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El primer factor tiene que ver con la buena alimentación de

la madre; el feto se alimenta a través de la sangre que recibe


de la placenta. La sangre materna le proporciona todo lo que
necesita para un correcto desarrollo: proteínas, grasa,
azúcares, calcio, hierro, vitaminas… todos deben estar en
cantidades adecuadas para poder proporcionar al feto todo
lo que necesita para su correcto desarrollo, por lo tanto si la madre no lleva una
buena alimentación rica en las proteínas y minerales antes mencionados puede que
el producto llegue a tener complicaciones en su neurodesarrollo.

El segundo factor es el déficit de hierro o ácido fólico, ya


que ambos son imprescindibles para la correcta formación
del sistema nervioso del embrión, cerebro, médula espinal
y nervios. Su déficit puede causar patologías mal formativas
graves, como los defectos del cierre del tubo neural, con
graves secuelas intelectuales y motoras.

También es importante que la madre no presente estrés y


duerma las horas adecuadas durante el embarazo ya que,
de presentarse alguno de estos dos factores negativos
puede producir alteraciones permanentes en el cerebro del
recién nacido, debido entre otros aspectos al aumento
crónico del cortisol (hormona de estrés).

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