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Los dos Giménez Griselda Gambaro istraciones deRoberto Cubills ebio tranquilo, donde rara vez enturbie la paz de la sie de don Diego Iniguez, e! a hacendado y prestamista, y puebio le debia piata. El comisario, que no tiene experiencia ordena a su ayudante do el pueblo camo soso ja una pesquisa absurda y disparat que, sin embargo, lo conducira par caminos inesperados hacia el autor del crimen Un policial distinto con el humor y picardia de Griselda Gambaro, ALEAGUARA JUVENIL eae ene Los dos Giménez iiselda Garnbaro ALEAUNRA ©2010, Guisips Ganano ©De ese aicidn 2010, Aguilar, Ae, Troe, Alfaguara S.A ‘A Leandro N. Alem 720 (CLO0TAAP) ‘Ciudad Autnoma Go Buenos Aires, Argentina ISBN: 978-987-08-1452-0 Hecho el depdsito que marea la Ley 11.723, Impreso en Arsontinn, Print ir Argentin, Prine edicion: mayo de 2010, (Cuartarimpresign: enero de 2013 aici VioLita Nosmscax CCoordinseion de Literatura Inf y Juve Mala Prawns Manure Diseio de a coleceén Mayaien Estada ‘es ds Gente ie Gat sr pr Roba Cbs = gd Saternp. Boos Aes, Ae Tan Aan 2008 SBopsitsesopem Se Al) (COD AN 382 Todos los derechos roars. Esa publcai no puede ser erode etd i en pae, al egisadh 2,6 waesmetda por ut stl de tvapercion de infonnacen ningun Svar wing meio, su meta foroqule, ekciiicn, gnc, clestuoipn, pa toeop, O cule 0, sina potian previa poems de ln or Forusacooeres Los dos Giménez Griselda Gambaro lustraciones de Roberto Cubillas Bes: parece tranquilo, incluso aburri- do, y de pronto suceden hechos inesperados que caen sobre las personas como vendavales arrasado- res, Asf sucedié en Pico Dormido, un pueblo cuya paz solo era turbada por los ladridos de los perros ala hora de la siesta, el transito de los coches dando vuelta a la plaza los sibados a la tarde y las grescas de los borrachos la noche del mismo dia. Cuando pensamos, efectivamente, que nada alterard las costumbres ni la convivencia, cualquier hecho de siniestra nacuraleza nos des- pierta del sopor y nos obliga a permanecer con el alma en un hilo. EL primer crimen en Pico Dormido ~donde no se guardaba la memoria de ninguno~ se produjo dutante la siesta de un lunes de enero, después del mediodia. La hora de la muerte de esa primera victi- ‘ma se determiné con precisién: fue a las 14 horas, 32 minutos, 15 segundos y medio. Esto se supo, no por los resultados de la autopsia —nunca tan exacta en minutos y segun- dos, incluso ni siquiera en el cilculo de las horas, sino porque una tarjeta de cartén grueso artimada a un costado del cadaver proporcionaba la infor- macién correspondiente, La tarjeta decfa con letras: maytisculas: “SON EXACTAMENTE LAS 14 HORAS DEL LUNES, 14 HORAS, 32. MINUTOS, 15,5 SEGUNDOS. EN ESTE MOMENTO, HE CONCLUIDO MI TAREA”, , La tarea se referia, con toda evidencia, a la insercién de un pufal, clavado profundamente en el pecho (a la altura del corazén) de un individuo de sexo masculino y contextura robusta, Para mayor claridad, una flecha en el cartén sefialaba hacia abajo donde, en la parte inferior, el asesino habia dibujado de una mane- ra muy tosca una figura yacente con un pufial en el pecho. La tarjeta no estaba firmada (obviamen- te) y como se comprobé después, tampoco pre- sentaba huellas digitales, ni siquiera la de un medio pulgar. El cadaver yacta de espaldas al suelo, con un brazo extendido, el otro doblado hacia el hom- bro en una posicién que en circunstancias mas felices no hubicra carecido de encanto. Era don Diego Iffguez, un hacendado del pueblo, criador de caballos de polo, poscedor de una gran fortuna que no era heredada ni provenia de los caballos de polo, sino de préstamos que concedia a intereses exorbitantes. Medio pueblo le debfa plata. Tifguez, de estado civil soltero, tenia unos cincuenta afios y bebia’cerveza en cantidades, lo que le habfa producido una barriga importante gue desde el suelo sobresalia como una montafia, mis que el pufial que tenfa clavado en el pecho. Aparte de la barriga, Thfguez era reconoci- ble porque, mientras vivid, nunca se separaba de sus guantes, Tanto en invierno como

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