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La corrosión en materiales de

construcción.
Todo material proveniente de materias primas, tiene un nivel de energía superior
al de sus componentes de origen, por lo tanto, se estabilidad química es menos
estable teniendo tendencia a abandonar ese estado de compuesto, analizaremos
el fenómeno de la corrosión en hormigones, maderas y plásticos.

05/04/2016

Con la colaboración de Bernardo Páez Catalán, Constructor Civil PUC


[constructorpuc@vtr.net]

El fenómeno de la corrosión

Por corrosión se entiende en general a la destrucción (pérdida de su


cohesión inicial) de un material por agentes químicos o físico-químicos,
cuya acción se ejerce localmente o en forma general sobre toda la
superficie de la pieza. En este sentido puede hablarse de corrosión no sólo
de los metales, sino también de otros materiales, por ejemplo: hormigones,
plásticos, cerámicas, etc.

Como elementos componentes de una obra de construcción (desde


edificación hasta galpones industriales) cubren una gama variada de
materiales que están de un modo u otro afecto a deterioros, la validez de
analizar su comportamiento está plenamente justificada. Es por esa razón
que esbozaremos someramente el fenómeno de la corrosión en
hormigones, maderas y plásticos por ser los de mayor relevancia. Para
concluir de modo más profundo con el comportamiento del fierro, dado su
carácter de principal afectado.

Al definir corrosión mencionamos dos tipos de agente, debemos agregar un


tercer agente, los "biológicos" cuya acción se entrelaza con los dos
anteriores, originando un complejo cuadro que actúa preferentemente en la
madera.

Por ley de la naturaleza, todo producto proveniente de materias primas,


tiene un nivel de energía superior al de sus componentes de origen, por lo
tanto, se estabilidad química es menos estable teniendo tendencia a
abandonar ese estado de compuesto.

Deterioro de los Plásticos.

Estos materiales, son substancias sintéticas o naturales que contienen


como ingrediente principal un compuesto orgánico de elevado peso
molecular. Son sólidos en su estado final pero, en alguna etapa de su
elaboración pueden adquirir formas ser moldeados comportándose como
fluidos. Su fabricación proviene por síntesis química (reacciones de
policondensación y reacciones de polimerización).

Las reacciones químicas de deterioro se presentan, en los plásticos según


su estructura química. Los grupos con estructura muy ramificada (plásticos
termoestables) suelen estar muy entrecruzados y por ello su deterioro es en
la mayoría de los casos un fenómeno de superficie.

Los polímeros que contienen grupos hidrolizantes (por ejemplo: esteres,


amidas, nitritos, cetonas, etc.) o con grupos hidrolizables introducidos por
oxidación pueden deteriorarse con el agua, por lo que quedan afectadas
propiedades tales como la constante dieléctrica, el factor de potencia, la
capacidad de aislamiento, la absorción del agua, etc.

Si el grupo hidrolizable es un eslabón de cadena, la hidrólisis puede


provocar pérdida en la resistencia (por ejemplo: éteres, celulosa,
poliamidas, poliésteres, etc.)

El fenómeno foto químico (acción combinada de la luz, calor y oxígeno)


perjudican las uniones transversales y la rotura de cadenas.

En general, el envejecimiento por el calor provoca el endurecimiento y


rigidez debido a la formación de enlaces transversales continuos en todo el
polímero.

Esquema veleta de
corte y superficie de falla
Deterioro de las Maderas.

El deterioro químico de la madera es muy reducido. Los agentes físicos y


biológicos son los más dañinos para la madera, presentándose en forma
combinada, por ejemplo: apolilladura, moho, pudrición, etc.
La exposición prolongada de la madera a temperaturas de 80°C o mayores
produce una pérdida gradual de resistencia, cuya velocidad aumenta con la
temperatura. Si está a la intemperie actúa sobre la madera no protegida,
deteriorándola, la luz del sol, la humedad, el oxígeno y los restantes
elementos atmosféricos. Las reacciones de oxidación e hidrólisis que
aparecen entonces provocan en la madera distorsiones, desprendimientos y
roturas.

Las partes de la madera que están expuestas a cambios continuos de


humedad y sequedad (por ejemplo en postes sumergidos) sufren el
deterioro de las células leñosas por la acción mecánica de su hinchamiento
y encogimientos repetidos.

Resultado tipo torque-ángulo de veleta de corte


en suelo inalterado
Deterioro de los Hormigones.

Muchos ácidos orgánicos como el acético o el láctico, destruyen el


hormigón, incluso en concentraciones reducidas. El ácido sulfuroso y su
producto de oxidación, el ácido sulfúrico (H2SO4), ambos más fuertes que el
carbónico, aunque no tan abundantes, provocan un deterioro más rápido.

El hormigón es afectado desfavorablemente por sales de varias clases.


Ciertos tipos de hormigones se agrietan seriamente y llegan a desintegrarse
por la acción del mar, a veces sin que estén sometidos a la acción de las
olas. Los daños de agua de mar sobre el hormigón los provocan
principalmente el sulfuro de magnesio, el cloruro de magnesio y el dióxido
de carbono. El agua salada se introduce por las grietas y poros y disuelve el
yeso, la cal y los aluminatos que encuentra. El resultado es la expansión,
seguida de roturas, con destrucción de la estructura del hormigón y
conversión de éste en masa blanda. Hay que tener presente la acción
mecánica del agua en los materiales pétreos poroso, cuando su punto de
congelación le hace experimentar un aumento volumétrico.

La Corrosión en Elementos Metálicos.


Refiriéndonos, por tanto, a los metales podemos definir la corrosión como la
destrucción del metal provocado por un ataque "químico" o "electroquímico"
del medio ambiente, propagándose el deterioro desde la interface
sólido/líquido o sólido/gas hacia el interior del material.

Los metales en general son inestables o químicamente activos en ciertos


ambientes (ley de la naturaleza que se mencionaba anteriormente). Si se
les deja sin una protección especial en contacto con la atmósfera o con
diversos otros medios se produce corrosión. Es decir los metales tratan de
volver al "estado natural" en que se encuentran en la naturaleza, es decir, al
compuesto químico más estable, (óxidos, sulfuros, carbonatos, etc.).

Para nuestro caso, el fierro (Fe), que es el más empleado en la industria de


la construcción, en estado nativo (puro) es muy escaso, encontrándose en
forma abundante en estado combinado formando óxidos (Fe203: Hematita
Roja y Fe304: magnetita).

Por lo general el estudio de la corrosión suele estar dividido en dos grandes


apartados, que estudian dos procesos esencialmente diversos: la oxidación
directa (llamada también corrosión seca o química) y la corrosión
electroquímica (corrosión húmeda).

En la "oxidación directa", que tiene lugar en atmósferas secas a elevadas


temperaturas, los átomos metálicos reaccionan directamente con el medio
agresivo (O2, SO2, CL2, etc.). El ataque se verifica en toda la superficie
metálica.

En cambio en la "corrosión electroquímica", que se da cuando e metal está


en contacto con un medio electrolítico (agua natural, agua marina,
humedad, etc.) el ataque se produce en las zonas anódicas de pilas
electroquímicas. Aquí el proceso destructor no se extiende por igual a toda
la superficie.

Los metales en general son inestables y si se les deja sin ninguna


protección especial en contacto con la atmósfera o con diversos otros
medios se producirá corrosión.

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