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teratura, medieval © no, un procedimiento usual cuando se trata de hombres politicos 0 de estrellas de cine. Quiero agradecer a Eldha Gonzilez Pérez sus acertadas sugeren- cias durante la revisién del texto. La Doncella Manca Prélogo cuantos lZoigan) Sepan todod que podrin disfrutar y aprender ‘oyéndola pero que, si hay alguien en el pablico a quien le abu- tra excuchatla, jpor Dios, que se vaya sin demoral, porque no es taz0- nable ni cortés molestar al narrador. Mis me apeteceria revolver el fan oa =] ‘anidad. Esa gente no hace més que scar todo lo malo que hay en el mundo y lo bueno se lo callan, Como esto no me gusta, les ruego que, antes de que yo empiece con mi novela, se marchen, o al menos no discucan ni armen jaleo, porque tuna bonita historia ve echa a perder si todos los asistentes no la escuchan con las mismas ganas y de todo co- razén, Por eso, les pido a éos que no se queden a escuchar mi cuento. Lo he compuesto en versos, pero no se sorprenda nadie sino uso. rimas leoninas, porque sé muy poco del mester de clerecia, y jamais habia escrito versos antes. Me he animado a hacerlo porque tenia una historia verdadera como materia de novela a versficar, y creo que no hay derecho que uno calle lo que se debe recordar y dgje que se piet- da el placer de contar. Ahora ruego a Dios que me dé talento para ultimar lo que em prendi y seguir componiendo versas, y que cole de bienes a los que alaben mi trabajo. Ahora, voy a empezar sin poner una palabra que no sea verdad, a no ser que la nécesite para alargar la rima, pero procu~ taré alinear versos de la forma mis recta y escuet. l ' Muerte de la reina de Hungria rase tna vez, hace mucho tiempo, un rey muy sabio y cortés, E ty svino sbareaba toda Hung Cores y dingy er también su mujer, l gentil hija del rey de Armenia, dotada de tuna deslumbrante belleza y de cuslidades tan prodigioss que, segtin ‘reo, habria que recorrer medio mundo par hallar una dama que se le pudiese comparar. Ciertamente, no me demoraré haciendo su reato porque necesitaria demasiadas pinccladas y lo Gnico que pretendo es seguir fel a la historia y caminar por la recta via del cuento. ‘Asi quc me limitaré a decir que los reyes compartieron sus vidas dice afios y que de esa union no tuviewon mis que una hija, Pero eso si, la nifia que tajeron al mundo era un prodigio de belleza. A. esa don- cell le pusieron de nombre Joie, por el sinfin de gentes que se alegia- ron cuando la noticia de su nacimiento recorri6 el paisDios, eterna” fuente de dones, la colm6 con todos, pero Naturaleza nose qued6 a 1a zaga y le regalé bellera, bondad y sinceridad, de forma tan singular aque ninguna mujer de su tiempo aleanz6 tanta fama por sus dotes y si- bidusia Fue Entonces cuando sobrevino la Muerte, que todo lo trastoca ¥y munca se cansa de mudar la suerte. Echa por tierra todo cuanto se habia edificado, sin esquivar a rey nia reina, tocando la luz del dia iis soleado en grisicea lloviena; como cuando el sol mis hermoso se nubla con cortinas de niebla, asi se muda el gozo en sombra de dolor. La Muerte nunea aceptari otro rescate de quien tenga ya pre~ a (* so en su cfrcel, sea anciano o joven, que su cuerpo desnudo, palido hasta la lividez, La Muerte a todos tos y temor. De la reina ni siquiera esperé a la vejez, sino que la asalt6 y golpe6, hasta trocar en demacrada palidez su color espléndido de deliciosa rosa Postrada yace la reina en cama y, como pods imaginar, no silo el rey se desespera, sino todos los de su pueblo, que quedan presos de ‘una congoja inmensa, El rey no abandona sw alcoba, y cuando com- prueba que no hay fisico capaz de hallar remedio a su enfermedad, ya no puede contener el lanto. En cierto momento, el rey se acere6 a su mujer y le dij: Amada mia querida, me duele mucho veros con esta cara tan pi- lida, Sois demasiado joven para separaros tan pronto de mi efior —contestaella-, ni la vejez ni la juventud pueden, por des- grad, cambiar los designios divinoy” Ast suele ocurrir que alguien ue tenia toda la vida por delante, o asi por lo menos lo creian todos, ¢ iba a franquear el tltimo el umbral de la muerte, es quien primero abandona el mundo. Lo que Dios lo quiero yo tambie sme ducle cumplir Su voluntad. Ya sé que he de morir y que no pue- de ser de ora manera. Pero en nombre del profundo amor, cuyas pprucbas me habeis dado a lo largo de tantos dis, y por la felicidad que yo misma os brindé, os pido que me concedis un don, =En verdad, Sefiors —responde el rey-, de todo lo que puede ha- cer un hombre por una mujer en este mundo, no hay nada que no hi- , ‘Asi se debate y atormenta Joie, a hermoss doncella, en todo el es plendor dela juventud, cuando de repente oye las voces de quienes la aman, cad vez més alto, desde su eémara, adonde la han ido a bus- car para levirsela al rey. La doncellasiente emo apremia el tiempo, No puede permitirse una vacilacién, lo sabe Ahora aleja de si su: mano izquierda y la apoya sobre el alftizar de la ventana. Con la mano derecha sujeta el cuchillo, Lo que va a hacer ahora es un gesto tan desesperado que creo que jamis lo habia inten- ‘ado ninguna mujer: ahora levanta con toda la fuerza el cuchilloy se golpea con tal impera la mutieca que de un tajo hace volar st mano [por los ares, lejos, lejos, hasta caer rio abajo. Demasiad fuerte ha si- do el dolor que la alts y exe desmayada, perdido el conocimiento, ‘Antes de que volviera en sila doncella, surgié un pee, al que llaman esturién, que se apresuré a tragar la mano y, temontando la corrien~ te, iba dando brincos y jugueteando tan contento. Vamos a dejar por ahora la historia del pez y a volver a Joie. Re cobra el sentido y se incorpora. Siente un dolor insoportable en el ‘nusién, y con la otra mano lo va envolviendo con el velo que lleva bu en la cabeza. Ha perdido todo el color, y su cara bermeja se ha vuelto de una mortal palidez, lo que no es de extrafar. Sale de la co cing ¥ vuelve a sus aposentos, donde la esperan cuatro condes, que uy felices con s6lo vera, sin percatarse de nad, le dicen: Gentil princesa nuestra, os taemos una buena y muy grata not cia. Alegraos, vais a ser reina de Hungria. El rey os espera en la gran sala palaciega. Nos manda decinos que acudiis inmediatamente, sin anis dilacién, para honrarle y testimoniarle vuestra gratitud, y no s6- Jo al rey nuestro seior, sino a todos los dignatarios del reino, que con tanto empero y denostados esfuerzos han luchado para que disfrutéis dl mayor de los dones: sibed que, gracias a ellos, vais a ceiir una co- roma de oro. Venid, todos os esperan impacientes, también los prel dos, que proclamarin roto el vinculo de linaje para que podais casa -t05 con vuesiro padre Con parcas palabras, la doncella respondi al punto que acuditia donde el rey, si aslo mancaba, Con mortal palidez, perdica toda co- lor, signié alos cuatro condes, que en compatiia de un séquito de da mas de alto linge levaron a Joie ante el rey. Alli en a gram sala pala- 40 ciega, habfa una numerosa asamblea de barones y caballeros que te~ ‘nian ala princesa en gran aprecio, por sus.conocidas cualidades, y que se alegraron al verla EB] rey la saluda con afecto y la joven responde con la mayor cor tesia que Dios les conceda una hermosa jornada. El rey ha cogido a su hija de la mano y la abraza con toda dullzura, cuando de repente ve el atroz vendaje y grita con desgarro su nombre: ~iJoie, hija! 2Qué os habéis hecho? De dénde viene esta espanto- sa herida? Peto en ver de atender y escuchar su respuesta, vuclve a dirigir a su hija el mismo discurso que ella acababa de oir en boca de los men- sajetos, y esto le desagrada tanto ala doncella que intenta terciar con ppocas palabras: Ya 0s he comprendido, Sefior, pero no llegaré a ser reina porque yasoy doncella manca y, por mi alma, un rey no puede tomar por cs sa a. una Deja entonces al descubierto el muiién izquierdo que habia man= tenido envueko en el velo. Cuando el rey y toda a festiva asistencia vieron el terrible tajo de su brazo, al que faltaba toda la mano, en un instante, toda la alegria se torné en dolor, asombro y turbada tristeza Jamtis se habia visto mudar énimos tan brutal y repentinamente. La Piedad que conmovia a todos les arrancaba sollozos ¢ incesuntes ligri- ‘mas. En cambio, el rey. que enseguida se dio. cuenta de.que su hija hhabia_obrado i fe. paraescapar asia la voluntad paterna, con absoluto desprecio por la lealtad moral_que suponia un gesto tan Fiente, se dejé evar de la furia mis eruel cuande vio escapitsele el ob- Jeto de su deseo, Llamé a hombres de su guardia para llevar presa a Joie de inmediato y arrojarla al calaboz0 mis horrible y oscuro, de donde sélo habia de salir, lo jur6 por Dios, para ser quemada en la hoguera al dia siguiente y fuera de su presencia, porque no queria que la pie dad Io hiciera volver sobre una decision irrevocable. Con terribles amenazas, encargé al senescal el cumplimiento de tan horrenda misién: Mis te vale obedecer mis drdenes. Si no lo hicieras, te reservaria |h misma suerte. En cuanto a los de tu linaje, jmejor que no se que- den al aleance de mi eastigo! ‘Ante su desatada ira, ninguno de los barones se atrevio a manitfes- tar su pena y consternacién, “1 roe Joao ie) ea05 Si vuestra voluntad es irrevocable, por mucho que me pese, se flor ~contest6 el senescal-, no me atreveria a dejar de cumplitla, El desconsuelo se apoderd de la corte, que se dispersé entre llan- tos y seftales de duelo. Hasta el rey abandoné el palacio para refugiar~ se en uno de sus castllos huyendo de tari ominoso lugar, en cuyas sa las desiertas s6lo se quedaron el senescal y el preboste encargados de dar tormento a Joie, que, encerrada en un siniestro calaboro debajo de las murallas, aguardaba el suplicio Ao Vovonran ot bios v De como Joie escapé de la hoguera para aventurarse en el mar labozo a su propia hija para que hiciera eompaiiia a la donce- la, alumbrindola con teas encendidas. También queria offe- cerle comida, pero ella andaba con tal tristeza que habia perdido el apetit. Pronto corri6 por todo el reino la noticia y todos se enteraron r= pidamente de que pretendian que Joie ardiera en la hoguera, lo que ddej6 a todos estupefactos. Hasta el tltimo pobre, pues ella daba ropa a todos los necesitados, todos sintieron-dolore indignacién. De haber Tecorrido el pais, vosotros habriais podido ofr comentarios de este ti- po: «{Dios mio, Dios mio, qué dolor y qué destruccién se han abati- do sobre este pais, cuando a Ja mejor persona jamis nacida quieren sin piedad, precisamente por su gi an hablando todos los habitantes del p. nna y maldiciendo al responsable de tal crimen. Quisiera dejar ahora de hablaros del pueblo para volver al senescal Este era hombre sabio y creyente, y se quedé en vela toda la noche, presa del pavor, pensando en la enorme crueldad de la orden que le habian mandado ¢jecutar. Pas6 otra noche de insomnio, apesadum- brado por la angustia que agitaba su corazdn: «jAy! “iba quejindose-, si mando quemar a esta dama significa mi eterna condena, Siempre me odiarin todos los que oigan hablar de lo ye irine ate cataeresoaren aiamansiiaieal 5 iecencaaee 2 que hice, También suele ocurrir que quien onlena umn crimen bajo el impulso de la c6lera luego se arrepiente y siente disgusto. No se pue~ de perder la esperanza de que el rey cambie de parecer, y si cambiara mientras yo haya mandado quemarla, mas me valda estar en Tarso, © en la gran India, que aun tan lejos podria ocurrirme alguna desgra- Gia. No voy a mandarlaa la hoguera, pero no sé qué hacer. :Qué otra cosa puedo hacer? Si la dejo escapar, esto me podra causar mucho da- fio: volveri mi sefior y mandari que me quemen a mi en la hoguera © cualquier otra forma de quitarme la vida. 2Qué hacer? No lo sé, ni logro tomar consejo para decidirme, porque entre dos males no alcanzo a ver cuil es peor, sabiendo ademas que ambas vias me han de llevar a la adversidad, De ninguna forma permitiré que ella muera ya evar ast a bajo tan cruel tortura. Como estamos cerca del n costa y en medio de la noche la dejaré en una bat provisiones y vino, como para ocho dias. La nave no tendré remos, ni ‘mistil, ni marinero, ni timén, Si Dios quiere que se salve, nada me ha- +iimis feliz. y si muere, al menos no tendré que verlo, (Que suisuet- te quede en manos de I indo la haya dejado en la barca, man. daré recoger mucha rama de espino y al alba, cuando ella ya esté en Ja mar, prenderé fuego a la hoguera, antes de que nadie pueda acudir, para evitar que se manifieste el dolor del pueblo. Luego, haré correr el rumor de que fae quemada antes del amanecer» ‘Cumplid el senescal el plan que se habia trazado: llamé pronto all carcelero, que acudié deprisa porque apreciaba y a su vez temia al se= nescal. Le pregunté entonces por qué le habia mandado venir. —Quiero que me juréis -eontesta el seneseal~ que nadie sabra ja- mis lo que 0s voy a decir, Necesito vuestra ayuda para cumplir mi propésito. El carcelero no dud6 en darle su palabra y el senescal le confid en- tonces de qué se trataba y cémo lo tenia planeado. Al carcelero le pa- recié bien y entendié que habia que actuar sin demora Si queréis, ya estoy dispuesto para salir. El seneseal acepta su propuesta, y se encamina hacia el mar el car= celero, en busca de todo lo que necesitaba: la barca, el vino y las ian chs. Vuelve para decirle al senescal que ha cumplido con su mision y que todo ya esta listo. El senescal lo felicita por su rapidez y le man: da ensillar tres caballos y luego ponerles el arnés. Uno lo iba a montar Joic, que cabalga ahora muy afligida entre los dos hombres. eB Salieron de la ciudad sin que nadie los viera porque era una noche muy oscura. No hicieron alto hasta llegar al mar, derechos hacia la na ve que espetaba. 2Con qué propésito me habéis traido hasta aqui? ~progunta en- tonces Joie. Jamis se habri visto a una princesa salir de su rango y enffentarse a tan inquietante aventura. fora mia “le contesta el senescal-, fue por inexorable manda~ to del rey, que me ordené quemaros en la hoguera, y ello, sabed, so pena de perdcr la vida, Pero la compasién que senti en lo mis hondo del corazén no me dejé sufrir de ninguna manera que pudierais mo= rir bajo tal tortura, Os entrego a gracia de Dios. (Que os guie y proteja! Habeis de saber que siento una antarga tristeza por tener que actuar asi, pero no tengo otro remedio: el rey ha perdido su honra, y se deja llevar por una perversa crueldad. Temo que su venganza se de~ sate contra mi, También os debo decir que, si él supiera que no ha~ béis perecido en la hoguera, yo seria declarado culpable y su eélera se abatiria sobre mi —Ciertamente, generoso sefior ~contesta la doncella~, todos los que me han Hevado hasta tan desastrosa situacién son culpables. Por su culpa he de aventurarme en las olas del mar. No merecia afrontar exe destino, pero, ya que es asi, prefiero perecer ahogada a ser que- mada en Ia hoguera. Si es la voluntad divina la que os inspiré tal man= damiento, 0s estoy muy agradecica por haber evitado que mi cuerpo ardiera en la hognera, Asi mismo, ruego a la justicia divina que per- done a mi padre por haberme querido destruir, y le dé mas alegria de Ja que a mi me queda El senescal y el earcelero quedaron conmovidos hasta las lagrimas y lorando la embarcaron, y encomendandola a Dios, la pusieron rumbo al mar, para que navegara a donde la llevase la voluntad divi- na. Se les hace muy dura la despedida, pero han de volver a la ciudad antes de gue amanezea. Mandaron Henar cuatro carretas de lena y llevarlas hacia el campo. En cuanto amanecid, prendieron fitego al espino. Al volver a la ciu= dad, el carcelero abrié las rejas del calabozo y empez6 a dar voces, re- pitiendo: =iAy, Joie, Joie, a qué inmensa desgracia os ha llevado tanta bon dad! ;Qué infinita virtud la vuestral Los habitantes de la ciudad que le ofan lamentar asi la suerte de st “4 i 3 princesa, le fueron preguntando de qué triste suceso habia sido vieti- ma, Les respondi el carcelero que la habian quemado en la hoguera Al poco rato, se extendi la noticia por toda la ciudad, provocando el mayor revuelo e indignacién. ‘Todos se volvieron locos de dolor, sintiendo como suya esa muer~ te, y como si hubieran podido remediarla con la propia vida, fueron corriendo hacia la hoguera. Alli estaba el senescal, llevando gran due- lo y dando a entender que la doncella habia quedado reducida a ce- nizas, Con tal andid hizo creer a todos los habitantes del feudo que Joie habia encontrado la muerte. A la gente sencilla, eso le parecié tuna traicién criminal y se rebel6 en contra del rey, con fuerte odio. El senescal pidié audiencia a su seiior para informarle de bia cumplido sus rdenes. Se lo agradecié el rey, que todavia se en- ian hay lacn él hasta legar.a un remordimiento insoporta- ble: le perseguia el recuerdo del atroz suplicio que habia infligido a su Toda ello lo sabrin quienes escuchen la historia hasta el final, ppeto dejemos ahora la corte de Hungria con su soberano y toda la ba~ ronia, porque quiero volver a la doncella, sola en su barca, sin vela ni mistil. vi De cémo Joie arribé a un puerto de Escocia suffe la hermosa joven, abandonada a la soledad de la nave, y cémo pide a Dios ya su Madre que la salven del peligro, He~ windola a ben puerto Algo fli le iba sucediendo sin embango: val- win a crecerle lb pil sobre eL.puuion, lel forma que iba eurindose perfectamente, No por cllo dejaba de sentir una enorme congoja; a nadie le extrafard, ami tampoco: zcémo iba a ser de otro modo? Una owen sin. ctra-compa ia oes. cman sin-aemes ns icy ya ex ba E nese punto de la historia se cuentan los amangos crances que iene gerar y lamentarse: aa gemia-, jgué temprana y cruclmente-me has hecho sitar sobre tu rue ae tu redal Cuando mis arriba estaba, gozando de alegria y 45 contraba dominado por una ira insiciable. Lucgo, el dolor y la pena Pao solaz, de tan alto me has derribado a tus pies y-ahora vas pisindome sin piedad. Jamis en-un solo dia suftié mujer alguna tan gran revés poractuar con rectitud. Dia y noche voy navegando sin rumbo, al al- bur de las ola, Seftor Dios, euya generosidad derrama dones sobre to- dos, para que escapiramos a nuestra triste condicin quisiste padecer Ja muerte en la cruz, por culpa de Adin y Eva, que tanto dolor cau saton a los que nacieron antes de que fuera revelada la naturaleza vit ginal de vuestra Madre en la Santa Encarnacién. Ciertamente, en el infierno os han esperado tras la muerte muchos hombres justos, ade- mas de Adin, Eva y san Abraham. En medio de suftimientos, David conoci6 alli vuestras sigradas palabras y com ellas compuso sus Sales. Fue el proféta que intuyé en su coraz6n que de una mujer habriais de racer, porque de otra forma jams podria ser perdonado el pecado que Adin cometi6 por dejarse llevar del orgullo. Dios verdadero y ge- neroso, para que eso adviniera mvisteis que abandonar el mundo, tras poner fin a la costumbre tan injusta que durante largo tiempo man- daba al infierno a quienes mueiesen, sean justos © pecadores. Vinisteis a cumplir a profecia de David, suftiendo durante treinta y dos aiios ‘cuanta pobreza y guerra conoce la tierra. Tanta lucha emprendisteis s6lo por que un diablo levé a un hombre a morder de una manzana Por ello suftisteis tanto dolor, clavado en la cruz, cinco llagas y la he- rida de a daga en el costado. Tras la muerte, bajasteis al infierno sin demora, en busca de vuestros amigos, presos de los demonios. Rom- pistes ls frertes puertas del infierno para liberar a vuestros amigos, lo que hoy sigue provocando la furia de todos los diablos. Luego resuc tasteis, segiin vuestra voluntad, y faisteis a visitar a vuestros apéstoles ppara quedaros con ellos hasta el dia de Ja Ascension, Antes y después, ‘muchos milagros hicisteis, de todos conocidos, que no voy a traer a colaci6n, pero logratlos con suma facilidad, como cumpliendo a pla cer lo que vos queriais que ocurriese, Sefior Dios, sies verdad, como asi lo creo, todo cuanto acabo de evocar, os ruego tengiis la bondad de obrar de tal suerte que, libre de los peligros del mar, legue a puer- to sin que alli me eausen daft, siempre que sea Vuestra voluntad con sderme mis vide Dios oy6 su oracion y escuché sus ruegos: dia y noche, con la ve~ locidad que alcanza la flecha cuando sale de un arco de buena madera de citiso, Hevé la nave una singlidura de ocho dias. Al noveno, la don- cella divis6 una tierra proxima a Inglaterra, cuyo niombre es Escocia 46 Aquel dia era precisamente el de la fiesta de las brasas, una suerte de carnaval que se celebra antes de la Cuaresma, y toda la gente de Berwick andaba de festejo por el mar, con toda clase de juegos.algu- Oy -colgaddos de los mistiles, otros saltando, bailando y dando volte- tetas, Era una costumbre que se mantenfa y una fiesta a la que acu- dian todos. Con ellos estaba el prebeste vigilando los juegos, por si acaso algunos atrevidos emprendiesen alguna rifia, Mirando al mar, fue el primero en ver llegar la nave, y ya no pudo soltar la vista, tan sorprendido como estaba: venia derecha hacia él, ripido cl rumba, y sin que lograra ver marincro o timonel. Ocupada como estaba la gen te en divertirse, nadie prestaba atencién, pero les sefial6 el preboste como Hlegaba un barco sin vela ni mistil, que ya quedé en el punto de mira de todos. Cuando se acereé a la orilla, todos se precipitaron hacia el camino de sirga para arrastrar el barco a tierra, y vieron entonees cémo la don- cella se encontraba sola 2 bordo. El preboste, acostumbrado a hablar con ficil elocuencia y estilo, la saluda muy eortésmente —Doncella, jque Dios, siempre generoso, os conceda la gracia de una feliz aventura ¥ os colme de alegria! chor —responde ella, jque 0s oiga Aquel a quien acabsis de in- =Esperamos saber de vos, doncella, si os place, de qué pais venis y cémo of llamiis fio le desgracia y, al arril tra tia, s6lo os ruego que tengiis a bien salvarme, sin més pregun- tas, por favor, porque mas no os he de decir. TS ies —Ciertamente, os lo concedo de buen grado, hermosa doncella, y reo que, si alguien 0s ha causado dafio, ahora en cambio habéis lle~ gado a buen puerto, Os levarin ante el rey, mi sefior, que manda so- bre todo el pais. Es joven, guapo y de gran talento. Al amparo de su madre nada os ha de faltan Os quedo muy agradecida, seiior ~responde Joie. Con alegre cortejo la gente le hace compatia y la leva por la ciu- ddad. Durance todo el dia es objeto de miradas, y pese a la palider de su rostro puesto a prueba por el suffimiento, su belleza no escapa a nadie. Al fin, se quedé con el preboste en su mé |. Por mis que &te siguiese intentando arrancarle su secreto, ella permaneceria calla~ Disctira, a7 da, hasta que se hartara de-hacerle preguntas, En cualquier caso, ella Je causaba una impresion muy favorable y por la noche la dejé al cui- dado de sus dos hijas, que la colmaton de atenciones, ‘Al dia siguiente, no quiso esperar mis, y en cuanto amanecid, hi- zo montar a Joic en un palafrén de suave andadura para Hevarla hasta Dundee, en cuyo castillo residia el rey, con st madre y un séquito de doncellas a cul mis hermosa. Aqui, en la corte, los dejamos desmon- tando, el pie ya fuera del estribo, y pisando los peldatios que Tevan a 1a gran sala vil De cémo se enamoré el rey de Escocia de la Doncella Manca ‘grandes sefiotes, Llevando de la mano ala hermosa doncella, se acereé a ka mesa el preboste y primero se incliné ante el rey para saludarlo, lucyo, ante los barones quc lo acompafiaban, Seftor ~dijo-, mirad con qué preciosa prenda acudo a vuestra corte. Ayer nos entcontribamos celebrando fiestas en el mar, mis get tes y yo, cuando vimios llegar una nave donde sélo iba a bordo esta hermosa doncella, Debe de ser de alto linaje, segdn creo, por las muestras de cortesia y el sabio comportamiento que se pueden apre- car en ella, Tiene desgraciadamente una mano cortada, de cuya he- rida ya se ha repuesto perfectamente, pero no sé nada mis, puesto que «lla io quiso confiar en mi y siempre se atuyo al secteto para no con testar a ninguna de mis preguntas. Comprendo que le duela hablar de sus desgracias y quebrantos. Si no fuera por tantas prucbas como su co que resultaria dificil encontrar estarua o talla de madera cu- ya belleza la igualara. Ahora es vuestra, podéis disponer de ella segiin ‘osplazca, sin que nadie se interponga, porque llegé de un Iejano pais, feat Esp, Sia o estima, me parece qe pots acogea en a corte, Estaria muy bien atendida por la reina, mi sefiora, cuyo afecto confio sabri ganarse, “Todo lo que conté el preboste, asi como su propuesta, resultaron, Ee a hora de la cena, que presidia el rey, rodeado de veintitrés 48 del agrado del rey, que era de un natural muy generose. Llam6 a Joie para que se acercara y le habl6 con suma cortesfa Hermosa doncella ~dijo-, si asi me lo permitis, mucho me gus- taria preguntaros de dénde venis y cual es vuestro linaje. Podéis con fiar en que esto no os causa ningtin perjuicio, Os prometo, bien al contrario, concederos cuanto 0s apetezca ~Seitor, estoy a merced de quienes quieran ser generosos conmigo, ya.que nada poseo, y con mi pobreza y mi soledad el mar me trajo na~ vegando desde un lejano pais. Me encuentro desgraciada y débil, lo ‘mis desafortunado y abandonado que uno pueda llegar a sentirse, sin amas de seguir viviendo, si Dios lo tuviera a bien. Que nadie me ha~ 4 preguntas, porque antes quisiera que me enterrasen que contar mi infortunio-sf-a‘s me valdria morir antes que contarlo, ‘Mientras va diciendo tan desesperadas palabras, el rey no. deja de mirarla y ve cémo al Ilnto lena sus ojos de ligrimas. Como le resulta tan entristecedor, la confia.a su madre, rogindole que la deje tranqui- Ja, que haga sélo lo que le apetezea y no le cause ninguna pena ha ciéndole preguntas que la pudieran molestar, hasta que parezca encon~ trarse algo mis feliz. La reina siguid al pie de la letra los consejos de su hijo, y mand6 a su séquito que atendiese a la doncella con toda con: deracién y afecto. El preboste prolongs su estancia wn dia sis, perma- neciendo en compaia de su sefior, antes de volver a su mansion. Joie seguia en la corte, rodeada de un trato muy agradable y hasta cariiioso, pero nadie podia llamarla por su nombre porque seguia ne~ gindose a decir cémo se llamaba y de dénde venia, Un dia, fie a visitarla el rey para intentar saber algo, escuchar al guna confidencia sobre todo lo que ella mantenia en secreto y que él deseaba conocer, Como todos sus esfuerzos para convencerla resulta rom vanos, acabé diciéndole: =Puesto que no sabemos vuestro nombre, quuc-charos uno, ¥ para que asisea, decido yo que llevéis desde ya elde Manekine. Este nombre, como vais a ver, eyendo la novela, iba a conservarlo bastante tiempo, pero tal era el dolor de corazén que afin le eausaba acordarse de la conduicta criminal de su padre que le era imposible de cir de quién era hija Con el tiempo, sin embargo, fue remitiendo el duelo de la Don- cella Manca, que empez6 a sentir como toda la desgracia que habia 9 _) we | padecido antes ahora se le mudaba en felicidad, Su conducta afable y cortés no tardé en ganarle el aprecio general, porque a todos les te sultaba grato verlay estar eon ella. Ademis, spo guardarse muy bien de los que tienen por oficio difamar: de ella sin caer en Ja mentira, sélo se podia hablar bien. El buen trato que le reservaban le devoh Ja belleza,tantas eran las atenciones de las doncellas que cf rey habia puesto a su servicio para disfrutar de todo lo que se le antojara sin la tnenor dificultad. Habia alejado de su comaz6n toda amargura, y to- dos la querian precisamente por ly dulzura de su caricter. No paraban | de hablar de ella,y se deshacfan en elogios: asi alababan como prue- ba de mayor nobleza el comportarse con tanta cortesia en in pats que no era el suyo. Lleg6 su fama de mujer admirable a oidos.de quienesno n la corte y-ni-siquicta la haban visto, pero asentian en todo, se alegraban y-hastaJa-quetian, Eley mismo cedié a un profundo afecto hacia ella, y siempre que | volvia a Dundec, donde residia habitualmente, ibaa vistarla, y se en tretenia com ella dela manera mis delicada y cortés. Ella jugaba al aje- | Soc \wutdrez con tanta ciencia que no habia quien la ganara, por muy-exper- | to que faese. Aparte de al ajedrez, sabia jugar a las tablis y a otros | Fasticmpos que procuran delet. Asi eran frecuentes los ratos de fcia que compartia con el ey, en toda lealtad, Tan asiduas se hicie ron las visitas del rey que mis de tna vez, al percatrse de cuanto las echaba en falta le parecia que se estaba volviendo loco. Ciertamente, como eutando sale disparada del arco la flecha, no puede retroceder en | @caagdt veloe vuelo. ai quando. Amor dapars sun dado, dese os ojos hasta To hondo del cota, ex del vo imposible retaros, has. gue 0S hayan dejo incurable herd, y-n9 solo ns, sino ot y oma, y © cada wna dele hasta provocar congoja, gemido y queja ye Muy peligroso seria el amor sino fuera a su ver fuente de deleie |e No podria suffir tanto el corazén si no le gustara el dolor, (Qué ex- | trail esto de que pueda gustar el dolor! zAcaso no son coms opues- ; | tas? sCémo puede sentir uno placer por lo que duele dix y noche? ‘Tampoco ¢s ficil entender que se ame algo a lo que mo hay mxis 1¢- | | medio que lamar duelo, pena, tormento. Os lo voy a explicar ahora |, sewiin creo, tendréis que admitir que es verdad, al menos si sabéis \ El amor es tn deseo que tienta y apresa a mis de un corazén, y os dlré de qué manera, Amor tiene muchos mensajeros suektos por el mundo: son Jos ojos, que se usan. por supuiesta, para ver, pero-cada corazén eres lo que ven sus ojos, Uno dirige la mirada a donde le le- vacel deseo, y queda a su merced, confiando en Jo.que ve, Pero rest! {a que por naturaleza los ojos andan mis locos que bestia pastando en tun prado, porque s6lo miran lo que les gusta sin atender a ninguna otra az6n que al deseo que los atrae, Todo esti trabado con tal suti- Jeza que los ojos son Ta luz del coraz6n: todo lo ve el corazén a tra~ vés de la mirada, y como a los ojos les atrae por naturaleza todo lo hhermoso, siempre se dejan seducir por las personas bellas. La natura- leza y el deseo que mandan sobre la vista siempre levarin a los ojos a imirar lo que causa placer y delete, y en cuanto tienen ya al objeto de sui deseo, requieren al corazén para que mire lo que les ha gustado, Tan pronto como obedece el corazén, sin ponerse en guardia, Amor libra sus aaltos a golpes de miradas, y tanto lo agita y abrasa, que ya queda preso del deseo, aleanzado por la honda herida, desgarrado en- tre pensamientos tan contrarios como lo son invierno y verano, Acabo de exponctos cusinto puede ino padecer por amor. Ahora os dité por qué a este sufrimiento se le Hama Amor: porque a uno le gusta pensar que a él le auceders precisamente lo contrario de lo que ha oido comtar, es decir uno espera yer logrados todos sus descos. y Gre ferte arranque de Ia vohustad de amar es coma tina cura de es peranza, gracias ala cual se pueden soportar todos los males y sufti= Iientos amorosos, Los enamorados quedan sujet a_esta sos: tan pronto crecé Ta esperanza de lograr el amoroso deseo como ssufrimientos han sido en vano. Asi se que para tno cl amor sea la cost mis deleitos y dulce mientras que para otro es algo amargo y sombrio, Nadie deberia Gar- se-de un sentimiento que lo mismo puede resutar madre. que ma- drastra, Para aquél seri largueza, para éte ow, pura avaricia, Hay mores felices, otros desdichados. Vida y muerte, gozos y duelos, es tun juego donde unos pierden, mientras otros salen ganando, por lo aque no es de extraftar que algunos canten alabanzas, mientras los dle~ mis se deshacen en lamentos. El mal de amor puede ser gélido 0 ca~ Iuroso, porque oma es hiclo, ora calienta como los rayos del sol. A auien recorra sus caminos, que no se sorprenda si le espera el infor- tunio, y esto fue lo que habia de suceder a esos dos javenes a quienes experaban muchos amorosos trances. a Cagares Geaeeae van Amorosos trances de los dos jovenes hora quiero volver al relato sin mis digresiones. Cuenta en- DA sae tt go hem oe quien ahora llamaban la Doncella Manea, tanto por su belleza ‘como por su estilo cortés, que Amor asilt su corazén con la arseba tadora fuerza del deseo —asi es la ley que impone a sus vasallos-. Amor ya lo tiene sujeto, atado por tan fuettes lazos que solo los podria soltar ella, a quien quiere precisamente quedar vinculado por una pasin tan violenta que serfa lnego motivo de sufrimiento, Amor alcanz6 alli una naturaleza que no se revela siempre con tanta pasion, porque si el rey se debatia en amorosos trances, la doncella tampoco andaba a salvo de Jos embates, y Ja misma fuerza apresaba su corazon. Tanto queria ella al rey. como cl ry la querfa.a ella. Compartian entonces el mismo tor mento, deseo, pasibn, pero del mismo modo que él ignoraba el amor que ella semtia por él, ella tampoco sabia nada de la pasién del rey. ‘Cuando tan acordes andaban sus corazones, como para gozar de un amor compartido, por tener que mantenerlo sin confesat, cada uno ig- noraba el amor del otro, amor del anugo, amor de la Primero hablaré del rey, de como suftiay se atormentaba doligndo- se de amor por la doncella. Una ver, cuando aeababa de despedirse de «lla, se hizo de noche y se fue a dormir, pero no pudo conciia el su iio. Toda la noche la pas6 dando vueltas en la cama. Del mismo modo, Je daban vueltas pensamientos que le parecian una le «jQué desatino! -pensaba-. Debo de estar volvigndome loco, por pensar siempre en algo tan insensato, y no poder poner riendas a mi corazén, que no deja de entretenerse sofiando con ella: ahora mismo, hoy, ayer, cada dia, s6lo estoy a gusto en su compaiia, 2Es esto el amor? Creo que si, porque sélo pienso en ella dia y noche. No me imaginaba que existiese en el amor algo que hicicra daiio, y sin em= bargo, pensar en ello me duele, porque no encuentra més que dos vias, ambas err6neas: sila tomo por amante, este amor se alterari y se volveri pasajero, ademas de los duros reproches que esto me valdria En absoluto adoptaré tal decision, »Qué haré entonces? La tomaré por esposa. :Casarme con lla? Qué estoy diciendo? Esto jamis. No sé nada de ella, ni siquiera de dénde viene, Acaso como castigo por un delito la dejaron manca, y por la misma condena la arrojaron al mar, abandonada sola en una ve. {Por tn delito snyo? No es posible, Seri un oscum designio divi- no, Jumis puede pensar quien Javea que mereciera tales castigos, y no 0, seria primera vee que dentro de tina corte se atrevieran a cargar con ‘un ctimen al mis inocente. *Ahora bien, sigo sin saber quién es. Hija de villano, quizis, zElla, nacida de villano? De verdad, jeomo puedo equivocarme tanto, sino por orgullo y mezquindad! Fs a mi a quien deberia reprocharseme vi- leea, por pensar siquiera en su villania. Sus manstas tan exquisitas st ‘cuerpo tan fino. toda demuestra a las claras la nobleza de su linaje. [Naturaleza hizo con olla un setrato de Ia belleza petfecta, Tan her- toss me parece que, cuando mito sus ojos destellantes pero de dulce irada, creo oirlos decitme: "Osamo y deseo”. Me desespera que no Adeje de ser mero engaio. Parpados pilidos con rubitas pestaias. ;Con ‘qué arte, Dios mio, tiene colocada la nariz y con qué justas propor- iones, ni demasiado corta, ni larga en exceso! Unas orejas muy finas, ue sostienen con liviana delicadeza el tesoro que Dios puso sobre st ‘eabera, ss largos cabellos de ondulados rizos. Unas cejas de color cas tatio, que le sientan mejor de lo que sabria expresar. No mie canso de mirar su blanca frente, tan pura y lisamente armoniosa que parece es- ceulpida. Scion, jqué boquital, jqué dientes tan preciosos, tan bien plantados en ordenada fila, tn blancos como si estuviesen tallados en tmarfill, ;qué goce mis placentero para quien la besara, sin que se Io pueda teprochar, como tno besa a su amadal Con sélo empezar a des- eribir su rostro, me siento turbado, porque su dulzura me tiene ven cido y ella ha hecho suyo mi corazén. Sobre la blancura de su cara brotan pinceladas bermejas que realzan su maravillosa hermostra, Re- sulta ficil enamorarse de un cuello y un escote de una belleza nunca vista: brillan como el cristal transparente, sin que se le note ningéin Ihueso o vena. No existe criatura con quien comparar su cuerpo y fi= {gura. Si pudiera estar entre sus brazos, mi dicha seria infinita, Pero é- {a5 no son mis que vanas palabras ¢ ilusiones atin. »Cuando miro su hermosa mano, sus preciosos y finos deds blan- 0s, rectos y de bella proporcién... jAy, cémo quisiera que me enla zara el cuello! Si no le faltara la otra mano... jpor sentir tant dulce la 20 pagaria cien mil marcos de oro! Gon ella abrazada a mi cucllo, ya nada me alcanzara, salvo la felicidad. Cuando veo despuntar bien du- 53 Siku ioe oo Ly Ceveen ritos sus preciosos pechitos, y e6mo levantan la suave tela de su vesti- do, que no se sonprenda nadia si me estremezco con lo.que-aue-ha- cen sufi! Tado lo. que veo de su cuerpo provoca mi amoraso de Me despreciarin y me tendrin por un rey insensato si me caso con ella, pero no aguanto mis suirimiento, porque mi amor por ella me tiene preso, Ella cs para milo dinico por lo que me merece la pena vie vir, porque ella es el mis hermoso tesoro que la vida me pueda brin- dat, :Sin ella? Sin ella, la verdad, me moritia sin remedio. »Entonces, con toda certeza, es preferible tomarla por esposa que seguir padeciendo este deseo insoportable, Veo muy claro lo que debo hacer: casarme con ella, si me quiere y consiente. ¢Su consentimiento? Si, porque no sexi una feliz eleccidn si ella no la comparte y no quic- re casase conmigo. 2Y sino quiere? Dios mio, ;e6mo no iba a querer- Jo! No hay mujer en cl mundo que no se sienta colmada de honores si la hacen reina. :Por qué iba a rechazar quien no tiene nada el tan alto hhonor de una corona? :Por qué la rechazaria? Acaso, por no atreverse, por no verse digna de llevar tanta honra. No puedo imaginar que no se atreva. Esti claro ademis que, si me quiere, estari encantada de ha- cer todo lo que le proponga para compartir mi honra, y tendei toda suerte de atenciones para corresponder y premiar mi amor por ella. No hay mas que hablar: en cualquier caso, o tinico que importa es que no rechace lo que yo le brindo sin reparos. Ella seri reina y sefiora, y tam- bin ducia de mi corazén. Algunos me harin eproches al principio, pero, al ver con qué dignidad se comporta, cambiarin de opinion en- seguida, para afirmar que. cl pais ha ganado una gran reina.» ‘Asi todas las noches, el rey iba imaginando y cavilando en alto en la ‘cama, Dejaba rienda sucka a su fantasia, demorindose en ella con de- leite. Creo, sin embargo, que Amor nunca tuvo tan esclivo aun rey, apresado con tan fuertes vinculos, desgarrado por ima pasiGn que Te hi cia temer dos cosas: casarse con ella acaso seria crear excesivo malestar en cl rein, pero de no hacerlo se vefa condenado a morir. Entre ambas dudas se debatia atormentado todas las noches, pensando en su mada, Ella, por su lado, tampoco encontraba la serenidad y se atormen- taba de la misma manera, pensando en él incesantemente todas las no- ches. Cuando sabia que nadie podia ofrla, daba rienda suelta a sus ‘quejas, lamentindose en voz alta: siAy, qué desgeaciada soy! Por qué habré nacido, si siempre me persigue la desdicha? ;Cémo he podido volver a caer en tanta desa- z6n? 2A qué vienen esos delitios y errados pensamientos que me asal- tan? Pienso que me estoy volviendo loca cuando siento en mi vulne- rable corazén una pasién tan profunda por el rey. A nadie en el mun- do le pasarfa esto de dar vueltas a:una quimera, salvo a tma cabeza tan poco rizonable como la mia, :En qué escuela estudiaria mi corazén para darme esa leccin tan desafortunada? Si al rey le gusta visitarme, Jugar conmigo al ajedrez, compartir festejos a mi lado y otras amenas distracciones, si ciertamente le agrada mi compaiiia, géstas son acaso razones para pensar que yo soy su amada? Creérmelo es dejarme en- gatiar por una loca esperanza. Si se acuerda de miy hace todo esto, es por simple cortesia, Porque me salv6 de na muerte segura y escape, gracias a 4, al peor de los ultras, gtengo derecho a imaginar que é vaya a querer a una mujer errante, desconocida y, por si fuera poco, jmancal? Acaso se me ha olvidado ya que, cuando tuve que tomar lt atroz decisin de cortarme la mano, fue precisamente para no llegar a set reina? Entonces, me estoy engaiando sonando con ideas imposi- bles: jamais podré casarme con él, y en cuanto a ser su amante, pre- fiero morir en la hoguera. Con el cuerpo tan hermoso y el aire ean noble que tiene puede aspirar a una mujer mucho mis bella. Luego és inti que siga suftiendo porque le amo; no tengo mais que ser 3- zonable y cesari ini tormento, Pero la raz6n ha huido de mi, y como ‘ya no manda sobre mi amoroso deseo, es incapaz de hacerme renun= iar a él y tender hacia otro fin. No sé qué hacer porque, si persiste ‘mi amor, no recibir otm premio que mayor sufrimiento. Tengo que encontrar sosiego porque podrian golpearme males peores si supiera la reina cuil es el ‘inico objeto de mis pensamientos Mi persona se hallaria en gran peligro. Bstoy segura de que me con denaria a morir. Luego es preciso que mantenga en secreto un amor que sélo me puede acarrear penas y duclo, ¢ incluso un fatal destino. Ahora quiero dormir y olvidarme de todo» ‘Un suefio tranquilo, que le permita recobrar la serenidad: si, esto 5 lo que ella cree, pero Amor, que ni atiende a razones mi obra de forma sensita, acude enseguida para perturbarla, No la va a dejar en poz. Tanto la espolea con sus dardos, la aguijonea, remueve las brasas de su corazén, como quien hurga el tizon para que renazea el Fuego. Y ella vuelve a caer, presi de locas fantasias amorosis que Ja dejan mis, desdichada atin ‘Tan pronto rechaza sut amor como lo vuelve a anhelar, suspita, se ie A dduele, ahora queda enojada, luego disfruta a placer y el amor le pare= ce lo mis hermoso por gozar, cuando de pronto se vuelve a disgustar, pero al momento siguiente piensa que lo amari siempre, y asi se lo promete para jurar al poco rato que eso jams seri posible, Desgarra- da por sentimientos tan contrarios, se atormenta dando vueltas en la cama, y las noches se le hacen interminables. | «Alba! -suspira-, gpor qué tardas tanto en llegar? jAy. Amor, qué apresada me tienes! Veo claro ahora que no dejas nada a mi elecci6n, | me plazca o me disguste, Pese a que quiera renunciar a tus peligros, *) tendré que obedecerte. No sé si sobreviviré a tanto sufrimiento, ni si } podré mantener seereto mi amor mis tiempo, sin que se entere la rei- nau otros en la corte. Ahora me duele tener que oponerme a lo que mi corazén mis anhela La verdad es que hasta hace muy poco no sabia nada del amor por- ‘que, tan esquiva, siempre lo habia rehuido, pero en tan escaso tiempo casi demasiado aprendi, porque ahora manda sobre mi corazén. He ‘optado por obedecerle y no puedo quedarme a medio camino sino se~ ‘guir una inclinacién natural: cuando pienso en mi nombre ~y por mi nombre, Joic, me han de lamar-, encuentro incluso mis ruz6n para amar. zAcaso no era destinarme al amor el darme con el bautizo este nombre de Joie, que significa gozar de la alegria de amar y ser armada? sDespreciar el amor seria una gran equivocacién, cuando, aclemis de honrarme por su nombre, me ha levado hasta la pasién mis no- ble: queret a un rey. De aqui en adelante seguiré cuanto me mande el jamoroso gobierno, sin preguntarme si me brindari 0 no alegrias go- zosas, y espero olvidar todo lo que me haga sulin.» x Bodas de la Doncella Manca con el rey de Escocia entre el deseo y Ja ansiedad y cémo, por el gran desasosicgo que stfia, no habia noche que pasara sin que diera cien vuel- tasantes de ver el alba. Asi estuvieron, el rey y ella, amandose con tan IR sa sce trainee eaaten 56 secreto duelo durante un aio. También, cada ver mas a menudo, so- lian pasar largos ratos jugando juntos, y la doncella empez6 a sentir que el rey la tenia en gran afecto, lo que le causé mucho placer. Pe- ro no fue ba Ginica en percararse, porque Ja reina madre también des- Cabri los sentimientos de ambos. ;Dios la maldiga en cuerpo y al Era una mujer de una perfidia poco comin, yadems de una habili- did extraordinaria para causar dafio. Le preocupaba sobremanera el que su hijo no s6lo no despreciara aa joven manca, sino que pudie- 1a tener alain sentimiento carifioso hacia ella, Cuando descubrid que se trataba de un amor profundo, puso todo en marcha para hacerlo fracasar. Mandé lamar a la doncella, que no tardé en acudir, por el res- pettoso trato que tenia con la madre del rey, pero también por el te- ‘mor que ella le inspiraba La teina no le dejé tiempo siquiera para que la saludase y se diri- 36 a ella de forma abrupta con estas palabras Manca, valgame Dios! Segiin creo, mi hijo te mira con agrado y hasta te quiere. Te prohibo en absolute que, desde este mismo insta te y bajo ningxin pretexto, estés en su compaiia. Esto, si tienes aprecio 4a vida. Pero jcmo habris podido atreverte, desgraciada, intrigante! ae dnde te habri venido este deseo de estar en compaiiia de mi hi- Jo? (Te, una mujer tan indigna! Desde ahora viviris como una reclu- ‘a, y sntentas volver a estar eon él, mandaré que te quemen en la ho guera. Cuida que esto no ocurra, porque habria de resultarte fatal. ~Sefiora ~responde la doncella~, tomo a Dios por testigo de que Jjamis el rey mi Seftor pretendié de mi cosa deshonrosa alguna. Pecais por calumnia prescindome unas intenciones tan indignas y haciéndo- ‘me unos reproches que no merezco. Si, por pura cortesia, el rey mi Seftor, que siempre cuidé de que no me faltara nada, me pide jugar con él al ajedrez, no veo razSn para negirselo. La reina se irrit6 atin mis al ofr esos argumentos Si no quieres morir pronto, mejor abstente a amenazé. “Sefiora —replicé la doncella-, el castigo con el que me amenaziis 5 tan cruel que de aqui en adelante no me quedari mis remedio que obedeceros. Se marché Tlorando, el corazén dolido por tantos motives de des- dicha: Qué desgracia la mia! Ahora duelo y tristeza, lamentos y suspiros, ‘me acompafarin a todas las partes. No sé como podé negarme cada ‘ ! Yay dia a estar en compania de mi amigo y sefior, que siempre ha sido tan generoso conmigo desde que me salvé de la miseria y de los peligros del mar. Prefiero mil veces seguir queriéndole que obedecer ls duras 6ndenes de su madre. Sé ademis lo que voy a hacer ahora: le contaré al rey eémo su madre me prohibid volver a verle, y cuanto me odi Confio en que, si le agrada mi compaiia, me salvari de la muerte, a pesar de su madre, y no me abandonari por miedo a ella jereo yo! Con es0s pensamientos esperanzaddores, y con vacilaciones tam- bign, Ja doncella se quedé esperando al rey. Al cabo de dos dias, éte volvi6 a visitarla en su cimara, sobre cuyo suelo, adornado con unas marqueterias talladas en las macleras mis preciosas, iban inclinindose 4 sa paso las damas que le hacian compaiifa, Cuando lleg6 ante la Doncella Manca, ella se sonroj6, enmudeci6, perturbada hasta mas no poder, por la prohibicién que tanto la aflgia, y se puso a temblar. Na- si mas verla el rey se dio cuenta del estado de desasosiego en el que se encontraba, y se disgust6 profundamente, como podéis imaginar. “Dulce amiga mia le dice, zpor qué andiis tan curbada? En nombre de la confianza que debéis tener en mi, os rucgo que no me ‘ocultéis nada de Jo que os pueda preocupar. Seftor, ya que me lo preguntiis con tal interés, no os ocultaré lo que me asusta y me tiene muy preocupada. La reina, mi sefiora, me amenaz6 con mandar que me quemasen en la hoguera y redujeran sn cuerpo a cenizas si se enterara de que seguis en mi compaiifa, Esto es Jo que me asusta y causa desasosiego. verdad, amiga mia, zestas fxeron sus palabras? Seftor, Dios me sirva de testig. No os asustéis entonces, amiga mia, Podéis sentir paz en yuestro corazén, porque yo sabré protegeros de ella: ahora no puedo seguir callando ante vos lo que tanto tiempo os he ocultado. Demasiado tiempo, ciertamente, porque ahora veo que la reina y otras personas se han percatado de unas intenciones que yo habia mantenido secre ‘as para vos hasta hoy. No esperaré ni un instante para no arriesgarme a perder lo que mis deseo. Ahora os ruego que escuchéis mis palabras con toda la ternura de vuestro corazén. vLa verdad que habéis de saber, dulce amada mia, es que vos sois ‘mi corazén, mi vida, toda mi fortuna, mi salud y mi Gnica alegria. Vos sois la clegida a quien entregaré mi corazén cada dia que viva. Vues to soy y seguiné siendlo, Solo para vos, si asf os place, quiero vivir y Pees sR ao ie eee fh Asa scrvico a pos pe Pg ena Oxense peiny ee eee Be gece tae caesar vo de ahoranza y suftimiento. Por vos Ilevo suspirando y lorando fe Chie Gaus Vaio nia geet coc Bite coe Riese eee aee cee eae qe me hace exper y emer aa werCamors a aed di ee eee Llevo mucho tiempo suftiendo, porque aitoro tanto vuestra compat enone ea aren ee eee ES eae ea eae tais ser mia, 0s juro que seréis duefia de mi coraz6n, dama mia, y que evaréis la corona de Escocia y de los reinos de Irlanda y Gales; todos ee eee Ce ee ee eee seg ese ene cee »Yo os concedo la gracia de mi amor. No lo rechacéis vos, porque seria una gran locura. ty Acs ees eee aca el corazén con sumo gozo, pero procuré no dejar aflorar Ia alegria ES The ieee ea oer ee eee “cheba dae apie Mert ee nt eer Pinna ieee eee uae Por lo tanto, haréis bien en seguir un camino mis razonable, abando- Fe eae a caeec ceca aie ean ce eae ‘0 comprometierais conmigo, oiriais tal ciimulo de reproches y des- ee a a ee Pero se atm oa pone oie Gee eke a Jeria mucho cl haber alcanzado tan altos honores para luego sufrir tal ee pirar a subir tan alto si luego he de cact. No os rechazo sin embargo, Se refiere al snsido materia de Ia hon, hawt, que era el feudo o bien mate sal garante del honor. 59 ) porque seria demostrar demasiado orgullo por mi parte si os negara mi coraz6n y rechazara un honor tan grande, Pero si habéis de tomarme, que sea con toda lealtad “Por Dios, hermosa mia, asi sea, y Dios me guarde de todo peli- {gto para que pueda dedicarme a vos en cuerpo y alma, todos los dias cde mi vida, y amaros con leal corazén. Y entonces, con la naturalidad propia de un enamorado, toma a la doncella por la barbilla y la besa apasionadamente, una y cien veces, | diciéndote Inego: =No tengiis miedo, dulce amiga, ni os preocupéis de nada, por- «que ahora la vida ha de colmaros de honores y bienes. De villana no tenéis nada porque, a la hora de besaros, vuestra boca desprende un aliento maravilloso, Gozaré con vos dia y noche, al anochecer y al ddespertar. Venid conmigo, os Tlevaré a palacio, donde estin mis gen- tes, Ellos me han requerido varias veces para que mandase mensaje ros a Inglaterra y me desposara con alguna princesa inglesa. Sabed ahora que mi corazén os tiene tal apego que jamas podri ser de otra. Ya desde que os conozco he apreciado vuestras cualidades. Sois la que lesperaba, a vos me dedicaré para gozar de vos y ser feliz toda la vida Ahora la leva cogida de la mano, y segin van andando, llama el rey a las damas de la corte, que se habian quedado cuchicheando pa- ra comentar lo que acababan de ofr: sSi la reina llega a saber lo que hha decidlido, se le despertari un gran odio hacia esa doncellay, Y asi siguen haciendo comentarios por lo bajo, pero algo ha de sorprenderlas aiin mis: el rey las llama, y cuando todas estén a su al- rededor, las manda avisar a la reina, su madre ~que estaba durmiendo sin sospechar lo mas minimo lo que se estaba tramando-, con el rue igo de que la tengain informada de su decision, y le ordenen no inter ‘ponerse en contra de su deseo y voluntad: de no ser asf, habria de su- ffir graves consecuencias. Insiste el rey, mandindoles decir que ésta era su firme voluntad, que nadie podria cambiar, y finalmente les rue~ 1 hagan pibliea su deci El rey camina, abrazado a la Doncella Manca, Ambos siguen aden~ trindose en el palacio. El rey manda llamar a su capellin, que acude enseguida. Escucha lo que le expone el soberano. No se atreve a opo~ nerse a su voluntad, sino que al punto junta las manos de ambos, pa- ra desposarlos, y promuncia las palabras que consagran su unién. Ya se jjuran fidelidad y quedan como marido y mujer; sin mis, se canta la oo i | 0, Toe | PA misa. Todo ha ftranscurrido. en la privaci cnteraran Tos ivacidad més absoluta, y s6l da, Pero ahora, la noticia de lo que acaba de hacer el rey sorprende a toda la corte, que no ahorra las mas duras criticas. Todo llega a ofdos de la madre del rey, que entra en tal c6lera que jura hacer todo cuanto pueda para desposeer a La Manca y privarla de todos los honores. El rey le manda que baje a ce nar, pero ella responde que jamis se reuniri con ellos, y se echa en la cama gritando: {Que recaiga sobre el rey la vergiienza de haberla to- mado por esposa! Ya no merece llevar la corona quien la ha dejado en tan mal lugar, perdiéndose con un extranjera, una desconocida, tuna mendiga y por si fitera poco, juna mujer manea! {Mis le habria vali- do unitse con la pecadora del rio Jordin». Los caballeros de la corte se marcharon de su lado a toda prisa, pa~ air a repetir al rey, palabra por palabra, todo lo que acababa de decir. Pero el soberano no se alters y no hizo el minimo caso —Que baje a cenar, si quiere, y si no, que se quede. ‘Todo lo que contaba la corte de gente noble y hermosa se quedé en tomo al rey durante la jornada, Siente verlos marchar al final del dia, pero se le ocurte algo que le va gustando: piensa que entre el dia de hos. en el que ha tomado a la Doncella Manca por esposa, y Pen tecostés sélo faltan dos semanas, y le entran ganas de hacer una gran fiesta y reunir a canta gente pueda atraer para celebrar sus bodas. Pa ra honrar a su amiga quiere coronatla reina. Llevé a cabo la idea e invitd a cuantas damas y caballeros haba en’ Excocia, Irlanda y Gales, Recorre el pais la noticia de que el rey se ha unido a la Doncella Manca. Se alegran quienes la conocen. Los de= axis andan asustados y se preguntan qué clase de persona se elt, qué tipo de cultura y de educa C on tends ( *:Quién es ell? No lo sabemos “murmuran-, peo ya seve, po sus maneras y forma de estar, que es cortés, sensata, y que cumple con sus obligaciones.» ‘Asi van comentando las gentes del pais la noticia, intercambiando opiniones de forma animada. Todos piensan ir a ver la fiesta, los bai~ les y divertimentos que se celebrarin en la corte el dia de Pentecos- tés, Pocos son ls que no se alegean. El rey estaba con su amiga en un lugar del palacio donde levaban | una vida muy agradable. Dormian juntos por la noche y se entrete- ) nfan en tds placeres de lo que os podria contar por mucho tiempo a que dedicara a narriroslos. De tanto como habian sufrido, atormen= tados por un deseo que no podian saisfacer, ahora con mayor pasién se encendia su amor y disfrutaban todos los gozos que Ia intimidad re- serva a los amantes que saben tejer amorosos lazos. jA qué delicias les sabia hacer el amor, sentirse el uno al otro, besarse y abrazarse! {De ‘atintas hermosas posturss, de cusntos maravillosos juegos y placente- 10s consuelos gozaban abrazados! Durante aquellas dos semanas el rey no dejé de intentar, porque asi se lo rogaba su mujer, reconquistar el amor de su madre. Pero de nada sirvieron sus intentos, porque la sefiora no podia sanar la envi- dia que sentia pensando que La Manca iba a ser reitta. No es que le ppareciese mal, sino que la envidia la apresaba hasta enfermarla. Se da cuienta el rey que cuanto mis le ruege, mis cruel y dura se vuelve, y Ja abandona por fastidio, Como no encuentra en ella ni asomo de sin~ ceridad y generosidad, la deja en paz y se olvida de ella, pata dedi- arse a su festa, Manda preparat el ms hermoso banquets que se ha~ ya visto en una fiesta. Expone a sus proveedores el deseo de montar ‘un gran pabelln a orilas del rio. Ejecutan su proyecto tal como lo ha diseiado, La fiesta se celebrari en un gran prado al borde del agua ‘Cuando llega el dia sefalado, se va juntando una multitud de gen- test jamais se habia visto una reunion tan numerosa. Era la dulce esta cin en Ia que con rarén canta el ruiseftor precioso el tiempo de la primavera, los prados floridos verdean y andan los vergeles cargados de ruta, cuando brota del eapullo la hermosa rosa, cuyas flores ador— nan los sombretos de las damus y engalanan a los enamorados, cui do vuelve a salir lk hierba que habia dejado de verdear durante el invierno, Cada pijaro en su latin canta dulees maitines a la nueva es tacién’. Todo se renueva entonces y todo en la naturaleza se despiet— ta con alegria, Los canales reciben por fin aguas nuevas tras la escasez invernal. Entonces salen a bailar y cantar en coros mozas y mozos: Beatriz, Marianela y Margarita y con ellas andan Roberto, Colino, Bastiin y Juanito, Luego van al bosque a coger lis y adornan sas sombreros de mill maneras antes de volver a casa. Hermosas son las El motive de ls maitnes eantados por pros, donde, como en a polifonia,ca- «4 pjaro canta una vor del himmno, esti retomado de ly Navgiio Sandi Brendon - lo 1x) también e encuentra en EI ill del eb, a Ido de La fuente maravillosa donde se inicia Ia aventura de Yea, noches y los dias para quienes andan enamorados. En esa estacion que 1s acabo de deseribir, tiene lugar la fiesta de Pentecostés, y fue justo la vispera de Pentecostés cuando se reunié la corte en Dundee, ‘Alli hicieron entonces inna gran matanza de bueyes, osos y cochini~ llos para abastecerse con carnes. Sacrificaton tantos animales que no acertaria a decir una ciffa. ;Quién viese venira las dans, de la mano de caballerox! Duques, condes, barones, fueron llenando los pabellones. Pot la noche, después de la cena, todos se reunieron en el prado, iluminado ‘como si uese plena luz del mediodia, porque, os lo aseguro, alli se en- cendieron unos candelabres gigantescos, como jams se habian visto de ‘grandes. No escondieron el vino, ni escaseé la carne, ni shorraron ce~ ra. Cada convidado tuvo de todo hasta la saciedad yy disfrutaron tan en= cantados, Pasaron toda la noche bailando y cantando, y al despuntar el alba fueron a descansar un ratillo para estar mis frescos al dia siguiente. Por la mafiana, a reina aparecié muy hermosa, toda enjoyacla y ves- tida con suntuoses prendas. Prendidos de un hilo de oro, llevaba en ci da dedo dos rubies. Por muy nublado que estuviese el cielo, habrian bastado para alumbratse, tan brillante era la luz que desprendian. Lucia su hermoso cuerpo un vestido de paiio de oro, ribeteado con orifiés y Iujosis perlas. Apenas podria describir el cinturén que cefiia st tlle porque, aparte del oro, Hevaba suchas wulgadusas de plata vou esme= raldas engarzadas, y su cierre, un zafiro que valdria por lo menos cien ‘marcos de plata. Sobre el pecho, un broche de oro con piedras precio- sas. Por encima del vestido de oriftés levaba ceitido hasta el cuello un hermoso manto de un Iujo extraordinario: no era de esa clase de piel de marta que se queda pelada y resulta vulgar, sino de cibelina, tan agradable al tacto y que hace aan mis elegantes a las mujeres. De una ‘adenita prendida en la cintura Hevaba una esearcela que no habria otra tan valiosa en todo el mundo, y en la cabeza, una corona de una belle za Gnica; era maravilloso mirarla por la hermosuta y virtudes de sus pi dras:esmeraldas, brillantes, zafros, rubies, jacintos y diamantes eran los florones que adornaban la diadema. No se ha descrito joya tan hermos2 "La fccnacisn por las joyasen el culo « la divinidad la encontramas desde el oriculo de Delfos hasta by abadis de Saint-Denis, cuyaspicdras preciows, dspuests por el abad Suger, tenn como fancién eleva el esprin hacia Dis: esta fscimacin sue aqui un proceso de icizcién: se tata de gas y de asombrar con una rique~ 23 stentaravi, en sn maunda en el que sbello» y oreo» eran singin 6 La corona era de oro, pero me parece que los cabellos que iban de~ bajo brillaban atin mis. Era una mujer muy bella, pero ademés vestia ‘con mas adornos que ninguna otra. Asi ataviada, asi enjoyada, iba aquel dia la espost del rey. Las prendas de éste, como corresponde a persona de tan alto linaje, no le iban a la aga, pero no os las voy a describir. Después de ofr mia, volvieron alos pabellones donde haban pre- parado la cena, El banquete fue servido con mucho lujo y refina- miento. Habia més de quinientas mesas para los grandes seflores y los barones, cuyos nombres ignoro, y tampoco es mii profesién saberlos. iQué especticulo el de esos escuderos, que con tan elegante estilo ser- vian la mesa! Unos andaban afilando cuchillos para trinchar las vian- das aa vista de los sefiores, ottos se afanaban con distintos meneste~ res, cada uno disefiado segiin el rango de los invitados. Llevaban pan y vino en cantidad y todos quedaron colmados de atenciones, co- miendo y bebiendo hasta la saciedad. Ese dia no se ahorr6 en nada. Los pabellones iban adornados con litios, violetas, campanillas y otras muchas florecillas. Cuando dio la orden el chambelin, trajeron agua maniles y pilas con agua, El rey se sienta el primero, y los demis van ‘ocipando cada mesa, de uno en uno, damas y caballeros, hasta jun tarse segtin les apetece, procurando, eso si, no juntarse con ningtin vie ano. Si wuviera yue deseribir eodos los platos, me quedaria parado ‘ocho meses. Tantos y tan buenos no los regalé ningin anftrién en~ tre los mortales, Cada invitado tuvo hasta saciarse todo lo que desea~ ba: carnes, aves, venado, y toda clase de pescado, Cuando terminaron de comer, se lavaton las manos y legaron en= tonces los menestrales para despacharse a gusto, cada uno con st. ins~ ‘rumento, Nadic haria ofdos sordos a las melodia que alli se oyeron. Violas, flautines y caramillos, gaitas, arpas y chirimias, citaras y salterios, trompas, trompetas y clarines, la misica de todos esos instrumentos resultaba maravillosa y todos tocaban a la perfeccién. Después de escu: charlos un rato, los invitados corrieron a bailar. Jamis se vio baile tan hermoso: la gente iba bailando en largas carolas de mis de una legua a li redonda. Damas y caballeros, que lucfan preciosos atavios de seda y (oro, danzaban,y eantaban a s Cada uno, cada una, se divertian a cus jor, salvi{fa Malvada Damgya quien Dios hizo desgraciada en cuet= po y alma, Desde el principié, rechazé rotundamente presenciar lac remonia de la coronacién y asistir alas fiestas, y al final se puso muy en ferma y se quedé a siete Jeguas de Dundec, en una ciudad llamada Peith, seqtin me han contado, pero no me apetece hablaros de ella, y prefiero volver a la fiesta Alli todos supieron comportarse con la mixi~ ‘ma cortesia, Varias veces al dia iban damas y caballeros a cambiarse de atuendo para lucir sus mejores galas, y volvian para unirse a los coms y seguir bailando y cantando, Parecia como si volaran los corazones. Ya ‘asi no importaba la mano de la reina, que, por otra parte, apenas se = sentfa de la herida en la mufieca. Cualquiera que la mirase convenia que todo en ella era de una belleza perfecta, salvo justamente eso que les pe- saba a quienes sentian por ella admiracién y afecto, Estaba tan bella ese dia, tan ricamente engalanada, que era el cen= tro de todas lay miradas. Cuanto mas la miran, mis les gusta, y-a to- dos tienen cautivados su forma de estar y su belleza. A todos ha pues- to ya de su parte y van comentando unos y ottos: «Ha hecho muy bien el rey. Ahora, no tenemos que pedirle ninguna explicaciény. De un lado a otro de Ia sala, caballeros, damas y doncellas van ha= ciendo comentarios de ese estilo sobre la dama. Cuando conozcan ‘mejor su forma de ser, la estimarén mis atin. “Tres dias enteros duré la fiesta tal como os la deseribi, tan hermo~ sa y brillante de principio a fin. Cuando sus invitados se aprestaron para parti, el rey mand6 regalar a cada uno una copa de oro, plata © ‘madera precios, sein el rng que estentaban. Ast misma. que ‘era muy generosa, regala a las dams hermosas prendas, como sortijas Y preciosos cinturones, broches del oro mis valioso, y dems obse~ ‘quios, que habrfan de valerle luego el mayor afecto, Asi termina la se ;on plenaria de las cortes y vuelven todos a sus paises, sin extrafarse ya de que el rey haya tomado por esposa a una doncella manca, por~ ‘que Joie les ha parecido una persona muy refinada, x De cémo el rey de Escocia se marché 4 tornear | rey se ha ido a Perth con su mujer. Ambos se quieren de un amor tan profiando que, desde que se han unido, no han pasa~ do ni un solo dia separados. Luego, por taicién, habrian de w conocer el dolor de estar el uno sin el otro, como veremos luego. {Dios traiga la deshonta a los raidores que han causado tantas desgra~ as al mundo! ‘Ahora el rey esti llevando una vida muy feliz con su amiga y ella no tiene raz6n para quejarse de su amigo. Piensa que, si estuviera en paz con su made, no tendria ninguna preocupacién y le ruega que intente reconciliarse con la Reina Madre. El acepta y lo intenta con la mejor voluntad, pero su esfiverzo resulta vano: por ms que la r0- £26, ella le dijo tajantemente que jamis se volveria atris, que no cam- biaria de parecer, porque nunca habria de gustarle su esposa. -Lo siento y me desageada mucho —le contesta el rey-, pero, pues to que os veo tan obstinada en vuestra postura, os he de prohibir que estéis con lla, porque tarde 0 temprano podriais causarle dafio. Si se 6s ocurriera perjudicarla, perderiais mi afeeto y os odiaria para siem- pre, Solo existen dos soluciones: o la perdonais y abandondis vuestro ‘mal talante, 0 bien os entregaré una donacién para que vivéis sola. Es preciso que hagiis una de estas dos cous, Si no queréis concederle el perdén, 05 dotaré con Berwick y los castillos de alrededor, donde ha- bréis de residir. Ahora, debéis elegir. Contestad y decidme cul es vvuestra desi —Puesto que es asi ~replica ella~, y que os lubé ‘quiero mi herencia. Orra cosa no me apetece. “Lo siento, Sefiora —responde el rey=, porque ella es generosa y cortés. En st nombre, porque fue ella quien me Io pidi6, he venido 4 roguros, peto veo que es en vano, Dejo Berwick en vuestras manos. =Y yo lo tomo, Con esas palabras, el ney se separa de su madre, que salié al dia si- guionte pars refugiarse en Berwick, muy dolida y resquemada por la ceavidia que le inspiraba la Doncella Manea, ahora reina, Ahora que la Reina Madre =que de buen 0 tiené nada~ ha abandonado la corte, el rey honra a su esposa como a una reina. Fila lleva una conducta tan sabia y prudente que se hace querer de todos, porgue su corazén es todo dulzura, sin gota de amargura. No se vuel- ve vanidosa por tantas posesiones como ha heredado; el tener tantos bbienes no le hace volverse altiva y despreciar a los dems, sino que re~ parte sus riquezas generosamente, y sobre todo entre la gente pobre Gracias a lla, muchos logran casarse con doncellas nobles. Ella Ievaba una vida de una perfecei6n admirable. Honraba a Dios sepataalo de on, a ‘yal Virgen en la iglesia todos los dias. Rezaba leyendo los salmos en su Libro de Horas y se entretenia haciendo el bien. Se extendié la fi ma de todo lo que hacia en beneficio de sus gentes. Cuanto mis la ‘eonocen, mis la quiere-y-4 Haman sla buena reinae, Ha consegido , nobles y gente Ilana, salvo, claro esti, el de la Rei nia Madre, quesélosiente nvidia, Todo el pais la odia, porque a gen- te se da cuenta de que jamis podrin conquistar su corazén, ni por bbondad ni por saber. Ahora quiero dejar alos escoceses y a la madre del rey ~ya volve- remos a hablar de ellos mis adelante, y contar cosas de Joie y del rey, ‘que tanto se amaban. ‘Ahora dice el cuento que se quedaron juntos hasta Pascua, gozan- do como solian, con abrazos y amorosos juegos, que tuvieron su fru- to; al acerearse la fiesta de Pascuas, la reina habia quedado encinta, An= tes de que Hlegara al quinto mes, el rey se dio cuenta del embarazo, y lejos de disgustarse, se alegré muchisimo, sintié tal felicidad y conten to que le dio por pensar que no debia caer en el reposo ocioso, sino buscar aventura, viajando a Francia para disputar all comes y just. En mala hora tomé una decisién tan desafortunada, porque habia de | acarrearle unas desgracias mis serias de las que os podais imaginar. Co. ‘mo dice el refrin, tanto tira la cabra al monte que rompe la cuerda Se acerca el rey a su amiga y le dice: Vengo a rogaros, dulce amiga 1 vida, mi bien, mi salud y alegria, que me concedsis un don y me per= Imitiis algo que acrecentari mi honra, No os ha de resultar adverso, ~Sciior—responde la reina~, por muy doloroso que me haya de re- sultar, haré mia vuestra voluntad, porque me lo pide el corazén, Po~ déis hacer lo que queriis, si creéis que os vendei bien, Ahora os pre~ gunto, decidine,

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