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BOLÍVAR Y LA EDUCACÓN PUPULAR

Alfonso Torres Carrillo


Revista Cultura Popular # 10, 1983

Hemos oído hablar de Simón Bolívar en estos días en que se cumplen dos siglos
de su nacimiento. Sin embargo, si le preguntamos a cualquier persona quién es
este personaje, seguramente nos responderá “El padre de la Patria”, “El Libertador
de nuestras naciones” o, cuando mucho, “Un militar venezolano que nos liberó de
la dominación española”.

Es esta la visión simplista que hemos aprendido en la escuela y la que


encontramos en los textos escolares, la del Bolívar militar y héroe, sin dimensión
histórica ni contenido social: visión exaltada en frías placas y monumentos
estáticos, por la historiografía tradicional.

Pero el verdadero Bolívar, el personaje de carne y hueso que abandonó sus


privilegios para consagrarse a la empresa de liberar nuestra América de toda
forma de dominación, ha permanecido ausente de los libros y las clases de
historia. Por eso, los educadores populares debemos recuperar para nuestro
pueblo la imagen del Bolívar revolucionario, el que “amó la libertad de América
más que su propia gloria, y que para conseguirlo no ahorró sacrificio”, como él
mismo lo expresó.

El presente artículo, pretende ser un aporte en la tarea de recuperación del


pensamiento bolivariano que ya han iniciado otros historiadores. Se refiere a un
aspecto poco conocido de la obra de Bolívar y a la que él le dio especial
importancia: la educación popular. Como el objeto del trabajo es este, no
trataremos la formación ideológica del Libertador, ni la influencia que sobre él
tuvieron sus maestros, en especial Simón Rodríguez.

IDEARIO SURGIDO DE LA PRAXIS

No podemos estudiar el pensamiento educativo de Bolívar sin ubicarlo dentro del


contexto de su ideario político en el cual se inscribe como elemento básico. Por
eso dedicaremos algunas líneas para presentar brevemente los aspectos que
consideramos principales de su concepción política. Partimos de afirmar que tal
concepción política del Libertador es fruto de la combinación dialéctica entre su
práctica revolucionaria y su conocimiento profundo de las teorías más progresistas
de la época. Es una reflexión sobre la acción, como él mismo lo reconoce:
2

“Hay hombres que necesitan estar solos y bien retirados de todo para poder
pensar y meditar; yo pensaba, meditaba y reflexionaba en medio de la sociedad,
de los placeres y el ruido”1.

Por lo tanto, su pensamiento debemos analizarlo como un todo dinámico,


comprometido por la realidad del pueblo americano y con el momento histórico por
el que atraviesa el continente.

Las primeras décadas del siglo XIX están marcadas por la crisis del imperialismo
español2. Las reformas que implementaron los Borbones para salvar la situación
eran tardías, y agudizaron las tensiones sociales dentro de las colonias que
generaron los movimientos emancipadores que sacudieron el continente.

Tales levantamientos, que en palabras de Bolívar “significaban el cansancio de


300 años de sometimiento”, no tenían su origen en las masas empobrecidas de
indígenas, esclavos o mestizos; nacían de las aspiraciones de la minoría criolla,
clase que había acumulado grandes fortunas en el comercio y en la posesión de
tierras3.

Sin embargo, otros componentes de la estratificada sociedad colonial se habían


sumado al movimiento independentista, ansiosos por lograr la libertad y la
igualdad por siglos negada.

La aristocracia criolla, que sólo deseaba el poder político sin variar la composición
social, miraba con desconfianza y temor la participación de los sectores populares
(indios, negros, mulatos, zambos y mestizos); sin embargo, no podían prescindir
de esta valiosa fuerza militar que garantizaría el triunfo sobre los peninsulares. En
fin, los criollos “estaban atrapados entre el gobierno imperial y las masas
populares”4.

UN PROYECTO POPULAR

Simón Bolívar, pese a provenir de unas las familias más acaudaladas de la


Capitanía de Venezuela, asumió una actitud contraria a la de los demás hermanos
de clase, que hoy llamamos “próceres” y “patriotas”: su sensibilidad social y su
contacto permanente con el pueblo lo llevan a identificarse con las aspiraciones de
las masas empobrecidas de la América Hispana; por eso, su participación en la
guerra de independencia no persigue sólo la exclusión del poder político de los
españoles, va más allá, como él mis lo expresara:

“Soldados: vosotros lo sabeis. La libertad, la igualdad y la independencia son


nuestra divisa...
Nuestras armas no han roto las cadenas de los esclavos.

La odiosa diferencia de clases y colores no ha sido abolida para siempre?”5


3

“No habrá pues más esclavos en Venezuela que quienes quieran serlo. Todos los
que prefieran la libertad al reposo, tomarán las armas para sostener sus derechos
sagrados y serán ciudadanos.”6

Estas palabras adquieren una mayor radicalidad, cuando son dichas en una
sociedad como era la sociedad colonial, donde mulatos e indios son considerados
como seres inferiores.

Mencionábamos cómo el pensamiento político de Bolívar es la síntesis de las


aspiraciones históricas de los americanos con las ideologías revolucionarias
nacidas de la ilustración y de la independencia norteamericana. Aunque Bolívar
haya sido un profundo conocedor de los ideólogos de las revoluciones burguesas
del siglo XVIII, no podemos explicar sus proyectos políticos como simple resultado
de tales doctrinas.

Fue su contacto directo durante la Campaña Libertadora con esas gentes sencillas
que soportaron el peso de la guerra, lo que lo convirtió en el pensador americano
más sobresaliente y radical de la época.

UN PROYECTO LATINOAMERICANO

Su segunda visión política lo llevó a afirmar que la independencia no era una


simple cuestión nacional; si se quería garantizar la libertad, se debía fomentar una
efectiva integración entre todas las repúblicas hispanoamericanas7:

“Para nosotros la patria es América... nuestros enemigos los españoles, nuestra


consigna la independencia y la libertad.”8

“Y deseo más que otro alguno ver formarse en América, la más grande nación del
mundo, menos por su extensión y riqueza, que por su libertad y gloria.” 9

“Que nuestra divisa sea unidad en la América Meridional.”10

Este deseo integracionista no nacía como una romántica utopía, era una real
necesidad frente a las potencias europeas, organizadas en la Santa Alianza, y
frente al naciente imperialismo norteamericano, que el Libertador ya vislumbra
como el mayor de los peligros:

“Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia a plagar a la América


de miseria en nombre de la Libertad.”11

Bolívar consideraba que la unidad americana no sólo se garantizaría mediante


acuerdo y congresos entre las nacientes repúblicas, sino también con el
fortalecimiento de los jóvenes gobiernos, para que:

“garantizaran mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y


mayor suma de estabilidad política.”12
4

EDUCACIÓN: GARANTÍA DE LA DEMOCRACIA

Es en esta tarea urgente de consolidar repúblicas verdaderamente libres, donde la


educación juega un relevante papel, ya que Bolívar encuentra que “las naciones
marchan hacia el término de su grandeza, con el mismo paso con que camina la
educación” –por eso- “las naciones ilustradas han puesto siempre a la educación
entre las bases de sus instituciones políticas.”13

Por lo tanto, era urgente para las jóvenes naciones recién independizadas,
combatir el analfabetismo que cubría a la inmensa mayoría de la población y que
se había convertido en factor favorable a la dominación política e ideológica de
los americanos. El Libertador lo explica tajantemente en su discurso de
Angustura:

“Uncido el pueblo americano del triple yugo de la ignorancia, la tiranía y el vicio, no


hemos podido adquirir saber, ni poder, ni virtud... por el engaño se nos ha
dominado más que por la fuerza... La esclavitud es la hija de las tinieblas, un
pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción.”14

Como vemos, para Bolívar la ignorancia era una barrera cultural que obstaculizaba
la construcción repúblicas libres. Esta idea la reafirma en diversas ocasiones:

“Es la ignorancia peso muerto en el camino de los pueblos de individuos hacia el


desenvolvimiento de sus propias esencias... Un hombre sin estudios es un ser
incompleto: la instrucción es la felicidad de la vida y el ignorante está próximo a
revolverse en el lodo de las tinieblas y de la servidumbre.”15

Para erradicar eficazmente el lastre de la ignorancia, los gobiernos tenían el deber


de impulsar una educación popular y alfabetizadora, si en verdad estaban
interesados en el bienestar de la colectividad:

“El primer deber del gobierno es la educación del pueblo... La educación y la


instrucción pública son los principios más seguros de la felicidad general y la más
sólida base de la libertad de los pueblos.”16

“La educación popular debe ser cuidado del Congreso. Moral y luces son los
polos de una república, moral y luces son nuestras primeras necesidades.” 17

EDUCACIÓN PRIMARIA

Tal propósito alfabetizador y popular, debía concentrarse con apertura de escuelas


primarias que “harían de la generación venidera muy superior a la presente” 18 ; en
palabras del mismo Libertador:
5

“Considero que para un buen gobierno su labor primordial es abrir escuelas,


sembrando luces y creando perspectivas a la iniciativa individual y social. Es crear
un espacio vital para el desenvolvimiento de las energías creadoras de los pueblos
e individuos.”19

Si quería ver este futuro realizado, había que comenzar cuanto antes; ya en
Angostura Bolívar proponía al Congreso la creación de “una Cámara de Educación
encargada de la instrucción de los niños desde su nacimiento hasta los 12 años
cumplidos”.20

Pero el proyecto bolivariano de alfabetizar masivamente a los sectores más


pobres de la población tenía un gran obstáculo: las nuevas repúblicas carecían de
recursos económicos y del número de maestros que se requerían para esta
empresa.

LANCASTER

Por eso, Bolívar aceptó con gusto la propuesta que le hiciera el pedagogo inglés
José Lancaster, de aplicar su novedoso método de enseñanza mutua. El método
lancasteriano -ideado inicialmente para Andrés Bel-, estaba basado en los
principios de autodisciplina y de ayuda mutua, hacía posible que un solo maestro
dirigiera el aprendizaje de 1.000 alumnos, ya que los más adelantados
comunicaban lo aprendido a sus otros compañeros.

Al ver el Libertador que ese método parecía ser el único capaz de promover pronta
y eficazmente la educación popular, trajo al educador inglés a nuestro continente y
promovió la creación de escuelas de enseñanza mutua y de normales para
capacitar maestros en toda la república.

Esta actitud progresista de Bolívar no fue bien recibida por la élite criolla, la cual
repetidas veces buscó la forma de acabar con las escuelas ya establecidas21.
Para mantener este proyecto Bolívar llegó a destinar sus propios dineros para su
sostenimiento22.

Hemos hablado hasta el momento de la importancia que le dio Bolívar dentro de


su proyecto político y de las medidas convenientes para combatir la ignorancia
popular. Veamos ahora cómo considera él que debe ser la educación impartida.

EDUCACIÓN PERMANENTE E INTEGRAL

Bolívar opina que la educación no se reduce a los conocimientos adquiridos en las


escuelas, colegios y universidades. Para él, la educación es un proceso
permanente en el que interviene, además de la escuela, otras instituciones, como
la familia:

“La educación no comienza en la escuela sino en el hogar.”23


6

“Siendo absolutamente indispensable la cooperación de las madres para la


educación de los niños en sus primeros años...”24

Para Bolívar la educación debe procurar la formación integral de las personas,


tanto en lo intelectual, como en lo moral y lo físico.

“Hay que formar el espíritu y el corazón de la juventud”25, y propone: “La


enseñanza de las buenas costumbres o hábitos sociales es tan esencial como la
instrucción...” -al igual que-

“La moral, máximas religiosas y la práctica conservadora de la salud y la vida”,


“Los juegos y las recreaciones son tan necesarias a los niños como el alimento:
su estado físico y moral así lo requiere.”26 Vale la pena resaltar el énfasis que
pone Bolívar en la formación religiosa y moral de los niños y jóvenes, ya que
considera que “contribuyen en gran manera a formar la moral del hombre, creando
en su interior ese tesoro inestimable, por el cual es justo, generoso, humano, dócil,
moderado, en una palabra, hombre de bien.”

HACIA UNA PEDAGOGÍA POPULAR

La educación popular debía –según Bolívar- desechar los métodos tradicionales


heredados de la colonia, donde, en sus propias palabras: “decirle a un niño vamos
a la escuela a ver al maestro, era lo mismo que decirle, vamos al presidio o a ver
al enemigo”27.

Esta forma de enseñanza verticalista, repetitiva y memorista, propia de la época,


fue duramente criticada por el Libertador:

“Se enseñan más preocupaciones que verdades: es la escuela de los espíritus


serviles, donde se aprende con otros vicios el disimulo y la hipocresía, y donde el
miedo no permite al corazón el goce de otra sensación.”28

Tal diagnóstico profundo, es admirable en una época donde la didáctica y la


psicología educativa no existen como ciencias, y que no se queda en la mera
crítica; Bolívar delinea algunos elementos para una educación verdaderamente
popular:

“La educación de los niños debe ser siempre adecuada a su edad, inclinaciones,
genio y temperamento”29, en la que reine un ambiente de compañerismo, donde
los niños puedan “auxiliarse, y compartir comodidades e incomodidades,
corregirse y estar unidos”30.

Bolívar recomienda la enseñanza de las ciencias exactas “porque ellas nos


enseñan el análisis de todo, pasando por lo conocido a lo desconocido, y por ese
medio aprendemos a pensar y racionar con lógica...” y sugiere: “la memoria debe
ejercitarse cuanto sea posible, pero jamás fatigarla”31.
7

Estas recomendaciones tienen vigencia en nuestro trabajo de educación popular,


al igual que las sugerencias para la enseñanza de la historia:

“La historia debe principiarse a aprender por la contemporánea, para irse


remontando por grados hasta llegar a los tiempos oscuros”32 del pasado.

EL EDUCADOR POPULAR

Dentro de este inventario del pensamiento de Simón Bolívar frente a la educación


popular, vale la pena destacar la especial atención que presta al educador.

El Libertador, que tuvo la fortuna de tener como maestros a Don Andrés Bello y a
Don Simón Rodríguez (Róbinson), valora a quienes escogen como profesión la
docencia al considerar que ellos “se consagran al objeto más noble que puede
tener un hombre: enseñar a sus semejantes”33.

En Angostura, refiriéndose al empleo de maestro se expresa en estos términos:


“será el más considerado y los que ejerzan serán honrados, respetados y amados
como los primeros y más preciados ciudadanos de la república”34. Para Bolívar, el
educador “merece la veneración del pueblo y el aprecio del gobierno”35.

Evidentemente, el Libertador reservó sus alabanzas al educador popular, “es


decir, el hombre generoso y amante de la patria, que sacrificando su reposo se
consagra al penoso trabajo de crearle ciudadanos al Estado”36.

Elogios que no son extensivos a los maestros tradicionales, a quienes Bolívar


replica:

“Los que llaman maestros de escuela, aquellos hombres comunes que armados
de azote, de un ceño tétrico y de una declamación perpetua, ofrecen más bien la
imagen de Plutón (o demonio), que la de un filósofo benigno.”37

Pero, ¿Cuáles son las cualidades que, para Bolívar, debe tener un Educador
Popular?

Este debe ser “no un sabio, pero sí un hombre distinguido por su educación,
pureza de sus costumbres, por la naturalidad de sus modales, jovial, accesible,
que se encuentra con mucho que imitar y poco que corregir”38.

“Un hombre de genio, que conozca el corazón humano y dirija con arte; un
sistema sencillo y un método claro y natural son los medios eficaces por donde la
escuela puede hacer, en pocos días, extraordinarios y brillantes progresos.”39

Incluso, las palabras de respuesta a un discurso de bienvenida que le hiciera el


rector de la universidad de Bogotá, en junio de 1828, indican que Bolívar hubiera
querido ser educador, “pero el estado de las cosas no me lo ha permitido”. “Yo
dirigiré desde ahora mis pasos a la instrucción, de los pueblos y de sus hijos.”40
8

OBRAS

Sería incompleto un estudio sobre Bolívar y la educación popular si sólo nos


limitamos a su pensamiento y proyectos. Bolívar hizo todo lo que estuvo a su
alcance para plasmar sus ideas de la realidad.

Además de lo mencionado con respecto a la creación de escuelas de enseñanza


mutua por toda la república, Bolívar vio necesario aumentar y mejorar las
construcciones escolares:

“Siendo nuestros colegios actuales incapaces de servir para un plan de educación,


será cuidado muy especial de la Cámara, delinear y hacer construir las que se
necesiten.”41

Pero no basta con aumentar la cantidad, hay que procurar que sus características
respondan a los objetivos del Libertador:

“La Cámara determinará el número de colegios que deben construirse, señalará la


providencia, y, si es posible, la posición que precisamente debe ocupar cada uno
calando para esto las ventajas del lugar, su facilidad de reunir allí a todos los
niños, por la salubridad del terreno, por la abundancia y bondad de elementos,
etc.”42

Estas obras efectuó Bolívar a favor de la educación popular; una vez lograda la
independencia convirtió varios conventos en escuelas públicas en Bogotá (1819) y
Cúcuta (1820).

En 1825 crea en Cusco colegios en los cuales se admitían jóvenes de cualquier


clase social. Es en ese mismo año y en la misma ciudad donde decreta la
creación de un colegio de niñas, pues considera: “que la educación de las niñas es
la base de la educación de la familia”.43

También en 1825 encarga a su maestro Simón Rodríguez para llevar a la práctica


un Plan de Educación Pública en Chuquisaca, donde la instrucción sería gratuita,
popular, libre e integral. Es el mismo Simón Rodríguez, cuyo “proyecto favorito
era educar al pueblo”44, quien en 1830 nos describe el Plan de Chuquisaca:

“El Libertador expidió un decreto para que recogiesen los niños pobres de ambos
sexos... no en casas de misericordia a hilar por cuenta del Estado, no en
conventos a rogar a Dios por sus bienhechores; no en cárceles, a purgar la
miseria o los vicios de sus padres; no en hospicios a pasar sus primeros años
aprendiendo a servir como criados fieles y esposas inocentes...”45

Las niñas se acogían “en casas cómodas y aseadas” donde “dirigidas por buenos
maestros” aprendían oficios prácticos. “Se daba ocupación a los padres de los
9

niños” y tanto estos como sus hijos “gozaban de libertad” para abandonar el
establecimiento cuando quiera.

Este plan educativo, que debía proyectarse a cada Departamento de la República,


no pudo continuar, debido a las discrepancias entre Don Simón Rodríguez y el
Mariscal Sucre.

Especial cuidado prestó a la educación de los indígenas.

“En 1820 decretó en el Rosario de Cúcuta la creación de escuelas en todos los


pueblos para enseñar a los indios las primeras letras.”46

Para complementar su medida decretó que, para dotar a los pueblos indígenas de
escuela, se tomasen tierras de los resguardos.

Con enojo, encuentra Bolívar que “el gobierno, presidido por Santander, ha
despojado a las comunidades indígenas de sus resguardos, y ha confinado a sus
miembros en terrenos estériles y de menor extensión... so pretexto de instalar la
propuesta escolar”47.

Obviamente, Bolívar no vio nunca los resultados; su intención de alfabetizar


indígenas chocaba con los intereses de la aristocracia criolla, que veía en el indio
una forma de mano de obra para explotar.

A MODO DE CONCLUSIÓN

El pensamiento de Bolívar frente a la educación popular, al igual que otros


aspectos de su ideario, no son suficientemente conocidos hoy. No tanto por su
descuido, como por intereses creados.

Una tarea que debemos asumir los educadores populares es investigar su obra y
la de otros grandes pensadores latinoamericanos (Mariátegui, Martí, el Che
Guevara) para encontrar lo vigente de su pensamiento.

Sus revolucionarias ideas frente a la educación del pueblo son de gran vigencia
para quienes trabajan hoy en este proyecto. Tanto en su época como en la
actualidad, se oponen a los intereses de las oligarquías. Esto, en vez de
desanimarnos, debe impulsarnos a continuar la tarea trazada por Bolívar,
alentados por sus palabras:

“Por ardua que parezca esta empresa, no deben detenernos los obstáculos, otros
infinitamente mayores hemos superado, y nada parece imposible para hombres
que lo han sacrificado todo para conseguir la libertad.”
10

CITAS
1
Citado por Indalecio Liévano Aguirre, Bolívar, Edit. Oveja Negra, Bogotá, 1981, p. 92.
2
Los interesados en profundizar sobre la situación de América en este período, los remito al libro Las
Revoluciones en Hispanoamérica 1806-1826, de John Lynch. Editorial Ariel.
3
La burocracia del gobierno colonial era nombrada desde España. La intervención de los criollos en tal
gobierno, se reducía da los cabildos.
4
Lynch, John. Op. cit., p.30.
5
Octubre 17 de 1817. Obras Completas del Libertador Simón Bolívar, recapitulación de Vicente Lecuna.
Editorial Nuevo Horizonte, Bogotá.
6
Pastrana, Eduardo, “Bolívar y Martí en la Revolución americana”, Revista Teorema No.11, julio-agosto
1977.
7
Si el lector está interesado en profundizar en el pensamiento latinoamericanista del Libertador lo remito a las
obras del historiador cubano Francisco Pividal.
8
Proclama a la División Urdaneta (1814), Obras Completas, tomo III.
9
Carta de Jamaica en Escritos Políticos de Simón Bolívar, Edit. Alianza.
10
Proclama a los habitantes del río de la Plata, junio 12 de 1812, Obras Completas.
11
Carta a Patricio Cambell, Guayaquil 5 de agosto de 129, Obras Completas.
12
Discurso de angostura en Escritos Políticos de Simón bolívar.
13
Gutiérrez, Alberto S.J. “El pensamiento educativo el Libertador Simón Bolívar” en la Revista de la
Asociación Colombiana de Universidades, No.17 junio 1981.
14
Angostura, 15 de febrero de 1819.
15
Carta a su hermana María Antonia, Lima 25 de abril de 1825.
16
Bogotá, septiembre 17 de 1819.
17
Angostura.
18
Valencia, Albeiro, “Pensamiento político-educativo del Libertador” en Revista de la ASCUN¸ No.17, junio
1981.
19
Ibidem.
20
Angostura.
21
Rojas, armando. Ideas educativas de Simón Bolívar, Plaza y Janés editores, Barcelona, 1972, p.54.
22
Ibidem, p.55.
23
Gómez, Max, “Bolívar en la historia: el educador y el patriota” en Revista ASCUN, p. 40.
24
Rojas, Armando, op.cit., p.169.
25
Ibidem, p.71.
26
Valencia, Albeiro, o.p cit., P.79.
27
Rojas, armando, op.cit., p.176.
28
Ibidem, p.172.
29
Ibidem, p.172.
30
Ibidem, p.178.
11

31
Ibidem, p.172.
32
Ibidem, p.172.
33
Ibidem, p.175.
34
Ibidem, p.171.
35
Ibidem, p.181.
36
Ibidem, p.175.
37
Ibidem, p.175.
38
Ibidem, p.176.
39
Ibidem, p.179.
40
Pabón Núñez, Lucio, El pensamiento político del Libertador, Bogotá, Imprenta Nacional, 1955, p.189.
41
Rojas, Armando, op .cit.
42
Ibidem.
43
Ibidem.
44
Según el General O’Learly.
45
Rojas, Armando, op. Cit., p.181.
46
Valencia, Albeiro, op. Cit., p.85.
47
Ibidem, p.85.

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