el poder
formal y el poder efectivo. Todos los diputados estaban seguros de que tenían
el poder; sin embargo, este formidable movimiento, con su espíritu de sacrifi-
cio, fue derrotado, aplastado y aniquilado por unos 10.000 fascistas, bien orga-
nizados, con espíritu de sacrificio y buenos dirigentes militares.
En EE.UU. ha de ser diferente; pero las tareas fundamentales son las
mismas. Leí sobre la táctica de Hague (el intendente de Jersey City, Nue-
va Jersey, en EE.UU., que funcionaba, más o menos, como un fascista). Es
un ensayo de un derrocamiento fascista. Representa a los pequeños patro-
nes enfurecidos por el agravamiento de la crisis. Él tiene su pandilla que es
absolutamente inconstitucional. Esto es muy, muy contagioso. Con la pro-
fundización de la crisis se extenderá por todo el país, y Roosevelt, que es un
buen demócrata, dirá: “Quizá sea la única solución”.
Fue lo mismo en Italia. Tenían un ministro que invitó a los socialistas.
Los socialistas se negaron. Dejó entrar a los fascistas. Pensó que podría equi-
librarlos contra los socialistas, pero aquellos aplastaron también al ministro.
Ahora pienso que el ejemplo de Nueva Jersey es muy importante. Debemos
utilizar todos los ejemplos, pero este especialmente. Propondré una serie ex-
traordinaria de artículos sobre cómo vencieron los fascistas. Nosotros po-
demos vencer de la misma forma, pero debemos tener un pequeño cuerpo
armado con el apoyo de la mayoría de los obreros. Debemos tener la mejor
disciplina, obreros organizados, comités de defensa; de lo contrario, seremos
aplastados; y creo que nuestros camaradas en EE.UU. no se dan cuenta de
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la importancia de esta cuestión. Una oleada fascista se puede extender en


dos o tres años, y los mejores dirigentes obreros serán linchados de la peor
forma posible, como los negros en el Sur. Creo que el terror en EE.UU. será
el más terrible de todos. Por eso debemos empezar muy modestamente, esto
es, con grupos de defensa; pero hay que hacerlo de inmediato.

Pregunta: ¿Cómo podemos llevar adelante de forma práctica los grupos


de defensa?

Trotsky: Es muy sencillo. ¿Tienen un piquete en una huelga? Cuando esta


acaba, decimos que tenemos que defender nuestro sindicato haciendo este
piquete permanente.

Pregunta: ¿El partido crea con sus propios miembros el grupo de defensa?

Trotsky: Las consignas del partido deben plantearse en los distritos en que
tengamos simpatizantes y obreros que nos defiendan. Pero un partido no
puede crear una organización independiente de defensa. La tarea es crear
un organismo así en los sindicatos. Debemos tener estos grupos de cama-
radas muy disciplinados, con líderes buenos y prudentes, que no entren en
provocaciones fácilmente, porque tales grupos pueden ser provocados con
facilidad. La principal tarea durante el próximo año sería evitar conflictos
y choques sangrientos. Debemos reducirlos a un mínimo, con una mino-
ría organizada durante las huelgas y en tiempos de paz. Impedir las reunio-
nes fascistas es una cuestión de relación de fuerzas. Nosotros solos no somos
fuertes; sin embargo, proponemos un frente único.
Hitler explica cómo tuvo éxito en su libro. La socialdemocracia era extre-
madamente poderosa. Él envió una banda con Rudolf Hess a una reunión
socialdemócrata. Dice que, al final de la reunión, sus 30 muchachos expul-
saron a todos los obreros y que estos fueron incapaces de enfrentarlos. En-
tonces supo que vencería. Los obreros solo estaban organizados para pagar
la cuota; no tenían ninguna preparación para todas las demás tareas. Ahora
hemos de hacer lo mismo que Hitler, pero al revés. Enviar 40 o 50 hombres
a disolver la reunión. Esto tiene una importancia enorme. Los obreros se
fortalecen, se vuelven elementos combativos. La pequeñoburguesía piensa:
estos son gente seria. ¡Menudo éxito! Esto tiene una importancia enorme,
puesto que la parte del pueblo ignorante, atrasada, oprimida, solo puede ser
sacudida por el éxito. Nosotros solo podemos mover a la vanguardia, pero
esta vanguardia debe mover luego a los demás. Por eso, repito, es una cues-
tión muy importante. En Minneapolis, donde tenemos camaradas muy ex-
pertos y eficaces, podemos empezar y guiar a todo el país.
Creo que sería conveniente discutir un poco esta parte del proyecto que
no está suficientemente desarrollada en nuestro texto. Es la parte teórica
166 EL PROGRAMA DE TRANSICIÓN

general. En la última discusión señalé que la parte teórica del programa,


como análisis general de la sociedad, no está presentada del todo en el pro-
yecto, sino que está sustituida por algunos breves apuntes. Por otra parte,
no contiene las partes que tratan de la revolución, la dictadura del proleta-
riado y la construcción de la sociedad tras la revolución. Solo está cubier-
to el período de transición. Hemos repetido muchas veces que el carácter
científico de nuestra actividad consiste en el hecho de que no adaptamos
nuestro programa a las coyunturas políticas o al pensamiento o estado de
ánimo de las masas tal como es hoy, sino a la situación objetiva tal como
se manifiesta en la estructura económica de clase de la sociedad. La con-
ciencia puede ser atrasada; entonces la tarea política del partido es situar
la conciencia en armonía con los hechos objetivos, hacer comprender a los
obreros la tarea objetiva. Pero no podemos adaptar el programa a la con-
ciencia atrasada de los obreros; la conciencia, el estado de ánimo, es un fac-
tor secundario; el factor principal es la situación objetiva. Por eso hemos
escuchado estas críticas o apreciaciones de que algunas partes del progra-
ma no se ajustan a la situación.
En todas partes pregunto: “¿Qué debemos hacer? ¿Ajustar nuestro pro-
grama a la situación objetiva o a la mentalidad de los obreros?”. Y creo que
esta cuestión debe planteársele a todo camarada que dice que este programa
no se ajusta a la situación norteamericana. Este es un programa científico. Se
basa en un análisis objetivo de la situación objetiva. No puede ser compren-
dido por los obreros en su conjunto. Sería excelente si la vanguardia lo en-
tendiese en el próximo período y se volviese entonces hacia los obreros y les
dijese: “Uds. tienen que salvarse a sí mismos del fascismo”.
¿Qué entendemos por situación objetiva? Aquí debemos analizar las con-
diciones objetivas para una revolución social. Estas condiciones están pre-
sentadas en las obras de Marx-Engels y permanecen hoy, en su esencia, sin
alteración. En primer lugar, Marx dijo en una ocasión que ninguna sociedad
desaparece hasta que no agota totalmente sus posibilidades. ¿Qué quiere de-
cir esto? Que no podemos hacer desaparecer una sociedad por la voluntad
subjetiva, que no podemos organizar una insurrección como los blanquistas.
¿Qué quiere decir “posibilidades”? ¿Y “una sociedad no puede desaparecer”?
En tanto que una sociedad es capaz de desarrollar las fuerzas productivas y
de enriquecer a la nación, sigue siendo fuerte, estable. Esa fue la condición de
la sociedad esclavista, de la sociedad feudal y de la sociedad capitalista.
Aquí llegamos a un punto muy interesante que analicé previamente en
mi introducción al Manifiesto Comunista87. Marx y Engels esperaban una revo-
lución durante su vida, especialmente en los años 1848-50; esperaron una
revolución social. ¿Por qué? Decían que el sistema capitalista basado en la
ganancia privada se había convertido en un freno para el desarrollo de las

87  Se refiere al texto “A noventa años del Manifiesto Comunista”, de este libro.
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fuerzas productivas. ¿Era esto correcto? Sí y no. Era correcto en el sentido


de que si los obreros hubieran sido capaces de satisfacer las necesidades del
siglo XIX y tomar el poder, el desarrollo de las fuerzas productivas hubie-
ra sido más veloz y la nación más rica. Pero, dado que los obreros no fueron
capaces, el sistema capitalista subsistió con sus crisis, etc. Todavía, la línea
general ascendía. La última guerra (1914-18) fue el resultado de que el mer-
cado mundial se tornó muy estrecho para el desarrollo de las fuerzas produc-
tivas y de que cada nación intentase eliminar a todas las demás y adueñarse
del mercado mundial para sus propios fines. No pudieron triunfar, y en la ac-
tualidad vemos que la sociedad capitalista entra en una nueva fase.
Muchos dicen que fue resultado de la guerra, pero la guerra fue resulta-
do del agotamiento de las posibilidades de la sociedad. La guerra fue solo
una expresión de su incapacidad para desarrollarse más allá. Tras la guerra,
la crisis histórica se hace cada vez más profunda. El desarrollo capitalista fue
en todas partes prosperidad y crisis, pero la suma de ambas era ascenden-
te. Al comienzo de la guerra observamos que los ciclos de crisis y prosperi-
dad forman una línea descendente. Ello significa ahora que esta sociedad ha
agotado totalmente sus posibilidades internas y debe ser sustituida por una
nueva sociedad, o la vieja sociedad irá a la barbarie igual que las civilizacio-
nes de Grecia y de Roma, porque habían agotado sus posibilidades y ningu-
na clase podía reemplazarlas.
Esa es la cuestión ahora y especialmente en EE.UU. La primera condi-
ción en la actualidad para una nueva sociedad es que las fuerzas productivas
deben estar lo suficientemente desarrolladas a fin de dar origen a una socie-
dad superior. ¿Están las fuerzas productivas lo suficientemente desarrolladas
para esto? Sí, las fuerzas productivas se desarrollaron suficientemente en el
siglo XIX; no tanto como ahora, pero suficientemente. Hoy, en EE.UU. es-
pecialmente, sería muy fácil para un buen estadístico demostrar que, si las
fuerzas productivas norteamericanas fuesen liberadas, podrían en la actuali-
dad incluso duplicarse o triplicarse. Creo que nuestros camaradas deben ha-
cer dicho examen estadístico.
La segunda condición: debe existir una nueva clase progresiva que sea lo
suficientemente numerosa y económicamente influyente para imponer su vo-
luntad en la sociedad. Esta clase es el proletariado. Debe ser la mayoría de la
nación o debe tener la posibilidad de dirigir a la mayoría. En Inglaterra, la cla-
se obrera es la mayoría absoluta. En Rusia era una minoría, pero tuvo la po-
sibilidad de dirigir a los campesinos pobres. En EE.UU. es, como mínimo,
la mitad de la población, pero tiene la posibilidad de dirigir a los campesinos.
La tercera condición es el factor subjetivo. Esta clase debe comprender
su situación en la sociedad y tener sus propias organizaciones. Esa es la con-
dición que falta ahora desde el punto de vista histórico. Socialmente no solo
es posible, sino una necesidad absoluta, en el sentido de que es o socialismo
o barbarie. Esa es la alternativa histórica.
168 EL PROGRAMA DE TRANSICIÓN

En la discusión, dijimos que Mr. Hague no es un viejo estúpido que se


imagina que en su ciudad existe algún sistema feudal. Es un scout avanzado
de la clase capitalista norteamericana.
Jack London escribió un libro, El talón de hierro. Lo recomiendo ahora.
Fue escrito en 1907. En esa época parecía un sueño terrible, pero actualmen-
te es una realidad indiscutible. Presenta el desarrollo de la lucha de clases en
EE.UU. con la clase capitalista manteniendo el poder mediante represiones
terribles. Es la imagen del fascismo. La ideología que describe incluso se co-
rresponde con Hitler. Es muy interesante.
En Newark, el intendente empieza a imitar a Hague, y todos ellos están
inspirados por Hague y por los grandes patrones. Es absolutamente cierto
que Roosevelt verá que ahora, en la crisis, no puede hacer nada con medios
democráticos. No es un fascista, como decían los estalinistas en 1932. Pero
su iniciativa será paralizada. ¿Qué puede hacer? Los obreros están descon-
tentos. Los grandes patrones están descontentos. Solo puede maniobrar has-
ta el final de su mandato, y entonces despedirse. Un tercer mandato para
Roosevelt está absolutamente excluido.
La imitación del intendente de Newark tiene una enorme importancia.
En dos o tres años Uds. pueden tener un poderoso movimiento fascista
de carácter norteamericano. ¿Qué es Hague? No tiene nada que ver con
Mussolini o Hitler, pero es un fascista norteamericano. ¿Por qué ha des-
pertado? Porque la sociedad no puede ser dirigida más tiempo por medios
democráticos.
Desde luego, sería inadmisible caer en la histeria. El peligro de que la cla-
se obrera sea desbordada por los acontecimientos es indiscutible, pero solo
podemos combatir este peligro mediante un desarrollo sistemático y vigoro-
so de nuestra actividad bajo consignas revolucionarias adecuadas, y no me-
diante fantásticos esfuerzos que broten de nuestras cabezas.
La democracia es solo el dominio de los grandes patrones. Debemos en-
tender bien lo que Lundberg demostró en su libro: que 60 familias gobier-
nan EE.UU. Pero ¿cómo? Hasta hoy, por medios democráticos. Ellos son
una pequeña minoría, rodeada por las clases medias, la pequeñoburguesía,
los obreros. Deben tener la oportunidad de interesar a las clases medias en
esta sociedad. No se deben desesperar. Lo mismo es cierto para los obreros,
al menos para las capas superiores. Si ellas se oponen, pueden hacer fraca-
sar las posibilidades revolucionarias de las capas inferiores, y esta es la única
forma de hacer funcionar la democracia.
El régimen democrático es la forma más aristocrática de dominio. Solo
es posible para una nación rica. Todo demócrata británico tiene nueve o
diez esclavos trabajando en las colonias. La antigua sociedad griega fue una
democracia esclavista. Lo mismo se puede decir, en cierto sentido, de las
democracias británica, holandesa, francesa, belga. EE.UU. no tiene colonias
directas, pero tiene a Latinoamérica, y el mundo entero es una especie de
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colonia para EE.UU., por no hablar de que poseen el continente más rico y
se han desarrollado sin tradición feudal. Es una nación históricamente privile-
giada; pero las naciones capitalistas privilegiadas solo se diferencian de las más
“parias” desde el punto de vista del atraso. Italia, la más pobre de las grandes
naciones capitalistas, fue la primera en hacerse fascista. Alemania fue la se-
gunda, porque no tiene colonias ni ricos países dependientes, y sobre esta
pobre base agotó todas las posibilidades, y los obreros no pudieron reem-
plazar a la burguesía. Ahora es el turno de EE.UU., antes incluso que Gran
Bretaña o Francia.
El deber de nuestro partido es tomar a cada obrero norteamericano y sa-
cudirlo diez veces; así comprenderá cuál es la situación en EE.UU. Esta no
es una crisis coyuntural, sino una crisis social. Nuestro partido puede jugar
un papel muy importante. Lo difícil para un partido joven en una atmósfera
muy viciada de viejas tradiciones, de hipocresía, es llevar adelante una con-
signa revolucionaria. “Es ilusoria”, “no es adecuada en Norteamérica”, pero
es posible que esto cambie con el tiempo y entonces Uds. planteen las con-
signas revolucionarias de nuestro programa. Algunos se burlarán, pero el
valor revolucionario no consiste solo en ser asesinado, sino en aguantar las
burlas de los estúpidos que están en mayoría. Pero cuando uno de ellos sea
apaleado por la pandilla de Hague, pensará que es mejor tener un comité de
defensa, y su actitud irónica cambiará.

Pregunta: ¿No es la ideología de los obreros una parte de los factores objetivos?

Trotsky: Para nosotros, siendo una pequeña minoría, todo es objetivo, in-
cluso el estado de ánimo de los obreros. Pero debemos analizar y clasificar
aquellos elementos de la situación objetiva que pueden ser cambiados por
nuestro papel y aquellos que no. Por eso decimos que el programa se adapta
a los elementos fundamentales estables de la situación objetiva y que la tarea
es adaptar la conciencia de las masas a aquellos factores objetivos. Adaptar la
conciencia es una tarea pedagógica. Debemos ser pacientes, etc. La crisis de
la sociedad se presenta como la base de nuestra actividad y la conciencia es
el terreno político en que aquella se desarrolla. Debemos cambiarla. Hemos
de dar una explicación científica de la sociedad, y explicarlo claramente a las
masas. Esa es la diferencia entre el marxismo y el reformismo.
Los reformistas tienen buen olfato para lo que el público desea; y, como
Norman Thomas, se lo dan. Pero esa no es una actividad revolucionaria se-
ria. Debemos tener el valor de ser impopulares, para decir: “Uds. son ton-
tos”, “Uds. son necios”, “Los traicionan” y, alguna que otra vez, escandalizar
y lanzar nuestras ideas con pasión. Es necesario sacudir al obrero de cuando
en cuando, explicar, y luego volver a sacudirlo: todo eso pertenece al arte de
la propaganda. Pero debe ser científica, no sujeta a los estados de ánimo de las
masas. Somos los más realistas porque calculamos con hechos lo que no puede
170 EL PROGRAMA DE TRANSICIÓN

cambiar por la elocuencia de Normas Thomas. Si obtenemos un éxito inme-


diato, nadamos en la corriente de las masas, y esa corriente es la revolución.

Pregunta: Algunas veces pienso que nuestros propios dirigentes no sien-


ten estos problemas.

Trotsky: Posiblemente son dos cosas. Una, comprenderlo, la otra, sentir-


lo con los músculos y los nervios. Ahora es necesario que nos cale la idea de
que hemos de cambiar nuestra política. No es solo una cuestión para las ma-
sas, sino para el partido. No solo es una cuestión para el partido, sino tam-
bién para los dirigentes. Tuvimos algunas discusiones, algunas diferencias.
Es imposible llegar a una postura al mismo tiempo. Siempre hay roces. Son
inevitables y hasta necesarios. Fue la causa de este programa, provocar esta
discusión.

Pregunta: ¿Cuánto tiempo debemos dedicar a esta discusión entre los


dirigentes?

Trotsky: Es muy difícil de decir. Dependerá de muchos factores. No po-


demos permitirnos mucho tiempo. Ahora debemos llevar a cabo esta nueva
orientación. Es nueva y vieja. Se basa en toda la actividad pasada, pero hoy
abre un nuevo capítulo. A pesar de los errores, los roces y las luchas, aho-
ra se abre un nuevo capítulo y debemos movilizar todas nuestras fuerzas en
una actitud más enérgica. Lo importante, cuando el programa sea aprobado
definitivamente, es conocer las consignas muy bien y utilizarlas hábilmente
para que en cada parte del país todo el mundo utilice las mismas consignas
al mismo tiempo. 3.000 pueden dar la impresión de 15.000 o 50.000.

Pregunta: Los camaradas pueden estar de acuerdo con el programa en


abstracto, pero ¿tenemos camaradas experimentados para llevar a cabo las
consignas entre las masas? Están de acuerdo en abstracto, pero ¿qué puedo
hacer con los obreros atrasados de mi sindicato?

Trotsky: Nuestro partido es un partido de la clase obrera norteamerica-


na. Deben recordar que en EE.UU. no ha existido un movimiento prole-
tario fuerte, por no hablar de una poderosa revolución proletaria. En 1917
no hubiéramos tenido la posibilidad de triunfar sin 1905. Mi generación era
muy joven. Durante doce años tuvimos una excelente ocasión para com-
prender nuestras derrotas, corregirlas y vencer. Pero incluso después, per-
dimos otra vez ante los nuevos burócratas. Por eso no podemos vislumbrar
si nuestro partido guiará directamente a la clase obrera norteamericana a la
victoria. Es posible que los obreros norteamericanos, que son patriotas, cuyo
nivel de vida es alto, se rebelen, vayan a la huelga. Por un lado, Hague, por
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el otro, Lewis. Eso puede continuar mucho tiempo, años y años, y durante
este período nuestra gente se fortalecerá, se volverá más segura de sí misma
y los obreros dirán: “Son la única gente capaz de ver el camino”. Solo la gue-
rra produce héroes de guerra. Para empezar, tenemos elementos excelentes,
hombres muy buenos, formados seriamente, un buen Estado Mayor y no
pequeño. En este sentido más general, soy totalmente optimista. Después,
creo que el cambio en la conciencia de los obreros norteamericanos llegará a
un ritmo muy rápido. ¿Qué hacer? Todo el mundo está inquieto, esperando
algo nuevo. Es muy favorable para la propaganda revolucionaria.
No solo hemos de tener presentes a los elementos aristocráticos, sino a
los más pobres. Los obreros norteamericanos cultivados tienen algo positi-
vo y algo negativo, como los deportes ingleses. Es muy bueno, pero también
una estratagema para desmoralizar a los obreros. Toda la energía revolucio-
naria se gastaba en los deportes. Ello fue estimulado por los ingleses, la más
inteligente de las naciones capitalistas. Los deportes deben estar en manos
de los sindicatos, como parte de la educación revolucionaria. Pero Uds. tie-
nen una buena parte de la juventud y de las mujeres que no son lo bastante
ricos como para estas cosas. Debemos tener tentáculos para poder penetrar
por todas partes en las capas más bajas.

Pregunta: Pienso que el partido ha dado un gran avance desde la última


convención.

Trotsky: Se ha efectuado un giro muy importante. Ahora es necesario ha-


cer una actividad concentrada con esta herramienta. Una agitación general
dispersa no penetra en los espíritus de los ignorantes. Pero si repiten las mis-
mas consignas, adaptándolas a la situación, entonces la repetición, que es la
madre del aprendizaje, actuará también en política. Muy a menudo sucede
no solo con el intelectual, sino también con un obrero, que cree que todo el
mundo comprende lo que él ha aprendido. Es necesario repetir con insisten-
cia, repetir diariamente y en todas partes. Esa es la tarea del proyecto de pro-
grama: dar una impresión homogénea.

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